Mi primo y su esposa vienen de visita, ella esconde el oscuro deseo: La doble penetración es una de sus fantasías más recónditas, ahora están dadas las condiciones, discreción y seguridad, es el momento de realizarse como una putita, nosotros los artífices de su deseo
Había recibido la visita de mi primo Hernán, venido a Buenos Aires por trámites y algo más…
En el tiempo libre aprovechamos para retomar la costumbre del libertinaje de solteros, ahora teníamos una integrante más, René, su esposa, pulposa mujer de unas veinticinco gloriosas primaveras.
El da lo habíamos pasado juntos, abundante almuerzo rociado del mejor vino, siesta feroz para reponernos del pantagruélico encuentro, por la noche, frugal cena y asistir a la disco de nuestras correrías. Salir y disfrutar a full, bailar y beber como cuando éramos tan jóvenes, noche a lo grande, lugar en el vip, disfrute fabuloso, René estaba exultante, alegre y provocativa, disfrutando de un lugar tan exclusivo, danza y tragos hasta que salió el sol.
Salimos cansados y súper alegres, en el trayecto, el primo recordó que desde hacía cuatro horas René había cumplido años, 25 es un número para festejar. – Wowww!!! Deberíamos festejárselo!!!
– Claro primo, deberíamos…
– Bueno, en lugar de llevarlos al hotel, vamos a mi casa y se lo festejamos. Qué te parece prima?
– Síiii, como digan, si es para festejar, Siempre lista!
En camino nos detuvimos en una panadería que los domingos suele abrir bien temprano para los trasnochados que pasan a comprar medialunas (croisant). Compré una docena y una torta para festejarle los pulposos añitos de René.
Dispuse todo para el festejo, champán y torta, hasta con una vela encendida. Cantamos happy bhirthay, besos y abrazos, nuevo brindis.
– Vamos esposita, es tiempo de soplar la vela.
– La de la torta?
– Claro, no me vas a soplar… (aludiendo a su verga) está el primo presente…
– Te la soplé tantas veces…
La segunda botella, soltó los frenos de la prudencia, la doble intención toma velocidad, las sugerencias hicieron derrapar en las curvas eróticas que la mujer movía al compás de la melodía. Incitada y alentada por el marido, erotismo explícito, jugando fuerte a la seducción.
– Vamos mis hombres, no me van a dejar sola en el medio de la sala. Vamos… quiero a los dos acompañándome… Un sándwich por favor…
Nos acomodamos a cada lado, el esposo por delante, yo por detrás, ella estiró la mano hacia atrás para llevarme más pegado a su trasero. Movimientos súper sensuales de sus nalgas, terminaron por acomodar la verga justo en la raya. La mini bien subida permitía estacionarme apoyándosela bien apretadito.
La situación me ponía en una situación grata por el frotamiento pero harto incómoda por causar algún problema, la bebida justifica tantas cosas.
– Vamos necesito más acción, sentir a mis hombres bailar con la su chica bien cachonda. Herny dile a tu primo que no sea tan tímido, que apriete, me gusta sentirlos, en este momento soy la chica de los dos.
El gesto de Hernán fue complaciente, nos apretamos, bien pegados a, ella sube aún más la minifalda, empina sus nalgas de forma exagerada, sentía la verga en su máxima erección, disfrutaba jugando a ponerla más dura, como si fuera posible. – Primito, trae otra copa para esta mujer acalorada!, no… mejor la botella y le damos del pico. (doble sentido pico por beso)
Tomó un sorbo del espumante y nos compartió, me miró con atención hasta hacerme sentir incómodo por revelar lo abultado de mi erección.
– Wowww y rewowww, mira como se le puso al primito… Hmmm, eso fue todo por mí?
Había revelado lo evidente, seguía subiendo la apuesta. – Vamos, que no es algo que no hubiera visto, está todo bien, súper bien, estamos tan pasados que todo esto será olvidado, verdad esposito?
– Sí, primo todo bien, ella es así, efusiva y provocadora, cuando está con algunas copas de más deja fluir su libido. Estamos entre primos, tranqui, todo bien, te topaste con un culo como este (palmada) y que lo mueve como pocas.
El ambiente complaciente y permisivo, arrasado con la prudencia, el deseo obnubilando la razón, la situación salta los escalones del erotismo de a dos. René eufórica, meneándose con ganas de subir la apuesta, Hernán invitándola a seguir ondulando su cuerpo, mostrando sus curvas, displicente va perdiendo ropas y ganando deseo. – Vamos mi reina, deja caer los pétalos, enséñanos el pimpollo…
No se hizo repetir la invitación, encandiló con su mirada lasciva, cargada de lujuria, bebiendo y dándonos en la boca, se quita el soutién, inclina, moviendo sus pechos bien cerca de la cara de “sus” hombres.
Exhibir los senos, bamboleantes delante de nuestros ojos, mientras se quita la tanguita negra, la arroja sobre mi cara, aplauden por atraparla entre los dientes.
Embriagado por el aroma de su intimidad, su sonrisa es el valor agregado que enriquece el deseo. Se arrodilla entre las piernas del marido, baja el pantalón, la verga surge erecta buscando refugio en la boca de la mujer. Chupa y pajea poniéndolo al palo, se sienta sobre el miembro, frotándose sobre él.
– Vamos primo, está todo bien, no sientes ganas de lamer estos meloncitos (me acerca un pecho).
– Vamos no seas tan tímido, tu primo te lo ofrece, yo te lo exijo. Tocada y lamida, porfa!!
Me sentía en el podio triunfal, mamando el pezón, la lujuria en carne viva, toda la noche imaginando algo así, ahora sentía la realidad en mi boca.
– Vamos, mis hombres, todos “en bolas”. Wowww! Mirá como lo puse al primito, ja! Qué parada la tiene. A ver…, a ver… (nos aproxima las vergas), qué bueno tengo para elegir, una delgada y larga, esta novedad, más grosota. Que regalo de cumple, wowww!!!
Comenzó a movernos, una en cada mano, su boca saltando de verga en verga, hasta las dos en un bocado. La cama fue el sitio idóneo para continuar el juego, tendida entre sus hombres, ofreciéndose a hacer doblete de oferta sexual. Dos bocas acosando sus pechos, cuatro manos buscando las caricias.
Tiene la habilidad como para atender a los dos, montada sobre su marido, me la come toda, cambia de “monta” y él recibe las caricias. Ensartada en mi verga, le cuenta cómo siente la alternancia en el cambio de grosor, nos mira y disfruta poder dominar a sus hombres, sentirlos en ella dispuestos a darle placer. Disfrutar este regalo impensado, gozar la fantasía, el champán facilita el viaje a conocer el lado oscuro de la prima René.
Evoluciona, moviendo sus músculos, aprisiona y ajusta su vagina como pocas mujeres, sabe hacer todo para gustar a un hombre sin perder el control del juego sexual.
– Esposito, te parece si le dejamos probarme de perrita?
Desmonta y se arrodilla, metida entre las piernas de su esposo, mamándolo mientras me coloco por detrás, entrándole de un solo envión. Con su monta encima va reptando sobre el cuerpo de su marido, para que las manos de éste se coloquen en su vagina, excitada doblemente. Los dedos de él mientras tomada con fuerza de su cintura me impulso con toda la potencia y contundencia de la calentura.
Los gemidos de la mujer se enredan con la procaz incitación para hacerla sentir bien puta. Todo vale, su excitación mueve y conmueve los sentidos primarios de un animal en celo, todo se transforma en una vorágine de lujuria, el orgasmo de la hembra transmite sus vibraciones, aprieta los labios, exige la ofrenda masculina. No deja de gemir y exigir, la calentura me lleva al abismo, ponerme al borde mismo del salto al vacío, hago lo imposible por no vaciarme.
– Papi, lo siento, está por venirse… puede venirse dentro mío?
– Claro, puede. Acábale dentro, para eso está. Acábale dentro!
Con el permiso del primo, había caído el último velo, expedito el camino al placer total. Los coletazos del orgasmo de René seguían latiendo, ahogado gemido brotó desde lo profundo de mi pecho, magnífica acabada, a todo meter, hasta el fondo, eyaculación en su estruendoso orgasmo, su mano recoge el rebase de la lechada.
Tomando del pico, terminamos la botella de espumante, caricias y besos ofrecen la continuidad, el marido aún no se había venido, ella dice que lo que sucedió fue solo para “calentar motores”, está lista para mostrar el lado oscuro de su deseo, esto fue solo el aperitivo, ahora va por el plato principal.
Tenía precisión y contundencia, claro y preciso, ahora va por la doble penetración. En poco tiempo su lujuria volvió a llenar de calentura, lamerme la verga, elogiar el sabor salado del polvo anterior. Con esa mamada me puso en erección máxima. Monta sobre su marido, comienza a moverse, evolucionando, rotando y agitando sus caderas, tendida sobre él, curva y eleva sus nalgotas, ofreciéndome el marrón.
Una palmada en sus nalgas acompaña el pedido de montarla, quiere concretar la fantasía, dos hombres dentro.
Sin hacerme repetir el envite, dispuesto a cumplir el deseo, sus manos separan las nalgas, un poco de los jugos vaginales y otro poco de saliva, hacen las veces de lubricante, la cabezota apoyada justo en el centro del hoyo. El esfínter late de ansiedad, vibra al primer intento, más saliva y más ganas me impulsan nuevamente, de un golpe entró, solo la cabeza, el gemido estremece y sacude, los brazos del marido sujetan el intento por retirarse, aprieta y somete para que atraviese el esfínter. Toda la cabeza se perdió en el oscuro mundo anal.
El marido comienza a moverse elevándose y entrando en su vagina, mis manos agarradas a sus caderas me impulsan. Nos vamos acomodando para entrarle y movernos dentro de ella, sentimos la presencia del otro dentro de sus carnes, aprendiendo a movernos, tomando ritmo, agitándonos, ajustando y afinando el concierto de instrumentos.
– Papi, me duele, me duele… pero me gusta…
Todo está dicho, todo dispuesto, dos hombres y un destino, hacerla vivir la doble penetración, hacerla doblemente mujer. La molestia y el dolor anal, deja de tener sentido, las emociones condicionan, los dos estamos inmersos en la vorágine pasional de llenar sus agujeros, colmar sus deseos más oscuros.
Tengo más libertad de movimientos, manejar la parte más sensible del el placer, ensartada por delante y por detrás, estrujada entre dos cuerpos puede dominar el placer de sus hombres.
– Vamos, más acción, quiero sentirlos, moverse. Cójanme!!!
Gime y vocifera, gruesos epítetos incitan y promueven la lujuriosa intrusión, no quiere gentilezas, dice que necesita sentirse bien puta, que no le importa más nada que sentirse la más puta de todas.
– Vamos cabrones, quiero sentirlos, que me rompan toda, que me llenen de leche.
Nos sumamos a sus gemidos, abrazados le estamos haciendo sentir como esa puta que necesita ser, los movimientos se tornan violentos y hasta frenéticos, el orgasmo de René brota y emerge entre los quejidos por la intrusión bien salvaje dentro del ano.
El marido le anticipa que está por venirse, amaino la penetración para dejarlo venirse, siento como ella transmite los latidos. La breve pausa tonifica para retomar el violento ritmo de la cogida.
La muchacha continúa con los espaciados remezones del orgasmo primario, las entradas a fondo me están llevando al fin del camino, los primeros latidos que anticipan la corrida interna. Envión a fondo llegó con el primer chorro de semen, los siguientes fueron con leves movimientos, bien en el fondo, descargando la energía viva en el fondo del ano.
Permanecimos quietecitos, velando el reposo de los guerreros. Fui el primero en salirme, dejando escurrir buena cantidad de leche que se escurrió hasta rociar los testículos del marido.
Qué placer poder observar el efecto de una cogida impiadosa, saliendo del ano, escurriendo semen en la retirada, el anillo demora en retomar el tamaño inicial, me regala la visión del interior rosado.
Transitado los primeros instantes de la doble penetración, manifiesta los primeros síntomas del acoso sexual, los latidos por haberle abierto el ano, no opacan el placer de haberme recibido con tantas ganas.
Esa noche dormimos en cama de tres, en la mañana, antes de que se despierte el primo hicimos un rapidito, con final dentro del ano.
Se quedaron dos días más, todas las noches repetimos cama de tres, la doble penetración quedó como tarea pendiente para el próximo viaje.
Tu fantasía también incluye esta variante? Quisiera saberlo, [email protected]
Lobo Feroz