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Nadia, mi encule persa 5

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He sido muy feliz con Nadia y creo que de todos los días que hemos vivido juntos desde que nos casamos en una boda apresurada por las circunstancias, pocos son los días de tristeza vividos, que podría contarlos con los dedos de las manos.  Tengo muchos momentos idealizados y nuestra breve luna de miel fue uno de esos que me traen su delicioso perfume de mujer y esa mirada tímida de excitación.  Aquel día al salir del hotel, después de nuestra primera faena sexual de nuestras vidas a los 19 años, Nadia vestía esos pantalones típicos de los países árabes, aunque debo recalcar, Nadia es persa y me lo repite a cada momento que la identifico como árabe. Esos pantalones apretados por sobre el nivel de su rodilla, pero sueltos haciendo una campana al nivel de sus tobillos, color encendido fucsia y su blusa de color neutral bastante suelta, la cual el viento menea sensualmente en su escultural cintura.  Debo decir que Nadia me excita igual vestida como desnuda, pero ahora en nuestro primer día como esposos, el saber, el conocer lo que Nadia viste debajo de sus pantalones me excita aún más.

Sé que es el centro de atracción, que ella recoge las miradas, y no solamente de los hombres, muchas mujeres le han expresado lo bella que es, y quizá esa ha sido la llave maestra de nuestro matrimonio, el hecho que debo constantemente estarla conquistando.  Recuerdo el día que fuimos a un centro comercial y este señor de aproximadamente 50 años se le ha acercado mientras yo observo algunos artículos de vestir.  El hombre es hispano y creo que piensa que Nadia, quien puede fácilmente pasar como hispana, lo es.  Se acerca y le dice:

-¡Disculpe señorita!  Sin intención de ninguna malicia me he acercado a usted para decirle que usted es una de las mujeres más hermosas que estos ojos han visto.  Usted es bellísima.  Y Nadia con su acento dulce, y con las pocas palabras en español que dominaba le contesta.

-¡Muchas gracias señor! Usted es muy guapo también. ¿Le puedo dar un beso ¡- El señor se sorprende y se ha puesto sonrojado y solo dice:

-¿Usted a mí?  Y Nadia le ha estampado un beso en la mejía.

Cosas así hacen que me enamore más de esta mujer y de alguna manera debo cuidarla y conquistarla todos los días de mi vida, pues ahora se le ha acercado un hombre de 50 años, pero también he visto como mis contemporáneos intentan atraerla.  Nadia, como toda mujer tiene malicia, pero su malicia es simple y esta malicia, también se ha concentrado a través de los días en conquistarme a mí:  las intenciones son mutuas.

Como dije anteriormente, cuando uno hace lo que quiere y por lo que más quiere, la vida conspira a favor de uno.  Hemos llegado el día domingo temprano por la tarde a los dormitorios de la universidad y Kashira nos espera con la nota que los dormitorios, refiriéndose al edificio donde se hospedan ellas, entrara en fase de remodelación en el verano.  Aquello abre más la puerta de los planes que pretendemos llevar a cabo.  Para apresurar nuestro plan y terminar lo más pronto posible nuestros años de universidad, debemos atender en el verano y para sentirnos mejor junto a Nadia con nuestra boda y relación clandestina, debemos de alguna manera ser autosuficientes y hemos removido cielo y tierra para lograrlo.

He vendido mi motocicleta para hacerme de un automóvil, incluso mi madre ofrece ayuda alegremente pues a ella nunca le gustó la idea de hacerme de una cuando ella me la compró.  Me ofrece uno de sus vehículos, pues siempre ha contado con dos y lo acepto siempre y cuando ella acepte el dinero que me den por la moto.  Me da su Mustang convertible de los años 65, el cual ya lo ha restaurado y está en óptimas condiciones; quizá hoy suene a un clásico, pero por los finales de los ochentas, era un carro viejo que algunos comenzaban a llamar clásico.

Le comunico a mi madre que ya no viviré en los dormitorios y que junto a algunos amigos rentaremos una casa huésped.  Nadia y Kashira que obligadamente tienen que moverse en el verano, confabulando con mi entrenador de futbol de la universidad, hacen creer a su padre y tío que en la casa huésped solamente vivirán ellas, que tienen mejor espacio y mejores condiciones y que en definitiva se ahorraran algunos dólares, y es como terminamos viviendo juntos en esos días que idealizo tanto.

Era una casa de dos habitaciones bastante pequeñas, pero con mucho mayor espacio que los dormitorios donde estábamos.  Una sala pequeña, pero podíamos tener una televisión sin interrumpir la concentración del estudio de los demás, aunque por aquellos días mi concentración estaba en disfrutar sexualmente con mi linda mujer Nadia. Fueron esos días antes de clases que nos pasábamos acariciando toda la noche, practicando y mejorando las habilidades del sexo oral de Nadia, siempre con ese tabú que fue estarme cogiendo analmente a mi mujer y respetando su vagina hasta que saliéramos del altar con la bendición del ministro de la iglesia.  Creíamos que éramos prudentes en manejar nuestras emociones en la cama, pero no sé si de broma o porque Kashira se lo imaginaba que, de vez en cuando salía con las sugerencias salpicadas de morbo: ¿Ustedes que no se cansan de comerse el uno al otro? ¡No hagan tanto ruido, que aquí hay una chica queriendo estudiar!

Lo decía en son de broma, pero por aquellos primeros días era Kashira la que se levantaba a hacer el desayuno, Nadia y yo preparábamos la cena.  Vivíamos en tal armonía los tres, que parecía me había casado con las dos primas.  Tenía a dos chicas hermosas viviendo bajo mi techo, realmente me comenzaba a sentir todo un árabe y Nadia asistía en su reproche que éramos persas.  Un día mi entrenador de fútbol, quien también era dueño de la casa huésped me preguntó: Tony, ¿no sé cómo le haces con esas dos bellas mujeres?  Estas mujeres te van acabar y ya no podrás jugar fútbol.   En son de broma me preguntaba: ¿quién de las dos lo hacía mejor?  Aquel día creo haberme ganado el respeto de mi entrenador, cuando le dije que Nadia era mi esposa, y le daba algunos detalles del porque las cosas eran de esta manera.

La faena de las clases de verano comenzó, con suerte a los tres nos dieron trabajo en el área de relaciones públicas en la universidad; ahora reclutábamos para la universidad, y aquellas faenas eran tan intensas y mi única motivación era regresar a casa de noche junto a Nadia, comer algo ligero, dar un repaso a los libros y finalmente deleitarme viendo a mi linda mujer de 19 años esperarme leyendo algún libro boca abajo y exponiendo aquel hermoso culo que provocaba una tremenda hambre sexual.  Por aquellos días nos acostumbrábamos a darnos masajes y descubrimos juntos una posición que nos deleitaba a los dos.

Era como hacer la posición que llamamos el 69, pero en vez de que nuestros sexos quedaran cerca de nuestras cabezas, ella montada sobre mí, su sexo me quedaba al nivel de mi pecho y mi pene se escondía en sus hermosas tetas.  Yo me daba gusto por largos minutos masajeando sus exuberantes glúteos y yo sabía que Nadia en algo se sentía vulnerable en esa posición, pues sus brazos quedaban inválidos de algún movimiento, y aunque teníamos más confianza creo que su obsesión de no ser penetrada por su vagina alimentaba su temor.  En aquella posición su conchita quedaba más expuesta y para mí una delicia contemplarla y yo me concentro en masajear sus labios superiores y en vez de abrírselos lo que intento con mis dos manos es cerrarlos y unirlos los dos. Así me mantengo por algunos minutos friccionando sus labios superiores hasta que me doy cuenta que aquello en algo la ha excitado pues sus jugos vaginales se hacen presentes en abundancia.  Aquello me excita y yo me mantengo dándole ese estímulo a mi linda mujer.  Nadia llega a su orgasmo y aquella vez, en vez de gemir prudentemente como lo ha intentado en muchas ocasiones, pues su querida prima está en el próximo cuarto, el cual solamente nos separa un pequeño baño, dice: ¡Mi amor, me vengo!

El siguiente día con una mirada picaresca, Kashira le dice a Nadia: ¿De dónde venias anoche?  ¿Te mandaron al cielo otra vez?  Realmente Kashira era parte de nuestras vidas y creo que su presencia le subía el volumen a nuestro morbo, que después de algún tiempo Nadia disfrutaba libremente sus orgasmos y sus expresiones y gemidos eran la privacidad de tres en la casa. Fue una época que idealizo tanto, pues ahí estaba yo como hombre de hogar, disfrutando los primeros meses de matrimonio clandestino a la edad de 19 años, con una hermosa mujer, con costumbres y tradiciones diferente a las mías.

Recuerdo el día que recogí sus prendas íntimas usadas del día y me pidió disculpas diciendo que no volvería a pasar: ¿Qué no volverá a pasar ¡- le pregunte.  Me he llevado su prenda interior y las he olfateado frente a ella y me dice que soy un cochino.  Le digo que me gusta su olor, que todo lo de ella me encanta, incluso le aseguro que me gusta cuando menstrúa, que me gustaría ver sus toallas femeninas en el bote de la basura del baño.  Sabía cuándo menstruaba, pues vivía conmigo, pero no recordaba en los meses que teníamos ver alguna toalla manchada de sangre en el bote de la basura.  Por esos días de su periodo parecía alejarse de mí, incluso cuando dormíamos.  Desde aquel día le pedí que dejara sus calzones tirados, que a mí me encantaba recogerlos del piso y me hice la costumbre de lavárselos.  Me encantaba hacer aquello, escoger su ropa para distribuirla en la lavadora o secadora, me encantaba ver sus prendas íntimas de vestir, revivir cuando se las removía de su deliciosa cintura y como se miraba en aquellas diminutas vestimentas.

Los días vuelan y aquellos dos años más de universidad están a punto de caducar con nuestra graduación.  Viene el tiempo que nuestra historia de amor tome un giro doloroso, y doloroso para Nadia, pues debemos en pocos días dar luz a sus padres que nos queremos casar y quebrantar el honor de su palabra, la cual ha dado desde que Nadia era un infante.  Nadia me ha pedido que estos últimos días de vacaciones o todos los días posibles convivirlos con sus padres, pues lógicamente presiente que su vínculo con ellos quedara completamente deshecho.  Hasta el momento no lo he comprendido, como podemos apoyar nuestros valores en una acción tan absurda como comprometer a unos menores de edad a matrimonio.  Nadia está dispuesta a terminar este ciclo, y ya lo ha mostrado casándose clandestinamente conmigo, y de mi parte solamente por petición de Nadia, mi familia desconoce que he tomado ya mi camino junto a la compañía de esta grandiosa y hermosa mujer.  No tengo ninguna duda que mi madre y toda mi familia aceptara a Nadia, ella es fácil de querer, se da a querer.

A pesar de la alegría de nuestra graduación, para la familia de Nadia será una pesadilla que su hija se case o ya está casada con alguien que no es de su etnia.  Sabemos que será un terremoto y para los últimos días de universidad, hemos comenzado a sentir ese vacío en nuestros estómagos, pero hemos desarrollado un plan y tenemos plan B también, incluso, tenemos un plan para que nuestras familias estén en nuestras celebraciones de graduación, sin que ellos se den cuenta que todo esto es para que mi adorada Nadia, Kashira y yo, estemos juntos en este día tan especial.

Continua

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