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Familia sin tabúes (6) Mateo violado por Adrián

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Terminé de hablar por teléfono con mi primo Felipe, y me dirigí a la oficina para trabajar. Había quedado con mi primo y con el buenorro de su novio, para ir de acampada ese fin de semana.        

Según me había contado Felipe, sus acampadas eran famosas porque se las pasan follando todo el tiempo, y quería darle un homenaje a mi polla y probar el culito de su novio Luis. El de Felipe me lo tiro muy a menudo, me encanta la capacidad que tiene tragándose mi enorme cipote, y lo que me hace gozar el cabrón cada vez que me lo follo. Así que me invité yo mismo a la acampada, y los dos, tanto Felipe como su novio, se alegraron muchísimo. Y es normal, si los maricones se iban a dar un buen festín con mi pollón, y yo con sus deliciosos culitos.

Me llamo Adrián tengo 27 años y desde siempre me han gustado los hombres, sobre todo comerles el culo y follármelos después. Felipe es mi primo por parte de padre, y desde siempre he sabido que era maricón, aunque no tiene plumas y no se le nota nada. Pero yo me di cuenta, esas miraditas en mi paquete, las exhibiciones en ropa interior que me daba, cuando iba a su casa, los videos y fotos porno de tíos follando, que tenía en el ordenador, el mamón me provocaba y me buscaba y al final me encontró. Así que, desde que cumplió los 18 años me lo estoy follando, a él y a todos los novios que se echa, porque al maricón vicioso le encanta ver a su pareja follando con otros tíos, y le da un morbazo increíble.

A parte de esto, yo soy de complexión fuerte, me gusta machacarme el cuerpo en el gimnasio y tenerlo siempre en forma. Tengo que decir, que en gimnasio se liga bastante con otros tíos, sobre todo con esos que van presumiendo de machotes por la vida, y de tirarse a las tías por el coño. Pues a esos tíos, me encanta y me vuelve loco envergarles mi cipote, y destrozarles el ojete a pollazos.

De cara soy guapo, con la expresión muy morbosa de malote, tengo los ojos marrones, los labios gordos, y una perilla muy bien cuidada. Las nalgas las tengo grandes y gordas como dos montañas, pero proporcionadas a mi cuerpo, y un ojete bastante prieto y cerrado, que solo me lo abre la polla que me guste. Y hablando de pollas, la mía es tremendamente grande y gorda, y no es por presumir, pero para que os hagáis una idea, la tengo incluso más ancha y gruesa, que el actor porno "Rafael Carreras"... Quién no lo conozca que lo busque en internet, y ya verá como tiene el cipote.

Trabajo para una compañía de seguros, soy jefe de zona y me encargo de supervisar a los comerciales, y a solucionar problemas que puedan surgir con los clientes. Muchas veces tengo que ir a sus casas, para terminar algún contrato de seguro de vida, de hogar, de coche, etc., y la verdad que algunos clientes están para hacerles un favor en sus culos. Hace poco estuve en la casa Mateo, un amigo de Felipe que estudia en la misma universidad que él, y salen de copas de vez en cuando. El chaval quería, que le hiciera un seguro más económico para el coche, porque el que tenía ahora era muy caro él. Mi primo ya me había dicho, que a Mateo le iban los tíos, que incluso lo que le gustaba al colega, era el sexo fuerte en plan violación y que lo sometieran a la fuerza. Además le dijo a Felipe, que me había visto un par de veces con él, y que yo estaba muy bueno, y que haber cuando quedábamos los tres para presentármelo.

Felipe me pasó su número de teléfono y lo llamé, para quedar con él y hacerle el seguro del coche. Me citó en su casa a eso de las 18:00 horas, porque por la tarde no tenía clases, y a esa hora su familia no estaba, y no nos molestaría nadie para hablar del contrato. Efectivamente, cuando llegué estaba solo en casa, esperándome con una camiseta pegada al cuerpo, y unos pantalones cortos de deporte súper pegados. Mateo es un chaval de 21 años, de 1´72 de estatura, delgado de cuerpo, con el pelo largo, rubito y cogido por una coleta, y muy atractivo de cara, aniñada y risueña. Su polla era normalita, pero su trasero era otra cosa, era de esos que tienen separadas las nalgas, y te dejan ver el boquete del ano en todo su esplendor... ¡Uffff, que gustazo tíos!... ya os diré como me lo follé.

Durante todo el tiempo que le estuve explicando las cláusulas del contrato, él se dedicó a provocarme sentado enfrente de mí. El pantalón de deporte que llevaba puesto, lo tenía roto por la parte de abajo, y yo le podía ver perfectamente por el boquete de la tela, que no llevaba ropa interior. Mateo, se agarró con los brazos las rodillas pegándoselas al pecho, flexionándolas y poniendo los pies encima del sofá. De esta manera, quedaba su ojete bien abierto expuesto ante mis ojos, el maricón lo hacía a conciencia, para que yo no apartara la mirada de ese riquísimo manjar, y ya me tenía la polla empalmada y a punto de reventarme el pantalón. El niñato tampoco le quitaba el ojo a mi marcado paquete, ni a mi gordísimo pollón que se movía dentro de la bragueta, como si tuviera vida propia, que ansiaba, deseaba, y pretendía ser liberado cuanto antes.

- Perdona Adrián, ¿Te estás clavando el bolígrafo, que llevas en el bolsillo del pantalón? -

- ¿Esto?... No, no es el bolígrafo, jajaja, es mi polla tío, que me va a reventar. -

- Ah, jajaja... ¿Y por qué te va a reventar, colega?

- ¿Tú, por qué crees?... ¿Será por qué no paras de calentarme el cipote, y de ponerme cachondo perdido? -

- Jajaja, si, por eso será... ¿Y me puedes dar ese bolígrafo, que tú dices que es tu pollón, para comprobar si puede escribir aquí, en este boquetito que tengo? -

- Claro Mateo, con mucho gusto. -

Fue una invitación descarada, que no estaba dispuesto a desaprovechar, y en ese momento se me vino a la mente, lo que me dijo mi primo Felipe... - A la maricona le encanta el sexo duro, sobre todo que lo violen fuerte por la boca y por el culo, y que le den caña de la buena. - Así que me fui para él, y le agarré de los pelos con mis manos, y le restregué a lo bestia todo el paquetón por la cara. El niñato de mierda me había puesto calentón perdido, llevaba todo el capullo chorreando de líquido, hasta me había traspasado la manchita, y me había mojado la bragueta del pantalón crema que llevaba puesto. Después de un rato lamiéndome el paquete y de ensalivar con la lengua, ya no me importaba la pequeña mancha, ya era una gran pringue y un chorreo constante de babas, que no paraba de salir de su boca.

Me desabroché el pantalón y me saqué la polla. La sujeté con mi mano por la base, mientras le daba golpes en la cara con ella, y lo forzaba metiéndole y sacándole del boquino, mi empapado capullo. Se veía en la cara, que eso era lo que le gustaba, la maricona gozaba cuando un tío como yo lo sometía y lo dominaba. Mateo era de esos maricones calienta pollas, un pedazo de vicioso que hace lo que tú le pidas, un verdadero guarro en la cama, y de los que no se cansan nunca de follar contigo, vamos, como los chavales que a mí me gustan.

Mateo me retiró la mano de la polla, dejándola libre y muy cerca de sus ojos, su cara, y su boca. Él miraba detenidamente como me palpitaba, como me latía el tronco moviéndose levemente, como parecía que me iba a estallar el cabezón, de lo gordo que se me había puesto, todo granate y la rajita súper abierta. La primera lamida, justo en el orificio, me hizo estremecer de gusto, luego agarró con firmeza mi polla y se la metió a la boca. Comenzó a mamar con lujuria, con egoísmo, degustando su sabor, mientras me sobaba los huevos con la otra mano, y se metía cada vez más adentro de su boca todo mi cipote. ¡Qué bien me mamaba la polla la maricona!... ¡Qué gozada joder!... Me sacaba los gemidos uno tras otro sin freno, del gustazo que me daba su lengua. Me apretaba fuertemente los testículos con la mano, me los estrujaba en plan sádico, al mismo tiempo que se metía a bocanadas mi tancazo en su boca, y sentía con cada mamada, que mi verga quería explotar dentro de ella.

Nos desnudamos por completo, y lo obligué a tumbarse boca arriba en el sofá, con la espalda apoyada en el asiento, las piernas reclinadas en el respaldo, y dejándole la cabeza por fuera del sofá, y suspendida en el aire. Me incliné sobre su cara con el cipote apuntando su boca, y se la fui clavando entera hasta el fondo, hasta que mis huevos se posaron en su nariz y mi ano rozaba sus ojos. Mateo tragaba como un campeón, el mamón tiene la boca grande y ancha, de esas bocas que se ajustan a tu polla súper bien, y te la engulle entera. Así que el niñato no paraba de mamar y chupar por todas partes, por los lados, aspirando, succionando, y tragándose mi pollón más allá de sus amígdalas. Eso le gustaba y lo excitaba mucho, porque me agarraba de las nalgas con las manos presionando fuerte hacía abajo, manteniendo mi culazo apretado contra su cara, casi sin poder respirar por la boca y asfixiándose completamente.

Me tenía en la gloria el mamón, en el placer más infinito, y del mismo énfasis y excitación, le retorcía los pezones con mis manos, le pegaba bofetadas en la cara, en el abdomen, en la polla, apretándole los huevos con crueldad, y le daba incontables cachetadas en el boquete del culito. A Mateo se le ponía la cara colorada del esfuerzo, se ahogaba con mi cipote, le daban fuertes arcadas, y la saliva se le salía de la boca a chorros manchando el suelo. Del gustazo que me proporcionaba, él iba notando poco a poco en el paladar, que mi capullo cambiaba de sabor, que era diferente, más salado y espeso, y con una temperatura abrasadora. Me corrí en su boca, presionando mi pollón fuerte sin dejarle que lo sacara del hocico, hasta que descargué mi esperma entre gritos de placer, y respiraciones agitadas.

Me empujaba hacía arriba con sus manos, para quitarme de encima de él, me arañaba y golpeaba con fuerza mis nalgas, queriendo escapar de mi verga, para poder respirar, pero yo no le dejé, - De eso nada maricón, hasta que no te bebes mi leche enterita, y te baje por la garganta, no te voy a sacar la polla de tu boca. -... Cuando terminé de eyacular, eliminé la presión que ejercía sobre su cara, y le fui sacando despacio todo mi cipote de su boquita. Mateo ya respiró tranquilo y relajado, al mismo tiempo que se empleaba, en limpiar los restos de semen que quedaban en mi polla, chupándola e  introduciéndola entera, mientras absorbía los últimos goterones mezclados con su saliva.

Me agaché y lo besé en la boca, entrelazando mi lengua con la suya, degustando el saborcito de mi propio esperma, mientras le magreaba el boquete del culo, y le metía dentro tres dedos del tirón. Se los introducía con fuerza y lo que al principio eran tres dedos, luego fueron cuatro y después la mano entera. Yo notaba que sufría, que le dolía bastante, y los resoplidos y  mordiscos que me daba en los labios, me lo confirmaban. Pero a mí me daba igual el niñato, estaba tan caliente y vicioso que contra más se revolvía, más fuerte y brutal era metiendo mi mano.

- Puta maricona, ¿Dónde está tu dormitorio? -

- Ayyyy, allí al fondo tío. -

- Pues vamos dentro, que quiero follar en una cama. -

Como Mateo es más pequeño de cuerpo que yo, lo podía manejar muy bien a mi antojo, así que, me lo subí en brazos con sus piernas rodeándome la cintura, sus manos agarradas a mi cuelo, y me lo llevé así hasta la habitación, con mi mano introducida en su ano. Cuando entramos, le liberé el ojete y lo empujé encima de la cama de espaldas a mí. Le abrí las piernas todo lo que pude, y separé sus nalgas con las manos, dejando a la vista un suculento y delicioso ano. Empecé a besarlo con suavidad y despacio, con la punta de la lengua lo recorría de arriba abajo, delicadamente y recreándome. Se lo estuve comiendo un buen rato, alternando la lengua con varios dedos, mientras escuchaba al maricón de Mateo jadear de placer, y súper excitando, decirme guarradas pidiéndome que no parara.

- Sigue, no pares tío, cómeme el culo así, macho mío, chúpale el culito a tu putita, ¡Ohhhh! -

- ¡Uffff!... ¡Que culo tiene maricón!... Me tienes cachondo perdido, súper caliente, te voy a follar el culo, hasta que me canse bujarrón. -

- Destrózamelo Adrián, méteme tú pollón y fóllamelo, quiero que me domines, que me sometas, que me violes como a una vulgar puta calienta pollas... ¡Joder, que gusto de!... Tienes los dedos gordos como pollas... ¡Uffff!... ¡Sigueee!... ¡Siiiii! -

Me subí encima del niñato, y le metí de un puntazo todo mi cipote, por su ancho y dilatado culo. Mi capullo le perforó el recto hasta el fondo, como una taladradora escavándole las entrañas, mientras yo le inmovilizaba las manos a Mateo, capturándolo y atrapando a mi presa, y él solo podía vociferar y chillar como una perra desconsolada. Aceleré más y más mis movimientos, metiendo y sacando cada vez más rápido mi pollón, y follándome su ojete al ritmo que yo marcaba. Mateo gritaba cada vez más alto y fuerte, gimoteando y llorando de angustia, con lágrimas en los ojos por el daño, el dolor y el destrozo que le estaba haciendo mi polla en el ano. Yo sé, por las dimensiones de mi miembro, que todos los culos no están preparados para recibir un pollón de este tamaño, pero él quería eso, y yo estaba dispuesto a dárselo, y con mucho gusto. Es más, y esto te lo digo de verdad colega, no se iba a poder sentar en una semana el maricón, de lo roto que le iba a dejar el culo con mi cipotón.

Luego le di la vuelta sobre la cama, boca arriba con las piernas bien abiertas y sobre mis hombros. Y lo volví a penetrar a lo bestia, follándolo de nuevo, como un puto salvaje mientras lo miraba a los ojos, y veía su cara de fatiga y pesar, pero a la vez de goce y disfrute, al mismo tiempo que se masturbaba la polla. Mateo era un puto vicioso, una guarra incansable de mi polla, a pesar de tenerla toda dentro, él mamonazo la quería sentir mucho más adentro todavía, y presionaba con sus nalgas contra mi pelvis, para no desperdiciar ni un solo centímetro de pollón. El niñato pudo sentir, unos grandes chorros de esperma que entraban a borbotones en sus intestinos, por cortesía de mi cipote, mientras su blanca leche salía a chicates de su capullo, y le salpicaba la cara, el pecho, y el abdomen.

Después de correrme dentro de su culito, me sentó en la cama apoyándome la espalda en el cabecero, y se agachó metiendo su cara entre mis piernas. Media hora estuvo limpiando y lavándome a fondo la polla con su boca, solo paraba para mirarme a la cara y darme las gracias por aquella sensacional follada. - Gracias Adrián, muchas gracias.- Cuando me fui de su casa, le había hecho un seguro para el coche, y plan de ahorros. - Jajajaja. -

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