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Les hice una paja en el cine a dos amigos a la vez

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Fui al cine con dos amigos y, como un juego para mí, les hice una paja a los dos a la vez; ¡aún me emociona mi morbosa decisión!, y como ocurrió. Se llaman Pedro y Juan y son muy buenos conmigo, y entre sí. Los dos, por separado, me habían propuesto salir con ellos y yo les había dicho que no; por dos motivos: uno es que no quiero romper esta amistad que tenemos los tres, dos chicos y una chica y, la otra es que, aunque los quiero como amigos, no estoy enamorada de ninguno de los dos.

Siempre he sido muy decidida y muy poco convencional, mi lema es que todo lo que se haga con deseo y no dañe a nadie, ¡bien hecho está!

Pedro y Juan son muy parecidos los dos, fuertes y guapos, más altos que yo. Ellos son morenos, yo soy pelirroja. Nuestra amistad proviene de la universidad, donde estudiamos juntos los tres, comenzó cuando empezamos a salir de fiesta con más amigos y amigas; pero al poco, hicimos una pandilla los tres. Al principio nuestra amistad y relación solo se basaba en que nos gustaban las mismas cosas a los tres, ¡como colegas, una chica y dos chicos!; y nos reíamos de las mismas cosas. Pero, entre cerveza y cerveza, surgieron miradas y roces; paseábamos juntos los tres. Siempre iba yo en el centro, flanqueada por ellos dos. Ellos saben que soy bisexual, pero no saben de mis muchas aventuras, ¡mi cuerpo es mi libertad!

Desde que descubrí que me querían los dos, vi un recelo entre ellos y, después de pedirme salir los dos, supe que esta bonita amistad se podía romper por los celos y por el desamor.

He vivido muchas aventuras, con solo veintitrés años y, he conocido muchas falsas amigas y falsos amigos y, a Pedro y a Juan; que son mis mejores amigos, no los quiero perder.

Cuando regresé de Holanda (ya os contaré mi estancia allí) ellos dos estaban muy contentos por volver a verme, eufóricos más bien. El sábado pasado fuimos al cine los tres, como muchas veces antes y, como muchas otras veces también, me senté entre los dos. La película era del espacio, parecía buena... pero yo tenía otro plan para ese día distinto de concentrarme en la película. No sabía si saldría bien "mi plan", pero cuando pienso algo, ¡no me vuelvo atrás!

Antes de entrar al cine nos tomamos unas hamburguesas y unas cervezas. Durante la cena les dije a los dos:

—He vuelto del viaje y os encuentro todavía más tirantes entre vosotros que cuando me marché y, os quiero decir: que no tendréis nada de mi por separado; ¡lo que hagamos!, lo haremos los tres —me respondió Juan:

—Margarita, yo lo veo bien, pero más adelante, tendrás que elegir a uno de los dos, ¿verdad? —le respondí:

—O a ninguno, ¿verdad? —Pedro intervino:

—Bueno vamos a ver la película tranquilos; por mi parte prefiero tenerte como amiga solo, que dejar de verte —yo le dije gracias y Juan le dijo a Pedro, queriendo ser "mas "que él:

—Pedro, eso está claro, coño, ¡no voy a poder ni hablar!

Le dije a Juan que podía hablar lo que quisiera y le di un beso en la mejilla, junto a sus labios, y también le di un azote con la mano en el culo, sobre sus vaqueros.

La sala de cine se quedó a oscuras, la poca gente que había, el cine es caro para mucha gente, estaba sentada en el centro de la sala, nosotros estábamos los últimos; pero no en la última fila, sino tres filas antes del fondo. El aire acondicionado estaba muy frío pero no lo suficiente para "la mierda de calor" que se ha metido este verano; ¡en la isla no recuerdo nada igual!... pero se estaba bien en el cine.

Después de comenzar la película y, con el sonido de la sala a tope yo me sentía muy bien sentada entre los dos, excitada de sentir en mi interior que tenía a dos hombres deseando hacérmelo. Puse mis brazos en los reposabrazos, dejándoles hueco a ellos dos; Pedro rozaba mi mano izquierda y Juan mi mano derecha. Acaricié los dedos de Pedro rozando el vello de sus dedos, su piel se erizó. Casi al momento, acaricié la mano de Juan; su mano tembló entre mis delicados y pequeños dedos, tengo manos de muñeca de porcelana. Me dijo Juan al oído:

—Margarita, como me gusta el roce de tu bonita mano, ¡sabes!, mientras estabas en Holanda no podía dejar de recordar tu culazo moviéndose dentro de tu minifalda, y tu cabello largo y pelirrojo, y tu piel clarita y llana de bonitas pecas, ¡me tienes loco! —yo le dije:

—Si cierras los ojos ahora mismo te haré algo que te gustara mucho, pero si los abres, ¡una sola vez mientras "te lo hago"!; no te hablaré más, me daría vergüenza. Sus ojos se cerraron apretados como dos vaginas después de hacer pis.

Juan es el más celoso y posesivo de los dos; le dije a Pedro al oído muy bajito, mientras Juan apretaba los ojos, tanto, ¡como si le fuera la vida en ello!:

—Pedro, amigo; no quiero salir con ninguno de los dos pero quiero daros placer ahora, aquí mismo, a los dos a la vez; Juan cree que será solo a él, mira cómo ha cerrado los ojos Juan, esperándome, sé que tú eres más abierto que él, ¡no! —Me dijo Pedro, también bajito al oído:

—Pero que malilla eres Margarita, hazme lo que quieras, estaré callado; pero, ¡cómo te temo!, y te quiero, ¡eres increíble!

—Vale Pedro, gracias, vigila que no venga nadie y sácate la polla, por favor.

Pedro se bajó la cremallera de sus pantalones chinos y, en la oscuridad, se sacó una polla normalita, ¡pero dura como un palo! Se la agarré por el centro "del tronco" y el tosió con una tos nerviosa y excitada. Al poco, Le dije a Juan bajito al oído:

—Juan, bájate la cremallera del pantalón y sácate la polla, por favor.

Alzó su culo para buscar la postura y se la sacó al momento, sin abrir los ojos, ¡inmensa!, pero enroscada como una serpiente "a medio empalmar" y; apretó más aún los ojos, "esperándome".

No se movía un alma en la sala, nadie nos molestaba ni nadie se daba cuenta de nuestro "calentón a tres". Había en la sala unas treinta personas, y todas cinco filas más debajo de nosotros; veían la peli absortos. Extendí ambas manos, a izquierda y derecha y, agarré con mi mano derecha la polla "semidura" de Juan, apretándola. Con la mano izquierda agarré la polla de Pedro, ¡dura como el acero!... Pedro tosió otra vez, ¡pero más fuerte!, mientras a la vez y, con los ojos muy abiertos observaba el resto de la sala. Mi mano empalmó la polla de juan, enorme empalmada, ¡bestial!; (Siempre me ha vuelto loca ponerle la polla dura a un chico) mis dos manos se movían a la vez," como si remaran en el cine", con un pene duro en cada mano, como si fuera a lanzar dos chupinazos a la vez, ¡mi corazón iba a mil por hora! Sentía en mi interior como si ellos dos fueran mis esclavos sexuales, con los que podía jugar a mi antojo. Mi chocho estaba empapado, solté el pene de Juan un momento y me agarré el coño bajo la minifalda, ¡mis labios menores estaban colgando empapados! Seguí con sus pollas, ahora más veloz, como me gustaba; movía mis piernas para apretar mi sexo y notarlo.

Pedro soltó un chorro de semen sobre la solitaria butaca delantera, arqueado e intenso, el cual brillo al caer; iluminado por el reflejo de una nave espacial que surcaba la pantalla del cine. Seguí con Pedro, para que soltara "el resto". A Juan, y bajo la atenta mirada de Pedro le solté después de que se corriera Pedro su inmenso "bastón" y acerqué mi boca a él, deseando comerme su gran polla; ¡y "me la comí! Antes de correrse, la saqué de mi boca y, lo "terminé" con mi mano. Su corrida cayó cerca, sobre mi mano, ¡muy espesa, me dio no sé qué!, mis dedos se pegaron entre sí, noté como si tuviera grumos a algo así. Me chupé la mano y su semen espeso en mi boca hizo que me corriera de gusto, su semen era de un sabor muy agradable.

Al salir del cine les dije a los dos:

—Os he hecho una paja a los dos, si Juan, a los dos... ahora quiero que, también los dos, me deis placer a mí; si te molesta, Juan; que me lo haga solo Pedro.

Juan no se negó; tras la paja que le hice, algo cambió en él.

En el coche de pedro fuimos a un descampado a un kilómetro del cine, desde donde se veían las luces de los coches por la autovía. Allí, yo me desnude completamente, incluso mi ropa interior y mis zapatos. Tendida sobre las hierbas secas del descampado y, ¡pinchándome la espalda con ellas!, (eso, aunque suene extraño me gustaba, como un castigo deseado eran esos pinchazos de las hierbas secas en mi espalda).

Fui follada por los dos en aquel descampado desierto. Primero se fueron turnando, "como dos buenos amigos", nuevamente; después y, poniéndome yo de rodillas y con mi culazo alzado, me penetraron los dos de espaldas, "pero por el chocho". Al final Juan se tumbó sobre las hiervas y, con sus vaqueros bajados hasta las rodillas, me senté sobre él, clavándome su enorme miembro en el chochito, ¡hasta el útero me entró!, me sentía muy llena... ¡Pedro me escupió en el ojete del culo!, y después, como rozándose contra mis nalgas, me clavó en el ano su "garrote" mediano y duro como el hormigón. Sus dos pollas estaban a la vez dentro de mí, ¡era algo superior a mí!, me corrí mientras los huevos de ellos dos chocaban entre sí en cada penetración, a la altura de la piel entre mi ano y mi chocho, los de uno con los del otro… unnn que placer me dio sentir sus escrotos chocar junto a mi delicada piel. La corrida de Pedro sobre mis cachetes chorreó sobre los testículos, aún en movimiento, de Juan, (Pedro le pidió perdón). Juan se corrió dentro de mi vagina y su calor me inundó. Hemos quedado en vernos los tres, en casa de Juan, que está solo este mes de agosto. Estoy nerviosa pensando hasta dónde llegaremos los tres juntos estando en total intimidad y confianza.

Contar esto no ha sido difícil para mí, porque no me arrepiento; ellos desde la semana pasada se lleva mejor y yo aún me excito al recordarme viendo las naves espaciales con una polla en cada mano. Me sentí muy, muy feliz.

C) {Margaryt}

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