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Dedos mágicos

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Era sábado a la tarde, estábamos Alicia, Pati y yo en mi cuarto planeando lo que haríamos a la noche, sin ponernos de acuerdo.

Alicia quería ir al cine, pero no acordamos en que película ver, Pati proponía que vayamos a tomar algo a algún pub para ver si ligábamos algo, yo quería ir a algún lugar donde descargar mi calentura ya que desde que me separe de mi novio hace más de un mes no ligaba nada y estaba llena de energía para descargar. Por fin decidimos ir a una discoteca de moda y tratar de enganchar chicos para pasarla de lo mejor, bailar mucho, tomar un poco y quién sabe. Todas tenemos 18 recién cumplidos pero la verdad parecemos mucho menos y siempre nos hacen problemas para entrar a las discotecas. Yo según dicen parezco de 15, así que me vestí lo más sexi que pude con una mini supercorta y una camisa muy escotada, me maquille un poco para aparentar más de 18 y no tener problemas con los gorilas a la entrada.

Llegamos como a las 12 de la noche y como de costumbre solo después que inspeccionaron nuestros documentos nos dejaron entrar, el ambiente estaba muy animado y la música rebuena. Nos pusimos a bailar las tres juntas y la pasábamos de primera, hacía calor así que en un momento me acerque al bar y pedí una cerveza bien fría, mientras bebía note que a mi lado estaba parado un chico muy pintón bebiendo, empecé a charlar con el mientras bebíamos. Se llamaba Miguel, tiene 20 años y es estudiante de derecho aquí en Madrid. Charlamos a los gritos pues la música estaba a un volumen que hacia vibrar el piso. Después de beber un par de cervezas fuimos a la pista y bailamos a un ritmo frenético. Por suerte el D.J. se compadeció un poco y empezó a aflojar el ritmo, bajo las luces dejando el lugar casi a obscuras y la música slow copo el ambiente.

Miguel me tomo en sus brazos y bailamos mus apretados un par de piezas. Cada tanto me daba besitos en el cuello o en los labios en forma dulce y delicada, yo lo dejaba pues me gustaba el y me gustaba aún más los besitos que me daba. Bailábamos apretados y sentía su verga que rozaba mi conchita lo cual me excitaba mucho y por supuesto yo no hacía nada por separarme de Miguel. En un momento sentí su mano en mis tetas, me acariciaba los pezones por encima de mi ropa y yo gozaba sin fin sus caricias, sentía que una revolución hormonal había comenzado pues olas de calor invadían mi cuerpo. Como el escote era bastante bajo no le costó mucho meter la mano y llegar con sus dedos mágicos a mis pezones que estaban duros y parados por la excitación que tenía. Con la punta de sus dedos me frotaba la punta de los pezones y yo me estaba enloqueciendo de excitación. Apoye mi cabeza sobre sus hombros y suspiraba profundamente tratando de mantener la calma mientras seguíamos bailando al ritmo de un bolero. Con la otra mano comenzó a acariciarme el culo apretándome contra el más y más, mi excitación crecía y estaba totalmente mojada entre mis piernas.

Miguel llego con su mano por debajo de mi minifalda metiéndose en mi culito. La primera reacción fue de cerrar mis nalgas y no dejarlo llegar a tocar mis agujeros íntimos, pero con suavidad fue acariciando y tocándome el culito hasta que me afloje del todo y lo deje tocar todo lo que quiera. De pronto sentí que un dedo de Miguel, completamente mojado por mis jugos se introducía en mi culo virgen, nunca antes penetrado. Me colgué de su cuello para no caerme, no estaba segura que mis piernas me mantendrían parada mucho más tiempo más, sentía que se me doblaban. En el primer momento sentí un dolor agudo, pero al cabo de unos minutos sentía una hermosa sensación, el dedo de Miguel entraba y salía de mi culo ya lubricado y caliente, no solo no me dolía sino que me gustaba sentir sus dedos en la profundidad de mi culito estrecho. Miguel continuó trabajando con sus dedos en mis profundidades produciéndome un orgasmo increíble. Para no gritar le estampe un tremendo beso en la boca mientras mis jugos chorreaban por mis piernas. Sentía que mi cuerpo hervía descontroladamente, me apreté mas a Miguel que me propuso ir a pasear en su coche a algún lugar donde estar solos, estaba tan caliente que acepte de inmediato su propuesta.

Fuimos derecho a un parque cercano, donde estaciono el coche y no pasamos al asiento trasero. Nos besamos apasionadamente mientras nuestras manos exploraban mutuamente nuestros cuerpos calientes. Mi corazón latía a 200 por hora y de mi conchita caliente no paraban de brotar jugos que mojaban mis piernas. Miguel me dijo cariñosamente, ahora déjame terminar lo que empecé en la discoteca, se bajó los pantalones dejando al descubierto su hermosa verga dura y parada. Me bajo las bragas y me sentó sobre el dándole la espalda, con sus manos me masajeaba las tetas mientras introducía lentamente su verga en mi culo, me dolía un poco pero la sensación era hermosa y no me queje, pero no pude evitar gemir en forma casi descontrolada. Me estaban abriendo el culo por primera vez y la sensación de dolor, placer y excitación todas juntas me estaban volviendo loca. Cuando la verga de Miguel estuvo toda dentro de mi culo, me movió en círculos mientras el bombeaba lentamente su verga en mi culo hirviente. Me vino otro orgasmo que me produjo un temblequeo descontrolado de todo el cuerpo. Miguel acabo dentro de mi culo un chorro caliente de leche espesa. Fue hermoso sentir su leche dentro de mi culo borboteando de su verga dura, dejamos pasar unos minutes y solo cuando ya se le puso blanda la saco de dentro de mi culo dando salida libre a toda esa leche que había descargado dentro de mí.

Me baje de él y me arrodille como pude para poder chupársela y probar los restos de su leche que era dulce y tibia. Chupe y bese su verga húmeda durante unos minutos hasta que a que Miguel se le paro de nuevo. Me recosté en el asiento y me la metió en la concha que hervía como un volcán. No era muy cómodo hacerlo en el auto pero lo que era seguro que toda mi calentura acumulada en el último tiempo había sido compensada por Miguel en esta noche de sábado que no olvidare por mucho tiempo. Me cogió desenfrenadamente, me dolía todo, pero no quería que pare y el placer excitante se terminara. Al cabo de largos minutos de un bombeo desenfrenado en mi concha dolorida, Miguel la saco y poniéndose en cuclillas apunto su verga hacia mi cara y acabo sobre mi boca con una serie de interminables chorros calientes que lamí con gusto sin desperdiciar ni una gota de su rica leche.

Luego de reponernos, vestirnos y sentarnos nuevamente en la parte delantera del auto, Miguel me llevo a casa. Nos despedimos con un dulce beso y un hasta pronto en la discoteca.

Me acosté súper excitada por la noche pasada y mientras me masturbaba pensando en él me dormí.

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