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Siempre a su servicio

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Me llamo Iñaki tengo una agencia de servicios que proporciona empleados a tiempo parcial para urgencias que puedan surgir en cualquier ámbito laboral: desde secretarias, pasando por informáticos, electricistas, fontaneros…. etc, etc..

Me considero un chico bastante normal aunque terriblemente fogoso y con una imaginación prodigiosa siempre al servicio del mismo tema: la satisfacción sexual de mis parejas y por su puesta de la mía.

Hasta el momento nunca había recibido quejas de "mis servicios" y todas ellas tenían claro des del principio que yo no era hombre de una sola mujer….

Aquel día me levanté inquieto, no sabía por qué… o tal vez sí…. llevaba más de una semana sin probar las delicias del sexo y ya empezaba a causar estragos… Cuando llegué a la oficina mi deliciosa secretaría me pasó todas las notas y pude ver con agrado que había llamado Laura S. (importante escritora del momento, que además estaba de los más buena y apetecible); necesitaba un asistente para unos días. Evidentemente decidí hacerme cargo del aviso personalmente.

Me dirigí a su casa: un precioso ático en una de las zonas más "xics" de la ciudad.

Llamé al timbre y a los pocos segundos abrió ella personalmente... ¡qué mujer! Debía tener unos 33 años, morena, con el pelo corto y rizado... Iba vestida con una bata de estar por casa. Yo intenté explicar quien era y para lo que venía pero ella no me dejó empezar...

―Sí, ya lo sé. Pasa, pasa. Tenemos mucho trabajo –dijo distraídamente.

Yo la seguí por el estrecho pasillo y la verdad me fijaba más en su figura y como contorneaba su trasero que en la decoración.

Nos dirigimos directamente al despacho y allí me señaló una pila de papeles manuscritos:

―Pásame todo esto al ordenador. Sabes como va el programa, ¿verdad?

―Si, claro… ningún problema

―Fantástico… puedes empezar mientras yo me doy un baño, llevo todo el día trabajando y me apetece mucho relajarme un poquito…. –me sonrió y me guiñó un ojo picadamente….

―Claro, claro… no te preocupes de nada… yo estoy aquí para hacerte la vida mucho más fácil –le dije con toda la intención

Ella se me quedó mirando fijamente, pero no dijo nada… se dio la vuelta mostrando ese precioso culo y se dirigió al baño.

Allí estaba yo, excitado como no lo había estado en mucho tiempo… oyendo fluir el agua de la ducha e imaginando ese espectacular cuerpo desnudo… mojado… y dispuesto… De repente se cerró el grifo y noté como corría las puertas de la ducha, estaba atento al más mínimo sonido, cuando ella gritó:

― ¿Me puedes acercar la toalla?

Mientras yo me ponía frente a la puerta y la veía frente a mí, de pie dentro de la ducha, totalmente desnuda, señalándome la toalla que estaba encima del inodoro.

― Es que no llego y no me gusta salir goteando agua por ahí ― yo me quedé parado durante un segundo, observándola; admirando su precioso cuerpo y aquel chochete deliciosamente cuidado, como para no parecer excitado e intentando hacer ver que consideraba aquello como algo natural.

― ¡Vamos hombre! Que no te voy a comer― decía pícaramente ―acércamela.

Cogí aquella toalla, que se me hizo tremendamente pesada y se la puse en las manos.

Ella sin ninguna vergüenza comenzó a secarse lentamente delante de mí, sabía que me estaba gustando lo que contemplaba y ella se recreaba aun más.

Salió de la ducha poniendo directamente sus pies en el interior de las zapatillas, con un movimiento de sus piernas que me dejó maravillado y con el deseo de acariciárselas como un loco. Se frotaba el pelo intentando que el suave tejido de la toalla empapara toda el agua.

Yo me acerqué hasta ella, lentamente, cogí la toalla y se la froté por el cuerpo con suavidad…. Ella me miró pero no dijo nada, se le notaba en la mirada que lo estaba disfrutando….

―Gracias. Eres muy amable –me dijo cuando acabé de secarla por todas partes.

Se dirigió a su habitación, yo me quedé allí parado y frustrado; me había excitado muchísimo y no podía disimularlo… tenía una tremenda erección. Salí del baño y pasé por delante de su habitación: la vi tumbada en la cama con la bata abierta, vestida con un corsé, de esos que llegan desde los pechos hasta la cintura y llevan los ligeros. No llevaba medias, pero sí unas ligas de esas que se ponen en el comienzo de las medias, en los muslos. Estaba excitante, guapísima, me estaba poniendo a cien, mientras ella con las piernas bien abiertas se pasaba los dedos por la rajita y se frotaba el clítoris diciéndome:

―¿Te gusta lo que ves? ¿No quieres probar esta jugosa almejita y darle el placer que necesita?.

Ante aquello no sabía que decir y con las ganas que tenía, además después de tantos días de no mojar, que no me lo pensé ni un segundo más y me acerqué hasta ella.

―¡Cómetela!―, me decía ―es toda para ti.

Me agaché, arrodillado, frente al borde de la cama metiendo mi cara entre sus piernas, aspirando el caliente y dulce aroma de su vulva, haciendo que notara mi respiración en su piel a lo que ella respondía con un suave gemido y contorsión de sus caderas. No podía aguantar más y pasé mi lengua, suave y lentamente, por su raja desde su culo hasta el clítoris, recogiendo con mi lengua todo aquel caliente, viscoso y dulce jugo que su fruta emanaba. Al llegar al clítoris, tragué y aquella ambrosia me llenó con su sabor... ¡delicioso!

Ella pegó un largo y ahogado gemido mientras recorría su hendidura. Con mis labios sobre su perla, no pude más que chuparla con pasión a lo que soltaba gemidos más fuertes. Temblaba y tenía fuertes espasmos... Pensé que se desmayaba y por eso decidí cambiar un poco... Con mis manos separé sus labios, abrí aquella preciosa raja e introduje mi lengua dentro de ella. Estaba de un color rosa clarito casi blanco, llena de jugos que estaba dispuesto a comer. Lamía aquel caliente agujero, parecía que me quemaba la lengua, mientras con mis dedos frotaba suavemente su rico botoncito. Me sacié un poquito de su dulce néctar y volví a su perla.

Ella me decía:

―Sí, vamos! ¡Cómetela! ¡Cómemela!

Yo no me hacía de rogar y volví a encerrar aquella perla entre mis labios, succionando y frotando la punta de mi lengua sobre ella. La sentía palpitar y vibrar en mi lengua. Me sentía útil haciendo que disfrutara en mi boca. Sus espasmos iban en aumento hasta que le llegó el orgasmo:

―¡Ahhhhh Siiiiiiiii!

Yo no paraba, continuaba, quería que gozara. Cuando al fin se calmó un poco paré y fui subiendo por su monte de Venus, besándola, mordisqueándola suavemente. Iba ascendiendo entre besos y mordiscos por su ombligo, vientre, hasta su pecho. Le chupé sus duros pezones, primero uno, luego otro, para después mirarla a los ojos mientras ella me miraba con una dulce sonrisa y la besé en la boca tiernamente, con dulzura.

― Me ha gustado mucho... tu cosita esta muy buena.

Ella me sonrió respondiéndome con un apasionado beso, metiéndome su lengua bien dentro sin importarle que mi boca tuviese el sabor de sus propios jugos.

― Huuuuummmmmm!!!!!! Es cierto que has venido a hacerme feliz… No sabes cuanto lo necesitaba ―me decía― Quiero que te quedes esta tarde conmigo, necesito que me folles muchas veces. Quiero tu leche caliente dentro de mí.

Esperando que perdiera esa elevada sensibilidad que tenía en su clítoris me dediqué a besarla por los hombros, por su cuello, en la parte interna de sus brazos, alrededor de sus ricos y grandes pechos, mordisqueándola, saboreando su piel, húmeda, caliente, quería llenarme de su sabor, casi me la quería comer de verdad.

Satisfecho, al menos por el momento, de embargarme de su sabor fui hacia sus pies. Besaba suavemente, seguido de dulces chupetones cada uno de sus dedos. Ascendía con un suave roce de mis labios por su empeine, besando, mordiendo sus tobillos, pasando la punta tensa de mi lengua. Mordía con pasión sus pantorrillas, perfectamente formadas, deslizaba las yemas de mis dedos por la parte trasera de sus piernas hasta sus estupendos y duros muslos. Su respiración volvía a aumentar de ritmo. Sus manos se tensaban y agarraba las sabanas con fuerza. Ya con la cara entre sus piernas iba dando mordiscos a la parte interna de sus muslos, me recreaba en ello, tardaba en ascender.

Quería que sufriera un poquito, que lo deseara pero remoloneaba para llegar a poner mi boca en su clítoris. Mordía la tierna carne del final de sus muslos, allí donde se juntan con su vulva. Respiraba profundamente su aroma, quería que mi respiración, al igual que antes, la sintiese pero no tuviera todavía mi lengua. Disfrutaba viendo como se agitaba, como su deseo crecía, como quería que otra vez la comiese... Pero no lo hacía, cuando al fin ella pensó que lo hacía... solo le di dulces besitos en sus labios, mordisquitos.

Ella deseaba que le comiera el botoncito, me cogía con sus manos apretando mi cabeza contra ella. Yo me resistía dulcemente pero acercándome, cada vez más, pero muy lentamente. Al fin ni yo mismo pude resistirme... Su vagina comenzaba, esta vez con mayor abundancia, a segregar su flujo y acabé chapándole el clítoris al tiempo que metía mis dos dedos en su cueva, palpándola toda, tocando su parte anterior de la vagina:

―No pares, así... así –dijo con voz honda y ahogada― Ahora quiero sentir tu polla en mi boca, métemela. Quiero tu leche.

Sus palabras resonaron en mi cerebro, yo que deseaba hacía tantos días descargar mi pasión, luché contra los inconvenientes de mi posición para adoptar aquella otra sin dejar de chuparla, sin dejar de mover casi furiosamente mis dedos dentro de ella.

Mi verga estaba todavía a unos 50 centímetros de su cara y ella impaciente alargó su mano cogiendo firmemente mi polla, sin soltarla ni un ápice, y estirando de mí me acercó a su boca. Cómo me dolió aquel tirón pero que dolor tan maravilloso, era el preludio de mi único deseo en aquel momento... vaciarme. En décimas de segundo me la peló y empecé a notar el gusto, el placer, de su caliente boca succionando mi herramienta. Sus flujos eran mayores, sus temblores más incontrolados, pensé que llegaba su gran momento pero... De repente, el que se corrió fui yo, no me dio tiempo a percatarme de la llegada, a avisarla. De un placer tremendo pasé en décimas de segundo al orgasmo más repentino y fuerte que había experimentado en mucho tiempo. Pensando que quizá no querría mi semen en su boca, hice un ligero movimiento para apartarme pero ella sujetaba con fuerza y no me dejaba ir, seguía chupando fuertemente sin sacarla. Llegaba a mis últimos segundos de orgasmo, quería que me dejara pero seguía y yo hacía un esfuerzo por continuar comiéndomela, penetrándola... Me dije, no puedo más voy a parar... pero entonces ella comenzó a gemir con fuerza aun teniendo mi miembro en su boca y reconocí así su segundo orgasmo. Se estaba corriendo, no quise parar y seguí chupando unos minutos más. Soltó al final mi verga y comenzó a gritar:

― ¡¡¡Siiiiiiii Ahhhhh! Siiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!! ―hasta que cesó de forma repentina de sus temblores y gemidos. ¡Había llegado!... pude parar y descansar.

Estaba exhausto, y tal como estaba me tumbé al lado de ella de costado, ya no podía ni acercarme a besarla, quería calmarme y sólo pude levantar el brazo para acariciarla desde sus pechos hasta su pubis. Le daba suaves besitos en la parte que más cerca tenía de mi cara... su coñito. Ella no hablaba, tan solo respiraba profundamente pero con tranquilidad. Nos quedamos los dos dormidos, juntos, sin separarnos, en contacto a través de nuestra piel. Pasamos unas dos horas dormidos.

Cuando me desperté puede ver, con sorpresa, que había una mujer totalmente desnuda observándonos des del quicio de la puerta. Era una preciosa mujer morena, con una larga cabellera, ojos oscuros, una figura de infarto: unos pechos grandes, firmes y redondos; unos labios generosos y un coñito perfectamente depilado y apetitoso.

Ella me hizo un gesto para que permaneciera callado y se acercó a la cama; mi verga ya estaba durísima y notaba como salían unas gotas de fluido preseminal humedeciendo mi glande.

Le dio un beso en los labios a Laura mientras acariciaba sus pechos con la punta de los dedos… Laura se despertó lentamente, respondiendo apasionadamente al beso de la misteriosa dama…

Ana, que así se llamaba, se tumbó encima de Laura... sabían bien como hacerse entre las dos un estupendo 69. Sus caras no se veían, tenían cada una sus bocas profundamente metidas en la vulva de la otra. Me encantaba lo que veía. Mi poya ya mostraba una tremenda erección y me dolía muchísimo

―Laura, cariño ―le dije, llamando su atención mientras acariciaba levemente su cabeza.

Ella levantó su mirada, me sonrió y sin dejar que la volviera a bajar, le di un beso en preciosa boca, metiéndole mi lengua. Ella respondía con pasión frotando su lengua en la mía y pasándome parte de los jugos que sacaba del coño de Ana. Le lamí la cara, se la chupaba, limpiándole todas las ambrosías que humedecían su piel. Ella mirándome y en un gesto de mucha complicidad, abrió bien con sus dedos la raja de Ana, mirando aquellos jugosos labios para después volver a mirarme dulcemente y diciéndome sin palabras lo que quería que hiciese, que yo entendí perfectamente. Sin quitar ella sus manos, mantenía bien abierta la vulva. Se veía bien la entrada de la vagina y yo acerqué mi boca, abriéndola bien, abarcando con ella toda la parte interna de la entrada a la cueva y chupando con pasión. Estaba maravillosamente buena. Metía mi lengua profundamente dentro de Ana y eso me encantaba. Laura solo me dijo:

― Que buena está amor! ¿Verdad?.

Por fin me separé y Laura continuó con su comida. Me acerqué entonces Ana, no me hizo falta decirle nada... Nos besamos con pasión, le cogía con mi boca sus labios y chupaba su boca recogiendo los jugos de Laura. Ana me sonrió e hice lo mismo, lamí, chupé y succioné del coño de Laura, esta pegó un leve gemido. Me separé de ellas, saboreando la mezcla de jugos de aquellas dos hembras…. mi polla estaba tiesa, dura, llamando a sus agujeros calientes. Entonces ellas dejaron de comerse, se separaron tumbándose una al lado de otra, mirándome a mí y a mi polla lascivamente.

― Nos hemos estado humedeciendo para ti, no queríamos corrernos todavía, tenemos sorpresas para ti ―rieron las dos traviesa mente.

Entonces Ana se puso a cuatro patas y al lado de ella Laura en igual posición.

― Venga, métenos la polla a las dos.

Aún no terminó de decir eso Ana cuando ya estaba detrás de Laura cogiéndola por las caderas para evitar que se escapara, apuntando la punta de mi poya a su coño y hundiéndola de un solo empuje.

― ¡Follala rápido!― me animaba Ana.

No me hice de rogar y entraba, salía con rapidez, en un folleteo vertiginoso. Mi placer estaba ya por las nubes cuando Laura me dijo:

― Ahora métesela a Ana... ¡va!

En el coño Ana la metí más salvajemente y comencé un mete saca rápido, obsceno. Estaba gozando como un loco y Laura me hizo un señal con la cara como diciendo "ahora a mí", allá me fui. Ya veía lo que querían, que las follara sin compasión pasando de una a otra constantemente. Pero me equivoqué...

― Bien, ahora ya tienes la pollita bien untada en nuestros jugos... Así irá más suave ―decía Ana.

Acababa de decir eso y Laura se puso a caballo encima de Ana, separándole bien los cachetes del culo y diciéndome a mí:

― Ven aquí y métesela.

No me entretuve, roce con mi hinchado glande su hoyito y soltó un profundo suspiro. Laura que separaba todo lo que podía para abrir su culo, me indicó con un movimiento de la cabeza que la metiera de una vez. Empuje fuerte, fue una maravilla, entró más suave de lo que pensaba y Ana grito por el dolor que debí provocarle.

― ¡Uy! Que rico Ana ya la tienes toda dentro, que bueno! ―le decía Laura― ¡Bombea fuerte, jódela!

Follé fuerte el culo de Ana, sus gritos de dolor no tardaron en convertirse en gemidos de placer que pedían más y más. Laura que ya dejó de separar el culo, de eso ya se encargaba mi polla, comenzó a frotar y chupar el clítoris de Ana. Mi placer iba aumentando tanto que no sabía cuando acabaría pero era algo inminente. Entonces Ana comenzó a temblar y moverse con más rapidez, apretándose a mí para tenerla más adentro. Gemía como una loca y se corrió. Estaba yo tan a punto que no pude evitarlo y gracias a sus movimientos orgásmicos, me corrí con furia, descargando toda mi leche dentro de Ana.

― ¡Ana! ¡Cariño! ¿Notas su leche caliente dentro de ti? ¡Ya se está corriendo! ―preguntaba emocionada Laura.

― ¡Siiiiii!― grito Ana de forma ahogada y gimiendo en lo que estaba siendo el final de su orgasmo.

Continué con unos pocos más empujones, era fabuloso, hasta que ya no aguantaba más y saque la polla del culo. Laura que estaba debajo esperó ese momento en que la sacaba para lamer y chupar todo el semen que salió del culo, lo limpiaba todo, no dejó ni una sola gota en la piel de Ana. Entonces Laura desmontó de Ana, se puso en posición y Ana se levantó diciéndome:

―Hoy queríamos a un hombre para que usara nuestros culitos, por eso llamamos a la agencia; lo del trabajo solo fue una excusa. Ahora le toca el turno a Laura…

A mí me pareció una idea genial y bendije la hora en la que se les ocurrió llamar a mi oficina… eran el sueño de todo hombre heterosexual.

Entonces poniéndose a mi lado y abriendo con sus dedos la húmeda vulva de Laura, metió los de su otra mano libre como intentando sacar sus jugos, humedeciendo su mano, para luego ponerlos en mi polla. Estaba poniéndome un rico lubricante natural en mi aparatito. Se levantó de la cama, fue hacia uno de los cajones de su tocador y saco un tubo de un lubricante, que abrió y derramó sobre su mano una gran cantidad.

Tiró el tubo al suelo y untó sus dedos en el lubricante dándome a mí a probar

― Toma, pruébalo, no te preocupes se puede comer, es glicerina de sabor a fresa... tenemos que ponerle el culito a Laura listo y muy rico y dulce.

Yo probé aquello, al principio con reparo pero era verdad, estaba muy dulce y con sabor a fresa.

Comenzó a untar aquella entrada al agujero con aquella ambrosia lubricante. Laura soltaba suspiros de placer, le gustaba, eran quizá los únicos suspiros agradables que saldrían de su boca en mucho rato después. Abrió el agujerito y metía levemente la puntita de su dedo, haciendo que entrara el fluido de fresas.

― ¡Va! Ven aquí ―me dijo Ana en un tono ya imperativo, mientras abría al máximo el virgen culito de Laura con sus manos. Me aproximé, puse la punta enrojecida de mi capullo, roce de arriba a abajo y Laura gozaba ya.

― Empuja fuerte y entra, pero poco a poco― me decía Ana, ―es mejor hacerlo así, cuanto antes se acostumbre a tu polla, antes podremos gozar todos.

Agarré con mi mano la verga dirigiéndola con más precisión hacia allí y empuje.

― ¡Aaaaahhhh, aaaaahhhh! ―gritaba Laura― ¡Continua! ¡Más! Empuja, no me duele tanto como pensaba... ¡Aaaaaaahhhh! ―mientras yo firmemente se la metía hasta el fondo.

El roce era tremendo, no sabía si podría yo mismo aguantar aquella intensidad de gustazo que me estaba empezando a dar.

― ¡Uuufff! ¡Que gusto!― se me escapó de mis labios al tiempo que Ana decía:

― ¡Laura amor! ¿Lo notas? Está toda dentro de ti, hasta el fondo como querías.

― Sí, me gusta y me duele ―contestaba.

― Bueno ahora muévete pero con movimientos muy cortos y lentos, apenas salgas un centímetro, tienes que dejar que su culito se habitúe a tu polla... luego ya vendrán las metidas y sacadas rápidas y amplias― me indicaba Ana.

― No sé si aguantaré... es muy fuerte el gusto― le dije a Ana mientras me agachaba hacia la espalda de Laura, besándole en el cuello y diciéndole ―me encanta, esta muy estrechito... ¡uyyy! Que bien, ¡gracias cariño por ese culito que me ofreces!.

Ella se giró hacia mí dándome un beso en la boca al que yo por supuesto respondí

― Es para ti ―me dijo con dulzura― sólo para ti.

Ana entonces se alejó de la cama, se acercó al armario grande y después de abrir las puertas sacó algo que no pude ver bien, pues estaba de espaldas, yo estaba en mis movimientos pequeños adaptando el culo, y no por ser pequeños menos placenteros... gozaba como nunca, al tiempo que Laura pegaba grititos de dolor.

―Como Laura vaya a  sentir dolor, será justo que tú lo compartas con ella y sientas ese dolor ―decía Ana poniéndose a mi vista.

―Yo me quede horrorizado, dije que de eso nada de nada, pero ella insistió:

― Sí, esto sí, es para ti... te gustará y lo pasarás mejor todavía, no te preocupes que solo un poco de dolor al principio pero luego un gustazo que ya veras.

Te puedes imaginar lo que llevaba puesto... una de esas bragas de piel que sujetaban un pollón de goma y que está claro que me lo iba a meter a mí. Se puso detrás de mí, me pegó un manotazo en culo y me untó hasta la saciedad mi también virgen ojete. Frotaba mi entrada, presionaba hacia dentro pero sin llegar a entrar. La verdad es que me gustaba y no por ello dejaba de castigar el culo de Laura con mis cortos movimientos.

― ¿Te está gustando verdad?― me decía Ana.

Yo no le contestaba, pero ella adivinaba que así era por mi cara. De repente cogió con sus manos mis glúteos, ardientes por la cercanía de saber lo que a su hermano el agujero le iba a pasar, los separó con fuerza al máximo y con un movimiento de su cadera, parecía haberlo echo más veces antes, apuntó directa al blanco "negro". No la metió, pero sí presionó un poco introduciendo apenas unos milímetros en la entrada, lo suficiente para sentir que algo se quería abrir paso dentro de mí, y que el momento iba a empezar en unos segundos. Soltó mis glúteos y con una de sus manos agarró la falsa polla para guiarla con certeza en su camino a mi interior. Entonces me dijo:

― Métesela al fondo a Laura, inclínate sobre su espalda y no te muevas.

― Ya veras como te gustará mucho cielo, no te preocupes, tendrás un orgasmo de miedo ―me tranquilizaba Laura.

Ana comenzó a empujar, la verdad es que con firmeza, pero muy suavemente. Lo que más daño me hizo fue el entrar. Soltaba unos gritos ahogados, intentaba parecer un hombre ante aquellas mujeres, pero esos momentos te sientes todo menos un hombre... estaba sometido.

― ¡Relájate!― me decía Ana ―no tenses el culete, cuando haya pasado el esfínter verás como será mejor, más suave y notarás que ya no duele tanto.

Así fue, y aunque seguía teniendo molestia, todavía no me daba placer, la cosa ya iba mejor. Empujaba en varias etapas, cuando veía que me quejaba paraba y retrocedía unos centímetros, intentando que se acostumbrara mi culo, para volver a continuar después en su camino hacia dentro. Costó unos minutos, al menos a mí eternos se me hicieron, pero por fin estaba toda dentro. No lo podía imaginar, pero lo cierto es que aquel pollón estaba todo dentro.

― ¡Ves! ¿Que tal? Ves cómo no hace tanto daño... una molestia al principio pero con delicadeza se hace sin problemas cariño― me decía Ana, acariciando mi pecho y besándome en la espalda, ―ya esta dentro toda Laura, ya se la he metido. Ahora ya podéis compartir dolores y placeres. ¡A moverse todo el mundo! ―acabó gritando alegre Ana.

Comencé a tener ganas de seguir follando y empuje en el culo de Laura, follándolo con ganas y agarrándome a sus tetas con fuerza para no salirme de aquel culito virgen que iba a ser solo para mí. Mientras Ana me follaba a mí y su único placer estaba en el hecho de verme penetrado. La verdad es que lo hacía, aunque fuertemente, con cariño y no me dolía sino mas bien me daba un gusto enorme. Cuando yo penetraba el culo de Laura el pollón de plástico salía de mí y cuando salía del culo de Laura, el instrumento de látex se me clavaba. No sabía hacia donde moverme... las dos cosas me gustaban. Ellas lo veían y les gustaba.

― ¿Te gusta eh? ¿Disfrutas eh? ¡Claro! Ya lo sabíamos nosotras que lo ibas a pasar de locura.

Yo no podía llegar con mis manos al conejito de Ana, pero sí al de Laura y a la vez que la follaba buscaba esa rica rajita para frotarla, acariciarla y hacer vibrar esa perlita. Lo conseguí, y a la vez que le daba en el culo, gozaba aún más. Acabó teniendo un orgasmo, que debió ser muy fuerte por los gritos que pegaba diciendo:

― ¡¡¡¡Así, así así!!! ¡¡¡Más, más, más!!!!! Siiiiiiiiiiiiiii…. Que gusto……. siiiiiiiiiiiiiiiii

Yo no paraba de bombear en ese culito recién estrenado, hasta que llegó el momento en que decía que parase, suplicaba que parase, pero mi intención era continuar.

― ¡No! ¡Aguanta cariño! Pero no puedo parar... ¡Sigue corriéndote! Necesito correrme y llenarte de mi leche caliente.

Ana por su parte me animaba y decía lo mismo que yo.

―¡No pares, ni se te ocurra! Es mejor así Laura, cariño, cuando te venga el siguiente orgasmo será estupendo... ¡Venga! ¡Descárgale! Dentro toda tu cremita―, me decía a mí, mientras ella no dejaba de follarme el culito a mí.

La verdad es que me gustaba y ya no me preocupaba por el hecho de que me estaba enculando... ¡me encantaba! Así pasó, Laura empezó a correrse, se convulsionaba, gozaba, se movía frenéticamente. Su esfínter se contraía rítmicamente y me agarraba con fuerza mi miembro. Yo continuaba frotando su rajita y su clítoris.

Sus vibraciones anales hicieron que saltara dentro de mí el orgasmo, fue fortísimo, bombeaba más fuerte en su culo y mientras el pollón de goma en mi interior me hacía las sensaciones más fuertes. Sentía como mi culo era repetidamente penetrado y las contracciones de mi culo se aferraban al miembro de goma. La descarga fue apoteósica... nunca la había tenido así... pensaba que me desmayaba, pero no me ocurrió. Permanecimos así, los tres acoplados durante unos minutos y dejando que toda mi leche quedase dentro de Laura, tal como nos mandaba Ana…..

― ¡Así eh! ¡Que bueno, cómo os habéis corrido los dos, así me gusta, que en mi cama haya mucho y buen folleteo! Vamos, tú y yo al baño... y limpiaremos nuestros miembros ―decía soltando una carcajada cómplice.

Fuimos al baño, después de sacar mi polla, con algo de pena, de ese agujerito calientito y acogedor. Y allí, después de que ella limpiara su goma, agarró mi polla aun tiesa, la lavó y frotó dulcemente en el lavabo.

Volvimos a la cama, Laura yacía boca arriba con cara de satisfacción, me miró agradecida y contenta. Nos tumbamos a su lado, yo entre las dos féminas. Me quedé boca arriba, mirando el techo y descansando de mi placer pasado. Ambas se miraron, y como leonas en celo que eran, comenzaron a masajearme la polla insistentemente... me encantaba aunque pensaba que necesitaba algún descanso más largo. Ellas no hacían caso de eso y pronto consiguieron poner dura de nuevo mi herramienta. Entre las dos comenzaron a chupármela, primero una luego la otra. Se la iban pasando como un juguete y mirando cada una con deleite como la otra lamía y chupaba. Muchos minutos así estuvieron hasta conseguir que me corriera, fue estupendo, ver como mi semen brotaba con furia y caía sobre mi cuerpo y sus caras. Ellas lamían la crema pero con lentitud y en pequeñas gotitas... parecían querer conservarla el mayor tiempo posible, como para que no se acabase. Yo caí en un sueño repentino y arrebatador... ¡después de tanto gustazo!

No sé cuánto rato permanecí dormido, desperté con una sensación muy agradable... Me estaban chupando la polla, miré a mis lados y allí estaban Ana y Laura, mirándome... ¿Entonces quién me comía la polla? Ellas me sonreían dulcemente, disfrutando del espectáculo. Me incorporé levemente y allí había una chica muy joven chupando y saboreando mi rabo con deleite, apurando todos los restos de mi leche derramada. Era bonita aquella niña, morena, de curvas sinuosas y provocadoras. Ella me sonrió al ver que la miraba, no intenté evitar que siguiese con su trabajo... ¡me gustaba! Sólo dijo:

― Me gusta tu leche y tu polla, esta muy buena ―continuando su mamada.

Ana con cara de satisfacción me preguntó:

― ¿Te gusta como te come la polla?

No podía casi decir nada, me daba mucho gusto, me encantaba. Mis músculos se contraían y apenas pude pronunciar palabra:

―Sí, sí, que la coma así.

―Te presento a Susana, nuestra mejor amiga ―me indicó Ana. Tiene 19 años muy bien puestos ¿eh? Ella tenía ganas de hacerlo al menos una vez con un hombre… Lo debe estar haciendo muy bien ¿verdad? porque te la está poniendo tiesa otra vez. Nos ha estado observando todo el tiempo des de la otra habitación y tiene muchas ganas de que la folles…. Así que ahora que la tienes como un palo... ¡Adentro con ella!

No me dejaron moverme y le señaló a Susana que se sentara sobre mi polla y se la clavara hasta el fondo… así lo hizo, abriéndose su rica almeja muy mojada y poniéndola sobre la punta de mi verga. Laura ayudaba sujetando mi nabo para que no se moviera. Susana empezó a descender hasta clavarse todo el trozo de carne caliente en su coño. Gimió, su vulva estaba en pleno contacto con mi pubis.

― Venga muévete cariño, ya la tienes como querías dentro de ti. ¡Follatelo!

―le decía con tono lascivo.

Entre gemido y gemido, con movimientos lascivos Susana dijo:

― ¡Síiiiiii! Aaaaaahhhhh!!!!! Que gusto!!!!! Quiero que se corra dentro de mí, que me deje toda su leche dentro de mí como a vosotras.

― Ya lo has oído cariño ―decía Laura, a lo que Ana añadió:

― Sí, déjale toda dentro, sin problemas, córrete bien, haz feliz a mi chica... con las ganas que tenía y con lo buena que está ¿eh?.

Se pusieron una a cada lado de mí, me acariciaban y animaban, miraban con placer como follaba con aquella ninfa. Aquella vagina estrecha y caliente no tardó en hacerme soltar grandes cantidades de semen espeso dentro. Yo gemía con placer y acompañaba los rítmicos meneos de la niña.

― ¡Uyyy! ¡Que bien!―, decía Ana ― ya tienes lo que querías cariño, te está dejando su leche caliente. Júntate a él y muévete sin que se salga... que bueno ¿eh?

La chica se movía intentando succionar con su vagina toda mi carga. Quedé agotado pero feliz.

― ¡Vamos! Ponte como te dijimos cielo!

La chica a los segundos de vaciar todo mi esperma se levantó de mí. Apareció mi verga húmeda, empapada de mis jugos y los suyos, mientras, se ponía a cuatro patas separando muy bien sus piernas. Laura por su parte, se ponía en la espalda de la chica y separaba con fuerza sus glúteos haciendo que quedara a la vista toda su raja todavía chorreante y observándose bien abierto su agujero posterior.

Ana me dijo:

― ¡Venga! Ahora que tienes la polla bien lubricada y dura todavía... Métesela en el culo, de una sola estocada. No te preocupes si le duele un poco, quiere que la jodas bien, y yo quiero verlo.

Obedecí y coloqué la punta de mi verga en el agujerito ardiente mientras Laura recogía con una mano los jugos y los frotaba en su rico ano. Como se veía mi indecisión por el hecho de considerar que le iba a hacer daño, Ana se puso detrás de mí y me empujó para que la penetrase lentamente pero con fuerza y hasta el final. Entró toda mi polla y el gustazo que me dio me hizo gemir. La chica dio un grito ahogado pero envuelto en placer y lujuria.

― Está bueno ese agujero ¿eh? ¡Qué estrecho! ¡Vamos, fóllala, jódela!

Empecé a moverme con fuerza y joderla, moviéndome con rapidez.

― ¡Me duele, me duele... pero que no pares! ¡Por favor! ―indicaba Susana.

― Haz caso a mi niña, que le guste... ¡Así, así! ―me decía Ana con tono de autoridad.

Obedecí con pasión y con muchas ganas de correrme dentro del culo de su joven amiga llenándola de mi leche caliente. La follé con dureza, metiendo hasta el último centímetro de mi polla. Entraba y salía con fuerza... gozaba como nunca, agarraba con fuerza a Susana por sus tetas sin dejar que escapara y apretándola hacia mí. Ana lo veía y en lugar de decirme que parara, me guiñaba un ojo de complicidad y aprobación disfrutando de lo que veía y animándome a que continuara.

Notaba como aumentaba mi placer acercándose mi momento en el que descargar toda mi caliente crema...

― Me voy a correr…. Mmmmmmm…. aaaaaggggg!!!!!! ―le dije a Ana entre gemidos

Me corrí con furia, penetrándola con fuerza, embestidas poderosas la hacían gritar y gemir. Mis manos agarraban con fuerza sus tetas, la tenía bien pillada a aquella fémina y estaba siendo mía. En los segundos últimos de la corta vida de mi orgasmo me desplomé sobre su espalda, sin soltarla y sin sacar mi polla, dejando que hasta la última gota de mi semen llenara su caliente agujero recién desvirgado.

Laura que permanecía a mi espalda me agarró de los hombros e hizo que saliera de dentro de su amiguita. Cuando casi acababa de salir mi polla la cogió y ayudó a que terminara de salir, moviéndola y frotando la punta de mi rojo capullo en el culo de la chica. Comenzaron a derramarse flujos del interior del culo de la niña y Laura no pudo evitar lanzarse con pasión a lamerlos y recogerlos con su lengua.

― ¡Uy! ¡Qué buena está esta leche! ―me decía.

― ¡Bien! Esto nos va gustando―, decía Ana, ―Y a ti también... ¿Verdad Susana?

― Sí me gusta mucho... me lo estoy pasando muy bien.

― Bueno, ahora túmbate boca arriba― me decía Ana al tiempo que empujaba mi pecho para que yo cayese sobre la cama, y continuaba diciendo― como lo has pasado tan bien con mi chica, ahora lo justo es que la hagas disfrutar más... ¡Cómele el coño! Y todo el jugo que te ofrezca esa rica vagina recién follada, pero... ¡tú ahí abajo para que te lo comas todo!... ¿Quieres verdad? ― me preguntaba con tono autoritario y con ánimo de no aceptar una negativa por mi parte, cosa que por supuesto yo no iba a hacer.

― ¡Sí claro! ―contestaba yo mientras me tumbaba boca arriba― ven cariño, ¡dame ese coñito! ―le decía a Susana.

Ella sin pronunciar palabra pero con sonrisa pícara y lujuriosa se desplazó hacia mí avanzando sobre sus rodillas. Llegó a la altura de mi pecho y se paró a mi lado. Yo acerqué mi mano derecha a su conejito, estiré el dedo índice y medio, y los pasé por toda la raja de su vulva, mojándolos en el rico néctar. Al rozar aquella vulva y entreabrir los labios, el ambiente se llenó de un excitante olor a sexo femenino caliente y cachondo. Llevé los dedos a mi boca y los chupé disfrutando el rico sabor, preludio de todo lo que me iba a comer.

Avanzó hacia mi cabeza, caminando sobre sus rodillas, rodeándome y situándose en la parte superior de mí. Miraba yo hacia el techo y ella comenzó a separar lentamente sus piernas situando su raja encima de mi cara. Me llegaba fácilmente el aroma de su sexo húmedo y caliente, eso me excitaba enormemente. Comí, chupé y lamí frenéticamente aquel dulce sexo. Metía mi lengua en lo más profundo de ella, lamía su hendidura en toda su longitud, brotaba su jugo cada vez más abundante. Su clítoris cada vez más hinchado empezaba a asomar por sí solo, parecía buscar las húmedas caricias de mi lengua, caricias que no se hacían esperar y que le proporcionaban profundos y roncos gemidos de placer. Su aroma me excitaba, mi rabo se ponía erecto y aunque Ana tenía ganas de montarlo no quería perderse le cercana visión de mi boca mamando del joven sexo de su amiguita, así que ordenó a Laura que me montara ella. Aún no tuve tiempo de acabar de oír la orden de Ana y el coño ya conocido por mí escondía dentro de su más profunda caliente oscuridad mi polla, subiendo y bajando con furia. Los jugos de Laura no se hicieron esperar y caían por mis testículos alcanzando mi culo.

Susana empezó a alcanzar su orgasmo, gemidos y más bien gritos escapaban de su boca, su vulva se contraía atrapando mi lengua y su rico néctar ya más viscoso y sabroso fluía hacía mí. Aquello me enervó de tal manera que mi cuerpo no pudo esperar ni un segundo más en descargar mi leche dentro de Laura.

― ¡Ooooh! Que bien, que bonito, ¡cómo ha disfrutado! ¡OH! Laura pobrecita, no has llegado a correrte... pero al menos tienes dentro una rica ración de leche calientita ¿no? ―decía Ana contenta.

Como puedes suponer nunca en mi vida habría dejado que una bella dama se quedara a medias… así que con un rápido moviendo la tumbé en la cama y me dispuse a proporcionarle la mejor corrida de su vida.

Mi boca se apoderó de sus tetas; mi lengua daba pequeños lametones en sus pezones que ya estaban duros como piedras…. empecé a mamárselos con delirio... pasé de una a otra varias veces... empezaba a notarlas mojadas y brillantes de mi saliva, mis movimientos iban adquiriendo algo de ritmo y empecé a intentar atraparlas las dos al mismo tiempo.... mis manos subieron hasta sus pechos y empecé a acariciarlos por abajo, empujándolos hacia mi boca completamente abierta... si hubiese podido me las hubiera comido... me las hubiese tragado enteras… Continué un rato jugando con sus pezones y deleitándome con la dureza de los mismos. Mis labios se cerraban sobre ellos, los succionaban para luego dejarlos escapar con un chasquido, pronto me di cuenta de que la presión sobre los pezones hacía que ella se retorciera y suspirase.... mordí suavemente su pezón derecho.

― ¡¡¡¡¡Mmmmmmmm!!!!!! –gemía Laura contoneándose debajo de mí.

Mi lengua fue bajando lentamente por su terso vientre sin que mis manos y dedos dejaran de acariciar sus pezones ni un solo momento…. Seguí bajando mi boca, mi lengua por su impresionante cuerpo… Temblando de excitación acerqué mi mano hasta su culo... fui deslizándola hasta tocar su coñito... mojado...; biiieeeen... mi dedo buscó entre sus húmedos pliegues... ese olor delicioso me invadió... mire a su coño, mojado y sonrosado, más bien rojo diría yo.... estaba muy abierto, Laura se había abierto más aún de piernas y alzaba su culo hacia mí mientras hundía su cara en las sábanas.... noté como se estremecía una y otra vez bajo mis labios…. Sus gemidos debían escucharse en la mismísima calle…

Mis dedos buscaron los laterales de su vagina... tiré de ellos hacia afuera apoyando mis dedos con fuerza... su coño se abrió más aún ante mí... podía ver estupendamente su agujero... estaban brillantes por los jugos que desprendía y de pronto vi chorrear unas gotas de líquido de él y caer sobre los labios exteriores del coño. ¡¡¡Espectacular!!! Ella seguía y seguía frotando aquella hermosa protu―berancia... empezaba a mover su culo lentamente ante mis ojos...

―Mhhhhhh... ahhhhhh... que bueno .......mhhhhhhh ― mascullaba

Noté el contacto húmedo y caliente sobre mis labios... empecé a besar aquella raja olorosa... mi cara empezó a mojarse. Laura empezó a moverlo y noté como se levantaba para quedar apoyada de rodillas sobre la cama... mi cara estaba entre sus piernas... miré hacia arriba y entre su vello púbico en primer plano pude la pude ver sobándose con desenfreno las tetas.....

― Aaaaaahhhhhhh........ aaaaahhhhhh... vamoooos!....... sigue!......mhhhhhhh

Yo seguía besando y besando aquel coño, pero Laura casi me lo impedía... estaba literalmente aplastándomelo contra mi cara.

― Venga... sigue!... mhhhhhh...... ahhhhhh...... la lengua, la lengua!!! ―me chillaba Laura.

Abrí mi boca y froté mis labios entreabiertos contra su coño... sus flujos resbalaron por mi boca y los chupé ávidamente... le separé el coñito con mi lengua y me entretuve en hacer dibujos con ella sobre su clítoris duro y respingón... eso pareció volverla loca. Saltaba sobre mí... se restregaba, se estaba masturbando con el roce de su coño sobre mis labios y mi lengua.... de pronto noté que se encorvaba hacia atrás... su espalda se arqueó, sus brazos y manos resbalaron hacia atrás apoyándose en mis piernas....

―Aaaaaah!!!!!.... ¡¡¡chúpamelo, vamos!!!..... cómemelo!!

Yo accedí a sus ordenes al instante.... mi lengua busco ávidamente su clítoris y no tuve muchas dificultades en hallarlo.... estaba tieso como un palo bajo su envoltorio mojado y tierno de piel.

Mientras mi lengua se entretenía con aquel dulce botón podía sentir el ir y venir de mis dedos que yo empujaba y sacaba repetidas veces de su coño. Los notaba salir mojados y calientes…

No esperé más se la metí con fiereza y empecé a empujar duramente, adelante y atrás, adelante y atrás, con un intenso bombeo… Me puse de rodillas y la elevé conmigo…bombeaba con saña... Sus gemidos y suspiros eran intensos….

―Sigue, siiiiii, asiiiiiiií…….. más, más duro……… aaaahhhhhhhhhh!!!! Mmmmmm…. Me corro… ―jadeaba Laura― al borde del éxtasis. Siiiiiii…. Mmmmhhhh –

No aguantamos más y exploté en su interior…. Mi polla comenzó a lanzar grandes chorros de leche caliente, inundándola hasta el fondo…. Ella gritó una y otra vez sin poder evitarlo en una acabada bestial que casi la deja sin respiración…. Los dos quedamos exhaustos y rendidos encima de la cama….

En ese momento, Ana y Susana que no se habían perdido detalle del espectáculo, se unieron a nosotros y así, todos juntos, nos tumbamos para recuperar fuerzas y retomar con más ganas un segundo asalto.

(9,00)