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Ayudando a mi hijo menor a superar una ruptura
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Era un día de verano caluroso. Había más de treinta grados centígrados en la sultana del norte en México. El clima de la casa se había averiado y el técnico no había llegado a la hora que había indicado. Mis dos hijos mayores habían salido a un parido de futbol que tenían en la liga del Kalcho cerca de la casa. El único que se quedó conmigo fue mi hijo Manuel, o “Many” como le decíamos desde pequeño. Tenía apenas dieciocho años y ya había tenido su primera gran ruptura de amor.

No quería salir de su cuarto y no había querido ir a jugar con sus hermanos al futbol. Trate de llevarle de comer, pero apenas y pudo probar bocado. Estaba muy deprimido y yo ya no sabía qué hacer. Subí a su cuarto en un nuevo intento por tratar de que platicara conmigo pero no me recibió, me dijo que lo dejara solo. Yo insistí hasta que por fin me dejo pasar.

-¿Qué te pasa mi amor? jamás te había visto así, de esta manera, tan agobiado.

-Lo que pasa, es que… es que me da pena hablar contigo de estas cosas mamá.

-Tú sabes que puedes contarme lo que sea mi cielo, para eso soy tu mami.

-Bueno, es que, tuve problemas con mi novia, bueno ahora exnovia Alejandra.

-Eso me imagine amor, pero ¿qué tipo de problemas tuviste?

-Bueno, ya sabes que ahora no es como antes, las chavas de ahora buscan tener relaciones sexuales muy rápido y pues Ale no era diferente a ellas.

-Aja

-Bueno, ella me dijo después de unas semanas de andar juntos que quería estar conmigo, yo le dije que no había tenido experiencia con ninguna mujer antes.

-Eso está bien amor, aun eres muy joven y no todos comienzan su actividad sexual tan temprano, cada quien tiene su propio ritmo.

-Sí, eso lo sé, ella no se molestó por eso, fue muy comprensiva y me dijo que ella me enseñaría poco a poco.

-¿Qué hicieron después, tuvieron relaciones sexuales?

-Fuimos a su casa un fin de semana en la tarde, ya que sus papas se habían ido de viaje a Torreón

-Me imagino que ahí tuviste tu primera relación sexual.

-Sí, solo que no fue como lo esperaba

-¿Pues qué paso mi amor?

-Subimos a su cuarto y ella comenzó a besarme poco a poco mientras ambos nos quitábamos la ropa.

-¿Usaste protección verdad?

-Sí, el problema es que el condón que ella llevaba no me entraba, y cuando por fin me entro no me llegaba ni a la mitad de mi parte.

-Mmm ya veo más o menos cual es el problema.

-Ella dijo que no importaba porque se estaba cuidando con pastillas anticonceptivas.

-Yo confié en ella y decidimos hacerlo así.

-Eso es peligroso mi amor, porque a pesar de que tal vez hay menos probabilidades de que ella quede embarazada, aun así puede contagiarte otras enfermedades sexuales.

-Eso no lo sabía mamá

-Es muy importante que te informes bien antes de tener relaciones con cualquier persona, uno nunca sabe que tiene el otro en su organismo, hay que ser cuidadoso, después de esto te voy a ir a hacer unas pruebas solo para estar seguros.

-Si ma, está bien. Bueno el problema vino cuando comenzamos a hacer el amor, ella me abrazaba fuerte pero me arañaba la espalda y eso me dolía, y al parecer a ella le dolía cada vez que entraba en ella, tanto, que lloro al final de dolor.

-Mira mi amor, eso es normal en nuestra familia, tú vienes de una familia donde la mayoría de los hombres siempre han sido bien dotados.

-¿En serio?, es que yo no creo que sea normal, se ve muy extraño.

-Mira tu abuelo, siempre tuvo un pene enorme, yo una vez lo vi desnudo cuando se cambiaba en su cuarto y se acababa de bañar con agua caliente y tenía una erección y ¡ay dios! Parecía un pepino, pero con piel amor.

-Si ándale así se ve el mío, como si fuera un pepino, se ve muy gordo y yo tengo miedo de que este enfermo

-Mi amor, mira ¿te sentirías más tranquilo si te doy una checada?

-Pero es que tú eres mi ma, me da pena.

– Mi amor, recuerda que soy doctora y soy uróloga, ¿tienes idea de a cuantos hombres les he visto el pene?

-Pues si tienes razón mamá.

Mi hijo se puso de pie al lado de su cama y comenzó a desabrochar su pantalón de mezclilla, aun titubeando. Yo me senté en la cama y espere impaciente por ver aquel miembro prominente. Se notaba un gran bulto en sus jeans apretados y solo podía imaginarme como seria. Su bóxer Playboy aprisionaba un gran animal. A mí solo se me hacía agua la boca. Le ayude desesperada a bajarlo y por fin estuvo ante mis ojos. Un pene tan enorme como el de su abuelo. Ninguno de sus hermanos alcanzaba ese grosor y ese tamaño. Bien dicen que chiquito pero picoso. El más pequeño de mis hijos era el que era más hombre que todos.

-Ay mi amor saliste a tu abuelo.

-¿Enserio estoy tan grande?

-Yo diría que aún mas grande y está muy gordo, necesito palparlo para saber que está bien todo, ¿este parece?

-Sí, está bien mamá

-Voy a ser muy cuidadosa no te preocupes.

Comencé a palpar aquella bestia, la acariciaba con sumo cuidado para no despertarla y que mi hijo se avergonzara pero la ropa que llevaba puesta no ayudaba mucho. No llevaba brasiere y el sudor por el calor revelaba el contorno de mi busto. Note la mirada curiosa de mi hijo hacia mi escote. Todo parecía estar bien con su pene, era la sangre cubana que había en él. Su miembro era el más prominente que había visto, ciertamente un miembro con macrofalosomía, como el de sus hermanos.

Le explique qué penes de ese tamaño lastimaban mucho las paredes vaginales, y más las que nunca habían tenido un miembro masculino como ese dentro. Se desgarraban y no soportaban su grosor.

-Solo una mujer con la suficiente experiencia puede enseñarte a usar este miembro tan espectacular que tienes mi cielo.

-Entonces no es algo malo.

-Por supuesto que no mi amor, dios te bendijo con un pene así, pero debes de ser responsable y usarlo con cuidado.

-¿Dónde puedo encontrar una mujer que me ayude a saber cómo usarlo?

-Bueno, si tú quieres puedo ayudarte amor, puedo enseñarte como tratar a una mujer

-Pero tú eres mi mamá, ¿está mal que hagamos esas cosas no?

-Mira es responsabilidad de una madre enseñar todo a su hijo y después de saber que tuviste sexo sin protección no voy a dejar que andes por ahí sin saber todo acerca del sexo.

-Pero como me vas a enseñar

-Pues de esta manera –dije mientras tomaba con mi mano su pene que ya estaba medio erecto.

Voy a motivarte un poco para que despertar a la bestia –dije mientras me quitaba la blusa-. El pene de mi hijo se puso más obeso y largo. Yo me quede maravillada de cómo sus venas crecían y se engrosaban alrededor de tan magnifico tronco de carne. Pulsaba desesperado por sentir mis labios. La cara de mi hijo se puso muy roja y no podía ocultar su vergüenza. Yo le dije que no se avergonzara, que debía estar orgulloso de tener una verga tan enorme. El se calmó un poco y yo sin avisarle lo bese en la punta del pene. Ves es normal, ¿no pasó nada o sí? –le dije mientras seguía masturbándolo lentamente-. Mientras no le cuentes a nadie sobre esto nada va a ocurrir –añadí-. Seguí masturbándolo sumamente mientras lo veía a los ojos.

El no paraba de mirar mis senos, como se movían al compás de mi brazo que lo masturbaba sensualmente. Mordió y lamio sus labios. Sabía que él deseaba tenerlos, pero no se animaba a preguntar por lo tímido que era. ¿Quieres probar el sabor de mi pecho verdad mi cielo? –Pregunté mientras lo veía a los ojos-. El me miró fijamente, pero no respondió a mi pregunta. Me senté en la cama y le dije –recuesta tu espalda en mis piernas-. Él lo hizo obedeciéndome como un buen hijo y yo le puse uno de mis grandes senos en su boca. El comenzó a chuparlo dulcemente mientras yo le acariciaba con una mano su lindo cabello y con la otra lo seguía masturbando.

Mi hijo gemía mientras seguía succionando mi seno como si fuera de nuevo un bebe amoroso. Un rápido orgasmo le invadió y dejo salir un esposo chorro hacía arriba como un volcán en erupción. Agarro con ambas manos mis senos y me mordió con fuerza mi pezón mientras su cuerpo se estremecía como un terremoto. Mucho semen cayo en mi cara y mi cabello y el espesor de sus últimas gotas caía lentamente por mi mano. Me la lleve a la boca y probé el sabor de su joven semilla. El sabor era fuerte y dominante. Amargo y viril. Yo quede intoxicada por aquel intenso sabor. Y comencé a tocar mi vagina. ¿Qué estás haciendo mama? –Pregunto mi hijo-. Algo en lo que tú me vas a ayudar. Continuara…

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