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Un encuentro con mi prima viuda
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Tiempo de lectura: 4 minutos

En esta oportunidad les relataré unos de mis encuentros con una prima viuda, trataré de describir lo más fielmente la ocasión. De más está decirles, que lo relatado a continuación es totalmente verídico.

Esta historia ocurrió hace unos meses atrás, les contaré que mi prima es viuda desde hace unos años, y a quién visito periódicamente, comenzó a estudiar para finalizar sus estudios.

Con ella siempre tuvimos una relación de amistad, prácticamente confidencial; por lo que siempre nos contábamos algunas cosas de nuestra vida, y ella siempre se interesaba por mi vida afectuosa; pero nunca pasábamos los límites de la amistad. Luego de quedar viuda, comencé a visitarla asiduamente, hasta que se presentó la situación de ponerse a estudiar, para regularizar su situación académica, por lo que me pidió que le ayudara en sus estudios, por ser yo un profesional universitario; lo que le haría más fácil sus materias. Yo no puse objeción a su solicitud; así es, que le solicité, me pusiera al tanto de sus materias, facilitándome los programas de estudios, para de esta manera poder prepararme en las enseñanzas.

Después de unos días, nos dispusimos a comenzar con las clases de estudios; las cuales, a partir de ese día, comencé a instruirla diariamente, las clases siempre comenzaban después de nuestras actividades laborales, a eso de las 21:00 h, y, terminando estas ya en la madrugada. Entre tanto, para pasar las horas de estudio, la mayoría de las veces la acompañábamos con alguna que otra merienda, y otras veces, con alguna cerveza, para hacer más amena la sesión de estudios, en esas oportunidades (entre merienda o tragos), platicábamos como siempre, de nuestras vidas, y cada vez llegábamos al plano sexual, ella me preguntaba insistentemente, sobre mis relaciones con el sexo opuesto; por mi parte, le relataba algunas situaciones ocurridas. Una de estas veces, le pregunté ¿cómo hacía ella para satisfacer sus necesidades sexuales?, porque ella había quedado viuda hacía ya dos años, y en ese tiempo sólo se dedicaba a la crianza de sus hijos, y sus actividades laborales, si no se sentía llevada en alguna oportunidad a saciar sus deseos.

Me confeso que en todo ese tiempo, no había tenido ninguna experiencia de tipo sexual, pero que tampoco la necesitaba, ni necesitaba de hombres, como muchos se imaginarían. Le comenté, tratando de adentrarla aún más en el tema, que era imposible que una mujer joven como ella no pudiera sentir algún tipo de necesidad, que eso era ilógico, que de alguna manera, como fuera, siempre estaba latente la necesidad sexual, y que ella como todo ser humano también debiera tener sus necesidades, por lo que yo no le creería si me dijera que por lo menos no se masturbaba de vez en cuando para saciar sus necesidades, y que por mi parte consideraba normal que así ocurriera; a lo que ruborizándose y escondiendo su cara entre sus manos me respondió afirmativamente, diciéndome que últimamente lo hacía con mucha frecuencia; pero que dejáramos la plática, pues ella se sentía esta vez muy incómoda y confundida, por ser la primera vez que le confesaba a alguien sus actividades onanísticas, sin más, le dije:

-para eso puedes contar conmigo, ¡los amigos siempre están para ayudarse mutuamente, y no faltaba más, siempre que me lo pidas estaré aquí para ayudarte; ¿acaso olvidas que más que primos, somos amigos?

Situando en ese momento, una de mis manos en sus rodillas, y acariciándolas suavemente, al no sentir desaprobación por su parte, seguí con mis tocamientos por la parte interna de sus muslos, sin llegar a tocar sus partes íntimas; ella por su parte, abría sus piernas, ofreciéndome llegar más allá, su respiración a cada momento era más intensa, y se relajó sobre la silla en que se encontraba sentada; le pregunté si en ese momento necesitaba algún tipo de ayuda de carácter inconfesable, o por lo menos algún tipo de caricia; ella, negó con su cabeza, sin pronunciar palabra, pero con los labios apretados, como escondiendo algún gemido que se pudiera escapar, o tal vez, una frase de aprobación; pero, deslizándose en la silla apoyando su cabeza contra el respaldo de ésta, y abriendo aún más sus piernas, en ese momento, mi mano que acariciaba sus piernas, la llevo a sus intimidades, notando que se encuentra totalmente húmeda, con la otra, le cubro su boca, y la miro diciéndole que se deje llevar, mueve la cabeza asintiendo, sigo acariciando su sexo con una mano.

Y con la otra, descubro sus pechos para ponerme a mamarlos, y acariciarlos con mi lengua una y otra vez, estando sus pezones totalmente erectos, ella sigue con los labios cerrados para evitar cualquier sonido, que pudiera delatarnos. Me situó entre sus piernas, con mi mano descorro su pantaleta para dejar descubierto su sexo, acerco mi boca y comienzo a lamerla, dedicándome completamente a su botón que se encuentra totalmente erecto, ella se corre inmediatamente, con unos estertores que no puede controlar, llevándose sus manos a la boca para apagar sus gemidos que en ese momento no puede controlar.

Después de esto me dice:

-abusador, te has aprovechado de una mujer que no podía controlarse, después de llevarla a la calentura con la plática anterior.

Le hago ver que había sido ella quien planteara el tema, pero que ya estaba todo consumado y que deberíamos seguir; pues era yo quien me encontraba ahora a mil por hora, y que debería ser ella quien me ayudara a saciar mis necesidades, me dijo

-vamos al baño, ahí no nos escucharan mis hijos, y continuaremos nuestra sesión, pues yo tampoco quiero quedarme así, sin apaciguar totalmente, la calentura a la que me has llevado.

Cerciorándose de que sus hijos se encuentran dormidos, nos dirigimos apresuradamente a la sala de baño, llegando a ella ambos totalmente desnudos, cierra la puerta, se arrodilla frente a mi y se introduce mi sexo totalmente en su boca, siento que llego hasta su garganta, me toma las nalgas y me empuja aún más adentro, se lo saca y me dice que hace tiempo deseaba que alguien la hiciera sentir mujer nuevamente, que necesitaba con desesperación una sesión de sexo, pero que por su formación y por su condición de viuda, no podía mostrar ante su familia y sus conocidos. Sigue mamándome hasta que me corro en su boca, derramando un torrente de semen, que recibe en su boca, el cual escupe luego en un acto involuntario, pero sigue chupando hasta limpiar totalmente mi herramienta, y luego comentar lo rico que se siente abrevar semejante néctar, se dedica a frotar desesperadamente sus pezones con mi pene, el que ante tantas dedicaciones y calentura de mi parte, vuelve a erectarse inmediatamente; ella esperando una reacción de este tipo, me indica que me recueste en el piso para situarse sobre mi pene totalmente erecto y hundirse totalmente en él, con un movimiento brusco y certero, ensartándose completamente debido a su lubricación, e iniciando una cabalgata desenfrenada, pellizcándose sus pezones con una mano y con la otra masajeando desesperadamente su clítoris y mis bolas, que chocan con sus monte de venus, la siento correrse dos veces, siento como su cavidad estruja cada centímetro de mi pene, se levanta después de otro orgasmo poniéndose en cuatro, y me pide que se lo introduzca nuevamente, pues yo aún no había acabado, creyendo que me ofrece su culo, me situó en su ano para penetrarla pero se sale desesperadamente y me dice que por ahí no, que ni su marido había gozado de esa entrada, que lo hiciera por su conchita solamente, pues esa oportunidad sólo me obsequiaría su conchita, que más adelante según fuera su calentura pensaría en obsequiarme su otra entrada aún virgen.

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