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La Pequeña Alicia (2ª parte de 3)

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Con lo puesto llegué donde mi Papá a tratar de rearmar mi vida, aunque sabía que no iba a ser fácil corté todo violentamente, no fui más a la Universidad, dejé de tomar y dejé las drogas. Parecía que iba a lograrlo hasta que un día comenzó a pasar lo siguiente.

En la casa de mi papá no sobraban las cosas, tenía pocos muebles y generalmente había lo justo para comer, creo que la mayor parte del dinero que ganaba tenía que entregárselo a mi mamá. Pero lo que no podía falta era alguna botella de algo que debía tener para compartir con sus amigos.

Sus amigos eran tipos raros, no eran ninguno parecido a otro, quizás lo único que era constante era la edad, del orden de los 50 años.

No sé porque un día que andaba en la calle no pude resistir la idea de pasar por la universidad, tenía la muy secreta ilusión de encontrarme con mi ex novio y que al verme me dijera lo tanto que me había extrañado y que no podía vivir sin mi y así todo volvería a ser maravilloso como cuando recién nos conocimos.

Trate de pasar inadvertida y caminé hacia el sector de mi carrera, llegando allí me encontré con los amigos de él, que al verme se me acercaron.

Mi corazón me latió a mil, no sabía que decir y pensé en esperar que ellos me hablaran.

―Hola, Alicia te habíamos echado de menos.

―En serio, porqué.

―Porqué nos hemos juntado un par de veces y ha faltado una mina desinhibida como tú.

―A que te refieres

―A que las minas que hemos llevado hacen como que no les gusta coger, en cambio tú eres una perrita en celo.

―Pero yo nunca he estado contigo para que digas algo así.

―Pero es lo que todo el mundo sabe, incluso tu ex dice que te dejó porque eras demasiado caliente, que no te importaba como y con quién lo hicieras.

―Pero eso no es verdad.

―Vamos no seas tímida ahora, porqué no hacemos una fiestecita con lo chicos y te aminas a coger con nosotros.

―De qué estas hablando

―Dale Alicia mira como me lo tienes, te ves mas rica que nunca y apuesto que te mueres de ganas de estar con nosotros. Creo que somos los únicos de esta universidad que no te han cogido.

―Creo que mejor me voy.

―No seas así, quieres dinero, te podemos pagar.

―Son unos asquerosos.

―No finjas, imagínate cuatro vergas contra ti, las quieres de a una o todas juntas.

No pude aguantar más y me fui lo más rápido que pude, no paré hasta llegar a casa, llorando y desalentada de lo que había pasado, para peor de mi me encontré de frente con una botella de pisco y no dudé un segundo en abrirla y tomar un trago largo.

Rápidamente me sentí mejor, me calmé del dolor de mi alma, pero una vez que el trago me llegó a la cabeza no pude parar y empecé a necesitar algo más fuerte, algo como una dosis de cocaína.

Cuando me estaba desesperando por buscar alguna manera de conseguir droga golpearon a la puerta. Eran dos tipos amigos de mi papá que estaban buscándolo, como ya los había visto antes los dejé pasar y los tres nos sentamos en el living.

Debe haber sido obvio que estaba bebida porqué rápidamente empezaron a subir el tono de lo que estábamos conversando.

―Tan sola que estás, que no tienes novio para que te cuide.

―No necesito novios para que me cuiden, me cuido sola y sola hago lo que quiero

―Se ve que te cuidas bien, tienes un cuerpito deseable

―Claro y lo tengo así para conseguir lo que necesito sin necesidad de ningún novio de mierda.

―Y cómo que podrías desear ahora.

―Ja, podría querer un poco de cocaína.

―Hum, mira que casualidad, en este sobrecito tengo algo que te puede servir.

―Wow, dame una línea

―Epa, esto es caro y no hago excepciones.

―Pero no tengo plata.

―No hablaba de eso, tu tienes algo que yo quiero y yo tengo algo que tu quieres.

Con una cortaplumas cortó una esquina de la bolsita, se puso de pie, se bajó los pantalones y se manoseó la verga hasta que adquirió rigidez. A pesar de mi estado me costaba creer lo que estaba pasando.

El tipo era totalmente desagradable, de unos cincuenta años, con una barriga prominente y lleno de pelos, me estaba mostrando su verga morena casi negra, invitándome a que me acercara a ella. Permanecí quieta un tiempo hasta que se puso sobre su verga una línea de coca e insistiendo que me acercara.

Con la coca ahí me pareció una verga ya no tan asquerosa y me acerqué a él, la tome con cuidado y me halé la línea con desesperación. Al terminar de inhalar sentí la mano de él en mi cabeza impidiéndome despegarme. Me dijo que ahora me tocaba a mi en darle lo que el quería.

Lo miré y con resignación me la metí en la boca y se la empecé a chupar, ni siquiera me había detenido a pensar el tamaño que tenía hasta que por mas que lo intentaba no alcanzaba a llegar a la mitad de ella cada vez que la tragaba, de todas maneras estaba tratando de hacerlo bien para que todo esto terminara lo más pronto posible, a medida que se la mamaba se colocó más dura y cada vez me parecía mejor, no sé si por efecto de la droga o por efecto que me estaba gustando.

Con los ojos cerrados me bajé a sus pelotas las que suavemente rocé con la lengua mientras lo seguía corriendo con mi mano. No aguantó más de pie y se tiró en un sofá, sin dejar de chupárselas lo seguí, quedando de rodillas y dándole la espalda al otro tipo que hasta aquí parece que aún no creía lo que veía.

Le seguí lamiendo las pelotas y delicadamente se las besé y las metí en la boca como si fueran un dulce sabroso, dejándolas empapadas y lamidas. Estaba aplicando todo lo que le gustaba a mi ex, todo lo que lo hacía gozar y abusar de mi, todo por un poco de droga. Incluso le roce con la lengua el limite del ano dejándole una buena cantidad de saliva y cuando volví a su verga y traté de comérmela toda presioné con mi dedo hasta meterlo un poco en su ano. Eso lo hizo gemir pero no impidió que siguiera.

Con toda la verga mojada y jadeando cada vez que me comía su tronco estaba en la gloria ese vejete, quizás hace cuanto tiempo alguien no le daba una mamada como la que le estaba dando yo.

Se me pasó por la cabeza la idea de que si acababa el tipo se iba a ir del departamento, entonces me apresuré en pedirle otra línea. Sin responderme le pasó el sobrecito al otro tipo el que repitió la maniobra anterior y me ofreció su verga con un poco de coca.

No dudé un segundo y me abalancé sobre ella para jalar, terminando de hacerlo y sin necesidad de que me dijeran nada me la metí en la boca. Era un verga distinta gruesa, corta, sin diferencia entre el tronco y la cabeza, era casi un poco chistosa. A pesar de su grosor llegué hasta el fondo, lo que volvió loco a este otro vejete.

―Mira lo que tenemos aquí, un culo perfecto y tiernecito. No creo que tu papá sepa el pedazo de hija que tiene y lo caliente que es.

―Soy así cuando quiero serlo.

―Que suave tienes este culito, ni parece que estuviera usado.

―Oye si me quieres culiar hazlo ya y evítate los comentarios

Mientras le daba la mamada de su vida al gordito, sentí como me subieron el vestido dejando mi trasero al descubierto, seguido a eso unos dedos me urgaban la cola apartándome hacia un lado la tanguita que traía puesta. No duró mucho ahí porque le vejete me las sacó, yo sin ningún tipo de duda levanté las piernas para que me la sacara.

Me saqué la verga de la boca y sin mirarlo le dije que eso le iba a costar el resto de coca que traía, al tiempo el gordo se puso una línea en la pierna que me la metí en las narices.

Con esa dosis me empecé a despegar de la realidad y la situación me parecía hasta agradable, Estaba disfrutando como me rozaba la cabeza de la verga por los labios vaginales y la cola. Se acomodó detrás mío y me presionó su verga avanzando poco poco hasta mi interior.

No pude evitar emitir un quejido que a esa altura era de puro placer, eso lo calentó más y empezo a meter y sacar su verga con fuerza golpeándome en cada embestida mi trasero haciéndome difícil mi labor de mamar la verga y llevarlo al final. Sin decirlo pensaba lo bien que se sentía la mezcla de droga y sexo con esos vejetes, tan bien se sentía que se escuchaba con mi rajita se había empapado con jugos.

Me estaba aguantando bien esta cogida incluso cuando me presionó el culo y me metió un dedo en el ano sin parar de darme por la vagina, no podía decirle nada yo le había hecho lo mismo.

La droga que había quedado en la vergas de los vejetes me había adormecido la boca por eso no sentí cuando acabó en mi boca y sólo me percaté cuando se rebalsó el semen por lo labios, boté una parte pero no tuve más remedio que tragarme el resto que me había quedado en la boca.

Esa situación llevó al final del vejete que me daba por atrás, que antes de acabar me la sacó y me tiró su esperma en la espalda, dejando su rastro sobre mi trasero y sobre mi vestido, me volvió a presionar el culo arrastrando semen al interior mientras con el glande me rozaba los labios vaginales para terminar con sus espasmos.

Feliz por estar drogada y borracha me levanté y les pedí que cerraran cuando se fueran. Me dieron una tarjeta por si necesitaba droga en otra ocasión. Como pude llegue hasta mi cama y me tiré sobre ella, escuché cerrar la puerta y me quedé dormida.

Mas tarde aun estaba acostada y la resaca no me permitía moverme, ni siquiera despegar la cara de la almohada, se escuchó de nuevo la puerta pero no puede pararme para ver quien era. Cuando me habló por mi nombre entendí que era mi papá.

La escena que debe haber visto cuando entró debió ser un desorden, una botella abierta, mi tanga en alguna parte del living y a mi tendida boca abajo con el vestido sobre la cintura. En silencio se sentó a mi lado.

―Porque me haces esto Alicia, mira tu espalda llena de semen

―Quien pudo hacerte esto

―Me separo las piernas. Estas llena de leche de quien sabe quien.

―Hasta en tu pelo hay rastros

―Voy a buscar algo para limpiarte

Por vergüenza y porque definitivamente la dosis fue muy fuerte no pude moverme para salir de ahí, para explicarle o para pedirle perdón, después de un rato volvió y se sentó a mi lado otra vez.

―Mi niña, te voy a limpiar, no te preocupes, ya todo pasó.

Con un paño húmedo con algo tibio me empezó a limpiar, se sentía suavemente agradable, era como una caricia que masajeaba mis piernas desnudas buscando los rastros que había dejado el vejete. Luego por la espalda, forzando cada vez llegar más arriba, supongo que los restos estaban por todos lados.

Para evitarse complicaciones terminó por desabotonar el vestido y lo abrió completamente, quedando mi desnudez ante su vista, durante unos segundos no supe lo que hizo hasta que reanudó el masaje por toda la espalda llegando al cuello.

No se si deliberadamente o tímidamente no me había tocado el trasero, pero una vez que terminó con los restos que supongo que tenía en el pelo y que cambió de paño húmedo comenzó a limpiarme el culito, masajeando de a poco todos los rincones e intermitentemente deslizando la mano por el interior de las piernas.

Pero los rastros inevitablemente conducían a mi intimidad y a esa altura aunque hubiese podido no quería moverme y romper el momento que estaba sucediendo. Se puso de pie, me tomo una pierna por el tobillo y la desplazó de tal manera que al sentarse la colocó sobre sus rodillas y quedando totalmente expuesta a su vista todo mi sexo y mi culo.

Nuevamente se hizo una pausa, momentos después sentí un paño que estaba ya más frío tocarme el trasero desde el punto que se une con la espalda y bajar directamente al ano. Sin moverme abrí los ojos pero no giré la cabeza para mirarlo, una corriente eléctrica me invadió entera y me volvía a remecer cada vez que me tocaba el culo en su afán de limpiarme.

Después de varios shocks y cuando ya pensaba en darle señales que estaba despertando sentí como deslizó su movimiento más abajo hasta tocar mi vagina, la sensación fue violenta y me desorientó.

La suavidad del toqué me lleno el cuerpo de un calorcillo que no era compatible con la realidad, la realidad que era mi padre el que me estaba limpiando las heridas de mi mal comportamiento.

Pero continuó tocándome alternadamente el culo y el sexo y me fue inevitable comenzar a disfrutar su masaje, cerré los ojos otra vez y lo dejé hacer.

Ya casi había olvidado quien era el que me estaba acariciando cuando sentí los primeros síntomas de que un orgasmo me invadía, la humedad que brotaba de mi estaba a punto de llegar a las manos de mi padre, eso si estaba mal y no podía permitirme mostrar que su cariño me había excitado de esa manera. El me estaba cuidando y yo iba a acabar, que pensaría de mi que era una puta sin remedio.

Entonces pensé en darme vuelta y abrazarlo para agradecerle su cariño y por haberme perdonado las cosas que había hecho en su propia casa, un abrazo de hija a padre y así terminar con esta situación que se me había vuelto demasiado peligrosa. La alternativa a eso habría sido quedarme oculta y seguir sintiendo su mano en mi sexo, pero así sería inevitable acabar en sus dedos lo que sería demasiado vergonzoso.

Me armé de valor y simulé despertar para darle un abrazo, pero al girarme me quedé helada al verlo desnudo con su verga a punto de reventar y que claramente se había estado estimulando. Al vernos a los ojos se detuvo el tiempo, yo me había excitado con sus caricias y él se había excitado acariciándome. De repente se puso de pie y se fue a su cuarto, sólo dijo perdóname Alicia antes de perderlo de vista.

Me levanté y me fui a bañar sin dejar de pensar en todo lo que había pasado en el día, lo mal que me había sentido en la universidad, lo buena que había resultado la cogida con los vejetes, lo extraño de sentir excitación con mi padre y lo fuerte de ver su verga al rojo vivo y a punto de estallar por mi.

En los días que pasaron no hablamos del tema, en realidad casi no hablamos, pero sin duda cada vez que nos mirábamos pensábamos yo en su sexo y él en el mío.

A pesar de lo desconcertante de todo anduve de buen ánimo por unas semanas, hasta que la monotonía del diario vivir me incitaron a deprimirme y a necesitar una nueva dosis. Ahora lo que me detenía era atreverme a llamar al vejete porque estaba segura que el costo en esta ocasión sería más alto que la vez anterior.

Me resistí dos días a llamar y el detonante que me forzó no fue como yo creía la depresión sino accidentalmente ver a mi papá masturbándose en el baño. Esa mañana, al levantarme me encontré de golpe en el baño con mi papá de pie frente al espejo, desnudo y masturbándose con la mirada perdida en el techo. Sin querer me quedé observando como se frotaba su verga lentamente de arriba a abajo corriendo la piel que cubre su pene y dejando alternadamente su enorme glande rojo reflejándose en el espejo, mientras con la otra mano se frotaba sus bolas.

Fue inevitable mirar y sentir un calor por mi cuerpo y por mi entrepierna hasta un nivel de sentir correr los fluidos por los muslos hacia abajo. Sin pensar en nada avancé hacia él y sin que notara mi presencia le tomé su verga y le dije apuesto a que estás pensando en mi.

Sólo alcancé a correr una o dos veces la piel caliente de su miembro, cuando él se paralizó, me miró y se echo para atrás espantado, ahí recién recapacité en la estupidez que había hecho, pero ya estaba jugada.

―Alicia, qué haces

―Qué haces tu masturbándote con la puerta abierta

―Pensé que estabas dormida

―Ya no, porqué lo hacías, lo hacías por lo del otro día.

―No puedo negar que he estado muy perturbado por lo del otro día, pero la verdad que ahora no estaba pensando en ti.

―Qué lástima

―Olvídate de esto Alicia, búscate a un chico de tu edad para que te haga compañía

―Es que necesito a un hombre de verdad que no me lastime, no sabes todo lo que soy capaz de hacer por amor.

―No seas estúpida, yo no soy ese hombre, no podemos atraernos. Es algo que está mal, es algo que no debe ser.

―No me trates así, sólo quiero darte amor.

―Despierta, yo no soy el tipo que necesitas para entregar el tipo de amor que estas pensando.

―Pero.

―Parece que es verdad lo que dicen de ti.

―Y que dicen de mi

―Alicia, no quiero lastimarte mas.

―Dímelo

―Que eres una pendeja caliente.

―Eres un maldito, eres igual a todos los hombres

―Y tu eres una puta.

Me fui corriendo a mi cuarto, me tiré en la cama y esperé que se fuera. En la espera la pena que sentía poco a poco se convirtió en odio y en sed de venganza con todos los hombres del mundo. Si tanto querían a una puta, una puta iban a conseguir.

Salí de mi cuarto y llamé al vejete, le pedí buena droga y me dijo que tenía de la mejor que estaría acá en una hora. Llegó con una puntualidad inglesa y lo hice pasar, me presentó a otro tipo que venía con él y sin ni siquiera mirarlo lo dejé entrar. Estaba preparada para que no viniese sólo, sabía que esto venia fuerte.

En forma directa le pedí coca.

―Dame lo que traes

―Espera mi pequeña Alicia, sabes cual es el costo de esto

―Si claro

―El otro día fui muy benévolo contigo por la droga que te di

―Si tu lo dices

―Estas dispuesta a pagar un precio más alto por lo que te traigo

―Haré lo que quieras, sólo dámela.

Se sacó toda la ropa y se sentó. Me dijo, cuando logres que la tenga tiesa te daré lo que quieres. Me acerqué a él para chuparle la verga como la vez anterior, pero me dijo que no me acercará que tenía que hacerlo con el otro tipo.

Me di vuelta y esperé a que se desnudara, me desnudé yo también y sin ningún palabra de por medio me metí su verga en la boca y se la empecé a chupar, al principio toda ella me cabía bien en mi boca, pero a medida que le daba placer se empezó a levantar una verga como nunca había visto antes, sin demostrar asombro seguí mamándola, empapando todo su tronco y su cabeza, repetí la secuencia de lamer sus bolas, su verga, el glande, rozar el ano y mojarlo lo suficiente para que pudiera recibir un dedo en su interior mientras me comía su verga. Yo estaba decidida a disfrutar esto por lo mientras me esforzaba en darle una buena mamada y sin dejar de mirar al vejete me empecé a estimular el clítoris, curiosamente esa acción volvió loco al vejete que llegó rápidamente a una erección.

Mientras sacó de su pantalón una bolsita, se reía y decía si supiera tu papá la puta de hija que tiene.

Se puso la línea en su verga y me abalancé sobre ella para jalarla y luego metermela en la boca quedando expuestas voluntariamente a que me perforaran la vagina mientras lo hacía.

No se demoró mucho tiempo en ubicarse detrás de mi y apuntar su verga ala entrada de mi sexo, como pude lo tome con una mano y lo acerqué a los labios de mi vagina y le dije no te pares hasta que acabes. Acto seguido un golpe eléctrico me estremeció al recibir la estocada de esa verga abriéndome las carnes para buscar su espacio dentro de mi, violentamente metía y sacaba su enorme pene, pero no me hacía daño, al contrario me estaba dando un placer increíble, tanto así que la mamada que estaba dando también fue cada vez mas violenta golpeándome la garganta cada vez que me la comía.

Nos volcamos en movimientos frenéticos y jadeando con cada arremetida en mi cuerpo, en mi interior pensaba véanme, véanme todos ahora, ahora soy lo que todos querían que fuera y estaba decidida a disfrutarlo. Con un par de espasmos el tipo de atrás acabó sobre la mesa de centro y aunque volvió a metermela el movimiento y la rigidez de su verga decrecieron rápidamente. Al sentirme vacía me subí sobre el vejete, me acomodé su pico para que entrara fácilmente y me senté sobre él, montándolo.

El vejete estaba en el cielo y casi desesperadamente me agarraba las tetas y me manoseaba el cuerpo, mientras gozaba al decirme putita no me dejas de sorprender. Aunque la verga de él no tenía el tamaño del otro tipo el nivel de calentura que teníamos en ese momento mantenía el nivel de gozo, gozo que llegaba al nivel que un torrente de fluidos bajaba de mi vagina y tenía empapada las pelotas y el vientre del vejete, fluidos que sonaban cada vez que subía y bajaba la verga y cuando golpeaba con mi trasero el cuerpo de él.

Mi locura del momento me pedía mas intensidad y aunque gozaba como loca del sexo que tenía no lograba traspasar el clímax. Para buscar nuevas sensaciones me levanté y le dí la espalda al vejete montándome nuevamente y comenzando un sube y baja intenso, al momento de levantar la vista me encontré con la verga del tipo tomando tamaño nuevamente a dos centímetros de mi cara, sin pensarlo abrí la boca y me la encajó hasta la garganta.

Cuando pensé que estábamos pronto a terminar, el vejete me levantó y me empujo contra el tipo, quedando sobre él. El vejete me agarró la cintura y me acercó hacia él al mismo tiempo que me bajaba la cabeza para que siguiera mamándole la verga al tipo. Estaba dispuesta a que me clavará por atrás hasta penetrarme la vagina pero sentí un liquido frío que me recorrió el culo hacia abajo y sin ninguna capacidad de reacción sentí la presión sobre mi culo que hacía el vejete con la cabeza de su verga.

Resignada apreté mi boca con fuerza mientras chupaba el pico que ya había alcanzado su máximo tamaño y luchaba por que cada vez se me hundiera más en la garganta, estaba esperando el dolor de recibir al vejete en mi culo, intentando relajarme al máximo para ayudar el ingreso de la verga, sin embargo eso que me echó provocó que suavemente se deslizara en mi interior y que aparte de un pequeño dolor al recibir el glande el resto fue un inmenso placer muy superior a cualquier cojida por el culo que hubiese tenido.

El que no me provocara dolor no hizo más que confirmar la idea que tenían de mi esos tipos y aumentar la fuerza con que me estaban gozando, me presionaron más la cabeza para aguantar al máximo la verga y el ritmo de la culeada no respetaba el hecho que me estaban perforando el ano y no la vagina.

Por el aumento de los quejidos me preparé para recibir las descargas que venían, que por los movimientos me demostraron que no tenían intención de lanzarlas fuera de mi, mientras se acercaban a acabar me decían de todo, lo más suave que escuche fue puta, pero a esa altura ya no estaba para pedirles moderación, más aún me parecía tan excitante la situación que me dejé llevar por el orgasmo colectivo que tuvimos y aguanté las descargas de semen en la boca y en en el culo.

Después del esfuerzo, mientras trataba de tragar todo el semen que había recojido en la boca y con dificultad me puse la tanguita en el culo para aguantar los fluidos que no lograba retener nos dejamos caer en el sillón y descansamos unos minutos.

―Que deliciosa que estas Alicia

―Ustedes también estuvieron bien, no espera pasarlo tan bien

―La vez anterior no pareció que gozaras

―No estaba en un buen momento, ahora estoy decidida a disfrutar la vida

―Y sabe tu papá de tus intenciones

―No lo sé, pero no depende de él.

―Me llamarás otra vez

―Puede ser, pero ya no quiero hacerlo por droga

―Y que quieres ahora

―Plata

―Vas a cobrar por coger

―Si alguien quiere pagarme no lo rechazaré.

―Yo te puedo presentar a alguien que se dedica a eso

―A que te refieres

―Un tipo tiene un negocio, un night club, las chicas bailan y si alguien paga tienen que atenderlos, tu entiendes.

―Si claro.

―Lo voy a pensar y te aviso.

―Bueno, creo que pagan muy bien y a alguien como tu con lo buena que estas y lo bueno que coges yo creo que te iría súper bien.

―Puede ser, sabes necesito organizar mi despedida porqué no vienes mañana en la noche con dos o tres amigos y algunas amigas para que lo pasemos a todo dar

―A todo dar te refieres con todo

―Claro.

―Y porqué despedida.

―Es que me voy a vivir sola.

―Y que dirá tu papá

―No lo sé.

Todo esto lo hablábamos mientras nos vestíamos y al terminar les pedí que se fueran, nos besamos cariñosamente, como si fuéramos grandes amigos de toda la vida y confirmamos vernos la próxima noche. Ahora tenía que planificar mi despedida y mi venganza final de mi papá.

Horas después llegó y no nos hablamos, sólo cruzamos unas miradas.

Se sentó en el living a ver televisión, yo me fui a bañar, todavía tenía los restos de lo sucedido en la tarde y quería refrescarme. Me puse una toalla alrededor del cuerpo y me senté junto a él, en silencio mirando la televisión.

Cuando levante los pies descalzos y los apoyé sobre la mesa de centro pude notar como me miró las piernas cruzarse delante de él y vimos al mismo tiempo los restos de la eyaculación que en la tarde había lanzado el tipo.

―Parece que tuviste visitas

―Si, vinieron unos amigos

―Unos

―Si, eran dos amigos

―No tienes remedio

―No, no lo tengo

―No te respetas a ti misma

―Sólo quería pasarlo bien y la verdad, fue una tarde increíble

―Tuviste sexo con ellos

―Si, con los dos

―Alicia, sólo tienes 20 años

―No puedo evitar ser así, me gusta estar en contacto con hombres y no puedo evitar sentir placer al tener sexo. Mírame, no te parece que tengo derecho a pasarlo bien.

―Ciérrate la toalla

―Porqué, no te gusta lo que ves o te gusta demasiado lo que ves. Hoy en la tarde cuando estaba con ellos cerraba los ojos para imaginar que eras tu.

―No digas más tonterías

―Oye, sólo estamos tu y yo, mírame, porqué no te atreves a tocarme si te mueres por hacerlo.

―Estas loca, no sabes de que estas hablando

―O prefieres que te lo chupe, así como lo imaginabas hoy en la mañana cuando te masturbabas en el baño pensando que yo te la mamaba.

―Ya te dije que no pensaba en ti.

―Porqué te resistes, puedo ver por el bulto que la tienes dura.

―Ya te dije que eso no significa nada

―Entonces tócame aquí, total no significa nada que ya esté mojada

―Basta Alicia, basta, no eres más que una puta, una pendeja caliente que no sabe lo que hace.

Por tercera vez salió corriendo, la satisfacción que sentía por manejar estas situación me dejó confiada en que lo que tenía pensado para mañana saldría como quería.

Al día siguiente me levanté tarde, estaba sola en la casa y no tenía nada que hacer. Creo que de aburrida me arreglé para esperar la noche, un buen peinado, un lindo vestido, bonita ropa interior, una buena depilación. Todo como si fuese una primera cita, casi como la vez que por primera vez me ofrecí a mi ex novio.

El vejete fue el primero en llegar, otra vez acompañado de un tipo que no conocía, al oído me dijo que era el amigo de que me había hablado, el tipo que era dueño de un night club, se llamaba Diego. El era relativamente joven y no era mal parecido, bueno al lado del vejete estaba muy bien.

Le pregunté si habían invitado mujeres y me dijo que sí, que vendrían dos chicas que trabajaban con Diego. Mientras nos sentábamos a intercambiar las primeras palabras llegaron las dos niñas, se veían súper normales, quizás yo estaba esperando ver dos prostitutas gordas, pero por el contrario eran dos chicas jóvenes, de buena forma y de buen semblante.

Hablamos de muchas cosas, cada una de menos importancia hasta que llegó papá. Al vernos se extrañó mucho, saludos a los hombres y parecía ser bastante amigo de ellos, más de lo que yo supuse y a pesar de la fría entrada rápidamente se puso a tono, obviamente evitándome todo lo que podía.

En medio de los tragos y cuando ya estaban apareciendo las primeras dosis el vejete me dijo al oído que Diego quería probar la mercancía, como yo no le contesté insistió que Diego quería probar que tal estaba yo.

Lo miré esta vez y respondí que estaba dispuesta a hacerlo en mi cuarto si el lograba calentar el ambiente entre las chicas y mi papá. No me respondió, sólo se rió y se frotó las manos.

Diego se levantó y me tomó la mano para levantarme, yo lo guié hasta mi cuarto dejando paralizado a mi papá que se dio cuenta a lo que iba.

―Así que piensas buscar trabajo

―Si, quiero independizarme de todos

―Podrías trabajar conmigo

―Si ya me hablaron de ti y puede ser una alternativa

―Sabes las chicas como tú ganan mucho dinero

―Cómo son las chicas como yo

―Chicas lindas que disfrutan del sexo y que no tienen que darle explicaciones a nadie.

―Y que hacen exactamente las chicas como yo en tu trabajo

―Bueno viven en una casa que yo mantengo y sólo deben preocuparse de estar y verse bien.

―Eso es la parte fácil

―Bueno la otra no es tan difícil, se arreglan para ir al local, allí hacen un show que debe terminar con la menor cantidad de ropa posible, pero eso depende de ti y de lo bien que quieres que te vaya.

―Que más

―Luego deben compartir con los clientes que van a verlas y si las cosas funcionan van a un privado a compartir más íntimamente.

―A tener sexo

―Si, aunque a veces no necesitas llegar a eso para dejar a los clientes felices. Pero si, van al privado a coger. Y si el cliente tiene dinero puede pedir que lo acompañes a alguna parte, su casa, un motel, una disco, un restaurante, no sé la cuestión es cumplir con sus fantasías.

―No suena tan mal

―No es malo, es un trabajo fácil y que da mucho dinero para las chicas.

―Y que significa probar la mercancía

―Ja, bueno significa conocer en persona cuanto placer le puedes dar a un hombre, en eso radica lo bien que te irá en este negocio.

―Y que quieres que haga

―Puedes empezar por bailar un poco mientras te sacas la ropa.

―Me dejo la menor cantidad de ropa posible.

―Bueno aquí estamos solos, es mejor que no te dejes ropa.

No me pareció mal todo lo que me había dicho, así que empecé a moverme lo más sensual que pude mientras me saqué lo poco que traía puesto, un vestido y una tanguita. Cuando terminé me recosté en la cama y me empecé a masturbar frente a él lo que pareció gustarle porque se desvistió mientras no me dejaba de mirar.

Se sentó frente a mi jugando con su verga firme y morena, invitándome a acercarme para que yo continuara con su juego.

De rodillas frente a el, casi sin tocarlo empecé a lamer su sexo, sólo con la lengua recorrí lentamente desde sus pelotas hasta la punta de su glande pasando por mojar el tronco, eso pareció gustarle porque a medida que rozaba su miembro este mostraba espasmos de placer.

Lo bien que me sentía al estar cerca de un pico así me confirmó cuál iba a ser mi destino, no tenía caso negar lo que me gustaba y me daba placer y casi con desesperación me abalancé sobre su verga y empecé cada vez con más ganas a comérmela y a metermela en la boca, alternando de vez en cuando chupar el tronco y las pelotas hasta dejarlo totalmente empapado. Era caso inevitable desear más y noté mi grado de excitación al tocarme mi cuevita y verificar lo caliente y húmeda que ya estaba, además de un total calor que me recorría y me dejaba cada vez menos posibilidades de arrepentirme.

El se dejaba hacer sin siquiera decirme una palabra, pero yo no estaba para esperarlo más y me puse de pie y abría las piernas para acercar mi sexo sobre el suyo hasta el punto de tocar la cabeza de su verga con mis labios vaginales.

―Cómo voy hasta aquí

―Vas increíble, eres muy bonita y a pesar de no verlo en tu cara demuestras que sabes lo que haces.

―Quieres que siga

―Por favor sigue

―Y cuándo me deberían pagar por seguir

―Uf, por hacer lo que has hecho yo creo que unos 200 dólares

―Que mas se puede pedir placer y dinero.

Y muy suavemente y afirmándole su pico con mis manos para evitar que se desviara fui bajando, bajaba un poco y me devolvía. Cada vez un poco más hasta recibir todo su miembro dentro de mi. Me acomodé su carne en mi vagina, me afirmé de él y empecé a subir y bajar recorriendo toda su largo con mi sexo.

Concientemente hice sonar mi trasero con su cuerpo cada vez que bajaba, concientemente gemí todo lo pude y concientemente le decía lo rico que estábamos cogiendo, todo para que afuera supieran lo que estaba pasando en mi cuarto.

Como pudo me levantó y me tendió en la cama, me tomó las piernas colocándoselas en sus hombros y comenzó a cogerme mientras acariciaba las piernas y los pies. Estaba gozando como loca, la forma en que me tenía y como arremetía contra mi me estaba llevando a una condición de placer y de entrega total. Me había hecho de él y había logrado que me entregara toda, en esa condición lo que me pidiera lo haría.

Totalmente mojada de placer y transpiración terminé con un gran orgasmo que lo llevó a acabar tb, lanzando su semen sobre mi cuerpo y alcanzando a mi vientre, mis pechos, incluso a mi cara, marcándose sobre mi largas líneas blancas de su leche.

―Que bueno fue esto

―Hum si, crees que me irá bien en tu negocio

―Te vas a hacer millonaria

―Que se ve adentro

―Las chicas están dando unas buenas mamadas

―A mi papá también.

―Tu papá esta desnudo recibiendo una mamada

―Déjame ver

―Porqué no vas al baño a lavarte

―Dónde quedo mi ropa

―No anda así no más

―Sin ropa

―Si, sin ropa y con mis marcas sobre ti, anda rápido antes de que lleguen al piso

―Me van a ver

―De eso se trata, qué no te atreves

―A que no.

Y salí del cuarto, apenas estuve afuera me encontré con la vista de mi padre, efectivamente estaba desnudo y una chica le estaba chupando su hermosa verga, una verga grande, gruesa, rosada, por más intentos que hacía la chica no podría comérsela entera y a mi parecer lo estaba haciendo mal, yo en su lugar lo haría mucho mejor.

Por otro lado el vejete estaba sobre la otra chica la que tenía sus piernas cruzadas sobre el y jadeaba por los ataques del hombre, el que al verme dibujó una sonrisa. Caminé hacia ellos mirando a mi papá.

Me senté al lado de él, si lo quisiese podría alcanzarme con sus manos, tomé la ropa de alguien y muy despacio me limpié las huellas del semen de Diego, cuando terminé me quedé mirando como gozaba con la chica a sus rodillas, de improviso una mano me tomó las tetas y me las empezó a masajear logrando que el calor volviera a apoderarse de mi.

Por fin mi papá me estaba tocando, me acerqué más a él y lo besé, sin que él dejará de tocarme le dije al oído.

―Dime la verdad, hace cuanto soñabas con este momento.

―Hace mucho tiempo, desde que te hiciste una adolescente.

―Quiero coger contigo, no puedo negar lo que siento.

―Yo también.

Y mientras en mi mente recordaba las innumerables veces que mi papá se había acercado a mi con intenciones que ahora eran evidentemente sexuales, pasé una pierna sobre él y me senté lentamente hasta que su verga se encontró con mi vagina y se perdió en mi cuerpo.

Ambos nos abrazamos y nos besamos, habíamos logrado vencer los temores y ahora éramos un solo cuerpo, suavemente me dejé coger por él mientras la chica no se había movido de donde estaba y no perdía tiempo para lamer los cocos de mi padre o lamerme el culo que me empezaba a arder de deseos.

Nuestros cuerpo se rozaban con los movimientos y yo disfrutaba al friccionar mis pezones contra los vellos de su cuerpo, el por su parte con la fuerza que le quedaba me ayudaba a subir con sus manos en mi culo para recorrer su verga en toda su extensión, desde casi sacarla de mi hasta hundirla y chocar su cuerpo con el mi culo.

Pero esto tenía que ser total y di un paso más adelante, al oído le pedí que me culeara, quería sentirlo en el trasero, sólo para darle un placer mayor le mentí diciéndole que nunca me habían perforado por ahí. El quiso negarse, pero le insistí y le dije que si no lo hacía él lo haría Diego o el otro vejete, pero que hoy necesitaba sentir un hombre en mi culo.

Sin esperar su repuesta me levanté lo suficiente para colocar su glande a las puertas de mi ano, en el movimiento nos ayudó la chica que sujeto la verga de mi papá para que no desviara su camino y usando el peso de mi cuerpo presioné mi culo para dejar entrar la carne de mi papá. Lo deseaba tanto que no supe del dolor que me produjo aguantar la vergota que me cogía y de una vez la recibí toda en mi interior.

Me quedé unos segundos aguantándolo adentro sin moverme, hasta que él empezó a a estimularme y a pedirme que me levantará lo suficiente para que empezara un frenético movimiento de meter y sacar su arma. Con cada golpe se iba pasando el dolor y arremetía un gozo increíble. Ya totalmente entregada me volteé sobré él dejando mi vagina al alcance de la lengua de la chica que no se demoró en metermela y rozar el clítoris que quería explotar de placer.

Mis pensamientos quedaron en blanco recibiendo esa doble estimulación, más aún me dejaba acariciar por la manos de mi papá que recorrían mis tetas y el resto del cuerpo mojado por el esfuerzo y el placer. Pocas veces había sentido esas sensaciones y ni siquiera había reparado que la lengua que me empapaba la vagina era de una chica, una chica que por su calidad sabía perfectamente como hacerme gozar variando el ritmo y la zona en que me lamía, un poco el clítoris, un poco los labios y un poco toda su lengua dentro de mi.

Violentamente llegué a un orgasmo que me estremeció el cuerpo, una gran cantidad de jugos bajaron de mi interior hasta la boca de la chica y siguieron más abajo hasta lubricar otra vez la verga de mi papá que no bajaba de intensidad y no me permitía terminar con los espasmos.

Exhausta por la descarga que tuve me recosté hacia atrás sobre el cuerpo de mi papá, su cuerpo se sentía húmedo pero fuerte, la sensación de sus vellos en mi espalda y sus manos levantándome el culo lo suficiente para destrozármelo con las embestidas de su verga me tenían en el cielo. Con dificultad busqué su boca y nos besamos como dos enamorados teniendo su primer sexo.

Durante los besos que nos dimos sentí el calor del semen de mi padre recorriendo mi interior y poco a poco bajamos el ritmo hasta quedar en sus brazos. Ligeras caricias sobre mi cuerpo desnudo me mantenían protegida, el calor y la tensión en mi ano comenzó a bajar hasta que la verga de mi padre perdió su fuerza y pude levantarme.

Había logrado lo que quería y creía que debíamos acabar con la fiesta, mañana comenzaría mi nueva vida independiente.

Sin embargo no todos pensaban lo mismo y apenas me pude parar me tomó el vejete y con una cara de enajenado me dijo que ahora le tocaba a él, que por lo que había hecho se merecía algo también, así que sin preguntarme me volteó dejándome de rodillas sobre el sillón y sin preámbulos introdujo toda su verga en mi culo.

Aunque pude de alguna manera detener todo, me quedé de rodillas y lo dejé hacer, resignada a pagar el precio de pedir favores. Aunque al principio no sentí nada, tenía el ano lo suficientemente dilatado para recibir lo que fuera la fricción de meter y sacar sin contemplaciones su verga me comenzó a producir dolor.

Un dolor que se tornaba desagradable y que no quería aguantar más, pero la fuerza con que me estaba cogiendo y la forma como me tenía poseída era tal que no me daba ninguna posibilidad de zafarme.

Me sentía cada vez más cansada y débil y el vejete no paraba de chocar su vientre contra mi trasero cada vez que me tocaba fondo, finalmente acabó su lucha y me vertió un torrente de semen en mi interior que mezclado con mis jugos, sangre por los desgarros producidos y la cogida anterior comenzó a desbordarme y a bajar por la piernas.

Sin fuerzas me tiré en el sillón y no pasó un segundo cuando Diego se tiró sobre mi y me colocó su verga en mi vagina para cogerme otra vez, esta vez intenté decir que no, que ya había sido suficiente, pero no tuve posibilidad. Su lengua me recorría la boca y su cuerpo sobre el mío me dejaba sin aire, eso fue lo último que recuerdo de esa noche.

Desperté cuando ya era de día recostada sobre mi cama, no había ruido en la casa, apenas traté de moverme sentí un dolor insoportable entre las piernas, volví a la posición que tenía antes y me toqué. Tenía mi vagina y el culo destrozados, aunque ya habían cicatrizados las heridas y palpaba las costras que se habían producido. Como pude me miré y vi las manchas de sangre que habían teñido la entrepierna, los muslos y la cama.

Me levanté con dificultad y fui al living de la casa, no había nadie estaba todo revuelto pero no había nadie. Me asusté de no recordar que había pasado después que Diego me había cogido por segunda vez y me imaginé que no respetando que estuviera sin sentido me habían violado una y otra vez hasta que ya no tuvieron fuerzas para seguir haciéndolo.

Sentí un remordimiento terrible, quizás hasta mi papá me había violado. Lo que había planeado se salió de control. No me quedaba más que irme, como pude me bañé, arreglé un bolso con mis cosas, llamé a Diego y me dio una dirección, no le pregunté nada más.

Desde ese día las cosas cambiaron totalmente para mi, para bien y para mal. Para bien porque vivo en un buen lugar, una buena casa y tengo acceso a todo lo que quiero. Para mal, porque para tener todo eso tengo que prostituirme.

Afortunadamente, por lo que me han dicho otras chicas, el lugar de Diego es muy bueno y llegan allí tipos con buena situación, pero eso no evita que por dinero tenga que abrir las piernas y hacer todas las cosas que me pidan.

 

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