Nuevos relatos publicados: 12

La mujer de todos.

  • 10
  • 28.965
  • 9,09 (11 Val.)
  • 3

Una historia de amor desafortunado.

 

Lo cuento, como lo viví.  La conocí recientemente me causo una gran impresión pues es una mujer blanca, pelo rizado natural, rubio cenizo entrecano, una sonrisa agradable y casi permanente en sus labios, aunque la vi tras el mostrador de su negocio por su altura, pude apreciar un vientre plano, brazos fuertes llenos de bellos dorados, inicialmente me brindo el mismo trato que a todos sus clientes de día, pedí una cerveza fría, para mitigar la resequedad que en mi garganta provocaba el agobiante calor de más de 30 grados en la pequeña población, me senté en una mesa de las tres que mantenía en el interior visible de la tienda, me dedique a observarla mientras bebía con lentitud directamente de la botella, los tragos cortos refrescaban mi garganta apaciguando la sed que me consumía y que me habían motivado a caminar más de quinientos metros más a pesar que había caminado por más de seis horas, ya que cuando pregunte por una tienda más de tres personas me refirieron este sitio, con todas las personas sonreía, a todas por igual les ofrecía un trato cordial casi familiar pero era a las mujeres que llegaban con niños, a las que se mostraba mucho mas sonriente, cordial y podría yo decir que hasta familiar con muchos de los chiquillos, fue con una mujer con una niña de aproximadamente tres años, que ella salió de tras el mostrador, me impresiono de inmediato el tamaño de su falda, era de corte recto en color café y llegaba apenas a cubrir medio muslo, siempre me han gustado las mujeres de bellas piernas pero las de ella me sorprendieron muy gratamente, de un color blanco intenso casi transparente, llenas, plenas, rotundas de tobillo hasta las caderas, cuando se agacho para abrazar a la niña el calor me invadió de nuevo, había entreabierto las piernas, permitiéndole a mi vista llegar a la intimidad de su entrepierna que se mostro a mis ojos con plenitud apabullante pues ni un pelo cubría  los prominentes labios de su vagina, la visión duro más de un minuto, tal vez dos, porque fueron muchos los arrumacos y carisias que dedico a la niña, yo solo despegue la vista unos segundos para rápidamente recorrer el derredor para ver si alguien más podía gozar el espectáculo, cuando me di cuenta que nadie más miraba, volví la vista al centro de su feminidad. Al levantarse, acompaño a la mujer y a la niña hasta la puerta de entrada lo que me permitió estudiar el total de su cuerpo con detenimiento, su trasero era amplio rotundo en su dureza que se adivinaba por la firmeza de sus músculos que se manifestaban en el inicio y final de sus glúteos que se movían en una forma tan natural que solo llevaron mas temperatura a mi cabeza, su espalda firme y recta servía para soportar un amplio par de senos que por mi experiencia me hicieron determinar que eran al menos, de tamaño 38 copa c, por el color de sus piernas, los imagine blancos y coronados por pezones rosados con aureolas grandes, apure en dos o tres tragos el resto de mi cerveza y antes de que volviera tras el mostrador, le pedí una más, diligentemente fue hacia el refrigerador y se inclino para sacar la botella, camino hacia la mesa y la mire de frente y me termino de encantar lo que miraba. Hubiera bebido de un solo trago si con ello hiciera que la misma escena se repitiera, pero nunca ha sido mi costumbre, el beber rápidamente.

Me encontré, gratamente sorprendido y ligeramente excitado, a pesar de encontrarme a la sombra por más de 20 minutos, aun tenía el calor de la calle en el cuerpo mas el calor de la excitación y el que me provoco el alcohol de la cerveza y media que había consumido, parecía que no tenia ojos más que para ella y conscientemente trate de no ser tan evidente por lo que me dedique a revisar la tienda en la que estaba, hasta el momento solo había visto el refrigerador, el mostrador y el espacio donde se encontraban las mesas, me percate que en dos de los muros se podían ver diferentes fotografías enmarcadas varias, sin marco otras, estas últimas parecían estar pegadas al azar entre los huecos de las enmarcadas tome la botella en la mano y me dirigí a mirarlas de cerca y en detalle.  De la revisión inicial encontré varias donde aparecía ella siendo abrazada por tres diferentes hombres, en todas se mostraba sonriente y se diría que muy satisfecha, en varias de ellas se le veía con dos de ellos, en otras se repetía en compañía de alguno de ellos, había fotografías que tenían de fondo un campo de cultivo, en otras el fondo eran arboles como en los senderos de un camino, en dos o tres de ellas se podía apreciar la entrada de una casa, como fondo la misma casa, vi una fotografía más vieja que todas, el marco inclusive lucia como de los años 50 con un trabajo muy elaborado de labrado a mano y marquetería, en ella se podía ver la casi clásica fotografía familiar, una mujer sentada que adivinas de inmediato la madre, a su lado un hombre fuerte con el sombrero en la mano diestra y con la mano izquierda sobre puesta sobre la cabeza de una niña de máximo cuatro años, sentados en el suelo complementaban el arreglo tres muchachos a quienes estime las edades de 6, 7 y 9 años respectivamente. La foto de la familia no se repetía mas, no obstante era obvio que era la madre de la dueña de la tienda, el parecido era asombroso, no obstante ella no reía como yo pude ver que la hija lo hacía. La otra pared también contenía fotografías, en ellas pude encontrar a los mismos hombres, pero acompañados de mujeres diferentes, dos de ellos estaban en la típica foto de matrimonio ya que las mujeres lucían vestidos largos de color blanco, ellos la vestimenta dominical acostumbrada por los hombres de la región, camisa vaquera, pantalones de mezclilla y botas con los sombreros en la mano izquierda y con la mano derecha fingiendo un tímido abrazo a la pareja. En otras fotografías se podían ver niños y bebes de diferentes edades algunas tenían dedicatorias que parecían comúnmente repetidas pues todas decían “a mi tía con cariño” en ninguna se indicaba el nombre de la criatura y en una de ellas pude encontrar a la niña que me había permitido la apreciación de los encantos de la patrona.

Durante la revisión, entre trago y trago había agotado mi cerveza por lo que de inmediato pedí la tercera, amablemente y a pesar de encontrarme de pie ella se inclino sobre el refrigerador y saco nuevamente una botella que de inmediato destapo como en un mismo movimiento, paso un trapo alrededor de ella, luego la envolvió con una servilleta de papel y la extendió hacia mí con un movimiento lento de su brazo, al estar parado cerca de ella, tome consciencia de su estatura, era más alta que yo, tal vez producto de los pequeños tacones de sus zapatos a pesar de ello pude apreciar la luminosidad de su mirada, quedo tan cerca de mí, que su aroma lleno mi nariz y todos mis sentidos cobraron conciencia  de una dimensión desconocida, su natural fragancia enervo todos mis sentidos, a partir de ese momento me tenía en sus redes, podía haber hecho conmigo cualquier cosa, me había conquistado y sin embargo…..

Como todo lo que entra tiene que salir, me dieron ganas de ir al baño, la presión de mis riñones se hizo casi insoportable, me dirigí a ella para preguntar dónde podía aliviar mi necesidad, siempre sonriente, abrió un espacio del mostrador y me señalo el paso a un patio trasero que nadie hubiera imaginado, salió conmigo solo para señalarme hacia donde estaba el baño, la construcción lo había colocado al fondo y a la derecha de donde nos encontrábamos, al recorrer los metros que faltaban para llegar, pude apreciar que  el patio contaba con varios árboles, bajo uno de ellos pude ver la figura de un hombre sentado en lo que parecía un banco hecho de un tronco cortado, entre al baño al tiempo que este gritaba “hija, ven conmigo, ayúdame a llegar al baño” ; termine y lave mis manos, abrí la puerta en el momento vi que ambos venían caminando hacia mí, o mejor dicho hacia el baño, el hombre lo hacía con mucha dificultad, recargaba todo el peso sobre ella con su brazo derecho pasado sobre sus hombros, ella flexionada, de repente noto que su mano izquierda se pierde entre la blusa de ella, se mueve rápidamente como tentaleando, más cerca aprecio que el acaricia su seno regodeándose en la zona donde yo adivino sus pezones, con dificultad pasan por la puerta, ella lo lleva hasta dentro, permanece un poco más de lo previsto, sale cuando dice “Aquí espero, papa tomate tu tiempo” ella me mira, siempre sonriendo me dice que es su padre, que cada día esta mas grande, que hay ocasiones que por el trabajo no puede auxiliarle y lo encuentra ya orinado, me dice que tiene que cerrar la tienda para poder bañarlo, también me dice que a veces lo hace intencionalmente como si quisiera bañarse diariamente, está por cumplir los 80 años, ella por cumplir los cincuenta y me cuesta creerle, me platica que algunas noches prefiere ponerle pañal para adulto. El padre grita dentro que ha terminado, ella solicita entra para salir con el caminando lentamente, ahora el padre se apoya con el brazo izquierdo y su mano derecha la lleva a la entrepierna de ella por debajo de la falda, ella se flexiona mas por momentos y presiento que no es por el peso sino por la insistente caricia entre sus piernas, llegan hasta el tronco y el padre se sienta, veo claramente como saca la mano debajo de la falda y se lleva los dedos a la boca, los chupa con avidez, como si le fuera la vida en ello, ella siempre sonriente, le acaricia los blancos cabellos y le dice –Luego nos vemos papa.

Al regresar hacia la tienda, yo la miro intensamente, el evento aumento la temperatura, nunca había contemplado un episodio de incesto en forma tan natural y directa. No sabía como hablarle, a partir de ese momento quede si se puede decir totalmente atrapado, ella todo el tiempo actuó simplemente natural, lo único que vi diferente fue que sus pezones se marcaban con claridad a través de la tela de su blusa, también los colores carmín habían encendido sus mejillas y su risa se hizo más amplia y yo me vi obligado a contestarla con una muy amplia de mi parte, termine de dos largos tragos mi tercera cerveza y no sé porque lo hice pero pedí una más, nuevamente la secuencia de atención se repitió, por la hora que era (las cuatro de la tarde) los clientes escasearon, ella me pregunto si quería comer allí, me dijo que tenía que cerrar porque era la costumbre, porque antes de comer le gusta bañarse, porque prefiere estar fresca a las seis que abre y que a veces no puede parar hasta las diez de la noche, no sé si conteste con palabras, pero si con hechos, la ayude a cerrar las puertas y la seguí en el momento en que fuimos al interior de la casa, llegamos al comedor de inmediato, solo un claro sin puerta  a la mano derecha daba acceso a su recamara, empezó a desnudarse caminando, yo solo la seguía, se sacudió los zapatos y descalza se metió al baño.

(9,09)