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Hermanos (Parte III)

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Tercera parte y última donde Eva empieza a disfrutar.

Después de aquella noche y después de que le dijera a Lara que no estaba tomando ningún anticonceptivo, las dos nos fuimos a la farmacia para comprar una píldora del día después, no fuera a que Juan encima me hubiera dejado… puff no quiero ni pensarlo.

Ya en casa nuevamente nos pusimos los tres a trabajar, a limpiar la casa, primero las habitaciones, los baños, la cocina, realmente estábamos haciendo un buen trabajo y me encantaba estar con mi hermana Lara, la verdad que ella hizo que nos olvidáramos un poco de todas las desgracias, habían pasado ya 15 días y aquella noche Juan se fue pronto a la cama, por fin cada uno teníamos nuestra habitación, Lara y yo nos quedamos en su habitación hablando de chicos, de lo que había pasado con Juan a lo que ella le quito hierro, “paso y ya esta no hay que darle más vueltas” me decía toda convencida.

La conversación al final siguió otros derroteros, hablamos de música, de viajes, de moda, mi hermana me enseñaba un poco su vestuario, los pantalones, las blusas, los vestidos y la colección de zapatos que tenía, era toda una obsesa de los zapatos y la ropa interior, me enseñaba sus bragas y sus tangas, los sostenes, los que la subían el pecho, las que se lo apretaban, ropa interior sexy, sugerente, tenía un tanga rojo que realmente era espectacular, unos hilos acabados en una tela roja totalmente transparente por donde se la podía ver su vagina, un tanga muy pornográfico como ella decía.

Estábamos las dos tumbadas en la cama, Lara recién duchada tenía una toalla cubriéndola el cuerpo y otra recogiendo su melena mientras las dos seguíamos entreteniéndonos ahora con las revistas del corazón, me fijé que uno de sus muslos estaba fuera del abrigo de la toalla y podía verla incluso su sexo depilado, no quería mirar y sin embargo mis ojos continuamente se desviaban hacia esa zona de su anatomía, después de ver unas fotografías en la revista Lara me explicaba como vestirse para una cita, lo importante que era elegir bien la ropa interior y poniéndose de pie, se quitó la toalla quedándose desnuda enfrente de mí, cogió uno de sus tangas, un tanga negro con flores de encaje y se lo fue poniendo muy despacio, subiéndoselo por los muslos muy despacio hasta encajarlo en su vulva, giraba su cuerpo para mirar como le quedaba por detrás, cogiendo la tela y estirándola, ajustándose el tanga por la parte de la vulva para colocarlo bien, el encaje de flores no ocultaba su vagina, se le trasparentaba parte y yo me estaba empezando a excitar, la miraba fijamente a la vulva, a sus senos cuando cogió un sostén a juego y se lo fue colocando, un sostén que le realzaban los senos y que dejaba una figura espectacular.

La verdad que mi hermana tenía un cuerpazo, era guapa, simpática e inteligente, se reía continuamente y pocas veces la pude ver triste, realmente la empezaba a descubrir y admirar.

-Qué te pasa Eva, porque me miras así. –Lara sabía que algo me pasaba, me había visto mirarla, había notado mi excitación.

-No nada, nada, que eres muy guapa y que ese conjunto te sienta perfecto. –La contesté intentando disimular mi excitación por ella.

-Ya, pero algo más te pasa mi niña, dime. –Lara insistía y armándome de valor.

-Pues que viéndote así, viéndote como te vestías me has… me has excitado. –Con la cara enrojecida de vergüenza solté esas tres palabras rápidamente apartando la mirada y tapándome con la almohada.

-Pero bueno mi princesa eso es normal y no te tienes porque avergonzar, en cuanto a la belleza tú eres más guapa que yo y lo sabes, tienes un cuerpo de infarto, anda que seguro tienes a un montón de chicos haciendo cola por ti y el que me veas así y te excites pues, pues que sepas que a mí me pasa lo mismo, anda ven aquí. –Lara me cogía de las manos y me atraía hacia ella y sujetando mi barbilla con la otra mano me besó en los labios, con sus labios carnosos y deliciosos, luego otro beso y otro.

Las dos empezamos a besarnos, a envolver con besos nuestros cuerpos, en el cuello, en la barbilla, en los lóbulos de las orejas, sus manos recorrían mis pechos por encima de mi camiseta apretándome los pezones y en ese momento algo cambio en mí, mis manos empezaron a acariciarla también a ella, atreviéndome a quitarla el sostén y a besarle los senos, dando rienda suelta a mi lengua en sus areolas y sus pezones que empezaron a elevarse con mis caricias, Lara cogió mi camiseta para quitármela al igual que mis bragas y mis pantalones, sus manos empezaban a apretar mi vulva humedecida, sus dedos recorrían mis labios hasta mi clítoris donde empezó a apretármelo, hacer círculos sobre él, a dejarme allí tumbada sin saber qué hacer más que gemir y disfrutar de mi hermana.

Sentía la humedad de su vulva que se rozaba una y otra vez con mi muslo, Lara se había quitado el tanga y no paraba de frotarse conmigo, las dos juntas empezamos a tocar una sinfonía de placer, envolviendo la habitación de los cantos de jadeos y caricias, Lara se dio la vuelta para ponerme su vulva sobre mi boca, empecé a besar, a lanzar en una carrera deliciosa a mis dedos y mi lengua sobre sus labios, su clítoris y vagina, ella por otro lado tenía ya mi vagina en su boca, me estaba metiendo su lengua dentro de mí bebiendo el néctar de mi placer, sus dedos continuaban acariciando mi clítoris cuando empecé a meterla un dedo y luego dos en su vagina mientras que la punta de mi lengua disfrutaba de su clítoris, mis dedos entraban y salían de ella con suavidad, Lara empezaba a gritar, minutos después sentía como Lara temblaba, como mis piernas temblaban de placer que mi hermana me estaba dando, su melena húmeda sobre mis muslos al caérsele la toalla de la cabeza sentían pequeños espasmos.

En ese momento Lara se levantó y sentándose haciendo una tijera entre las dos, entre nuestras piernas juntábamos nuestras vulvas, rozándonos los clítoris, uniendo nuestros labios, su humedad, la mía, las dos gemíamos, las dos moviendo sin parar nuestras vulvas arriba y abajo, apretándolas la una con la otra, la miraba a la cara y se la veía desencajada del placer que nos estábamos dando la una a la otra, cerraba sus ojos y abría su boca, me miraba y fruncía el ceño cada vez que le gustaba como nuestros clítoris, enormes y duros se unían empapados en nuestros flujos, el olor a sexo, de amor entre hermanas flotaba en el ambiente, era noche de chicas, era noche incendiada de vaginas, una noche en clave femenina sola para nosotras dos.

Nuestros cuerpos cada vez más sudados y cada vez con más espasmos musculares, nuestras vaginas bebiendo y alimentándose de la otra, un flujo lechoso salía de nuestras vaginas cada vez más y abundante, sentía como una ola de placer barría mi interior y como los gritos de Lara hacían que dejara de moverse, como un orgasmo increíble que la hacía abría la boca sin gritar, sin poder gritar, cerrando los ojos, abriéndolos y volviéndolos a cerrar cuando por fin conseguía explotar con un grito audible, ese mismo que sufrí yo cuando me pasó lo mismo que a ella.

Las dos nos dejamos caer sobre la cama realmente relajadas, al rato me incorporé y me puse a su lado mirándola y besándola suavemente, empezamos a reírnos como locas, despertando a mi hermano Juan que dormía hacía rato o eso pensábamos. Con las risas, Juan abrió la puerta de golpe y nos vio a las dos desnudas encima de la cama, le gritamos las dos a la vez tirándole una almohada que le impactó en la cara hasta que conseguimos echarlo diciéndole solo chicas, seguíamos gritando como unas histéricas y riendo hasta que conseguimos que se fuera, al cabo de unos minutos cogí mi ropa me fui a mi habitación.

Al entrar en mi habitación me tumbé en la cama pensando en lo que acabábamos de hacer Lara y yo, estaba muy excitada así que la visita de Juan no fue para nada molesta, todo lo contrario y más cuando me fijé que venía con una tremenda erección, Juan solamente quería preguntarnos una cosa y al tener Lara la puerta cerrada entro en la mía y…

La verdad que ninguno de los dos intentó fingir una situación que no era, se le veía que al oírnos se había excitado y él también quería follar ¿y yo?, pues si yo también quería, se habían pasado ya todos mis perjuicios, no era esa niña de mirada triste, tímida y cabizbaja, en esos momentos era como mi hermana mayor, decidida, abierta, con la mirada felina de alguien que consigue todo aquello que se propone y sin pensarlo dos veces me abalancé sobre él, la verdad que no tuve casi que hacerlo porque con tan solo abrir mis piernas enseñando a mi hermano mi coñito él se me echó encima y sin pensárselo dos veces con su mano guiaba su pene para metérmelo hasta el fondo.

No sé si Lara habría actuado igual, conociéndola estaría todavía jugando con él, chupándosela y haciendo que la deseara cada vez más, deseando lamer su clítoris y meter su lengua en su vagina, conociéndola habría hecho que él pensara que la seducía y que dominaba la situación cuando si algo había aprendido con ella era todo lo contrario, les dejaba creer que ellos dominaban, pero hacían todo lo que ella les pedía, solamente una vez la observé indefensa en manos de mi hermano y era cuando no tenía fuerzas para seguir, cuando su cuerpo se paralizaba por el orgasmo, en esos momentos ella sabía que estaba indefensa ante ellos y que podían hacer con ella lo que quisieran.

Tenía mucho que aprender de ella, pero de momento iba mejorando porque tenía a Juan follándome como yo quería, sin juegos, pero follándome, cambiando de postura como Lara me decía, enseñándole como meterla para que yo gozara más y esa noche quería que mi hermano me follara con mis piernas en sus hombros, con la almohada en mis riñones, el de rodillas agarrándome de la cintura moviendo mi cuerpo y metiéndomela una y otra vez, parándole cuando se aceleraba y acelerándole cuando se paraba, mis gemidos y mis gritos de seguro que los estaba oyendo Lara y aunque Juan me tapaba la boca a mí no me importaba, estaba disfrutando como una gatita como decía mi hermana, como una perra bien follada.

Juan seguía metiendo su pene en mi vagina que estaba tremendamente mojada, sintiendo cada centímetro de su pene cuando entraba en mi interior, mi vagina se estrechaba cuando hacia fuerza, Lara me había enseñado que nosotras podemos mover nuestros músculos apretándoles el pene para que el roce fuera mayor y las sensaciones de placer más intensas cuando nos penetraban y sobre todo también para ellos.

“Más, más”, le estaba gritando a Juan cuando veía que estaba a punto de correrme, cuando notaba como mi tripa ardía y Juan al sentir mis espasmos me la sacó rápidamente para que expulsara mi flujo como un chorro, luego me la volvía a meter y cuando volvía a temblar me la volvía a sacar, era algo maravilloso, nunca antes había sentido tanto placer, Juan me la sacaba cuando sentía como mi vagina se inundaba y me la metía cuando ya no expulsaba nada, en ese momento era presa facial para Juan así que me bajó las piernas y me dio la vuelta, me abrió un poco las piernas y me la metió sin piedad hasta el fondo.

Seguía gimiendo, seguía gritando de placer, ahora los dos lo hacíamos, Juan se movía en círculos metiéndomela cada vez más, no me podía creer que fuera a tener otro orgasmo, apretaba con fuerza mis manos a las suyas, mordía la sabana cuando Juan empezaba a metérmela muy al fondo y quedándose quieto mientras estallaba, su pene expulsaba su leche dentro de mí una vez más, empezaba a sentir como mi vagina se volvía a inundar y no podía parar de gritar.

Por la mañana Lara nos desdentaba en mi habitación, abrazados el uno al otro después de una noche movida, se sentaba en medio de nosotros y como si no hubiera pasado nada empezaba a organizarnos para las tareas de hoy, era increíble un poco locuela pero increíble.

**********

Terminamos la casa, dejándola realmente bonita, un verdadero hogar por fin para mis dos hermanos, Juan y Eva por fin tenían un sitio al que llamar hogar, un hogar donde se seguían escuchando por las noches los gemidos de los tres cuando follábamos, cuando curábamos nuestras heridas con el sexo.

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