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Enemigo Desconocido.

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Era la última misión. Eso fue lo que el coronel Moore le aseguro. Y aquel era un hombre de confianza. Su temple firme y seguro le había convertido en todo un líder y era una razón de más para tenerle en alta estima. Muy pronto volvería con su esposa Ann y con su hijo Carl, a los cuales añoraba. Solo quería estar con ellos y tras finalizar este encargo lo haría. Estas eran las cavilaciones en las que se encontraba el sargento Joseph Black, miembro de los Navy Seals, un aguerrido soldado, que había demostrado su pericia en las guerras de Afganistán e Irak, tras lo cual fue alistado a esta unidad de operaciones especiales para realizar misiones por todo el mundo, luchando contra la nueva gran amenaza de este siglo, el terrorismo, Pero tras años de viajes constantes y de arriesgadas luchas que casi acababan con su vida, ya estaba harto. Quería dejar todo aquello y volver con su familia.

Sus pensamientos se disiparon por culpa de las turbulencias por las que pasaba el helicóptero Black Hawk, que lo zarandearon. En el interior, junto a el, otros 4 hombres se hallaban revisando su armamento y objetos personales. Un joven de apariencia latina sopesaba entre sus manos la pistola Glock 9 mm que todo soldado debía llevar encima. El sargento Black le dedico una mirada y leyó el grupo de números que aparecía impresa sobre el arma. S- 90134 ponía sobre ella. Su número de fabricación en serie. Las aspas del helicóptero cortaban el aire y el estridente sonido del rotor indicaban la potencia de aquella maquina. El transporte  sobrevoló un angosto paisaje de colinas y rocas calizas que sobresalían de la tierra como los huesos de un titán muerto que había quedado allí enterrado. La noche lo cubría todo con aura de misterio y tensión. El helicóptero se detuvo en un punto determinado y comenzó a descender.

-¡Muy bien señoritas, hora de bajar a tierra!- dijo el piloto a través de un altavoz.

Todos los soldados se pusieron en pie, armados y listos para lo que se les pudiera echar encima. El helicóptero seguía bajando, y a medida que lo hacia, el sargento Black tenia la extraña sensación de que parecía estar descendiendo a un abismo de insondables dimensiones. El escuadrón ya estaba listo y una vez que el helicóptero había tomado tierra, Black y sus hombres bajaron. El equipo se desplegó en formación circular para cubrir terreno y ver si había posible presencia enemiga. Tras dejar a sus pasajeros, el helicóptero se alzo de nuevo en el aire y comenzó a alejarse.

-Cuando acaben la misión, avisadme y os recogeré en la ZA (zona de aterrizaje) establecida)- El piloto les aviso a través de sus radios.

El helicóptero, con una gran luz iluminando todo continuaba su ascenso a medida que se  alejaba, como una aparición celestial, una suerte de ángel de la guarda, que ahora los abandonaba a a su suerte. Black se llevo la mano al a oreja para accionar el botón de la radio.

-Recibido.- Dijo al piloto.

Los detalles de la misión eran cuanto menos confusos. Hasta donde el coronel Moore le había facilitado, su objetivo era reunirse con el escuadrón Alpha para interceptar un convoy de vehículos del ejército iraní. Ellos se encargarían de facilitar a Alpha la recuperación de un paquete cuyo contenido no se le había especificado. A pesar de lo escueto de la información, Black era un soldado leal y no cuestionaría las ordenes de un superior solo por lo extraño de la misión. Miro al resto de sus hombres. Todos ellos eran soldados de confianza y lo mejor de lo mejor. Habían trabajado juntos en varias misiones y se conocían muy bien. Al lado de Black, un hombre negro de 2 metros de alto, robusto, de hombros anchos, brazos fuertes y grandes como troncos y espalda recia, sostenía entre sus manos una aparatosa metralleta pesada M240. Su nombre era Frank Taylor, pero todos le habían apodado El Tanque, un apelativo bastante apropiado. Detrás de el, había un tipo larguirucho y de rasgos asiáticos con la piel mas blanca que uno podía imaginar. Su nombre era Harry Wong y era el experto en comunicaciones. Justo en el lado derecho de Black, había otros dos hombres. Uno de pintas latinas llamado Ricardo Cortez y otro de facciones duras, alto y con un discreto bigote en la cara, llamado Higgins, el cual portaba un rifle de francotirador Barret. Todos se orientaron hacia el sargento en formación circular, observándolo atentamente.

-Y bien señor, ¿cual es nuestra misión?- Pregunto El Tanque con una voz tan potente que hacia temblar todo a su alrededor.

-¡¡¡¡No acaparar a todos los enemigos, Tanque!!!!- Dijo Higgins con tono jocoso.

-Tranquilo, te dejare los mas débiles para ti, Higgins.- Le espeto Tanque acompañado de una sonora carcajada.

-Muy bien escuchadme atentamente.- El sargento Black alzo la voz para que el escuadrón pudiera escucharle.- Nuestro objetivo es reunirnos con Alpha y luego asaltar un convoy enemigo que transporta un paquete de vital importancia. Alpha se ocupara de la extracción mientras que nosotros vigilaremos la zona.- Miro a sus hombres listos para el combate.- Muy bien, ¡en marcha!

El escuadrón al completo inicio su marcha. Todos recorrían con rapidez aquel terreno escarpado y lleno de rocas afiladas, vigilando cada recodo de camino. La oscuridad era su manto de protección, aunque también les inquietaba. Mientras avanzaba al punto de reunión, Black pensaba en el misterioso paquete que le debían arrebatar al enemigo. Moore no le había dado demasiados detalles sobre este y por lo que veía aquella parecía ser una operación encubierta que implicaba mantener todo en el máximo secreto. No le daba muy buenas sensaciones, pero por otra parte, seria su última misión, así que prefirió no darle mas vueltas al asunto. Cumpliría lo ordenado y tras eso por fin estaría de vuelta con su familia. Era lo único que le importaba. El equipo llego a una pequeña loma que descendía hasta un inmenso valle, colindante con unas montañas y por el cual serpenteaba una sinuosa carretera. Black observo aquel paisaje recubierto por la penumbra cuando, repentinamente, su intercomunicador comenzó a sonar de manera estridente.

-Sigma me recibe, Sigma- Una voz distorsionada por las interferencias se escuchaba llamando con cierto nerviosismo.

-Alpha, aquí Sargento Black del escuadrón Sigma, listos y en posición.- Dijo, mientras se llevaba la mano al intercomunicador para ajustarlo.

-Recibido.- Contesto Alpha.

-Muy bien, todos en posición.- Ordeno el sargento Joseph Black.

Sus hombres obedecieron y comenzaron a desplegarse. Higgins se quedo en una zona alta desde donde tener buena puntería. Black y el resto descendieron la loma con cierto cuidado, ya que había piedras resbaladizas. Llegaron hasta una de las zanjas pegadas a al carretera y se cubrieron tras una a la espera de la llegada del convoy. Black miraba oteando el paisaje ante cualquier atisbo de presencia enemiga, y mientras lo hacia una sensación de malestar recorrió su cuerpo. No sabia porque, pero pensaba que algo raro había en torno a esa misión. Tanto secretismo le molestaba mucho.

-¡Ahí vienen!- grito Tanque.

A su izquierda, Black vio una hilera de luces avanzando por la carretera. Eran 4 jeeps y 1 camión. Este se encontraba en medio de los jeeps, seguramente escoltándolo para ofrecerle una mejor protección. Black miro a sus hombres. Estaban nerviosos y excitados, sus ojos brillaban en el fulgor de la oscuridad con ansias de lucha. Black bien lo sabía. La calma al inicio de la batalla. Todo estaba listo.

-Listos.- Informo Alpha.

-Nosotros también Alpha.- Contesto Black con presteza.

Estaba habituado a esas batallas, pero aun así le seguían sorprendiendo. Lo primero que vio fue la fugaz estela del misil Javelin sobrevolando sobre ellos directo a impactar contra su objetivo. Tras eso vino la explosión, que ilumino la noche con un intenso brillo rojizo. Otros dos misiles fueron lanzados, impactando en sus objetivos que eran los jeeps.

-¡Ahora!- Grito con fuerza Black.

El y sus hombres salieron de la zanja y ascendieron al camino. El convoy había parado, justo cerca de ellos, de tal forma que no tuvieron que avanzar demasiado. El escuadrón se desplegó y Black llego al primer vehiculo, aun en llamas. Escucho varias palabras en árabe muy cerca de el. Era como sui quien las dijese estuviera maldiciendo. Se puso en guardia y agarro su fusil de asalto, listo para el combate. Apuntando con su mira, se adentro en aquella zona de guerra y muy pronto se dio de bruces con su primer enemigo. Este al verlo, intento sacar su arma, pero Black fue más rápido y le descerrajo dos tiros. Se detuvo para mirar el cuerpo tirado en el suelo, pero en el solo se descubrió una total indiferencia hacia este. Ya estaba habituado a matar a personas, asi que esto no era ninguna sorpresa. Era parte de su trabajo y hacia mucho que esto no le desagradaba. Continúo su avance a través de los llameantes vehículos. En el rubor de la noche, se escuchaban el silbido de los disparos y el grito de personas enfurecidas, tanto en arabe como en ingles. Black llego hasta uno de los jeeps donde Tanque se encontraba a cubierto. Se levanto, apoyo su pesada ametralladora en el capo del coche y apretó el gatillo del arma, emitiendo un fuerte chirrido que se propago por todo el valle.

-¡Venid aquí hijos de puta, os estoy esperando!!- Emitió Tanque que apretaba sus dientes blancos en una clara mueca amenazante.

-Tranquilo Tanque, creo que les has dado un buen susto.- Dijo Black con una leve sonrisa en su rostro.

Tanque era una masa de músculos en tensión, embravecido por el fulgor de la batalla. Volvió de nuevo a abrir fuego con su arma, que escupió decenas de balas, repartiéndolas por todo el lugar. A lo lejos, Black vio dos figuras moviéndose tras uno de los coches. Tanque disparo contra este y Black pudo ver como una de las figuras caía fulminada al suelo. El otro bien cubierto, les disparo. Black miró a Tanque. Tenía un plan.

-Cúbreme desde aquí. Yo lo flanqueare por la derecha.

Tanque asintió y empuño su arma, gritando al mismo tiempo que su arma vomitaba munición. La potencia de esta era tan fuerte que su gran cuerpo temblaba. Black aprovecho y corrió hasta una pequeña colina donde se hallaba una gran roca y desde ahí, cubierto, flanqueó al enemigo. Lo vio detrás del coche, soportando los disparos de Tanque. Apoyando su fusil en la fría roca, Black miro a través de su mira y apunto a la cabeza del hombre. Disparo y una bala atravesó la cabeza de este con un sordo sonido y cayo al suelo. Tanque y el se reunieron abajo y prosiguieron hacia delante. Allí Wang y Cortez, se cubrían tras el camión ante el insistente fuego de un numeroso grupo de enemigos. Black se puso detrás del camión.

-¿Cuantos enemigos hay?- Pregunto agitado Black.

- Creo que cinco, señor, pero no los he podido ver bien.- Se cubrió mas cuando una de las ráfagas de la bala al rozar el metal del vehiculo le dio en la cara.

-Haber si Higgins puede hacer algo.- Contesto Black.

Desde su posición, el francotirador Higgins tenía una perfecta visión de toda la batalla. Aun no había matado a nadie. Carraspeo un poco y acerco su ojo a la mira telescópica de su rifle. Gracias a la visión nocturna, podía ver en la oscuridad y lo que veía era un mar de siluetas moviéndose de un lado para otro, cubriéndose donde podían y disparándose las unas a las otras. Encontró a sus compañeros, cubiertos tras el camión. Tenia que ayudarles. Era su misión. Movió el rifle y lo fijo en los 5 hombres cubiertos tras un coche y unas rocas. Apunto no con cierta facilidad ya que los tipos se movían mucho y coloco la mira justo en la cabeza. Palpo el gatillo del arma por unos instantes, sopesando la situación y finalmente la apretó. Una bala salio disparada amas de 190 Km. por hora e impacto en al cabeza del hombre, cayendo al suelo como un muñeco inanimado. A este, siguieron más.

Black vio que Higgins se estaba ocupando del so tipos y ordeno abrir fuego contra los objetivos restantes. Empuñaron sus armas, salieron de sus coberturas y decididos, abrieron fuego contra sus enemigos poseídos por un éxtasis de rabia y euforia desencadenada por la adrenalina que se había disparado. Tras vaciar sus cargadores, todos se calmaron. El silencio sereno fue apagando la furia de aquellos combatientes y sus armas cargaron el aire de un humeante olor a pólvora quemada. Black respiraba intentando calmarse, a pesar de que sus sentidos estaban muy aguzados y su corazón latía con ritmo incesante, apunto de estallarle. Toda esa tensa calma se rompió al oír más gritos. Venían del otro lado de la colina y Black y sus hombres se pusieron en guardia en cuanto los escucharon. Dos soldados iraníes surgieron descendieron de la colina gritando, tras solo varios segundos después ser fulminados a balazos. Rodaron colina abajo, hasta acabar a los pies del Escuadrón Sigma. Desde arriba, Alpha se revelaba ante Black y sus hombres.

-¿Todo despejado por aquí abajo?- Pregunto uno del os hombres, mientras descendía.

-Ya lo creo.- Dijo Black estrechándole la mano.

El capitán Jacob Steiner se quito las gafas de visión nocturna y sus hombres le seguían como lobos que siguiesen al líder de su manada.

-Ya veo que nos habéis dejado nada para nosotros!!!- Dijo Steiner con tono fanfarrón.

-Por algo nos habremos ganado una buena reputación.- Se burlo Black.

Los dos escuadrones avanzaron hasta a la parte trasera del camión. Las puertas, cerradas herméticamente, parecían invitar a abrirlas. Black las vio como la entrada algo peligroso.

-Ya nos ocupamos nosotros.- Dijo Steiner, señalando a uno de sus soldados que la abriese.- Vosotros cubrid la retaguardia.

Black asintió y con sus hombres marcho a un pequeño montículo, colindante con la curva, perfecto para vigilar. Higgins se reunió con ellos y se coloco en posición para observar el horizonte. Black se apoyo en una pared de tierra y se comió una chocolatina. Pensó en al misión y en lo bien que había salido. No hubo ninguna baja en ambos equipos y todo seguía según lo previsto. Se acordó de su esposa y su hijo y un sentimiento de añoranza le invadió. Se lo quito de encima, pensando que muy pronto volvería con ellos. Cortez se sentó a su lado en ese mismo instante.

-Ha sido una misión mas llevadera de lo que pensaba.- Dijo mientras que se apoyaba en la pared.

-Si, podría haber sido mas peligrosa, pero mas vale no relajarse.- Menciono Black girando la cabeza.

Cortez lo miro por un instante y luego la volvió hacia el suelo, suspirando un poco.

-He oído que tras este trabajo se retira.- Al decirlo Black asintió.

-He pensado en volver con mi familia. Es lo que mas quiero.- Sus ojos mostraban cierta añoranza al decirlo.

-Una lastima, es un buen sargento y le vamos a echar de menos.- Black sonrío al decir Cortez esto.

-No te creas, seguro que tendréis un sargento mejor.- Cogio su  cantimplora y bebió un sorbo de agua.

Paso un rato y Black comenzó a impacientarse. No es que pensara que algo malo pudiera haber ocurrido, pero Alpha no contestaba y eso no le daba buenas vibraciones. Fue a Wang y le pregunto si había contactado con ellos. Wang se encogió de hombros.

-No señor, hace rato que no contestan. Black se quedo muy extrañado.

      Cogio su intercomunicador y tras ponérselo en la oreja la acciono.

-Alpha me recibe.- Sonó la estática.- ¿Steiner estas ahí?- A Black todo aquello le empezó a gustar menos.

-¡¡¡Aaaaarg!!!- Black escucho el grito y se quedo paralizado.

Más gritos y disparos se escucharon por el intercomunicador. Los soldados miraron a Black y quedaron impactados por la expresión de horror que este tenia.

-Sargento, ¿que ocurre?- Pregunto Higgins.

-Recoged vuestras armas y vamos a por Alpha.- La inseguridad de Black se mostraba con cada palabra que este pronunciaba.

Los soldados obedecieron sin rechistar y una vez armados, iniciaron la marcha y en silencio fueron a donde el escuadrón Alpha estaba extrayendo el paquete. Una vez allí a Black casi le se le salen los ojos de las orbitas. Allí delante tenían el camión con sus puertas abiertas y debajo de este los cuerpos ensangrentados y despedazados del escuadrón Alpha. Black estaba paralizado por el horror. Una sensación de miedo y agobio le invadió, deslizándose como unos tentáculos hacia su cuerpo y enrollándolo para no dejarlo escapar. Dirigió la vista a su equipo, cuya expresión no distaba mucho de la suya.

-¿Que coño ha pasado aquí?- Pregunto Tanque con incertidumbre y miedo.

-Joder, mierda, mierda, mierda…- Gritaba entre dientes Wang.

-Wang cálmate.- Le dijo Black.

Pero el asiático estaba perdiendo el control. Black se acerco a uno de los cuerpos. Le faltaba un brazo. El rostro estaba completamente desfigurado, sin nariz, los ojos arrancados de cuajo y una gran brecha abierta de la mejilla derecha atravesando toda la boca, dejando la mandíbula superior colgando. Su vientre estaba abierto y los intestinos salían hacia fuera. La sangre lo cubría todo dejando un tenue brillo escarlata. Black acerco la mano hasta la chaqueta del cuerpo y de ahí saco unas chapas de identificación. Sgto. Jacob Steiner ponía, grabadas en la superficie plateada resplandeciente.

Nadie dijo nada. El viento soplaba como una suave brisa y un sepulcral silencio reino en el ambiente. Un silencio insidioso que incomodaba a todos reinaba en el ambiente. Sus corazones palpitaban incontrolados y sudores fríos recorrían sus cuerpos.

-¿Quien cojones ha podido hacer esto?- Pregunto Higgins rompiendo aquel silencio.

-Puede que un animal.- Especulo Cortez.

Nadie contesto. Black lo tenia bien claro. Sea cual fuese la misión ya hacia mucho que había terminado. Llamaría al helicóptero para sacarlos de allí. No pondría en peligro la vida de sus hombres. Jamás se lo perdonaría. Ya iba directo a solicitar la evacuación, cuando se percato de algo. ¿Donde se encontraba Wang? Miro a un lado y a otro. El miedo le invadía cada vez más. No era el único. Todos miraron en busca de Wang y Cortez finalmente lo encontró. Estaba fuera del camino, de espaldas a el, muy recto, como si estuviera en tensión.

-Lo he encontrado.- dijo al resto que avanzaron al escucharlo.

Cortez fue hacia el, y a menos de un metro, Wang se dio la vuelta. De su cuello no paraba de salir sangre. Cortez dio un pequeño salto hacia atrás con todo el cuerpo en tensión. Quería gritar pero su voz se apago. Wang tenía un gran corte en el cuello. La sangre caía como una pequeña cascada. Cayó de rodillas al suelo y luego se desplomo. La sangre se derramo mojando la tierra de rojo. Todos quedaron petrificados ante esa escena. De repente, Black vio algo, no muy lejos del cuerpo ya sin vida de Wang. Apenas unos metros, una figura alta, delgada pero esbelta, de miembros largos y finos se movió. La oscuridad la ocultaba, parecía fluir en ella. Se movía con rapidez. Directa a Cortez.

-¡¡¡¡Cortez apártate!!!!- Grito el sargento con alarma.

Cortez la vio a muy corta distancia. Desesperado salto a un lado y rodó por el suelo. Black y el resto empuñaron sus armas y abrieron fuego. Ráfagas de balas atravesaron el aire, un sonido ensordecedor de furia incontrolada resonó en todo el valle. De las armas salía humo. No dejaron ni una sola bala en el cargador. Cortez se levanto del suelo y fue hacia sus compañeros. Estos jadeantes, observaban el paisaje completamente oscuro. Ni rastro de esa cosa. Black estaba horrorizado. Ni una gota de sangre siquiera. El pánico iba a invadirle, pero se calmo. Pensó con rapidez. Tenían que salir de ahí.

-Vámonos.- Ordeno a sus hombres.

-Pero, ¿y Wang, señor?- Pregunto Tanque.

Black lo miro. Tanque comprendió, ya no había nada que hacer por el.

Los 4 hombres comenzaron a correr en dirección a la ZA. .Black contacto con el piloto y calculo que en 15 minutos estaría allí. Prefirió no contactar con el coronel Moore, a sabiendas de las explicaciones que tendría que dar. Estas vendrían luego, pero seria Moore quien se las diese a el. Prefería no mirar atrás. La visión de Wang degollado y de esa misteriosa criatura lo tenía en estado de shock. Respiraba intranquilo, mientras intentaba darle más impulso a sus piernas para ir más deprisa. A su lado, el resto de su escuadrón corría con la misma celeridad. Finalmente llegaron a la ZA. Black desplegó algunas luces reflectantes para que el helicóptero los viese desde la distancia. Ordeno a sus hombres que se desplegaran para crear un parapeto defensivo. No sabía si esa cosa seguiría por ahí, pero como dicen, más vale prevenir que curar. Tanque se coloco tras unas rocas con la ametralladora puesta por encima  para cubrir mejor el terreno. Higgins a unos metros de el, acostado sobre la tierra y desde ahí oteando el paisaje enguisca de objetivos que fulminar de un disparo. Cortez coloco explosivos alrededor de la ZA. En caso de acercarse los haría estallar sin dudarlo. Después se dirigió hacia el centro, donde Black con unos prismáticos provistos de visión nocturna miraba buscando algún movimiento sospechoso. Todo el paisaje se veía con un brillo de color verde claro muy intenso, como si alguien lo iluminase todo con una luz de ese color inmensa. Pensaba en las estridentes luces procedentes de una nave alienígena. Cortez se le acerco y el se apartó los prismáticos.

.- ¿Esta seguro de esto, señor?- Pregunto Cortez con preocupación.

Black le miro y noto el miedo en los ojos de su soldado. Estaba nervioso, casi temblaba del terror que lo consumía. El se sentía igual.

-Tranquilo, todo saldrá bien.- Le coloco una mano en el hombro mientras le decía esto. Cortez asintió y el sonrío.

Los minutos pasaban muy lentamente y para el sargento del escuadrón Sigma eran como años. Miraba el cielo, a la espera de ver la titilante luz del foco del helicóptero. Miro a sus hombres todos en posición, listos para luchar. Se sentía orgulloso de ellos. Habían combatido juntos en muchas batallas y siempre se habían cubierto las espaldas los unos a los otros. Les tenía mucho aprecio. Se acordó de Wang. Un nudo se formo en su garganta y un profundo malestar inundo todo su cuerpo. Miro el cinto apretado en su cuerpo y observo el lanzabengalas que portaba. En cuanto el helicóptero apareciese lanzaría una bengala para señalizar su posición. Y por fin, volvería  a casa.

Higgins lo vio venir. A través de la mira del rifle, Higgins vio en la lejana, una figura larguirucha y delgada moviéndose con rapidez. Se cubría en cada roca o montículo que hallaba. Higgins intentaba darle pero era demasiado rápida. Y entonces vio que no había una sola, sino dos. Se movían en zig-zag, cruzándose la una con la otra, pero avanzando siempre hacia delante. Era como si estuviesen realizando alguna suerte de danza o baile. Higgins se ponía cada vez más nervioso. En sus 10 años de carrera militar jamás se encontró ante algo así. Sin dudarlo abrió fuego contra aquellas cosas. Todos lo escucharon. Higgins apretaba el gatillo cada vez que en la mira una de esas cosas se cruzaba. Pero fallaba. Cada tiro era una bala perdida. Higgins estaba cada vez mas agitado. Las vio cada vez mas cerca y por un instante  una imagen de esas horrendas criaturas se quedo grabada en su retina. Era de color oscuro, delgada, miembros largos acabados en 4 dedos con garras largas y afiladas. Su piel parecía áspera y escamosa. De su rostro solo llego a atisbar unos ojos vacíos de color negro intenso. La cosa avanzo hasta quedar a tan solo 4 metros de Higgins. Este  se incorporo al instante. De su flanco derecho vio venir a la segunda criatura.

-¡Puta mierda!- Gritó con horror.

Tanque se giro y con sus fuertes brazos sostuvo la ametralladora M240 con la que sin dudarlo abrió fuego para cubrir a Higgins.

-¡¡¡Probad plomo, malditos cabrones!!!- Grito abriendo al máximo su boca.

Black y Cortez vieron esto con horror pero enseguida se pusieron en guardia y apuntaron con sus rifles a esos etéreos enemigos. Las cosas se movían con rapidez y por mucho que el escuadrón Sigma les disparaba, eran intentos fútiles. Una de esas cosas se acerco demasiado a Higgins. Este le apuntó con su escopeta que llevaba paral os encuentros cercanos, pero la criatura salto sobre el y el arma cayo a varios metros de distancia. Desarmado, Higgins intentaba defenderse de la repugnante bestia, pero todo era un torbellino de garras y oscuridad. Sintió cortes en todo su cuerpo, del vientre a al cara. Sin dudarlo, Tanque fue a socorrer a su amigo y cargo contra el monstruo que tenia encima. Pero al golpearla, vio que esta se volteaba con brusquedad y le miro. Con sus ojos, mas negros que la noche que les bañaba. Esos ojos, clavándosele en lo más profundo de su mente. Tanque quedo paralizado viendo ese horror. Noto el peso de su arma desapareciendo, de hecho noto que sus propias manos ya no las notaba. No lo sabia, pero también se las habían arrancado. De repente, vio a una de esas cosas justo delante de el, mirándolo con esos ojos negros. Esos ojos. La cosa le asesto un zarpazo en la garganta. Su boca se inundo de sangre y un segundo zarpazo le arranco la mandíbula. Su mente estaba nublada por ese extraño trance. No sintió nada.

Higgins se arrastraba por el suelo dolorido mientras que el cuerpo de Tanque se desplomaba sobre el suelo pesadamente. Black miro horrorizado toda de aquella escena. Luego se centro en Higgins. Vio que de un bolsillo sacaba una granada y le quitaba la anilla. Se la apretó contra el pecho y lanzo una ultima mirada al sargento.

-¡¡¡Higgins no!!!- Grito justo antes de que el francotirador estallara en mil pedazos con las dos criaturas a su lado.

La onda expansiva lanzo a Black hacia atrás. Cayo aturdido y con un intenso silbido en los oídos.

-¡¡¡Vamos!!!- Oyó un grito que parecía distante.

Cortez lo agarro del hombro y Black se incorporo, tambaleándose, pero corriendo con rapidez. Agarro su fusil y siguió a Cortez. Los dos corrían desesperados, no tratando de mirar atrás. Pensaba en su mujer y su hijo. En lo lejos que estaban. Su corazón latía con mucha fuerza. Jadeaba y forzaba sus músculos para ir más rápido. Miro al cielo, esperando ver la luz esperanzadora. Pero nada. De repente, algo lo tiro al suelo. Black noto los guijarros de la tierra clavándose contra su cuerpo. Cortez se giro y abrió fuego contra la criatura que se iba a lanzar sobre el sargento. Esta evito sus disparos y acabo en frente suya. Sus garras impactaron contra su vientre y la criatura lo volcó. Cayó al suelo, mientras sus entrañas se derramaban. Black agarro una de sus granadas aturdidoras y la arrojo contra la criatura. Cerró los ojos justo antes de que un intenso flash se desplegase. Este cortó la visión de la criatura, que emitió un fuerte chillido. Black aprovecho la situación y agarro a Cortez, cuyas manos se apoyaban contra su vientre, evitando que sus intestinos se salieran de dentro. Lo comenzó a arrastrar con prisa. En la lejanía, vislumbro una luz que parecía acercarse, una clase señal esperanzadora. Lo cogio con mas fuerza y ls dos avanzaron mas. Con su otra mano libre, agarro el lanzabengalas y disparo una al cielo, expectante de que el piloto la viese.

-Señor, déjeme aquí, huya.- Decía Cortez con voz agonizante.

-De eso nada.- Inquirió Black.- Los dos saldremos de aquí.

Las dos criaturas estaban delante de Black. Estas fueron directas hacia el. El sargento salto hacia un lado. Apunto a una, pero cuando iba a disparar vio que ya no estaba. Sintió un golpe en la espalda. Una criatura reptiliana de ojos negros paso delante suya. Sintió unas garras rozando su rostro. Estas apenas le causaron unos arañazos, pero la herida preocupante era la de la caja torácica. Una gran brecha que le abrieron del pecho al vientre de forma vertical. Sintió un torrente de líquido viscoso surgiendo de su interior. Se hinco de rodillas, como si fuese a rezar y trato de serenar su mente. Pensó en su mujer y su hijo. En que ya nunca los volvería a ver. En que ya no vería a su hijo crecer. En que ya no podría amar a su esposa. Intento sacar fuerzas para salvarse, pero sus fuerzas le iban abandonando. Cada vez iba más lento, como si todo el peso del mundo estuviera sobre sus espaldas. Vio a una de esas cosas acercándose hacia el. El fin estaba cerca, pensó. Acerco su rostro a la fría arena. La sentía áspera y dura. Apenas percibió el sonido de las aspas del helicóptero y el chirrido de la ametralladora rotatoria abriendo fuego.

El coronel Moore estaba sentado placidamente en su despacho. En su escritorio había un sinfín de informes de diversas misiones. Las revisaba todas para conocer todos los detalles. Paso las manos por cada uno. En ese instante la puerta se abrió. Una mujer en la treintena entro dentro. Se acerco al coronel. Se aparto la melena de color marrón claro. El coronel se levanto y le estrecho.

-Me alegro de verla agente Banks.- Dijo y se reclino sobre su asiento.

-Lo mismo digo.- Dijo ella sonriente y tomo también su asiento.

-¿Y bien, que la trae por aquí?- Pregunto Moore.

-Leyó ya el informe de la misión a Irán.-La chica lo miraba con cierta alevosía.

Moore era un militar experimentado. A sus 65 años, era líder de varias tropas y supervisaba muchas operaciones por todo el mundo. Pero la misión a Irán le parecía muy arriesgada. Oculto información al sargento Joseph Black y pensó que lo había enviado a una misión suicida. Era necesario, decían, cuanto menos sepan mejor, le aconsejaban. Moore conocía a Black desde bastante tiempo. Era un buen soldado y quería volver con su familia. Le dijo que esa seria su ultima misión. Que después volvería a casa. No quiso leerlo y prefirió que Banks le diera los detalles. Banks le observaba y comprendió que no lo había leído, pero no por falta de tiempo sino más bien por miedo a lo que se encontrara. Suspiro y decidió hablar.

-La misión fue un autentico desastre, no recuperamos a los sujetos y tanto los escuadrones Alpha como Sigma han caído.- Moore la miraba en silencio.

-¿No hay ningún superviviente?- Pregunto el coronel algo nervioso.

-La verdad es que si.- Dijo Banks mientras una sonrisa se dibujaba en el rostro.

Una tensa clama cubría todo. Moore estaba expectante. No le quitaba el ojo de encima a la agente.

-El sargento Black.- Dijo sin pestañear.

Moore se llevo las manos a su cara. Sentía un gran alivio al oír esa noticia. Pero le preocupaba saber como estaría el sargento.

-¿Como se encuentra?- Pregunto Moore con preocupación.

-No muy bien.- Contesto.- Tiene graves heridas en el torso y el costado. Perdió mucha sangre. El equipo Delta que iba en el helicóptero lo salvaron por muy poco.

-¡Pero se recuperara?- La voz de Moore sonaba dura.

Banks pestañeo levemente.

-Tiene la medula espinal dañada. Podría quedar inválido.

Moore respiraba muy agitado. Se paso una mano por la frente.

-Y bien, ¿que haremos ahora?- Pregunto Moore.

-Estamos usando un satélite para rastrear la zona, pero siendo territorio enemigo se hace difícil enviar otro equipo.

-Si, se hace complicado.- Moore giro el sillón a un lado mientras cruzaba sus brazos. Banks asintió.

-Sin embargo, podemos sacar algo positivo de esta misión.

El coronel la miro incrédulo. Ella prosiguió.

-El sargento Black ha sobrevivido al ataque, podría sernos de gran ayuda. Su experiencia en este enfrentamiento podría sernos útil.- Banks miro al coronel.

-Ni hablar. – La expresión en la vieja cara de Moore cambio.- Black ya ha sufrido demasiado. Será mejor que os busquéis a otro.

-Como quiera- Dijo la agente de la CIA, mientras se levantaba

Moore la observo mientras se alejaba. Esta se giro. Su pelo se movía ondulante en el aire, dándole un aire de elegancia.

- Bueno coronel, me despido. Pero recuerde.- Sonrío.- Cuando esas cosas nos invadan, más vale que sus hombres sepan enfrentarse a ellas.

(9,80)