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Tiempo perdido (06)

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Papá y Montse fueron los últimos en marcharse de la casa. Cuando lo hicieron, yo estaba recogiendo en el piso de arriba, en la habitación donde un par de horas antes, mi prima y yo habíamos follado por primera vez. Oí la puerta de la calle cerrarse y pasos que subían las escaleras. Me quedé mirando la puerta y mi madre apareció quedándose quieta bajo el marco de la puerta. Sonreímos y me acerqué a ella. La besé en la boca metiéndola bien la lengua. Mi mano derecha se posó sobre su teta izquierda, por encima de la ropa. La estrujé sintiendo ya sus pezones duros.

-Espera hijo, espera –me dijo obligándome a separarme un poco –espera a que estemos seguros. Podrían volver por cualquier cosa. Le he dicho a papá que llame cuando lleguen a casa.

Me pareció sensato lo que decía mi madre así que sólo añadí "es que tengo muchas ganas de follarte mamá" pero decidí esperar a la llamada de mi cornudo progenitor, sobre todo cuando mi madre remató con un "y yo tengo muchas ganas de que me lo hagas, va a ser una noche increíble. Pero será mejor esperar". Así que nos pusimos a recoger y como esto es un relato de sexo, saltaré directamente hasta una hora más tarde, aproximadamente las diez de la noche, cuando mi madre colgó el teléfono después de confirmar que tanto mi padre como mi hermana estaban en nuestra casa de Madrid, a unos sesenta kilómetros de allí.

Volvimos a morrearnos en el salón. Mis manos estrujaron las nalgas de mi madre. Me llené de su culo.

-Dios, mamá, cada día estás más buena –ella no dijo nada y sólo sonrió. Se separó de mi, me cogió de la mano y me hizo subir las escaleras que nos separaban de su dormitorio. Cuando estuvimos allí, abrió el armario y sacó una pequeña cámara de vídeo. La cámara con la que había grabado mi padre a mi madre, masturbándose. Me la dio y yo me quedé un poco parado.

-¿Sabes usarla, verdad?, pues cuando yo te diga, ponte a grabar –dicho esto se perdió en el cuarto de baño y a los tres o cuatro minutos oí su voz instándome a que apretase el botón de "record". Unos segundos después empezó a sonar una conocida canción de Robert Palmer en el radiocasete que teníamos en el baño para cuando nos queríamos bañar... Y sólo diez segundos después apareció mi madre... bailando muy sensualmente al son de la música... y vestida solamente con un fino y transparente mini-camisón. Debajo del camisoncito un conjunto verde de tanguita y sujetador más liguero y medias a juego. La polla me pegó un latigazo dentro del slip de tan gorda como se puso y la cámara me tembló en la mano. Mi madre acababa de ponerme a mil y el streap-tease no había hecho otra cosa que empezar. Como la noche.

Mi madre se fue acercando sensualmente, moviendo su culo delante de mi cara, a no más de 50 centímetros. Yo estaba sentado en la cama, filmando todo. Luego se dio la vuelta, puso su preciosa pierna justo entre las mías y con la punta del pie me rozó la polla dentro del pantalón. Mientras tanto, se fue bajando la media muy despacito. Después lo mismo con la otra pierna. Yo estaba ya a mil y empecé a sobarme el rabo con la mano libre. Por supuesto no soltaba la cámara.

Mi madre, ya sin medias, volvió a alejarse ligeramente de mi, dándome la espalda. A un metro y medio aproximadamente de la cama, se detuvo y comenzó a desabrocharse el camisón por la parte de delante sin dejar de mover las caderas de forma muy sexy. Se giró nuevamente hacia mi y se quitó el camisón dejando que cayese al suelo y quedándose sólo con el sujetador y el tanga. Volvió a aproximarse a mi, colocó su brazo izquierdo bajo sus tetas lo que realzó aún más su firme busto y con la otra mano se soltó el broche del sujetador con una maestría increíble. Y entonces se quitó el brazo de debajo de las tetas y el sujetador también cayó al suelo dejando sus preciosos pechos al aire. A mi madre ya sólo le quedaba un tanga mínimo como ropa, la música se acababa y mi polla parecía ya un mástil.

Me volvió a dar la espalda sin dejar de bailar. Rebuscó en su cajones y de lo más profundo de uno de ellos sacó un consolador enorme. Se dio la vuelta y lo chupó mirando a cámara con toda la lujuria del mundo dibujada en la cara. Después salió corriendo de la habitación justo cuando acababa la canción y el silencio se hacía en la casa. La oí bajar las escaleras que conducían al salón y fui tras ella. Cuando llegué me encontré dos sorpresas. La primera: junto al sofá estaba montado el trípode de la cámara esperando que yo la colocase allí. La segunda: mi queridísima y caliente madre estaba medio tumbada en el sofá, las piernas abiertas, el tanga retirado y el consolador en sus manos entrando y saliendo de su húmedo coñito de madre follahijos.

Lentamente y aún sorprendido por todo el espectáculo que estaba presenciando, fui caminando hasta el trípode sin dejar de grabar a mi madre masturbándose. Cuando hube colocado la cámara y liberado mis manos, mi madre me tendió su mano desesperadamente.

-Vamos, hijo, ven aquí, quiero que me metas tu gorda polla ahora mismo, quiero que me folles como nunca. Estoy muy caliente, mi amor, muy caliente y necesito que me jodas mucho, que me folles bien follada... toda la noche –todo esto me lo dijo mientras yo me deshacía de mi ropa con más prisa y mucha menos sensualidad de lo que lo había hecho ella.

Totalmente desnudo me acerqué a mi madre, retiré la mesita baja de cristal y me coloqué de rodillas sobre la alfombra justo enfrente de la rajita húmeda y depilada de mi madre. Me incliné sobre ella y nos besamos apasionadamente, humedeciéndonos con nuestras lenguas toda la boca. Mi madre estaba realmente cachonda y yo no podía resistir más así que me separé y la ensarté con mi verga tiesa.

-¡¡Aaaaaaaaaaah, diooooooooooos, que bieeeeeeeeeeeeen, siiiiiiiiiiiii, que bieeeeeeeeeeeeen!! –gritó ella cuando sintió mi trozo de carne dentro de su coño.

-¡¡Siiiiiiiiiiiii, mamaaaaaaaaaaaa, ooooooooooh!! –fue lo que grité yo. Empecé a moverme dentro de mi madre, sujetándola por las caderas y bombeando mi rabo sobre su chochete.

-¿Te gusta, mamá?, ¿te gusta que te folle así, eh?, dime cuanto te gusta que tu hijo te joda.

-Ooooooh, si, si, Jose hijo, me encanta, ooooooh, diooooooooos, me encanta que me folles, no pares, no pares, sigue, ooooooh, que bien Jose, hijo mío, me encanta que me jodas, ooooooooooh –más o menos esto era lo que nos decíamos mientras mi madre y yo pervertíamos el orden establecido con nuestra salidísima relación incestuosa.

-Mamaaaaaaaaaaaa, ooooooh, mamáaaaaaaa, me voy a correeeeeeeeer –la avisé cuando sentí que mi orgasmo estaba a punto de llegar.

-Aún no, hijo, nooooooo, no te corras aún –me dijo deteniendo mi follada. Yo saqué la polla del coño de mi madre y ella se dio la vuelta velozmente mostrándome cual debía ser mi siguiente paso, el próximo lugar por el que tenía que penetrarla. Aún así, ella me lo hizo saber.

-En el culo, amor, fóllame por el culo, quiero tu leche en mi culo, amor –yo me subí al sofá y me coloqué detrás de mi madre. Apenas me hizo falta lubricarla pues todos sus jugos vaginales que habían rezumado de su rajita habían hecho el trabajo prácticamente entero. Y mi polla ya podéis imaginar como estaba después de haber pasado unos minutos dentro del coño de mi madre.

Aún así, le metí dos dedos en el ano para asegurar que estaba bien preparada para recibir. Mi madre gimió sólo con sentir mis apéndices dentro suya así que cuando unos segundos después fue toda mi polla lo que sintió dentro de su culo y de una única y bestial embestida, lanzó un auténtico alarido de placer.

-¡¡Aaaaaaaaaaah, siiiiiiiiiiiii!! –después se derrumbó sobre el sofá. Su cara quedó enterrada en un cojín y su mano derecha se fue hasta su coño para empezar a masturbarse mientras yo, su hijo pequeño, la jodía por el culo.

Como ya he dicho en alguna ocasión, el culo era la parte de mi madre que más me gustaba, la que más me excitaba, quizá por la cantidad de veces que lo había tenido a mano en los masajes antes de jodérselo por vez primera. A pesar de que hacía un año y pico de aquella primera vez, aún me ponía más que nada, agarrarla por las caderas en esa posición y follarla mientras sobaba sus nalgas. Que culo, que firmeza y que morbo tenía. Quité las manos de las caderas, dejé de moverme tan rápido y me recree en sobar las nalgas de mi madre mientras la jodía por el ano.

-Dios, mamá, que buena estás, que culo tienes, ooooooooooh, mamá, me encanta tu culo, es increíble, ooooooooooh, siiiiiiiiiiiii, como... como me gustan estas nalgas... eres preciosa, ooooooooooh, mamaaaaaaaaaaaa, quiero... quiero joderte por el culo siempreeeeee... –mi madre ya no decía nada. Estaba entregada totalmente a mi follada y a su masturbación. Me eché sobre ella y me hice con sus tetas acelerando nuevamente el ritmo de mi follada. Sentí sus pezones duros clavarse en las palmas de mis manos y amasé sus pechos con ansia. Sentí que me corría.

-Mamaaaaaaaaaaaa, me corrooooooooo, ooooooooooh, diooooooooooos, me voy a correeeeeeeeer, mamaaaaaaaaaaaa.

-Siiiiiiiiiiiii, hijo, siiiiiiiiiiiii, córreteeeeeeeeeeee –me instó ella. Y en el momento en que le introducía dos dedos en la boca y mi madre me los chupaba lascivamente, me derramé dentro de ella, de su ano. Agotados, caímos en esa misma posición, yo sobre su espalda, en el sofá. Y unos segundos después, recuperados, me sentaba junto a mi madre. Ella me abrazó y buscó mi pecho con su cabeza.

-Oh, mamá, es increíble, follas como nadie, eres la mejor –dije acariciando su pelo. Ella sonrió y luego pasamos unos minutos halagándonos. Entonces mi madre me dijo:

-Parece mentira que haga ya un año que hacemos esto. Si me parece que fue ayer cuando me sorprendiste masturbándome y diciendo tu nombre y acabamos follando por primera vez.

-A mi lo que me parece mentira es que lo consiguiese, que pudiese follar contigo después de todo lo que lo había deseado. Eres un sueño hecho realidad –mi madre volvió a sonreír y entonces tuvo una idea. Se separó de mi y me miró sonriendo.

-¿Sabes lo que se me acaba de ocurrir? –yo negué con la cabeza –dime una cosa, de todas las maneras en que imaginaste que me follabas por primera vez, ¿cual era la que más te excitaba, la que más cachondo te ponía? –no sabía lo que se proponía mi madre pero en ese momento recordé los relatos (algunos de ellos los conocéis de "Tiempo perdido II") y recordé que alguno de ellos estaban en mi habitación aún, en aquella misma casa. Salté del sofá y le dije a mi madre que esperase. A los tres minutos volví con ellos. Mi madre, totalmente desnuda, aguardaba en el sofá. Me sonrió y me miró extrañada. Yo le di los relatos y le expliqué cuando y por qué los había escrito. A ella le hizo mucha ilusión y se puso a leerlos al momento. Yo le pedí que me los leyera en voz alta. La situación no podía ser más cachonda. Mi madre, totalmente desnuda, sentada en el sofá, leyéndome relatos porno que yo había escrito sobre ella y yo mismo antes de poder tirármela por primera vez. La excitación era tal, que cuando me quise dar cuenta, mi madre se frotaba el coño totalmente espatarrada sin dejar de leer. Cuando acabó de leer, los ojeó rápidamente y me dijo:

-¿Sabes qué?, elijo éste –dijo extrayendo uno, luego me dio el taco y me los pasó a mi –ahora elige tu uno –yo los conocía de memoria y tardé menos de un minuto en decidirme. Entonces mi madre dijo las palabras que hicieron que aquella noche fuese mágica:

-Te propongo un juego. Vamos a imaginar que nunca hemos follado y que lo vamos a hacer por primera vez... tal y como lo cuentas tú en cada uno de tus relatos –yo me emocioné y me entusiasmé con la idea. Decidimos empezar por el que había elegido ella que para mi sorpresa era el que había titulado "demasiado deseo" y que empezaba con una semi-violación por mi parte.

Lo preparamos todo muy bien y mi madre introdujo unas variantes para darle mayor realismo y más morbo a la situación. Ya iréis viendo como se desarrolló todo. Nos volvimos a vestir. Mi madre se puso una ropa con la que asegurase que me iba a excitar (cualquiera hubiera valido porque yo estaba ya a mil). Así, eligió un pantalón de chándal fino y ajustado encima del tanga que había usado en el streap-tease y una camiseta de tirantes con gran escote y sin sujetador debajo. Sé que estaréis pensando que no es la ropa más sexy del mundo pero se trataba de crear una situación real para darle más morbo al asunto y mi madre no guisaba o limpiaba la casa en camisón transparente, como imaginareis.

Yo me puse simplemente un pantalón de deporte y una camiseta vieja, como si me acabase de despertar. Y empezó el juego, la actuación... Mi madre, mirándome con lujuria dio un último toque que me encendió definitivamente. Sin dejar de mirarme a la cara, se empezó a frotar los pezones con la yema de los dedos por encima de la camiseta hasta que esto parecieron estar a punto de rasgar la tela, de duros y marcados como estaban. Luego cada uno se colocó en su lugar. Mi madre en la cocina y yo en mi cuarto. Dejé pasar tres minutos para asegurarme que todo estaba preparado tal y como habíamos planeado y bajé a la cocina como si me acabase de despertar. Allí encontré a mi madre guardando una hipotética compra (eran cosas que había sacado de su sitio y que ahora guardaba como parte del juego).

-Buenos días –la saludé yo imitando mi tono de recién levantado. Ella se volvió y me miró sonriendo.

-Hola dormilón –me dio un beso en la mejilla y volvió a guardar la compra. Yo me puse a prepararme un café, dispuesto a simular mi desayuno –prepárame a mi otro –me dijo mi madre mirándome de refilón. Yo saqué dos tazas y preparé café. Mientras se calentaba, me apoyé en la encimera y empecé a observar a mi madre. Al agacharse a guardar cosas en la parte baja del frigorífico, el pantalón se le bajó un pelín y pude observar la tira del tanga. Eso hizo que me pusiese a mil. Mi madre llevaba un tanga y sus preciosas y firmes nalgas estaban desnudas bajo aquel pantalón de chándal viejo y desgastado. Pero lo peor vino después. Nos sentamos a tomarnos el café frente a frente y desde el momento en el que reparé que mi madre no llevaba sujetador y que sus pezones estaban durísimos, claramente marcados debajo de la fina camiseta lila, mi polla se puso enorme. Deseaba poseerla allí mismo, arrancarla la camiseta y chuparla los pezones, sobar sus tetas, acariciar su culo y meterle la polla por el ano. Estaba como loco de placer y no podía dejar de mirarla a las tetas.

Ella se dio cuenta y un poco atorada, se levantó recogiendo los restos del fugaz desayuno. Yo me excusé y subí al baño dispuesto a darme una paja monumental, incluso dos, que me calmaran mi apetito sexual por mi madre (en realidad, estuve cinco minutos encerrado en el baño flipando con lo morboso de aquella idea de mi madre, realmente empezaba a creer que nunca me la había follado. Lógicamente no me hice tal paja porque quería estar a la altura unos segundos después).

Cuando salí del baño estaba totalmente decidido. Iba a follarme a mi madre en ese mismo instante, le gustase o no. Así que bajé a la cocina nuevamente y la encontré fregando los platos. Me acerqué a ella con la polla a punto de reventar dentro del pantalón y la abracé por detrás. Me apreté a su culo para que sintiese mi verga dura en su nalgas.

-¿Qué pasa cariño? –me dijo ella un poco turbada.

-Pues que quería que supieses... que estás muy guapa hoy.

-Anda, pues muchas gracias. Siempre es un halago que un hijo le diga eso a su madre.

-Bueno, en realidad, creo que estás guapa siempre.

-Jose, ¿te pasa algo? –mi madre empezó a mostrar cierto nerviosismo. Yo estaba totalmente pegado a su cuerpo, con mis brazos rodeando su cintura por debajo de su tetas y mi cara pegada a su cuello. Había llegado el momento.

-En realidad, si mamá... que me gustas, que quiero hacérmelo contigo –mientras pronunciaba estad dos últimas frases mi mano izquierda subió hasta su teta derecha y la sobé un instante. Mi madre se revolvió.

-¡Jose, qué haces, suéltame!

-No, mamá, hoy no te escapas, te voy a follar –mientras pronunciaba estas palabras, mi brazo derecho apretaba la presa en torno a la cintura de mi madre y el izquierdo dejaba su teta para introducirse hábilmente por el pantalón hasta plantar la palma de la mano en el coño de mi madre, por encima del tanga. Ella se revolvía cada vez con más fiereza. Entonces, cuando estaba empezando a meter la mano por dentro del tanga, a punto de llegar al coño de mi madre, me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer (como parte de la actuación, claro) y me retiré asustado por haber estado a punto de violar a mi madre.

Nada más soltarla, ella se giró bruscamente hacia mi y me dio un tortazo en la cara mientras me gritaba:

-¡Hijo de puta, qué pensabas hacer! –inmediatamente seguido a la hostia, me miró fugazmente con odio (gran actuación de mi madre, lo juro, estaba metidísima en el papel) y después se abalanzó sobre mi besándome en la boca on pasión. Al separarse, ante mi atónita mirada, cogió mi mano derecha y la llevó hasta su rajita por dentro del pantalón y del tanga. Aquello era un auténtico manantial. Su coño estaba empapadísimo.

-Cabronazo, mira como me has puesto. Vas a tener joderme, que follarme bien follada para arreglar esto –nos miramos un segundo y poseídos por la pasión y la lujuria, nos empezamos a besar y a chupar. Nuestras lenguas se mezclaron. Con mi mano, aprovechando su posición en la entrepierna de mi madre, bajé su pantalón y el tanga hasta que cayeron al suelo. Al mismo tiempo nos despojamos de las camisetas. Las tetas desnudas de mi madre aplastaron contra mi pecho, sentí sus pezones erectos, esos que me habían excitado durante el "desayuno", clavados en mi piel. Mi madre, con maestría, sin dejar de besarme el cuello y morderme la oreja, me sacó la polla del pantalón de deporte.

-Vamos, amor, métemela, fóllame ahora mismo, méteme tu rabo hasta matarme de placer –me susurró al oído. Yo la aupé sobre la encimera hasta que su entrepierna quedó a tiro de mi polla.

-Si, mamá, te voy a joder, te voy a joder como nunca te lo hayan hecho, te voy a matar de gusto, zorra –entonces, con una feroz embestida, entré dentro de mi madre clavándosela hasta la base de los huevos.

-¡¡Ooooooooooh, siiiiiiiiiiiii, diooooooooooos, que gustooooooo, si, mi amoooooooooor, siiiiiiiiiiiii!! –gritó ella. El juego nos había excitado tanto que olvidamos que estábamos jugando y nos entregamos a un polvo feroz.

-¡¡Ooooooooooh, mamaaaaaaaaaaaa, siiiiiiiiiiiii, que bieeeeeen, uuffffffffffffff!! –fue lo que exclamé yo mientras mi polla entraba y salía toda velocidad de su coño. Estaba siendo uno de los polvos más intensos y pasionales de todos los que habíamos echado en ese año y poco de relaciones incestuosas. Las piernas de mi madre me rodeaban por la espalda. Mis manos se sujetaban y sujetaban a mi madre por su culo, sus nalgas me llenaban las palmas de las manos y sus uñas se me clavaban en la espalda. Mi madre me decía cosas al oído.

-Si, hijo, si, sigue, ooooooh, sigue, que bien, que bien jodes, hijo mío, me estás matando, me muero, ooooooh, me muero de gustooooooo, hijo, que bien, si, siiiiiii, no pares, diooooooooos, hijo, que bien, como me follas, como me gusta que me jodas, si, siiiiiii, vamos hijo, fóllate a la zorra de tu madre, fóllatelaaaaaa –más o menos eso era lo que me decía. Yo estaba a punto de correrme. Tanta preparación había hecho que llevase más de un cuarto de hora con la polla como un riel y no pude aguantar más así que le avisé a mi madre que me corría.

-¡¡Mama, mamaaaaaaaaaaaa, me corroooooooo, me voy a correr, ooooooooooh!! –esta vez ella no dijo nada, quiso que me corriese dentro suyo y así sucedió. Un latigazo me recorrió desde el cuello, la espalda hasta la punta de la polla y un enorme lecharazo salió despedido dentro de mi madre. Agotados, nos quedamos los dos abrazados. Me di cuenta que estábamos sudando, que teníamos el pelo húmedo pegado a la cara, que nuestra respiración era fatigosa. Nos separamos y nos miramos sonriendo.

-Esto me va a matar... o me vuelve loca –me dije mi madre antes de besarme ligeramente en la boca.

-Es... es increíble mamá, estaba salidísimo. Ha sido el mejor polvo de todos, creo.

-Si, amor, ha sido increíble. Me estaba mojando mientras "desayunábamos" sólo viendo con cara me mirabas las tetas. He estado a punto de joderlo todo, de levantarme y decirte que ya estaba bien de juegos, que me follases en ese mismo momento –ahí fui yo quien sonreí. Recogimos la ropa del suelo y mi madre, nuevamente con mirada y voz lasciva, me dijo:

-¿Cuál has elegido tú? –a pesar de los dos polvazos que habíamos echado, seguía teniendo ganas de guerra. Para mí era el tercero del día y estaba al límite. Aún así, disimulé y supuse que tendría fuerzas para un cuarto.

-El del masaje –mi madre sonrió.

-Pues vamos a ello, ¿no? -me besó en la boca y me cogió de la mano. Desnudos subimos al piso de arriba, a su dormitorio, dispuestos a hacer realidad la más grande de mis fantasías.

...continuará.

(9,27)