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Mi madre quiere panza

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Mi madre tiene un gran instinto maternal. Estarán de acuerdo que una cosa es quedar embarazada y otra muy diferente desear y procurar a los hijos en todos los aspectos, o sea ser madre. Bueno, pues ella es una de esas mujeres que solo ven un niño y ya quieren cargarlo, besarlo y abrazarlo. Ya se imaginarán como fue mi niñez, no pasaba un segundo sin que tuviera a mi madre encima. Fui muy consentido por ella, me daba todas las cosas que yo le pedía sin necesidad de hacer berrinche. Cuando salíamos a la calle procuraba que no se me acercaran mucho otras señoras en una actitud un tanto celosa. En las noches dormíamos en la misma cama, bueno, por lo menos desde los 5 años que fue cuando mi padre nos abandonó. Supongo que esa fue una de las razones para que me procurara tanto, su rol de madre se convirtió en su vida entera.

Durante toda mi niñez y adolescencia no recuerdo que haya salido con algún hombre, quizás a comer con alguna amiga pero jamás a desahogar sus deseos. Algo puedo asegurar, no fue por falta de propuestas. A sus 45 años no tiene nada que pedirle a una chica de mi edad, de hecho cualquier mujer al verla se ha de morir de envidia. Es de estatura media, con una de esas figuras que recuerdan a las pin ups de los años 40"s. Bustona, caderona, culona, piernas carnosas pero bien definidas, su piel clara con un ligero bronceado, su rostro enmarcado por una abundante melena negra tiene pocas arrugas, si no fuera por ese no sé qué del que gozan las maduritas le podrían calcular diez años menos. Como ven no habría razón para que no volviera a rehacer su vida pero prefirió dedicarse únicamente a mí.

Cuando entré a la adolescencia poco a poco fui separándome de ella, dejé de dormir en su cuarto, prefería quedarme en el departamento que acompañarla a hacer sus cosas, ya no me gustaba que estuviera sobre mi llenándome de besos y abrazos. Ella buscaba la manera de estar cerca de mí, pero yo la rechazaba, al punto que me encerraba en mi habitación la mayor parte del día. Estaba en esa etapa de rebeldía en la que buscamos separarnos totalmente de todo eso que nos hace sentir niños. Ni siquiera sus abrazos que ponían mi rostro tan cerca de sus pechos lograban despertar un interés en mí. ¿Acaso un prepuberto se excita con los abrazos de su madre?

Esto originó que buscará otros desahogues para su instinto maternal. Llegó a cuidar a los hijos de los vecinos con tal de estar rodeada de niños, mayor razón para que yo me encerrara en mi habitación. Ya con mi humor un poco más estable al cumplir casi la mayoría de edad fui dejando que mi mamá se volviera a acercar a mí. Claro que ahora es la universidad la que me mantiene encerrado en mi habitación. Entre tareas y las clases no puedo pasar mucho tiempo con ella. Algunas veces mientras hacía mis trabajos en la computadora llegaba y comenzaba a masajearme los hombros para liberar un poco de tensión o venía cada media hora a preguntarme como estaba y si se me ofrecía algo. Sin embargo parece que esto no fue suficiente para ella. Mi madre necesitaba de un bebé que se gestara en lo profundo de su útero, que utilizara su hermoso cuerpo como refugio, que mamara la abundante leche de sus grandes pechos, en fin, que le devolviera a su rol de madre. Es ahí es donde comenzó todo.

Después de un largo curso en la universidad salí de vacaciones de verano. No podía esperar a tumbarme todos los días en la cama y esperar a que mi servicial madre me hiciera sentir mejor que en un hotel de lujo. Los primeros días fueron de relajación total para mí como lo había previsto. Mi madre me procuraba de todas las comodidades, prácticamente solo tenía que dejar la computadora para ir al baño. Si quería un refrigerio en menos de 2 minutos ya estaba ella en la entrada de mi cuarto sosteniendo un plato. Siempre enfundada en una blusa ligera que deja ver sus pezones cuando no trae bra y en sus pequeños shorts de mezclilla que se embarran en su tremenda cadera dejando al descubierto sus carnosos muslos.

¿Qué si no había notado su exquisito cuerpo desde antes?. Claro, casi desde siempre, solo bastaba compararla con las amargas y descuidadas mamás de mis amigos para darme cuenta de lo especial que era y sigue siendo. Pero uno no anda usándola de inspiración para darse una buena jalada por esa razón ¿o sí? Nota para los lectores, no porque tu madre este como para ponerla en cuatro va ser tu sueño dorado follártela, o al menos a mí no me sucedió así. Me acostumbré a su belleza, para mí era lo más normal verla enseñar su cuerpo mientras realizaba sus ejercicios de fitness o yoga. Tiene que suceder algo para que esa barrera que no te permite ver a tu madre como mujer quede reducida a cenizas.

Entre tanto ir y venir a mi habitación para satisfacer mis peticiones mi madre se fue quedando más tiempo junto a mí en la computadora. Primero fueron pequeños momentos, después lapsos de tiempo un poco más prolongados hasta que terminó trayendo una silla para estar junto a mí. Al principio me desesperaba un poco tenerla a un lado viendo todo lo que hacía, intente correrla de formas sutiles pero no funcionó. Terminé asimilando que estuviera a mi lado gracias a sus relajantes masajes.

Ahí nos tenían a ambos hasta altas horas de la noche, viendo películas o series online frente al monitor. Durante la tarde nos dedicábamos a reír viendo las fotografías que mis contactos suben a las redes sociales. Todo iba normal hasta que una tarde mientras nos entreteníamos como era habitual vimos una foto que iba a cambiar ese verano y nuestras vidas para siempre. En el monitor se dibujó la foto de mi prima Raquel amamantando a su bebé que había nacido apenas unos meses atrás. Mi madre se sobresaltó y se llevó las manos a la boca.

—No puede ser, ¿enserio ya es mamá?

—Sí, el niño nació hace unos pocos meses, ¿qué acaso no te habían dicho?

—Ya sabes que no tengo mucho contacto con la familia. Pero que estaba pensando esa chica, es demasiado joven para tener un bebé.

—Bueno mamá, ya no es una niña. Recuerda que tenemos la misma edad.

—Pero si tú todavía eres un niño ¿a poco te sientes capaz de ser padre?

—Jaja pues muchos de mis colegas en la universidad ya lo son.

Mi madre se quedó pensando un momento, sus ojos se clavaron en la foto mientras se humedecían un poco.

—Tienes razón, tú ya no eres un niño aunque me duela aceptarlo. Me encantaba creer que aún me necesitabas pero cada vez eres menos dependiente de mí.

—Tranquila mamá, no es como si me fuera a irme de la casa mañana y te fuera a dejar sola. Aparte veme, no soy ni capaz de pararme a la cocina por algo de comer, siempre te ando molestando con mis peticiones.

—Para mí no es molestia bebé, de hecho me encantaría poder hacer más por ti pero ya no soy tan necesaria. De hecho, envidio a tu prima porque ahora va ser el centro de la vida de un ser y ese ser será al centro de su vida. Veme ahora, tú eres el centro de mi vida pero yo ya dejé de ser el tuyo... Es lo duro de verlos crecer.

—Siempre te voy a amar mamá.

—Lo se hijo pero es diferente la necesidad al amor. Alguien que te necesita para todo reafirma el porqué de tu vida. Tú, por ejemplo, encontrarás a una mujer que te lleve tus refrigerios, te de masajes y hasta hará más. ¿Ves cómo soy remplazable para ti? En cambio un niño pequeño siempre te necesita. Una puta puede cumplir los deseos de todo hombre, hasta los tuyos, pero solo una madre puede brindarle protección a su bebé.

Me sorprendió lo que mi madre decía, ella estaba abriéndose y dejando salir sus inseguridades como mujer. Era obvia su necesidad de valorizarse a través de la dependencia de otros hacia ella. Me surgieron muchas dudas y se me ocurrieron demasiadas cosas que decirle, entre ellas recomendarle un psicólogo (en ese momento me parecía que sufría de un problema... quizás sí pero que excitantes se volvieron todas sus inseguridades) pero creo que hice la mejor pregunta de mi vida o por lo menos la que nos llevaría a un destino más interesante.

—Estoy tratando de comprender lo que dices pero algo no me termina de quedar claro. Al parecer tienes muchas ganas de tener un bebé, entonces ¿por qué no te embarazaste?

Mi madre posó las manos sobre sus desnudos muslos, suspiró y comenzó a contestar.

—Lo hice por ti hijo.

—¿Por mí? Sabes que yo nunca he sido celoso como hijo. No me hubiera molestado un hermanito o que te volvieras a casar.

—No me entendiste, déjame explicarte. Tú eres el mayor tesoro de mi vida, si tuviera otro hijo ambos serían mis mayores tesoros. Pero habría un problema, ustedes no estarían totalmente vinculados, serían solamente medios hermanos. No quiere tener hijos de uno y otro hombre como cualquier ramera calleja. Nuestra familia debe ser cerrada en cuanto al vínculo que nos une. Muchas veces he hablado con tu padre para que tengamos otro hijo juntos, le he dicho que no tendrá que hacerse cargo de él pero se niega a acceder, hasta se atrevió a decirme que buscará a un psicólogo. - (Y creo que ustedes lectores también se lo recomendarían.)

—Eso explica por qué siendo tan bella nunca volviste a juntarte con alguien.

—Pude volver a hacerlo, pero para mí ya no tiene sentido. Tu padre me demostró como una puta puede hacer remplazable a cualquier mujer, el único amor abnegado es el de un hijo pequeño.

—Vaya estúpido en creer que esa guarra con la que se fue puede remplazarte.

—¿En serio lo crees?

—Claro, tan solo hay que verte y recibir tus atenciones para darse cuenta de que eres la mejor mujer del mundo.

Seguido de estas palabras mi madre se lanzó hacia mí y me abrazo, metiendo mi cara entre sus pechos.

—Gracias bebé, me hace sentir muy bien que sigas viéndome de esa forma.

Ya fuera de sus pechos...

—No hay de que mamá. Ya sabes que aunque pasen los años tú seguirás siendo especial para mí.

—Ni me recuerdes los años, Cada vez estoy más cerca de convertirme en un anciana infértil y perder para siempre mis sueños.

—Deberías de tener el bebé entonces...

—NO... ya te dije que tú y él deben de estar emparentados totalmente.

—Pues si mi padre se sigue negando va ser imposible eso.

Todo quedó en silencio después de estas palabras, mi madre tenía la vista hacia abajo, se mordisqueaba el labio inferior y sus manos se posaban sobre su sexo. Su pose era la típica de alguien que quiere decir algo que le avergüenza bastante. Por fin, con voz temblorosa y en un tono muy bajo rompió el silencio.

—Hay una manera en la que tú le puedes regresar el sentido a mi vida.

Estaba confundido, no sabía a qué se refería mi mamá entonces dije en forma de broma...

—Ni creas que volveré a usar pañal y tomar del biberón.

—No, yo necesito un bebé y tú ya te convertiste en todo un hombre. Eso significa que eres capaz de darle un hijo a una mujer, de darle un hijo a tu madre.

Me quedé petrificado, no podía creer lo que estaba escuchando. MI MADRE DESEABA QUE LA PREÑARA. En unos breves segundos sus manos estaban colocadas sobre la bragueta de mi pantalón, dispuestas a sacar mi verga. Su suave mano encontró mi sexo flácido pero con unos ligeros movimientos circulares de sus dedos sobre mi glande se puso duro como una estaca.

—Tú acabas de decir que soy la mujer más maravillosa del mundo ¿por qué negarme la felicidad? Si tenemos un hijo juntos este estará aún más vinculado a ti que si fueran hermanos. Serías también su padre. Seríamos una familia perfecta.

—Pero eres mi madre.

—Pues tu pene parece que no me ve así.

Mi verga estaba al cien, pequeñas gotas de líquido seminal escurrían del glande y se impregnaban en sus dedos. Mi madre pasó de su silla a sentarse sobre mis piernas, frente a frente, con sus piernas abiertas alrededor de las mías. SU MANO APRESÓ MI VERGA Y COMENZÓ UN MOVIMIENTO ASCENDENTE Y DESCENDENTE SOBRE ELLA. Yo no sabía a donde mirar, ni siquiera me atrevía a alzar la vista por temor a encontrarme con los lujuriosos ojos de mi madre. Solo sentía el exhalar de su respiración en mi frente mientras mi vista se clavaba en el escote de sus pechos. Entre el vaivén del movimiento sus pezones color miel se asomaban por la orilla de la blusa. Después de pocos segundos salieron grandes chorros de semen que llegaron hasta esos grandes pechos. Algunos cayeron justo en sus erectos y duros pezones marcándolos aún más como en los shows de playeras mojadas. Mi madre gemían un poco pero entre sus gemidos se escuchaban palabras entrecortadas.

—¿Entonces... harás... feliz... a... mamá...?

La excitación del momento había abandonado mi cuerpo junto a mi venida sobre el torso de mi madre. Sentí repulsión por lo sucedido y estaba muy confundido. Mi madre, aun sobre mis piernas, me acariciaba el cabello. Cuando por fin mi emití un sonido ella lo cortó metiendo su lengua dentro de mi boca, dándome un beso lo suficientemente largo como para recorrer cada centímetro de ella. Mi asco creció, me despegue de ella metiendo mis brazos entre nosotros.

—Por favor, bájate.

—Bebé...

—Bájate ya mamá.

Ella obedeció, se incorporó a un lado de mi y me apretó ligeramente el hombro. Yo no quería saber absolutamente nada de ella, me puse de pie y quite su mano de mi cuerpo. Necesitaba aire, salí al balcón de la recamara después de meterme la verga en el pantalón. El atardecer llenaba de tonalidades naranjas el cielo.

—Supongo que tienes muchas cosas que pensar.

Al voltear esa hermosa vista quedó opacada por mi madre bañada en mi leche.

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