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MorbosasX 1 - Follando y Entrenando.

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Muy buenas, lo primero de todo es presentarme, mi nombre es Francisco Fernandez, aunque mis amigos me llaman Fran.

Tengo 30 años y un cuerpo atlético, me gusta mantenerme en forma, disfruto de ir al gimnasio, sobretodo por ver los culitos torneados y los cuerpos sudados de las jovencitas que entrenan allí.

Tengo el pelo corto, moreno y los ojos marrones.

Trabajo de Social Media Manager, y este es el primero de una larga serie de relatos donde os iré contando mis múltiples relaciones, y es que no lo entiendo, pero chica con la que me cruzo, chica que acaba en mi cama.

Hace un tiempo me llamo una amiga mía que trabaja en la Universidad y me pidió si podía hacerle un favor (no seáis mal pensados, aun no), me pidió si podía impartir un par de clases sobre Social Media a sus alumnos.

No pude resistirme, estaba bien pagado y además, trabajar en una Universidad da acceso a sus jóvenes universitarias y solo de pensarlo ya me ponía enfermo.

Así es como comencé a trabajar en la Universidad, en un principio me autoimpuse el no liarme con ninguna alumna, por lo menos durante el primer trimestre.

Y lo conseguí, mi primer desliz no fue con ninguna alumna, todo empezó en la cafetería de la Universidad, un día mientras aprovechaba mi descanso para tomarme un café entro una joven, era bajita cerca de 1,60cm, morena de media melena, con un cuerpo pequeñito pero bien contorneado, llevaba unos shorts deportivos de color rosa y una camiseta de tirantes blanca, ajustada, que marcaba perfectamente sus grandes pechos.

Eso me llamo mucho la atención, unos pechos bastante grandes para un cuerpo tan pequeño y morboso.

No pude evitarlo y me quede mirándola embobado mientras pedía un refresco en la cafetería, mis ojos se clavaban en su culo, apretadito y del cual sus shorts dejaban poco a la imaginación.

Imaginad mi cara de asombro cuando se dio la vuelta y vino directa a sentarse junto a mi.

―Buenas, ¿Fran? – Su voz era suave e inocente, ¿de donde había salido esta niña?

Se presento y hablamos un rato, resulto que no era una alumna, era la profesora de Educación Física.

Se llamaba Irene, me dio la bienvenida al centro y me deseo suerte con mis clases.

Mientras ella hablaba yo no podía dejar de mirarle el escote, no se si eran ilusiones mías pero debajo de esa camiseta no llevaba sujetador y cada vez que se movía un poco sus pechos se balanceaban hipnóticamente.

Yo me estaba poniendo malísimo y comenzaba a tener una erección, cuando de repente fui literalmente salvado por la campana, sonó el aviso de que tocaba cambio de clase, así que nos despedimos y quedamos en vernos algún otro día en la cafetería.

Cuando se levanto para irse se inclino para darme dos besos y efectivamente, puede comprobar que no llevaba nada debajo de la camiseta, no se si fue un descuido o lo hizo intencionadamente, pero pude ver todo el esplendor de sus grandes pechos, después se dio la vuelta y se fue meneando su culito, lentamente, sabiendo que yo no podía quitarle el ojo de encima.

Fue difícil dar el resto de clases sin dejar de pensar en el cuerpo de vicio que tenia Irene.

Al salir de la Universidad decidí que tenia que ir al gimnasio, un poco de esfuerzo físico es lo que necesitaba para desahogarme.

Allí estaba yo, en el gimnasio haciendo mi tanda de pesas y aprovechando para mirar los culos de las jovencitas (y alguna que otra milf) que corrían en las maquinas de cintas, había de todo, pero uno en particular atrajo mi atención, era hipnótico, la chica corría en cinta y con cada zancada su culito se movía dejando ver parte de sus nalgas, es algo que me encantaba… siempre me había gustado ir al gimnasio por cosas como esta.

Cuando vi que la chica paraba la cinta, decidí que ya estaba bien por hoy, deje mis pesas en el suelo, sin dejar de mirar a la joven y cual fue mi sorpresa cuando al darse la vuelta reconocí la cara de aquella joven… era Irene, la profesora de Educación Física de la Universidad (bueno, reconocí la cara y esos grandes pechos).

Yo intente hacerme el despistado, pero ella me vio y se acerco.

―Buenas Fran. – Me puso la mano en el brazo y mientras recorría mi bíceps con su dedo me dijo. – Vaya no sabia que entrenabas aquí, pensaba que los ‘informáticos’ no ibais al gimnasio.

Estuvimos hablando un poco, de que a mi me gustaba entrenar en ese gimnasio, de que ella también iba mucho al gimnasio (eso saltaba a la vista), seguimos hablando un rato de cosas intrascendentes… y para mi era un esfuerzo increíble el no saltar sobre ella, esos ojos verdes, esa melena negra, ese cuerpo recubierto por esas gotas de sudor que se colaban el escote y que yo me imaginaban como recorrían sus tetas..

―Ey! Estas ahí?

―Perdona, es que estaba distraído…

―Si, ya, mirándome las tetas no?

―Como… no perdona es que…

―Tranquilo, no pasa nada, es normal.

Me dijo mientras colocaba su mano en mi pecho, agarraba mi camiseta y estiraba de mi.

―Ven, sígueme.

Yo estaba rojo de la vergüenza, Irene me había pillado mirándole descaradamente las tetas, y ahora no sabia a donde ni a que me llevaba.

Me llevo hasta los vestuarios, abrió de un empujón la puerta del vestuario de chicas y me empujo dentro, allí había tres chicas cambiándose y hablando entre ellas.

―Vamos chicas, todas fuera… – les dijo Irene.

Yo me gire hacia ella e intente hablarle… pero estaba nervioso y no me salían las palabras.

―Irene, perdona, yo…

―Calla, y déjame a mi…

Antes de que pudiésemos seguir la conversación las chicas ya habían abandonado el vestuario, Irene estaba frente a mi y sin mediar palabra y sin apartar la mirada me agarro fuerte el paquete… un escalofrió recorrió mi cuerpo, esa carita de niña inocente, ese cuerpo de escandalo y esa seguridad que mostraba habían conseguido que sufriese una erección de escandalo.

Con una sola mano consiguió desabrocharme el pantalón y dejar libre a mi amigo, mientras con la otra mano rodeaba mi cuello, tiraba de mi y comenzó a besarme.

Esos labios eran ácidos, adictivos y ardientes. Se pego a mi hasta que pude sentir sus grandes pechos apretados contra mi, y con su mano derecha comenzaba a acariciar mi polla, suavemente, de arriba abajo, jugando con los dedos, acariciándome el glande, recorriéndome el tronco… yo la tenia dura y las venas que la recorrían parecían que fuesen a explotar.

Poco a poco fui consciente de lo que estaba pasando y me fui soltando.

Agarre con las dos manos ese culito y la levante del suelo, Irene aprovecho para rodearme con sus piernas y nos metimos en una de las duchas (por si entraba alguien).

Dentro de la ducha cerramos la puerta y ella sonriéndome y guiñándome un ojo abrió el agua.

El agua comenzó a caer sobre nosotros y a poco a poco la camiseta de Irene se fue pegando aun mas a su cuerpo y ya se le transparentaba todo… ya se veían las redondas y perfectas tetas que tenia esa niña, coronadas por unos rosados pezones muy erectos.

No tardo en empujarme con las dos manos contra una de las paredes, sacarme la camiseta y comenzar a besarme en el pecho… y mientras me miraba iba bajando lentamente… besando mi abdomen, hasta llegar a lo que era inevitable… de tanto bajar se encontró cara a cara con mi polla, la cual no dudo ni un instante en lamer, y recorrer con su lengua todo lo largo…

Después de un par de lametones y varios gemidos míos, decidió abrir la boca y rodear con sus labios la cabeza de mi miembro, notar esos labios apretando mi miembro era algo que no pedo describir aquí con palabras, y mas cuando estando de rodillas y comiéndome la polla de esa forma no dejaba de mirarme a los ojos.

(Eso es algo que me pone mucho y que toda mujer que se valore en la cama debería hacer.)

Siguió comiéndomela durante un rato, primero suave y con delicadeza, para poco a poco ir aumentando el ritmo y hacerlo duro y rápido, mientras con una mano puesta en mi culo me apretaba hacia ella para no dejar que se le escapase ni un poco de polla, la quería toda, esa jovencita de veintipocos años tenia un ansia de polla que no era normal…

Con la otra mano me acariciaba los huevos, y cada vez me los apretaba mas y mas… llego un momento que me dolían, pero ese dolor era placentero.

Joder con tanto morbo y esa deliciosa mamada yo ya no podía aguantar mas, estaba apunto de correrme y se lo dije.

―Irene para que acabare corriéndome en tu boca.

―Y no es eso lo que quieres.

Me dijo con una sonrisa picarona.

Eso me hizo estallar la cabeza, esta niña estaba dispuesta a todo, era una zorrita que sabia muy bien lo que hacia.

Así que me vine arriba, la agarre y la levante, sacándole violentamente la camiseta mojada que aun llevaba puesta, le baje esos shorts rosas y le dije:

―No, lo que quiero es esto.

Agarrándola de los hombros le di la vuelta, la empuje cara a la pared y con mi pie empuje su pie obligándola a abrir las piernas.

Con la mano agarre su pelo y empuje su cara contra las frías y mojadas baldosas de la ducha. Mientras que con la otra mano me agarraba la polla y la guiaba acariciando su torneado culito, y bajando poco a poco hasta llegar a la entrada de su coñito, estaba caliente, muy caliente y mojado, escuche como gemía, lo estaba deseando y yo no la iba a hacer esperar más.

De un golpe de caderas se la metí hasta el fondo, hasta que note que mis huevos golpeaban contra ella, pude ver como ponía los ojos en blanco y estoy seguro que su gemido se pudo escuchar en todo el vestuario.

Era delicioso el poder notar su coñito apretando fuerte mi polla, así que comencé a meterla y sacarla cada vez mas rápido, sin dejar de apretar su cabeza contra la pared y escuchando como con cada arremetida ella gemía y sus grandes tetas golpeaban contra la ducha, yo ya estaba fuera de mi, no podía contenerme, solté su pelo y puse mis manos en sus caderas, para ayudar a que cada embestida fuese mas fuerte, mas profunda, mas placentera… Ella se veía que estaba muy cachonda, casi exhausta, disfrutaba cada vez que mi polla se abría paso dentro de ella, se había abandona a los placeres y se estaba dejando llevar…

Yo estaba al limite, no podía imaginar que me estaba follando en la ducha del gimnasio a esa profesora de la universidad que había conocido por mañana en la cafetería.

―Córrete dentro de mi, cabron!!! – Consiguió decirme entre gemidos.

Eso pudo conmigo, solté sus caderas y agarrando fuerte sus tetas y de un ultimo empujón, se la metí hasta las entrañas y me corrí, una corrida larga y abundante que note como la llenaba y chorreaba entre sus piernas.

Ella estaba exhausta, se dejo caer de rodillas y sonriendo se dio la vuelta y me limpio los restos de semen que quedaban en mi polla de dos lametones.

―No ha estado mal profesor. – me dijo mientras me sonreía – pero ahora fuera de aquí, que me tengo que duchar y aun tengo que preparar la clase de mañana.

No hablaba en broma, se levanto, cogió mi ropa y me echo del vestuario.

Yo estaba confuso y cuando me iba a ir escuche que me decía:

Mañana no vengo al gimnasio, he quedado con mi novio, pero si quieres el viernes repetimos.

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