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MI DON (29)

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Ana y Eleonor – Las fiestas.

Llegó el día de  Navidad, con todo planeado nos preparamos para ir a cenar con mi familia, y antes de salir hacia casa de mis padres, le tuve que pedir a Eleonor que su pusiera algo más recatado, ya que su elección de vestido para esa cena en familia era exageradamente sexy, con un  escote de vértigo y sus caderas al aire con unas transparencias que podrían provocar cosas indeseables, como que mi padre sufriera un ataque al corazón, o peor, que mi madre le pillará mirándola y los matara ella misma con sus manos, mi madre era capaz. Con ir como Eleonor solía ir siempre, bastaba, pese  aprender a amar los placeres de la comodidad ante la belleza, su forma de vestirse era siempre como para ir a un cóctel de alta alcurnia, y con un vestido azul de corte clásico estaba perfecta, no es que no estuviera arrebatadora, pero al menos podía mirarla sin excitarme. Ana a su vez aprendió a ir tan arreglada como Eleonor, y se puso uno de sus vestidos, más jovial o  alegre, de flores y  un solo hombro. Ambas maquilladas en exceso, y peinadas al detalle, con algunas joyas caras puestas, Eleonor le prestaba cualquier cosa a Ana de su armario, algunas cosas con piedras preciosas, aunque Ana no era tan exagerada, y buscaba cosas  a juego con la gargantilla de dragones, que siempre llevaba. Yo casi ni me arreglé, iba a casa de mis padres, solo por la insistencia de ellas me puse una camisa bonita y unos vaqueros, para que me dejaran en paz.

El camino en coche, con ellas 2 atrás riendo y trasteando, mirándome con ojos traviesos, era excitante, como si fuera el chofer de una película x.

La cena fue un escándalo de diversión, por 1º vez en mucho tiempo era Raúl y nada más,  echaba de menos a mi familia. Las riñas con mi hermana, las broncas de mi madre, y el pasotismo severo de mi padre, lo recuperé todo en una sola noche, regresando a ser la persona que era antes de la operación, y me gustó la sensación, gastando bromas, riendo, hablando y rememorando.

Mi madre se olía la tostada, desde el 1º día al irme a vivir al ático, sospechaba que me follaba a Eleonor, y no solo a Ana, y esa noche lo pudo confirmar. Anteriormente os dije que mi madre, como todas, casi desarrolló un detector de mentiras, era tremendamente audaz a la hora de leer entre líneas y ver lo que nadie veía, y las miradas de cariño y afecto de Eleonor y mías no pasaron desapercibidas. En privado me rugió como una leona a su cachorro, solo la sonreía y le decía que era feliz, ¿Que más podía querer para su hijo? Desde ese día mi madre  miró con otros ojos a Eleonor, pero de eso ya os hablaré.

Cenamos, reímos, bailamos,  jugamos e hicimos el tonto hasta altas horas de la mañana. Al amanecer fui a por los tradicionales churros con chocolate para todos, fui en el coche de Eleonor, bueno, en uno de ellos, ella no tenía carnet y tenía una flota de vehículos impresionante, usábamos un coche alemán grande, caro y forrado en piel.  Nos acostamos a eso de las 8 de la mañana en mi viejo cuarto, ya que al levantarnos nos daríamos los regalos. Mis cosas del piso de estudiantes, las que no merecía la pena llevar a un ático de lujo,  se quedaron en casa de mis padres, entre otras, mi vieja cama de matrimonio. Por la propia seguridad de todos, dormí solo en el salón, alejándome de mis chicas.

Por la mañana aparecieron un montón de regalos de la nada, en mi casa siempre nos gustaba esa sensación, y jugábamos a colocarlos mientras el resto dormía. Hubo de todo, mi familia me regaló sobretodo ropa, Ana un reloj, y Eleonor  me dio las llaves del coche, con los papeles a mi nombre a falta de mi firma. Traté de negarme a recibirlo, pero ya estaba hecho, le habían concedido ya la propiedad de varias casas y coches, y me lo regaló. Un coche de unos 50.000€, el coche que me compré con Teo lo tenia él, ya que Ana y yo  siempre usábamos el de Eleonor, así que, la di las gracias y la susurré al oído palabras de agradecimiento.

Quedé en ridículo, estaba tratando de no meter mano a los 40.000€ que me quedaban en el banco de Madamme, y mi sueldo no daba para lujos. Regalé detalles a mi familia, Ana recibió un juego de pulseras, collar y pendientes de plata, y a Eleonor no sabía que darla, con mínimo 50 millones a su disposición, ¿Que le das a una mujer así? No se me ocurrió nada mejor que una bonita foto de ella y su hija, abrazadas al salir del último día de juicio contra su ya ex marido, enmarcada en un bello marco. Aquella tontería la hizo romper a llorar de felicidad.

Según llegamos a casa, después de comer con la familia, Eleonor se me echó encima y me besó con mayor pasión de la que jamás la había notado, “Me has dado el mejor regalo de todos, una familia”, fueron  sus últimas palabras en 4 horas en que me tuve que contener por no desatarme con ella. Ana casi ni participó, no aguantaba la ferocidad de ambos.

Ya pasada la tarde, y algo  descansado, dejé a Eleonor en la cama sonriendo pero agotada, aún jadeaba horas después de acabar vertiendo mi semen por cada orificio de su cuerpo que podía alojar mi verga,  retorciéndose entre las sábanas sudorosa. Ana estaba abajo, con los morros largos por que Eleonor ese día la ganó la partida, la di mimos y caricias hasta que sonrió un poco, no le gustaba nada que Eleonor la superara en la cama, pero objetivamente era así. Como sospechaba, casi 6 meses de follar con Eleonor a diario la tenían bien entrenada, y siendo sinceros, era más mujer que Ana, sus caderas y su forma de moverse parecían naturales, no aprendidas como mi granadina, y su aguante era mejor, presentaba batalla más tiempo y me sacaba erecciones con mayor facilidad. Ana lo sabía, y no le gustaba, me montó muchos berrinches de celos, pero tan cierto era que Eleonor era mejor en la cama, como que yo solamente amaba a Ana, lo de Eleonor era diferente, casi como  fraternal, me sentía responsable de ella. Podría haber zanjado el asunto, pero el duelo de divas en la cama me estaba volviendo loco, y con 20 años no las iba a detener, solo gozar de ello.

Fin de año, esa fecha mágica. La noche previa llevé a Ana y Eleonor a la puerta del sol de Madrid, dónde cientos de personas se agolpan para hacer a las 12 de la noche un ensayo de las campanadas que anuncian el cambio de año del día siguiente, gente que estará con sus familias y no podrá ir al centro de Madrid ha hacerlo. Ya había ido alguna vez con amigos, así que las preparé bien, solo es un ensayo, pero muy peligroso, las risas, los festejos y el alcohol llenaban las calles antes de llegar a la plaza, la sidra corría por todos lados según llegaba la hora, y adentrarse en la plaza era criminal, el equipo debía constar de  zapatos cómodos, bien abrigadas por el frío y con los objetos de valor metidos por dentro de las prendas. Jamás había visto brillar unos ojos como cuando vi a Eleonor disfrutar de aquel caos, con gente bebida, o drogada, apretujada una contra otra, controles policiales que no daban a basto, cánticos y gritos, chicas desmayadas sacadas a hombros……….

Fuimos Ana Eleonor y yo, junto a Teo, Manu, Alicia, Lara y la compañera de piso nuevo, la canaria Naira, que alucinaba como Eleonor de la aglomeración. Suelo coger el rol de guardaespaldas, no bebo y soy muy corpulento, además me gusta, así que saqué de encima algún borracho que se pasaba de la raya apretándose contra alguna de mis acompañantes, a uno le retorcí la muñeca, estaba metiéndole yo la mano en el culo a Ana cuando otra mano que no era mía se puso encima de mis dedos, un beso de Ana me templó los nervios al darse cuenta de cómo giraba la mano de aquel viejo verde, que se reía a la vez que se le endurecía el rostro del dolor, “Bebido pero listo al elegir un culo que palpar”, pensé. Pese a mis recomendaciones, Ana iba con un abrigo corto y una falda elástica ceñida a media pierna y unas medias térmicas, con el roce de la gente, y más de la gente resabida, se le subía constantemente la falda.

Al llegar a casa, pasada la media noche, dejé a Eleonor abajo, se había pasado con el alcohol, el tramo del garaje a casa la llevé en brazos al no poder andar con sus tacones, ni sin ellos. Al dejarla en el sofá unos minutos,  se quedó frita a los pocos minutos.

Ana andaba juguetona, con su “rival” fuera de juego, tendría toda la noche para ella, y así fue. Ana me dedicó un leve baile erótico, verla quitarse esa falda me volcó el corazón, no se por qué, la había follado y visto desnuda más tiempo que vestida, pero verla desnudarse me excitaba. Me levanté a por ella, la cogí con firmeza pero ternura, y la fui besando hasta arrinconarla contra una pared, mis manos recorrieron todo su cuerpo desnudándola la poca ropa que quedaba, besando la piel según aparecía, su vientre se erizó al sentir mis labios, casi ni recordaba el tiempo que no lo usaba con ella. Me arrodillé entre sus muslos y ella levantó una pierna pasándomela por encima del hombro, dejándome su coño ofrecido, fue un placer sentir y oler su calor, apenas lo rocé tembló y rió nerviosa, según mi boca iba rozando  y chupando sus labios mayores,  su cuerpo se retorcía como una anguila. Me agarró del pelo como si fueran las crines de un caballo, y movía su cadera levemente para dejarme mejor posición, mi lengua curiosa rebuscó hasta encontrar el clítoris hinchándose, trabajé su piel con cuidado casi ceremonial, y eso solo encendía a Ana, que gemía de gusto, lo sabía, la veía revolverse el pelo de pasión y dar pequeños tirones de mi cabello  cuando la excitaba demasiado cortándola la respiración. Se repitió un par de veces hasta que mis dedos empezaron a hurgar en ella, eso la volvió loca y se corrió a los  minutos.

Me fui elevando por su cuerpo desnudo besando cada zona, cuando llegué a su pecho,  mamé de sus pezones como si fuera un recién nacido, Ana se apoyó en la pared y me rodeó con las piernas cuando subí todo mi cuerpo para besar sus labios jadeantes, quedando colgada de mí, como me gustaba. Su mirada era deseo, sus ojos destellaban aquel verde escondido en ellos, suena tópico pero fue su mirada la que provocó mi erección, golpeando su trasero  pidiendo paso. Fue  ella misma la que hizo fuerza para elevarse y dejarla paso en su interior, lo tenía tan abierto que no hacía falta dirigir, se dejó caer levemente para sentir cómo la llenaba despacio, gemía mirando al cielo, besándome casi recordando que yo estaba allí también, de vez en cuando. No me movía, su cintura y sus brazos lo hacían todo, alternaba cabalgar al mejor estilo,  con giros de cadera, y su 2º y 3º orgasmo casi me la sacan de encima. Ahora me apoyé yo contra la pared y moví mi cintura, pidiendo mi turno, Ana no cedía, reía burlona, y volví a arremeter, sacándola un grito de placer. Al 3º arreón Ana se quedó quieta con los ojos en blanco mordiéndose el labio.

Era mi señal, ataqué con todo, no tenía reparo alguno ya con sacar a la bestia y desatarla, muchas veces, antes de mi paso por el gim, la bestia salía escaldada de aquellas 2 mujeres, pero ahora solo estaba 1 y el animal era  más fuerte que antes. Su sola aparición hizo que Ana me abofeteara sonoramente sacándome una sonrisa ante el  poco daño sufrido, mirando como Ana ponía la boca de forma extraña, sacando los labios haciendo el mono, mientras me miraba fijamente respirando al ritmo de mis acometidas. Yo apretaba los labios para generar más tracción y velocidad. Ana desistió de su ejercicio de aguante a los 10 minutos, y se dejó llevar al paraíso, se corrió  de 5 veces, 2 de ellas como una fuente antes de desistir de aquello. Podía notar suplica en aquellos ojos antes de correrme, pero le di la pequeña sorpresa, subí el listón al máximo con mis “nuevos” músculos trabajados, y la rematé 5 minutos finales en que creo que se desmayó y volvió en si de la impresión. Sus pechos ya no podían seguir la inercia de mi cadera, cada uno botaba al son que podía, los chorros de semen elevaron a Ana sobre los cielos, gritando y maldiciendo, abriéndose de brazos contra la pared arañando la pintura. Agarré  a Ana, que reía alterada, sin fuerzas, la dejé en la cama con suavidad, mirándome con los ojos abiertos, sorprendida, hasta yo lo estaba, en mi 1º corrida había destrozado a Ana, algo nada, nada, nada fácil. Su pelvis se contraía con espasmos que la hacían recordar mi miembro dentro de ella.

Eleonor entró en la habitación, totalmente ebria, con solo un zapato en la mano y una teta fuera, pidiendo su turno. Yo no quería, estaba muy borracha, hasta me dijo que no se me olvidara el condón, cuando llevaba meses follándomela a pelo de mil maneras. La di un par de besos mientras la desvestía, y la ponía uno de sus picardías, en invierno Ana volvió a sus corpiños elásticos, el edredón y yo era suficiente calor hasta para una friolera como ella, mientras que Eleonor  y sus corpiños de alto encaje la hacían la competencia, generalmente por que solía llevar solamente el corpiño.

Nos dormimos profundamente, por la mañana del día de fin de año comimos algo, y planeamos las siguientes horas, Eleonor me dijo que después de media noche, y de cenar todos en el piso de estudiantes con toda la familia,  querían volver al ático dónde se celebraría la gran fiesta de inicio de año,  antes que yo, para darme una sorpresa. Accedí antes de marcharme a media mañana, me fui con mi traje, el que recordareis de Eric, me lo había probado y me quedaba horriblemente mal ajustado, así que llamé a Eli, mi instructora,  que se alegró de oír mi voz y me dio el número de Paula, la ayudante de Eric  de  grandes pechos, que se pasaría  por el taller para echarle un ojo. Las avisé a Ana y a Eleonor  de mi flirteo previo con Pau, con quien fue llegar, verla fuera del taller, y saber que iba a pasar algo, estabamos a 4 grados en la capital, a las afueras dónde estaba el taller, a unos 0 grados con viento frío y sin rastro del sol, y aún así, acudió al coche con un escote grotesco, embutidas las 2 tetas en un cuero que  soportaba  de milagro, y al andar detrás de ella vi un pantalón ceñido de piel, contoneándose gustosa. Pau había perdido algún kilo sobrante, seguía quedando más que quitar, pero estaba mejor de lo que la recordaba, y sus enormes tetas  me llamaban, la muy “tímida” abría una puerta y se quedaba en mitad del marco para obligarme a pasar por delante de ella rozándola, a la 3º me quedé plantado notando sus pechos en mi vientre, levantó su mirada enrojecida mordiéndose el labio al notar mi polla flácida sin slips marcándose en sus muslos.

-YO: ¿Hemos venido a arreglarme el traje o a follar? - se sonrojó, su mirada brillaba en la oscuridad del taller.

-PAU: lo que tú quieras - muy lejos quedaba ya nuestro 1º encuentro, analizándola fríamente como me enseñó Eli, como seguía haciendo todavía en mi mente, aunque sin llevar a cabo planes de conquista de otras mujeres, solo por diversión. Pau ahora no tenía a un chiquillo avergonzado delante,  si no un hombre,  capaz y viril.

-YO: solo he venido por el traje…..- me agaché a besar sus labios apretándola  contra el marco de la puerta -….. y puede que me folle tus tetas, pero no pasaremos de ahí, soy un hombre comprometido - se le torció la vista desilusionada, podía pensar que quizá si me calentaba mucho, o usaba alguna treta………… pero mis ojos y mi voz no temblaban, era un témpano de hielo que la hizo comprender que no había oportunidad.

Me desnudé por completo, dejado mi esbelto y trabajado cuerpo ante ella, casi olía su coño rezumar al verme. Me tomó las medidas siendo lo más profesional que pudo, aprendió a coger bien las medidas. Eric estaba de gira por medio mundo, desde que mi traje le devolvió al 1º plano en la fiesta/examen de Eli, no paraba de trabajar. Pau, usó el viejo turco de pegarse las tetas juntando los brazos ante mí, botando, para calentarme, pero no hubo respuesta, solo una leve sonrisa de mi parte. Triste, cogió las medidas y se fue con el traje a arreglarlo, cuando volvió y me lo puso casi me caigo al suelo, era un guante otra vez, como el día que lo estrené, pero aún mejor, yo era mejor, tenía mejor cuerpo y más atractivo,  y el traje lo hacia ver. Solo con verme sentí orgullo de mí  y mi trabajo en el gim, tan agradecido estaba que cuando me lo quité, empotré a Pau contra el suelo y la rompí la ropa para comerme las tetas, ella reía sin parar ante mi ferocidad, eran los pechos más grandes que había tenido  nunca en las manos, eran más grandes aún que los de Lara, pero al ser  mayores, y  ella menos joven, caían,  pero tumbada no se notaba nada. Metí mi polla tiesa entre ellos después de jugar unos minutos, y literalmente me follé sus tetas, le daba golpes con el glande en la barbilla, por mucho que apartara el rostro. Seguí un buen rato acelerando hasta correrme, todo el semen fue a su cara, sentí poder sobre ella en su mirada,  que suplicaba sexo, y me aproveché.

-YO: vas coger las medidas de hoy y vas ha hacer unos cuantos trajes más para mí, diferentes pero del mismo estilo, dile a Eric que son para mí, o no le digas nada,  tú sabrás, pero si no me cobras  puede que cuando los recoja te folle como dios manda - asintió como un perro obediente.

Me vestí, cogí el traje arreglado, y me fui dejando a Pau limpiándose la cara. Tenía que ir a comer a casa de mis padres, así, al acabar de comer les llevaría a la casa de estudiantes, llevando a la familia y las cosas que utilizaría mi madre para la cena. Además, yo no bebo, era mejor opción para retener a mi padre, ya que él si bebía, y que no cogiera el coche, mi padre nunca bebió de más, pero los controles de alcoholemia son estrictos.

Mi madre y mi hermana fueron vestidas  de forma normal a la cena de fin de año, pero con bolsas y maletas con ropa o maquillajes para la fiesta posterior. Mi padre salió como siempre, la verdad, siempre ha estado arreglado con cualquier tontería que se pusiera encima.

Marchamos hacia la casa de estudiantes, otro ático, pero esta vez menos lujoso. Al llegar estaba lleno de gente, casi no se podía pasar, entre grupos de amigos y familiares, saludos, risas y conversaciones, hasta las 7 de la tarde. Allí mi madre, “Cómo no”, cogió la batuta de la cocina, y nos sacó a patadas de allí a todos menos a alguna madre de mis amigos, que también querían colaborar al preparar la cena, acatando sin saberlo el oficio de ayudante de cocina. La forma de hablar y comportarse de mi madre en esas cosas era irrevocable, ella mandaba, sabía hacerlo de forma cómica y cariñosa, pero lograba que se hiciera lo que ella quería, cuando ella quería, y como ella quería.

Fue llegando más gente, aunque ni sabíamos dónde los íbamos a meter, a la hora de la cena casi erramos 40 personas. No se como, pero  entramos todos en el salón, creo que mi madre tiró un muro o algo, no era posible, pero así era, apretados como sardinas, pero la mesa puesta y todos sentados a la hora prevista. Ana se fue con Alicia y Lara,  yo con los chicos,  y Eleonor con el grupo de madres, casi ni nos cruzamos en toda la cena, más que alguna mirada fugaz, o algún beso robado a Ana lejos de miradas curiosas, su familia estaba allí y no sabían nada de lo nuestro.

La  cena fue una bendición que sacó aplausos a las cocineras, aquello le hacia sentir orgullo a mi madre, más de lo que hubiera sentido al verme sacarme un doctorado. Reímos,  vibramos, charlamos, comimos hasta reventar,  llegando a la hora final, las 12 de la noche, con sus campanadas en la TV, tragando y atragantándose con las 12 uvas tradicionales. Los gritos,  los petardos y fuegos artificiales empezaron a llenar de un ruido ensordecedor las calles. Sentí unas ganas enormes de romper una mesa y cruzar el salón para besar a Ana y celebrar el cambio de año en sus brazos, Ana me miró sabiéndolo, y mi madre nos miró a ambos pidiendo cautela. Nos hicimos fotos, nos dimos saludos,  algún beso de más y recogimos la cocina entre varios. Hasta charlé con Teo, las cosas iban mejor con Alicia, pero seguía sin ser como antes de mudarse con nosotros, la relación entre Alicia y él nunca volvería a ser igual, y ahora lo sabían los 2.

Las mujeres desaparecieron, pasada la media noche,  todas encerradas en grupos en los cuartos con baño, dándose duchas rápidas, vistiéndose y maquillándose. Ana y Eleonor se despidieron cortésmente antes de irse, las salí a despedir al ascensor, dónde besé a Ana con ternura, y a Eleonor con pasión, ambas se quejaron, les iba a estropear el maquillaje y el peinado que se habían ido a hacer a una esteticista aquella mañana. Al volver a casa,  mi madre tuvo que limpiarme el carmín de la cara antes de generar preguntas. Esperé con calma que un baño de los 3 de la casa se quedara libre, queda feo, pero había comido demasiado y tenía unas ganas de ir al baño a hacer aguas mayores increíbles. Evacué cuando por fin salieron 3 chicas de un baño,  y me di una ducha limpiadora.

”Casualmente”, 5 de las chicas más monas, y solteras, entraron descuidadamente cuando me duchaba o me estaba secando desnudo. La 1º  vezme asusté, la 2º increpé, a partir de ahí solo me dejaba comer con los ojos. Recuero que fueron: Mara, la hermana mayor de Alicia, Naira, la estudiante de canarias, la madre de Teo, la hija de Luz, la sirvienta del Atico de Eleonor,  y otra señora que no sé quien era, alguna tía o cuñada de alguien que conocía.

3 me pillaron desnudo con el rabo fuera, y las otras se quedaron mirando mi cuerpo  mientras me tapaba,  descaradamente, no recuerdo el orden, solo sé que al salir de allí, tenía un par más de números y notitas en mi ropa, la que me sorprendió no fue la de la canaria, si no la de la hermana de Alicia, una chica que, si recordáis,  ya apareció en la mudanza, se llamaba Mara, una mujer 3 años mayor que yo, habíamos tenido mucho trato en el pasado, pero era una persona seria, mandona,  algo borde y desagradable de carácter, quizá por eso salía con nosotros, los amigos de su hermana pequeña,  por que no tenía amigos de su edad. Nuestra relación siempre había sido un desastre, yo era abierto,  atrevido, grotesco y evidente, mientras que ella era una mujer cauta, vergonzosa e introvertida, eso chocaba contra mi forma de ver la vida,  creo que nos caíamos bien, pero jamás pensé que se interesaría por mí. Ahora, tenía una nota suya diciendo que la llamara cuando quisiera charlar, “Si, ya………….charlar”. Guardé las notas para llevarlas al cajón rebosante de papeles de mi cuarto, y me vestí con el traje de Eric dispuesto a deslumbrar.

Volvió a sonar la puerta cuando ya estaba terminando de vestirme, me giré pensando en quien sería esa vez, pero al oír sonar la puerta  me calmé, era mi madre preguntando cuanto tardaría, que estaban todos listos ya, “¡Que cabrones!, metiendo prisa”, apenas llevaba 10 minutos en el baño, y alguna se había tirado 50  minutos repeinandose. Mi madre me vio con el traje a medio poner y se quedó maravillada por cómo me quedaba. Os comenté, creo, que había sido costurera, y tenía ojo para esas cosas.

-MADRE: avísame cuando vayas a salir, quiero hacerte unas fotos….- salió disparada riéndose, siempre hacía eso, quería tener documentado cada detalle relevante de nuestras vidas.

Avisé con tiempo, y sabiendo que mi madre ya habría dado la noticia, y estarían todos, o esperando mi salida o con  cámaras en la mano, salí de golpe con pose de modelo, sacando las carcajadas de todos. Comencé a andar exagerando los movimientos y poniendo poses  afeminadas, abrochando y desabrochando la chaqueta del traje. Había risas, si, pero 1, 2  o  3 mujeres aplaudían con la boca abierta, y alguna se mordía el labio o se relamía. Me fijé en Mara,   la cogí la mano y la besé con caballerosidad ante los vítores de Manu y Teo, ella reía por fuera, pero sus ojos castaños echaban chispas. Antaño, tal ejemplo de desvergüenza y tontería, la hubiera hastiado, pero ahora le encantaba, “Que falsa es la gente, dios mío”.

Salimos en tropel a las calles, yo era el último que faltaba, y una vez echo el bobo, tocaba ir a la fiesta montada,  por un equipo de catering, en el ático que ahora era mi casa. Los petardos y los fuegos artificiales asustaban a la gente,  o los gritos y cánticos que salían de las casas llenaban el corazón de felicidad, que absurdo que un cambio de dígito en el calendario mueva tantos sentimientos. Las calles estaban abarrotadas de gente vestida de fiesta acudiendo a citas y locales, algún coche pitando de jolgorio, mirando como alguna chica de nuestro grupo,  o de otros, iba demasiado atractiva para ir por la calle cerca de la 1 de la mañana del 1 de enero, a 1 o 2 grados, con mini faldas, escotes y de más vestidos,  que por no arrugar,  iban sin abrigo.

Le cedí mi abrigo a Naira, la canaria, su cuerpo acostumbrado al calor tropical de su tierra, y su vestido amarillo con la espalda al aire, la estaban haciendo tiritar, aunque no le faltaban 2 o 3 muchachos que la darían su calor corporal encantados. Hice lo propio con mi chaqueta, se la iba a dejar a Alicia, que estaba en una situación similar a Naira, con un vestido negros elegante y bonito,  pero Teo respondió antes, creo que como correspondía al ser su novio, así que mi chaqueta fue a parar a Lara, a la echaba de menos, más sus palabras afiladas que sus pechos,  que iba con un traje azul cielo sin sujetador, y estaba por matar a alguien clavándole sus pezones. Mi madre iba bien arreglada, con pantalón de vestir oscuro y una blusa elegante con adornos dorados, con su abrigo por encima. Pese a que muchas chicas se pusieron a un lado de mi brazo para cogerme, ayudar a estabilizarse con sus tacones y protegiéndose del viento, mi madre no me soltó del otro brazo, me dio una colleja soltando un par de quejidos con sorna, para sacar unas sonrisas al resto, diciéndome que me iba a coger un resfriado o algo, pero sabía mejor que nadie que yo siempre he sido de sangre caliente, emanaba calor en mitad de aquella noche fría, con el abrigo ya sudaba, y aunque notaba el aire en mi cara y mis manos, sin la chaqueta aguantaba bien.

Éramos como unos 30 en el grupo, Ana y Eleonor se adelantaron,  y varios familiares se fueron a casa después de las 12 y la coposa cena, entre ellos, la familia de Ana, que se fueron a casa pronto, algo por lo que di gracias a los cielos, podría besarla cuanto quisiera en la fiesta. Al llegar al edificio de lujo, dónde yo vivía ahora,  nos esperaba una serie de mayordomos o algo así, se encargaron de recoger prendas y bolsos, organizándonos para subir en grupos al ático, los conocía, les había visto trabajar unos días antes por casa, Los 4 ascensores grandes no daban abasto, yo me quedé el último cuidando de que todos entraran, guardando mi abrigo con la sonrisa de Naira al devolvérmelo, y recogiendo la chaqueta, con las gracias de Lara,  que la olfateaba mirando con ojos pícaros y sacando pecho. Últimamente a Lara se le había pasado “El susto” de su estreno anal tan brutal, y me llamaba o se ponía cariñosa cuando iba al piso de estudiantes.

Al final, con todos ya arriba, me tocaba subir en el último grupo en el ascensor, con mi madre y un par  de personas más. Mi madre me besó en la mejilla, y me pidió que me comportara, era mi casa le repliqué, por eso mismo,  sentenció ella.

Al llegar arriba había un jaleo enorme en el pasillo,  gente riendo y charlando, mientras un camarero servia copas de champan o sidra, todos iban pasando por la puerta de la casa, abierta de par en par, con Eleonor a un lado saludando a todos, y un gorila de 2 metros al otro, no sabía que hacia allí, ¿Seguridad?, no era necesario,  nos conocíamos todos, o eso creía, me asombré al ver como Eleonor mandaba sacar de allí a unos 4 o 5 chicos, que yo no conocía, y por lo visto nadie de allí, habían visto fiesta,  gente pasar, y no tendrían mejor plan que intentar colarse, al menos se llevaron una copa de sidra fría. Todos entraron ante los saludos de Eleonor con una sonrisa enorme, forzada o no, parecía real, estaba ilusionada con aquella multitud en su casa, y la alegría se percibía en su mirada. Los últimos en entrar éramos mi madre y yo, Eleonor  le dijo al gorila que éramos tan jefes de la fiesta como ella, y que nos hicieran caso en todo. Nos dio paso, con mi madre agradeciéndole el esfuerzo con la fiesta, y ella agradeciendo por su hijo, entró por la puerta dejando a mi madre en manos de alguna amiga suya, y salió entornando la puerta, se giró sobre si misma y me miró.

-ELEONOR: ¿Que? ¿Te gusta? -  se dio una vuelta sobre si misma, sonriendo dejando que el vuelo hipnotizara al gorila, tardé en darme cuenta de que preguntaba por su vestido, su belleza me había dejado algo atontado.

Cambié la pose rígida, por mi yo real, la abracé y besé con pasión, me apartó rápido riendo, retocándose el borde de los labios, no era para menos, si normalmente iba vestida de fiesta, de forma elegante y con clase, esa noche podría haber seducido a Zeus.

Su peinado y su maquillaje, algo sobrecargado,  ya los había visto en la cena, un ligero recogido del pelo desde la frente hasta su nunca, con un broche fino y brillante, dejando caer todo el pelo alisado por lo hombros y su espalda, se lo estaba dejando largo, me gustaba así y ella lo sabia, con 2 hilos de cabello cayendo por cada uno de sus lados de la cara, algo ondulados. Un carmín rojo intenso, una sombra de ojos negra y más maquillaje del que necesitaba, parecía un rostro de porcelana. El vestido era un conjunto blanco, palabra de honor, no había tela hasta sus pechos, allí una línea recta marcaba todo el vestido hasta los brazos,  una ligera curva en el escote, con una mangas recortadas, dejando los hombros al aire, que iban hasta sus muñecas, como unas “alas” uniendo las mangas con el vestido, que  en si, era un tubo blanco, que en la piernas se ensanchaba con una ligera obertura en la pierna izquierda,  dejando ver la pantorrilla,  un vuelo muy natural y algo de cola del vestido, con unas medias lunas de tela trasparente en las costillas, dejando ver los costados,  con la tela opaca tapando sus senos, la parte central de su vientre y volviendo a ensancharse en la cintura, con unos tacones blancos como la nieve virgen.

Entré a ver la casa detrás de ella, no pudiendo apartar la vista de su cintura, el vestido se ajustaba a su cadera de tal forma que casi podía notar la línea del hilo del tanga hundido en la carne, llevaba tanga, sin duda, la ropa se le ceñía al culo de forma que no había otra opción, o se le marcarían las bragas de forma horrenda. Lo único que me apartó la vista de ella fue un saludo de Manu, atacando una mesa con canapés de  gambas y aperitivos.

Sonreí, y comenzó la música, fuerte y atronadora, la tuvieron que bajar para poder oírnos entre nosotros. Recorrí la casa entera saludando y charlando con la gente, pero no veía a Ana, repasé todas las estancias de abajo, incluida la piscina, la habían techado y puesto una hoguera para calentar la zona, no vi a Ana allí, ni en la cocina,  ni en el cuarto, dónde pillé a una camarera tirándose a un muchacho que no reconocí. Solo me quedaba el piso de arriba, estaba cerrado, con un hombre en lo alto de las escaleras, menos grande que él de la puerta, pero con una mirada intimidante. Subí con la firmeza que las palabras de Eleonor me dieron sobre que mandaba tanto como ella, pero cuando subía, aquel tipo  me frenó.

-GORILA: no se puede pasar arriba.

-YO: si, perdona, soy Raúl, vivo aquí y………- me miró extrañado.

-GORILA: ¿Eres tu Raúl?, ¿El novio de Ana? ….- asentí -… lo siento, verás, la señorita Ana está en el cuarto grande, y ha dicho que no pase nadie, incluido usted, sobretodo usted, recalcó - me sorprendí.

-YO: ¿Ha dicho por qué?, ¿Se encuentra mal? - el tipo me sonrió.

-GORILA: tranquilo, está bien, creo que quiere dar una sorpresa a todos - respiré aliviado.

Bajé mirando de reojo la puerta del dormitorio, tratando de adivinar que pretendía Ana, se me ocurrían ideas, quizá algún vestido nuevo, o a lo mejor un numerito con baile, tal vez hasta una canción dedicada….no, Ana era muy vergonzosa para eso, solo a mí se me ocurrirán tales cosas, y todavía más  realizarlas.

Así que disipé las ideas, y bajé a disfrutar de la compañía de aquella gente. Encontré en Manu, un buen apoyo para conversar y reír, veía a Lara, Alicia, Mara (su hermana), incluso a Naira, o la hija de la sirvienta, todas juntas, vestidas con ropas elegantes y provocativas, y a un coro de chicos a los que a la mitad ni conocía, acechándolas. Me extrañó no ver a Teo, pero al rato apareció de la nada, algo tocado ya de la bebida, fui a charlar con él y se le notaba,  quería disimular, era inútil,  con toda la ropa movida y despeinado, como si llevara días de fiesta, con el aliento apestando al alcohol, con  el  habla lenta y ronca. Desistí de echarle la bronca por ir borracho tan pronto, por que  en ese estado daba igual que le dijera, y le llevé con Alicia para que le echara un ojo.

A su vez, busqué a Eleonor, que charlaba animadamente con un grupo de madres y padres, ellas sonreían, alguna por la bebida, la fiesta o por cortesía, otras con una sonrisa falsa que denotaba ira, sin duda la que provocaba que sus maridos se comieran con los ojos a Eleonor, aún con sus esposas delante. Gracias a dios, mi padre se fue a la piscina y encontró a un par de hombres adultos con los que charlar, si mi madre lo viera babeando le montaba un número, le importaba lo mismo que a mí que el resto mirara una escena, vamos, nada. Charlé con ellos distrayéndoles un rato, los mayores de 35 años se me dan genial desde siempre para hacerlos reír, y no se por qué, pero es así. Algún roce o caricia se me escapaba hacia Eleonor, pero poco más.

Eran ya casi las 2 de la mañana y la fiesta estaba en todo lo alto, me preocupaba la tardanza de Ana, que no bajaba, pero el DJ comenzó a poner músicas de baile, y ante la soledad, casi todas las mujeres de la casa pedían bailes, en grupos, como carne en el super, deseando que algún hombre las sacara a bailar, cualquier hombre. Me di cuenta de mi  torpeza juvenil, igual que muchos chicos de allí, yo antes no me hubiera dado cuenta,  miraría sonrojado a esas mujeres, o disimuladamente, apreciando su belleza, pero sin atreverme a decirlas nada por mero pánico, y ahora, mirándolas y analizándolas, me parecía violentamente obvio que aquellas mujeres iban en busca de un hombre, y que aceptarían a cualquiera con tal de dejar “el banquillo”, y separarlas del grupo de solteronas. Aún así, la primera  a la que invité a bailar fue a mi madre, se lo debía, la busqué y la encontré por la cocina, mandando y diciéndole al organizador del catering cómo se debían hacer las cosas, mi  señora madre nació con alma de general.

Sonrió al pedirla bailar, y aceptó el baile encantada, haciendo el bobo a cada cual más, y llamando al resto de gente a animarse a  bailar. Solo hacen falta un par de locos haciendo el ridículo, para que el resto lo haga, en el fondo todos desean bailar, pero a mucha gente le da vergüenza que la vean haciendo el tonto, pero si ya lo están haciendo otros, como que se desinhiben. Al rato, Eleonor pidió paso, y mi madre se lo concedió, antes de alejarse la abracé y levanté a  mi madre medio palmo del suelo, dándola besos en la mejilla, es una señora algo rechoncha pero no me costó nada. Se alejó, roja de la risa, y con mirada de orgullo, terminó en los brazos de mi padre bailando.

El baile con Eleonor parecía igual de inocente que el de mi madre, pero no lo era, para nada, nuestros ojos conectaban y saltaban chispas, mi mano en su espalda en algún movimiento lento acariciaba, no solo se posaba, y bajaba peligrosamente cerca de su trasero, sus senos elevados como montañas se hundían en mi pecho, y más de una vez una de sus piernas se metía entre las mías, rozándose con picardía sobre mi paquete.

-ELEONOR: jamás le podré agradecer tanto, mire la casa, está viva.

-YO: como no te estés quieta, me lo vas a agradecer antes de lo que piensas.

-ELEONOR: con mucho gusto sacaría a todos a  empujones para que me hiciera suya - su mirada era fuego, rocé su mejilla con mis labios, en busca de su oído.

-YO: si sigues acariciado con tu pierna, no habrá tiempo de sacarles antes de que te tire al suelo, te rompa el vestido y te ensarte con mi verga ………- se estremeció cerrando los ojos, por algún motivo que dijera “verga”, palabra que me pegó, en vez de cualquier otra, la encendía muchísimo. Eso, iba unido a que mi amenaza no era en vano, o quizá si, pero  ella realmente creía que me la follaría delante de todos, y me daría igual.

Por suerte, el baile acabó antes de que se me pusiera dura, ya la tenía despertándose y marcándose levemente en el traje, algo que no pasó desapercibido para muchas, que hicieron cola para ir una detrás de la otra, mientras bailaba con ellas. No le negué a nadie el baile, solo a Alicia, que estaba pendiente de que Teo no bebiera más. El contoneo de Mara fue el más caliente de todos, su vestido era como el de su hermana pequeña, negro y de corte elegante y sofisticado, pero considerablemente más corto, enseñando piernas,  con un escote en la espalda gigante. Se puso de espaldas y me pasó su buen culo por toda la polla,  riendo asombrada, la chica sería y brusca estaba caliente como una gata en celo, casi podía oírla maullar pidiendo  sexo, iba espectacular, siempre con su pelo corto y perfectamente maquillada, tenía unos ojos enormes que siempre me han gustado, y poco pecho en relación a su buen culo, nada que ver con su hermana, que jugaba en otra liga superior en temas de traseros,  pero redondo y buen puesto. Mara, con su vestido negro ajustado sin escote pero con toda la espalda al aire, y ceñido hasta el vacío en sus caderas, casi me saca de quicio. Las canciones se volvían  juveniles y movidas, el horrible reggeton hizo aparición, y con él, los bailes subidos de tono.

Yo estaba harto de crías acaloradas, quería a mi novia, me eché a un lado y hablé con Alicia, para disculparme por no cederla el baile, me miró como si no la hubiera molestado, restándole al asunto, pero estaba triste. Teo estaba borracho de nuevo, y pasaba de ella, o peor, cuando la hacía caso se ponía muy tonto, casi tenía lágrimas en los ojos, y la hice reír un poco con tonterías.

Charlando con Alicia, la pista de baile se animó, Eleonor y otras chicas estaban dándolo todo, habían montado una especie de pasillo y desfilaban con gesto sexy y provocativas, tal como si fuera un pase de modelos. Los tíos aplaudían a la que  le gustara, los senos de Lara y Eleonor fueron de los más aclamado, Mara se movía bien pero no tenía tantas curvas, y la canaria dio un recital de  belleza paseándose, todos reían y disfrutaban de ese espectáculo, había una porra o una especie de jurado que ponía notas, y las risas o el ruido se habían elevado hasta ser atronadores. De repente se hizo el silencio, solo sonaba la música de fondo y todos se callaron, salvo alguna risa o voz que se fue apagando, todos se daban la vuelta para mirar la escalera a mi espalda, me giré sin comprender nada hasta que vi a Ana en lo alto de la escalera, ayudada del gorila a bajar el 1º escalón, mientras con la otra mano se sujetaba a la barandilla. No era para menos, la imagen debió de aturdir a más de uno, a mí no, me resultó familiar, pero no menos impactante.

Ana iba preciosa, como en la cena, un peinado completamente liso, con la raya a un lado, dejándole un hombro al aire y un flequillo ligeramente ondulado que le cubría medio rostro, hasta terminar con un leve recogido detrás de la oreja. Un ligero maquillaje, sobretodo en los ojos,  una sombra oscura con ligeros verdes esmeralda que resaltaban sus pupilas, y pintalabios rojo gránate, tan oscuro que solo de cerca apreciabas el rojo. Iba con la pulsera, el collar y los pendientes de plata que le había regalado en Navidades, y pese a no pegar mucho hasta para mi inexperto ojo, la gargantilla que no se quitaba nunca. Unos tacones negros altos, de los que ella odiaba pero que la estilizaban de una manera insuperable. Y lo mejor, el vestido, era el de las 3 V que se compró en el retiro de fin de semana a la sierra, aquel negro ceñido y ajustado, tan atrevido que rozaba lo estrambótico, pero solo lo rozaba. Un escote en forma de V que bajaba hasta el ombligo, dejando ver sus pechos en gran parte, otra V  de sus hombros al inicio de las caderas por la espada, y otra V invertida desde la cintura izquierda, que llegaba a  medio muslo, dónde se abría  con un vuelo hasta el tobillo derecho. Aprecié unas ligeras medias, pero sin sujetador, ni lo necesitaba ni el vestido lo permitía, brillando los bordes de las V con destellos plateados.

Era la definición  de la belleza,  la sensualidad, el atrevimiento y la piel tersa y juvenil. La miraba atónito, desde el retiro a la sierra no se lo había vuelto  a ver, le daba mucha vergüenza que la vieran así en público, y casi me había olvidado de él, pero allí estaba, delante de todos, con él puesto y con algún sonoro  “Ohhh” de fondo, sabiendo que todos la miraban. Saludó con la mano, sonriendo tratando de que el rubor no se apoderara de ella, trató  de bajar el 2º escalón, pero casi se tropieza, soltó la mano del gorila y se cogió, con clase, el vuelo del vestido, para seguir bajando aferrándose bien a la barandilla, y con el sonido del golpe de los tacones retumbando por encima de la música, que  hasta parecía haber bajado el volumen hipnotizada por el movimiento de los senos de Ana botando dentro del vestido,  amenazando fugarse del interior de la tela. Recuperé el sentido antes que nadie, mirándola y riéndome al observarla bajar, y como todos la miraban cómo si fuera una alienígena, creo recordar que sonó un copa rompiéndose en el suelo, muy teatral.

Acudí a recoger a mi dama en los escalones finales, teniendo que apartar a algún mirón anonadado. Ana me localizó fácilmente al ser el único que me movía de toda la casa,  y sonrío abrumada, extendí mi mano para ayudarla a bajar al suelo, y una vez allí hinqué una rodilla ante ella.

-YO: mi señora - sonrió ante mi gesto galante.

-ANA: mi señor - se inclinó levemente en una reverencia.

-YO: me temo que hoy vuestra belleza no es solo mía….. - me levanté clavándole los ojos en los suyos -….. no podría soportar tamaña carga - abrió la boca dedicándome una de sus sonrisas tímidas y  maravillosas, deslumbrando por encima del vestido, del maquillaje o las joyas.

-ANA: ambos sabemos que eso no es cierto, pero se agradece el cumplido.

-YO: ¿Si tuvierais el honor de concederme este baile?

-ANA: como gustéis – “¿Cómo puede ser tan perfecta de pillar al vuelo el tono de la edad media, y continuar la broma?” hubiera pensado, si mi cerebro no estuviera ocupado en grabar aquella escena. Esa mujer era un regalo del cielo.

Levanté mi brazo para ofrecérselo de apoyo, agarró con firmeza y se sujetó la cola del vestido, acudimos al centro de la pista, la gente se apartaba nuestro paso, dónde todos aún nos miraban. Silbé, y el DJ, con el que ya había hablado antes, puso una canción, la del baile de la bella y la bestia, me parecía la más adecuada, ya que así me sentía a su lado,  y entre alguna voz de ternura y risas, bailamos lentamente bien agarrados, como si fuéramos príncipe y princesa. El resto se nos fue uniendo, perdiendo letalmente  el estado de hipnosis en el que parecían haber entrado.

-YO: sabes, había un concurso de belleza entre las chicas.

-ANA: ¿Si? ¿Y quien ha ganado?

-YO: no lo sé, cuando has bajado tú se ha ido todo a la porra……...- sonreí ante lo irrisorio del asunto, y ella conmigo, daba igual que todas estuvieran arregladas y vestidas de formas finas, elegantes y sensuales, Ana las había pasado por encima como un tren de mercancías sobre un coche de juegue - …..¿Por que has tardado tanto?

-ANA: llevo vestida así desde la 1, no me atrevía a salir, ¿Que van a decir de mí? - se acurrucó sobre mi pecho.

-YO: los hombres, entre si dirán que eras la más guapa de la fiesta, eso como poco y siendo educados, a sus mujeres les dirán que no eras para tanto, si no quieren dormir en el sofá hoy, las mujeres te criticaran  indistintamente, vas a darlas conversación durante días, y alguna te odia ahora mismo. ¿Te importa?

-ANA: ahora que estoy contigo, no - la besé tiernamente, olía a coco, como siempre, y sus labios sabían mejor que nunca.

Al separarme de ella se rió nerviosa, perdiendo el paso, y me pasó los dedos por los labios limpiándome el carmín, mirándonos a los ojos de forma cómplice. Creo que fue el momento más feliz y tierno de mi vida, quizá por que ocurrió poco antes de que todo se desmadrara.

La noche fue avanzando, y ahora con Ana a mi lado,  fuimos dando tumbos por toda la sala, hablando y charlando con todos. Mi madre nos mataba con la mirada, a Ana con solo verla así, y a mí, cada vez que la besaba o la acariciaba entre mis brazos, temía que alguien se fuera de la lengua y dijera algo a la familia de Ana. Las bebidas,  la comida y los bailes fueron haciendo mella, la gente estaba a otros asuntos, y una vez comprendido que yo esa noche no estaba “disponible”, las mujeres fueron cediendo antes los chicos que les parecían  monos. Casi todos se fueron de allí del brazo de alguien del sexo opuesto, algunos quisieron follar en la habitación de invitados, pero ya estaba ocupada por otra pareja, incluso había una pareja follando en la cama y otra en el baño.

Todas buscaron pareja, menos alguna, Lara entre ellas, que andaba danzando con Naira, la estudiante canaria, hasta que esta se fue con un amigo italiano de Manu.  Lara se quedó allí, perdida, orbitando a mi alrededor, podía percibir el olor vainilla en ella, el que cuando era mi juegue la dije que se pusiera. Sin duda Lara iba detrás de mí de nuevo, y ya le debía dar igual que la destrozara el culo la última vez. Hasta mi hermana, algo puritana, se fue con una especie de amigo/novio suyo al que invitó. La casa se vaciaba pasadas las 6 de la mañana, había un servicio de coches y choferes abajo, contratados por Eleonor, para llevar a la gente a sus casas y evitar problemas de multas o alguna gresca  que se suelen producir por esas fechas de madrugada. Yo mismo llevé a mis padres a casa a las 4 y media o así. Al despedirme de mis padres antes de volver a la fiesta,  mi madre me pidió que fuera a hablar con ella al día siguiente, no quiso decirme el por qué.

Al regresar al ático vi a   Eleonor, andaba sentada en el sofá de abajo riendo al charlar con un hombre que iba detrás de ella toda la noche, al que  tenía dándole un masaje en los pies. Al verme, mi guiñó un ojo.  Ana estaba en la parte de arriba, apoyada en la barandilla mirando cómo había quedado la casa, y cómo un par de camareros recogían todo. Subí hacia ella, y la di un beso en el hombro para saludarla, estaba cruzada de brazos, frotándose, ya que en el piso de arriba hacia algo  de frío, así que le puse mi chaqueta, la envolvió como un manto cálido, y la olió como si la transportara a un lugar maravilloso. Me apoyé con cuidado en la barandilla, colocándome detrás de ella, rodeándola con los brazos,  mirando como limpiaban.

-YO: ha sido una buena fiesta.

-ANA: si, ojalá fuera así siempre.

-YO: ¿Todos los días 31 de diciembre y 1 de enero? Sería divertido.

-ANA: no bobo, hablo de la gente, parece feliz, aunque no lo sean.

-YO: yo lo soy, contigo ….. - sonrió levemente - ….¿Y tú?

-ANA: pues claro que si, pero pienso que es demasiado bonito, y que se va a romper en cualquier momento, Eleonor me dice que así era su marido antes, y mírala ahora, encamada con un chaval que podría ser su hijo.

-YO: no soy como su marido, no te haría eso.

-ANA: nadie lo es………..al principio …..- se giró agarrándome la cara -…. te quiero, pero jamás me hagas daño así, por favor - su mirada era sincera, pero no entendía sus palabras, no comprendía por qué ahora tenía esos pensamientos, jamás le había dado motivos.

-YO: nunca te haría daño, te quiero, y si tu me quieres no tienes nada que temer de mí - sonrió aliviada.

-ANA: lo sé ……..- me besó con ternura, casi a punto de decirme algo, pero nos interrumpió un camarero.

-CAMARERO: disculpe, al parecer hay una pareja en el cuarto de abajo aún,  y tenemos que limpiar, no queremos entrometernos, usted podría…….. – aquel chico pedía clemencia, su cara estaba cansada y agotada, deseando irse a casa, accedí a bajar para solucionar aquello.

Al entrar a la habitación de invitados de abajo, la que fue el picadero de esa noche,  vi a una pareja en la oscuridad follando, yo les hablaba pero no me hacían caso. Encendí la luz y vi a Teo, del susto apagué la luz gritando disculpas y  cerré la puerta. Al parecer Alicia no estaba tan triste como para no follarse a Teo de esa manera. Sonreí aliviado, cuando al ir a coger las escaleras de nuevo,  vi aparecer a Alicia por la puerta  de la entrada, me quedé helado, si venía de la calle, Teo no se la estaba follando a ella. Acudí a su encuentro, blanco como la leche.

-ALICIA: hola, perdona que vuelva, pero es que no encuentro a Teo, me fui antes que él, no quería irse y todavía no ha vuelto, va muy borracho y temo que le pase algo, ¿Le has visto? - se me rompía el corazón de oír su verdadera preocupación por su novio, sabiendo que este, estaba teniendo sexo con alguna en la habitación, a unos metros.

-YO: si,  creo que andaba por aquí, le he visto en alguna habitación, mira arriba - no la mentía, pero no quería decirla toda la verdad, y necesitaba tiempo para pensar.

Subió  y habló con Ana, revisando las habitaciones, yo respiré profundamente y entré en la habitación de abajo, una de las chicas de la fiesta se estaba colocando el vestido de pie, iba tan bebida que ni se dio cuenta de mi presencia al pasar a mi lado para irse, no la reconocí, creo que era la hija de alguna amiga de Eleonor.  Teo se quedó tumbado boca arriba, medio vestido y con la polla fuera, manchada de semen. Una ira contenida me llenaba, podía montarle un pollo, sacarle a rastras y evidenciar su infidelidad ante Alicia, pero eso solo la causaría dolor.

Le vestí con algo de su ayuda, no mucha, mientras él me repetía que no dijera nada, al borde del coma etílico. Salí y me aseguré de que la muchacha se había ido, avisé a Alicia de que le había encontrado bien, y a salvo, dormido abajo. Respiró aliviada, y viendo su estado, le dejó allí dormir la mona, estaba enfadada con él por su borrachera, “Pobrecilla, no se merece esto”, era lo único que se me pasaba por la mente. Alicia se volvía a casa andando, y la acompañé, no podía dejarla irse sola a esas horas, y en coche no era nada.

Estaba muy enfadada, y pese a beber bastante,  totalmente lucida. Dirigí la conversación un poco, para que viera que si no era feliz con Teo, lo dejaran. Con lágrimas en los ojos me dijo que tenía razón, y que lo iban a hablar cuando se recuperara de la melopea que había cogido. La di un fuerte abrazo, y la vi entrar en  casa antes de volver, mi intención era ir directo a por Teo, y darle de bofetadas hasta que se despertara, pero borracho no me haría caso alguno. Cerré la puerta de la habitación dónde dormía a ronquidos,  y le dejé dormir  hasta el día siguiente, para que no se fuera sin hablar conmigo.

 

Eleonor – Revelaciones.

Con todo ya recogido y limpio, todos los trabajadores se fueron, dejando para el día siguiente lo que quedaba por colocar. Ana y Eleonor estaban en el piso de arriba, sentadas en  el sofá que había entre las habitaciones, Ana aún arropada por mi chaqueta y  adormilada,  Eleonor abrazándola como una madre, y me sonrió al verme.

-ELEONOR: la niña está muy dormida y cansada.

-YO: habrá que llevarla a la cama - la cogí de un brazo y la levanté sin mucho esfuerzo, se abrazó a mi cuello.

Con cuidado,  llevé a mi novia a una de las habitaciones pequeñas, y la desvestí  con delicadeza, tapándola con las sábanas,  al ir a quitarle mi chaqueta se aferró a  ella como si le fuera la vida en ello, algo tocada por la bebida, y la  dejé así. Al salir, Eleonor me miraba  con dulzura, como si fuera un padre acostando a su hija.

-ELEONOR: ahora ya no queda nadie más que usted y yo……...- algo bebida, pero mucho más lucida de lo que me quería hacer ver, puso sus manos en sus caderas en jarra, riendo mientras encorvaba le pecho de forma sensual.

-YO: si, es una pena, yo aún tengo energías para  fiesta……- avanzaba hacia ella con paso firme y lento.

-ELEONOR: pues si usted aguanta, yo más, ¿Que le parece si bajamos a proseguir el baile dónde lo dejamos? - señaló el salón.

-YO: que es mucho trabajo bajar a bailar con usted, solo para volver a subir a meterte mi verga hasta las entrañas - la rodeé con mis brazos, ante su cara de ofensa falsa.

-ELEONOR: oiga, que yo soy una señora, no soy tan fácil.

-YO: como usted quiera  - besé su cuello lentamente, mientras ella me rodeaba el mío con los brazos, apretando nuestros cuerpos hasta sentir como sus pechos se elevaban sobre mi cuerpo, y mi polla palpitaba en sus muslos.

-ELEONOR: no sea malo, concédame ese deseo.

-YO: solo por que eres tú, y por lo bien que follas…… - la susurré al oído - ….. solo pensar en ti me eriza la piel - halagos vacíos, no tanto, pero no los decía por que los sintiera, si no por calentarla.

De un giró la agarré y la subí encima mía en brazos, como había llevado a Ana a la cama. Bajé las escaleras con ella así, viéndola reír ante mi poderío, besándome con pasión. La dejé posarse levemente en el suelo, y tarareando alguna canción comenzamos a movernos, sus dos manos encogidas entre nuestros pechos y su cabeza recostada contra mi barbilla, conmigo abrazándola por completo, con mi cuerpo y mis brazos, acariciando su espalda con suavidad. Pasamos no menos de 10 minutos  así, hasta que levantó la vista y me miró con un brillo especial en los ojos.

-ELEONOR: ¿Cómo puedo estar tan locamente enamorada de ti?  - la pregunta me pilló desprevenido, nadie había hablado de amor entre nosotros.

-YO: ¿Me quieres? - pregunté por ganar segundos.

-ELEONOR: ¿No es evidente?

-YO: yo creía que solo eran juegos, pasión y lujuria - mentí.

-ELEONOR: para mí, no, ya no, te quiero, estoy perdidamente enamorada, y me duele que no te hayas dado cuenta, pero más aún que me lo permita yo.

-YO: siento si esto se me ha ido de las manos, ¿Pero por qué no te no puedes permitir?

-ELEONOR: por que te saco mucha edad mi niño, soy una mujer adulta y madura, debería estar con hombres de mi edad, prepararme una vida larga con ellos, no ser tu ………perra.

-YO: no eres mi perra.

-ELEONOR: ya, eso dices………… ¿Pero me quieres? - me pilló sin respuesta de nuevo, aunque en realidad si la tenía, pero no quería dársela.

-YO: claro que te quiero….- me miró sin creerme.

-ELEONOR: quizá me tengas aprecio, o cariño, pero no me amas, no como amas a Ana, ¿Verdad? - el silencio la dio la razón.

-YO: no puedo evitar sentirme atraído por ti, mi pequeña reina, pero mí corazón es de Ana, es suyo, y si bien puedo compartir mi cuerpo con las 2, no puedo hacer lo mismo con mi amor - sollozaba ante la sinceridad cruda de mis palabras.

-ELEONOR: y es por eso que me odio, por saber que nunca me amarás así, y seguir en este juego cruel …..- se alzó para besarme - …..¿Por que la amas así y a mi no? Hago el amor mejor que ella, lo sabes.

-YO: es cierto, pero tú eres más mujer que ella, apenas una veinteañera, y te ha costado mucho trabajo superarla.

-ELEONOR: pero soy mejor, me tomas de formas que me hacen enloquecer, y te ofrezco mi amor……..hasta compartiría mi imperio contigo ¿Acaso eso no es suficiente?

-YO: no, mi colombiana, quizá si no la hubiera conocido a ella antes, quizá si en otra vida hubiéramos coincido, pero no estamos en un mundo perfecto, no puedo ofrecerte algo que no es tuyo, ni tú puedes pedirme que te lo de, sabiendo que no te pertenece.

Nos miramos a los ojos, quería trasmitir firmeza, pero me dominaban las emociones, no quería perderla, ni hacerla daño, pero tampoco darla esperanzas. La sequé una lagrima que corría su rímel, sonrió al sentirse vulnerable, de golpe me besó de nuevo, repetidas veces, tantas que ya eran besos largos y pasionales, con lengua y agarrándonos las cabezas para no alejarnos mucho el uno del otro. Las cremalleras sonaron, sus manos acariciaban mis slips por encima y las mías bajaban por  su espalda junto al cierre del vestido, nos fuimos calentando hasta que de un tirón le rompí las alas del vestido blanco para bajárselo y comerme sus maravillosas tetas y sus pezones como postes de carretera. Eleonor rompió a reír.

-ELEONOR: jajajajajaja ¡Que bruto eres! Acabas de romper un vestido de 10.000€ - la miré con desidia mientras soltaba un pecho que succionaba con la boca.

-YO: ¿Si quieres paro? - rió asintiendo que de parar nada, rasgué el vestido aún más ferozmente, hasta arrancárselo de encima, quedó solo con un tanga diminuto color carne, los tacones, y el vestido hecho jirones en el suelo.

Ella me besó apasionadamente mientras me desvestía, mis manos se fueron directas a sus senos, los pellizcaba con agilidad, y se separó lo justo para dejarme cierta libertad para desnudarme por completo.

-ELEONOR: ¿Vamos a darnos un baño?

De forma erótica, se giró y movió su culo ante mi mirada, con obscenidad se agachó para quitarse el tanga, solo llevar los slips por los tobillos evitó que la ensartara allí mismo, la tenía como una piedra, y esa vez no me iba a contener en absoluto.

Se soltó el pelo, dejándolo caer para que bamboleara con sus andares, se paró en el borde de la piscina y torció un poco la mirada llamándome a su encuentro. Sin dejar pasar  un segundo la abracé por detrás, besando su cuello y sus hombros, mi polla ya sobresalía entre sus muslos como si fuera ella la que tenia pene, abriendo sus labios mayores y sacándola un gemido al notar mis manos en sus senos. La quise ensartar allí mismo, pero la di la vuelta, lamí sus pezones hasta que imploró sexo, la subí encima de mí a horcajadas y la penetré con suavidad, pero sin cesar hasta hundirme en ella por completo.

Besándonos fui andando hasta la zona de la escalera, y fui metiéndonos en el agua con cuidado, hasta tener medio cuerpo hundido, allí ella misma se movía follándome, girando sus caderas y agarrándome la cara para ganar apoyo. Su ritmo era lo máximo que el agua  le permitía, y bastó con 20 minutos para llegar al orgasmo que buscaba, uno dulce y cálido. Mis manos repasaban todo su cuerpo, incluyendo meter mis dedos en su ano, a los 15 minutos el 2º orgasmo la hizo temblar y dejar de moverse, ya no podía seguir.

Allí empecé yo, apoyándome contra la pared de la piscina, mi pelvis inició movimientos lentos y amplios  que se tornaban  rápidos con cada ida y vuelta, besando y mordiendo su cuello, ella solo clamaba a dios con cada eclosión de sensaciones en su interior, que entre medias  respiraba  bocanadas de aire, clavándome las uñas largas y adornadas en la espalda. 10 minutos después me corrí sintiendo como me vaciaba.

Eso solo había sido el principio, Eleonor se desmontó y besó mi pecho con calma, acariciando mis músculos, bajando su boca hasta hundirse en el agua y chupármela debajo del agua, no estaba muy por  debajo así que salía de vez en cuando a coger aire para seguir un buen ritmo. Una vez dura de nuevo, se volvió a montar encima mía de cara, rodeándome con las piernas y ensartándose sola, volví a acelerar sacando a la bestia de forma simultanea, arrollé como un toro bravo, en media hora tuvo  5 orgasmos brutales, cada uno más animal que el anterior, me hizo sangre en la espalda con sus uñas mientras bramaba obscenidades. Se movía convulsa perdiendo el ritmo de las embestidas, pero gozando como una loca, echándose hacia atrás y volviendo a recaer sobre mí besándome de forma desordenada. 20 minutos así hasta volver a correrme haciéndola gritar como un cochinillo.

Se bajó, y nadó con torpeza hasta el bordillo se sujetó tratando de salir elevándose, un  error, me dejó su trasero totalmente ofrecido, según me acercaba estaba a una altura perfecta para follárme su ano. Hundí mi cara entre sus nalgas, separándolas y lamiendo el ano metiendo 1, 2 y 3  dedos consecutivamente, hasta tenerla lista. Eleonor quería pedir clemencia pero no la deseaba, y los 2 lo sabíamos. Al sentir mi rabo abriéndola el culo gritó tanto que me asustó, solo su cólera pidiendo que siguiera me sacó del susto, la fui metiendo tan lentamente por la presión que pensé que se desmayaba, pero mordiéndose el puño aguantó hasta tenerla dentro. Solo fue arrancar la moto y darla con todo.

Ya iba por  la 3º corrida,  antes estaría medio muerto,  pero ahora  estaba  fresco y desatado. Me follé su culo hasta hacerlo estar rojo de los golpes de mi pelvis y los azotes que la daba, con el agua que el agua salpicaba todo el cuerpo. La acariciaba el coño metiéndola la mano entre las piernas, ella golpeaba el césped con rabia al sentirse superada por un animal indómito, tras 2 orgasmos anales se desvaneció cediendo terreno hasta ser un trozo de carne que suspiraba entre estocadas. Al ir a correrme mi ira me llenó, y la agarré de la tetas poniéndola de pie, solo de puntillas en el suelo de la piscina y sin hacer ningún esfuerzo por su parte.  Fui acelerando hasta casi sacarnos de la piscina a golpes de cintura, Eleonor se reactivó ante aquello unos instantes, lo justo para sentir como mi semen caliente se derramaba en su recto. Sus manos temblorosas buscaron mi nuca.

-ELEONOR: ¡No hay mujer que pueda con usted! Es la perfección hecha amante, me da igual que no me ames, mientras me haga el amor así.

-ANA: eso, puedo prometértelo siempre - tenía fuerzas y energías para continuar, lo sabía, y Eleonor lo notaba, su cuerpo y sus gestos eran de temor a otra ronda.

En brazos, la saqué del agua, apenas podía caminar, la subí en brazos a la cama y allí la acosté. Fui a mirar a Ana, que dormía como un tronco, y bajé a beber algo y comer de las sobras de los canapés. Al volver a la habitación, Eleonor estaba de rodillas en la cama, mirándome lujuriosa.

-YO: ¿Aún quieres más?

-ELEONOR: todo lo que mi hombre pueda darme ……- asentí ante tal gesto, ella se agachó quedando a 4 patas, llamándome con el dedo,  hacia menos de 15 minutos estaba rota, y ya estaba pidiendo guerra.

Me tumbé en la cama, y la puse encima totalmente estirada, me encanta esa posición, sentir sus pechos aplastados contra mí,  y mi verga creciendo entre sus piernas. Cuando estuvo tiesa se abrió de piernas cabalgándome, y se elevó para meterse la polla hasta el fondo, casi se corre de nuevo solo al sentir eso.

Apoyada en mi pecho quiso moverse, pero su cuerpo no le respondía  2 minutos seguidos,  la tumbé sobre mí besándola, levanté la cadera plantando los pies, en la posición mil veces estudiada, y Eleonor me miró acongojada. Desaté el infierno.

Entraba y salía en mi totalidad sin parar de acelerar,  oía el sonido de mis testículos golpeando de forma constante, se le arqueó la espalda de tal forma que podía notar el pelo de su cabeza rozándome los muslos, luego caía rendida a mi pecho con todo el pelo a un lado,  besando cuando su cuerpo se lo permitía, pero cada pocos minutos se corría de forma  grosera. La posición inclinada hacía que sus fluidos cayeran por mi pelvis y pecho, apenas se rozaba el clítoris rompía en otro orgasmo, era consciente, y aún así repetía. Era insaciable, llegó un punto en que pensé que no podría con ella, pero era la 4º corrida de la noche, tardé casi 1 hora en venirme, y al notarlo di el resto, todo, quería probarme, ver hasta donde me daba el ejercicio del gim.

Del espasmo que la dio casi sale disparada contra la pared de la cabeza de la cama,  tuve que sujetar rodeándola con los bazos con fuerza para que no saliera rebotada. Eso solo la mató  más,  recibiendo en estático un sin fin de penetraciones. El orgasmo que tuvo se dividió en varios seguidos, y cayó redonda ante mí, solo sus ojos demostraban que aún estaba allí, eso, y su boca abierta como para meter una bola de bolos. Al estallar en su interior, el semen inundó su útero,  haciéndome notar como caía caliente por mi tronco. Al salirme de ella una fuente de semen y fluidos salió de ella, que parecía hacer fuerza para sacar todo aquello de dentó, a la 4º convulsión se venció de bruces a mi lado, respirando de milagro y durmiéndose al instante. La di un beso en la frente y me fui a la cama con Ana, acostándome a su lado, y ella  abrazándome, de forma subconsciente.

Me despertó el sonido de la puerta de la casa, abajo. Ana seguía dormida como una marmota, y al levantarme vi a Eleonor acostada igual de dormida. Bajé a abrir, eran los de la fiesta que venían a recoger los últimos trastos, y les abrí. Subieron varios hombres, y una mujer que se echó a reír al verme, estaba desnudo y con mi empalme mañanero, “Joder, no me  doy cuenta”. En esa casa ir desnudo era lo normal para mí, me fui a poner algo, y abrí la puerta de la habitación de abajo, dónde estaba Teo aún dormido en la misma posición en que le dejamos Alicia y yo. Me enfadé de golpe al recordar su infidelidad, le quise despertar, pero si seguía borracho era inútil, le dejé allí y fui a la cocina  a comer algo. Cerca de la 1 de la tarde, mientras los operarios recogían los equipos de música y las mesas, la chica limpiaba y organizaba la cocina, me miraba de reojo, solo me había puesto unos pantalones cortos,  y mi cuerpo la atraía, haber visto mi polla, que ahora se marcaba en la pernera de la prenda, flácida después de acudir al baño, la hacia sonrojarse. Me animé a charlar un poco con ellos, hasta ayudándolos a recoger mesas. Sacando unas sillas, vi a Teo salir de la habitación con una resaca enorme, me disculpé con los operarios y me fui a por él, le agarré del brazo y le arrastré a la piscina.

-YO: ¡¿Se puede saber que coño haces?! - me miró cegado por la luz del día, ubicándose.

-TEO: hola tío, ¿Que pasa? - le sacudí del brazo.

-YO: ¡¿Que pasa?! Que ayer te pillé follándote a una desconocida, mientras Alicia te buscaba preocupada……- se abrió de ojos sorprendido.

-TEO: dios, ¡¿Que dices, volvió?! ¡Suéltame!……….- ordenaba confuso.

-YO: ¿No te acuerdas? Lo mismo es eso, ibas tan borracho que no podías ni ponente en pie  - tiró de su brazo apartándose de mí.

-TEO: ¡¿Y a ti que coño te importa?!

-YO: me importa por que es mí casa, mi fiesta,  eres mi amigo, y ella tu novia, la tuve que engañar para que no te pillara.

-TEO: no te lo pedí.

-YO: no hacia falta, ¿O acaso querías que te pillara? …- callaba enfurecido.-….. ¡Te estoy hablando!, ¿Es que no te acuerdas de lo que te dije cuando me mude aquí?

-TEO: si eres mi amigo………. ten la puta boca cerrada – soltó, entre enfadado y desesperado.

-YO: la tendré, pero no por ti, si no por ella, esto la destrozaría, se acabó,  vas a cortar con ella.

-TEO: déjame en paz, no te incumbe.

-YO: lo harás,  o ella se enterará de todo, y no me causa placer, pero lo haré.

-TEO: ¿Me harías eso a mí? - casi suplicó, sabía que mi determinación en estos asuntos era firme.

-YO: te lo has hecho tú solo, el Teo que yo conocía no es el borracho adultero y  resacoso que tengo delante, jamás engañaría a Alicia con una cualquiera, y menos me pediría que lo ocultara, no eres ni la sombra de quien eras…….- su mirada irradiaba odio.

-TEO: ¡Mientes! Es solo una excusa, amas a Alicia y me la quieres arrebatar, siempre lo he sabido…….- se echó encima mía  enfurecido,   le solté una bofetada que le pilló desprevenido, y le hizo tambalearse.

-YO: si hubiera querido, hace  meses que estaría tirándomela delante de tus narices, pero me fui de esa puta casa para alejarme de ti, y de ella, por el respeto que te tenía, y que has perdido,  me fui para que pudierais ser felices de nuevo ¿Y así me lo pagas? ¡¿Acusándome?! – agachó la cabeza sabiendo lo cierto de mis palabras.

-TEO: tío, perdóname, no la digas nada, por favor, mejoraré, no sé que me pasó……..- me agarró del brazo implorando.

-YO: te di la oportunidad cuando me fui del piso, te lo advertí, te dije que si no cambiabas me la llevaría, y no lo has hecho, sigues igual,  no te entiendo, ¿Que se supone que ha hecho ella para merecerse tu desdén?

-TEO: tú, tú eres lo que la pasó, maldito el día en que nos mudamos, desde  entonces no puedo evitar los celos, ella te mira y te desea, lo sé, y yo no sé que hacer, me odia y yo a ella, por que no lo hablamos, pero lo sabemos.

-YO: pues la solución es simple, déjala, si os sentís así es inútil prolongar la agonía, ya fuero yo, u otro, no podéis seguir así, por que os hacéis daño - nos sentamos en las tumbonas.

La conversación se calmó un poco, Teo lloró ante mí,  había querido mucho a Alicia, pero ya no sentía eso, incluso antes de la mudanza sabía que las cosas no iban bien. Esperaban que irse a vivir juntos lo pudiera  arreglar, pero solo lo estropeó. Teo me ayudó a terminar de limpiar la casa mientras seguíamos hablando, no sé de dónde, pero por toda la casa encontré papeles con números de teléfono y notas para mí,  de las 4 camareras, de casi todas las solteras de la fiesta, de algunas con novio, y de 1 casada, hasta una del cocinero que se encargó del catering, todas al cajón.

Me vestí y acompañé Teo a casa, me despedí  con un fuerte abrazo, y me fui a casa de mis padres, con algo de resaca por cansancio.

Comimos algo y reímos por la fiesta, mi hermana llegó también sobre esa hora, de dónde fuera que pasó la noche, ya era mayorcita para saber lo que hacia. La tarde pasó con todos echándose una siesta, menos mi madre y yo, que nos quedamos charlando en el salón, como me pidió la noche previa.

-YO: ¿Y por qué querías hablar conmigo?

-MADRE: nada, es solo que……- buscaba las palabras para no enfadarme - ….¿Como te va con la nueva casa? - eso no parecía demasiado importante.

-YO: mamá, ve al grano, ¿Dime que pasa?

-MADRE: es solo que…….. ayer hablando con Eleonor, y luego con Ana, en grupo o a solas, no sé, las vi raras…...- sacudí la cabeza.

-YO: ¿Raras? ¿Que quieres decir?

-MADRE: no lo sé, quizá no sea nada, es solo que me dio una sensación rara………… no me fío de ellas.

-YO: pero si es Ana, mi novia, y Eleonor tu amiga, no pueden ser más dulces y cariñosas.

-MADRE: lo sé, y por eso te lo digo ahora, están distintas, algo las pasa,   comentarios o ciertas miradas, he visto algo en sus ojos que no me gusta,  traman  alguna cosa - reí sonoramente.

-YO: no vas a lograr alejarlas de mí, mamá, no con esta tontería……….- me cogió de la mano y me miró fijamente.

-MADRE: no es eso cariño, no habla una madre frustrada por que su hijo no la hace caso, te habla una madre preocupada por su hijo, esas traman algo, y tú eres demasiado bueno como para verlo.

La negué mil veces, y ella se mostraba igual de preocupada, le resté al asunto al de irme. Me besó en la mejilla abrazándome con cariño, antes de despedirse, recordando sus palabras.

El viaje de vuelta lo pasé con el debate mental, mi madre se equivocaba, Ana era dulce y cariñosa, me amaba, y yo a ella, podía tener una picardía inculcada por mí, pero poco más, y Eleonor era aún más mansa, un corderillo fácil de manipular. Ninguna tenía motivos para ocultarme nada, casi me reía solo, al negarme esa idea tan estúpida, pero algo en mi interior se revolvía.

A lo largo de toda mi infancia, mi madre nos ha advertido a todos, mi padre,  mi hermana y a mí, sobre cosas o personas, y nunca, nunca jamás había fallado en calar a las personas. Su detector de mentiras, o  su radar protector, me habían  demostrado, palpablemente, que si mi madre decía “Peligro”, tenías que estar atento.

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