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Atendiendo la llamada de Paty

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Paty es una mujer casada de 34 años, es una mujer delgada y de cabello largo color castaño oscuro, sus piernas son torneadas es poseedora de unas bonitas y grandes nalgas. Si cintura es delgada y sus senos son de un tamaño grande que vuelven loco a cualquiera. Algo lindo de Paty es su mirada que la conserva como una linda niña tierna pero atrás de ella hay una fiera que quiere ser calmada con grandes dosis de sexo.

Paty por lo regular anda vestida de jeans resaltando sus nalguitas y de blusas de tirantes que hacen resaltar sus lindos y grandes senos. Normalmente usa brasier de encaje y sus tangas son diminutas que no dejan nada a la imaginación.

Todo empezó en una comida familiar en la que estaba mi suegra y cuñados con sus respectivas esposas, cuando terminamos nos despedimos de todos, besos y abrazos para todos. Pero al llegar a mi cuñada Paty, nos besamos en las mejillas pero ella giró repentinamente su cabeza y rosamos nuestros labios, Paty me guiñó el ojo y me dijo en voz baja:

—No me gustaría morirme sin follarte nuevamente Paquito.

Ella sonrió, y se fue en busca de su esposo. Paty vestía una blusa de cuello alto entallada, que permitía ver a la perfección la forma de sus senos, acompañada de unos jeans ajustados a su cadera. Estaba guapísima.

El día siguiente por la mañana sonó el teléfono, lo miré y era Paty, me pregunté que desearía? Ella sabía bien que mi suegra y esposa habían ido de compras al DF, contesté rápidamente y me dijo:

—Paco? Perdona, me he equivocado, quería hablar con una amiga y he marcado mal.

—No te preocupes, nos pasa a todo mundo.

5 minutos después volvió a sonar, era Paty otra vez, lo cogí y con la voz bajita dijo:

—Soy yo otra vez… es que antes no me he atrevido, si quieres venir a mi casa ahora estoy sola.

Entonces me apresuré a arreglarme y presentarme en su casa, timbre y me abrió, subí la escalera, estaba vestida con una bata de seda color negra que apenas le cubría su cadera, llevaba medias a medio muslo y una lindas zapatillas de tacón muy alto color negras; me hizo pasar y dijo.

—Primero quiero aclarar una cosa, no es fácil para mi invitar a un hombre y menos si es esposo de mi cuñada a mi recámara, te deseo, pero eso no implica que me comportaré como una puta. Por lo que yo decidiré que haremos y que no, espero me comprendas.

Me agarró de la mano y me llevó a su recámara, allí estaba todo preparado, la cama arreglada y enfrente una silla mecedora, me hizo sentar y ella se subió a la cama sentándose sobre ella mirando hacia mí. Me levanté para quitarme la ropa, pero ella me dijo

—No te quites la ropa solo ábrete el cierre.

Hice caso, y me senté. Entonces ella se desabrochó la bata y dejó ver su ropa interior, un sostén negro de satín y con fino encaje a juego con una tanga diminuta del mismo color, se sentó en la cama y puso los pies sobre la misma, abriendo las piernas me mostró su vagina cubierta por la braguita minúscula. Mirando su sexo empezó a pasar su dedo sobre la braga acariciándolo por encima y hundiendo ligeramente la tela en la vagina. Siguió frotando un rato hasta que se notaba la humedad a través de la tela, mojada por los fluidos vaginales, levantó la mirada y me dijo

—Vamos!… sácate lo tuyo, o no sigo!

Entonces empecé a manosear por encima del pantalón mi pene, entonces bajé lentamente la cremallera y bajando el slip saqué el pene al exterior.

Estuvimos un buen rato acariciándonos y mirándonos uno al otro, entonces Paty se levantó y se quitó el sostén dejando bambolear aquellos perfectos senos de grandes aureolas hinchadas, se quitó la braguita y me la tiró a la cara, se sentó en la cama con una gran almohada en los riñones que le levantaba ligeramente la cadera, con las piernas abiertas y con una mano por debajo de la pierna empezó a meterse un dedo por su vagina.

Entonces me levanté y rápidamente me la ropa, me volví a sentar mirando el precioso espectáculo que me proporcionaba mi cuñadita. Paty no dejaba de mirarme a la cara recorriendo con los ojos mi cuerpo hasta detenerse en los movimientos de mi mano en mi pene, jadeando dijo:

—¡Vamos, mueve la mano lentamente para que vea como entra y sale tu verga en tu mano… así, más aprisa, mastúrbate para mí!

Entonces me levanté y me acerqué a la cama quedándome de pie frente a ella, con el pene frente a su cara mirando cómo se masturbaba, entonces ella imprimió más velocidad a sus dedos y mirando fijamente mi verga empezó a gemir, mientras yo movía mi pene cerca de su cara. Se echó para atrás dejando caer su cabeza en la cama se quedó con el cuerpo arqueado por el cojín que tenía bajo las caderas, levantó el culo y moviendo las careas de arriba abajo con unos movimientos espasmódicos se corrió, juntando y apretando las piernas.

Yo seguía masturbándome cada vez más rápido con la intención de echarle mi esperma en la cara, Rápidamente Paty se incorporó y se puso de rodillas y acercó su cara más a mi pene diciendo:

—¡Échalo todo aquí, en mi boca, en mi cara… pero no intentes metérmela, por favor!

Entonces mi excitación subió más, moví mi mano y acerqué mi verga a su boca soltando un chorro de leche que embadurnó toda su linda cara, seguidamente salió otro chorro que no puede controlar que fue a parar al los ojos de Paty. La miré a la cara y ella estaba lamiéndose los labios recogiendo el esperma que le había quedado cerca de su boquita, me miró a la cara y después abrió la boca sacó la lengua como mostrando que no tenía nada dentro de la boca.

Nos lavamos, nos vestimos y cuando salía hacia la puerta nos dimos un beso en la mejilla y ella me acercó la boca al oído y me dijo bajito:

—De esta manera podemos estar cuantas veces quieras, solo que sin penetrar.

No tardamos más de un mes cuando ella se entregó a mí por completo, pero eso será otra excitante historia.

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