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Mis dos princesitas

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No sé cómo empezar el relato, primero les quiero dar un pantallazo de cómo se compone mi familia. Me llamo Alberto, tengo 47 años y estoy casado con Tatiana, de 43 años, hermosa como siempre y mi única hija Katia de 18 años. No me puedo quejar de mi matrimonio, llevamos ya 20 años de felicidad plena. A Tatiana la conocí en la universidad, ella estudiante de química y yo de física, se puede decir que hasta en eso nos complementamos. Ella se recibió y comenzó a trabajar en un laboratorio en donde en la actualidad ocupa un cargo gerencial, yo en cambio me especialice en física de partículas elementales, algo que me apasiona y que a muchos aburre, rodeado de matemáticas y pruebas en un laboratorio paso mis días laborales, complementando con clases en la facultad, Katia sigue nuestros pasos, está por entrar a la universidad también en ciencias duras. No quiero aburrirlos más con mi forma de vida por esa razón quiero ir a los hechos.

Comenzaba el receso escolar por lo que estaría menos ocupado y más tiempo en casa, al igual que mi hija, ese tiempo libre me permitía dedicarlo a unos de mis hobbies, los automóviles, muy alejado del particular spin de los muones, tengo un Ford Mustang del 68, lo estoy restaurando en casa, en donde puedo estar trabajando por largas horas, bueno un término poco exacto y apropiado para un físico teórico, pero ustedes entienden. En esos días había comenzado el verano y la temperatura fue muy elevada durante toda la semana, por lo que cuando comenzaba a trabajar en el auto trataba de estar lo más cómodo posible, casi siempre usaba un pantalón corto de futbol, medio gastado y sucio de grasa, ese día en particular estaba trabajando con el torso desnudo, acostado sobre el piso debajo del auto. Estaba reparando la suspensión trasera y ese día me había propuesto volverla a montar, era una tarea dura pero había empezado a montarla y ya no podía dejar el trabajo por la mitad.

Pude colocar en su posición una parte y ahora debía empujar para encajar un anclaje de la rueda derecha, en eso entra mi hija al garaje.

-Hola Pa, ¿necesitas algo?

-Hola Katia, me puedes alcanzar la llave fija del 22.

-¿Qué cosa?

-Está sobre la mesa, son plateadas, para sacar tuercas.

-¿estas?

En la posición en que me hallaba le veía las piernas y la mano que asomaba con unas pinzas

-¡no eso! Son todas de metal cromado. Vamos apúrate, que pesa.

Yo estaba sosteniendo parte de la suspensión suelta y comenzaba a pesarme, empujaba con las dos manos hacia arriba y cada segundo que pasaba se hacía eterno.

En ese momento sucedió algo inesperado, que no pude y no podía evitar, tenía las manos ocupadas, me doy cuenta que por la pierna izquierda de mi pantalón corto empieza a salir el pene, cuanto más trato de acomodarlo con movimientos zigzagueantes de mi cintura, más asoma, en eso escucho la voz de Katia y veo su brazo con la mano extendida alcanzándome la llave fija del 22. Soporto con una mano el peso y tomo la llave fija con la otra, lo más rápido que puedo para calzar un bulón en la carrocería, sabía que mi hija podría ver mi pene asomando por mi pierna, algo que agravó la situación. Me estaba excitando. Pero Katia empeoró el asunto.

-jajaja, ¡se te salió el pito! jajaja

Esas cinco palabras desencadenaron una reacción en cadena en mi cabeza que realimentaba la otra cabeza, el pene drenaba sangre a presión por sus venas y lo puso erecto en pocos segundos, 23 centímetros asomaban con el glande rojo y brilloso de sombrero. No puedo describir la vergüenza que tenía.

-jajaja ¿te lo meto adentro?

-¡no!... ¡no lo toques!

Un grito que me salió del alma.

Me apuro a girar un filete del bulón para salir de abajo del auto.

Mientras salgo del auto, intento con una mano meter la verga dentro del pantalón y de tan dura que estaba casi se me hacía imposible, pero lo logro. Katia enseguida acota.

-jajaja, ahora entiendo los gritos de mamá.

-Perdón, hija no fue mi culpa, perdón no lo pude evitar.

-No pasa nada Pa, es algo natural, no tengas vergüenza, no es la primera vez que veo un pene.

-No Katia, está mal.

-Dale no pasa nada.

No sé si me tranquilizó su naturalidad para hablar sobre sexo, nunca había pasado entre nosotros, no me podía imaginar a mi hija pensando en sexo, pero ya era una mujer y yo era consciente que ya había crecido. Así como había entrado al garaje se fue y me dejó solo, después de un rato empiezo a perder la erección, trataba de pensar en otra cosa, aunque no era tan fácil alejar de mi mente la imagen de una princesita rusa mirando mi pija.

Mi esposa y mi hija llevan en su genética su descendencia ucraniana, son dos muñequitas rusas, rubias hasta la médula y las dos con ojos color del cielo, sé que soy la envidia de muchos amigos, pero algunos nacemos con esa suerte.

Terminé de armar la suspensión del Mustang y me doy una ducha, mi mujer había regresado del trabajo y ayuda a Katia a terminar de preparar la cena. Vuelvo a ver a mi hija en la mesa del comedor mientras termina de poner los platos para la cena no la podía mirar a los ojos, todavía sentía vergüenza. Tatiana sirve la mesa y yo le pregunto cómo le fue en el laboratorio, sabía que tenían algunos problemas con el lanzamiento de un nuevo producto y estaba en guerra con un supervisor de planta con el que se llevaba mal, así que despacha en un largo discurso de quejas por unos minutos, mientras yo y Katia comíamos escuchando su descargo. Luego termina de hablar y nos pregunta, como para cambiar de tema y para no cansarnos con sus quejas.

-y a ustedes ¿cómo les fue hoy? ¿Se aburrieron?

-bien, estuve toda la tarde armando el Mustang

-¿y vos Katia?

-Lo ayudé a papá y le vi el pito.

-Eh, ¿cómo que le viste el pito?

-jajaja, sí, estaba abajo del auto y se le salió por una pierna del pantalón, justo cuando estaba levantando la suspensión, yo le pregunte si lo ayudaba a meterlo adentro de nuevo y me dijo que no lo toque, jajaja.

-Jajaja sí no deja que otras mujeres se lo toquen, sabe que es sólo para mí, jajaja

Me quedé helado, nunca hubiera imaginado que a Tatiana no le molestara lo que había pasado con Katia y peor aún, que se lo tome como algo gracioso. No pude pronunciar una sola palabra, sólo atiné a esbozar una sonrisa. Después cambiamos de tema y seguimos hablando como si nada hubiese pasado, aunque las notaba a las dos más vivases en sus comentarios, se reían y cualquier cosa les parecía graciosa.

Todo trascurrió con normalidad hasta que nos fuimos a dormir. Estando en cama con mi esposa empezamos a hablar y ella a interrogar sobre lo que sucedió con Katia, una situación que parecía que la excitaba.

-Así que Katia te vio al gordito (así lo llama)

-No fue nada, es que no la podía meter adentro, se escapó y tenía las manos ocupadas.

-me imagino que conociéndote seguro que se te puso dura.

-Bueno, pero no lo pude evitar.

-jajaja ahora entiendo porque Katia te la quería tocar, lo mismo hubiera hecho cualquier mujer

-peor fue cuando me dijo que te escucha gritar cuando estamos…

-jajaja ¿Eso dijo? jajaja me imagino como se debe pajear cuando nos escucha.

-No creo

-¿Cómo que no crees? Un día estaba limpiando su habitación y le encontré un consolador, tenía huevos y todo. Como estaba sola en casa aproveché y me lo metí en el culo y lo volví a poner en el mismo lugar.

-Estás loca, mira si se daba cuenta.

-Que tiene, creo que lo dejó a propósito, sabía que se lo iba a usar. Me imagino que nunca imaginaste a Katia chupándotela

-No, ¿estás loca?

-jajaja, claro, claro, nuca lo imaginaste. Mira cómo te la puso

El diálogo nos había calentado, ya la tenía la pija dura como una estaca, me le empieza a chupar y cuando termina no tardo en metérsela por el culo, no pudo evitar pagar unos grititos aunque yo trataba de taparle la boca con la mano. Hacía tiempo que no acababa con tanta fuerza, le llené el culo de leche.

Al otro día no podía sacarme de la cabeza lo que hablé con Tatiana a la noche, todo lo que hablamos de Katia me carcomía la cabeza. Llego alrededor del mediodía a casa, Katia no estaba, supongo que salió con alguna amiga, sólo quería despejarme para empezar a restaurar el auto así que me voy a pegar una ducha rápida antes de empezar a trabajar.

Ya en el baño me empiezo a duchar, mientras me enjabono juego un poco con la verga y de pronto escucho dos golpes en la puerta.

Toc, Toc.

-¡Me estoy bañando!

-¡Pa, me estoy meando!

-Espera un ratito, ya salgo.

-Dale, dale que no aguanto.

Antes de terminar de decir esto, veo que empieza a abrir despacio la puerta del baño.

-¡No Katia! ¡No entres! Me estoy bañando

-Dale, enseguida hago, miro para otro lado.

Ya era tarde, estaba dentro del baño bajándose los pantalones para sentarse en el inodoro y yo parado en la ducha, desnudo y enjabonado, separado por una mampara de vidrio transparente, no me quedaba otra cosa que taparme el pene con una mano mientras ella orinaba. Era una situación muy habitual que se daba con mi mujer, ella orinando mientras me baño, pero este caso era diferente, era mi hija, no sabía cómo actuar, así que trato de actuar con naturalidad, ella hace lo mismo y así sentada como estaba me empieza a hablar.

-¿me podes llevar al shopping?

-Me iba a poner a trabajar en el coche.

-Dale, porfi. Dale.

Mientras me suplicaba como una nena caprichosa sentada en el inodoro, fui apartando la mano con la que me cubría el pene y lo dejo colgando entre mis piernas balanceándose como el badajo de una campana, brilloso por el agua enjabonada que escurría desde mi pecho, creo que era lo que los dos queríamos, ella mirar mi gruesa larga verga y yo quería ver la reacción en su cara. Seguí hablando con tranquilidad como si la situación no existirá, como si estuviese hablando en un vestuario con otro hombre. Enseguida me doy cuenta que sus ojos celestes no los podía apartar de mi verga, mientras sus mejillas se enrojecían como nunca antes.

-Bueno, dale apurate que te llevo, pero quiero volver antes que vuelva tu madre del trabajo.

-Bueno, gracias, gracias, me voy a cambiar.

Se levanta del inodoro con una sonrisa, se seca la rayita, se sube el pantalón y sale corriendo a cambiarse. Apenas sale del baño no aguanto y me hago una paja en la ducha, sabía que cuando acabara me iba a arrepentir de lo que había hecho, pero sólo sería por unos minutos, se cómo actúa la prolactina en los hombres, cosas de nerds.

Salimos para el shopping y durante el viaje me dice que se quería comprar un traje de baño, algo normal por la época del año, pensando ya en las vacaciones. Hacía años que no acompañaba a mi hija a comprar algo para ella y menos ropa, de eso se encarga mi mujer, así que esperaba aburrirme, pero fue todo lo contrario.

Entramos a una de las tiendas más grandes que hay en shopping, sale disparada para la sección de ropa deportiva, allí se encontraban los trajes de baño. Mientras ella busca en unos estantes yo la espero sentado en un banco de madera, el local estaba prácticamente vacío, unas o dos vendedores hablando en el mostrador contando los minutos para que termine su jornada.

Escucho que Katia me llama asomando la cabeza por la cortina del vestidor.

-Shhhh, shhhhh.

-¿Qué pasa?

-Te gusta el color

Abre la cortina y me muestra cómo le quedaba una diminuta bikini celeste, mientras gira para mostrarme el culo, una cosa hermosa.

-Es muy chiquita.

-Espera que me pruebe esta enteriza. Dale entra.

-¿estás loca?

-Dale no hay nadie, no pasa nada.

Creo que no existe hombre en el mundo que se pudiera negar a semejante pedido. Con cara de fastidiado entro al cambiador mientras ella como si nada queda desnuda a pocos centímetros. Los rosados pezones estaban puntiagudos e hinchados, casi tan rosados como sus cachetes, estaba muy excitada, pero quería exhibirse para mí, tal vez era su forma de agradecerme el haberle mostrado la pija mientras me duchaba, no lo sé, pero era algo que me estaba partiendo la cabeza.

Eligió dos prendas enterizas, creo que era lo de menos en esa circunstancias, después volvimos a casa, hablando de varios temas en el auto pero como si nada hubiese pasado. El día termino con normalidad, por lo menos a la mirada de mi esposa.

El día siguiente era sábado y ninguno trabajaba. Me levanto temprano y salgo a comprar unos repuestos, ellas se quedan limpiando la casa y seguramente poniéndose al tanto de lo que les paso en la semana.

Cuando llego a casa mi hija no estaba había salido con una amiga, su mejor amiga, sólo estaba mi esposa, la notaba particularmente contenta, pero no le pregunto nada y voy directo a la cochera para arreglar el auto. Cuando estaba cambiando una correa del motor, entra mi mujer y me comenta algo.

-¿Te preparo algo para comer?

-No, gracias. ¿De qué te ríes?

-De nada, es que Katia me regaló algo.

-¿Qué cosa?

-Mira.

Me da la espalda y se sube el vestido, como si nada me muestra el culo, separa los glúteos con las dos manos y puedo ver brillo de una joya en su ano.

-¿Qué es eso?

-¿Te gusta?

Se lo saca del culo y me lo muestra, era como un tapón metálico cromado, con forma de peón de ajedrez en cuya base había una joya de vidrio rosado facetado como un diamante.

-¿para qué te lo dio?

-jajaja, me dijo que lo use para que no me duela cuando me la metes por el culo.

-¿eso te dijo?

-Vos pensas que es tonta, que cuando me escucha gritar no sabe que me la estás metiendo por el culo.

La conversación me excitó, no aguante más, tenía la pija como un garrote. No digo más nada, la tomo de la cintura y con violencia la doy vuelta, la inclino y se la meto en el culo, pego un grito más fuerte de lo habitual, sabía que estábamos solos. Empecé a darle con fuerza, una y otra vez, ya casi cuando iba a acabar, me dice en voz baja.

-Me dijo que nos quiere mirar.

-¿Quién?

-Quien va a ser, Katia.

-¿Cómo que nos quiere mirar?

-Cuando me la metes

-Está loca

-Me dijo que no te contara.

-¿Qué le dijiste?

-Que le voy a dejar un poco abierta la puerta de la habitación para que nos espíe.

-Pero vos estás loca,

-Dale, dejala que se entretenga un poco, que se saque le calentura, me vas a decir que a vos no te excita que nos mire.

-¡No!

-Dale, no mientas que te conozco. Te vi mirándole el culo un montón de veces.

-Solo tengo ojos para vos.

-Jajaja que mentiroso.

En ese momento le lleno el culo de leche, con tanta fuerza que se lo dejo chorreando.

La notaba muy excitada y quería que se la meta de nuevo, pero tuve que parar, no quería que nos sorprenda Katia, Tatiana lo entendió y se fue a preparar algo de comer, pero antes se volvió a meter en el ano el regalo de Katia.

Yo seguí con el auto y regreso a la casa cerca de la hora de cenar, ya estaba mi hija y como no sucede muy a menudo, estaba ayudando a su madre, las dos hablaban en voz baja entre ellas y se reían, yo las miro y sigo hacia el baño para limpiarme los restos de suciedad que me dejó la reparación del auto.

Cenamos y luego miramos una película, Katia se fue a su habitación antes que la película haya terminado, dijo que estaba cansada. Tatiana terminó de ver la película conmigo en el sofá, la notaba muy caliente, no paraba de tocarme la pija por sobre el pantalón. Apenas termina la película me empieza a besar y me toma de la mano para llevarme a la habitación, le digo que vaya, que antes me quería dar una ducha y eso hice.

Voy a la habitación y allí estaba Tatiana, sobre la cama, desnuda, en cuatro patas, con el culo en lo alto pidiendo verga, no faltó decir nada para que me abalanzase sobre ella, le entierro la cara en el culo y se lo empiezo a chupar mientras emite gemidos y pequeños gritos rítmicos, son la razón por la que dejo de chupar y le aviso que va a despertar a Katia, voltea y clava su vista en mis ojos mientras lentamente se le dibuja una sonrisa. Se levanta, va hacia la puerta de la habitación y la abre unos veinte centímetros, sabía cuál era su intención y lo que había planeado con Katia, no dije nada, sería parte de la fantasía de mi hija y eso me calentaba más.

Vuelve a la cama y la ensarto por el culo, entraron los 23 cm de un golpe, la empiezo a bombear con toda mi fuerza y no puede evitar gritar, pero ya no me importaba nada, apuro el vaivén y ella aumenta los gritos. Le doy cada vez más fuerte sabiendo que mi hija estaba escuchando y mirando, trato de aguantar lo más que puedo, pero me fue imposible, acabé adentro del culo con mucha fuerza, por el pequeño agujerito salía un hilo de leche haciéndose camino por su pierna. Esperaba que Katia hubiera quedado satisfecha del espectáculo que le habíamos dado.

Al otro día me voy a desayunar y Katia ya no estaba, mi mujer me dice que fue a la casa de su amiga Ana, una hembra hermosa con hermosos pechos, son inseparables con mi hija y en mis fantasías miles de veces las imagine juntas. Mi Tatiana termina el desayuno y me dice que iba a salir a correr así que me quedo solo en casa.

Me tiro en el sofá del living para ver una carrera de Fórmula 1 hasta que después de media hora regresa mi hija, ahora con su amiga.

-Hola Pa. ¿Qué estas mirando?

- Una carrera, pero creo que es repetida, hola Ana

-Hola Don Alberto.

Se sientan a mi lado en el sofá, pegadas a mí, mientras yo sostenía el control remoto del televisor como un falo erecto.

-Papi ¿Te puedo pedir un favor?

-Sí, Katia, cuando te dije que no.

-Nunca

-¿Qué queres?

-No es para mí, es algo que quiere Ana.

-Sí, dale, es lo mismo, es como si fuera tu hermana.

-Bueeeno, pero no te enojes.

-Como me voy a enojar, te lo juro.

-¿Se la podes mostrar?

-¿Qué cosa?

-Esto Pa, te vio en el video.

Me dijo esto mirando a los ojos mientras con una mano me acariciaba la pija por sobre el pantalón.

-¿Qué video?

-Te grabe cuando estabas con mamá.

-Estás loca, ¿y ella lo vio?

-Sí, lo vi don Alberto, y estuvo muy bien, nunca vi una pija tan grande.

-Pero no Ana, soy normal.

-Dale Pa, no la dejes con las gana, me lo prometiste.

-Mmmm… Bueno, son cargosa. Se las muestro y la guardo. Pero no le dicen nada a mamá.

Ya estaban las dos con sus caras a centímetros del cierre de mi pantalón esperando a que le muestre el pene, empiezo a bajar lentamente el cierre y meto la mano en la bragueta para buscarlo con los dedos y poder sacarlo. Ya tenía la pija dura como una vara de hierro, me costaba sacarla hasta que lo logro y sale de golpe erguida como un obelisco, jalo el prepucio y dejó la cabeza lubricada y brillosa para su deleite.

-Bueno, ¿ya está?

Termino de decir esto y Ana la toma con fuerza y se la lleva a la boca, no pude hacer nada, la empieza a succionar con fuerza y cierro los ojos, cuando los abro ya eran las dos las que me la chupaban, se la pasaban de una boca a otra, mientras se rozaban las lenguas, no aguantaba más. El instinto animal me gano y la calentura me llevo a tratarlas como a dos hembras calientes.

Quedan desnudas y me saco la ropa en pocos segundos, voy sobre Ana y se la meto en la vagina de un empujón, la siente bien profunda y empieza a gemir, mi hija la besaba y eso me excitaba más, cuando queda agotada llega el turno de mi hija pero quiere que le dé por el culo y no me pude negar, aunque le dolió, no podía parar de meterla y sacarla hasta dejarle el ano muy dilatado y rojo. Siento que no aguanto más, que voy a acabar y ellas me ofrecen sus caras y se las lleno de seme.

Cansados, agotados, nos acostamos en el sillón, abrazados, con sus caras brillosas y transpiradas, en ese momento me doy cuenta que mi mujer, Tatiana, estaba apoyada en el marco de la puerta con una sonrisa y el celular en mano, nos había grabado.

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