Nuevos relatos publicados: 18

Verano de 2005 (1 de 3)

  • 8
  • 40.089
  • 8,83 (12 Val.)
  • 0

Hola a todos. Posiblemente la historia que os voy a contar os parezca una cosa de locos, pero ocurrió y así os la voy a relatar. Ante todo presentarme: me llamo María del Mar, 22 años, aproximadamente 1’70 de estatura, rubia, ojos marrones, y una figura que, sin ser despampanante, provoca miradas, especialmente hacia mis respingonas nalgas. Vivo en la costa, en el sur de España, en una pequeña casita propiedad de mis padres con jardín, piscina, dos hermosos perros… En fin, un pequeño paraíso en la tierra, sobre todo porque está un poco aislada del mundanal ruido y apenas nos molestan, salvo alguna visita que aparece de tanto en tanto, o los camiones que vienen a rellenar el depósito del gas o a traernos la compra del hipermercado que mi madre encarga gracias a Internet. La única pega es que, al estar fuera del pueblo, no podía salir tanto como quisiera, hasta que mi padre me sorprendió para mi cumpleaños regalándome un ciclomotor para poder desplazarme al pueblo o a casa de mis amistades.

En ese tiempo hice bastante amistad con una compañera de clase, Ángela, morena, guapísima a la que, por vivir en una situación parecida a la mía, muchas veces recogía con mi moto y traía y llevaba. Casi siempre salíamos las dos solas, ya que el resto de compañer@s nos consideraban unas pijas creídas. Bueno, parte de razón tenían, sobre todo por nuestra costumbre de vestir de marcas caras y nuestro comportamiento un tanto frívolo. Sin embargo, notábamos que cuando llegábamos a algún pub, al instituto o a algún otro sitio, inmediatamente éramos el centro de atención de los chicos, que se nos pegaban babeando como caracolitos e intentando llamar nuestra atención. En esa época yo ya tenía 16 años y, cosas de la edad, empezaron los tonteos con los chicos. Tonteos que, eso sí, nunca pasaron de besos y caricias, ya que no había ninguno que me llenase totalmente para tenerlo como pareja. (Ayyyy, los ideales de la adolescencia… Jejeje). En aquella época me pasó una de las cosas más bonitas que me pudieron pasar en mi vida…

Recuerdo que era una tarde de primavera. Yo ya tenía 18 años y estábamos en casa de Ángela repasando para los próximos exámenes. Hacía un poco de calor, por lo que nuestra vestimenta era, sin ser indiscreta, un tanto ligera. Ella llevaba, al estar en su casa, una camiseta de tirantes y un pequeño short, el pelo recogido en una cola de caballo. Yo iba ataviada con una mini vaquera Levi´s que me encantaba (Me hacía unas piernas preciosas) y una camiseta negra de manga a la sisa Chevignon. Estábamos las dos en su cuarto, llevábamos toda la tarde estudiando y, la verdad, ya estábamos un poco hartas. Se confundían las sensaciones: por un lado estábamos deseando hacer un alto o irnos a tomar algo; por otro, la auto obligación moral de no dejarlo, más que nada para no bajar las medias en nuestros expedientes y terminar bachillerato y selectividad con buena nota para poder escoger nuestras carreras soñadas: empresariales ella, telecomunicaciones yo... Así estábamos cuando su voz me sacó de mi concentración.

- Joderrrrrrr…

- ¿Qué te ocurre, Angy?

- Nada, tía, que llevamos toda la tarde con los libros y ya me escuecen los ojos. ¿Te parece si hacemos un alto y descansamos un poco?

- Por mí, estupendo. Me está empezando a costar mantener la concentración…

Sin decir nada más nos levantamos las dos y bajamos a la cocina, donde nos servimos un par de vasos de zumo y nos zampamos una caja de pastas a la vez que hablábamos de tonterías sin importancia. Mientras nos fumábamos un cigarrillo las dos, ella me dijo:

- Oye, ¿qué te parece si vemos una peli?

- Muy bien, por mí perfecto. ¿Cuál?

- No sé… Espera, vamos al cuarto de mi hermano a ver cuáles se ha descargado últimamente.

Subimos por la escalera, recogiendo antes el dvd portátil de un mueble del salón. Fuimos a su cuarto otra vez y, mientras yo lo instalaba encima de la mesa de estudio y me sentaba en la cama a esperarla, ella fue al cuarto de su hermano a escoger la peli.

- ¿Llamada perdida, Closer, Electra…?

- No, no, no….

- ¿Los padre de él, Million Dollar Baby…?

- No, no…

- ¿Constantine, Tapas…?

- No sé, "Tapas" puede estar graciosa. Es igual, la que tú quieras.

- Espera, que aquí hay más, a ver… Mmmmm… ¡¡¡Hostiassssss!!!

- ¿Qué pasa?

Escuché su risa desde la otra habitación.

- Jajajaja…

- Niña, ¿me quieres decir lo que pasa?

- Espera, que voy y te lo digo.

Volvió a la habitación con un dvd en la mano, y diciéndome que lo mirase a la par que me lo entregaba. Al principio no vi nada raro hasta que, fijándome en el título me di cuenta de a lo que se refería…

- ¿Esto es…?

- Sí, jajajaja… Es una peli porno. Mejor dicho, son 5 o 6 pelis porno...

- No estarás pensando…

- ¿Ponerla? Claro que sí, ¿o es que nunca has visto ninguna?

- Esto…, pues…, no, la verdad es que no, nunca he visto ninguna – mientras notaba como subían los colores a mi cara –

- ¿Y no te apetece?

- No sé… ¿Y si vienen tus padres?

- Nos enteraremos, tranquila.

Sin dejarme hablar más puso el disco en el reproductor y, cogiendo el mando a distancia, se sentó a mi lado en la cama. Apareció un menú con varios títulos y, escogiendo uno al azar, le dio al "play". Inmediatamente comenzó la película, sucediéndose las escenas, algunas de ellas bastante fuertes, que provocaron que empezase a notar cierta sensación de calor. De vez en cuando, por el rabillo del ojo, miraba a Ángela, fijándome una de las veces en que sus pezones se estaban empezando a marcar bastante en la tela de la camiseta. Tuve que apartar la mirada, ya que aquella visión me estaba turbando, diciéndome a mí misma que era imposible que me estuviese excitando de esa manera con aquella chica a mi lado…. Una de las veces noté como su mano se posaba en mi pierna como por accidente, apartándola enseguida. En la pantalla, dos chicas protagonizaban una escena lésbica bastante sensual. Empezaba a notar cierta sensación de calor en mi vientre, notando como mis braguitas poco a poco se empezaban a humedecer. Sentía necesidad de apretar mis piernas, pero no quería hacerlo, sobre todo por temor a demostrarle a Angy lo excitada que estaba…

- Mar….

- ¿Qué?

- ¿Te gusta lo que ves…?

- Ejem…, no…, sí…, yo….

- Mírame…

Giré la cabeza hacia donde ella se encontraba, notando como sus ojos estaban fijos en los míos. Quería apartar la mirada, pero se podría decir que me tenía hechizada…

- Cierra los ojos…

Así lo hice, notando al instante un roce en mis labios, un suave beso, retirándose inmediatamente. Seguía con mis ojos cerrados, pero mis labios se hallaban entre abiertos. Ella volvió a repetir el beso, a la par que me tomaba de la cara con sus manos. Yo no oponía resistencia y, casi al instante, noté como su lengua entraba en mi boca, jugando con la mía, empezando yo a responderle con pasión, mientras que noté como una de sus manos bajaba por mi cuerpo hasta posarse encima de uno de mis pechos por encima de la camiseta. Sin embargo, en un momento de lucidez logré apartarme de ella. Levantándome, fui al cuarto de baño a refrescarme. Estaba acalorada y, lo peor, es que notaba una palpitación en mi sexo. Estaba pidiendo a voces que alguien lo tocase, que me hiciese llegar a un orgasmo hasta entonces desconocido para mí. Cuando volví a la habitación, ya más despejada, vi que ella se había metido debajo de las sábanas, pensando yo en mi inocencia que todavía seguiría vestida. Me volví a sentar en la cama. Mientras seguíamos viendo la película noté por el rabillo del ojo como sus manos se estaban moviendo debajo de la sábana. Inmediatamente me volvió esa sensación de calentura. Sin disimulo crucé las piernas, apretando mis muslos a ver si así me lograba calmar un poco…

- Si quieres puedes masturbarte, yo ya lo estoy haciendo…

Oír aquello me terminó de descolocar. Me había imaginado que lo estaba haciendo, pero pensaba que sería más discreta.

- Yo…, esto…

- ¿No te lo crees? Mira…

Y sin pensárselo dos veces apartó la sábana, mostrándome su cuerpo desnudo, sus pequeños aunque bonitos y firmes pechos, su sexo depilado. Me turbaba la visión de sus piernas entreabiertas mostrándome su sexo, mientras uno de sus dedos se introducía en su vagina y con la otra mano se acariciaba el clítoris.

- Claro que me lo creo, no hacía falta que fueses tan clara… Es que no lo he hecho nunca…

- ¡¿Nunca te has masturbado? No me lo creo… Yo lo hago muy a menudo, y te puedo asegurar que es muy, muy placentero. ¿Quieres que lo hagamos juntas? Te podría enseñar…..

(Continuará)

(8,83)