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La vida de Beatriz en la gran ciudad - Capítulo 1

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Hola, mi nombre es Beatriz y soy universitaria, tengo 19 años y hace tan solo unos días me mudé a esta gran ciudad, y la verdad es que es muy sorprendente, he de decir que parece de esas grandes ciudades que siempre muestran en las películas y telenovelas. Aunque si soy sincera no estaba muy interesada en venir. Alejarme tanto de mi familia no era de mis prioridades, pero tuve que hacerlo, mi anterior hogar era una ciudad pequeña que tenía 2 universidades con algunas carreras, y entre ellas no se encontraba la que yo quería: administración de empresas. Por eso me vi obligada a tomar esta decisión de mudarme.

Mi nuevo hogar es un departamento que está alojado en un edificio cerca de mi universidad, es cómodo y espacioso, aunque le faltan algunos retoques a la decoración no puedo quejar, ya que, mis padres trabajan mucho para ayudarme económicamente a seguir con mis estudios. Pero bueno, mejor me apuro que no quiero llegar tarde a mi primer día de universidad.

(Unas horas más tarde saliendo de la universidad)

Ay… Dios, son las 9 de la noche ya, no me puedo creer… Si he de ser sincera no me gustó mucho mi primer día, eso de que te pinten toda,  te roben la cartera y que luego debas salir como una puta mendiga a pedir algo de dinero para que los de universidad te devuelvan las cosas no me ha hecho nada de gracia. Pero bueno ya me habían advertido de esta “calurosa bienvenida”, aunque en unos momentos sí que se puso calurosa… un chico alto, atlético, de pelo castaño, ojos verdes y rasgos de la cara bien marcados fue el que me devolvió mi cartera y cuando lo hizo me beso en la mano, para luego sonreírme de una manera encantadora. Uff… de tan sólo recordar el momento se me sube algo de calor al cuerpo, y es que ¿cómo no? si hasta me quedé muda frente a él, “Beatriz Gonzales quedándose muda ante un chico”, sin duda un escenario que nunca me imaginé.

(Llego al edificio, subo el ascensor y me dirijo a mi cuarto, pero cuando voy por el pasillo un tipo me saluda)

Omar: Hola señorita, ¿es usted nueva en el edificio?

Beatriz: Sí, así es.

Omar: Ahh pues mire qué bien, ¡OHH, discúlpeme por mis malos modales!, mi nombre es Omar ¿y el suyo?

Beatriz: Me llamo Beatriz, un placer conocerlo señor Omar.

Omar a simple vista bordea los 35-37 años, es alto y algo gordo, tiene una barba que siendo sincera le queda bastante bien y resalta su rostro, pero lo que más hace que resalte, son unos ojos azules claros. Pero aun así no puedo dejar de imaginarme al chico que me devolvió mi cartera… Uff ¡qué alguien calle a este tipo!, que debo satisfacer mis necesidades femeninas antes de que me corra aquí mismo en el pasillo.

Omar: Descuídese, el placer todo mío.

Beatriz: Bueno, con su permiso voy a mi departamento que tengo algo de prisa y necesito estudiar.

Si supiera que me estoy muriendo de ganas por darle un poco de placer a mi clítoris para bajarme la calentura que me dejó el chico de los ojazos verdes…

Omar: Adelante, adelante no la molesto más.

(Sin decirle nada más entro a mi apartamento y me dirijo hasta mi cama. Me saco la chaqueta y la dejo a un costado, luego me saco la polera y el sujetador, me miro en el espejo y me digo “¡Qué guapa que estás Beatriz, ese chico no se va a poder resistir a tus encantos!”, me recuesto en la cama y me empiezo a frotar mis tetas, las lamo y mientras con mi mano derecha juego con mi pezón, la mano izquierda la bajo cuidadosamente a mi entrepierna, la meto por debajo del pantalón y las bragas, y siento como mis dedos tocan mi clítoris, al principio suelo mover la mano un poco lenta, pero esta vez me introduzco de inmediato 2 dedos en mi conchita y empiezo a mover la mano frenéticamente. De inmediato como si de una fogata que se encendió se tratase siento un calor suave que empieza a recorrer mi cuerpo y de placer empiezo a soltar gemidos que van aumentando su volumen a la vez que yo aumento el ritmo de mis dedos, “eso es”,” así”, “dame”, “dame más duro ojitos verdes”, “soy tuya”, “ahora soy tu perra”, “vamos”, “haz que me corra”, “enséñale a esta zorrita como follan los universitarios bien fornidos”, “¡ahh- ahhh!”, “¡¡¡AHHHHHHHH!!!”, doy mi último gran gemido y siento como mi cuerpo me da el orgasmo que necesitaba. Me siento y miro que dejé bastante mojados mis pantalones, así que me chupo los dedos para quitarles mi jugo y procedo a lavar mis pantalones)

Hay algo que yo nunca he podido negar, y es que por más digna y buena chica que me pueda ver en mi vida diaria, en la cama, yo soy una completa zorra… Y ese muchachote de ojos verdes lo comprobará.

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