El deseo prohibido
Fernando comenzó a moverse, sus caderas chocando contra las de ella. Los gemidos de placer llenaban la habitación, sus cuerpos sudando y jadeando. Cambiaron de posición varias veces, probando diferentes ángulos y ritmos, cada uno más intenso que el anterior. En el clímax final, Fernando se colocó en la posición del misionero, mira...