Nuevos relatos publicados: 12

Perdí la virginidad con mi hermano

  • 11
  • 99.520
  • 9,59 (81 Val.)
  • 1

Todo comenzó un día de primavera, mi hermano mayor y yo teníamos días libres y mirando a mis padres dijimos: ¡Oye! Preparamos la mochila y nos vamos de escapada unos días, ¿vale? Los dos se quedaron sin saber que decir y mi hermano, con su poder de persuasión, con dos palabras que les dijo, dieron su aprobación. Así que después de cenar, los dos preparamos las mochilas y pusimos el despertador a las nueve de la mañana para salir de viaje, sin saber bien qué rumbo tomar.

Cuando nos montamos en el coche mi hermano propuso ir a una ciudad cercana, tenía fama y él quería descubrirla, así que yo asentí y el comenzó a conducir. Tengo suerte de que a mi hermano le guste la misma música que a mí, ya que pusimos el random del portacds y estuvimos todo el camino hablando y cotilleando sobre nuestra escapada y nuestros amigos. Hay que decir que yo tengo 18 años y no es que sea una chica guapa, pero sí resultona, mi hermano es cuatro años mayor que yo, y fue por eso que mis padres no pusieron ninguna objeción a nuestra escapada.

Cuando llegamos a la cuidad, tan sólo nos interesó uno de los parajes y tras estar horas en él y comer en un parque cercano, empezamos a dar vueltas con el coche para encontrar algo que nos agradase, pero con los datos que nos habían dado en la oficina de información turística, siendo que marcaron lo más interesante, nada hizo que nos quedásemos a pasar la noche allí. Mi hermano me miró y propuso probar suerte en otra ciudad, para ver si encontrábamos algo que nos llamara la atención. Acepté ya que era una escapada rápida y era él el que conducía, con lo que casi mandaba en la expedición.

Cuando íbamos de camino, sin contar que nos perdimos gracias al mapa poco actualizado que llevábamos como ayuda, nos dimos cuenta que ya era muy tarde y que nos vendría justo encontrar un hotel con habitaciones libres, así que nada más llegar dimos con la estación de trenes, bajé del coche mientras él esperaba y me dirigí a las taquillas para pedir información sobre hoteles y preguntar dónde se encontraba la oficina de información turística. Muy amables me dieron un plano de la ciudad y me dijeron dónde estaba la oficina, así que como tenía que andar unos diez minutos, llame al móvil de mi hermano para que no se alarmara y comencé a andar. Me gustó el ambiente de la ciudad, ya el día estaba desapareciendo, pero se respiraba tranquilidad... a paso rápido llegué a la oficina que estaban a punto de cerrar y cuando entré preguntando por cosas de interés y sobre todo por un hotel donde poder alojarnos, la chica abrió sus ojos como platos.

—¿Aún no tienes sitio donde dormir?

Yo asombrada contesté:

—No, estamos mi hermano y yo y acabamos de llegar a la cuidad, pero contábamos con que, al ser miércoles, no habría problema en encontrar algo.

—De normal no lo habría, pero estamos en plena feria y esta todo abarrotado, no creo que a estas horas lleguéis a encontrar algo, pero... mira, todas las que tenemos nosotros, sé que están al completo, hay una pensión, que es nueva, y aún no está en los listados, esta mañana tenía habitaciones, pero ahora no puedo decirte que todavía las tenga... de todas formas... toma, esta es la dirección, está al lado de la estación de autobuses. (Y marcó el lugar con un rotulador en el mapa que ella me dio junto con la información turística).

—Vale, gracias, muchas gracias.

Y me marché pensando que esa noche tendríamos que dormir en el coche.

Cuando llegué al coche, le comenté a mi hermano lo ocurrido, me miró y dijo:

—Nena, hoy dormimos en el coche.

Y empezó a reírse mientras encendía el auto para ir en busca de la estación de autobuses. La encontramos rápido, aparcamos y llegamos a la pensión. Le preguntamos si todavía tenía habitaciones libres y la encargada dijo que solo le quedaba una doble. La acompañamos hasta ella y abrió la puerta, para nuestro asombro era doble, pero de matrimonio, los dos nos miramos y yo le hice un gesto a mi hermano de aprobación, así que sin más le dijo que nos la quedábamos. Teníamos que pagar por adelantado, le dimos los billetes y bajamos a por las mochilas.

—Al menos no dormimos en el coche, tú tienes que estar agotado de tanto conducir.

—No creas, pero sí que agradeceré dormir en una cama y no en el asiento del coche.

Los dos sonreímos, subimos las mochilas y volvimos a bajar para ir a cenar algo. Encontramos, gracias a las indicaciones de nuestra encargada, un restaurante. La mujer debió de creer que éramos novios porque el restaurante estaba totalmente diseñado para cenas románticas, al menos eso nos pareció a nosotros al ver las mesas llenas de parejas haciéndose carantoñas, nos hizo gracia la situación y entramos a cenar. La verdad es que no teníamos mucho apetito, pero por la pinta que tenía la comida de las mesas contiguas pedimos buenos platos de comida. Como no, la cena fue con vino y entre platos, risas y comentarios de lo acaramelados que se veían a otras parejas, nos bebimos tres botellas de vino. La cena, con todo lo que fue, nos salió barata y al salir, decidimos ir a ver un parque que la propia mujer de la pensión nos había indicado. La señora sabía bien donde nos mandaba, estaba lleno de escondrijos donde si te fijabas, podías ver parejas magreándose.

Los dos íbamos algo tocados por el vino y empezamos a espiar, como niños, a otras parejas, nos lo estábamos pasando en grande, pero tenía calor y ganas de darme una ducha. Se lo comenté a mi hermano y dijo que él también tenía ganas de ir a la habitación, así que volvimos a la pensión que, entre risas y eses que marcábamos al andar, nos costó bastante llegar. Cuando subimos, yo le dije que me iba a la ducha, cogí la toalla del baño y la saqué a la habitación, así que él entro para orinar, mientras yo me estaba desnudando, dejé mi ropa organizada en el escritorio que había junto a la televisión y dejé el sujetador doblado como de costumbre (es algo que no he visto hacer aún a ninguna chica cuando se echa a dormir, y es doblarlo como si estuviese de exposición, metiendo una copa en otra y rellenándolas con los tirantes, quedando así totalmente la forma de la teta cuando llena el sujetador) me até la toalla y me fui para el baño, mi hermano entonces salió y fue a encender la televisión.

Cuando salí de la ducha, él volvió al baño diciendo que le había entrado calor también, echó la culpa al vino cosa que no me extraño hasta que no me acerqué a la tele y me fijé en el sujetador, no estaba como yo lo había dejado, tenía la forma de una mano en la copa, con lo que estaba claro que mi hermano había posado allí su mano para ver cuáles eran las dimensiones de mis pechos. No le di importancia, tal vez lo único que había sentido era curiosidad, de todas formas, él era un hombre y yo una mujer. Cuando salió del baño, acababa de ponerme el camisón que más bien podía llamarse camiseta larga, él me miró y dijo:

—Podías liarte un cigarro mientras yo me seco. (fuma tabaco de liar)

—Solo si recoges tú las toallas.

El asintió, así que cogí el chocolate, el papel, el cigarro y el mechero y me senté en la cama para liarlo. Él se secó, se puso el calzoncillo, metió las toallas al baño y se sentó en el suelo, enfrente de mí. Lo noté nervioso y fue justo cuando me dijo

—¿Cuándo me vas a dejar probar ese... pitillo?

—Cuando esté terminado, y tranquilo que serás el primero en hacerlo.

Me estiré un poco y le alcancé su tesoro junto con el mechero, él sólo sonreía y miraba nervioso a diferentes lugares de la habitación, no entendí la situación hasta que, cuando le miré a los ojos, vi que su mirada estaba centrada en mi entrepierna. Recordé que no me había puesto bragas y que su nerviosismo estaba en que mi posición de piernas abiertas le estaba enseñando mi cueva, pero no hice movimiento, no quería que él se diese cuenta de que yo ya sabía qué era lo que ocurría. Seguimos hablando, él cada vez se metía más conmigo, siempre nos hemos llevado bien y sabe qué decirme para picarme, y la verdad es que lo estaba consiguiendo. No recuerdo bien qué fue lo que me dijo, pero acto reflejo fue abalanzarme sobre él para empezar una de nuestras peleas salvajes, los dos nos estábamos riendo mientras yo estaba sobre él, con unos cuantos movimientos, mi camiseta se había subido hasta mi cintura y mi hermano, sin hacerlo con esa intención (pues lo vi en su expresión) me agarro por los muslos, pero un poco más alto, con lo que estaba acariciando mitad de mi culo y al notar que solo era piel y no tela quitó las manos y se puso un poco más serio.

—Lo siento.

—No, perdona, lo siento yo, es que así estoy más cómoda, pero si quieres me pongo unas bragas ahora mismo.

—No, ponte todo lo cómoda que quieras.

Y sin más dijo que tenía sueño y que sería mejor echarse. Yo asentí y me metí a la cama colocando bien mi camisón corto. La situación era extraña, los dos estábamos algo turbados por el alcohol, pero habíamos sentido lo mismo cual el rozaba mi piel. Creo que quedé dormida gracias al vino porque ni recuerdo como mi hermano se metió a la cama, pero sé que desperté y tenía el brazo de mi hermano sobre mi cintura, como abrazándome y su cuerpo pegado al mío. No me moví, la verdad es que me sentía bien y protegida. Unos minutos después, yo seguía despierta, noté como algo crecía entre mi hermano y yo, era su pene, que estaba poniéndose erecto, debía de estar teniendo un buen sueño. A mí me gusto esa sensación y me moví un poco para pegar mi culo a su miembro, me movía suavemente, frotaba su dureza por mi culo y eso me producía un placer que me pedía más y más. El seguía durmiendo, con su pene erecto y yo decidí aventurarme un poco más, como pude, abrí un poco mis piernas y elevé un poco mi cuerpo para que su verga quedase justo rozando mis labios, yo estaba desnuda y lo sentía bien, y aunque era mi hermano, me estaba excitando mucho. No quería que él despertara, seguro que ponía el grito en el cielo, pero yo me estaba proporcionando un placer que poco a poco hizo que mis movimientos fueran más descarados. Casi sin darme cuenta, yo estaba ya alcanzando mi primer orgasmo cuando noté que su mano se acercaba sigilosamente a mi pecho y lo acariciaba, todavía sobre mi camiseta, jugó con mi pezón de tal forma que no pude aguantar más y exploté, entonces mi hermano dijo:

—Nena, ¿Quieres sentir todavía más placer?

—¿Todavía más? —alcancé a preguntar.

—Sí, a no ser que te importe que seamos hermanos.

—Soy virgen, —dije con boca pequeña.

—No te preocupes, quien mejor que alguien que te quiera como yo lo hago.

Y empezó a mover, ahora él su verga entre mis piernas, rozando con mis labios.

—La verdad es que deseo sentir eso dentro de mí.

—¿Estas segura?

Sin responder me giré y le di un beso en la boca con lo que el abrió la suya y empezó a jugar con su lengua de una forma que nunca nadie había jugado. Me gustaba esa situación y el poco efecto que me quedaba del vino hacía que aún la disfrutase más, él comenzó por quitarme con arte la camiseta, ya éramos dos cuerpos desnudos dispuestos a proporcionarnos placer, a realizar un acto del que siempre nos habían hablado mal, pero que los dos en esos momentos, deseábamos realizarlo. Besó mis pechos mientras con sus manos recorría toda mi figura, estaba encima de mí, por lo que yo le dejaba hacer, sabía que mi hermano iba a hacerme sentir algo que todavía no conocía y que seguro iba a gustarme. Fue bajando su boca hasta llegar a mi entrepierna, la cual abrió con cuidado, y metió su cabeza entre mis muslos, yo estaba en la gloria, no quería que eso terminase nunca, mi hermano empezó a pasar su lengua por mis labios, jugando después con mi clítoris, hasta que llegó a penetrarme con su lengua, un torbellino dentro de mí, yo no sabía cómo moverme, el placer que me daba esa lengua, nunca lo había conseguido con mis tímidos dedos, y no quería que parase, me sorprendí a mí misma al poner mi mano sobre su cabeza, haciendo que entrase más, y entonces salieron los chorros tan esperados por mi hermano.

—¿Te ha gustado pequeña?

Casi no podía ni hablar, solo dije un suave "mucho".

—Pues eso no es nada mi nena, hoy vas a saber lo que es hacer el amor y te va a encantar. Estás con la píldora, ¿verdad?

—Si.

—Entonces no te preocupes por nada y disfruta al máximo, vas a ser mía al completo, sabes que te quiero mucho pequeña, no te preocupes.

—No hables más, quiero sentir otra vez lo mismo que antes.

Y mi hermano empezó de nuevo a besarme todo el cuerpo, acariciando cada una de mis partes y noté como la cabeza de su verga entraba suavemente por mi cuevita, casi sin empujar.

—Nena, puede que al principio sientas dolor, pero no será nada, enseguida esa sensación terminará, ¿Quieres que continúe?

—Si, por favor... continúa.

Y con mucho cuidado, pero empeño, me penetró, tenía razón, iba a dolerme un poco, pero con cuidado fue sacando y metiendo su cachito mientras yo iba sintiendo aquel placer que hacía que mi respiración se entrecortara. Siguió así unos minutos y acabó corriéndose dentro de mí, yo cuando sentí su leche caliente en mi interior alcancé mi tercer orgasmo de la noche, no quería que saliese, me estaba gustando aprender de mi hermano, deseaba que continuara, pero ya estaba muy cansada. Y sacando su herramienta de mi caja dijo:

—Nena, creo que por hoy ya vale, mañana si quieres, podemos cambiar de posición, podrás hacerme lo que tú quieras.

Solo respondí con otro beso apasionado y me volví a poner en la posición principal, de espaldas a él, mientras me abrazaba y notaba su bulto en mi culo.

El viaje fue el mejor que he tenido en mi vida y cuando podemos, hacemos escapadas de ese tipo, solo es entonces cuando nos damos placer, parece ser que estar en otras ciudades nos ayuda a actuar como, según muchas personas, no deberíamos, pero que, a mí, me encanta. Descubrí muchas cosas con él y la única forma que tengo de agradecérselo, es seguir viajando de vez en cuando.

(9,59)