Nuevos relatos publicados: 14

Inesperado encuentro (padre e hija)

  • 9
  • 63.222
  • 9,27 (22 Val.)
  • 0

A modo introductorio les cuento.

La influencia que ha generado en mí los efectos de la gran deshumanización de esta sociedad que no es para nada solidaria, me llevo a tener una vida un tanto solitaria. ¿Me podría comparar con algún animal? Si totalmente, algunos de ellos, disfrutan de la compañía de su manada, otros de preferencia, la soledad y la paz con la compañía de sí mismos, este último soy yo, un hibrido entre ser humano y un oso.

Supe ser un tipo alegre, rodeado siempre de bellas muchachas que me brindaban su amor y su cuerpo.

Pero… siempre hay un pero, llego un día que, no sé exactamente cuándo ni dónde, desapareció esa alegría mencionada, llegado al punto que al hacer algún chiste o hacer una broma me decían.

- Que tipo alegre que sos Luis.

- No mi querido amigo, permíteme una corrección, Luis no es un tipo alegre, Luis, es solamente cómico.

Con mis veintidós años, llego una situación que colmo de alegría mi vida, llego a ella, Ana, la mujer más maravillosa que haya conocido ser humano, su figura monumental adornada con los atributos propios de una mujer, dos tetas perfectamente talladas en su pecho que hacían ver mas fina la silueta de su cintura, que finalizaba en un parado, duro y movedizo culo haciendo voltear las miradas a su paso.

Nuestra vida sexual era lo más parecido a la perfección, en broma le decía que habíamos inspirado al Hindú Vatsiaiana para escribir su obra más importante, el Kama Sutra.

Probamos el sexo de todas las formas posibles, hasta inventando las nuestras. Conocimos todo sobre nosotros dos, olores, sabores, orificios, hasta los lugares más recónditos o accesibles para tocar y hacer estallar nuestra vehemente carrera de sexo inagotable.

Aunque, aún no estábamos preparados, llego ese día que la gran mayoría de las parejas añoran, venia una niña o un niño a nuestra vida, con la consiguiente alegría que eso nos produjo.

El embarazo fue totalmente normal, nosotros seguíamos con nuestras sesiones de sexo, más moderadas, pero no dejamos de disfrutarlo a pleno como era habitual en nosotros.

Llego el día del parto, Ana entro tranquila al quirófano para recibir a Anabela. Al poco tiempo se escuchó el llanto de la nueva vida que había llegado a nuestro hogar. Al ver que se demoraban en salir intentamos preguntar, pero todo el mundo corría como locos, agitados, sudorosos, no había gritos, solo palabras ininteligibles y más corridas; hasta que luego de casi una hora y media salió el Medico, con Anabela en brazos, la cara del profesional no auguraba nada bueno, nos informó que Ana, mi Ana, ya no estaba en este mundo.

Una afección poco frecuente del embarazo, pero que pone en riesgo la vida. Provoco la descomposición de los glóbulos rojos de la sangre. Mi Ana fue quien estuvo dentro de la estadística de mortalidad.

Las primeras semanas fueron duras, pero me las arregle con Anabela, con ayuda de mis suegros y mis padres.

Dicho sea de paso, mis suegros me responsabilizaban a mí de lo sucedido.

Notaba distantes a los padres de Ana, en algo raro andaban, los sentí lejanos. El tiempo me dio la razón, cuando Anabela había cumplido los dos meses de vida, se la llevaron a pasear y tomar sol, según me dijeron. Hasta el día de hoy no sé nada de mis suegros ni mi hija, habían desaparecido de la faz de la tierra, es como si se los hubiera tragado, la busque junto a la policía por todos lados y nada.

Es por eso que hoy a mis cincuenta y cuatro años, soy ese oso solitario que deambula casi sin rumbo, con la esperanza de encontrar algún día a Anabela.

Faltaba un mes para mi cumpleaños número cincuenta y cinco y me dije.

- Luis, ¿qué te parece un festejo de cumpleaños a la distancia?

Me pareció bien mi propuesta, así que me organice un viaje de festejo a Bariloche, que bien merecido me lo tenía.

Compre el pasaje de avión y partí rumbo a mi destino, llegando dos días antes de la fecha que conmemoraba mi natalicio.

A mi llegada la localidad de San Carlos de Bariloche estaba que explotaba de turistas, me aloje en un hotel de la calle cuaglia, disponía de cinco pisos, asignándome una habitación en ese último, amplia luminosa por su gran ventanal, una cama de plaza y media y lo más imponente, la vista que tenía hacia el lago Nahuel Huapi con sus quinientos cincuenta kilómetros cuadrados. El primer día recorrí un poco por la zona, el centro cívico y alguna fábrica de chocolates, para luego cenar e ir a dormir y estar bien fresco al otro día.

Al día siguiente fui a conocer un poco más de la hermosa localidad y organizar bien un plan para los siguientes días y sobre todo el día de mañana, en que cumplo los años.

Llego el momento, hoy es mi fecha, me prepare para salir a algún boliche o confitería en busca de alguna compañía para finalizar el momento. Preguntando me enviaron a uno que se llama Grisú, ahí había también mujeres solas que quizás quisieran compañía.

Sentado en una silla baja, junto a una mesa haciendo juego, observo que una chica de aproximadamente treinta a cuarenta años me miraba insistentemente, debo aclarar que estaba hermosa, rolliza, pero con unos pechos alucinantes, su culo resaltaba por el vestido ajustado que calzaba, una cabellera brillante cayendo por ambos hombros descubiertos y dos faroles que parecían celestes desde lejos, hago un movimiento de cabeza saludando y dando a entender que me había dado cuenta, levanto la copa de un Martini dulce que estaba bebiendo haciendo señas que se acerque, dejó la barra y con un andar totalmente sensual se acercó muy lentamente moviendo sus caderas de forma espectacular.

- Hola buenas noches, mi nombre es Luis.

- Buenas noches, podes llamarme Abe.

- Que deseas tomar.

- Lo mismo por favor.

- ¿Sos de acá?

- No, ando de paseo, estoy festejando atrasado mi cumpleaños.

- Qué casualidad, hoy es el mío, ¿has venido sola?

- Feliz cumpleaños, lamentablemente sola, retrase el festejo pues falleció mi mama el día antes de mi cumple.

- Cuanto lo lamento, y tu papa.

- Falleció hace tiempo.

- Bueno si querés compañía, ofrezco la mía.

- Pero como no, sí señor, se acepta gracias.

Tomamos un par de copas más, ninguno de los dos había cenado, la invite y fuimos a un restaurante, donde comimos y bebimos en abundancia, muy rápido entramos en confianza, puedo decir… como si nos conociéramos de toda la vida.

Esta demás decir que la invite a mi habitación del hotel.

- No Luis, perdóname pero no, si querés podemos ir a la cabaña en que estoy.

- Bueno, yo no tengo problemas.

Fuimos caminando por la orilla del lago viendo las pequeñas ondas en el agua y como se reflejaba la luz de la luna, nos detuvimos mirándonos frente a frente, confirmando el azul de sus ojos, las bocas muy lentamente se acercaron para sellar ese pacto tácito de sexo que habíamos hecho al invitarnos mutuamente a compartir un espacio en común.

Llegados a la cabaña, sin alcanzar casi a abrir la puerta, retomamos ese beso candente, ardoroso, que nació a la vera del lago. Fuimos así hasta la cama, donde, comenzamos suavemente a despojarnos de la ropa que nos cubría, ambos quedamos totalmente desnudos, en su entrepierna se veían unos vellos rizados muy prolijamente recortados que protegían la brillante vagina. Mi miembro estaba duro y palpitante.

- Déjame a mí y me encargo de calmarlo.

Dijo mientras se sentaba en el borde del lecho introduciéndolo en su boca exquisita de labios finos pero carnosos, elevo sus ojos mirando mi cara, ¿Qué me recordaba esa mirada? Su lengua iba y venía por toda la extensión del pene, que por momentos se perdía casi en su totalidad en el interior, mientras que sacando la lengua, trataba de tocar los testículos, dejaba que saliera y con la mano me masturbaba muy delicadamente.

Le pedí que me dejara a mí ahora, tomándola por los hombros se puso de pie, queriendo retribuirle mi excitación pudo más, elevándola, cruzo sus piernas sobre mis caderas, el pene presuroso se deslizo al interior de la vagina totalmente húmeda. Como en una película, camine hacia la pared apoyando su espalda en ella, sus brazos rodearon mi cuello.

- Ahora si dale duro por favor, lo necesito.

No me hice rogar, y juro, no me la cogí, le hice verdaderamente el amor, hacía rato que no sentía la sensación de hacer el amor, siempre había tenido relaciones para el desfogue y nada más, esta vez era distinto, le hacia el amor. Ella lo presentía, por eso correspondía a la situación.

Al poco tiempo comenzó con gemidos suaves que fueron en aumento junto con la vehemencia de mis embestidas, hasta que esbozo un gemido gutural, largo, sentido, acompañado de un gran suspiro y unas palabras tan dulces que nunca voy a olvidar.

- Acabo Luis, que felicidad me estás dando.

Su vagina se puso más húmeda aun, la deposite en el piso cara a la pared, sus manos se apoyaron en ella, tomo la distancia de sus brazos y puso el culo en pompa, la penetre por detrás, esta vez con más violencia para bombear y disfrutar de ese sexo épico, no aguante mucho y comencé con mi descarga seminal sin parar de moverme, al sentirla, ella meneó sus caderas en justa sincronía a mi ir y venir, tanto, que parecía pactada. Al terminar yo de gemir, nuevamente lo hizo ella alcanzando un nuevo orgasmo. Saque el miembro de la cálida cueva del placer, tomándola de la mano fuimos hacia la cama, mientras el líquido que ella había sacado de mi interior corría por sus muslos tímidamente hacia el piso.

Pasamos haciendo el amor hasta el amanecer, de todas las formas que se nos ocurrió. Cuando la luz del sol comenzaba a brillar con más fuerza en el cenit y empezó a entrar por la ventana, nos detuvimos para observarlo abrazados.

Luego dormimos un rato.

Al despertar, desayuno mediante, me pidió que quería conocerme más, le conté la historia de mi vida, ella, no quiso relatarme la suya en profundidad, solo escuchaba atentamente.

Volvió a consolarme como la noche anterior, haciendo cosas que nunca se me habrían ocurrido en vida de mi Ana, a esta edad seguía aprendiendo cosas relativas al sexo. Me dejo tan exhausto que volví a dormir.

Luego de una semana a puro sexo, llego la noche anterior al retorno, que decir de la despedida, aunque habíamos quedado en seguir viéndonos cuando estuviéramos en nuestras respectivas casas. Esa noche fue mágica, desde la muerte de Ana que no vivía el sexo como estos días.

Ya en la habitación del hotel, me dijo.

- Por ser la despedida, hoy va a ser inolvidable.

Desnudándose de forma muy sexy, me invito para que la imite. Se arrodillo frente a mí para tener esa sesión de sexo oral que tan hábilmente hace, para beber por primera vez el semen que salió de mi interior. Haciendo luego lo mismo y perdiéndome entre sus piernas para literalmente, libar esos labios vaginales deseables que destilaban sus propios jugos, sabrosos por cierto, sobre todo cuando tenía un orgasmo y se mezclaba con la lubricación abundante que destilaba.

- Ahora Luis, vas a seguir mis instrucciones.

Acto seguido, con un pañuelo de seda que había traído en su cuello, ciño mis manos a la espalda haciéndome recostar, se posiciono con la entrepierna sobre mi cara para que siguiera chupando su sexo. Me sorprendió gratamente cuando se levantó unos centímetros llevando su pelvis hacia adelante y ubicando su orificio anal cerca de mi boca, me hizo la invitación a saborearlo. La lengua, aunque cansada de la sesión que acabábamos de realizar, comenzó la exploración anal rodeando todo el esfínter, con pequeñas introducciones de la punta, haciendo arrancar gemidos con cada penetración, el hermoso y recóndito agujero palpitaba, pedía ser penetrado. Se paró de repente ayudándome para que hiciera lo mismo, tomo del bolsito que había llevado, un frasco de lubricante, abrió de par en par las ventanas de la cálida habitación, por suerte no hacia frio extremo, me baño el miembro en el resbaladizo líquido, pasando su mano desde la punta hasta su final, con un baile sensual, tal como es ella, se pasó el líquido por sus tetas, vagina y ano.

Haciendo un alto en este último, se entretuvo con él un rato, para darse vuelta y dejarme observar su “show” como espectador privilegiado, pasaba aceite, y, uno a uno, introducía sus dedos, del menor al mayor, para, en etapas subsiguientes meter dos, luego tres, hasta introducir casi toda la extensión de sus cinco dedos. Se apoyó con sus brazos en la baranda del balcón, su cabeza entre ellos, y así formando una L perfecta con su culo hacia mí, La invitación estaba hecha, me acerque lentamente y apoye la punta de mi verga en ese agujero, que ahora apreciaba a plena luz, rosado y palpitante, para ir ejerciendo presión, debido la cantidad de aceite se resbalaba y mis manos no podían hacer nada, a lo que ella misma, dejando la cabeza apoyada en la baranda, tiro sus manos hacia atrás y abrió sus glúteos, lo que me facilito la tarea, ya bien encaminado siento una pequeña presión hacia afuera que ejercía contra mi pene, y se perdió dentro de ese canal hermoso y apretado, para moverse con desesperación, lo mismo que ella, pegaba embestidas hacia mi cuerpo y lo movía en círculos, solo retumbaba en la habitación el golpeteo de mis testículos contra su vagina; con una de sus manos masajeaba su clítoris a modo de acelerar su clímax.

Al momento de llegar a su orgasmo, empezó con sus gemidos y suspiros que había comenzado a conocer y me prepare para tratar de llegar juntos a ese momento; creo que debe haber sido pensamiento de ambos, pues llegamos juntos a ese deseado y celestial intercambio de fluidos cuando mi semen impacto en sus vísceras.

Luego de un reparador baño, nos dormimos hasta el día siguiente, que sería nuestra despedida.

Al despertar, me encontré solo en mi cama pensando si todo había sido un sueño, la busque por la pequeña habitación y no estaba, solo me dejo una carta sobre la mesa.

· Querido Luis, los días que hemos pasado han sido de maravilla, nunca pensé hacer un festejo de cumpleaños de semejante magnitud, con una persona que me transporto al séptimo cielo, haciéndome sentir cosas que nunca antes había sentido, tanto en lo sexual como en lo personal. Perdón por haberme retirado así, pero creo fue lo mejor, no me gustan las despedidas, tal vez por recuerdos, que no tengo, pero me han contado, de mi niñez. Espero que al finalizar de leer la presente, quieras seguir viéndome y hasta tal vez llegar a algo más, yo estoy dispuesta, estuve mucho tiempo en el extranjero, en un país, donde lo que hicimos no estaba mal visto.

Muchos amigos en común, me han contado mucho de tu vida sexual y no han mentido, también de la gran persona que sos y como cierta gente me ha mentido a lo largo de mi vida.

Para finalizar, no reparaste en mi fecha de cumpleaños, debería ser conocida por vos, pero bueno, no solo una única persona nace un día. Debo aclararte que no te conocía, pero al relatarme tú historia caí enseguida en la cuenta de quien eras.

Yo también te busque por años.

Te amo ANABELA.

P-D. Si aún te interesa la propuesta, mi teléfono y dirección están dentro de tu billetera en un sobre, vos tenés la decisión, abrirlo o tirarlo cerrado. Sé que es fuerte lo que sucedió, pero si recibo tu llamado sé que nuestra vida va a cambiar, tengo tantas cosas para contarte y vivir a tu lado.

Sin poder creerlo todavía, mi hija es toda una mujer, pero… hice el amor con mi hija, la tristeza me invadió de repente, en realidad fueron sentimientos muy encontrados, por un lado no podía salir del asombro, por el otro recree las sesiones de sexo con mi Ana.

Fui feliz nuevamente, no puedo decir que no me perdono, pues no sabía quién era, pero fue doloroso enterarme, mas sabiendo que ella se dio cuenta y siguió adelante.

Ya de regreso, realice el llamado, el día del encuentro fue muy emocionante, nos reencontramos como padre e hija y sin una gota de duda, también como amantes. Llevamos viviendo juntos hace tres años y con muchos miedos, debido a que estamos esperando una niña. Me parece estar recuperando esa alegría que supe tener.

(9,27)