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MI DON (28)

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Ana y Eleonor – Susto.

Todo cambió a partir de ese instante, conmigo tumbado flotando en el agua, mirando el atardecer en el cielo de Madrid, oyendo de fondo como Ana jugueteaba con una Eleonor que trataba de recomponerse aún del toro bravo que la acababa de destrozar. Ambas reían, yo solo pensaba, estaba convencido de que me lo iba a pasar bien con esas 2 fieras, no había impedimento moral, ético o de respeto que lo impidiera o nos molestara en absoluto. Eleonor lo quería, lo había buscado desde que nos pidió que viviéramos juntos, estoy convencido, la idea de tenerla de nuevo, se me pasaba por la cabeza a diario, y Ana al notarlo, me lo concedió, queriendo continuar con nuestros juegos.

Pero yo no quería eso, esa vez no, si Lara para mí merecía algo más,  Eleonor por descontado. No era otra cría a  la que iba a asuntar si me desbocaba, era un mujer adulta y madura,  con un cuerpo de MILF, a la que me había follado durante meses con su hija, si bien era su macho, o así me gritó infinidad de veces durante el resurgimiento del sexo entre nosotros, la relación era diferente, quería que fuera diferente y deseaba que lo fuera. Eleonor no tenía que ganarse un sitio en mi cama, ya lo tenía.

Absorto en mis pensamientos, noté como el nivel del agua variaba, miré a un  lado para ver a Ana en el agua, casi sujetando en vilo a Eleonor, ayudándola a caminar hacía la piscina, pese a estar desorientada y confusa, sus tobillos no cedieron nunca ante sus tacones, los cuales dejó a un lado, antes de meterse lentamente en la piscina tambaleándose.

-YO: ¿Que hacéis?

-ANA: Eleonor está ardiendo, quiere darse un baño refrescante, y así calmarse un poco.

-ELEONOR: si mi papi, estoy ardiente y me quema todo……..- balbuceaba más que hablar, palabras  y expresiones poco refinadas para lo que solía ser.

-YO: ¿Y es buena idea meterse en el agua conmigo? - ambas sabían que sus cuerpos húmedos  eran  una provocación.

-ANA: se lo he dicho, pero dice que le da igual, de todas formas, yo quiero más - la miré atónito, pero luego comprendí, había estado 1 hora asesinando figuradamente a Eleonor, sin tocar a Ana salvo algún beso fugaz en su trasero, por excitante que fuera, Ana tenía un apetito voraz que no se saciaba mirando.

-YO: me vais a llevar a la tumba, estoy muerto.

-ANA: haberlo pensado antes – tuve que darla la razón.

Antes de darme cuenta tenía a Ana acariciándome la espalda, me había agarrado de los hombros por detrás y me mantenía flotando, soportando mi liviano peso en el agua, ya que fuera de él no podría ni soñando, dándome algún beso en el hombro susurrándome lo caliente que estaba, y lo mucho que le había gustado verme así de “animal” con Eleonor. Ana sabía por mis comentarios que Eleonor no era ninguna boba de coño cerrado, y aún así, verme desquiciado abriéndola, admirando en 1º plano la cara de Eleonor al sentirme de nuevo dentro de ella,  le había hecho sentirse………¿Orgullosa de mi?.

Me dio varias vueltas mientras veía a Eleonor chapotear distraída, realmente su cara roja y congestionada clamaba por enfriar sus ánimos. Ana me arrastró hacia una zona menos profunda, notando como mi peso crecía al acercarnos, una vez allí, no me quedó otra que ponerme en pie en el agua, quedando mi cuerpo desde la cintura aún sumergido, Ana también de pie detrás mía,  acariciaba mi basta espalda y mis grandes brazos, desde ahí Eleonor no podía verla, mi corpulencia la hacía desaparecer a sus ojos, los cuales se clavaron en mí. De nuevo, no quiero presumir, pero la descripción correcta es que parecía, o me veía como un dios griego, esculpido por los amantes del físico perfecto, mi torso marcaba unos pectorales casi antinaturales y el  vientre era firme y contundente marcando los músculos bajo la piel, con el agua resbalando por mi torso y mi mirada penetrante. Hechizó a Eleonor, si no lo estaba ya, que fue nadando hasta mí.

Ana pasó los brazos por mi cintura bajando sus manos a mi rabo, que permanecía a la espera, llevaba 3 horas y media  follando  con  3 corridas, un hombre tiene sus límites, pero aquel descanso de unos 20 minutos en el agua hizo milagros. Mientras notaba sus dedos acariciar el largo de mi tronco, con  la cara llena de lujuria y pasión de Eleonor nadando despacio hacia mí,  hizo magia, y más que eso, la sonrisa picarona de Ana tras de mí, al verla venir, terminó de ponérmela de nuevo como una estaca. Las caricias por debajo del nivel del agua tuvieron que subir hasta por encima de ella, mi polla se erguía orgullosa como un faro en mitad del océano.

-ANA: ves como aún puedes, te subestimas, ¿Verdad Eleonor?

-ELEONOR: claro que si preciosa, este hombretón podría derivar edificios con su virilidad - de golpe no me pareció tan cansada e ida, su mirada brillaba como las de un gato en la noche, su media sonrisa me confirmó una idea en mi cabeza, algo que la risa de Ana  hizo más evidente todavía.

No sé cuanto, ni se desde que momento, pero ambas estaba aliadas, no me atrevo a decir cual fue el instante de su “acuerdo”,  ¿Desde que las dejé en la hamaca?,  ¿Desde que Ana me concedió el ir a por Eleonor?, ¿Desde que vivíamos allí? ¿O puede que antes? Incluso antes de mudarnos, que Ana, a mis espaldas, hubiera maquinado con Eleonor para quedarnos con esa casa a cambió de cederle a su hombre. No lo pregunté a ninguna de las 2, podría decir que me daba igual la respuesta, tenía lo que deseaba en ese momento, pero no era así, la realidad es que temía la respuesta, ¿En que fracción del tiempo me habían embaucado?, si es que lo habían hecho, quizá solo eran imaginaciones mías, prefería pensar eso, y lo más importante, dejar que lo pensaran ellas, por ahora.

La verdad sea dicha, cuando Eleonor se metió mi miembro en la boca, dejé de pensar, y solo acepté que durante un buen rato iba a  estar ocupado. Ana acariciaba mi pecho y mi vientre, besando mi espalda con esmero, pero palidecía ante las acometidas del cuello de Eleonor, que se alojaba  media polla en la boca aguantando las arcadas, haciendo que el agua a su alrededor vibrara a su ritmo, no usaba las manos, las tenía apoyadas en el fondo de la piscina, solo su boca, la cual movía con pasión. Aquello me provocaba placer, pero a esas alturas, sin un ritmo de manos continuo, eran  solo preliminares, la dejé convencerse de que hacía un buen trabajo, que lo hacía. Unos minutos de gloria,  en que Ana recorría mi cuerpo con sus manos y sus senos, se fue ladeando hasta quedar a mi lado, allí mis manos invadieron su piel, la pegué a mí y hundí mis dedos en su trasero, buscando su coño ardiente, mientras la besaba con ira contenida. Poco le duró la sonrisa en la cara a mi novia, mis hábiles dedos hurgaron, buscaron y encontraron su clítoris y su punto G, era como buscar un botón en el mando a distancia con los números desgastados de tanto tiempo en la mano, ni lo miras, no hace falta, ya sabes dónde están los botones.

Eso encendió a Ana, que levantó una pierna y rodeó mi culo con ella, permitiendo que la follara con las falanges, mientras mi otra mano se divertía con uno de sus pechos, con el otro apretado contra mi dorso, se frotaba haciéndome sentir el pezón clavándose en mi costado. Estuve así media hora, con Eleonor no logrando nada pese a sus esmeros con la boca, y haciendo que Ana se estremeciera, mirándome fijamente a los ojos,  sonriendo con la boca abierta, suspirando al notar como oleadas de sensaciones la llenaban el cuerpo naciendo en su vulva. No paré hasta notarla contraerse para evitar una sacudida que la pariera la columna al correrse, la solté y la di un empujón cariñoso que la hizo hundirse en el agua. Para cuando salió del agua y fijó la vista, ya tenia a Eleonor de pie, de espaldas a mi, contra la pared de la piscina, y buscando su coño para martirizarlo.

-ANA: hey, no es justo, me toca a mí……- reí al verla cruzarse de brazos como una niña consentida, apartando su larga melena oscura de su hermoso rostro.

Ni la contesté, solo apreté mi glande hasta ver como se introducía en el coño de Eleonor, que temblaba al notar como la iba abriendo de nuevo, aún tenia la carne sensible, y allí estaba yo otra vez, pero ahora con  rabia, ya no tenía que convencerla con palabras dulces y juegos mentales, ya era mía, y yo suyo, y ambos nos conocíamos demasiado bien como para andar con estrecheces. La hundí tan dentro de ella que hasta la separé las nalgas para seguir penetrándola esos centímetros finales, Eleonor se puso de puntillas y gritó.

-ELEONOR: ¡¡DIOS MIO,  GRACIAS MI SEÑOR, GRACIAS POR ESTA VERGA TAN DESCOMUNAL!!! - me acerqué a su oído levemente, sabiendo de sus devotas palabras cuando follábamos.

-YO: dios no te va llenar tu coñito ardiente, él no te va a follar hasta que te desmayes, yo si, a quien debes estar agradecida, es a mí - mis palabras la hicieron vibrar, se encorvó para besarme, la piel se le enfrió y se puso de gallina ante mi atrevimiento.

-ELEONOR: hazlo.

La pobre se arrepintió enseguida. Sin duda en mi determinación, saqué a la bestia, por poco se sale de la piscina los primeros 5 minutos de mis acometidas, al estar medio cuerpo fuera del agua, no había resistencia. Fue diabólico, tenía que agarrarla y volverla a meter en la piscina, no articulaba palabra, solo gemía con la boca abierta en forma de O, dando golpes al césped que rodeaba la piscina con la palma de la mano. Fui alternado sujetarme al bordillo con agarrarme a sus tetas, pero el ritmo no bajó, nunca. A los 10 minutos rompió en un orgasmo colosal, se movía tanto que parecía epiléptica, pero aferrando bien los brazos a sus 2 lados no había escapatoria. Estaba ligeramente enfadado, lo pagué con ella, al 3º orgasmo, pasados 20 minutos,  se desvaneció, cayendo redonda medio cuerpo sobre el césped. Ana contemplaba tan gloriosa demostración,  cómo seguía golpeando en su trasero aún en  su cuerpo medio inerte, se movía algo pero solo pedía piedad, sin atreverse a decir nada.

Estaba encendido de nuevo, y ya solo me calmaría correrme, en ese estado Raúl era tan peligroso como Zeus. Salí del agua ardiendo, tendí mi mano a Ana, que la cogió sonriendo, de un tirón no solo la saqué del agua si no que me la monté encima, hábilmente me rodeó con las piernas, besándonos desaforadamente, me di la vuelta y la estampé contra la fría pared de cemento que nos separaba del resto del mundo, y de una caída de 60 metros a la calle. Busqué con ansia su coño y la penetré violentamente, pero Ana solo se mordió el labio de gusto alzando la cabeza. Me abrazó, y sabiendo que no tenía nada que hacer, me dejó atornillarla contra el muro. No es que sacara a la bestia, es que no la había guardado si quiera, golpeaba tan fuerte mi pelvis que oía a Ana quejarse del rebote contra la pared, pero no evitó que sus emanaciones me bañaran las piernas según su mente se nublaba,  y sus ojos  se tornaban en blanco,  apenas respirando, y yo aún no sentía ganas de correrme en absoluto.

Tuve compasión, y lo digo en serio, la bajé al suelo y la empujé de espaldas a mí,  de cara a la  pared, la cogí de las manos y las elevé por encima de la cabeza hasta tenerla casi colgando estirada contra la pared, busqué su ano con mi dedos, lo abrí un poco y a continuación la ensarté hasta el fondo. Ahora si, sacando un grito que hizo ladrar a algún perro cercano. ¿Compasión? Si, si hubiera seguido por el coño hubiera durado 1 hora más, la estrechez y el frote de su ano siempre me acortaban los plazos.

Eso no me calmó, solo me volvió  más loco, sentir como gritaba contra la pared mordiéndose el brazo para acallar un poco sus lamentos, gimiendo desconsolada al notar mi barra ardiente forzarla por detrás hasta derretirla. Sentí como un mordisco en la pierna, pero estaba por correrme y no iba a parar, no pude dedicarle mis 5 minutos finales de frenesí, me dolía la pierna y me encontraba mal, pero no paré hasta levantarla por la pared  llenándola  de semen, los chorros los sentía llegar al estómago de Ana, que hacía rato no emitía sonidos. Al sacarla vi sangre en mi pene, y a Ana hacerse una bola en el suelo, tiritando y agarrándose el culo como si se le fuera a caer.

Me fui corriendo al baño, cojeando más bien, y vomité varias veces, mareado y con un sudor frío. Me calmé tirado en el baño, me dio por vestir a las chicas, ambas idas, ponerme algo, y llamar al samur, me encontraba fatal, y la pinta de ellas no era mejor.

Diagnostico, Eleonor deshidratación severa y agotamiento, la que mejor parada salió, Ana igual, sumándole un desgarro anal leve, y yo ruptura en cuádriceps de 4 centímetros de la pierna izquierda, y corte de digestión derivado de un esfuerzo físico extremo. Me eché a llorar al relatárselo a los médicos, dios sabe que no hay que mentirles nunca. Me sentía culpable, y lo era, pero no sabía hasta que punto.  Eleonor se recuperó rápido y la dieron el alta el mismo día, me fue a ver y me dio un beso en la mejilla, comportándose como una madre preocupada, pero con una sonrisa de oreja a oreja. A mí,  con la radiografía y   unos sueros,   me mandaron masajes, cremas y un par de semanas de reposo hasta que se curara el músculo, con un fuerte vendaje de compresión. Fuimos a ver a Ana, tumbada en la cama del hospital, volví a llorar, entré con miedo a su reacción, al verla con un pañal que le habían puesto casi me derrumbo, se giró levemente con la cara adormecida de un ligero sedante que le habían puesto.

-YO: ¿Estás bien peque?

-ANA: si, me dicen que no es nada terrible, un par de días aquí y para casa, pero que ande con cuidado unas semanas y no fuerce jajaja - su actitud me tranquilizó.

-YO: os pido perdón, no me supe contener, debí pararlo.

-ELEONOR: no sea bobo, sabíamos donde nos metíamos.

-ANA: claro que si, es un accidente, no pasa nada, no es culpa tuya……- lo era, pero es lo que se suele decir.

-YO: de verdad que lo lamento, me odio a mí mismo, ojalá no tuviera esta monstruosidad de polla - la enfermera que andaba de fondo soltó una leve carcajada, al tratarme ya cuchicheaban entre ellas sobre mí.

-ANA: no te martirices, en un par de semanas como nuevos, y seguimos dónde lo dejamos.

-YO: ¿Estás loca?

-ANA: si, lo suficiente como para que me desgarres el culo, y seguir queriéndote - me pidió un abrazo que no pude negarle.

Volvimos a casa Eleonor y yo, dejando a Ana en observación un par de días. La relación era fría y distante, me costó una semana volver a ser yo,  una vez que las veía a ambas normales y sonrientes andar por casa como si nada.

Obviamente nada de sexo durante 3 semanas, y no es que no quisiéramos. Contrataron a una fisio que venía a darme los masajes, pero al final me los daban ellas con sus indicaciones, y mi polla, inactiva varios días seguidos, era un volcán que al mínimo roce salía a pasear. La lesión era tan cerca de la ingle que la fisio insistía en que fuera sin ropa interior y más de una vez la toalla diminuta que ponía para taparme, iba subiendo según mi empalme y al final terminaba cediendo, caía y dejaba mi polla dura a su vista.  La 1º vez que la vio no se contuvo y me la empezó a chupar, no le importo nada, ni que Ana estuviera delante riéndose de lo mal que la chupaba, casi no le entraba en la boca. La fisio era una mujer morena de unos 34 años, algo regordeta, con su 1,70 de altura andaría por los 79 kilos. Gracias a masturbaciones leves y comidas de polla lentas de parte de las 3 mujeres, Eleonor, Ana, y la fisio cuando no estaban las otras 2, o incluso estando Ana,  me mantenían cuerdo,  la habían dado permiso para ello y yo se lo agradecí montándola como a una yegua el último día, no duró ni media hora, con Ana masturbándola de lado mientras la hundía mi polla en su coño cerrado.

Ni nos cobró las últimas sesiones, y se fue feliz dándome su número de teléfono, lo metí en el cajón de números de todas las enfermeras que nos atendieron, la chica que traía la compra del super y me vio desnudo pasando por delante de ella, la vecina de enfrente que llamó a la puerta para saber que eran esos gritos y al abrir Eleonor,  vio de fondo como me follaba a Ana y a la fisio, las chicas de mi trabajo, la encargada y las otras 2 chicas monas……etc.  No sé por que los guardaba, no los necesitaba, pero me parecía una falta de respeto hacia ellas no hacerlo, y así mantenía a Ana a raya con los celos.

Durante esas semanas me dio por pensar, sobretodo en la cama, aunque las cosas de Ana y mías estaban en la habitación de abajo, dormíamos los 3 en la cama de Eleonor. Tiraron la vieja cama de su marido y compramos una cama enorme, de 3x3 metros, nos daba para dormir yo y mi corpulencia, Eleonor y sus curvas,  el cuerpo de Ana más menudo, y aún nos sobraba cama por todos lados. Más de una noche le tuve que pedir a alguna que me la chupara, dormíamos desnudos por el calor, sin sábanas ni nada, y tener a esas 2 hembras al lado no era bueno para mí, llegaba a  salirme de la habitación y darme una chapuzón en la piscina al aire libre a las 4 de la mañana.

Como decía, pensaba  mucho, al inicio en mi descontrol, Ana aún tenía magulladuras en el culo,  la espalda y las tetas, de aplastarla contra aquella pared de cemento. ”Heridas de guerra” decía. Luego mi pensamiento fue cambiando, y volví a caer en que aquellas 2 mujeres se llevaban muy bien, exageradamente bien, y me recordó la sensación de que estaban aliadas, y ahora si me interesaba pensar en ¿Desde cuando y con que fin? Podía ser desde hacía poco y con el único fin de follárme a las 2 sin problemas, pero mi instinto, ese que te inculcan las madres, de tener cuidado y andar con pies de plomo, me llamaba, aunque desechaba la idea. Ana era mi amor, mi vida, pero se había convertido en una chica peligrosa, le había enseñado demasiados trucos,  Eleonor era candidez en persona, era dulce, amable y agradable, a la vista y al oído, tan buena gente que la idea de que Ana la manipulara a mis espaldas se me pasaba a menudo por la cabeza, ella sola no era nada, pero era muy maleable.

Fui abandonando ideas según me iba recuperando, y volvíamos a follar. 1º con Eleonor, la más entera, las primeras veces solo estaba quieto y la dejaba hacer, y  os lo juro, esa mujer sabía mover las caderas, me sacaba la 1º corrida sin dificultad y la 2º ya era una temeridad, desmontaba exhausta y terminaba el trabajo con la boca, junto a Ana. Aguardamos un tiempo prudencial hasta volver a tener relaciones sexuales con Ana, pero una vez empezadas, su coño era lujuria, y con el paso de los días volvió a abrirse el culo ella sola ante mis reticencias, pero yo era un consolador, estaba quieto y las dejaba hacer.

Volvían a estar en forma, y yo no podía con ambas, no en ese estado, di gracias a dios por que terminó  el verano y Ana regresó a  la universidad, al menos tenía las mañanas para ocuparme en exclusiva de Eleonor, lo cual aprovechaba para ir cogiendo tono, y bien que lo disfrutamos. Sin llegar a ser como con Ana, debo reconocer que follar con Eleonor era una delicia, y no solo follábamos, más de un vez me descubrí haciéndola el amor, parece lo mismo pero no lo es, las formas,  las palabras, las caricias y los ritmos eran diferentes, me gustaba, y a ella más.

En una de esas mañanas ella insistió en que la abriera el culo de nuevo, desde la última vez que me la follé antes de mudarme con Ana, no se lo había abierto nadie, así que  se cuadró a 4 patas y la hundí en su ano, muy sencillo ante una hembra de ese calibre, pese a la inactividad sus caderas abiertas, del embarazo y nacimiento de su hija, no otorgaban menor resistencia, y si mucho placer. Clavó las 20 uñas en la cama cuando mi 2º corrida la llenó hasta casi hacerla sacar semen por la boca, yo ya estaba recuperando el tono.

Esa misma tarde nos acostamos los 3 en la cama, con el cuidado de esas fechas, ellas sin querer tocarme mucho, pero me sentía fuerte. Me recosté de lado y acaricié a Ana hasta que mi rabo se perdió entre sus piernas, la estaba follando y a gran velocidad, sus alaridos despertaron a Eleonor, que sonreía ante el regreso de su macho. Por 1º vez en un mes me atreví a sacar a la bestia sedienta de carne de su cueva, y acudió encantada a la cita, destrocé a Ana en menos de 40 minutos, lo di todo, del último empujón la saqué de la cama, y sin importarme mucho lo que la ocurría, ataqué a Eleonor, ya abierta de piernas masturbándose. La hundí hasta el fondo de su húmedo coño, y ya no gritaba o se sorprendía, tenía la misma cara de lujuria que ponía Ana.

Fui perforando sin descanso hasta notarla desvanecerse en un sin fin de orgasmos durante la hora que tardé en correrme en su interior, pero al tumbarme algo cansado deseando acabar,  ya tenía a Ana encima de nuevo, frotándose hasta ponérmela dura de nuevo. Lo que yo quería, y lo que quería mi pene, eran cosas diferentes. Sin mucho cuidado,  me montó  a horcajadas metiéndose mi miembro por el ano,  era increíble, era como si haberse roto algún vaso sanguíneo del recto ahora su anal fuera más sencillo, y lo aprovechó, ella sola me sacó la 2º corrida en media hora, dónde esta vez era yo al que le costaba mantener la batalla, tuve que llevar mis manos a su coño y acariciarla bien el clítoris para llevarla al éxtasis.

Cuando me creía a salvo con Ana tumbada encima  de mí, sudando y riendo por igual, Eleonor sacó mi polla del culo de Ana y la engulló hasta ponérmela tiesa, “Maldita traidora”, le gritaba a mi entrepierna, estaba agotado y ella seguía levantándose de la lona. Eleonor empujó  a Ana para hacerse sitio y metérsela por el coño, acariciando y tonteando con Ana mientras me follaba ella a mí, yo no podía moverme, solo estaba allí como espectador, toda mi energía se concentraba en mantener mi polla tiesa. No sé cuanto duró, me pareció una eternidad, hasta que Eleonor logró sacarme con gran esfuerzo el 3º de la tarde, me dio lo justo para girarme y tirarlas a la cama juntas, riendo y besándose, saboreando con sus dedos el sabor de los fluidos de sus vaginas, manchadas de emanaciones y semen.

Fue cuando me di cuenta de mi error garrafal y primario, ellas 2 eran demasiado, y  si quería continuar con la relación de ambas, no podía volver a ser yo solo, ambas demandaban una capacidad física que yo no tenía, ni en ese momento, ni antes de la lesión,  y solo de follar, aunque fuera fuerte y marcara músculo, no aguantaba, a 1 si, incluso a 1 de ellas  y a otra no muy entrenada, Lara o Yasmine ¿Pero a esas 2,  bien entrenadas y fogosas?. Imposible, cada una eran al menos 2 horas de batalla, y no estaba preparado.

Pasados 3 meses follando juntos ambas querían tanto de mí,  que tuve que hacer lo que nunca quise, me odié a mi mismo para siempre y fui al lugar al que me juré que nunca iría…………..a un gimnasio. Ya había ido al de Eli, pero eso fue 1 mes, y como recuperación para mi lesión en el pie, aunque entrené de todo menos el pie, todo sea dicho.

Ahora acudí a un gim cercano a casa, y pagué para que me pusieran a tono, no quería ser una maquina  musculosa artificial incapaz de girarse para limpiarse el culo, lo dejé claro, necesitaba resistencia física y  ejercicios aeróbicos, centrados en la resistencia, ya que la potencia y la fuerza ya las tenía. Lo 1º que me dijeron es que tocaba correr, odio correr, y más si es solo por el simple hecho de correr, si lo hacia jugando al fútbol o a algún deporte, me lo pasaba bien, ¿Pero correr sin más? Aburrido y agobiante. Aún así, con un grupo por las tardes salíamos a correr, luego hacíamos bici estática y clases de fortalecimiento del músculo, no para hincharlo si no para hacerlo fuerte y elástico, resistente. Cambié algo mi dieta descuidada, no mucho, solo mejoraba los nutrieres y consumía  calorías de las buenas, las que te dan energía y no las que se pegan a tus venas, no me cuidaba en absoluto hasta ese momento.

Sorprendentemente, al mes y medio de estar allí, mi capacidad física no solo llegó al punto previo, si no que mejoró, era de los más en forma del gimnasio,  con mejores capacidades en resistencia,  fortaleza y duración. Cuando me empeño en algo soy imparable, había gente mucho más preparada que llevaba años entrenando, pero no les andaba lejos. Como me advertían, el ejercicio se volvió adictivo, según sabía, el ejercicio físico continuado genera endorfinas, una de esas sustancias dopantes del cerebro, que te hace sentir feliz y contento. Por lo tanto, yo, el gordo que odiaba correr, que detestaba al capullo de las 6 de la mañana que salía  a correr cuando yo volvía de fiesta, y se había prometido no ser un payaso de gim nunca, ahora se sentía mal si un día no podía salir a correr  o no iba al gim.

Dejé de ir al gimnasio pasados 3 meses, 1º por que me decían que allí no hacía nada, si no empezaba con trabajo de aparatos y ganar musculatura, lo cual un monitor se afanaba por convencerme, pero podía seguir con mis rutinas en casa. 2º por que la ropa ajustada y ceñida del gim  no favorecía en nada  pasar desapercibido, pese a llevar los slips, era inevitable que se me marcara el pedazo carne con el movimiento, y con mi facilidad de amistades era un problema. El monitor se reía conmigo, hacíamos bromas, el número de mujeres que salían a correr con nosotros había aumentado desde que iba con ellos, mujeres que cambiaron su horario para coincidir conmigo, era asombroso, incluso 2 monitoras esculpidas por el ejercicio andaban detrás de mí. Ana me acompañaba alguna vez, dejó de ir por que las miradas de todas la ponían encendida de celos, y eso solo envalentonó a unas cuantas que trataron de acostarse conmigo. Las más tímidas me daban su número, derecho al cajón en casa, “Necesito un cajón más grande” sonreía al meter cada día 2 o 3 papelitos. Las  osadas se exhibían sin pudor delante de mí, se peleaban por hacer pareja de ejercicios conmigo en los calentamientos o tomar mejores posiciones ante mi mirada,  me acompañaban  luego en la salida, casi raptándome a tomar café, cuando odio el café, pero no las quería hacer el feo, alguna me caían bien,  otras no, pero me regalaban tetas aprisionadas sudorosas o  culos envasados al vacío. Eran un aperitivo, había un par hasta a las que las metía mano en los ejercicios, claramente además, solo eran juegos para mí, juegos inevitables, por muy enamorado de Ana que estuviera, si te  piden ayuda en un tirón en el glúteo de una mujer de 35 años que pasaría por una de 16, metida en una prenda elástica 2 tallas más pequeña, sin ropa interior, marcando el sudor, y lo que no es el sudor, pues vas y la ayudas.  Nunca pasé de allí, y eso que  ver a una de las monitoras duchándose a última hora, cuando iba yo solo, “equivocándose de baño” repetidamente, y seguir acariciando su cuerpo con el agua delante de mí, me daba para una infelicidad o dos. Pero me resistía, sabía que lo que tenía en casa era mejor, y más aún cuando se lo contara, Eleonor se reía, Ana se ponía roja de rabia, y luego en la cama se reafirmaban.Un monitor me dio una tabla de ejercicios y consejos para seguir en mi casa, salir a correr o en bici, me compré una maravilla de 500€ de fibra de carbono, y eso  lo podía hacer por la calle. Con unas simples series por la mañana  de  20 minutos,  mantenía el tono físico logrado de sobra.

No es que ahora fuera una maquina, había cientos en el gim con más músculos que yo, alguno  daba grima de lo grande y lo tonto que era. Como repetía, mi físico no cambió casi nada, menos grasa acumulada y músculos  fibrados, pero de aspecto idéntico, era por dentro, me notaba  ligero,  ágil,  rápido y  veloz,  todo ello hacía que mis esfuerzos me costaran mucho menos. Antes, al correr 10 minutos seguidos, tenían que llamar a emergencias, ahora podía estar hora y media sin notar demasiado el esfuerzo, o hacer 30 kilómetros en bici. Según me dijo el monitor, yo tenía el molde físico para hacer lo que me diera la gana, supongo que buscaba que me quedara pagando la cuota del gim,  pero no podía evitar creérmelo, 1,92 de altura, 90 kilos y un índice de grasa corporal rozando el mínimo, ahora me importaban esas cosas, espaldas anchas y fuertes, grandes dorsales, vientre en relieve marcando la tableta como nunca pensé que era posible, unos pectorales descomunales,  brazos fuertes y torneados, y lo mejor de todo, mis piernas,  los gemelos los tenía que trabajar, pero los muslos eran una obra de arte, grandes, fuertes, tensos y fibrados, de futbolista, de velocista, al andar o correr retumbaban como las tetas de Ana, pechos de adolescente, firmes y bien colocados, que ceden al movimiento lo justo para temblar y recuperar su posición inicial rápidamente. 17 años soportando mi gran peso, y otros 2 años follando sin parar apenas, en 3 meses estaba que podía presentarme a unas Olimpiadas  y no hacer el ridículo, en bastantes disciplinas.

Eso si, en casa me lo guardé,  volvíamos a follar como antes, las seguía dejando pensar que me mataban las 2, y aunque era cierto, a partir de la 3º corrida yo me notaba aún con fuerzas, pero me contenía, iba a ser un regalo. Ellas me notaban  contento y feliz, las dudas y miedos si disiparon, lo del 1º día había sido un trauma que para Navidades quedó como un recuerdo lejano.

No puedo describir todas aquellas sesiones de sexo salvaje como merecen,   sería demasiado largo, y tampoco una que resumiera todas, podíamos arrancarnos a follar en cualquier momento, cualquier día y entre cualquiera de los 3. Luz, la cocinera/limpiadora, nos pillaba la mitad de los días follando, en la piscina,  las habitaciones o la cocina, me había visto el rabo más veces que mi madre, pero su actitud era jovial y divertida, gastándome bromas sobre mi  “cacharro”.

Eleonor disfrutaba de las mañanas, tenía ganado ese terreno ante Ana que debía irse, con cara tediosa, a la universidad. Entre besos, roces,  caricias y sexo podía estar 6 horas con mi colombiana en la cama. Hasta que Ana volvía, allí le dedicaba la tarde a mi pareja, mientras Eleonor salía a dar una vuelta, quedaba mucho con mi madre últimamente,  le gustaba volver a tener  vida social activa. Por las noches era demoledor, con las 2 en la cama, daba igual quien fuera, saltaba una chispa y los 3 cedíamos a la pasión. La bestia, aquel animal arrollador que sentía que podía matar a cualquiera, no era nada para ellas 2, la conocían de sobra y disfrutaban de ella. No recuerdo un día entero de noviembre en que no me follara sus 2 coños, sus 2 anos y sus 2 bocas, cada día.

Vivía en el paraíso, y ellas también, tenían a un hombre que las follaba como un dios, y las trataba con dulzura, amor y cariño. Ana era mi novia, pero miraba recelosa cómo Eleonor se ganaba mis carantoñas también, era incluso  más dulce y amable que con  Ana, su forma latina de hablar y moverse me atraía. Era la novedad, supongo, y sentía en mi interior como algo crecía hacia ella, se lo comentaba a Ana, que no muy contenta, lo achacaba a imaginaciones mías y al saber hacer de Eleonor.

En una de las noches  frías de diciembre, acercándonos a Navidades, ya arropados y con prendas de abrigo de noche, después de estar casi 4 horas  haciendo el amor con ambas, hablamos de las fiestas, de lo aburridas que serían con solo nosotros, o lo sola que estaría Eleonor en esa casa si nos íbamos a celebrarlo con amigos y familia, con Yasmine fuera dándose un festín de cultura con su novio por medio mundo, las últimas noticias eran que andaban cruzando China. Así que se me ocurrió, que en vez de celebrarlo cada cual en su casa, las cenas y demás podíamos hacerlo en familia, pero luego montar una fiesta en el ático, Ana accedió, y a Eleonor casi le da algo de la ilusión, un fiesta en su casa, casi podía oír sus pensamientos en la cabeza organizándolo todo mientras sonreía.

La idea fue sencilla y fácil de llevar a puerto, Navidades la pasaríamos en casa de mi familia, venían la madre y la abuela de Ana a verla desde Granada, invité a Eleonor a nuestra  fiesta familiar, a la que acudió encantada. Pero fin de año sería la gran noche,  la fiesta sería en casa de Eleonor, o mi casa, no sabía como llamarla. Iba a ser el festejo más grande y ostentoso.  Eleonor insistió en que la dejáramos pagar a un servicio que nos asistiera toda la noche, y estos insistieron en que para tener la casa lista, la cena no se podía producir allí para darles tiempo a tenerlo preparado, así que con algo de ayuda, decidimos hacer la cena de fin de año en la casa de estudiantes, era grande y tenía un salón enorme. Allí cabríamos todos de sobra, y con una gran cocina, mi madre y alguna otra se animaron a preparar la cena de todos, incluyendo familiares de cada uno de los presentes, mi familia y la de Ana, Eleonor, y los estudiantes, hasta invitamos a Luz, la sirvienta, y a su marido e hijos. Después de la cena tocarían las campanas de fin de año y sus 12 uvas tradicionales en España, después un descanso con preparativos, y a la 1 de la mañana empezaría la fiesta en el ático de Eleonor, ¿Que podía salir mal?

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