Nuevos relatos publicados: 9

MI DON (50)

  • 37
  • 5.907
  • 9,82 (11 Val.)
  • 0

Raúl  -  Desde el infierno.

YO: como es la vida, te puedes pasar toda tu existencia pensando que sabes quien eres, de dónde vienes y a dónde vas, crees que tu pasado y tu futuro están conectados por tu “yo” del ahora,  que sigues un camino marcado por tus decisiones, y que todo ello te hará mejor o peor persona, por que hay algún tipo de justicia, o poder superior, que te guiará, que sabrá recompensar tus acciones  para darte una vida mejor, o castigarte…

-NIÑO: señor… ¿Nos devuelve la pelota? – sonreía, al mirar a aquel mocoso de unos 9 años, mirándome asustado.

-YO: claro… toma -  dejé caer el balón al suelo rodando hacia sus pies, el niño cogió la pelota y salió corriendo con otros críos persiguiéndole, “Juega niño, disfruta, ahora que puedes, que desconoces lo cruel y siniestro que es el mundo”.

En aquellos días, me descubriría teniendo pensamientos demasiado lúgubres y tristes para un chico de  23 años recién cumplidos, atractivo, guapo y con una polla colosal. Pero allí estaba, pensando, sentado en un parque, sólo, mirando a  unos  críos juguetear entre ellos,  a unas palomas buscar restos de migas por el suelo, o a un grupo de madres sentadas riendo y vociferando sobre sus cosas.  Pensado en lo felices que eran todos en su ignorancia. Y allí entre ellos, estaba yo, con el cálido abrazo del sol apagándose en el cielo, esperando  algo, o a alguien, no lo recordaba, mi vida era confusa, y difícil de describir.

Me dolía el cuerpo, tenía varias contusiones o  golpes, algunos curados, otros en proceso y varios recientes, con los nudillos amoratados, vestido como un mendigo, casi irreconocible, con el pelo largo y abultado, sucio, una barba espesa y con un pesar en el corazón mayor que el que nunca había sentido. Me dolía el alma, pero me frotaba el hombro medio dislocado. Habían pasado más de 6 meses desde que salí del piso de aquellas estudiantes, animado con una sensación de encontrar un camino, una vía de escape o algo parecido a una solución contra Eleonor.

¿Cómo había pasado de aquello a mi situación actual? Es una buena pregunta, yo mismo me la hacia  cada segundo esperando en aquel parque. Lo repasaba en mi cabeza una y otra vez, una serie de acontecimientos hilados, que uno tras otro,  me tenían sumido en un caos total. “¿Cuál fue el primero de ellos? Ya no lo recuerdo…”, hice memoria.

Había salido de aquel piso con un par de ideas, Alicia Lara y Naira me ayudaron, sí, pero solo eran eso, ideas, algo que no me atrevía a contar a nadie, y que necesitaba encajar. Eleonor era una perturbada, pero una loca con recursos y matones es más peligrosa de lo que parece. Sus matones no eran problema, solo  eran perros obedientes, pero Carlos…aquel hombre me erizaba la piel, y después de aquella reunión en la oficina de abogados, éramos enemigos, y ahora sabía que tenía que tener cuidado conmigo. Eleonor contaba con todas las desventajas del mundo, ¿Que podía hacer yo? Pues lo que me habían enseñado ha hacer… “Pensar, razonar y Analizar”. Sí, eran las palabras de Eli, las que me enseñó, pero no fue ella la que me hizo actuar así, solo me reafirmó en un camino marcado por mis padres.

La primera  respuesta que saqué en claro del piso de estudiantes era evidente. Los ingresos increíblemente desorbitados por los contenedores de importunación y exportación de Eleonor que la hacían ganar dinero a espuertas, más que cuando su ex marido llevaba el negocio,  llevaban dentro algo que los hacían mucho más caros que antes. La segunda respuesta era más enrevesada, los matones no estaban allí para proteger a Eleonor, si no para vigilarla, era valiosa para alguien que estaba haciendo que los contenedores fueran tan lucrativos, y si quería que lo sugieran siendo, ¿Cual es la formula colombiana de conseguir que la gente colabore? Lo dijo Eleonor en la reunión, son   el secuestro y tener rehenes.

La historia era tan clara en mi cabeza entonces, ¿Por qué no lo fue antes? Era una suposición, pero tenía lógica.  Lili, o  Carolina, la “hermana perdida” de Eleonor había vuelto a drogarse, por eso no sabía nada de ella ni había regresado junto con su hermana. Había recaído tanto  que, algún pez gordo del mundo de la droga, se enteró de quien era, y se la llevó, chantajeando así a Eleonor, la dueña de una multinacional que importa y exporta miles de toneladas de material entre Europa y Sudamérica. No costaría mucho asustarla para hacer que dentro de los contenedores fueran kilos de droga, posiblemente cocaína, prometiéndola una parte de los beneficios para cerrarla la boca. Yo suponía  que así triplicaba las ganancias de las empresas, pero a su vez era prisionera. Eleonor no se podía negar por que tenían a Lili,  y se aseguraban  poniéndola a los dos perros de presa colombianos “a protegerla”. La jugada era genial, un narcotraficante podría ingresar mucho material en aquellos barcos mercantiles, protegidos por el nombre de una gran empresa, y seguramente con media aduana en los bolsillos o amenazados, además,  así blanqueaban el dinero con las ganancias de Eleonor. Casi era para aplaudir.

Esto representaba un par de puntos a dirimir:

1º Todo eso hacía mi situación más peligrosa, con narcos colombianos de por medio.

2º Eleonor estaba en una situación delicada, de la que podría aprovecharme algún día.

 Sin duda, los narcos defenderían su inversión, Eleonor se había convertido en una gallina de huevos de oro. Pero suponiendo que mis conclusiones fueran correctas, podía darle la vuelta a esa situación. Para cuando llegué  a mi casa después de salir del piso de estudiantes, ya tenía todo esto más o menos claro.

Eso era respecto a la primera idea que se me ocurrió con las chicas en su piso. Respecto  la segunda idea que tuve, era la que me tenía en aquel parque, 6 meses después,  esperando. Pero ya llegaremos a eso. Conociendo ahora el alcance del problema, no involucraría a mi familia en ningún aspecto, ni a nadie, si pasaba algo todo recaería sobre mí, y sabiendo eso, mi  fabrica de ideas encendió maquinas según pasaban los días.

Obviamente, pese a que tenía sentido la teoría sobre Eleonor,  no lo podía demostrar,  ni siquiera saber si era cierto, solo era una teoría convincente, debía  asegurarme de todo. Miré en el PC, vacío de todas mis grabaciones y chantajes, los tatuajes que recordaba, en el cuello y las manos de aquellos perros que me sacaron a empujones de la oficina de Eleonor. Tardé casi una hora pero los encontré, típicos de matones y asesinos de los cárteles de Colombia. Quizá fuera solo una coincidencia, y fueran dos renegados en busca de un trabajo digno de guarda espaldas, así que busqué al único hombre que yo conocía del  mundo de las drogas.  Adrián, un colega, el típico bala perdida de la fiesta, las drogas y la velocidad, y el que me ayudó a comprarme mi primer coche, o  tuvo al cerdo del amante de Lili, que además se tiró a mi dulce Ana, unas horas entretenido. Se sorprendió de mi llamada, y más aún cuando al quedar, le dije que me llevara dónde hubiera drogas, en sitios latinos.

Durante un par de días jugué al despiste, escondiéndome o usando tácticas algo inocentes para evitar que me siguieran. No volví  a ver  a ninguno de los seis secuaces de Carlos, a los que identifiqué, y no vi a ninguno parecido o similar, o no reconocí a ninguno más, o eran fantasmas o habían dejado de seguirme. De todas formas, actuaba como si siempre tuviera ojos encima, maniobras de huida e identificación de seguimiento, como dar una vuelta entera a una manzana, que  es de lo más útil, nadie lo hace accidentalmente, y si lo hacen, es por que te siguen.

Me pasé tres semanas de fiesta en fiesta con Adrián, casi todos los días,  y con algunos líos. Adrián, y su vida, era un frenesí difícil de mantener, pero me hacía amigos, colegas, preguntaba e  incidía de forma sutil. Hasta que un día de fiesta, en un local latino, Adrián se separó de mi unos instantes, y un par de camellos sudamericanos se me echaron encima. Lo estaba esperando, todos los camellos que Adrián me había presentado eran españoles o de origen árabe, y no había obtenido demasiado. En cambio, esos dos eran sudamericanos, y por el acento uno era de Colombia, ambos de unos 25 años, y vestidos con cadenas de oro y ropa holgada deportiva.

-CAMELLO1: oye, tú  eres Raúl, ¿No?

-YO: sí, soy amigo de Adrián, ¿Por qué? – decir que era amigo suyo te abría  puertas, y te sacaba de  líos, más de los que os podéis imaginar.

-CAMELLO2: por nada, brother, solo que nos han dicho que andas preguntando por ciertas cosas, y venimos a ver si podemos ayudarte – “¿O a interrogarme?”

-CAMELLO1: ¿Por qué andas tan preguntón con lo de la cocaína?

-YO: es sólo curiosidad, Adrián se mete, y quiero saber que es de calidad.

-CAMELLO1: lo nuestro es siempre de calidad.

-YO: lo sé, no hay más que verle cuando se pone, pero hoy en día se oye cada cosa en la TV sobre cómo la cortan y la mezclan con químicos…

-CAMELLO2: eso son los que no tiene buen material, nosotros sí tenemos, ¿Quieres probarla? – se sacó una bolsita del tamaño de una canica.

-YO: no…muchas gracias, pero me sienta fatal, solo vengo a cuidar de ese loco de Adrián.

-CAMELLO1: ¡Venga hombre! Solo un poco…- ambos se me echaron encima, sus miradas eran tensas, y comprendí que si me negaba una sola vez más, seria sospechoso…de lo que fuera que pensaran.

-YO: está bien, un poco, pero recordar que os he avisado… – el de la bolsita sacó una navaja y la pinchó hasta sacar un pizca de cocaína, me lo puso en la nariz, e inhale. Me ardió la nariz, y de inmediato un calor exagerado me subió por todo el cuerpo – ¡¡¡¡WWOWWWWWWW!!!

-CAMELLO2: ¡Sí señor! Amigo mío, así se hace – me dio la mano.

-CAMELLO1: es buena ¿Verdad?

-YO: ¡Joder, sí que lo es! Me siento a punto de echar a correr.

-CAMELLO2: pues si quieres más, llámanos, toma nuestro número… – me dieron una tarjeta –… y disfruta un poco, por que esto va para largo – se alejaron sonriendo, supongo que creyendo haber logrado un nuevo cliente.

Me pasé tres horas de fiesta bailando sin parar. No había consumido nunca, tenía un subidón de energía,  retozando con  varias chicas, que al frotarse contra mi verga clamaban sexo, desinhibidas por la bebida y las drogas. Me pasó cada noche que salía, las mujeres caían a mis pies sin esfuerzo, y no me decidía por ninguna. Ese día cedí.

Todas me parecían iguales, se parecían a Yasira, y la cabeza me daba vueltas. Así que cogí a dos mujeres por la cintura y me las llevé a un cuarto trasero. Ya tenía a una de rodillas chupándome la polla como podía mientras me besaba con la otra, magreando  senos firmes y  unos pezones negros y duros. La cocaína me puso a 100, y le rajé el vestido a la que tenía en pie, medio borracha, la puse cara a la pared y la penetré tan fuerte por detrás que sentí como se rompía algo dentro de ella. No me paró,  la embestía de forma brutal y sus lloros pasaron a ser gemidos, la bestia salió sin permiso, agarrándola del pelo como unas riendas, y haciéndola vibrar con cada estocada hasta que se corrió. Me fui a por la otra mujer, que  estaba de rodillas, masturbándose con lo vaqueros abiertos, se los saqué a tirones, me la subí encima y la follaba con su cuerpo  en el aire, dando saltos que la hacían estremecerse. Me llamaron “papito”  mil veces mientras las intercambiaba, cada orgasmo era un toque de relevo, y cuando me corrí, las dos se agacharon a chupármela llenado sus bocas de semen.

Cuando se me bajó el subidón, me fui de allí con Adrián, que estaba hecho un harapo, casi ni se tenia en pie. Conduje evitando las zonas de controles, y le dejé en su casa. Me fui a la mía y no pegué ojo en toda la noche, mirando al techo sin poder cerrar los ojos.

Al día siguiente acudí al trabajo, con tan mala cara  que se me notaba la mala noche. Penélope estaba muy melosa, hacía mucho que no iba por su casa, pero la presencia de Kate la apartaba. Esa belleza de ojos verdes seguía con una especie de acoso y derribo hacia mi persona, intentaba meterme en sus juegos, con Alexis, a la que hacía ponerme con ella todo el tiempo, y ese día no fue distinto. Estabamos trasteando en la oficina, de vuelta de una zona de ventas, cuando se acercó traviesa, conmigo vestido con mi traje de siempre, y Kate con un vestido morado de cuerpo entero, escotado hasta lo burdo, de minifalda y enseñando toda la espalda, de una tela reflectante, con el pelo suelto y maquillada para resaltar el par de esmeraldas de sus ojos.

-KATE: no me has ayudado mucho con la segunda visita…era una madre sola en casa, podrías haber sido útil… ¿Mala noche?

-YO: pues no lo sé, meterse coca y follarse a dos desconocidas a pelo en un cuartucho sucio, ¿Es bueno o malo? – se reía por que sabía que yo nunca mentía en esas cosas, pero a mi me preocupaba, si esas chicas hacían eso a menudo… me las tiré sin condón ni precaución alguna.

-KATE: depende de lo que entiendas por divertirse, no seré yo quien te juzgue.

-YO: estoy muy cansado ¿Quieres algo?

-KATE: lo mismo de siempre…que vengas a jugar conmigo algún día.

-YO: ya me follé a tu puta, y no me sirvió de mucho.

-KATE: eso dices, y ella, pero creo que la dejaste una grata impresión, le brillan los ojos cuando me dice que la follabas – “Asombroso”, por que no me la había tirado, solo la masturbé hasta correrse.

-YO: es normal, lo logro con todas – “Atento, se huele algo”, me decía a mí mismo.

-KATE: de todas formas, si no te gustó ella, quizá yo sí….- se me pegaba tanto que sus senos se elevaban sobre mi pecho en el escote del vestido, y sus ojos estaban clavados en mis labios.

-YO: ya te dije que no seré el esclavo de nadie.

-KATE: supongo que no puedo evitarlo, me pones cachonda, podría ser tu esclava…si me lo pides – la imagen de ella a 4 patas desnuda, y con una correa al cuello, me hizo tener un escalofrío, y sentirla rozarse corta mí,  de forma descarada, era brutalmente excitante.

-YO: no sabría qué hacerte, eres una profesional, y yo un novato – sonreía, acariciando mi pecho con sus manos.

-KATE: yo te podría enseñar a ser mi amo.

-YO: y terminaría embrujado por tus encantos,  lamiendo la suela de tus botas…no, gracias,

-KATE: ¿Tan irresistible soy? – pegó tanto su cintura a mi cadera, que  apretaba contra el bulto creciente de mi pantalón.

-YO: sí, eres de largo la mujer más sensual y excitante que he conocido… – mentí,  estaría en el top tres, aunque sí era la más descarada - …     pero no te follaré.

-KATE: mentirosillo….¿Y si te prometo que seré una niña buena? ¿Me follarás entonces? – puso cara de colegiala. Era increíble la facilidad con la que cambiaba la expresión de su rostro. No pude más, y la metí mano en el culo, frotándoselo con fuerza.

-YO: tú no podrías ser buena ni aunque quisieras, y no quieres – suspiró cuando solté su nalga, y la sentí rebotar en la yema de mis dedos.

-KATE: eres mucho más listo de lo que pareces.

-YO: es un don – sin disimulo, frotó mi verga por encima de la tela con una de sus manos.

-KATE: no es el único.

-YO: ese está reservado para las chicas que me quiero follar, y tú no eres una de ellas – mentira de nuevo, la abriría de piernas allí mismo si no sospechara de ella. “Pero sospechas de todas”, me dije.

-KATE: pues lo que siento es que se te pone dura.

-YO: mi rabo actúa por su cuenta, pero yo decido dónde meterlo, así que apártate – la agarré de la mano y la separé bruscamente, tanto que casi tropieza. Eso, lejos de asustarla, la excitó, y  sus mejillas se pusieron rojas.

-KATE: ¡Dios! Cómo me pone que te resistas tanto.

-YO: pues vas a acabar cachonda pérdida.

-KATE: yo follo mejor que esa frígida de Alexis, y sin usar el sado, te lo puedo asegurar.

-YO: te creo.

-KATE: ¿Y por qué no quieres? – no tenía respuesta, creíble al menos, todo mi ser deseaba acostarse con aquella “Rara avis”.

-YO: por que eres una mujer peligrosa, y ya tengo suficiente con una en mi vida – fue un misil directo a su coraza, para saber si reaccionaba al mencionar, de forma tan ligera, a Eleonor. Estudié su rostro, esperando alguna reacción, la que fuera, confusa, graciosa, enfadada o algo que me dijera si sabía de lo que hablaba, pero no hubo nada, durante unos segundos su rostro se heló, como antaño.

-KATE: dicen que el sexo con las mujeres peligrosas es el mejor de todos – “Rehuye del tema, claro, no te lo va a decir, no puede, se delataría”, su rostro era una fachada, la que ponía para que no se sepa nada de lo que pensaba, estudiada al detalle.

-YO: y también que son las que te meten en más líos…- asintió mordiéndose el labio- …tengo un CD…- me giré cogiendo uno de la mesa, y de nuevo estudiaba su mirada ante una alusión al CD que me robaron en la oficina. Esa vez se heló  tarde su rostro, un atisbo de duda pasó por sus ojos -…de técnicas de ventas que me han dejado, ¿Quieres echarles un ojo?

-KATE: no, gracias…tengo a estas …– se apretó los pechos -…son todo lo que necesito – se giró contoneando su cadera con descaró, pretendía confundirme, usando su cuerpo de cebo, para que no recordara ese ínstente de duda, pero podía deleitarme con sus andares y saber que la mención de los CD la puso tensa, “O lo sabe, o directamente fue ella quien se llevó el CD de la oficina”.

Puede parecer que soy un superdotado del engaño y la manipulación, que siempre voy un paso por delante de todos, pero llevaba dos meses haciéndolo sin parar a todos. Solo que Kate tiene cierta relevancia, y el morbo de esa mujer se merece ser relatado. Pero esto mismo hacía a diario con muchos de mis conocidos, buscando pistas, leyendo caras, intuyendo en sus palabras,  poniendo trampas teniendo cuidado en lo que decía, y luego en lo que no decía.

De momento tenía mis sospechas, no había descubierto a ningún topo de los que mencionó Eleonor en su momento de ira,  ni tenía nada seguro, pero Kate y Lara eran mis mejores opciones para ser sus colaboradoras. Kate era evidente, pero Lara se había mostrado demasiado interesada en  saber de mis planes, y cuando acudía a su lecho, siempre me preguntaba. Más allá de eso, nada me hacía sospechar de Lara, era una mujer normal, embobada conmigo, algo curiosa, sí, pero  la historia despertaba la curiosidad de cualquiera, no era culpable de ser normal, aparte de que me parecía una mujer demasiado débil de carácter como para soportar esa presión. Lara no tenía ningún motivo para jugármela, mientras no tuviera pareja acudiría entre sus preciosos y opulentos senos siempre que pudiera ¿Entonces quien? Me estaba volviendo loco, pero tenía las cosas claras. O Eleonor no movía ficha y  me daba tiempo, o la reunión la dejó a ella y a Carlos tan desconcertados que pospusieron sus planes.

Durante el siguiente mes a esos primeros días de maquinaciones, aquel par de camellos latinos fueron una gran fuente de información. Acudíamos a ellos cada fin de semana, y nos invitaban a fiestas a Adrián y a mí, nos presentaban a otra gente, y  les soltaba la lengua. Me hablaban de otra gente por encima  de ellos, y de que el precio de la cocaína había bajado un poco por  que estaban metiendo mucho material últimamente. Hábilmente les hice ver que era un ser muy social, y me ofrecí a ser camello para ganar algo de dinero extra, y de paso, subir en los escalafones de la organización, aquel par de idiotas eran camellos que intimidaban pero solo eran el primer escalón. Me presentaron a uno y a otro, probando cada vez más cocaína para no levantar sospechas, llegando a pincharme. Mi escala de valores y moralidad se habían ido a la mierda, pero no por las drogas, si no por que mi objetivo era claro, Eleonor, y haría lo que fuera por lograrlo.

Cuando entré en el gremio, Adrián me hacía de camello a cambio de algún gramo, yo no conocía a nadie que consumiera, y él sí. Fue algo turbio y raro,  muchas noches no las recuerdo con nitidez, solo recuerdo fiestas, drogas, chicas y dinero. Entendí la atracción de ese estilo de vida, pero no me gustaba, solo lo fingía. Mis ventas de papelinas, o las de Adrián, eran buenas, y pronto me propusieron conocer a alguien mayor en la escala. Juan, alguien que al verlo, fue  fácil pensar  que debería de tener miedo, rodeado de escoltas y una actitud serenamente perturbadora.

Fue dónde cometí el primer error, estaba ya muy cansado, y me preocupaba engancharme a la cocaína, así que me apresuré y pregunté demasiado pronto por la procedencia del material,  y si alguien había oído hablar de una tal Eleonor, joder, tendría que haber esperado. Me pasé dos días en un sótano siendo apaleado por unos tipos, insistiendo en cómo sabía ese nombre, y quien más lo sabía. Me daban descansos, y se me ocurrió una historia creíble que fui soltando según me lo sonsacaban. Al tercer día me soltaron,  echándome de la venta de cocaína, y una amenaza clara de que si volvían a verme, o saber de mí, yo desaparecería de la faz de la tierra.

Me reía al regresar a casa después de aquello, dolorido con el estómago, lleno de golpes, y la cara repleta de heridas, pero al menos ya tenía una cosa clara. Eleonor estaba en el ajo, no se hubieran enfadado tanto si no.  Adrián sufrió el mismo castigo, y eso me molestó bastante, le había usado, y el pobre se llevó más de lo que merecía, pero de nuevo, me pareció bien pagar ese precio. Todo me valía.

Un par de semanas de baja me dejaron como nuevo, la primera de las heridas, y  la segundo del mono. Durante un día entero no me levanté de la cama, sudando y tiritando, mi madre tenía miedo a preguntar, se estaban asustando de mi forma de actuar.

 

Kate - Los ojos verdes.

Al volver al trabajo, Kate seguía a lo suyo, se preocupó de que Alexis no me echara, por que mi trabajo era un desastre y pasó lo que me temía. Un día, Kate  me llevó a un cuarto apartado y se me echó encima tras cerrar la puerta, besándome con pasión, era la primera  mujer que tocaba en varios días y me costó recomponerme. Yo ni iba arreglado, un pantalón de vestir y una camisa de manga larga debajo de una chaqueta, bastante que me  duchaba e iba a trabajar, aún tiritaba con ganas de ir a buscar cocaína. En cambio, Kate iba espectacular, con un vestido rojo brillante, de un solo hombro y  de falda de tubo hasta las rodillas, con una obertura muy sensual en la pierna izquierda, tan guapa y perfecta como siempre. Al besarnos la abracé para fundir nuestras lenguas, y querer sentir algo de control en mi vida.

-YO: quieta.

-KATE: pues deja de besarme.

-YO: por favor, no estoy en condiciones.

-KATE: ¿Me suplicas? Eso es nuevo.

-YO: lo estoy pasando mal, y no encestó más líos.

-KATE: pues deja que te relaje – “Que hábil es”, me había desabrochando el pantalón y masturbaba mi polla piel con piel, quitándome la chaqueta, de dónde se me cayeron unos bolígrafos,  y una pluma que usaba a menudo.

-YO: pufff para…te lo pido por favor – sonrió sin gustarme un pelo, de golpe me cogió de los huevos y los retorció.

-KATE: tú no pides nada, aquí mando yo – “Mierda, he bajado la guardia, me he mostrado débil, y ella lo huele”

-YO: suéltame.

-KATE: tú no das ordenes – daba pequeños tirones que no llegaban a doler, pero eran incómodos.

-YO: no voy a ser tu esclavo.

-KATE: yo lo eres, mantienes este trabajo por que YO se lo ordeno a Alexis, eres mío.

-YO: te lo agradezco pero…- apretó un testículo haciéndome retorcerme, sujetándola de los hombros.

-KATE: no quiero tus agradecimientos, quiero que seas mi putita – clavé mis ojos en sus esmeraldas, le brillaban de un color vivo.

-YO: puedes arrancarme los huevos si quieres, o echarme,  no ocurrirá, no seré tu juguete – me miró lasciva, noté como se preparaba para estrujar mi escroto de nuevo,  y fui lo rápido que pude,  la di un fuerte empujón, tanto, que salió disparada rebotando contra una pared de cemento a un par de metros. Se sorprendió, pero luego gimió como una gata en celo.

-KATE: a ti no podré doblegarte ¿Verdad? – sonreía mientras se agarraba al hombro del vestido, y de un tirón, lo rompió, mostrando sus voluptuosos senos encerrados en un corsé de cuero negro, luego  fue acercándose levantando la falda ceñida que le llegaba por las rodillas hasta mostrarme un tanga rojo,  y se me tiró encima de tal forma que o la cogía o se haría daño. Al cogerla, giró su cuerpo y quedó tumbada boca arriba en la mesa, conmigo encerrado entre sus piernas.

-YO: ¿Qué haces?

-KATE: vas a follárme, aquí y ahora.

-YO: no pasará – traté de escaparme, pero estaba aprisionado por sus piernas.

-KATE: ¡¡¡¡¡SOCORRO!!!! – me asusté de su cara, gélida, y luego se fue angustiando sin ningún motivo, “Quiere un escándalo”

-YO: para, nadie se creerá que te estoy violando…- ante mi atónita mirada, se dio un puñetazo ella sola. La cogí de las manos, y cualquiera que entrara y nos viera, solo pensaría una cosa.

-KATA: fóllame o seguiré gritando hasta que alguien venga.

-YO: pues grita tú sola, yo me voy – mi fuerza era suficiente como para levantar ambos cuerpos, y así lo hice. Kate no se soltaba, y la estampé contra una pared para que el golpe me liberara, pero solo gimió de nuevo.

-KATE: oh, si…me gusta fuerte – su tono sexy, era irritante.

-YO: ¿Quieres bajarte o te tengo que bajar yo?

-KATE: adelante, mientras lo haces gritaré, alguien entrará y nos verá así, ¿Qué pensarán? – “Me tiene pillado”, un hilo de sangre le caía de los labios, por el puñetazo que se había dado, y tenía una sonrisa malévola.

-YO: puedo taparte la boca.

-KATE: umm me pones a 100, pero te daría igual, en cuanto me soltaras gritaría, y cuando entren, diré que me has intentado violar, todos saben que hemos entrado aquí juntos, y te verán salir,  hasta puedo hacer que Alexis te acuse también – “Mierda”.

-YO: no voy a ser tu esclavo.

-KATE: me da igual, seré tu puta, te haré el hombre más feliz del mundo, podrás azotarme, violarme y tenerme atada días, castigarme por lo de hoy o lo que quieras, pero fóllame o empiezo a gritar de nuevo – la cogí del cuello apretando lo justo, eso lo había visto en algún sitio, y Kate torneó los ojos al comprender que había ganado.

-YO: eres una mala zorra, y te voy a enseñar a comportarte – estaba vendido, tendría que follármela y jugar con ella. Pero a la vez que mi polla se endurecía, mi cabeza regresaba.

-KATE: oh si…por favor, he sido muy mala, ¡Pégame! – la solté un bofetón sonoro, que la dejó gratamente sorprendida.

-YO: te pegaré cuando me salga de los cojones -  la solté otro de revés, y  se relamió la sangre como una vampiresa salida.

-KATE: como gustes.

-YO: esto funciona como yo diga, o me largo y puedes hacer lo que quieras, jamas seré tuyo, ¿De acuerdo? – asintió orgullosa.

-KATE: sí, seré una buena puta para ti – la besé lentamente, ella no se movía, la tuve que ordenar que me devolviera el beso, usando su lengua.

-YO: más te vale, estos juegos no me gustan, ¿Por qué fingirías que te he violado?

-KATE: por que así podré tenerte entre mis muslos, abriéndome el coño a tu antojo, mi señor, follándome cuando quieras, o dejándome sin sexo durante días, volviéndome loca de celos follando delante de mí, o ayudarte haciendo tuya  a cualquier mujer, servirte en todo, y complaceré tus más oscuros deseos y perversiones – “Desde luego,  sabe vender”

-YO: eso me lo da cualquier zorra de mierda.

-KATE: ¿Y que deseas de mí? Solo pídemelo, y lo haré realidad

-YO: obediencia ciega.

-KATE: la tienes.

-YO: eso no se dice, se demuestra.

-KATE: ¿Qué quieres que haga?

-YO: deja a Alexis, hoy mismo, dila que te has cansado de ella, que es un mala esclava y que no merece tu tiempo.

-KATE: pero mi señor, ¿No te gustara estar con las dos?

-YO: obediencia ciega – asintió de nuevo.

-KATE: lo haré…en cuanto salgamos de aquí – tenía la esperanza de que con aquel juego pudiera quitármela de encima, pero era demasiado lista, “No queda otra”. Me convencía que era un mal necesario, pero en el fondo, deseaba tomar brutalmente  a esa mujer.

 

-YO: bájate...– obedeció al instante, me senté con ella de la mano –… baila para mí – sonreía sorprendida, quizá pensaría que sería más difícil doblegarme.

Comenzó a contonearse, susurrando una leve canción con un tono erótico en la voz, frotándose todo el cuerpo con las manos. La aterraje hacia mí, y se frotaba contra mi cuerpo, mirándome a los ojos mientras seguía canturreando. Mi polla ya estaba por reventar, eso os lo aseguro.

-YO: sigue bailando, y desnúdate.

Se separó lentamente, y con unos movimientos muy ágiles se sacó el hombro del vestido del todo dejándolo por su cintura. Su torso era pecado, estilizado por el corsé, y con unos senos que rebosaban inquietos. Se giró poniendo su culo a mi alcance, abriendo la cremallera de la falda del vestido, y se lo bajó sin doblar las rodillas, regalando la visión de un trasero inmejorable, solo el de Alicia me pareció mejor, y embutido entre sus nalgas un tanga de encaje rojo. Se sentó en mi regazo,  para levantar las piernas y sacarse el vestido del todo. Pasó unos minutos frotando su culo contra mí,  mientras se desabrochaba el corsé antes de quitárselo. Se levantó, y se bajó el tanga que se había quedado pegado en su coño debido a la humedad que sentía. Kate estaba ruborizada y excitada, “Enviada o no, le gusta”.

-KATE: ¿Y ahora, mi señor? – lo decía mientras hacia girar su prenda intima con un dedo.

-YO: métete el tanga en la boca,  y con ese celo de la mesa, cierra esos labios de guarra que tienes, no quiero oírte gemir mientras te corres…– abrió la boca, y se metió el tanga entero, sin rechistar,  luego cogió el celo de forma casi angelical,  y se puso varias tiras en la boca –… vamos a comprobar que no se oiga, túmbate en la mesa y ábrete de piernas…– lo hizo lentamente, provocándome, mostrándome un coño depilado y rosado, con grandes labios mayores –…ahora tócate, mastúrbate,  métete tantos dedos como puedas y haz que te corras, no te cortes en gritar, necesito saber si se te oye incluso en el más alto éxtasis.

Se frotó el clítoris con cuidado, separando sus labios menores, y comenzó una masturbación intrépida, rápida y profunda, se metía varios dedos dentro pero no dejaba de frotar el clítoris. Me puse en pie y me metía entre sus piernas admirando su depurada técnica. Sus ojos verdes se perdían en un placer enorme que sentía, cuando pudo, me miró con lujuria, casi con soberbia, u orgullo. La di otro bofetón, que la dejó estupefacta.

-YO: eres una puta inútil, ¡No sabes ni como tocarte!... – aquellas palabras la dejaron confusa, la primera vez que la vi así –… te voy a comer este coño tan feo que tienes, y te voy a enseñar como se hace… si sabes, acaricia tus tetas sin parar, ¿O lo tendré que hacer yo también? – gimió de gusto, amasándose los senos, con los pezones totalmente duros,  pellizcándolos con virulencia.

Metí mi lengua en ella, saboreando su delicado coño, acariciando y chupando su clítoris. Kate se estremecía cuando mis dedos hurgaron en ella, buscando el punto G, y su espalda se retorció al masajearlo. A los 5 minutos Kate se movía poseída, y una serie de espasmos terminaron en un orgasmo que hizo gotear un líquido transparente de su interior. Lanzó alaridos terribles por que no me detenía, y eran apenas audibles por la mordaza. No  descansé hasta que el segundo orgasmo llegó, y ella se derritió cayendo al suelo, mientras observaba incrédula.

-YO: quítate la mordaza y quédate dónde estás, no te vistas, no hables, y si entra alguien, haz lo que sea  para que no hable, ahora vengo – al sacarse la mordaza, respiraba bocanadas enormes, con una sonrisa nueva que no la vi hasta se momento. Al regresar a ese despacho, llevaba  a Alexis arrastrada del brazo, al ver a Kate  con la cara interna de sus muslos brillando, se paralizó.

Hubiera regresado antes, pero Alexis había salido a vender, e iba con un traje de oficina con falda larga que la impedía moverse rápido, con tacones de infarto y una chaqueta de vestir que abotonada le hacia relucir sus preciosos senos.

-KATE: ¡¿Que hace ella aquí?! Creía que…- la solté otro bofetón a Kate, pero no era para ella, si no para Alexis, que se quedó blanca al ver a su ama en esa tesitura.

-YO: díselo, ¡Ahora!  O me voy.

-ALEXIS: que…que ocurre…mi señora.

-KATE: ahora no, cuando terminemos – la cogí del cuello levantándola del suelo medio palmo, para dejarla sentada en la mesa.

-YO: ahora, delante de ella, quiero ver su cara cuando se lo digas – sonrió con una cara ya más reconocible, se puso en pie y se acercó  a Alexis.

-KATE: de rodillas…- Alexis cayó al suelo –… lame mis pies, puta… – le hizo unos zapatos de saliva –…mírame, pero no te levantes…- lo hizo casi a punto de explotar de excitación –…eres una esclava de mierda, y me he cansado de ti, ya no te quiero.

-ALEXIS: pero…- le soltó una brutal patada al estómago.

-KATE: no hay peros, desde ahora dejo de ser tu ama – Alexis, tirada en el suelo, doblada de dolor, la miraba echándose a llorar, sin comprender nada. Alexis debió de recordar mis palabras en  nuestro primer encuentro sexual, y me miró a mí, pidiendo clemencia.

-YO: a mí no me mires.

-KATE: ya está, esta no nos molestará más – me acerqué a Kate por detrás, sobando su coño.

-YO: échate boca abajo sobre la mesa, y ve preparando tus dos agujeros, voy a follarte por todos los sitios que pueda… ah,  y ponte la mordaza – un azote intenso en su culo la puso en movimiento. Me agaché a ayudar a Alexis, la arreglé la ropa, y sequé sus lágrimas, sacándola de allí, consolándola.

-ALEXIS: ha…ha pasado…me lo dijiste.

-YO: es cierto.

-ALEXIS: pero…me prometiste que yo sería tu puta.

-YO: y lo serás.

-ALEXIS: ¿Pero Kate…? – advirtiendo que nadie de la oficina miraba, agarré su trasero, besándola con lengua, “Que bien besa”, me sorprendió.

-YO: voy a ocuparme de esa desagraciada, cuando acabe con ella, no la volveremos a ver, te lo juro, ¿Confías en mí? – asintió, abriendo los ojos después de saborear mis labios.

-ALEXIS: pero es mi ama, o… o  lo era…es muy fuerte.

-YO: ya ha caído, y aún no lo sabe, te repito, ¿Confías en mí?

-ALEXIS: s…sí…sí ¿…Mi señor? – su mirada era la más dulce y tierna que os podáis imaginar.

-YO: no soy tu dueño, no soy como ella, yo no te cojo o te dejo como un pañuelo, llámame como quieras, pero cuidaré de ti mientras tú lo desees, seré rudo,  fuerte e inflexible, pero si te comportas bien, jamás te abandonaré.

-ALEXIS: soy tuya… – me besó sin mirar a su alrededor, dándole todo igual, regalándome un instante de excitación espectacular –… destroza a esa zorra, te lo pido como tu fiel sierva que seré desde el día de hoy.

-YO: eso no se dice, se demuestra – “La misma frase”

-ALEXIS: ¿Qué quieres que haga?

-YO: echa a Kate, di que se apropiaba de las ventas de los demás usando su cuerpo, yo se lo diré a Luis por separado, para que se lo crea – un ligero gesto de duda desapareció de su cara, Kate vendía bien, pero ya no era su amo.

-ALEXIS: dalo por hecho – mi mano palpó su culo, bajo una falda de tela, notando el consolador en su ano, “Todavía está castigada”

-YO: sácate eso de ahí, ese culo es ahora mío, y lo quiero solo para mí – asintió ruborizada al sentir como se movía por el roce de mis manos.

Alexis salió despedida y acalorada. Al entrar en el cuarto, y cerrar la puerta, Kate estaba tal como le había dicho, con la mordaza, recostada sobre la mesa con el culo ofrecido, metiéndose varios dedos en coño y ano. Me acerqué  lentamente, cogí el celo y até sus muñecas a la espalda, esposándola.

Su vagina emanaba fluidos cuando me saqué la polla dura, y jugaba con el glande en sus labios mayores. Hice fuerza y fui penetrando lentamente, sin parar ni retroceder para impulso. Como estaba amordazada, no sé decir cuanto le dolió o gustó, pero le entró toda, y la dejé dentro un minuto, sintiendo como estaba palpitando por dentro. Me fijé en un tatuaje en unos de sus hombros, eran unas esposas y una fusta entrelazadas.

Me agarré a sus caderas, y desaté a la bestia, después de semanas sin follar  iba a destrozar a Kate como hacía mucho que no hacía con una mujer. Rebotaba contra su trasero deleitándome con el oleaje de su piel, vibrando y gozando entre murmullos acallados. A los 10 minutos empezó a correrse otra vez, sin parar, cada dos o tres minutos llegaba otra tempestad y ella gritaba ahogadamente. Ala media hora reventé corriéndome dentro de ella,  y me arrodillé  lambiendo su ano ligeramente abierto. Le temblaban las piernas cuando mi tranca, dura otra vez, apuntó a su culo, costó un mundo abrírselo, su cuerpo se calentó a punto de hervir su sangre, con  la piel roja y congestionada.

Fue animal como, poco  a poco, me abría paso en su trasero, pero no por ir con cuidado, si no por que se la estaba metiendo a marchas forzadas. Viendo aquella belleza de mujer amordazada, atada por la espalda las muñecas y su precioso culo siendo masacrado una y otra vez, me enervé. Cuando su ano se relajó un poco, la bestia reapareció, y fueron los 40 minutos seguidos más bestias que recordaba desde que doblegué a Madamme. Al correrme, una serie de orgasmos anales de Kate la hicieron levantar las piernas del suelo quedando colgada de la mesa y mi falo.

Me senté en una silla, sudando y viendo como Kate se deshacía como un azucarillo. Al caer al suelo, me miraba sobrepasada, pero aún había algo en su mirada que no me gustaba. La cogí de la cara arrancándola la mordaza, le saqué el tanga lleno de babas, y la besaba con dulzura.

-YO: es lo que querías ¿No?

-KATE: sí….- jadeaba cogiendo aire - …follas como un dios.

-YO: vamos a ver como la chupas… – se giró para que la desatara las muñecas–… no, una zorra de tu nivel tiene que hacerlo de forma especial, sin manos.

La cogí de un brazo para ponerla en pie, luego de la cintura a mano cambiada, y de un tirón, la giré en el aire, quedando con mi cabeza entre sus muslos, y  con mi verga endureciéndose en sus labios. La engulló entre risas, mientras yo sorbía lo que salía de su interior.

Aguanté 20 titánicos minutos todo su peso, luego me senté en la misma posición, pero apoyado por los respaldos. Me la estaba chupando casi atragantándose con la única inercia de su cuello y la fuerza de mis brazos subiendo y bajándola, con las manos atadas en la espalda, ya que  no podría hacer otra cosa.

Se pasó otros 20 minutos jugando con su lengua y su boca, sin sus manos podría haber estado 1 hora, pero ya estaba cansado de la postura. La hice rotar y me la puse encima a horcajadas, penetrando su coño hasta el fondo, con sus senos rebotando. Lamí sus pezones, y usaba sus pechos como asideros para sujetarla mientras daba golpes de cadera, uno tras otro. Sus gemidos se le escapaban, se mordía los labios para evitarlo, pero cuando llegaron sus orgasmos tuve que dejar sus senos para acallarla a besos, agarrando su culo y levantando su cadera para que fuera mi cintura la que entraba y salía con una velocidad enorme, incluso metiendo algún dedo en su ano.

Soltó un grito al correrse de nuevo, y la abofeteé provocando otro orgasmo. Era increíble, le salía sangre de los labios y tenía todo el lado derecho de la cara rojo, pero sus ojos brillaban de placer. Me volví loco,  sacando a la bestia, pero tenía mi jugada preparada. Cogí de sus tobillos, levantándola de la silla, con ella a horcajadas seguía arrodillada en el aire por mis manos en sus pies, haciendo equilibro sobre mi pecho al no poder agarrarse, y doblando las piernas tanto que apenas podía con su peso. Eso provocaba largas y profundas perpetraciones, y a la décima su cuerpo se venció hacia atrás, babeaba del vendaval de sensaciones que sufría, y cayó violentamente sobre la mesa de espaldas, se tuvo que hacer daño en los brazos, pero si acaso la excitó más.

Me rodeó con las piernas al sentir apoyo en su espalda, y hacia fuera para que siguiera. La bestia se salió del mapa como casi no recordaba, y sus orgasmos seguidos lo corroboraban. Algunas veces me vencía sobre ella y tiraba de sus pezones con mis dientes hasta casi arrancarlos, o la azotaba en el culo con tanta fuerza que me dolía la mano. Todo aquello la hacia ponerse cachonda. Cuando no pude continuar, me salí de ella,  rodeando la mesa, y  se la metí en la boca, follándola un minuto más,  metiendo casi  ¾ de mi descomunal miembro en su garganta, descargando en su boca. Kate se atragantó, tosiendo y echando saliva y semen, pero se pasó unos minutos dejándomela bien limpia, y tragando lo que la postura le permitía.

-YO: es verdad que follas bien.

-KATE: ¡Madre mía…qué animal…otros me han excitado con humillaciones mayores, pero nadie me ha hecho correrme así…tantas veces!

-YO: me suele pasar – la levanté de la mesa, sentándome en la silla, con ella en mi regazo, con cara de no haber roto un plato, sacando pecho con las manos aún atadas a su espalda.

-KATE: ¿He sido una buena puta?

-YO: la mejor – suspiró lamentándose.

-KATE: es una pena, follas mejor de lo que me imaginaba.

-YO: ¿El qué es una pena?

-KATE: quiero que sepas que no es nada personal, ojalá pudiera cambiarlo, pero tengo que ponerme a gritar.

-YO: ¿Por qué? Te he follado.

-KATE: y muuuy bien… pero es lo que necesitaba, piénsalo, estoy atada, con tu semen por todo mi cuerpo, y marcas de golpes, es inmejorable.

-YO: ¿Y por qué querrías joderme? – sonrió besándome con ternura en la mejilla.

-KATE: Eleonor te manda recuerdos – cogió aire, y estuvo a punto de gritar, pero la tapé la boca.

-YO: ¡No me jodas, ¿Trabajas para ella?!…– asintió con la cabeza – …antes de que grites, ¿Puedo preguntarte algo?  - volvió a asentir, y  solté su boca.

-KATE: no puedes evitar que grite.

-YO: ya supongo, ¿Pero por qué  ayudas a Eleonor?

-KATE: no la ayudo, ni la conozco, un hombre buscaba a una mujer con ciertas…aptitudes, y nos presentaron, fue unos meses antes de entrar aquí – supuse que “ese hombre”, sería Carlos, además,  confirmó que Alexis me dijo la verdad respecto a las fechas, Kate me habló de un año antes de entrar a trabajar allí, para que no sospechara.

-YO: ¿Y qué se supone que querían que hicieras?

-KATE: debía de trabajar aquí hasta que me dieran permiso de entrarte, y eso fue hace tres meses, tenía que lograr que te acostaras conmigo, o con Alexis, y luego montar un escándalo.

-YO: ¿Y no sabes nada más?

-KATE: no, no me dijeron nada, ni pregunté… me van a pagar mucho dinero, y me he divertido – se contoneaba encima mía, y me pasaba su nariz  por la cara, pero estaba convencida de lo que iba a hacer.

-YO: y que vas ha hacer, ¿Gritar y decir que te violado?

-KATE: no lo hagas más difícil.

-YO: ¿Cómo podría? …- me miraba, extrañándole mucho esa conversación, yo tendría que estar de los nervios ante sus ojos - …¿Me haces un favor antes de ponerte a chillar?

-KATE: claro, te lo has ganado…- sonreí locuaz.

-YO: ¿Me acercas esa pluma del suelo?... – se giró buscándola, con una habilidad espectacular, estando atada por la espalda, se puso en pie, midió, y se agachó a cogerla,   dio una vuelta para  dármela y se volvió a sentar en mis piernas, con cara de asombro.

-KATE: ¿Puedo hacerte una pregunta yo?

-YO: claro.

-KATE: estoy a punto de meterte en un lío bien gordo, y estás ahí sentado, tranquilo, no me quitas de encima, ni me desatas, o me das la ropa, no te vistes, ni sales corriendo… ¿ me pides una pluma?

-YO: es que es una pluma especial.

-KATE: ¿Que tiene de especial?

-YO: que en realidad no es una pluma, es una grabadora de voz,  activada para más señas, desde que entramos en este cuarto – sus ojos verdes se abrieron tanto que se podían haber salido de sus cavidades.

-KATE: ¿Qu… qué? -  activé la pluma, rebobinado, y puse alguna parte de aquel rato, no importaba cual, por que Kate cerró los ojos.

-YO: adelante, puedes gritar si quieres…– al abrir los ojos, algo parecido al odio, y mezclado con diversión, palpitaba en ellos, pero dejé pasar más de un minuto, para dejarla claro que no podía abrir la boca. Cada 10 segundos Kate me miraba, diciendo “Ya vale, ¿No?”, pero aguardaba en silencio - …¿O te dejo el móvil y llamamos a la policía?

-KATE: mira…yo no pretendía…me contrataron…

-YO: no es culpa tuya, ya lo sé.

-KATE: ¿Entonces…?

-YO: tú sabrás, puedes salir de esta pesadilla si no aceptas el dinero, y dejas el trabajo.

-KATE: perdería mucho dinero…y si jugamos…- dios sabe que me encantaría jugar hasta el final de los tiempos con una mujer así, pero la corté.

-YO: no, nada de juegos, Alexis te echará en unos días, acátalo sin problemas, y arréglatelas para dejar el trabajo de Eleonor, no tienes opción, si me la intentas jugar de cualquier manera, esto saldrá a la luz …- la di un toquecito con la pluma en una teta - …y no será una humillación de las que te gustan.

-KATE: muy pocos me la han jugado así…

-YO: acéptalo.

-KATE: está bien, ¿Y si me desatas? – puso cara de niña buena, la solté.

Se vistió sin ponerse el tanga, hecho una pelota húmeda. Kate sonreía sin parar, como si perder aquella vez le hubiera gustado, más por como se jugó,  que por el resultado en sí. Yo me arreglé deleitándome con su belleza exuberante. Al salir del despacho,  se acercó a darme un largo beso.

-KATE: toma, esto es un regalo – metió aquella bola roja de ropa intima en mi bolsillo, acariciando mi rabo con astucia, dándome un último beso, y mirándome a los ojos.

-YO: gracias, preferiría que me informaras de cualquier cosa referente a Eleonor.

-KATE: así lo haré, y si quieres, podemos quedar algún día y repetir esto, me ha gustado mucho.

-YO: ya veremos…

Al salir de esa oficina, yo iba con una gran sonrisa. Otro balazo esquivado, una segunda denuncia por violación después del pariré de Jeni, y el juez me condenaría sin mirarme. Con una sensación de victoria, abandoné el trabajo para ir a la casa de estudiantes, y pasar la tarde con Lara y sus pechos, disfrutando de ella cuanto quería.

Pasaron un par de semanas, Kate dejó el trabajo, y Alexis volvía a ser una jefa implacable, le daría un tiempo para tenerla ansiosa.

Fue un alivio recibir un mensaje de Eleonor a la semana, solo era una tarjeta dibujada, con una carita sonriendo, y un  guiño con el ojo de color verde. “Maldita sea, que bien iba entonces, ¿Cómo he terminado en este parque, echo una mierda, solo unos meses después?”

(9,82)