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Vacaciones en tren

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Después de unos meses de intenso trabajo conseguí organizarme unos días de vacaciones, libres de obligaciones, sin prisas, sin estrés, con todo el tiempo del mundo. Le propuse a Beth, mi pareja des de hace cinco años, que hiciéramos un viaje a París y ella no lo dudó un instante, aceptó entusiasmada. Así que como no soy muy amiga de los aviones compré dos billetes de tren en primera clase que nos iban a llevar des de Barcelona a París.

Nos instalamos en nuestra cabina que era una pequeña habitación de lujo: con una cama en la cual dos personas podían dar rienda suelta a todas sus fantasías, un baño minúsculo pero con todo lo necesario (incluida una ducha), hilo musical, mini-bar, teléfono, televisión….

Una vez instaladas decidimos ir a cenar, así que nos cambiamos de ropa y nos pusimos en consonancia con el lujo del tren: Beth se puso un vestido color champán de punto que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, por lo que evidentemente no se pudo poner ropa interior. Y yo me puse una camisa de corte masculino de color blanco y una falda que me llegaba hasta medio muslo. Yo sí me puse ropa interior: un sujetador sin tirantes que se podía vislumbrar perfectamente a través de la camisa y un mini-tanga de color negro.

Antes de salir de la cabina cogí a Beth por las mejillas y le di un profundo y húmedo beso: mmmmmmmm!!!!!! Que rico!!!!! La miré fijamente y guiñándole un ojo le dije con toda la intención:

-Después de la cena, te espera el mejor postre que hayas probado….

-MMMMMMMM….. estoy deseando que llegue el momento –me contestó, pasándose la lengua por sus deliciosos labios.

-¡Vamos! –la empujé suavemente sonriendo- o no saldremos nunca de aquí.

Salvo Beth y yo nadie más viajaba en aquel vagón comedor. Mirando a través de la venta-nilla, íbamos charlando animadamente de nuestras cosas; un camarero guapísimo, por cierto, se acercó a nosotras y con una sonrisa nos tomó nota de nuestro pedido, al tiempo que nos decía:

-Mientras esperan la cena, ¿les apetece una copa?. Invita la casa.

-¿Y eso?

-Bueno –respondió él resuelto- son, sin duda alguna, las dos viajeras más guapas de todo el tren….

Nos hizo gracia su desparpajo y aceptamos encantadas.

Así que Iñaki (que así se llamaba el simpático camarero) nos trajo las copas y se retiró dejándonos a solas, esperando la cena.

Seguimos con nuestra conversación y en un momento dado noté como el pie de Beth subía despacio por mi pantorrilla, por mi muslo… Abrí los ojos sorprendida pero al mismo tiempo encantada y no pude evitar abrir mis piernas para facilitarle el acceso al que, sin duda alguna, era su objetivo…. Mmmmm, se me escapó. Cerré mis piernas atrapando su pie entre ellas… ella me sonrió pícaramente y luego hizo algo que no me esperaba: se metió debajo de la mesa quedando totalmente oculta entre mis piernas.

Traté de disimular pero cuando empecé a sentir sus manos subiendo por mis muslos levantándome la falda tuve que cerrar los ojos de pura excitación. Estaba nerviosa por si nos descubrían, pero era casi imposible. Puse mi cuerpo lo más pegado posible a la mesa. Beth abrió mis piernas, apartó el tanga y empezó a lamerme toda, mientras yo intentaba no gemir para que nadie se diera cuenta lo que estábamos haciendo. La tensión y el peligro me calentaba y me excitaba más que cualquier otra cosa; podía sentir sus senos calientes sobre mis muslos al mismo tiempo que su lengua abría mis labios vaginales y la pasaba por toda mi vagina mientras me retorcía. Sin poder hacer nada, apretaba mis brazos sobre mis senos y trataba de calmarme, pero estaba muy caliente así que tenía que apretar mis labios para que nadie escuchara mis gemidos.

Beth tomó mi clítoris entre sus dedos y lo lamió como si fuera un pirulí. Sentí como su mano abría mis pliegues para insertarme dos dedos que se deslizaron rápidamente dentro de mi sexo húmedo a más no poder. Frotándome de esta manera monté mis piernas sobre sus hombros y me eché para atrás para disfrutar de un profundo orgasmo, quedando exhausta sobre la silla.

-¡¡¡¡Uhhhhhhffff!!!!!!! Ha sido increíble –farfullé. ¿Cómo te has atrevido? –le pregunté entre admirada y horrorizada

-Era una fantasía que quería compartir contigo desde hace mucho tiempo –me contestó con una sonrisa satisfecha y los ojos iluminados por la excitación.

-Te debo una… -le amenacé.

-La estoy esperando –me contestó

En ese momento apareció Iñaki con la cena que ya no tenía ninguna gana de tomar. Estaba terriblemente excitada; en cambio Beth siguió como si no hubiera pasado nada e incluso le dio conversación al amable camarero. Éste después de unos instantes nos dejó para ir a servir a otros pasajeros.

-¡Dios mío! –exclamé- en ese momento me percaté de que en el vagón había no menos de diez pasajeros; pero, en principio, parecía que ninguno se había percatado de nuestra fiesta particular.

Acabamos de cenar y entre miraditas y caricias discretas nos dirigimos a nuestra cabina. Yo no podía más y Beth, aunque disimulaba, estaba tan excitada como yo.

Al entrar en el departamento la empujé contra la pared y de un tirón le bajé el vestido dejando sus pechos al aire; empecé a chuparlos dando pequeños mordiscos de cuando en cuando… Apreté bien fuerte sus pechos con mis manos, tiraba de sus pezones… Beth gemía entre excitada y dolorida:

-¡¡¡¡¡Oooooohh, siiiiii…. Que rico!!!!! -susurraba

Mientras mi lengua se ocupaba de sus pechos mis manos se ocupaban de desnudarla. Una vez conseguido mi objetivo, la observé en todo su esplendor: era la visión más hermosa que podía tener en ese momento. Sin darle tregua abrí sus piernas y empecé a hacerle el mejor sexo oral de su vida.

-Sigue, sigue… -me apremiaba.

Mordía los labios de su vagina a la vez que los estiraba mientras mis dedos apretaban los costados de su vagina. Estaba muy húmeda por lo que aproveché y le metí dos dedos que entraron sin esfuerzos y mientras mi lengua jugaba con su clítoris. Mis dedos no paraban de entrar y salir una y otra vez, una y otra vez…. Sus gemidos eran cada vez más fuertes… A esas alturas no nos importaba quien pudiera oírnos… estábamos desatadas…

Me detuve un momento y le pedí que se diera la vuelta y que apoyara sus manos en la pared, ella aceptó sin dudarlo y volví a penetrarla con mis dedos por detrás; al mismo tiempo mi otra mano acariciaba sus pechos y mi lengua recorría desde su nuca hasta sus preciosas nalgas. Podía sentir que estaba a punto de acabar…

Saqué mis dedos de su sexo y cogiendo uno de mis pechos pasé el pezón bien durito por toda la raya de su vagina dejándolo bien mojado de sus jugos. Sus pupilas se dilataron más si eso fuera posible….

Tapé su boca con la mía para ahogar sus gritos, mientras ella, en señal de rendición, separaba los labios y dejaba entrar mi lengua, nos besamos profunda y pausadamente durante un buen rato. Comencé a besar y a lamer toda su piel, desde el ombligo hasta donde comenzaba su pubis, le lamí las ingles y también el borde de su vulva; la tomé por los tobillos separándole las piernas a medida que se las levantaba, lo que la obligó a recostarse a lo largo de la cama, y a mostrarme su sexo depiladito completamente abierto: aquello provocó otro gemido en su garganta. Yo estaba nuevamente mojada, muy muy mojada. Me incliné sobre ella dándole un lametón tan largo que le empapé de saliva toda su vulva, hasta su clítoris. Le metí la lengua en su coñito, hundí mi lengua en su vagina unas cuantas veces seguidas …

-¡Aaaagggggg!…..¡ooooooohhhhh!…siiii…

-¿Decías algo, cariño? - le pregunté. Y la volví a penetrar con mi lengua…

-¡uuuuuhhhhh!…¡aaaaaaaaahhh!… …

-¿Te gusta de verdad, amor?

-¡uuuuuffff!…siiii… si cielo… oooooohhh !!!!!!

Y, al tiempo que la penetraba con la lengua, empecé a deslizar mis dedos por los bordes de su vulva, acariciando su inflamado sexo, moviendo mi dedo con paciencia, recorriendo delicadamente su rosada rajita de arriba abajo, hasta llegar muy cerca del clítoris.

Y le metí mi dedo corazón hasta el fondo de su coño, muy despacio, para que pudiera sentir intensamente cada milímetro de mi avance, a la vez que le lamía suavemente la base del clítoris...

-¡Ooooohhhhhh!….sii… ¡mmmmmmmm!… -Beth se retorcía de gusto.

Me acariciaba el cabello y apretaba mi cabeza contra su sexo, mientras movía sus caderas adelante y atrás, hundiéndose cada vez más profundamente mi dedo en su vagina y frotando intensamente su clítoris contra mi lengua. Y aquello era sólo el principio

Me entretuve un rato en la intensa sesión de dedo, y después se lo saqué lentamente de la vagina, empapado en sus fluidos… Le acaricié la cara interna de los muslos, metí la mano entre sus nalgas y llevé mis dedos hacia la entrada de su culito, frotándolos contra aquella abertura que ahora se empezaba a lubricar y a dilatar para mí. Después me incorporé, y acercando mi boca a su oído, le susurré:

-¿O es quizás por aquí por donde lo quieres, mi amor?- al mismo tiempo que le metía el dedo en el ano, hasta el fondo, mi dedo corazón resbalando por las paredes del más secreto de todos sus agujeros…

-¡oooohh!…¡nnnnnnnggggg! siiiiiii, siiiiiiiiii…¡ooooooohhh!…

De la boca de Beth escapaban gemidos de placer. Y yo estaba empezando a ponerme seriamente cachonda otra vez. Las ganas de seguir penetrándola luchaban con el deseo de mi coño por irrumpir en escena. Pero ya habría tiempo más adelante… Ahora era el momento de seguir "castigando" su travesura en el vagón-comedor…

Y eso fue exactamente lo que hice, le di un generoso chupetón en el clítoris y ella se volvió a estremecer, cerró su esfínter de golpe y mi dedo quedó atrapado con firmeza entre sus paredes… Comencé entonces a girar el dedo, lentamente, dentro de ella, acariciándola desde lo más profundo de su vientre hasta la entrada del ano. Podía ver su culito abierto, carnoso, mojado y rendido a una caricia tan intensa como larga. Luego, Beth volvió a relajarse, su esfínter soltó de nuevo mi dedo, y aproveché para sacárselo del culo muy despacio, mientras seguía lamiendo su clítoris, sacándoselo fuera del capuchón, soplando sobre él y empujándolo otra vez con la lengua, hacia adentro, hundiéndolo entre los labios de su vulva, al mismo tiempo que volvía a penetrarla por detrás con el dedo. Aquello la volvía loca, y ya no me dejó sacarle más el dedo del culo. Todo lo contrario. Me cogía la mano y, con fuerza, tiraba de ella hacia adentro, para volver a meterse el dedo otra vez hasta el fondo de su secreto escondite…

Con mi boca todavía en su coñito, empecé a quitarme la camisa y la falda. Me quedé con la blusa por fuera y la falda a medio bajar, mientras seguía lamiendo la rajita de Beth. Me incorporé un momento para dejar caer la falda al suelo del vagón, me desembaracé de la camisa como si fuera una camiseta, y me quedé frente a Beth, en tanga y sujetador. Y ya no pude esperar más. Metí mis manos bajo sus nalgas, la atraje hacia mí, la coloqué ligeramente de lado, y me metí entre sus piernas. Notaba su coñito húmedo entre mis muslos y con cada movimiento, cada vez que me frotaba contra su sexo desnudo, notaba que mi tanga se iba mojando cada vez más y más…

-¡oooohhhhhhhh!…¡ nnnnnnnggggggggg!…

-¡uuugggggghh!…¡ mmmmmmm!…

Nos estábamos poniendo a cien las dos, mi tanga se había convertido en un trapo empapado en mitad de mis nalgas. Un trapo muy mojado y deliciosamente cálido… Lo aparté un poco con los dedos, hacia un lado, dejando mi vagina al aire. Me separé los labios con los dedos y junté mi coñito con el de Beth, nuestros sexos se tocaron, y comenzaron a frotarse, resbalando en su propia humedad, acariciándose mutuamente, el uno sobre el otro. Y yo sentía que mi clítoris se ponía en erección, buscando la vagina de Beth…

Cuanto más frotaba mi vulva con la de ella, cuanto más me apretaba ella las caderas con el interior de sus muslos, cuanto más duros se ponían nuestros pezones, cuanto más me arañaba la espalda mientras yo le daba suaves azotes en su culito, cuanto más traqueteaba aquel tren, más segura estaba yo de que acabaría corriéndome sobre el precioso sexo mojado de mi amor…

Beth me acariciaba los senos con sus manos suaves y sudorosas. Se puso a chuparme los pezones, y yo sentía que me volvía loca… Entonces tomé una de sus manos, y empecé a lamerle los dedos. Ella estaba encantada, y se dejaba hacer, totalmente entregada a mis juegos. Yo la cabalgaba mientras ella me metía los dedos en la boca y a veces dejaba de chuparme los pezones, me miraba fijamente a los ojos y me sonreía.

Me saqué los suaves dedos de Beth de mi boca y los conduje hacia el interior de mis nalgas, acercándolos poco a poco hasta la entrada de mi ano.

-Ahora me toca a mí –le susurré al oído.

Entonces coloqué su dedo mas largo frente a mi oscuro agujerito y … ¡mmmmmmmmm!… me lo metí todo dentro. El dedo resbaló hasta el fondo, repleto de saliva, frotándome con fuerza los bordes del ano, haciéndome estremecer de gusto.

Beth susurraba entre gemidos, mientras yo cabalgaba sobre su dedo, y ella lo giraba dentro de mí, a izquierda y derecha; cada vez que me lo hundía bien dentro, mi clítoris se ponía más duro, más salido, y entonces volvía a acercar mi sexo al suyo y empezaba a frotarme contra su vulva, recorriendo los labios de su preciosa rajita hasta llegar a su clítoris, y ella, al sentir mi pequeño apéndice juguetón acariciar su lindo botoncito rosado gemía y se agitaba aún más…

-¡mmmmmmmm!… ¡ooooohhh! …¡aaaaahh!… Laura…. Es increíble…… mmmmmmm

-Te encanta que te folle así, ¿eh, pequeña?

-Mucho, mucho… ¡ooooohhhhh!… -jadeaba

Y yo seguía acariciando su clítoris con mis labios menores, y luego me giraba un poco, para que nuestros pequeños botones volvieran a juntarse. Sentía que ella estaba vencida, dejándose follar sin condiciones, y aquello me excitaba muchísimo. Beth empezó a arañarme y pellizcarme las nalgas. Era delicioso.

Después metió su mano bajo mi coñito abierto y me penetró con dos de sus dedos. Metía y sacaba los dedos con fuerza, frotándome muy intensamente las paredes de la vagina, y al mismo tiempo mi ano se estremecía, y, como si Beth me hubiera adivinado el pensamiento, su otra mano se plantó arrogante a la entrada de mi agujero y me metió bien adentro otro par de dedos. Mi culo y mi rajita se dilataban y se contraían simultáneamente, recibiendo aquel regalo que Beth me daba por duplicado, por delante y por detrás. Una y otra vez, contenciosamente, dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera…..

-¡!!ooooooohhhhhhhhh!! …¡mmmmmm!!…¡nnnnngggg! … ¡así!… así, así… -farfullaba yo enloquecida.

Aquello era perfecto…. Cuando estaba cerca de correrme, coloqué mi mano entre sus nalgas y le metí dos dedos en su culo. Al sentir su esfínter tan dilatado, Beth empezó a gritar de placer y a mover las caderas rítmicamente, con las piernas muy separadas y la espalda arqueada, concentrada en la sensación que le proporcionaban mis dedos.

Seguimos follándonos la una a la otra cada vez más fuerte, más rápido, más desesperadamente; ahora ella tumbada boca arriba sobre la cama, con las piernas levantadas y flexionadas sobre la tripa, y yo a cuatro patas, sobre ella, con mi culo sobre su cara. Mis dedos entraban y salían de su vulva rosada mientras lamía y mordisqueaba enloquecidamente su clítoris erecto, a la vez que los impacientes dedos de Beth penetraban intensa y profundamente en mi coño, y yo le suplicaba, entre gemidos, que me metiera la lengua en el culo … El sesenta y nueve perfecto…

-¡¡¡ooooooohhhhhhh!!!…-sentir su lengua ahí dentro fue algo maravilloso-….mmmmmm

Y cuando las dos estábamos ya al borde del éxtasis, me di la vuelta y me volví a colar entre sus piernas, hundiendo mi clítoris dentro de su vagina y ya no paré de frotarlo, intensamente, dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera de su delicioso coñito. Beth estaba recostada de lado, con sus dedos separando los labios de su vagina, y con la pierna levantada, para ofrecerse por entero a las caricias que mi coño y mi clítoris le proporcionaban, y yo me frotaba enloquecida entre sus piernas y entonces empezamos a gemir, a gritar, cada vez más fuerte, hasta que nos corrimos por última vez, y esta vez nos corrimos juntas…

-¡Aaaaaaaaggggggggggggg! ….¡¡¡ooooooohhhhhh!!!! …

-¡uuummmmmmm!!! oooooommmmmmm!!…

Fue un gran orgasmo, un largísimo y profundo orgasmo repleto de sensaciones compartidas, perdiendo la noción del tiempo y del espacio, completamente desnudas, la una fundida con la otra.

No sé cuántos minutos pasaron mientras nos disolvíamos en puro placer, yo muriendo en su boca y ella en la mía, sintiendo su vagina junto a la mía, las dos temblando de excitación, jadeando, sintiendo el ritmo de nuestras contracciones, disfrutando de aquel momento perfecto que parecía haberse detenido en nuestras mentes…

Estábamos tan concentradas en nuestras sensaciones, en nuestro placer que nos costó oír que alguien llamaba a la puerta. Con desgana me levanté de la cama, me puse una bata y me fui a ver quien era:

-¿Si? –pregunté sin abrir la puerta.

-Perdonen la molestia –dijo la voz de nuestro amable camarero- Pero sus vecinos de compartimiento se han quejado de ustedes…

Beth y yo nos miramos con una sonrisa de inmensa satisfacción. Le hice una pregunta silenciosa y ella encogiéndose de hombros me susurró:

-Abre la puerta y se lo explicamos en directo.

-¿Estás segura? –le pregunté

-Claro. Parece un buen tipo. Y todavía nos quedan muchas horas de viaje.

Así que le abrí la puerta y lo invité a pasar:

-Entra, así no se enterarán los otros pasajeros.

Él, sorprendido, entró en la cabina y enseguida se dio cuenta de lo que acababa de pasar. Beth seguía echada en la cama, satisfecha y lánguida. Algo incómodo, nos dijo:

-Perdonen, otra vez. Pero teníamos que atender las quejas de los otros viajeros.

-Claro, Iñaki. Lo entendemos perfectamente –le dije yo. ¿Ya has acabado tu turno? ¿Te apetece una copa? –le dije señalando el mini-bar.

-Mmmmm…. Si…. Bueno… acabo en media hora –nos dijo.

-Pues si apetece esa copa…. Ya sabes donde encontrarnos –le invitó Beth desde la cama.

-Si, claro. Me encantaría –dijo sin dudarlo un instante. En seguida vuelvo.

Tal y como dijo tardó unos cuarenta minutos; minutos que nosotras aprovechamos para refrescarnos un poco. Volvieron a sonar unos golpes discretos en la puerta y esta vez abrimos sin dudar. Allí estaba Iñaki recién duchadito, con el pelo húmedo, perfectamente afeitado, con una camisa clarita, unos pantalones holgados y una inmensa sonrisa en su rostro.

Pasó al departamento sin dudar y nos saludó con lo que nos parecía su habitual buen humor y simpatía. Le ofrecimos la copa y él aceptó sin dudar. Mientras charlábamos sentados en la cama de cosas sin sentido, Iñaki nos dijo misterioso:

-¿Sabéis una cosa?

-¿Qué? –preguntamos las dos casi a coro.

-Pues, hace un rato, en el comedor… Os estaba observando porque me parecías dos mujeres preciosas y…. me quedé obnubilado con vuestro "aperitivo"…

-¿Lo viste? –preguntó Beth encantada- Y, ¿qué te pareció?

-¡¡¡¡¡Uuuuuuuffff!!!!!!!! Solo de recordarlo me pongo a cien –nos dijo.

-¿Ah, si? –dijo Beth poniendo su mano muy cerca de su sexo.

-¡¡¡¡Oooooh, siiiii!!!!! –jadeó él

Lo cierto es que ya podíamos ver un enorme bulto en el frontal de sus pantalones. Beth rozó sus labios con su lengua sin dejar de acariciar su entrepierna. Iñaki no dudó un instante… Se apoderó de su boca con ansia y la besó profundamente… lengua contra lengua… larga y húmeda... Mientras yo observaba, un poquito apartada…

Sin mediar más palabras Beth se sentó en el borde de la cama y desabrochó su pantalón al tiempo que se lo quitaba y observaba divertida que no llevaba nada debajo; nos sorprendimos agradablemente al ver la descomunal verga de Iñaki; Beth no perdió un segundo y procedió a acariciar sus gordas bolas, las masajeaba suavemente, se embriagaba con su olor, descorría su pellejo para admirar su gorda y lisa cabeza, sus manos se aferraban a su grueso tallo mientras la punta de su lengua se posaba en su prepucio, su lengua empezó a recorrer toda su extensión y empezó a introducirse aquel falo, momento que aproveché para desnudarlo completamente mientras Beth seguía atragantada con aquella enorme polla.

Entonces Iñaki se acostó en la cama con nosotras, nos arrodillamos y agachándonos sobre su verga empezamos a chupársela entre las dos, Beth me confesó (mucho más tarde) que nunca había visto y disfrutado de una verga tan grande y deliciosa. La veía comerse esa verga con mucho gusto y placer; no estaba acostumbrada a ver como mi chica se comía la verga de un desconocido y estaba totalmente excitada; ella se lo introducía cada vez más profundo, su boca se adaptaba a su tamaño y cada vez introducía mas en su garganta, la tragaba lo más profundo que podía, me la ofreció para compartirla, nuestras bocas recorrían esa verga en toda su extensión, chupándola alternadamente y besándonos entre nosotras, Iñaki gemía de gusto al sentir las dos mujeres que le chupaban la verga, me incorporé un poco y separando a mi chica puse su verga entre mis pechos, pajeándosela con ellas, su liquido pre-seminal embarraba mis pezones y Beth chupaba y se repartía comiendo mis tetas y chupando su jugosa verga.

Iñaki sintiendo que estaba apunto de acabar, y no queriendo hacerlo aún, se levantó y le pidió a Beth que se acostara boca arriba, se dirigió a su sexo y comenzó a chuparla fuerte, mordiendo su clítoris; yo me senté sobre ella y le di a saborear mi mojado sexo, ella gemía fuerte, disfrutando de la mamada de Iñaki y eso hacía que hundiera más su lengua en mi coñito. Entonces Iñaki se puso sobre ella, tomó su verga y apuntó directamente a su chochito completamente mojado, yo me agaché sobre ella en posición de 69, quedando en primer plano viendo como Iñaki iba a follarse a mi chica.

Adelantándome cogí su gruesa verga y se la chupé bien, mojándola toda con mi boca, recorriéndola con mi lengua; escupí un poco en la vulva rosada y ansiosa de Beth y con mi mano la dirigí a su sexo; él la tomó por las piernas las colocó sobre sus hombros y la fue penetrando despacio, lentamente pero sin detenerse:

-¡¡¡Dios!!!! Mmmmmmmmmm!!!!!! Aaaaaggggggg!!!!!! -Beth gimió ahogada

Podía sentir la gran polla de Iñaki que la clavaba y la iba llenando, se relajó para disfrutarla, eso permitió que Iñaki la penetrara por completo, solo se detuvo al sentir sus huevos chocar contra sus nalgas; yo empecé a chupar su clítoris para relajarla más y que se lubricara bien, él dejó su verga dentro de ella hasta que la notó lista, entonces comenzó a follarla, a bombear su polla dentro de su raja, iniciando el movimiento de vaivén, entrando y saliendo, entrando y saliendo de su vulva que ahora la recibía sin problema. La verga enorme y dura la penetraba fuerte, Iñaki aceleraba sus movimientos, haciéndolos más fuertes y rápidos.

Beth gritaba de placer, Iñaki por momentos sacaba su verga y la metía en mi boca y luego la volvía a clavar por completo en su sexo; mientras Beth, gozando como una loca, empezó a comerse mi sexo que estaba totalmente mojado por la excitante visión mi chica follada por un desconocido. Iñaki inició unas embestidas intensas, Beth ya totalmente excitada y a punto de explotar, no podía ni chupar mi coñito. Sentí sus gritos anunciando su orgasmo, sus uñas se enterraron en mis nalgas, su sexo explotaba en jugos, eso hizo que Iñaki no aguantara más y la clavara hasta el fondo de su vagina y también explotara, casi podía sentir como su abundante leche estaba inundando el sexo de Beth.

Iñaki le dió varias estocadas más hasta descargar toda su leche y Beth prolongó su orgasmo mientras él lo hacía; besé a mi chica durante unos instantes, y luego saqué la verga que la poseía y la lamí toda, chupándola y dejándola limpia de su leche y de los jugos de Beth. Ambos se levantaron y se pusieron sobre mí, me dijeron que era mi turno de gozar, entonces me acostaron e Iñaki lamía mi sexo y mi culito, mientras Beth se ocupaba de mis tetas. Ambos me daban mucho placer, entonces Iñaki me puso en perrito y me penetró desde atrás; Beth se colocó delante de mí, abriendo sus piernas y ofreciéndome su rasurado chochito me puse a comérselo, mientras él me follaba de una manera salvaje, dura y fuerte.

Iñaki me penetró duro, una y otra vez hasta hacerme acabar con una fuerte corrida sobre su verga que mojé toda con mis jugos; chupé con rabia la vagina de Beth y entonces le dije que montara a Iñaki; éste se acostó boca arriba y ella se montó de espaldas a él, cabalgándolo. Yo me puse delante de ellos y lamía alternativamente los testículos de él y el sexo de mi chica; me comía su verga al salir de ella, Beth lo cabalgaba como nunca, su sexo devoraba esa enorme verga; Iñaki la tomaba por las caderas y la clavaba contra su polla, metiéndole hasta el último milímetro de su descomunal aparato; Beth lo cabalgaba salvajemente y no tardó en acabar dando gritos de placer, entonces se bajó de esa verga y yo tomé su lugar, pero de frente a Iñaki, ambos tomamos un ritmo fuerte e intenso, mi sexo subía y bajaba por todo lo largo de su verga.

Beth arrodillada y bañada en sudor lo besaba a él y chupaba mis tetas, yo seguí montada en su verga, hicimos más rápido y duro el ritmo hasta que juntos acabamos en un inmenso orgasmo; mi sexo explotó sobre su verga, que me llenó de su lechita caliente. Ahora fue Beth la que se encargó de limpiar su verga y también mi sexo, bebiendo mis jugos y también la leche de Iñaki que llevaba adentro.

Los tres deseábamos seguir pero necesitábamos tomar un descanso para recuperar fuerzas. No sé cuanto tiempo dormimos, pero algo me despertó: notaba, entre sueños, unas deliciosas y familiares caricias que bajaban por mi vientre liso, llegaban a mi pubis depilado… Era Beth que lamía mi sexo, el cual se humedecía por momentos; su lengua recorrió mis labios vaginales hundiéndose en mi interior, tomó mi clítoris con sus dientes, chupándolo, succionándolo; mi rosado botón respondió a sus caricias, se puso duro, nuestros sexos se mojaron, una vez más, completamente; su lengua me recorría toda de arriba abajo, llegando a mi culito, me recorrió con la punta de su lengua y mis gemidos eran más fuertes, el deseo volvió a dispararse... La volteé y me puse encima de ella:

-Ahora es mi turno –le susurré contra su boca

Mi lengua abría su culito y dos de mis dedos penetraban en su rajita mojada, ella se movía contra mí, gimiendo y gozando, mis dedos la penetraban fuerte y mi lengua lamía todo su culito, apoyé mi boca sobre su sexo y la empecé a chupar fuerte, mi lengua se enterraba dentro de ella y sus jugos caían por mi boca, la chupaba toda, rápido y duro, ella separó más sus largas piernas y me tomó por la cabeza apretándome más contra su coñito, se movía sobre mi boca, gemía fuerte, sentí llegar su orgasmo y su sexo estalló en un gran orgasmo, una ola de jugos cayeron en mi boca, los bebí todos, chorreaba por mis labios, su cuerpo convulsionado por el orgasmo se entregaba en mi boca, no paraba de tragar todos sus jugos, la chupé toda hasta que se quedó quieta, satisfecha.

Subí besando su cuerpo, hasta quedar sobre ella y besarle en la boca, nuestras lenguas se unieron y compartimos sus jugos, durante un rato estuvimos acariciándonos y chupándonos las lenguas con la mezcla de nuestra saliva y sus jugos; me levanté un poco más dejando mis pechos a la altura de su boca, rápidamente los tomó con sus manos y empezó a chuparlos, se comía mis pezones, que se pusieron muy duros y erectos, ella los comía con deleite, entonces me incorporé un poco más y sentada sobre su cara, puse mi coñito en su boca, ella abrió mis labios con sus dedos y hundió profundo su lengua:

-¡¡¡¡Siiiiiiiii!!!!!! Oooooohhhh!!!! -di un fuerte gemido de placer.

Sentía su lengua en mi interior, recorriéndome en círculos, lamiendo todo mi sexo, la refregaba por su boca una y otra vez, su lengua serpenteaba en mi interior.

Beth tomó mis nalgas y me movía más sobre su boca; mi sexo anegado mojaba su cara con mis jugos, ella me comía fuerte, profundo, y yo gemía más fuerte aún; disfrutaba como mi amor comía mi sexo, lo hacía más rápido ahora, su lengua muy profundo dentro de mí:

-Córrete en mi boca –me pidió mirándome con esos dulces ojos lujuriosos.

Y volvió a hundir su cara en mi vagina, no pasó mucho tiempo, apreté mis pezones y dando un grito de placer me corrí fuerte en su boca; restregué mi sexo en su cara mientras mis jugos llenaron su boca, ella los bebió todos, lamió mi raja con deleite absorbiendo hasta la ultima gota de mi monumental corrida.

Me puse sobre ella y empecé a recorrer toda su cara, lamiendo mis propios jugos, luego nos besamos, mi lengua invadió su boca buscando la suya en un beso apasionado y prolongado, quedamos así abrazadas, convulsionadas, extasiadas, pero ambas con ganas de más.

Sorprendentemente Iñaki seguía dormido a pesar de nuestros gemidos pero Beth notó que tenía una buena erección, así que se fue acomodando hasta alcanzar la polla dura de Miguel y de un bocado tragársela toda; vi como la chupaba fuerte y al sacarla de su boca ya pude notar que la tremenda verga de nuestro amigo se presentaba en su máximo esplendor. Ella ya la tragaba hasta su garganta, la intensa mamada despertó a Iñaki con una sonrisa en su cara debido a como gozaba con la caliente boca de mi chica comiéndose su verga; ella se acomodó y comenzó a masajearla y succionarla fuerte y duro, Iñaki se incorporó sobre la cama y poniéndose frente a ella cogió con sus manos su polla y dejó su enorme verga para que se la comiera; Beth lo hizo con gusto, tragándosela toda; Miguel la tomó por la cabeza y empujó haciéndola devorar completamente su verga, se la clavaba fuerte, se movía y la cogía por la boca. Entonces Iñaki sacó la verga de su boca, y la hizo recostarse bien sobre mí, con su espalda sobre mi pecho, se puso delante de ella y apuntó su descomunal verga a su sexo, la refregó sobre ella; Beth gemía, le pedía que la follara, Miguel le daba golpecitos con su polla en su raja mojada:

-¿La quieres? – le preguntó– Pídemela

-Te deseo. ¡¡¡Fóllame toda!!!!. Méteme esa verga, necesito que me la metas toda –le exigió Beth.

Iñaki la miró y de un golpe le clavó todo su aparato hasta el fondo. Beth dio un grito ahogado, sentía su agujero lleno mientras mis manos se aferraron a sus senos, palpando la dureza de sus pezones.

Iñaki la besó con fuerza en la boca ahogando cualquier grito, veía sus lenguas entrelazadas y empezó a follarla con fuerza; le daba unas embestidas duras y largas. Eso los llevó al máximo placer, Beth daba gritos y aullaba de placer; no tardó en estallar en un tremendo orgasmo, sus jugos recorrían la verga de Iñaki haciéndole extender el éxtasis durante mucho tiempo, hasta que su cuerpo convulsionado quedo casi sin moverse sobre mí; Iñaki aceleró sus movimientos; entonces a punto de acabar, la sacó de dentro de Beth y colocándose sobre nosotras, empezó a lanzar grandes chorros de leche que caían sobre nuestras caras, sobre todo de Beth que estaba encima mío, pero yo también recibía bastante; él seguía acabando, su corrida era abundante, su leche caliente y espesa caía por nuestras tetas y boca, cuando terminó se agachó un poco y dio a chupar la verga a Beth que se la tragó completa y se la dejó bien limpia, bebiendo los restos de su leche y sus propios jugos; entre las dos lamimos y chupamos toda la leche que nuestro amante había dejado sobre nuestros cuerpos hasta besarnos y beber las ultimas gotas compartidas en nuestras bocas.

Después entre exhaustos y satisfechos nos dispusimos a descansar y a disfrutar de las sensaciones que habíamos compartido. Todavía nos quedaban muchas horas de viaje, muchas experiencias y mucha diversión en los quince días que nos quedaban de vacaciones y Beth y yo pensábamos disfrutarlas al máximo.

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