Un diminuto jardín en el interior de una botella
es tu corazón, alumbrado entre las rosas.
Tu corazón añejo, cansado de latir,
de donde proceden la luz y las tinieblas
y el amor o el odio,
va tejiendo suavemente sentimientos
en las enredaderas y en las plantas
inundadas de noche en los jardines.
Lo que sucede durante todas nuestras horas,
desde aquella primera en que salimos
a la luz del día, todas ellas se reflejan,
y se nos van grabando en la piel del pecho,
como besos o heridas.
Fuera duermen las palmeras esponjosas
y la solitaria, la silenciosa luna que suspira
va con el dedo en nuestros labios reclamándonos silencio.
El descubrimiento de tus venas
y la muerte en el mar.
Mi amor o tu sangre van regando
las arterias que yo amo.
Me vas envolviendo,
como sábana que envuelve lo mojado,
y va sacando lo más bello de las cosas,
lo más increíblemente hermoso
de la realidad y de la vida,
lo mejor del sentimiento de los hombres,
por tu belleza eterna.
La fuerza del corazón, como huracán,
como lluvias torrenciales de cristal y alabastro,
fuerte como los monzones de la India.
Yo soy dueña de toda la ilusión de tus entrañas
en la ciudad amable.
Un resumen de ti es tu corazón, jardín delicadísimo.
Cada sentimiento es una especie vegetal
en el interior de una botella.