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MI DON (49)

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Raúl – Bombardeo.

Pasaron un par de días desde que Kate me había dejado jugar con su esclava, Alexis, una mujer tan despiadada de cara a los demás, como sumisa en el sexo. Me sorprendió mucho que un tipo de mujer así se dejara dominar de esa forma por alguien como Kate. Quizá nunca entendí del todo el mundo del sado, y la mentalidad que arrastra, pero sí supe manejarme lo suficiente para tener a Alexis de mi lado, aún sin que lo supiera, y estudiando de forma meticulosa al personaje de Kate. Por que estaba claro que, fuera una enviada de la reaparecida Eleonor, o no, la Kate que todos veían era solo la punta de un iceberg mucho más oscuro y perverso.

Aún me encontraba analizando opciones y estudiando cómo proceder con el regreso de Eleonor. Era sábado y me acababa de despertar después de salir el viernes por la noche con Lara a una discoteca y tener una sesión bastante entretenida de sexo con ella en su cama, sus senos siempre eran un buen reclamo.  Así que habiendo dejado a Lara en la cama, totalmente exhausta después de unas 2 horas de sexo anal seguido, con la cadenita puesta en sus pezones para que aguantara más, me fui a mi casa a descansar de todo el estrés y agobio de mi vida en ese momento.

Estando  en mi cama, esperando que me avisaran para comer, recibí una llamada, y al ver el número oculto ya me temía que fuera Eleonor, y al descolgar y oír su voz, sentí un escalofrío por todo el cuerpo.

-ELEONOR: hola, amor mío.

-YO: hola, jodida chiflada.

-ELEONOR: ¿Estás ya listo para venir a mi lado?

-YO: no…no lo haré.

-ELEONOR: una lastima papacito…llaman a la puerta – colgó sin más, y a los pocos segundos sonó el timbre.

 Bajé volando tras ponerme un pantalón de salir a correr y una camiseta, pero mi madre abrió la puerta antes. Dos policías, y un señor trajeado se presentaron.

-TRAJEADO: hola, buenos días, mi nombre es Julio, y soy abogado fiscal, vengo a entregarle una citación a usted, señora.

-MAMA: ¿A mí? ¿Qué ocurre?

-JULIO: ha sido usted denunciada por montar una empresa ilegal de cuidado de niños sin licencia,  y por  fraude a hacienda – mi madre no supo responder.

-YO: ¿Qué ocurre? – solté al llegar

-JULIO: oh, ¿Es usted don Raúl?

-YO: sí.

-JULIO: bien, le comunico que también ha sido denunciado.

-YO: ¡¿Yo?! ¿Por qué?

-JULIO: por asalto y violación de una mujer, chicos, las esposas – los policías entraron al bulto,  yo ni me lo creía.

-MAMA: ¡¡Hijo!!

-YO: ¡¡¡Esto es una farsa ¿A quien se supone que he violado?!!! – los policías me leían los derechos de fondo.

-JULIO: ya se lo comunicaran en el juzgado, por favor, no se resista – me esposaron con fuerza, mi corpulencia les incomodaba, pero no me resistí.

-MAMA: ¡¡¡Ay dios, mi hijo, ¿Dónde se lo llevan?!!!

-JULIO: vamos a la comisaria del centro, allí le tomarán declaración, y pasará a disposición judicial.

-YO: mamá, tú tranquila, llama a Teo y a su padre, y busca otro abogado, el que sea, pero no confíes ciegamente en el padre de Teo, ¿Me has oído? – mi pobre madre  sollozaba ante mí, me rompía el corazón verla así, observando como sacan a su hijo a  rastras del piso, pero asentía atendiendo a todo lo que dije.

No recuerdo qué más grité, pero me llevaron esposado. La mirada de los policías era de asco, me miraban sentados en la parte delantera del coche de policía, y me sentí mal, pero no por mí, si no por mi madre, ninguna madre debería pasar por algo así, y menos cuando es falso.

Me pasé 2 horas de calabozo a sesión de fotos y manicura, “Ya tengo ficha policial”. En el calabozo estaba con otros cuatro hombres, y el celador se ocupó de que supieran por que estaba allí, “Es un puto violador…supuestamente”, gritó. Corté por lo sano, según dijo eso, todos los de la celda me miraban demasiado mal, les tenía casi encima a empujones, y le solté un codazo al más grande en la nariz, rompiéndosela. Me sacaron de la celda para ponerme en otra enfrente, menos concurrida, y todos los de ese lado habían visto lo que pasó en la celda de enfrente, con el gigantón sujetándose la nariz,  y sus miradas y su forma de apartarse me aliviaron, “Esta batalla ya la he ganado, nadie se meterá conmigo”.

Dormí, si es que se puede decir eso, hasta que por la mañana me presentaron ante el juez. Resumidamente, me acusaron del asalto y la violación de Jeni, la deportista que se enfadó conmigo en mi época loca. Fue una de las que no me cogió el teléfono al llamarla tras saber lo de las entrevistas de aquel desconocido a todos mis conocidos. “Liz no fue la única en caer, estúpido”, me decía.

Se presentó Jeni con su familia a la vista preliminar, y un par de abogados con trajes muy caros como para poder permitírselos ella sola. Vestida con unos pantalones rojos y camiseta negra, Jeni fue montando una escena lacrimógena sobre cómo la había forzado repetidamente, mi familia de fondo le gritaba hasta ser sacados de la sala por los guardias. Mis abogados eran  el padre de Teo y uno de un seguro que teníamos contratado, el padre de Teo era bueno, pero no me podía fiar de él si estaba pingado por Eleonor y el CD, necesitaba a alguien que supiera de leyes para frenarle si me metía en un lío. Se comportó, tengo que admitir,  alegando con solvencia, pero se veía atado de pies y manos, notaba, al igual que todos,  la mirada acusadora del juez, “Ya estabas condenado antes de salir de  casa”.

La salvación llegó del este, Dani arrastrando a Liz de la mano, al abrir la puerta de la sala aún se oía a mi hermana gritar por los pasillos. Ambas, Dani y Liz,  declararon que vivieron y  compartieron  mi techo cuando Jeni decía ser violada, y que fueron relaciones de mutuo consentimiento. Su palabra contra la nuestra, pero éramos tres contra   una. Jeni empezó a contradecirse para justificar que ellas no vieran nada,  y el Juez se llenó de ira al notar la falsedad de sus palabras. Jeni no era actriz, y terminó derrumbándose,  el padre de Teo me sacó de allí ese mismo domingo. A Jeni, por presentar una denuncia falsa, le cayó una multa descomunal, sus abogados al llamar a “alguien”, la tranquilizaron diciéndola que no se preocupara, que esa multa ya estaba pagada, pero 100 horas de trabajos sociales no se las quitaron. Al salir del calabozo, mi madre me dio tal abrazo que casi me parte en dos. Yo se lo di a Dani, fue ella la que buscó a Liz, que se había pasado desde la cita en el café con Eleonor huyendo de mi familia,  y Dani  la llevó de los pelos al juzgado.

Al llegar a casa, empezamos a planear la defensa de mi madre por lo de la guardería fraudulenta, a ella no le iba la cárcel en juego, si no una multa gorda. Tuve que tirar de mi dinero ahorrado de Madamme, casi 60.000€, para zanjar el tema unas semanas después.

Estaba con ficha policial por agresión sexual, y sin un duro, pero había soportado el primer golpe de Eleonor, ¿Cuantos quedaban por venir? ¿A por quien iría ahora? ¿Y cuanta gente de mi vida estaba involucrada? ¿Cuánta más saldría perjudicada?

Esas preguntas me estaban matando, y solo una persona me las podía responder, la misma Eleonor. Así que la mandé un mensaje usando la tarjeta que me dio, y quedamos. Fue en un despacho de sus abogados, dónde ella se sentiría segura, y me vestí de forma elegante con el traje de Eric, sin corbata. Acudí, y me hicieron pasar a una sala dónde estaban los dos guardaespaldas sudamericanos que vi en la cafetería, el hombre misterioso y Eleonor.

Como sospechaba, al entrar me cachearon y me pasaron un detector de micros, o algo así suponía. Eleonor no era tan lista pero me conocía, y mis viejos trucos con un boli espía no servirían. Acudí de buena fe, solo para hablar, y con un sobre con fotos. No podría hacer otra cosa, los ojos de los dos escoltas y su aspecto eran de auténticos matones peligrosos como para intentar nada. Me acompañaron muy amablemente, y me senté en una silla, junto a una gran mesa cuadrada del despacho, con Eleonor, y aquel desconocido, sentados en frente.

-ELEONOR: por favor, siéntate, ¿Quieres algo de tomar?

-YO: no, gracias.

-ELEONOR: me he alegrado mucho de tu llamada…– su sonrisa cándida, y su rostro feliz, lo dejaban claro, con una melena ostentosa y un vestido blanco ceñido y  serio,  resaltando un escote abrumador.

-YO: necesitaba hablar contigo.

-ELEONOR: ¿Eso significa que te has pensado mejor mi…oferta? – se reía, como si aquello fuera un juego.

-YO: no, sigo en mis cabales y no volveré jamás a tu lado.

-ELEONOR: entonces… no sé que haces aquí, no tenemos más que hablar – lo mismo se pensó que me rendiría tan fácil, y había ido a caer a sus pies. Al ver que no, todo su lenguaje corporal cambió, de divertido a enfadado.

-YO: yo creo que sí…ha sido una jugada muy sucia lo de la violación, dónde quiera que vaya, esa denuncia, aunque se sepa que es falsa, me seguirá de por vida.

-ELEONOR: oh venga, fue sólo el calentamiento, esa niña se derrumbaría en cuanto el  padre de Teo se le cruzara delante, es un gran abogado, deberías confiar mucho en él – “Eso es lo que quieres, por que le tienes amedrentado, solo el CD le salva.”, pero yo no estaba allí para charlar, estaba para sacar información. Muy sutilmente, Eleonor me había dejado claro que no sabía que ya había hablado con el padre de Teo sobre ese tema, que yo ya sabía que no podía confiar en él del todo, y que conocía a Teo y su padre. La primera debilidad que había mostrado,  y yo ni había empezado mi juego.

-YO: tal vez, pero lo de mi madre…eso te va a costar caro.

-ELEONOR: tengo dinero…y sólo hice lo mejor para este país, hacienda somos todos…- tenía unas ganas de levantarme de la silla y matarla, tantas que no os podéis imaginar, pero con las dos moles de piel morena y tatuajes por el cuello  flanqueándome…sería un suicidio.

-YO: mira, esto no es un juego, es mi vida y la de mi familia, no puedes hacerme esto por que no te ame.

-ELEONOR: sí puedo, y lo seguiré haciendo hasta que tenga lo que quiero – dio un fuerte golpe en la mesa.

-YO: pues no lo tendrás, y sólo lograrás que yo me enfade – tardó medio segundo en echarse a reír, ese medio segundo justo que te indica que realmente teme represalias.

-ELEONOR: ¿Crees que un mocoso como tú supone algún problema para mí?

-YO: un mocoso del que estas perdidamente enamorada…

-ELEONOR: ¡¡No juegues con mis palabras!!... -  se enfadaba con facilidad, “La ira hace tonta a la gente”, lo leí en algún sitio –… no sabes a quien tengo en el bolsillo, y cada persona a tu lado puede estar a mis órdenes.

-YO: no hace falta que lo jures, tengo localizados a todos – era mentira, pero mi voz lo hizo creíble. Su mirada se volvió confusa, y miró al hombre misterioso, que le negó con la cabeza.

-ELEONOR: no puedes descubrir a todos, son demasiados, en tu vida, en el trabajo y hasta en…- la interrumpió el hombre misterioso, poniéndole la mano en el brazo. Yo la había provocado hasta empezar a soltar información sin parar.

-YO: veo que, al menos, tienes a un perro listo…– clavé mi mirada en el acompañante de Eleonor. Era un hombre mayor, de unos 40 años,   pero aparentaba mucho más, español, a diferencia de las moles a mi lado, vestido de traje y corbata, con la cara curtida y alguna marca de golpes y cicatrices en el rostro, arrugas incipientes y el cabello oscuro salvo por unas canas mal disimuladas, con unos ojos negros y profundos. Infundia miedo, y ni me había dirigido la palabra, pero no se lo iba a demostrar –… ¿Quien es este payaso?

-ELEONOR: es Carlos, y ten mucho cuidado con él…- la mirada llena de ira de Eleonor se apagó al sentir los dedos de “Carlos” aferrados a su muñeca, Eleonor había picado de nuevo, el orgullo y la ira la cegaban.

-YO: Carlos, humm…- con un gesto de leve enfado, soltó a Eleonor y se giró hacia mí, con un movimiento estudiado sin duda, para meter miedo en el cuerpo -…no eres tan estúpido como para darla tu verdadero nombre, pero tu enfado me dice que si indago un poco, terminaré sabiendo quien es “Carlos” – esbozó una sonrisa de sorpresa.

-CARLOS: veo que no eres un chico normal, no estás tan asustado como deberías – su voz era más ronca y aguda de lo que podía haber esperado, desde luego, imponía en todos los aspectos. Sus ojos, ahora se clavaron en mí, aguantaban sin rubor mi mirada.

-YO: no soy ningún chico, soy un hombre al que estás jodiendo la vida por orden de una chiflada.

-CARLOS: una chiflada rica, que paga bien – Eleonor se ofendió por el comentario, pero no tuvo arrestos para reprochárselo. La tensión se mascaba en el ambiente, entre él y yo había algo más que miradas, y los dos perros a mi lado lo notaron, tensándose.

-YO: pues espero que lo disfrutes pronto, si sigues ayudando a esta loca, no sé como, o cuando, pero os haré caer a todos - miré a los tres caballeros de la sala. Carlos se rió.

-CARLOS: esos dos armarios no son de los míos…– algo que ya sospechaba – …mi gente es más refinada – torció el gesto al ver mi sonrisa.

-YO: sí que son muy refinados, ¿A cuantos tienes siguiéndome? – era un órdago, él lo sabía, pero que yo supiera que me seguían era lo normal.

-CARLOS: uno, diez,  o puede que cincuenta, no lo sé – su respuesta era nerviosa.

-YO: yo diría que son seis…-  al meter mi mano en la cazadora para sacar la fotos los dos bichos de mi lado me agarraron, pero al sacar el sobre se relajaron. Tiré el sobre a Carlos, que lo abrió, y al ver las fotos de los seis hombres que me seguían por turnos, sonrió fingiendo desdén, pero estaba molesto –…espero que no fueran caros, Eleonor, o que no fueran los mejores, Carlos…- los dos me miraron con la misma cara de odio.

-ELEONOR: ¿Los ha encontrado a todos? – Carlos se pensó la respuesta.

-CARLOS: no, solo a los que puse de cebo – “No te lo crees ni tú”, se me leyó en la sonrisa.

-YO: dime, “Carlos”, ¿Fue uno de tus chicos o fuiste tú? – me rasqué en el pecho, justo dónde las pequeñas heridas de la pistola táser se curaban, y dónde solo el asaltante sabría de qué hablaba al tocarme.

-CARLOS: no sé de que me hablas…- una risa mal disimulada me dejó claro que fue él, y él quería que lo supiera.

-YO: de un pequeño incidente que tuve en el aparcamiento de mi coche, alguien me atacó con una táser, y me robó un CD.

-CARLOS: cuanto lo lamento…últimamente disparan a mucha gente con esas armas, se han puesto de moda.

-YO: no he dicho que me disparan…- sonrió, disimulando su metida de pata, esas pistolas se pueden usar aplicándolas directamente  o disparando desde unos metros. Carlos borró su sonrisa,  sin decir nada, asintiendo y reconociendo que le había pillado, “No me subestimará más”.

.CARLOS: disparar, atacar…da igual, lamento que te atacaran – la ironía era evidente.

-YO: yo me lamentaría más por el que lo hizo, cuando tenga la oportunidad, que la tendré, pienso metérsela por el culo y apretar el gatillo – Carlos se puso tenso, por primera vez me tomaba en serio, y no como a un crío al que tenía que chinchar.

-CARLOS: alguien me ha dicho que sueles cumplir tus amenazas, ten en cuenta que los demás también pueden hacerlo, y si alguien, pongamos ese asaltante misterioso, se viera amenazado, podría tomar represalias – del ego y la tensión de la sala, parecía a punto de romperse las paredes, y una calor asfixiante reinaba todo.

-YO: supongo que es normal, solo el tiempo dirá quien es la bota… y quien la hormiga.

-ELEONOR: ¡Basta de peleas de gallitos! Raúl, cede o lo vas a pasar muy mal.

-YO: más te vale cerrar la puta boca y dejarme tranquilo, tenías algunos CD, pero no todos, y no sabéis cuantos tengo,  ni dónde están – se le bajó el arranque de ira de golpe.

-ELEONOR: ¿Te crees que esos CD te van a salvar de mí? Los encontraré, tarde o temprano, y cuando lo haga ya nada me impedirá hacerte la vida imposible….además,  aunque los saques a la luz seguiré, no pararé, jamás  escaparas de mí, solo puedes ser mío – se puso en pie.

-YO: tu marido…- me cortó, llena de furia.

-ELEONOR: mi ex marido, y  ya da igual, tengo recursos que él nunca tuvo, y gano millones, nadie se acuerda ya de ese desgraciado, así que metete esto en la cabeza, jugaré, haré lo que quiera, y si no eres mío por las buenas, será por las malas, y no hablo de denuncias falsas, sino que solucionar esto como se hace en Colombia…– una risa ansiosa se le escapó a uno de mis dos “nuevos amigos” tras de mí. No hacía falta que Eleonor dijera cómo, cada semana salían noticias de gente secuestrada, o asesinada en Colombia, y esos dos tipos parecían de  esas personas que se encargaban de los trapos sucios -…así que lárgate, ya me has enfadado suficiente por hoy…– con un gesto con su mano, me cogieron por los brazos sus perros,  y me sacaron de allí a rastras - …y toma esto, para que sepas a quien pones en peligro - me tiró un maletín a la cara, Carlos se puso en pie queriendo detenerla, pero estaba encolerizada.

Cogí el maletín al vuelo antes de que me sacaran del despacho a empujones, y  uno de sus matones me dio un soberano puñetazo en la cara que me hizo hincar la rodilla, el que me lo dio era algo más bajo que yo, pero con el pecho hinchado como un gallo de corral. El otro era más alto y espigado, con pinta de boxeador.

Salí asustado a la calle, con el corazón a mil,  un sudor frío recorriéndome la espalda y el lado izquierdo de la cara ardiendo y entumecido. No había logrado muchas cosas de esa reunión,  pero si alguna.

Primera,  Eleonor estaba cegada, no era el cerebro de todo, solo la que ponía el dinero, era irascible y fácil de provocar.

Segunda. El que manejaba los hilos era Carlos, alguna especie de investigador privado o encargado de todo. Era a quien había que temer, era listo, experimentado y mi actuación le había demostrado que yo no era un simple capricho de Eleonor, sino que tenía sesera y sabía manipular. Encima, al descubrir a sus colaboradores le había enfadado, mucho más de lo que dejó ver.

Tercera. Era que los dos osos pardos disfrazados de trajes caros no eran más que matones muy peligrosos de Colombia. No moverian un dedo si no era pro orden de Eloenor.

Cuarta. Era que los CD ofrecían algo de protección, pero no bastaría para frenarla, solo para que siguiéramos “jugando”.  Eleonor había descubierto que con dinero podría enterrarme bajo una tonelada de papel y tirarme 10 años de juicios.

Quita, y más importante. Era que dentro del maletín que me tiró,  había un informe detallado de todas y cada una de las personas de mi vida, familia directa, indirecta, amigos, compañeros, colegas y amantes. Todas las personas por las que estaría dispuesto a dar mi vida, casi me habían leído la mente. Muchas otras personas de mi vida no estaban, pero justamente eran las que no me importaban en absoluto.

Era mucha información, me sentía mareado y un párpado me temblaba del puñetazo,  necesitaba leer todo aquello, ver que era, de quien, y sobretodo, si había algo que poder aprovechar. Así que me fui al único sitio que conocía con gente lista, capaz de asimilar tanta información y de la que confiaba ciegamente, al piso de estudiantes.

Al abrirme la puerta Naira, se asustó al verme el lado de la cara hinchado,  y me hizo pasar. No quería fingir, pero me encontraba mal, no solo por el golpe, sino por que todo empezaba a acumularse en mi cabeza, no veía salida. En tropel, fueron saliendo todas de sus cuartos, menos Mara, la hermana de Alicia, que estaba trabajando. Me sentaron en el sofá, y Lara se acurrucó a mi lado, echándome la cabeza hacía atrás, me estaba sangrando la nariz y no me había dado cuenta. Alicia apareció con una bolsa de guisantes congelados, y me la puso en la cara.

Alicia iba con un suéter azul largo y unos vaqueros, Naira con un pantalón blanco ajustado y un top amarillo chillón,  Lara con unos pantalones viejos grises y una camiseta sin mangas roja, mostrando gran parte de sus senos por los lados. Cada una preciosa y bella a su manera.

-ALICIA: ¡¿Pero qué te ha pasado?! – no creo que fuera la primera que me lo preguntó, pero si la primera a la que pude prestar atención.

-YO: nada, cosas mías.

-LARA: no habrás vuelto a meterte en una pelea por una chica, ¿No?

-YO: no...o sí…algo parecido, aunque no hubo pelea, solo me zurraron.

-NAIRA: pobrecillo, ¿Cómo estás? - lo dijo sentándose en mi regazo, relevando a Alicia con la bolsa de guisantes en mi cara. La mirada de Lara se volvió turbia, pero se tranquilizó, yo no estaba para chicas.

-YO: hecho una mierda…esa mujer…- el ruido de la puerta de un cuarto sonó, y al mirar, vi a Lorenzo saliendo del cuarto de Alicia.

-LORENZO: ¿Qué ha pasado?

-ALICIA: aquí el amigo, seguro que por alguna mujer…

-LORENZO: últimamente no ganas para disgustos.

-NAIRA: ¡Déjale! No está para bromas.

-LORENZO: lo siento…quizá pueda ayudar…

-YO: no, gracias – mi tono subía decibelios.

-ALICIA: tranquilo Raúl, sólo quiere echarte una mano.

-YO: pues no la necesito.

-ALICIA: ¿Pero por qué?

-YO: ¡¡¡Por que no me fío de él!!!- solté malhumorado, y  el silencio pasó a ser incómodo.

-LORENZO: quizá sea mejor que me marche…- Alicia giró la cabeza, o eso creo, susurrándole disculpas al oído, pero si algo me hizo daño ese día, fue ver cómo se despedían con un largo y tierno beso en los labios. Alicia cerró la puerta, y regresó enfadada.

-ALICIA: te has pasado tres pueblos con él.

-YO: lo siento, no quería ser brusco, pero necesito vuestra ayuda, y solo me fío de vosotras…por favor.

-ALICIA: vale…- asintió, pasándose la mano por la frente apartándose su larga melena caoba -…¿Es por esa mujer no?....¿Eleonor?

-YO: sí…me está volviendo loco, no sé cómo quitármela de encima.

-NAIRA: ¿Y qué necesitas que hagamos?

-YO: lo primero es que os podéis meter en un lío, si no lo estáis ya, por mi culpa, no quiero pedir esto, pero no tengo otra.

-LARA: no seas tonto, te ayudaremos.

-YO: de acuerdo, pues lo  segundo  es que me la estoy jugando, esa zorra tiene a gente muy cercana a mí en la mano, y alguna de vosotras podría ser un topo.

-ALICIA: ¿Me estás tomando el pelo?

-YO: lo sé, os conozco desde hace mucho, más a ti, Alicia, pero ya no sé que pensar, Jeni no era mala persona, y a Liz la conocía desde los 8 años, y un así…- estaba hablando desde el corazón, a la desesperada, si había un topo no se descubriría, pero en ese momento  necesitaba confiar en ellas.

-ALICIA: pues no confíes en nosotras, no hagas ni digas nada que te comprometa, dinos qué hacer, y ayudaremos, pero no sabremos nada – “Joder,  tiene sentido”, Alicia era estupenda y lista, todo lo que yo no estaba siendo, “Maldito Lorenzo”.

-YO: está bien…por ahora coged ese maletín, y a leer, os vais a meter en mi vida de lleno – Alicia lo cogió y lo abrió en la mesa del salón, empezó a sacar los informes, y Lara acudió a ayudarla, mientras Naira me cuidaba sentada en mi regazo, rodeándome con sus delicados brazos, dándome una sensación de cariño y seguridad que necesitaba.

-NAIRA: ahora yo cuido de ti – su sonrisa, casi olvidada, del día de su menstruación estaba ahora frente a mí.

-YO: eres un sol, todas lo sois, no sé que haría sin vosotras.

-LARA: pues leer para empezar, esto son todo informes de tu familia, y esos de ahí son de tus amigos, joder, si están los nuestros y todo.

-ALICIA: a ver, déjame ver esos.

Se pasaron una hora leyendo, con Naira cuidándome, hasta que pude pensar por mí mismo un poco, y nos pusimos a ayudarlas.

Eran amplios archivos con información de sus vidas, fotos, descripciones, perfiles y  detallados análisis psicológicos, analizando puntos fuertes y débiles. Lara se enfadó al leer que ella era fácil de manipular, Naira más al leer que era poco menos que una monja, y Alicia se puso colorada al ver que le habían estado sacando fotos no hacía mucho, con un análisis especial sobre su relación con Teo, que también tenía su informe, como Manu, y algún amigo más. Mi familia y la mitad de mis compañeros de trabajo, ya fueran del super o de los seguros. Si había topos entre aquellos papeles, era como buscar una aguja en un pajar, eran demasiados y podría ser cualquiera.

Descansamos un rato,  cenamos, y  Mara regresó del trabajo, bien arreglada como siempre, con unos jeans ceñidos, un polo blanco y unos imponentes zapatos con plataforma. Se fue a su cuarto a dormir cansada, pero nosotros seguimos estudiando aquellos papeles, pero ya no era lectura, empezaban a hacerme preguntas, sobre la gente, qué hacía o cómo me llevaba con ellos, pero no sacaba nada en claro que no hubiera pensado ya yo solo. Me dolía la cabeza y a las dos de la mañana les pedí que lo fueran dejando, aunque seguían leyendo, más por curiosidades que por sacar algo. Tenía a Lara encima sobándome, y yo a ella, amasar sus enormes tetas me producía un efecto placebo, me serenaban.

-ALICIA: es increíble toda la información que tienen de cada uno, esto son semanas o meses de trabajo.

-NAIRA: esa zorra está loca de verdad – estaba con el PC portátil, buscando información de Eleonor.

-YO: que esté loca da igual, el problema es que tiene mucho dinero.

-NAIRA: mucho…y ahora más que nunca, según los portales de economía sus empresas de importación y exportación van como un tiro, a triplicado los ingresos.

-YO: ¿En serio? ¿Con la crisis?

-NAIRA: sí, aquí dice que nadie se lo explica, y la acusan de fraude, pero poco más.

-ALICIA: ¿Y el resto de sus empresas?

-NAIRA: no mucho, siguen igual más o menos – saqué mi lengua de boca de Lara.

-YO: ¿Y por qué sólo las de exportación?

-ALICIA: ¿Quien sabe? Quizá tenga contactos y saque buen precio.

-YO: su marido tenía buenos contactos, ¿Pero ella? Era una mujer florero.

-NAIRA: ¿Y aquella hermana suya?

-YO: Lili…o Carolina…sí, pero ella era una drogadicta que salió de la cárcel…- y de golpe lo vi, se me notó en la cara.

-ALICIA: esa cara me gusta…- Alicia me conocía como nadie.

-YO: ¡Que zorra!, Ya sé cómo gana los beneficios.

-LARA: ¿Cómo? – la miré acariciándola los senos con cuidado, sonrojada al notar sus pezones duros siendo trabajados.

-NAIRA: ¡No! No nos lo digas, así si alguien es un topo, no lo sabrá – me quité a Lara de encima, y me fui a abrazarla, en parte por su ocurrencia, estaba a punto de decirlo, y en parte para celebrar el hallazgo. Levanté a Naira por el aire entre risas, y al caer la besé con dulzura. Lara gimió de fondo, cogiendo unos ficheros para seguir leyendo.

-YO: no me lo creo, tengo que asegurarme…pero todo encaja.

-ALICIA: pues hazlo.

-LARA: jooooder…- la miré extrañado, estaba leyendo un informe sobra mis tíos y primos.

-YO: ¿Qué pasa? – quería saber si había encontrado algo.

-LARA: ¿Todos sois así de altos en tu familia? – me relajé un poco.

-YO: sí, no sé, alguna rama de gigantes supongo.

-ALICIA: ¿Por qué lo dices?

-LARA: mira la ficha de sus tíos, ninguno baja del 1,85 de alto ¡¡¿Y sus primos?!! - Alicia se hizo con el informe.

-ALICA: la leche…una prima de 1,88 de alto, y luego los dos primos, uno  de  1,97 de alto, la virgen…y el otro de alto… ¡¡¡2,03!!!

-YO: sí, Felipe.

-NAIRA: será jugador de baloncesto, ¿No?

-YO: ¿Por que seas alto tienes que jugar al baloncesto? – mi tono lo captó Alicia al vuelo.

-ALICIA: ¿En qué equipo juega?

-YO: es un amateur de la tercera división – las risas relajaron un poco el ambiente.

-LARA: ¿Y el otro primo?

-ALICIA: Alberto, aquí dice que sirvió en el ejército y luego se hizo guardia civil, pero…oh mierda, lo siento…

-LARA: ¿El qué? …– cogió ansiosa el informe-  …“Oficial condecorado en las fuerzas de tierra, se retiró e  ingresó en la guardia civil sirviendo con honor y distinción hasta que en un tiroteo sufrió heridas mortales, falleció dos días después en el hospital”…oh joder…lo lamento mucho.

-YO: no pasa nada, pasó hace ya diez años, casi no me acuerdo de él – las tres me miraron sin entender por qué no estaba apenado. Naira me volvió a  abrazar.

-NAIRA: vaya vida más dura la de tu primo.

-YO: no lo sabéis vosotras bien…- era cierto, la vida  de Alberto no era de color de rosas -  …¡¡¡Joder!!!! – otro golpe en mi cabeza, una idea tan rara, que si no fuera por esa conversación no se me habría ocurrido, me surgió de la nada.

-ALICIA: ¡Dios! Deja de darnos esos sustos…- se posó la mano en el pecho.

-LARA: ¿Qué pasa ahora? – Naira me tapó la boca con sus dedos.

-NAIRA: ¡¿Quieres dejar de preguntar? ¡Fisgona!

-LARA: no nos puede dejar así – le metía mano en el culo a Naira de pura felicidad, y después me fui a por Lara.

-YO: sois geniales.

-NAIRA: pero si no hemos hecho nada.

-YO: habéis hecho mucho más que ayudarme, me habéis dado la solución  - solté los senos de Lara y me acercaba a una Alicia que  se ponía en pie.

-ALICIA: a mi no me metas mano, guarro, que tengo novio  – se abrió de brazos y la di tal abrazo que la levanté del suelo haciéndola girar por el aire. La dejé en el suelo, los cuatro reíamos, pero solo yo sabía por qué.

-YO: lo siento chicas, me tengo que ir… – recogía a toda prisa los informes – …de verdad que no sabéis cuanto me habéis ayudado, y por favor, tened cuidado, cualquiera que se os acerque podría ser una trampa.

-ALICIA: Lorenzo no es una trampa – me giré localizándola, estaba tan acelerado que no la tenía ubicada.

-YO: no lo sé, quizá sí, quizá no, ten mucho ojo, no me gusta.

-LARA: ya sabemos por qué no te gusta…- habló bajo, pero lo suficiente para oírla. Estaba convencida de que entre Alicia y yo había algo, no sexual, sino que la forma de conectar con Alicia era especial, y Lara no era la única que había comentado algo en esa dirección.

-NAIRA: déjate de tonterías… – la sacudió un manotazo en el hombro, y luego me cogió de la cara, clavando sus azulados y grises ojos en lo míos -…vete, y machaca a esa cerda.

Sin duda, Eleonor me dio ese maletín pensando  que me asustaría, y si no fuera por ciertos detalles, lo estaba. Con todo aquello podían hacerme mucho daño, pero había cometido un error garrafal, Carlos quiso pararla, pero fue tarde, cuantas cosas hubieran sido diferentes de no darme ese maletín.

Me fui de aquella casa con la cara algo enrojecida, y una leve excitación, pero no era sexual. Hasta ahora me sentía enfadado, ofuscado, vendido, estaba a merced de Eleonor, y solo podía recibir golpe tras golpe. Me sentía como si fuera perdiendo por goleada un partido que no sabía ni que se estaba jugando, pero esas tres mujeres del piso lo cambiaron todo, incluso Lara, con sus incisivas preguntas, que me llegaron a ha hacer sospechar de ella.

Ahora tenía un plan…o parte de un plan…o al menos una idea decente sobre cómo empezar a actuar. Me sentía como Miguel ángel la primera vez que vio el bloque de mármol que más tarde sería su David, tenía algo en la cabeza, una idea borrosa y abstracta, pero allí estaba, y era menos que nada.

Retomando a Miguel ángel, cuentan una historia sobre un encargo que le hicieron para escupir una imagen de Moisés. Se dice que cuando terminó la obra, se acercó, asombrado por la perfección y el detalle de su escultura, golpeó suavemente la rodilla de la figura y le dijo, “Habla”. Estaba tan maravillado con su obra que pareciera que Moisés se pudiera echar a andar en cualquier momento, pues yo necesitaba algo así, convertir aquel borrador ensuciado en mi mente en una obra maestra. Solo así podría quitarme a Eleonor de encima, para siempre.

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