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MI DON (33)

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Raúl – Caída libre.

Estado de shock, es lo más parecido al estado en que me encontré los días siguientes al momento en que se descubrió todo, y como no, fue el día siguiente a mi cumpleaños, y le estaba cogiendo asco a esa fecha.

Se descubrió, si, que Eleonor me iba a chantajear, para que dejara a Ana, con el ático, que Ana se había “prostituido” por grandes cantidades de dinero ofrecido por Eleonor, solo para demostrarme que Ana no me amaba, y que Lili no era la hermana de Eleonor, si no una amiga de su hermana fallecida, caída en desgracia por las drogas. Todo eso se descubrió, aunque en realidad  yo ya lo sabía,  desde casi el principio, desde que mi madre me advirtió, y por puro instinto la creí, aún sin aceptar lo que me decía,  poniendo algunas cámaras y micros. Lo vi todo, enterarme de que Eleonor le compró a Ana el derecho a follar conmigo desde el primer día,  de su treta con Lili para generarme una dependencia a mí, que me obligara a ocuparme de ellas, de tomar a su abogada para poder estar bien informado de todos sus pasos. Cada día, viviendo bajo el mismo techo de 3 mentirosas, manipuladoras y egoístas mujeres, sabiendo lo que hacían y fingiendo no conocer sus artimañas. Las “Hermanas” colombianas me importaban una mierda, la verdad, salvo sexo no me aportaban nada, pero Ana…

Ana era otro tema, realmente la amaba, y solo por ella me mantuve en silencio, tenía las sartenes por el mango, habían estando jugando una partida de póker entre ellas sin darse cuenta de que yo tenía la mejor mano, y aún así, aguardé, paciente, manteniendo una fachada tan falsa e hipócrita como las suyas. ¿Por qué? En el fondo de mi corazón esperaba un final diferente, que Ana se derrumbara, que me lo contara, que fuera sincera y me pidiera perdón, pero cada día que pasaba la mentira se hacía fuerte, y a mí me dolía, hasta el punto en el que, cuando nos fuimos al piso de NY, planeé revelarlo todo, contárselo a Ana y ver la reacción, tenía tanto miedo a perderla que estaba dispuesto a descubrir su mentira solo para que supiera que la perdonaría, que me daban igual sus infidelidades, que la quería hasta el punto de ser el calzonazos que la seguiría hasta el fin del mundo.

Pero la rabia y el orgullo me habían puesto un limite, el sonido de mi corazón al quebrarse viendo a Ana en la primera sesión de sexo con uno de los hombres maduros que Eleonor se traía a casa, y escuchar que no era la 1º vez que lo hacia, forzó una marca en mi mente por la que Ana debía pasar, tenía que ser sincera y contármelo por propia voluntad, solo así podría volver a amarla sin reservas, confiar en ella…pero no lo hizo, pese a mis intentos, unos  tenues y otros obvios. Cuando regresó de Granada, y tardé unos segundos en salir del coche en el aparcamiento, lloraba, al igual que cuando se lo pedí en la piscina horas antes de la llegada de la abogada, y me quedé fuera, llorando, al ver su tozudez. Guardaba silencio cada día, Ana mantenía su mentira,  y con el paso del tiempo se me hizo fácil no quererla, como el final de una pila en una linterna encendida, mi amor parpadeaba hasta que se apagó definitivamente cuando,  con todo perdido, sabiendo que Eleonor me iba a enseñar su traición en unos instantes, se negó a decírmelo a la cara, Ana prefería vivir en su mentira unos segundos más, que ser feliz conmigo para siempre con la verdad, y si esa era su decisión, yo no podría hacer nada, nada salvo intentar dejar de amarla.

No recuerdo bien del todo esos días, sé que ese mismo día  pasé noche la discutiendo, o más bien, siendo increpado por Ana, que en vez de  mostrarse avergonzada como al principio, era un volcán de rabia e ira. Ana trataba de darle la vuelta a la situación de mil maneras, buscando algún argumento lógico, o no, por el que yo estaba equivocado. Al principio buscaba mi perdón, al final, cuando mi pasotismo la enfadó,  me echaba la culpa de todo a mí, que la obligaba a ser mi novia y aceptar que follara con otras, y que ella no lo había soportado, visto ahora, quizá tuviera razón, no lo sé, Lara, Alicia, Eleonor, Lili, todas las mujeres que iban detrás de mí… y ella lo tenía que sobrellevar, pero cuando un hombre se fijó en ella, el profesor de la universidad, monté en cólera. Si, es posible que hubiera sido injusto con Ana, y que no fueran las bases de una relación normal y saludable, aquí recuerdo que cuando tuvimos nuestro primer romance en Navidades ideé una escena con un amigo para quedar como un héroe, si nuestro amor empezó con una mentira, tiene sentido que terminara la relación por estar llena de ellas.

Pero tenía 19 años, y Ana era el amor de mi vida, un millar de sensaciones me nublaban, incluso  Ana manipulaba para poner a las mujeres a mis pies ¿Cómo se atrevía a echármelo en cara? No era del todo consciente de sus sentimientos, y puede que por el hecho de que me los ocultara, hubiéramos acabado así. De todas formas, cuando  veía llorando a Ana, y gritándome por la habitación, solo pensaba que era un berrinche, palabras vomitadas por la ira y la impotencia. Llegó a amenazarme, con no alejarse, con seguir cerca de mí y hacerme la vida imposible, manipularía, mentiría, no me dejaría vivir en paz, “Si no eres mío no serás de nadie”, aseveró con frialdad, usaría a mi familia y a la suya, le daba igual todo, gritaba que me amaba tanto que no me dejaría nunca.

No sé si me quería, o era solo por arrebatarle algo que creía suyo, pero tuve que ponerme duro. Sin alzar la voz ni ponerla una mano encima, mi tono se puso rudo y firme, la hice ver que no podía hacer otra cosa que hacerme caso,  debía alejarse de mí, tenía videos de ella aceptando dinero por follar, que aparte de ser un delito, nada me impedía, si me provocaba, subir los videos a Internet, y enseñárselo a todos sus amigos, amigas, la universidad, su familia… ¿Que opinarían sus parientes gitanos de aquello? Eso la derrumbó, Ana soltó toda su rabia en un sollozo sin fin, comprendió que si  quería, si  me daba motivos,  la destrozaría la vida, era una brillante estudiante, muy inteligente y con una gran carrera en lo que le diera la gana, pero un escándalo como ese la hundiría. Mi interpretación fue colosal, y se creyó que sería capaz de hacerle eso, y hasta puede que si Zeus aparecía, lo hiciera, pero no Raúl, yo no le haría eso, solo la dejaría pensar que si. Desde ese momento Ana cambió su amor por odio, poco a poco, hasta que la apatía la envolvió.

Hay un dicho que circula a raíz de una serie, en el cual se dice, “Las mujeres nunca se equivocan, incluso cuando se equivocan, llega un momento de la discusión en la que, sorprendentemente,  vuelven a tener razón.”, más o menos es lo que pasó esos días.

Si Ana era un volcán, Eleonor no os podéis hacer una idea, era un agujero negro que absorbía todo a su alrededor, su mirada oscura parecía arrebatar la energía del universo, mientras Lili era como una planta, siempre en segundo plano, sin abrir la boca. Al tercer día me largué de esa casa, me estaba consumiendo y hasta me veía yo como el culpable de todo, que quizá lo era, pero sentía que estaban logrando minarme la moral, y mi férreo carácter no lo permitió.

-YO: cuanto tiempo necesitáis para sacar vuestras cosas de MI casa – la dije a Eleonor, un día sin más.

-ELEONOR: ¿Ya tiene prisa por echáramos a la calle?

-YO: si, pobrecilla,  lo mismo os veo durmiendo en un cajero con unos cartones…- tenia al menos otras 2 casas en Madrid,  7 por el mundo, y una cantidad de dinero, por las empresas de su ex, que calculé ente 500 y 700 millones de  €, sin contar propiedades. Su ex marido fue muy hábil con los negocios, y yo la di todo eso, ahora me arrepentía.

-ELEONOR: ¿No sé como puede hacernos esto? Yo creía que nos quería……

-YO: yo solo quiero a Ana…- me mordí el labio al recordar - …solo la quería a ella, siempre te lo dije, a ti solo te tenía aprecio…además, follas bien - mi tono era de sarcasmo hiriente.

-ELEONOR: desgraciado - soltó una bofetada que me alcanzó de lleno en la cara.

-YO: si has terminado, quiero saber cuando os vais, me voy a ir unos días, y no os quiero  en MI casa al regresar - las palabras “mi casa” le sacaban humo por las orejas.

-ELEONOR: en una semana se llevarán todo, y no tendré que volver a verte nunca, de tu “niña” no sé nada, no me habla.

-YO: bien, pues ojalá no volvamos a vernos, por tu bien, ya hablaré yo con Ana… y recuerda nuestro trato  - me miró con desesperación.

-ELEONOR: no te entiendo, te ofrecí el mundo…..- solo obtuvo una sonrisa, y silencio.

Estoy seguro de que cometí un error monumental, sin Ana de por medio, solo tenía que irme con Eleonor, y vivir quemando su dinero el resto de mi vida, y aún me sobraría para 3 vidas más, el sueño de todos en realidad, vivir como un rey sin dar palo al agua. O ni siquiera eso, si detestaba a Eleonor, no tenía que ir con ella, podría chantajearla de por vida, pero no me habían educado así, para lo bueno y para lo malo, tenía un estilo de vida, un carácter, un honor y un orgullo inamovibles. ”Estúpidos ideales”, pensaba a menudo, mi padre tenía la culpa de eso,  él y su educación clásica y férrea sobre la integridad y ser un buen hombre. Ahora no solo rechazaba una vida de lujo, si no que perdía a Ana por exactamente lo mismo, ¿Los millones o el amor verdadero?, Me las había apañado para que ahora  perdiera a ambos por mi estúpido orgullo, y aún sabiendo que me arrepentiría, lo hice, “¿Y esto se supone que es ganar?”

Por lo que sé,  Eleonor y Lili se fueron un día sin despedirse. Yo me fui al piso de la abogada, Isabel,  unas semanas, me alojó encantada de tenerme entre sus piernas cada noche, pero tampoco recuerdo mucho de aquello, era una marioneta entre sus manos.

Regresé al conocer la partida de Eleonor, y al entrar vi las maletas y las cosas de Ana en la puerta del piso, siendo recogidas por uno de sus tíos de Granada, reconocí el coche abajo, aquel que con tanta ansia había estado esperando en la mudanza en mitad de la calle, hace ya tanto…Ahora, solo era la confirmación de nuestra ruptura, al verme su tío soltó las maletas y fue directo a por mí, me agarró de la pechera y me estampó contra uno de los armarios, si hubiera querido, creo que podría haberlo reducido, le sacaba media cabeza y al menos 15 kilos, pero solo me mantuve quieto. Ana apareció corriendo por las escaleras.

-ANA: ¡No, por favor tío, déjale!

-TIO: ¡Este mierda te ha hecho daño, si estuviéramos en Granada la ley gitana de tu padre me daría derecho a hundir mi navaja en su vientre! - su acento cerrado era evidente, tenía parte gitana, y la verdad,  sus ojos me asustaron, parecía dispuesto a hacerlo.

-ANA: ¡Pero no estamos allí! Por favor, suéltalo………...- no sé muy bien si Ana quería protegerme a mí de él, o a él de mí,  si su tío seguía azuzándome contra el armario, no me quedaría quieto mientras me apuñalan, pero logró que me soltara,  cogiera las maletas y saliera del piso amenazándome. Por lo visto,  si paso por Granada me puedo dar por muerto.

-YO: siento la molestia, creí que ya no habría nadie.

-ANA: por poco, me voy ya, mi abuela me ha dicho que puedo volver a casa, he logrado plaza en la universidad de Granada, por lo visto no hay tantas peticiones como aquí – y sonrió de la forma más triste que la vi nunca.

-YO: me alegro por ti, espero que se te de bien el cambio.

-ANA: yo también,  no puedo permanecer en Madrid, no con mi familia sabiendo lo nuestro, y ahora esto, es lo mejor para todos, ya me despedí de todos, Lara se queda en el piso de estudiantes.

-YO: ¿Que es lo que tu familia sabe exactamente?

-ANA: que rompemos, sin más, por que no me he aclimatado bien aquí, y pese a que he tratado de no echarte la culpa de nada por nuestra ruptura, ya ves que no se lo han tomado muy bien, no saben nada más, y creo que no quieren saberlo.

-YO: y así será…  – sin decir nada, mi amenaza quedó clara, “así será…..si cumples tu parte”, se separó acariciando la gargantilla que le regalé, aquella que juró ser muestra de nuestro amor, y trató de quitársela, la detuve.

-ANA: es tuyo.

-YO: es la muestra de nuestro amor, y quiero pensar que fue real, te pertenece.

-ANA: si, fue real…es real, lo guardaré con cariño.

-YO: entonces esto es el adiós  - la abracé con puro sentimiento, sintiendo su cuerpo, sus senos y su olor a coco por última vez, ella me correspondió, soltando lágrimas de pesar, que yo luchaba por retener.

-ANA: no tendría por que serlo…- susurró en un último intento, me tembló el cuerpo entero, deseando no soltarla jamás.

-YO: lo es, mi pequeña, lo es - nos dimos un último beso, su boca y la mía se juntaron con una ternura horrible, antaño esos carnosos y tentadores labios era un regalo, ahora me sabían a dolor y despedida.

-ANA: adiós amor - sollozó antes de agacharse a coger su bolso, una mochila, y se alejó por la puerta.

-YO: adiós peque…..- mascullé entre dientes al ver su figura, borrosa por mis lágrimas, desvanecerse por el pasillo.

Fue la última vez que la vi en persona, mantuvimos el contacto, al principio frío y por terceras  personas, nuestras familias  ya no eran tan cercanas,  dejaron de venir en Navidades, y salvo momentos importantes, nada nos unía. Luego algo más directo con las redes sociales.

Ana siguió sus estudios, se sacó un doctorado en ciencias médicas,   con algunas parejas sentimentales eventuales,  al par de años se fue de Erasmus por Europa. Volvió con un novio Danés, alto rubio y guapo, por lo que se presumía, aquel chico iba para genio de la medicina, pero  dejó sus estudios, su país y su familia para venirse a España con Ana, y por lo que sé, aún siguen juntos. Desde luego, si fuera Danés, o de otro planeta, y me encontrara a una mujer como Ana, y lo bien que follaba, también hubiera abandonado todo para ir tras ella, ¿Por qué,  si pensaba así, la dejé irse? No tengo una respuesta clara.

Obligué  a Eleonor a borrar todo lo que tenía en contra de Ana, como parte del pacto, y yo hice lo mismo,  aunque obviamente Ana no lo supo,  no le dije a nadie nada, ni a mi familia, que me arroparon lo que pudieron.

Huía de mi madre, que durante un tiempo me culpó, o más bien se vanaglorió, como solo una madre sabe hacerlo, después de que el tiempo la de la razón, “Ya te lo dije, esto no era buena idea”. Después de la fase en que se echaba flores a si misma, llegó el interrogatorio, me conocía lo suficiente como para saber que si  me fui a vivir con Ana, por encima hasta de ella, fue por un fuerte amor, y que si cortaba con Ana, era por algo igual de importante. Como es lógico, no se tragó  lo de la aclimatación de Ana, aunque de  cara a los demás lo aceptaba, sobretodo de cara a la familia de Ana, pero mi madre sabía que algo había de fondo. No me molesté en tratar de mentirla cuando me preguntaba, era inútil, así que solo la dije la verdad. “La quería, la quiero y la querré siempre, pero me he sentido traicionado, hasta el punto en que no puedo perdonarla.”, una verdad a medias era mejor que una mentira elaborada, como os dije, mi padre me enseñó eso de mi madre hacía mucho, y si ella me conocía, yo igual a ella. Llegado a ese punto de mi vida, mi madre ya sabía que no sacaría más de mi, sabía que había pasado algo gordo, y sus teorías fueron evolucionando hasta que al final se convenció ella sola de que yo  había empujado a Ana a engañarme, por duro que parezca oírselo decir a tu madre, para ella tenía sentido. Ana, de cara a todos, era un sol de mujer,  dulzura y cariño, mientras que a mí ya me había visto con muchas chicas, y tenía cierta fama ganada a pulso, era fácil pensar que yo era un mujeriego y  las mujeres siempre tienden a primero  pensar mal del hombre que de la mujer, así que yo,  de algún modo,  lo había provocado todo. La dejé pensar eso, incluso siendo recriminado con su mirada y sus palabras, a mis ojos era mejor que pensara eso, a saber la horrible verdad.

Pasé una semana solo en la casa, no me importa reconocerlo, llorando de rabia, de dolor y de amor. Me descubría sentado en el sofá con el móvil en la mano, y el número de Ana marcado. Pasaba tiempo ausente, tan pronto era de mañana, como al alzar la vista era noche cerrada, dejé de hacer ejercicio y de salir de casa. La compra seguía puntual llegando cada 2 días, según nuestro acuerdo ella seguiría pagando. Luz, la criada de Eleonor, fue sustituida por otra, Luz se fue con su señora y a mi me puso a una rumana,  rubia de ojos claros, de unos 30 años, no sabía hablar mucho el español y su nombre me sonaba impronunciable,  así que al final acordamos que se llamaba “Dani”,  una abreviatura de su nombre. No me molesté más en ella, ni en nadie,  yo era un fantasma que vagaba por la casa, negando lo ocurrido.

Aquello no podía ser real, no podía estar pasando,  incluso falté un par de días al trabajo, aludiendo un resfriado, pero en realidad estaba descompuesto por dentro, sentía un dolor agudo en la boca del estómago que subía hasta el pecho. Apenas comía nada, y las pocas veces era cuando pasaba por casa de mi madre, obligado por ella. Descuidé mi imagen, la barba era poblada y el pelo de mi pecho creció un poco.

Al enterarse de la ruptura, sin  detalles, Teo, Manu, Alicia o Lara acudieron a distraerme. Lara fue con intenciones claras de aprovechar la salida de Ana para ocupar su lugar en mi lecho, aún sentía algo por mí, pero al ver mi estado se le pasaron de golpe. Alicia me dijo que habló con Ana,  pero que pese a ser amigas, estaba para lo que yo necesitara.

Mi madre, preocupada,  llamó  a Irene, mi 1º novia, por alguna razón seguían manteniendo una buena relación entre ellas, al margen de mí. Fue agradable volver a verla, y fue de las pocas que entendió por lo que estaba pasando, incluso Teo o Alicia, que habían cortado una larga relación hacia poco, no terminaban de comprenderme, aquello había sido amistoso y de mutuo acuerdo, lo mío fue un corte de raíz obligado por mi parte. Hasta Eli me llamó consternada, ni sabía como se enteró, pero nada me consolaba, o me hacia reaccionar, pasaba los días recordando a Ana, si, el sexo había sido genial, la 1º vez en Navidades, desvirgarla,  la larga espera a su regreso, volver a tomarla, el fin de semana en el hotel de la sierra, el vestido negro, los corpiños elásticos, follárme su culo, ver como cada día mejoraba en el sexo, la inclusión de Lara, Eleonor, los aceites, sus labios, su larga melena y el olor a coco, si,  todo aquello me pasaba por la cabeza. Pero eran aquellos momentos dulces los que me hacían temblar de emoción, las primeras veces que dormimos juntos haciéndome el dormido mientras ella, inocente, se metía mi polla entre los muslos para buscar mi calor, los paseos por el parque, sus abrazos largos al encontrarnos después de mucho tiempo, su forma de agarrarse a mi brazo cuando tenía frío, como me comprendía casi sin mirarla, como llegó a conocerme mejor que yo mismo, y yo a ella. Todo para nada, ahora apenas eran recuerdos a los que me aferraba. Todo eso me enfadaba, tenía ataques de ira, destrocé un sofá a puñetazos y patadas, hasta que me hice daño en una pierna.

Pasados unos días volvía a negar la situación, pero ahora realmente calculaba y pensaba, si llamaba a Ana podría volver con ella, estaba seguro, si le ofrecía volver  y seguir dónde lo dejamos, o puede que si Eleonor aún estuviera enamorada de mí, le pudiera negociar unas condiciones para volver a sus brazos, pero todo eran elucubraciones en mi mente, nada reales o plausibles, lo había tirado todo por la borda. Cuando comprendí el fracaso de mis acciones, que bien o mal intencionadas, me habían llevado a ese punto, simplemente me desvanecí, como un azucarillo en el café, caí en una depresión tan estúpida como real, nunca entendí a los que se deprimían, mi carácter, pese a malos tiempos, siempre era en contra de esa afección tan inútil, pero allí estaba, sentado delante de una TV apagada, viendo mi reflejo, el  de una persona deprimida y sola, era yo, comprendiendo que había perdido al amor de mi vida por mi vanidad.

Mi padre insistió en que acudiera a un psicólogo, pero no me hacia falta, sabía perfectamente que me pasaba, había leído suficiente como para saber que estaba pasando por las fases de   una situación sin control, negación – ira – negociación - depresión, solo me quedaba el último paso, la aceptación,  y no necesitaba a un charlatán que me cobrara 200€  la hora para saberlo.

Un mes largo desde que Ana se marchó, me di una ducha fría que reactivó mi cuerpo, me planté delante del espejo con la maquinilla de afeitar y me di un buen repaso a la barba, era larga y espesa, con restos de comida y sarpullidos que siempre me salen cuando me la dejo larga, herencia de mi querido padre, el after safe me hizo soltar un grito de  escozor, y me dejé el pelo del pecho, me gustó como quedaba,  sin ser tupido me parecía atractivo. Me puse algo de ropa de deporte que me quedaba  justa, había ganado  volumen por la vida sedentaria  que llevaba, y salí a correr. Odio correr, incluso cuando lo hacía a diario llevado por la dopamina del cerebro, el simple hecho de dar vueltas corriendo sin un objetivo, más allá que el de correr, siempre me pareció estúpido, pero era mejor que quedarme en casa lamentándome de mi mierda de vida. Lo hice sin cronometro, sin aparato de música, ni pulsómetro, ni mirando una ruta en el PC, no me marqué metas,  ni puse un tope estudiado, simplemente,  corrí.

Primero mi calle, la manzana, acudí a un parque cercano, lo atravesé, llegué al Manzanares, lo crucé, seguí corriendo hasta llegar a la casa de campo, no sé como, debería de estar echando los pulmones por la boca de la inactividad,  pero me sentía muy pesado, y solo seguir corriendo parecía hacerme ligero. Cada vez que mi cuerpo se resentía, me forzaba un poco, sentía que si paraba me volvería a encerrar, la oscuridad me seguía y si paraba me alcanzaría, tenía que soltarlo todo y seguir corriendo.

Lo hice  14 kilómetros más, hasta llegar a las afueras de Madrid, temía acabar como el pobre Forrest Gump y dar vueltas por España, con una legión de seguidores subnormales, sin nada mejor que hacer. Pero no, llegando a la zona militar de la carretera de Extremadura, mi cuerpo dijo basta, caí sobre una barandilla en un paso elevado de peatones y vomité varias veces,  me ardía el pecho y mi estómago parecía lleno de lava, me senté en el suelo tratando de no perder la consciencia, y volví a vomitar, todo eran restos de pizza, hamburguesas y comida basura, todo de un color anaranjado de los ganchitos de queso en que se había basado mi dieta esos días.

Me quedé así, tirado en el suelo al lado de un charco asqueroso de los restos de mi estómago, mirándolo atónito como si eso no fuera mío. Alcé la vista al ver como un coche  militar se paraba a mi lado, y salían un par de hombres uniformados, al verme me atendieron amablemente, no lograba soltar palabra alguna, así que me metieron en el coche y me llevaron al interior de la casa del aire, ubicada por esa zona.

Me llevarían a la enfermería y me dejarían allí, lo imagino por que no lo recuerdo,  me dormí, creo que me dieron algo, pasaron un par de horas hasta que me desperté en una camilla de la enfermería, estaba totalmente solo, oía  de fondo algo de ruido  y palabras entre susurros, al moverme tiré de un cable y una maquina empezó a pitar, el sonido era irritante, pero enseguida acudió una enfermera a apagarlo, y ponerme la mano en el  pecho.

-ENFERMERA: tranquilícese, no se mueva, aún esá muy débil.

-YO: ¿Dónde estoy?

-ENFERMERA: está en la enfermería de la base de entrenamientos del ejército del aire, dígame, ¿Cómo se llama?

YO: Raúl.

-ENFERMERA: y dígame a que día estamos - dudé, realmente no lo sabia, llevaba semanas sin mirar el calendario,  sin darme tiempo a responder me abrió los párpados y me enfocó con una luz.

-YO: mediados de septiembre,  no lo sé exactamente, ¿Que me ha pasado?

-ENFERMERA: los del puesto de guardia de la entrada te vieron en el suelo, vomitando y desorientado, te han traído aquí, has sufrido una deshidratación grave, te hemos puesto un suero y algo para estabilizarte, tenias el corazón a punto de reventar - me recosté, ahora más tranquilo.

-YO: dios, lo siento, estaba……- tenía la boca seca y no me salían las palabras.

-ENFERMERA: ¿Corriendo?

-YO: huyendo.

-ENFERMERA: ¿De que? Si puede saberse

-YO: de mis propias decisiones… – soltó una carcajada.

-ENFERMERA: eres demasiado joven como para tener decisiones de las que huir así - por fin pude enfocar los ojos, vi a una enfermera rechoncha, morena y con un par de tetas que resaltaban debajo de la bata, y la cara redonda,   ocultaba su mirada en unas gafas de contacto, no debería de pasar de los 28 años.

-YO: pues así es, ¿Tienes algo de agua? Estoy seco - cogió un vaso y una jarra de una mesa al lado de la camilla, bebí tanto que hasta ella me quitó el vaso de la mano.

-ENFERMENRA: tranquilo, no te pases,  no es bueno para tu estómago, ¿Cómo te encuentras? - puso el dorso de una mano en mi frente, y luego me cogió de la muñeca mirando su reloj de pulsera.

-YO: bien, algo mareado y el estómago me ruge de hambre, pero mucho mejor, gracias.

-ENFERMERA: bien, eso es buena señal Raúl… - sonrió mirándome a los ojos, eran de un avellana muy tenue -... y si no es indiscreción, ¿Que hace que un joven como tú salga corriendo para terminar aquí, hasta el punto de desvanecerte?

-YO: lo único que hace correr a un hombre, mal de amores…- volvió a soltar una carcajada.

-ENFERMERA: no creo que ese problema te dure mucho - me acarició la pierna por encima de las sábanas, antes de retirarse diciéndome que me quedara tumbado una hora más,  quitándome un frasco de suero vacío.

Fue entonces cuando me di cuenta, levanté las sábanas y estaba  con un bata de la enfermería, SOLO con la bata. Sonreí al darme cuenta de que aquellas palabras de fondo, y la carcajada de la enfermera, tenían un nexo, ya me había visto desnudo y mi polla era demasiado reclamo. Aquella enfermera se había mostrado demasiado gentil para ser un desconocido que ha ido a molestar a su trabajo.

Sonreí levemente, de nuevo me encontraba en la camilla de un hospital, y de nuevo una enfermera me había visto la polla y se mordía el labio cada vez que pasaba por mi lado para preguntarme como estaba. Los giros que da la vida me habían devuelto a una situación familiar, desde la que poder renacer cual ave fénix, de golpe lo vi todo claro, ¿Como podía haber sido tan necio?, No iba a dejar que mi vida se fuera al garete solo por que Ana me hubiera traicionado, fue ella la que decidió, me conocía lo suficiente como para saber que esto pasaría. Así que en el fondo Ana no me quería,  o no lo suficiente, no merecía más tiempo de luto.

-ENFERMERA: bueno, ¿Cómo vas Raúl? - su contoneo era inusual, poco profesional.

-YO: mucho mejor, gracias a ti, preciosa, perdona mi falta de modales, no sé como te llamas…- sonrió de forma agradable.

-ENFERMENRA: soy Alba, encantada - extendió su mano, la cual apreté con dulzura, pero sin soltarla, dándome un enjuague a menta para el mal sabor de boca.

-YO: eres mi salvadora,  Alba, muchas gracias - se sonrojó mientras  hacía gárgaras con la garganta.

-ALBA: no es nada, pero has de tener cuidado, no puedes salir a correr así, sin agua  y ese moretón en la pierna - lo tenía desde que partí una tabla del sofá a patadas, irrelevante ahora, ya que Alba  tampoco hacía ademan de apartar la mano.

-YO: si tengo que hacerlo cada día para que me traigan a tus manos, lo haré encantado….- su risa sonó sencilla y alegre, sentía el frescor a menta en mi boca al echarlo de nuevo en el vaso y secarme con una servilleta.

-ALBA: no seas bobo, te ha podio pasar algo.

-YO: pero no me ha pasado nada, además, así te he conocido, y te he dado algo de trabajo, ¿Esto está siempre tan animando? - miré alrededor, había otras 7 camas,  todas vacías, y salvo alguna sombra tras las puertas del fondo, no había rastro de nadie más.

-ALBA: pues la verdad es que si, gracias a dios, solo trato resacas y peleas de bar, y eso los fines de semana, entre semana  está así, estamos solos…- esa afirmación, sin ser pedida, era clara, quería que lo supiera, y que me hubiera dado un enjuague era más claro aún, no quería besar  con sabor a acetona en su acompañante.

-YO: pues una pena cómo se malgasta tu talento, eres una gran medico, yo ya estoy como un toro, mira - salté de la camilla y me puse en pie con la bata cubriéndome desde el pecho hasta las rodillas, y mi polla haciéndose notar entre los dobleces.

-ALBA:  anda, ten cuidado no te hagas daño – se empezó a reír nerviosa.

-YO: me siento vivo, podría irme a correr hasta casa, ¿Dónde esta mi ropa? …- sin ningún rubor, bajé los brazos y dejé caer la bata al suelo, quedando desnudo ante ella, intentó taparse con una carpeta que tenía en la mano -… no seas boba, alguien me ha tenido que quitar la ropa, ya me has visto desnudo, y eres mi médico.

-ALBA: bueno…ya…pero esto es otra cosa, tápate por dios que te vas a coger un resfriado… y de correr nada, hasta que esté segura…- me acerqué a ella y la abracé con fuerza de la cintura, la pegué a mi cuerpo de forma que apartó la carpeta, sus senos se elevaron por mi pecho y su mirada se alzó para admirar mi cara - …¿Que…que haces?

-YO: ¿A ti que te parece?, Si no me dejas salir a correr, en vez de un resfriado, te voy a coger a ti - bajé mis labios para besarla, no apartó la cara ni por un segundo y al sentir mi boca abrió la suya con gusto, sentir su lengua en la mía me hizo vibrar, soltó la carpeta que cayó al suelo, junto a sus gafas, y me acarició el pecho y los brazos.

-ALBA: esto no está bien, no debería….- se calló al ver como mis manos desabrochaban su bata blanca y masajeaban sus senos por encima de una blusa gris, eran realmente grandes, al alzarlos y apretarlos,  sus labios se mordieron con fuerza.

-YO: te voy a hacer mía,  aquí y ahora - la besé con furia, a lo que respondió con pasión, cerrando los ojos  y acompasando su cuello con cada embestida en sus labios.

Fui bajando hasta meter mis manos por debajo de la blusa, se abrieron paso hasta su sujetador y acariciaron con suavidad, oyendo sus jadeos. Mi polla estaba como una piedra, casi  un  mes sin follar, y  en secreto temía por lo que iba a ocurrir. M i falo me palpitaba en su falda, era larga hasta por debajo de la rodilla, al acariciar su vientre sentía la presión de la tela en su ombligo, sin duda la prenda era una o dos tallas más pequeñas que las que tenía que usar, le sobraban algunos quilos pero no era relevante para mí, era mi pistoletazo de salida.

Se arrodilló besándome el cuello, el pecho y acariciando mi vientre marcado de músculos que vieron mejores tiempos, se quitó la bata blanca de médica y agarró mi polla entre las manos, no se sorprendió, sin duda ya la había sentido entre las manos, pero ahora estaba tiesa apuntándola. Casi nerviosa le dio un primer lametón al glande, tiró de la piel de mi miembro hacia atrás para descubrirlo entero, y ahora si, chupar la punta. Con más maestría de la que esperaba, fue engullendo mi rabo con ritmo, sus manos permanecían quietas, soportando el peso, dando pequeños lengüetazos al tronco y jugando con mi glande golpeándose la mejilla, sonaba contundente, como un martillo contra un yunque, y luego volvía a chupar.

-YO: que bien la chupas Alba.

-ALBA: lo mismo dice mi marido - siguió chupando como si nada.

-YO: ¿Estás casada?

-ALBA: claro, mi marido es militar de esta base…- lamió mi glande mirándome a la cara -... ¿Quieres que pare? – y  continuó chupándomela. La noticia me pilló en frío, si se enteraba su marido me podían pegar un tiro allí mismo, y mi conciencia no estaba tranquila, pero ya estaba harto de ser un niño bueno, eso me había costado  demasiado, y la verdad, me la estaban comiendo de cine.

-YO: continua - sonrió golosa, se hartó de comer polla cuanto quiso, pero sin masturbación, ni siquiera un mes después de follarme a la abogada por última vez,  me sacó un gemido.

La puse en pie, y la volví a besar, la cogí de la blusa y se la saqué por la cabeza, atacando sus senos con la boca, eran enormes, incluso sujetados por la copa de su ropa intima, rebosaban. Se los  saqué  sin desabrocharle el sujetador  quedándole por  debajo de ellos, y chupé sus enormes pezones rosados con lujuria, mientras mis manos levantaban su falda hasta alcanzar sus bragas, tiré de ellas hasta dejárselas por los tobillos, la agarré del culo y la levanté para sentarla en la camilla, me eché sobre ella trabajándole la tetas mientras ella me aferraba la cabeza contra sus senos, una mano fue a su coño peludo, caliente y choreando, metí mis dedos en su vagina sin piedad, al sentirlo se estremeció, tiró de mi pelo, pero sonreía viciosa. La masturbé frotando su clítoris, haciendo que su cadera siguiera el ritmo de mi mano, gemía levemente mientras seguía comiendo de sus tetas, no daba  para tanta carne. Cuando 3 dedos la follaban, sentí que ya no aguantaba más, jugué con mi glande en su coño, notando como ella temblaba ante la idea de que mi verga enorme, apuntando a su cueva, la ensartara.

Sentir la punta abriéndose paso, la forzó a taparse la boca, y menos mal que lo hizo, noté como la iba abriendo las paredes vaginales y ella gritaba ahogada entre los dedos, casi sin poder contenerse, con su mano apoyada en mi espalda clavó las uñas con fuerza, mordí ese brazo por que me hacía daño, y de inmediato llevó la mano a mi pecho para pararme, y luego se tapó la boca con ambas manos. Se retorcía  mirándome a los ojos con impresión.

Yo reía al ver que solo le había metido media polla, pero me fue suficiente, agarrando de su cintura comencé a follarla de forma lenta y suave, sintiendo su calor y la presión en mi miembro cada vez se hacía menor, y el ritmo aumentaba. Los gritos ahogados pasaron a ser besos lascivos y palabras calientes, gemía de placer al sentirme dentro y cada vez entraba más, sus anchas caderas fueron abriéndose hasta tenerme casi entero dentro de ella por completo, a un ritmo frenético que la tenía en silencio, conteniendo la respiración sujetándose con ambas manos a mi cuello mientras la follaba de forma calmada. A mi Ana, o Eleonor, ese ritmo  les parecería un insulto, pero a esa mujer le estaba derritiendo, se puso roja como un tomate y aguantó el aire en sus pulmones hasta que lo soltó con un bufido enorme, se corrió como creo que nunca había sentido, su rostro se dibujaba confuso y tenso, pero se arqueó de espaldas, dejando que la oleada de sensaciones la llenara. Descansé un poco, y ella lo agradeció.

-ALBA: ¡¡¡Madre mía!!! ¡¡¡Que bien follas!!! El imbécil de mi marido nunca me ha hecho correrme follándome - jadeaba como hablándose a si misma, acelerada sobre la camilla.

-YO: no te asustes, aún tengo más para ti, tengo la  vasectomía hecha, así que cuando te llene el coño de mi semen,  disfrútalo con gusto……….- me besó casi sin haber prestado atención, con lengua y de forma voraz.

La saqué de ella, la di la vuelta y la dejé echada sobre la camilla con el culo ofrecido, levanté la falda de nuevo y la penetré el coño  desde atrás. Soltó un alarido leve, cogió la almohada y se tapó la  cara con ella, la agarré de la cintura y la follé a  buena velocidad, sacándola varios orgasmos, se retorcía como una anguila al sentir su interior chorreando de sus emanaciones, mientras yo seguía bombeando hasta que 20 minutos después me corrí con una cantidad enorme de semen.  El frenesí final la sacó 2 orgasmos seguidos  que  la hicieron gritar dándola igual quien oyera,  sentía los latigazos de mi rabo llenándola, la saqué de ella y seguí corriéndome en su culo y su espalda, ella cayó a mis pies y logró chupar y  meterse en la boca las últimas gotas de mi semen, lamiendo mi ya flácida polla, hasta dejarla seca, estaba como hipnotizada, con los ojos cerrados y acariciando la parte interna de mis piernas.

-YO: ¿Que haría tu marido si te viera así?

-ALBA: nos mataría… seguro… pero me da igual.

-YO: ¿A que hora sales?

-ALBA: puedo irme cuando quiera, solo estaba aquí por ti, duermo en los barracones pero mi marido está fuera desde hace  meses y  vendrá en  un mes - ahora comprendía su necesidad, y lo sola que se debía de sentir.

-YO: ¿Que te apetece si te invito a cenar? Tengo hambre, así me llevas a casa y allí terminamos esto - estaba famélico realmente, y Alba asintió encantada.

 

Alba – El ave fénix.

La ayudé a ponerse en pie, y metiéndola mano por mil sitios, nos dimos una ducha rápida y nos vestimos. Cogió su coche y la llevé a un restaurante chino que conocía, cenamos y hablamos, nos conocimos un poco, pero ella no podía apartar de sus pensamientos mi polla, la acariciaba con un pie por debajo de la mesa, jugaba con cualquier elemento de la mesa, o comía con una sensualidad hilarante. Descubrí que  el cerdo agridulce se puede comer de forma sexy. Fuimos dando un paseo hasta mi casa, (Que raro sonaba “mi casa”), al ver el edificio Alba reía, subiendo en el ascensor se atrevió a hablar.

-ALBA: ¿Vives aquí?

-YO: claro, ¿Dónde te voy a  llevar si no? - no entendía su incredulidad.

-ALBA: pero esto es carísimo …- su mirada me indignó, pero ciertamente mi forma de hablar y comportarme no eran las de un niño rico, no casaba con el lugar - ...¿Vives con ….?

-YO: ahora vivo solo, he tenido una ruptura dolorosa hace un tiempo…- al llegar arriba la dejé pasar por cortesía, abrí la puerta y encendí las luces, ver su cara fue un poema, admiraba asombrada, como si fuera una cría en una noria, al ver la piscina corrió hacia la terraza, se giró indicándomela - … si,  ya se que tenemos piscina, vivo aquí, ¿Recuerdas?

-ALBA: pero……… ¿Eres rico o algo así?

-YO: que va, solo he tenido algo de suerte con…una herencia - se me escapó una carcajada al decirlo, ella ni lo notó, salió disparada a mis brazos,  a besarme con pasión.

Me estaba desnudando y antes de darme cuenta la tenia comiéndome la polla, la miré extrañado, “Que facilidad para calentarla”, hasta que mi mente quiso darse cuenta. Un ático en el centro de Madrid de 2 pisos, con piscina en la terraza…era  un “abrepiernas”, yo podría ser el gordo de antaño, que solo con la casa ya me follaría a la mitad de las mujeres que entraran allí,    y no me había dado cuenta. Puede sonar machista o retrogrado, pero comprendí que cualquier mujer que viera ese piso se abriría de piernas tan rápido como la velocidad del sonido, y si es conmigo desnudo, a la de la luz.

Se desnudó también, esa vez por completo, y me hizo una gran cubana con sus grandes tetas,  cuando se cansó se puso en pie y agarrando de mi rabo como una correa, me llevó a la piscina, aquel lugar tenía algo mágico. Nos quedamos en la orilla, conmigo masajeando sus ubres con tenacidad, con la polla tiesa de nuevo, se lanzó al agua, y yo la seguí, ya en el agua se pegó a mi cuerpo, sintiendo mi  miembro aplastarse contra su vientre, y sus pechos húmedos fueron a mis labios, los chupé y mordí hasta sacarla un gemido de placer. Sus manos acariciaban mi torso y mi vientre en busca de mi rabo, que alcanzó sin dificultades y masturbó levemente mientras echaba la cabeza hacia atrás, gimiendo al sentir mis dientes en sus rosados y erectos pezones. Llevó sus labios a mi boca, besando con energía, casi me arranca un mechón de pelo de tan fuerte que tiraba, de un salto se acopló a mi cintura rodeándome con las piernas, la sujeté de las nalgas mientras daba vueltas por la piscina, danzando al son de una música imaginaria, besándonos con lengua, jugando a ver quien llegaba más lejos.

-ALBA: siempre he querido que me follaran en una piscina.

-YO: pues estas de suerte - agarró de mi cara para volver a besarme, se elevó usando mi cuerpo como ancla y con una mano dirigió mi polla a su coño, fue bajando lentamente hasta sentir como la volvía a abrir, esta vez fue  rápido.

Fue bajando lentamente, aguantando el esfuerzo con una cara rígida y bañada en placer, le abrí bien las nalgas para que sintiera cada milímetro penetrándola. Cuando casi estaba llegando abajo, di un golpe de cintura fuerte que hizo meterla toda dentro, se retorció como una gata salvaje, se abrió de piernas y arañó mi espalda allí dónde tenía apoyadas sus manos, pero me volvió a besar y rodearme con sus extremidades.

-ALBA: ¡Eres un bestia! Que pedazo de polla tienes, no sé quien era, pero si te dejó escapar es una imbécil - sus palabras, queriendo ser de ánimo, me llenaron la mente de recuerdos, en esa misma piscina me había follado a Ana tantas veces que había perdido la cuenta.

De forma brusca la llevé a una de las paredes, y apoyándola contra ella, inicié el vaivén típico, con furia en los ojos. Ella acompañaba cada embestida elevando su cuerpo hasta casi sacar la cintura del agua, al bajar sus pechos quedaban sumergidos,  al salir los lamía empapados con ríos de agua surcándolos. Fue aumentando el ritmo hasta que su enormes tetas cedían a la inercia y botaban ante mí, hacían un sonido muy peculiar al golpearse contra el torso y el agua a la vez, pero ella ya no se movía, los pocos giros de cadera que había empezado se acabaron cuando mi continuidad la mató, se puso roja otra vez y rompió a gritar con un orgasmo brutal, se echó para atrás tanto que casi se tumbó en  el borde de la piscina.

Yo besaba su vientre y acariciaba su clítoris,  aún bajo el agua, sin parar de perforar una y otra vez, sentía recobrar el sentido de mi vida con cada bufido de Alba, cada salpicadura que la bañaba su cuerpo me hacía retomar el control, para cuando se volvió a correr yo ya era dueño de nuevo de mi destino.

Agarré sus tetas y aumenté el ritmo hasta correrme  30 minutos después, ella gritaba y se movía inquieta al sentir cada orgasmo,  se corrió hasta sentir un chorro que noté golpeándome en el  vientre, su cara de incredulidad me llevó a pensar que también era la primera vez que alguien la hacía correrse así, y al sentir mi semen goteando en el interior del útero, golpeó a su vez mi pecho con fuerza.

-ALBA: ¡Dios santo, ¿Es que tú no tienes fin?!

-YO: no lo sabes tú bien…todavía.

La sujeté por la cintura, y aún rodeándome con los pies, caminé  sacándola del agua, con una fuerza enorme que la sobrepasó. Al salir de la piscina la dejé en  el suelo cuando se hartó de besarme, se dio la vuelta y se pegó de cara  a la puerta de cristal corredera entreabierta de la terraza.

-ALBA: se que me dolerá, pero…¿Que te parece follarte mi culo? - se abría de nalgas contoneándose.

-YO: ¿Qué me parece?... - me fui a por ella empotrándola contra el cristal, sus tetas mojadas hacían marcas en el vidrio -... que te voy ha hacer pedir piedad - la sobé por dónde quise, sin dejar de empujarla contra el cristal.

Cuando ya la tenía dura, ella se giró sorprendida ante mi recuperación, pero la empotré contra el cristal de nuevo, apunté a su ano con mis dedos y fui jugando con él hasta penetrarla con varios dedos, sin duda no era su primera vez, pero eso no cambió que al sentir mis dedos se estremeciera de gozo.

Al verla lista, y sacando la cadera, puse mi polla en su ano, parecía desorbitado que entrara, pero de un estoque el glande entró, ella coceó con fuerza y se mordió el puño, la tomé del pelo y tiré de él, forzando su ano poco a poco, sollozaba al verse impotente ante tamaño desafío, pero aguantó como una jabata hasta tener medio rabo dentro. Se acariciaba el clítoris con lujuria, pero al dar el golpe de cintura final dio un salto y un grito a la vez, apoyada contra el férreo cristal blindado, se fue deslizando hasta volver a posar los pies en el suelo y sentir toda mi verga abriéndola. Fui gentil y la dejé así unos minutos, hasta que ella se movió, la presión era brutal, era como tenerla rodeada de 200 gomas elásticas, al sacarla se venció hacia mí, la tuve que sujetar para poder sacar media polla y sin piedad volver a meterla, tosió entre risas.

-ALBA: ¡OH DIOS…..QUE GUSTO……FOLLAME CABRÓN…………..ÁBREME EL CULO COMO MI MARIDO NO SE ATREVE! - arañaba el cristal con las uñas de una mano, golpeándolo con tanta fuerza con la otra,  que si fuera reforzado se hubiera hecho añicos.

No tardé en empezar a follarla a gran velocidad, sus movimientos acompasaban los míos hasta que el ruido de mi pelvis golpeando en sus nalgas parecía mezclarse el final de uno, con el comienzo del otro. Alba gimoteaba cosas lascivas, muchas relacionadas de  la comparativa con su marido, mientras no sabía si acariciarse el clítoris o abrirse las nalgas.

Tan fuerte golpeaba que se puso de puntillas para recibir mejor mis acometidas, sujetándola de las caderas fui desatándome hasta oírla balbucear, tenía la boca abierta y soltaba aire por puro instinto, un hilo de baba la caía desde la boca hasta los senos, y solo repetía “Auhhh… sigue…auhhhh”, eran como los sollozos de un bebé antes de romper a llorar, y con los golpes de mi cintura era como oír a una oveja, balaba más que hablar.

Con el paso de los minutos se puso roja entera, no solo la cara, aguantó la respiración y con unas embestidas brutales la saqué lo que era seguro su primer orgasmo anal, estalló con voces estrepitosas golpeando con la palma la pesada puerta de cristal, taconeando en el suelo aún de puntillas. Usaba la puerta como apoyo para tratar de zafarse de mí, se lo impedí,  la agarré de las tetas y tiré de ella hasta dejarla de pie en mitad de la terraza, en mitad de la nada, conmigo percutiendo sin descanso en su trasero, asiéndome de sus senos. Alba levantaba una pierna buscando algo de comodidad pero gimiendo de gusto, hasta que alzó ambas piernas, teniéndola agarrada de la tetas presionando su espalda contra mi pecho, y con mi cintura de palanca fue sencillo seguir follándome su culo con ella colgada del aire, dando patadas al vació.

Cuando volvió a suelo se echó hacia delante al romper en el 2º orgasmo anal, sollozaba aún cuando la sujeté de los brazos y tiré de ellos hacia atrás, como asas,   con ella inclinada hacia delante, y me reí al  sacar a la bestia. Estaba desatado, la tenía medio esposada, con las manos atrás usando sus brazos de riendas, y follándome su culo,  rojo de los golpes de mi vientre, la azoté con fuerza en las nalgas para que sintiera mi poder, pero no hacia falta,   estaba con la cara congestionada,  la boca abierta y llenando el suelo de saliva, mientras gimoteaba. Al tercer orgasmo anal se desvaneció en mis brazos, la mantuve en pie aferrándome a su vientre y del cuello,  pegándola a mi pecho. Me miraba abstraída girando la cabeza,  mientras sus tetas y sus mejillas rebotaban aún al ritmo de mis penetraciones.

-ALBA: por favor…para…por...por favor...no soporto más…córrete…lléname en culo de tu leche - eran ruegos,  no  peticiones.

Tuvo suerte de mi falta de sexo, en otras ocasiones sus 20 minutos  no me los hubieran quitado, pero ahora sentía mi polla ponerse tersa y mis huevos empequeñecerse. La bestia se cobró su víctima, con un grito continuo sintió mi semen llenándola el culo, con sacudidas que podrían haberla hecho salir disparada si no la tengo sujeta, la besé en los labios, casi inertes, al sentir mi polla flaquear.

No podía soltarla, se iría al suelo, así que la cogí en brazos, apenas hizo un esfuerzo para aferrarse a mi cuello, la llevé dentro y la acosté en la habitación del piso de abajo, en cuando la dejé en la cama se hizo una bola que temblaba y gemía de placer residual. Me di una ducha leve y me tumbé a su lado, abrazando y anclándome a sus tetas.

 Dormí, dormí como hacía mucho que no dormía, del tirón y sin preocupaciones ni sobresaltos en mitad de la noche, sudando, pensando en Ana y ver la cama vacía, como hacia casi 6 meses que no dormía.

Me despertó Alba moviéndose, se levantó torpe al día siguiente, la vi entrar en el baño y asearse, al volver se tumbó sobre la cama y se abrazó a mi pecho, la apreté contra mí hasta que su cara surgió de la maraña de pelo  para besarme.

-ALBA: tengo que volver al trabajo, si no podrían sospechar y decirle algo a mi marido.

-YO: pues vete, no queremos que se entere - espeté burlón.

-ALBA: ¿Nos…nos volveremos a ver? - fue una suplica,  no una pregunta.

-YO: coge tú móvil y apunta mi número, llámame siempre que quieras verme, y yo haré lo mismo, nunca viene mal tener cerca de una médico - le brillaron los ojos al darme otro beso, esa vez más caliente y vibrante.

La solté un azote cuando se iba a vestir,  tenía un empalme mañanero enorme, así que la tiré a la cama, dejándola de espaldas a ella, la abrí de piernas, bajé mi cabeza y me comí su coño peludo con brío. Luego  me la follé así mismo, metiéndola de golpe, tan sencillo como un cuchillo caliente en mantequilla, a los 10 minutos se sujetó las tetas para que dejaran de golpearla la barbilla, a los 20 minutos se corrió otra vez, dejé de follarla y la puse a 4 patas hundiendo mi cara entre sus nalgas, chupando o  lamiendo su coño y su ano, el cual penetré con un dedo. La volví a follar por el coño un rato provocando varios orgasmos, y para cuando se iba a correr  otra vez,  la penetré el culo. Rasgó las sábanas con las uñas al sentir mi verga partiéndola, desaté a la bestia hasta que un cuarto de hora después me corrí en su culo sin dejar de azotarla una única nalga, dejando mi mano marcada.

-YO: para que me recuerdes mientras tu marido te mal folla - caí rendido a su lado, sudando, agitado y con una sonrisa enorme en el rostro.

-ALBA: ¡Dímelo y le dejo! Dime que seré tuya así para siempre y le llamo ahora mismo…- la cogí el teléfono de las manos y la agarré del pelo con fuerza, que patética me pareció.

-YO: esto no va así, yo no soy de nadie, ya no, ahora soy libre, si quieres venir a follar, perfecto, pero no serás la única, serás una de tantas,  no tendrás trato especial, estoy harto de preocuparme por todos, de ser el imbécil al que acuden, y de resolver los problemas de los demás, si quieres dejar a tu marido hazlo, o no lo hagas,   a mi me la suda, pero ten claro que tan pronto puedo querer follarte, como me canse de ti y no me vuelvas a ver - asintió.

-ALBA: lo… lo siento, no pretendida…

-YO: ahora lárgate, si quieres follar llámame, pero no te daré más que sexo, tenlo presente, y no vuelvas a mencionar el tema delante de mí,  o se acabó.

Salí convencido de mis palabras de esa habitación, me despedí de Alba besándola, desnudo, en la puerta de casa, dónde Dani, la sirvienta rumana que Eleonor me había puesto al llevarse a Luz, estaba esperando para entrar. Al verme desnudo se dio la vuelta, pero la cogí de la mano y la hice pasar, la llevé a la cocina, y sin llegar a mirarme directamente, la hablé.

-YO: hola Dani, sé que no hemos empezado con buen pie, bien, verás, he pasado un momento jodido, pero ahora estoy bien, y tienes que saber varias cosas.

-DANI: yo no querer, no saber - la pobre nunca sabía conjugar bien los verbos, y el nerviosismo de verme desnudo ante ella dificultaba sus expresiones, pero entendía bien si hablabas despacio.

-YO: primero, me vas a ver desnudo a diario, de hecho es posible que me veas más tiempo desnudo que vestido, y hasta follando, así que acostúmbrate… - guardó silencio -… venga, mírame…- se giró lentamente, para no hablar bien el idioma  parecía muy despierta, me miró de refilón, sus ojos fueron directos a mi polla, se tapó la boca con los ojos como platos.

-DANI: enorme…ohhhh.

-YO: si,  eso me dicen, bien, segundo paso, vamos a   follar,  tarde o  temprano tú y yo follaremos…

-DANI: yo no.casada…- me señaló su anillo -…no poder.

-YO: y la que se acaba de ir tiene un marido militar… – abrió los ojos confundida -…  pasará,  así que cuando quieras, me avisas, si por algún milagro no quieres, no pasa nada, tranquila tengo coños de sobra, no te perjudicará en nada, solo te advierto que casi ninguna mujer me ha visto la polla, y no ha terminado atravesada por ella.

-DANI: estar bien - pareció conforme, mi tono era firme, pero amable y sincero.

-YO: tercero, voy a estar follando a diario, con muchas y diferentes chicas, ten la boca cerrada de todo lo que aquí pasa, solo sonríe, se gentil y dales lo que te pidan, bebidas,   comida o lo que sea, si alguna se pasa contigo, me lo dices y la mando a la puta calle.

-DANI: ¿A mi mandar puta calle? - se asuntó.

-YO: no…- suspiré de exasperación -… a ellas, tú eres mi ama de llaves, así que si alguien te molesta me lo dices y la mando a paseo, a ellas,   ellos o quien sea - asintió con felicidad incrédula.

-DANI: de acuerdo, ¿Si?

-YO: bien,  por último, si no vas a ser capaz de soportarlo, dilo ahora, y me busco a otra.

-DANI: no, no, señora de piso paga bien - el tono, pese a sus dificultades, fue demasiado obvio, Eleonor la había puesto allí, y si pagaba bien no seria solo por limpiar y cocinar.

-YO: yo soy el dueño del piso, ella solo te paga, y si me jodes te echo, pero si te portas bien seré bueno contigo - torció el gesto algo confusa.

-DANI: ¿Si  yo follar tú,  bueno conmigo? - me sorprendió el gesto,   como para aclararlo, no  ofendida. Me hizo sonreír.

-YO: no, yo seré bueno si tú no me enfadas, follar o no depende de ti, a mí me da igual, eres guapa y tienes un buen polvo, pero solo cuando tú quieras, yo solo te advierto que es solo sexo, no busques más. ¿Todo claro?

-DANI: si - sonrío feliz, y se giró a colocar unas bolsas, no sin repasar mi polla otra vez. Pude fijarme en ella, ahora que recuperé mi ser.

Dani era tan guapa que parecía mentirá que estuviera de chacha, y no del brazo de algún futbolista o ricachón. Rubia natural,  ojos claros azules y un cuerpo bastante apetecible, muy tapada no disimulaba un trasero de primera, delgada y fina como una modelo de cintura.

Supongo que a una mujer así en su país la llovería ofertas, así que me puse algo de ropa y la ayudé a limpiar mientras charlábamos, me di cuenta de lo desordenado y guarro que estaba todo, “¿Cómo he podido vivir así?”. Dani y yo tardamos al menos 2 horas en dejar el salón y el cuarto de abajo, limpios y arreglados.

En ese tiempo mi afabilidad perdida, y recuperada, la encandiló. Descubrí que a Dani la habían traído a los 13 años a España, unos familiares lejanos, la habían puesto a robar por las calles hasta los 18, cuando ya podían juzgarla como una adulta. Entonces, viendo su belleza, la “Vendieron” a un proxeneta que controlaba a las rumanas, e hizo la calle hasta los  27 años. Lloró un poco al contarme su primera vez, era virgen y por ello pagaron una gran suma de dinero, por lo visto 3 hombres de negocios alemanes follaron con ella hasta que se hartaron,  en la misma noche la desvirgaron, la estrenaron el ano, la hicieron chupar pollas y todo lo que se les ocurrió. Cuando cogió cierta edad, y ya no atraía tanto, tuvo un aborto de un cliente ya que la follaban a pelo,  y la quisieron mandar de vuelta a Rumania, pero una redada de la policía la sacó de aquel mundo, y un cliente, embobado de ella, la ayudó a conseguir papeles como chacha de su casa. Por lo visto a la mujer del susodicho no le pareció tan buena idea, aún así lograron mantenerla en la agencia de limpieza, y había ido rebotando de un trabajo a otro hasta llegar a mi casa. Se había casado con un español, y tenía un crío de apenas 1 año, me enseñó fotos en el móvil y todo.

Se sintió feliz o aliviada, no sé decir, de contarme toda su historia y ver que la escuchaba. A mí me encanta oír la vida de los demás, es increíble lo fascinante que puede ser la vida de  una persona que, en principio, no tiene nada que aportar.

Al terminar de limpiar,  nos salimos a la terraza a tomar unos refrescos y hablar con ella sobre su sueldo y las condiciones en que había quedado la casa. Eleonor la pagaba, y le daba un extra para comprar comida para la casa, eso no era lo que la dije, yo podía pagarme mis cosas, pero ya que pagaba Eleonor, le dije a Dani que se quedara con ese extra para ella y su crío. Sonrió y me abrazó con fuerza, era casi duplicar su sueldo, y de nuevo me preguntó que si tenía que follar conmigo para que se lo diera, y de nuevo sonó como aclaración, y no con pesar, y ahora, sabiendo que fue puta durante  9 años, no creo que fuera un problema para ella, hasta estaba  tentando de decirla que sí, pero la aseguré que no, sería cuando ella quisiera. Solo la pedía discreción, lealtad, que en la nevera no faltaran muchas cosas y que si alguna vez necesitaba ayuda en la casa, se quedara algunas horas, soy bueno, no tonto, no le daría tanto dinero a cambio de nada.

Aún así Dani accedió encantada, eran unas peticiones mínimas, tal era su felicidad que me confirmó lo que me olí antes,   Eleonor la daba otro extra por informarla de mí, a través de SMS. Sonreí al ser consciente, Eleonor aún quería jugármela, o tenerme en el radar, pero ahora tenía ganada a su única baza, el extra que le daba por informar era una minucia comparado con el dinero que le daba para el piso, y que yo le acababa de regalar, y ahora ambos eran para ella. Así que hicimos el pacto de que la informaría, si, de lo que yo la dijera, por ahora que siguieran contándola lo mal y hundido que estaba, como me señaló que ya le había escrito. Luego, por curiosidad, la pregunté cómo una mujer de 30 años, y viviendo en España desde los 13, hablaba tan mal el español, su respuesta fue contundente.

-DANI: mi familia solo enseñar frases que necesitar, siempre hablar en rumano, solo enseñar “Soy menor,  suélteme”, ”Chupar 15€,  completo 30€”, ”Si, cariño,  que bien me follas” y ”Por el culo son 50€” - nadie se había molestado en enseñarla nada, solo su marido, pero tampoco le molestaba aquello. Me dejó sin palabras, cosa nada fácil, hasta viéndola, me parecían precios baratos.

La dije que si quería un baño en la piscina, para verla con menos ropa, para mi desgracia no accedió, el calor aún reinante en esa época le había hecho abrirse un poco la camisa que llevaba, y un buen par de tetas asomaban apretadas por el delantal, con una falda larga hasta los gemelos. Verla mojada o semi desnuda me hubiera alegrado la mañana, pero aún no me tenía tanta confianza. Me quité las bermudas y la camiseta sucia ante sus ojos, que admiraron mi cuerpo y mi rabo colgando, y me metí en el agua, quedándome allí flotando.

Estaba pensado en las palabras que le había dicho a Alba en un arrebato de ira, si, pero reales. Durante  casi 2 años había mantenido una relación con Ana, y luego con Lara, Eleonor y Lili, (o Carolina o como  mierda se llamara). Me había ocupado de ellas, había sido bueno, me había metido en líos y me usaban como tierra firme en sus turbulentas vidas, estaba cansado y agotado del peso que eso suponía, apenas me había follado 2 veces a Alba ¿Y ya iba a dejar a su marido por mi?, supongo que yo solo sería la excusa final para convencerse, no creo que fuera feliz del todo, pero ahora me daba cuenta, eso, no es problema mío, si no suyo. No, no se volvería a repetir la historia, yo ya estaba exhausto de salir perdiendo por asumir los problemas de los demás, tenia 21 años, un enorme piso, y un polla gigante, se acabó ir de responsable y de buen chico, ahora tocaba disfrutar, me iba a follar a todas las que quisiera, cuando quisiera y como quisiera, estuvieran casadas,  con novio, solteras o  en medio de una misa. Ahora tocaba mirar por mí, y la moral se derrumbaba.

Salí del agua como el viento, casi atropello a Dani por el salón, fui a la habitación de abajo, dónde hasta hace nada compartía con Ana una vida ficticia, y entré. La oscuridad llenaba todo, solo la luz del sol que entraba por la puerta, y se reflejaba en el espejo del mueble,  dejaba ver dentro las figuras de la cama o el armario, avancé con frialdad hacía el mueble,  y quedaría genial haber andado en cámara lenta con pasos firmes y música de batería de  fondo, pero la realidad es que me di en el meñique del pie derecho en una de mis zapatillas. Solté un grito de dolor momentáneo, y cojeé hasta el mueble, levanté el pie y apreté el dedo con fuerza, pero había llegado a mi destino.

Si iba a vivir la vida, necesitaba mujeres, y sabía donde buscar, abrí un cajón, y ante mí, salieron decenas, casi un centenar  de papelitos, con números de teléfono, notas y  nombres, todos los que había estado guardando, más como respeto que como útiles en un futuro, pero  ahora los tenía delante, y al mirarme,  vi mi rostro reflejado, con la luz del sol rebotando del espejo en mi mirada, dejándome ver una sonrisa malévola.

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