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MI DON (59)

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¿Cómo acabar esta historia? Es una pregunta que os lanzo, pero que llevo pensando desde el momento en que escribí el inicio de todo esto. Ha sido un largo camino, y os agradezco de corazón  a los que habéis llegado hasta aquí,  siguiendo la serie desde el principio, por que  me habéis dado vuestra confianza, en mayor o menor medida. Pese a mis errores o  fallos, pese a las incongruencias que haya podido plasmar, o meteduras de pata en la historia, pese  a no compartir  o entender mi forma de escribir y relatar alguna parte, tan real como ficticia, de mi vida,  ahora empezáis a leer este montón de palabras que pretenden ser un digno final a algo que, bueno o malo, eso ya lo decidiréis vosotros, me ha reportado una gran satisfacción. Así que con este ánimo,  aquí me encuentro, teniendo que elegir cómo empezar una terminación, por que no nos olvidemos, esto es una historia, y si algo aprendí en las clases de literatura en el colegio, es que  todas las historias tienen  presentación,  nudo, y  desenlace.

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Raúl – Comienza el espectáculo.

Me encontraba en la calle, dejando atrás a pasos acelerados la cafetería en que había dejado a mi prometida, Alicia, y a su hermana, Mara. Me despedí de ellas, ante la posibilidad real de no volver a verlas nunca. Todo por lo que luché, y todos los sacrificios que hice, me llevaron a ese instante, y no perdería mi oportunidad de comenzar una nueva vida junto a Alicia, sin Eleonor, Zeus, Carlos o cárteles de la droga. Todo o nada.

Empezó la fase final de mi plan, absurdamente llamado sólo en mi cabeza “El plan Miguel Ángel”, tres años de planificación y espera, hasta que me llegó la carta con el “OK” de color verde, era el pistoletazo de salida para que me pusiera en marcha, la señal de que había llegado el momento idóneo que tanto anhelaba.

El primer paso fue ir al local latino del par de camellos colombianos con los que había trabajado, y hecho amistad. Además, me habían logrado la cocaína necesaria, y  al verme ese día se mostraron muy felices.

-YO: hola chicos, ¿Cómo estáis?

-CAMELLO1: bien, brother…se te echaba de menos, eres nuestro mejor cliente.

-CAMELLO2: claro que si bro, nadie más compra paquetes de un kilo de coca cada vez, ¿Quieres más? En breve vamos a tener nuevo material.

-YO: no, gracias, pero sí necesito un favor.

-CAMELLO1: lo que sea, dinos.

-YO: veréis, necesito contactar con vuestro jefe – se pusieron serios.

-CAMELLO2: no, tío, eso sería horrible, desde que preguntaste lo que no debías…no, no es buena idea.

-YO: lo sé, pero tengo que hablar con el que manda – se miraron unos segundos, asintiendo con la cabeza.

-CAMELLO1: está bien, pero es bajo tu responsabilidad, nosotros no sabemos nada, ¿Oíste?

-YO: sólo necesito saber dónde encontrarle, del resto no os preocupéis.

Con algo de ayuda, dinero, sobretodo la cantidad desmesura de cocaína que les había comprado durante dos años,  y que les regalé a  Alexis, durante una semana entera para su disfrute único y perverso,  me dijeron dónde encontrar al tío que me tuvo días recibiendo palos en una silla, por precipitarme al preguntar por Eleonor. Estaba en  un viejo almacén a las afueras.

Se lo agradecí, y me despedí de ellos con una tensión evidente en el ambiente, la última vez que aquel hombre me vio, me dijo que si volvía a verme, no se sabría nada más de mí. Conduje hasta a las afueras, dónde se encontraba ese almacén, y cogiendo aire para pensar bien cómo debía actuar, salí del coche, y me encamine a la entrada del almacén. Entré convencido, con las manos en alto y despacio, a los dos minutos de caminar entre escombros y paredes llenas de moho, tres hombres armados, vestidos de forma casi idéntica con camisetas y vaqueros,  salieron a  mi encuentro, colombianos, que demostraron estar muy nerviosos de verme allí, uno de ellos no tendría ni mi edad, y no dejaba de gritarme. Logré convencerles de que no me dispararan, y que me presentaba para comprar mucha cocaína. Así que me llevaron ante su líder, después de cachearme.

Al verme, me reconoció a la primera. Un hombre colombiano de unos 40 años, bajo y orondo, pero que inspiraba miedo, con una cara dura y muchas arrugas que le daban un aire serio y poco dado a las tonterías. Calvo en la coronilla, con una “U” de pelo, castaño lleno de canas, rodeándole por la nuca. Vestido con un impecable traje a medida, azul oscuro y con corbata a juego, camisa blanca y zapatos elegantes. No casaba nada con ese almacén, o con la docena de hombres armados con pistolas, escopetas y hasta vi una ametralladora, todas en manos de hombres sudamericanos, de entre 20 y 35 años,  con aspecto de querer pegarme un tiro en cuando recibieran la orden. Pero yo estaba allí por… Juan, podemos llamarle, el líder, que estaba tan sorprendido de verme allí, como los demás, pero su carácter le hizo disimular mucho mejor su confusión. Al ponerme delante de él,  con uno de sus hombres sin dejar de apuntarme en todo momento, pasaron unos segundos tensos. “Empieza el show”, pensé, respirando profundamente.

-JUAN: hombre…miren quien se presentó…- estaba sentado en una mesa, con montones de billetes  siendo contados por tres guapas mujeres desnudas, al menos una era española,  un par de kilos de cocaína en unos maletines, y con cuatro hombres alrededor de la mesa.

-YO: hola…siento la intrusión.

-JUAN: no, no lo sientes, aún no, pero eso se puede arreglar, te dije que no quería volver a verte, ya te libraste una vez,  ¡¿Y tienes los cojones de venir aquí?! Estás muerto, chico.

-YO: no vengo a morir, vengo a que me paguéis un dineral – se puso serio, o todavía mucho más serio.

-JUAN: ¿Y por qué demonios iba a pagarte nada?

-YO: información, muy buena, pero sólo a cambio de mucha pasta.

-JUAN: puedo hacer que mis amigos te saquen todo lo que sepas a golpes, o quizá cortándote una pierna, o las dos, ¿Por qué iba a pagarte nada?

-YO: por que la información tiene fecha de caducidad, pasado un plazo de tres horas, la información no tendrá valor por que ya sería tarde, y os habrían robado…– era un farol como un castillo –…la última vez os pasasteis dos días dándome de palos, puedo durar tres horas.

-JUAN: ¿Y si te pego un tiro aquí mismo?

-YO: perderías la información igual… – la serenidad de mi voz, no era mucha más que la que sentía en general, pero lo suficiente como para cambiarle el gesto de la cara.

-JUAN: ¿Y qué puedes saber tú que valga jugarte la vida?

-YO: nada que te importe, solo se la diré a tu jefe – la tensión se palpaba, nadie le hablaba así, y los suspiros de los que estaban a su alrededor fueron al unísono.

-JUAN: ¡Yo soy el jefe, aquí mando yo!

-YO: aquí, pero según tengo entendido, tu jefe, el de Colombia, está de visita…- a Juan se le abrieron los ojos como platos.

-JUAN: ¡¿Cómo coño sabes tú eso?!

-YO: por lo mismo que sé que os están robando, pero sólo  se lo diré a él, en persona, y por una cuantiosa suma de dinero.

-JUAN: es imposible, dímelo a mí… y ya veremos.

-YO: tú mismo, quizá él descubra que os han estado robando bajo tus narices, y no te has enterado de nada, lo mismo ya sabe de mí aquí, y que no hiciste nada, pese a que te dije que os robaban…o puedes presentarme ante él, y quedar como el héroe, quizá te dé una jugosa recompensa por tus leales servicios… y sólo por dejarme hablar con él unos minutos, ¿Qué puedes perder?

-JUAN: tú dímelo, y ya se lo diré yo.

-YO: tiene que ser ante él, tengo que verle en persona.

-JUAN: eso diría un chivato… ¿Por qué ante él? – cogió una pistola de la mesa.

-YO: verá, en el robo hay altas esferas de su…organización, y no estoy tan loco como para decir lo que sé, y que alguno que esté involucrado, me pegué un “tiro accidental”, antes  de que le llegue  a los oídos del jefe. En cambio, si es delante de él, nadie moverá un dedo, y estaré a salvo.

-JUAN: aquí todos son de fiar, habla o muere – aguanté la mirada unos segundos, preparándome para lo que iba a decir, “Dios, protégeme”.

-YO: eso diría un chivato…- se puso en pie, y me apuntó con el arma, con las fosas nasales abriéndose de furia, temblándole  la mano.

-JUAN: ¡¡¡Osas acusarme!!!

-YO: no, sin duda un hombre leal como usted, al saber de esta información, debe comunicársela a su jefe, si no, corre el riesgo de que algún otro… – señalé alrededor, a sus hombres expectantes –…quiera ganarse favores, hablando de aquel chico que mataste con información de que os estaban robando. Seguro que a tu jefe le encantaría preguntarte en persona por qué lo hiciste – “Que cuele, por dios, que cuele”, casi rezaba, mirando el cañón del arma, y no al hombre que la sujetaba detrás, que miró a  su alrededor, a sus hombres.

-JUAN: si te llevo ante él, y no tienes nada, a mí me quitará mi puesto, si no me corta una mano, pero a ti, a ti  te matará, lo sabes, ¿No? – “Coló, no tenía opción, si me mata, se auto inculparía”.

-YO: me apetece más ganar dinero y vivir para gastarlo, que morir.

A un gesto, Juan bajó el arma, y tres tipos me cachearon otra vez. Me desnudaron y me pasaron varios detectores, supongo que buscando micros, hasta rompieron mi móvil, que era desechable. Al ver que no llevaba nada, limpio como estaba, me vestí, y me metieron en una habitación oscura un par de horas.

Pensaba que, tanto podían estar montando la reunión, que decidiendo dónde enterrarme, pero si algo sabía del ser humano,  era que la codicia es útil. No sólo Juan, deseando lucirse ante su jefe, sino que me había dado un motivo para estar allí, ¿Pedir dinero? No tenía esperanzas de llevarme un solo €, pero me daba una excusa creíble para  jugarme la vida.

Pasado ese tiempo,  dos hombres entraron, y me pusieron una capucha, sacándome de aquel cuarto a empujones. Me temí lo peor, pensando en Alicia, y en sus largos besos rozándome con la nariz, hasta que por lo que entendí,  me metieron en la parte de atrás de una furgoneta,  y dimos vueltas un buen rato.

Terminamos el paseo, y aparcaron, obligándome a salir de la furgoneta, y al quitarme la capucha, vi que estaba en mitad de la Gran vía de Madrid. Suspiré aliviado al poder enfocar y ver a tanta gente, no se atreverían a hacerme daño en una calle tan concurrida, en mitad de la tarde, con todas las tiendas y puestos abiertos, con una comisaria de policía a menos de 100 metros, y llena de cámaras.

Uno de los hombres,  me cogió del brazo, y me arrastró hasta una cafetería de Callao, la céntrica plaza cuadrada, en mitad de la calle más transitada de la cuidad, atestada de gente, y como un día cualquiera, llena de vida y alboroto. Me sentó en la terraza de la cafetería, en una mesa vacía, y se cuadró  de pie a mi lado, como protegiéndome, pero sólo se aseguraba de que no huyera.

A los pocos minutos, un coche de lujo aparcó enfrente, detrás de la furgoneta, y de él bajaron tres moles colombianas, mucho más parecidos a los acompañantes de Eleonor, con trajes baratos y gafas de sol, que a los soldaditos de plomo de Juan. Hicieron un rápido repaso visual de la calle,  y abrieron la puerta trasera.

Un tipo, de unos 50 años, viejo y achaparrado, con un traje azul marino, sin corbata, la camisa negra abierta hasta el tercer botón,  y un sombrero elegante estilo Panamá, que caminó hasta  la terraza. Se sentó a mi mesa, con las moles distribuyéndose de forma militar. El hombre se quitó el sombrero  con cuidado, y lo dejó sobre la mesa, pude ver que tenía bastante pelo, pero totalmente blanco, igual que la barba, algo más larga que la mía, y gesto casi despreocupado. Me contuve una sonrisa boba, por que aquel hombre me recordaba horrores a Sean Connery, pero su cara había estado mucho más tiempo al sol, y tenía alguna cicatriz, o cortes viejos, en su rostro. Se cruzó de piernas de forma señorial, y alzo la mano hacía la cafetería. Una camarera se acercó, y le pidió un café, sólo y doble, me señaló por si quería algo, estaba algo abstraído por  su tono de voz,  era tan diferente al de Juan, rudo y profundo, y el de  aquel hombre era ronco y casi afable, pero le dije que no al café. La chica nos sonrió, y se fue tan alegre, tan inconsciente de lo que ocurría.

El hombre se pasó tres minutos mirándome, tratando de leer mi alma. Tenía los ojos negros,  una mirada penetrante, y asustaba, mucho, la parsimonia con que se movía. Se le notaban arrugas de su edad, con manchas del sol en sus mejillas, y  un cansancio constante en su expresión corporal. Por motivos obvios, su nombre es confidencial como el de Juan, así que… Bill valdrá.

-BILL: está bien…me han dicho que tienes algo para mí, chico.

-YO: tengo algo para el jefe.

-BILL: le tienes delante.

-YO: ¿Cómo sé que no es una farsa?

-BILL: no lo sabes…y como sigas perdiendo el tiempo,  te ahogo en el riachuelo ese que llamáis  manzanares.

-YO: compréndame, sé algo muy importante sobre dinero y drogas que han estado robando a su cártel, con gente peligrosa de por medio… – la camarera regresó, y le puso su café, dio un sorbo, y se asqueó.

-BILL: mira chico, no te he traído aquí por el café, que vaya basura…es un sitio público y tranquilo, dónde podemos hablar sin miedo a que pase nada, nadie te tocará un pelo si estás conmigo, pero no me faltes al respeto. Habla, o te hago callar para siempre.

-YO: como quiera… ¿Conoce usted a una señora llamada Eleonor? – se puso rígido, incluso debajo de la fachada de serenidad que quiso trasmitir.

-BILL: ya me han dicho que has preguntado por ella un par de veces, pero hay cosas que es mejor que no sepas, por tu bien.

-YO: para mi desgracia, eso ya pasó, ahora solo trato de encontrar una salida.

-BILL: ¿Y cual es?

-YO: necesito su ayuda, para quitarme de encima a Eleonor – dio otro sorbo lento al café.

-BILL: ¿Así que eres tú?…Ese joven por el que pierde la cabeza, y por el que hace tonterías.

-YO: el mismo.

-BILL: podría entregarte a ella, y asegurarme su fidelidad.

-YO: no creo que su fidelidad esté en duda, no con Liliana en su poder, y con su hija bien vigilada – abrió los ojos.

-BILL: sabes demasiadas cosas…

-YO: para usted soy una hormiga, soy consciente, pero sé moverme, no soy estúpido y ato cabos. Esa mujer lleva casi tres años amargándome la vida, estoy harto, y alguien tiene que pararle los pies.

-BILL: ¿Y por qué iba a hacer tal cosa? Esa mujer me ha convertido en un hombre muy rico.

-YO: quizá por que si sigue por ese camino, tarde o temprano, meterá la pata, y perderá su valor para usted, o cante al oído de las autoridades, si se ve en peligro.

-BILL: sabe lo que pasará, si lo hace.

-YO: ¿Usted la ha visto? Podría tener al hombre que quisiera, y está embobada con un chico que podría ser su hijo… no está mentalmente sana.

-BILL: aún así, tengo todo bien atado para que no me salpique, no tengo por qué ayudarte, y me has engañado para hacerme perder el tiempo. No hay ningún robo, y eso te va a costar caro.

-YO: no le he mentido, cierto es, que mis intenciones eran hablar con usted, pero sí que le están robando.

-BILL: ¿Quien?

-YO: Eleonor, por supuesto.

-BILL: eso es absurdo, esa mujer casi tiene más dinero que yo.

-YO: tiene empresas, dinero ficticio, y todo muy vigilado, entre su ex y sus socios. No puede permitirse que sepan que se gasta un millón de € en contratar a una puta que me tienda un trampa, o en pagar más de cinco millones en pleitos con abogados contra mí. Eso dañaría su imagen, en cambio, con todo ese dinero negro que pasa por sus manos, ¿Se imagina usted de dónde podría sacar algo así? Eso Eleonor sí puede manejarlo,  da pequeños bocados para que  no se note mucho, un poco de dinero por aquí, algún  kilo de coca por allí, y con ello, financia su pequeña venganza contra mí.

-BILL: es imposible, me hubiera dado cuenta de que falta dinero.

-YO: no si falsifica las cuentas, si usa dinero de sus empresas para cubrir lo que se lleva. A nadie le importará que transportar mercancía en un barco cueste veinte millones, si los beneficios son de trescientos…he echado cuentas y si en vez de declarar trescientos, declara doscientos noventa y cinco, y esas cinco que faltan,  se los cambia por lo que se lleva…

-BILL: es una buena teoría, sólo eso, pero  aunque fuera cierto, no me roba, termina dándome mi dinero.

-YO: no creo que a alguien como usted, ese hecho no le  parezca un agravio, pero eso no es lo peor. Se queda cocaína, que luego revende a sus amigos ricos, y como usted no sabe nada, no se lleva un solo € de todo ese negocio… de su propia  cocaína.

- BILL: no hay pruebas de nada de eso – lo de la cocaína le había enfadado, se le notaba.

-YO: sabe que no sólo sus hombres protegen a Eleonor, se ha cuidado mucho de tener siempre  a alguien cerca, que no fuera de su círculo, ¿Por qué cree que haría eso, si no es para actuar a sus espaldas?

- BILL: eso es solo una corazonada…necesito algo más.

-YO: no tengo acceso a las cuentas ni al dinero, obviamente, ¿Costaría mucho descubrirlo? No lo sé,  en cambio, sé dónde tiene la cocaína que se guarda para sacar dinero – le dio otro sorbo de café, del asco que sintió en el paladar, lo apartó.

- BILL: ¿Cómo pueden llamar a esto café?... - me escudriñaba con su mirada, yo esperaba que, si no me creía, al menos hubiera creado una duda  razonable, con eso me valía  -…está bien, una oportunidad, llévame a la droga, y no sólo salvas el pellejo, sino que te quitaré a Eleonor de encima, para siempre, y te pagaré lo suficiente como para tenerte con la boca cerrada. Pero ten en cuenta que, si me jodes, de cualquier forma, te mato, a ti y a toda tu familia.

-YO: le llevaré a la droga, después usted decide - chasqueó los dedos, y una mole me cogió del hombro. Bill dejó un billete de veinte € en la mesa, por un café de dos € que casi le hace vomitar. Me subí en su coche de lujo, en la parte de atrás  con él.

- BILL: bien…¿A dónde vamos? – se puso el sombrero.

-YO: a la casa de Eleonor, claro, en la urbanización de lujo.

El camino fue raro de cojones. Bill hablaba con naturalidad, y me hacía charlar con él, como si fuéramos amigos, queriendo saber lo que me había hecho pasar Eleonor. Soltó un bufido de tristeza al oír como Lara se suicidó, estando embarazada, parecía realmente apenado.

Aquella conversación me certificó que Bill, ni Juan,  tenían trato directo con Eleonor, si no,  sabrían de mí, pero no conocían  más que lo justo y necesario, y  eso era un punto a mi favor. Desconocían que no tenían a un crío desesperado delante, si  no a un hombre con un plan. Debía de contener mi sonrisa, por que hasta ese momento, todo había ido rodado,  pero si llegaban a descubrirme,  me cortarían la cabeza sin parpadear.

Fue un extraño paseo, como si el gorila de delante no me estuviera apuntando con una pistola, disimuladamente, durante todo el trayecto. El propio pistolero, llamó por teléfono al  llegar a la entrada del residencial de lujo, supuse que a alguno de los gorilas que tenía Eleonor de escolta, para que nos abrieran. Entramos y dimos un rodeo hasta encontrar la casa de Eleonor, miré con añoranza al pasar por delante  del piso de Madamme. Al aparcar fuera, se hizo un corto silencio.

-YO: debería entrar antes yo sólo.

- BILL: chico, me has caído bien, los hay que tener muy grandes para jugarte la vida así, sería una pena tener que cortarte en rodajas.

-YO: Eleonor aún no sabe que esta usted aquí, ¿Verdad?

- BILL: no.

-YO: sólo pretendo soltarla la lengua, que se sienta segura, y hacer que esto pase sin daños colaterales, puede haber alguien del servicio, o alguna amiga, y no quiero que se asusten ni se conviertan en testigos no deseados que le vean a usted – fue lo más sensato que se me ocurrió.

- BILL: mis chicos se ocuparán de eso…

-YO: no lo dudo, pero mejor que no se tengan que ensuciar las manos, hay demasiadas cámaras y gente muy poderosa por esta zona… diez minutos, se lo ruego.

- BILL: tienes cinco, y entraré,  como no aparezca la cocaína, darán igual las cámaras y los ricachones,  no saldrás de esa casa con vida.

-YO: me parece justo, concédame cierto margen ahí dentro, pero si la encontramos,  me quita a Eleonor de encima, me da mi dinero, y me deja en paz para siempre – extendí mi mano, como señal de cerrar el trato.

- BILL: así sea…– me estrechó la mano con fuerza, miró su reloj,  extendió la palma de la mano derecha en alto, bien  abierta, y con los dedos separados –… cinco minutos.

Salí disparado para no perder ni uno sólo de esos valiosos segundos. Me puse en la puerta del chalet de Eleonor, junto al buzón en el que en su día le metí el CD de chantaje al dejar a Yasira en su casa. Aguanté la respiración unos instantes antes de llamar.

La casa era enorme, y tuve que insistir para que los de dentro se apresuraran, fue cuando lo escuché, el golpe tras golpe en el suelo de unos tacones, con un ritmo que me era familiar, y unas risas de fondo. Puse mi mejor sonrisa de vendedor, y al abrir la puerta, vi a Eleonor sonriendo, sin reconocerme de inicio.

Iba espectacular, para qué negarlo, con un vestido elegante, como siempre, negro azulado y ceñido, realzando sus curvas sensuales, y un amplio escote en forma de U, mostrando el inicio de las copas de su sujetador,  la falda tan apretada sobre sus piernas que no podría dar pasos largos, por la rodilla subía un obertura en una de sus piernas, pero no es que le diera mucha amplitud. Su rostro era agradable, y la espesa melena negra bien cuidada le daba un aspecto muy atractivo, con maquillaje corrector más que embellecedor. Al verme, se le borró la sonrisa de golpe, se le abrieron sus bellos ojos, y casi tropieza al dar un paso atrás.

-ELEONOR: ¡¡Tú!! – intentó cerrar la puerta, pero mi pie se lo impidió, al segundo intento de cerrarla, di un empujón que la hizo caer redonda al suelo, soltando un grito de pánico.

-YO: ¡Yo, sí!

-ELEONOR: ¡¡¡ES ÉL!!!  ¡¡¡¡¡TORO, RÁPIDO, ES ÉL, PÁRALO!!!!!... – gritaba, tratando de levantarse, pero el vestido se lo impedía. Quedó con el culo ofrecido, sí hubiera sido Zeus, la habría  desgarrado el vestido y ya la estaría partiendo en dos, pero yo la dejé gatear hasta una puerta. Alzó la mirada, mirando a las moles que se asomaron –… ¡¡¡¡¡¿Y USTEDES QUÉ MIRAN?, PÁRENLO!!!!!!!

-YO: ven aquí, maldita zorra…- la sujeté de la cintura, y la di la vuelta, poniéndola en pie, su rostro era el del miedo más absoluto, y cuando la agarré del cuello, levantándola medio palmo del suelo, tosía y lloraba a la vez, mirando de reojo a sus moles, que no lograban apartarla de mí.

-ELEONOR: …cof…por favor…cof…cof…no…cof…- susurraba con el hilo de aire que dejaba pasar en su garganta.

De golpe, sentí que un tren de mercancías me arrolló, t caímos todos al suelo. Una  sombra me inmovilizó, aunque me resistía, era inútil, y las moles saltaron a la vez, eran tres contra uno. Me reía a carcajadas de ver a Eleonor de rodillas, tragando aire desesperada, entre ruidos chirriantes que le salían por la boca.

-YO: ¡¡¡¡Maldita loca, juro que te abriré en canal y te ahorcaré con tus entrañas!!!! – “Tengo que parecer desesperado”.

-MOLE1: cierra la boca – me dio un puñetazo que me dejó entumecida la parte derecha del rostro.

-ELEONOR: ¡¡¡NO!!!....Quietos…ya no puede hacerme daño… – se puso en pie, con la ayuda de la segunda mole, sujetándose el cuello, y colocándose el vestido –… ponedlo en pie – así lo hicieron, la mole que aun me sujetaba, y un tercer tipo, al que no había visto hasta ahora.

-YO: ¿Quien es este payaso? – Eleonor sonrió.

-ELEONOR: es Toro, una versión mejorada y más joven de Carlos.

Era su sustituto, pero mientras que Carlos destilaba un serenidad inquiétente con la mirada, aquel tipo solo era una maquina de músculos. Español, de unos 30 años, cabeza rapada casi al cero, y le miraba desde arriba, mediría menos de 1,80  de alto, y aún así, yo era incapaz de sacármelo de encima. Me doblaba en volumen, y no es que le sobrara peso.

-TORO: deja de moverte o te parto el brazo, chaval – me lo retorció hasta que algo crujió levemente, allí cedí.

-ELEONOR: esperad aquí…– se fue, y a los dos minutos apareció –… que pase, sentarlo en el sillón – me arrastraron entre los dos, mientras Eleonor se volvía a poner tan preciosa como antes, retocándose el maquillaje. La había hecho llorar, y se le había corrido el rímel, pero al sentarse delante de mí no puede evitar ver su innata elegancia al cruzarse de piernas, y su belleza  sudamericana. Casi me olvido de la perra insensible y desquiciada que era.

-YO: por más perros que contrates, no te librarás de mi ira.

-ELEONOR: ¿Qué haces aquí? Llevo casi dos años buscándote como una loca, y ahora apareces en mi casa, como si nada, ¿Por qué?

-YO: me he hartado de jugar, quiero recuperar mi vida.

-ELEONOR: no entiendo esa decisión, no tienes nada para regresar, has  abandonado a tu familia y amigos para que no te encontrara.

-YO: ¿Y si pretendo dejar esta vida? ¿Volver a ser una persona normal?

-ELEONOR: ¿Por qué?, ¿Acaso tienes algo por lo que merezca la pena volver? – su tono bravucón era delatador, “Ha picado, habla de Alicia”.

-YO: nada que te incumba…Puesto que no te puedo matar, por ahora bastará como advertencia, pero no me pongas a prueba, tarde o temprano, estos memos bajarán la guardia, y por fin me tendrás entre tus brazos, pero será estrangulándote con mis propias manos – la tranquilidad perversa de mi tono de voz,  hizo erizarse su piel tostada, pero mantuvo la pose incorruptible.

-ELEONOR: yo también estoy cansada, Raúl, cansada de estos juegos, de intentar hacer que me ames…desde que volviste con mi hija aquella tarde, y me devolviste la ilusión de vivir en aquella piscina, desde que me tomaste por primera vez y me quitaste a mi ex marido de encima. Nadie había cuidado así de mí, luego os acogí a la desdichada de Ana y a ti, cuando no teníais dónde ir, con la esperanza de que con el tiempo, me llegaras a amar como yo te quería…pero nunca me viste de esa forma.

-YO: prueba con una cena y un paseo por el parque, ¡¡¡¡No con un puta del sado tendiéndome una trampa para denunciarme, o hacer que violen a Lara hasta volverla loca y que se suicidara!!!!!

-ELEONOR: ya lo hice, lo intenté, fui buena, dulce y cariñosa, te acogí en mi casa, a  ti y a Ana, quise hacerte feliz, y que me poseyeras tanto como desearas… pero no atendiste a razones, seguías enamorado de esa gitana estúpida que no te merecía, yo sólo te lo mostré. Te ofrecí el mundo, y pese a ello, me diste la espalda.

-YO: lo sé…y por ello, te pido perdón – su cara se retorció, de todo lo que pudiera imaginar que podía oírme decir, eso fue lo último que esperaba escuchar.

-ELEONOR: ¿Có…..cómo?

-YO: sí, vengo a disculparme, ahora lo veo… era joven, entusiasta y demasiado abierto, no entendía lo que pasaba, Eleonor, yo sólo quería vivir alocadamente, disfrutar de la vida, follárme a todo lo que tenía delante,  y te hice daño, no lo sabía, fui minando tu personalidad y te has convertido en esto…pero es culpa mía – una lagrima caía por su mejilla.

-ELEONOR: ya es tarde para falsas disculpas, Raúl, demasiado tarde…lo que siento no se olvida con un “Perdón”.

-YO: soy consciente,  no me disculpo para que tú te sientas mejor, sino por que creo que las mereces, las cosas no van a cambiar, ya lo sé, pero al menos, quiero que lo sepas – me miró atónita, descolocada, sin saber qué responder, incluso vi en sus ojos duda, o algo similar, pero se le pasaron de golpe.

-ELEONOR: has cambiado, realmente has cambiado, Raúl, has cambiado de forma que sólo una mujer puede hacer cambiar a un hombre…No te habrás vuelto a enamorar, ¿Verdad? – su tono burlón era evidente de nuevo, supongo que se creería un genio del engaño, con su AS en la manga. Pero al cerrar los ojos, sólo pude sentir lastima, por que Eleonor no quiso escucharme, “Así sea, pues”.

-YO: pues sí…así es…amo a una mujer maravillosa, a la que  tú, con todos tus millones y tus pechos operados, no  le llegas a la altura de los pies – quise parecer incisivo en mi comentario, Eleonor  sonrió feliz.

-ELEONOR: sabes…tenía pensado guardar esto para más adelante, para cuando fuera mejor…pero puestos a que te encuentras aquí, enardecido por tu nuevo amor, creo que ha llegado la hora de hacerte ver que nadie te quiere como yo – y de un golpe con el pie, hizo resonar su tacón en el suelo. A los pocos segundos, una figura apareció tras una puerta del salón.

-YO: ¡¡¡NO!!! – grité, fingiendo horror y sorpresa.

“Guarda esa sonrisa, Alicia”, no podía borrarse del rostro una mueca extraña, entre intentar parecer serena, y una risa dibujada en sus labios, supongo que de verme vivo, “Ojalá no estuvieras aquí, mi bella princesa”.

-ELEONOR: sí, querido...tu nuevo amor, esa mujer tan maravillosa,  ha estado de mi lado desde el principio.

-HERA: hola, querido prometido mío – el tono era mejorable, pero su rictus mejoró.

-YO: ¡¡¡¡No, tú no…mi amor, dime que es mentira!!!!

-HERA: ¡¡¡No lo es, ¿Cómo podría amar a un hombre como tú?!!! ¡¡¡¡Que trata así a las mujeres, que hizo que violaran a Lara por su orgullo, y que casi hace que me mate!!! ¡¡¡¡¡Te odio, te odio con todo mí ser, y me das asco!!!! – fue cogiendo confianza, y hasta gesticulaba ampliamente.

-ELEONOR: así es…. – se puso en pie, y la rodeó con los brazos, como si fuera su hija –… otra pobre alma descarriada por tu culpa, Raúl, por que nadie te ama, salvo yo, nadie te entiende y te comprende como lo hago yo.

-YO: no…pero yo…la amo…- caí de rodillas en la alfombra.

-ELEONOR: ya lo vi en la petición de mano de ese vídeo en Teruel, y esta mañana, con ese desayuno poniendo fecha a la boda, según me ha dicho Alicia, o en esas sesiones de sexo salvaje que tenéis, que me ponen tan cachonda, las he visto y escuchado todas… Es enternecedor, esta pobre chica estaba dispuesta a casarse contigo, sólo para dejarte plantado allí, en el altar….una pena, ahora jamás veré tu cara al sonar la marcha nupcial, y en vez de aparecer ella, apareciera yo, justo en ese momento sabrías que fui yo todo el tiempo. Estábamos planeando dónde y cuando hacerla, incluso íbamos a cenar juntas las dos solas para recrearnos, he mandado a Luz y su hija Yasira fuera, para que no nos molestaran, pero ahora, contigo, será mejor.

-YO: ¡¡¡¡¡Basta!!!!! …– del tono, hasta las moles se tensaron, pero había cubierto el sonido de la puerta abriéndose,  “Los cinco minutos terminaron” –… ¡¡¡¿Dime dónde tienes la droga?!!!.... – “Habla alto, que te oigan en toda la casa” – …..¡¡¡¡DÍMELO!!!! – Eleonor se puso blanca al oírme, y se cayó al suelo cuando vio  aparecer de la nada a Bill, con cinco de sus hombres, que eran siente, si sumamos a las dos moles que protegían a Eleonor. De inmediato, Toro se apartó, tratando de evitar que su cuerpo se tensara.

-ELEONOR: ¡¡¡¿A que esperas? Haz algo, Toro estúpido!!! – ella le miraba, desbordada de pánico.

-TORO: ¿Y qué quiere que haga? – a un chasquido de Bill señalándole, una de las moles sacó un arma y le apuntó a la cabeza a Toro, le puso de rodillas, y le inmovilizó.

- BILL: ¿Acaso vas a alzar la mano contra mí, Eleonor? – se acercó a  ella, la ayudó a ponerse en pie, y la dio dos besos protocolarios, que no cambiaron el gesto asustado de Eleonor. La cogió de la mano, y la besó en ella con dulzura, haciendo que se sentara en el sillón, y él a su lado, con gesto cansado y perturbador.

-ELEONOR: no…esto…yo sólo…no le he reconocido.

- BILL: bien…ha sido sólo una confusión, chicos, pero por si acaso, no dejes de apuntar a ese “Toro” a la cabeza, si se mueve, decora el salón con sus sesos…aquí os encanta colgar cabezas de toros en las paredes, ¿No? – una carcajada ahogada, y forzada, salió de sus hombres.

-ELEONOR: ¿Qué haces aquí? Creía que sólo venias de visita…

- BILL: ¿Acaso me estás echando de tu casa?

-ELEONOR: no…no, ni mucho menos, me ha sorprendido – “A este paso, Eleonor se va a cubrir de mierda sin mi ayuda”

- BILL: ¿Por qué tiemblas? Aquí todos somos amigos… ¿Verdad? Nos llevamos bien, y ganamos dinero sin necesidad de andar peleándonos  unos con otros. Tú transportas mi droga en los barcos mercantes, y te llevas un pellizco de mi dinero, antes de devolverlo en los barcos,  para inflar  tus ganancias. A cambio, yo no mato a esa medio hermana medio puta, que tengo en mi poder, y dejo a tu hija campar a sus anchas., ese era el trato, ¿Verdad?

-ELEONOR: así es…y…y he cumplido, todo.

- BILL: verás, ha llegado a mis oídos que andas haciendo cosas muy extrañas a la hora de devolver mi dinero…- Eleonor guardó silencio, no aparentó estar tan sorprendida y aterrada como de verdad lo estaba.

-ELEONOR: le doy todo su dinero, no me quedo con nada…lo juro.

- BILL: ¿Pero trapicheas para gastar mi dinero en vez del tuyo? – la pasaba los dedos por el hombro, con clama.

-ELEONOR: no…bueno…sí…pero son cosas del contable…dice que así las cuentas cuadran mejor, pero no le he quitado un solo €.

- BILL: es mí dinero, no tendrías que hacer turcos complejos, sólo devolvérmelo – la agarró de la nuca con fuerza, hasta hacerla sacar el pecho,  magullada,

-ELEONOR: lo…lo siento…le pido mil perdones, lo cambiaré, no volveré a hacerlo – la soltó, con una leve sonrisa.

- BILL: te creo…te creo…pero verás, cuando he entrado, he escuchado aquí a este joven, preguntar que dónde estaba la droga, y no he podio evitar preguntarme, ¿Qué droga?

-ELEONOR: no lo sé…se lo juro…es él…el chico del que le hablé.

- BILL: ya lo sé, querida… – puso su mano en la pierna de Eleonor, acariciándola como un viejo verde – …ha venido a mí, en busca de ayuda, por que al parecer, eres una mujer muy traviesa, y si sigues siéndolo, puedes terminar metiéndote en un lío, y si es así, estropeas mi negocio…Entiendes que eso no puede pasar, ¿Verdad?

-ELEONOR: así es, lo comprendo…pero…no se fíe de él, es un manipulador…un falso y un mentiroso.

- BILL: eso espero…por que además, te ha acusado de quedarte con parte de mi droga…nada menos que para venderla a tus amigos ricos sin mi permiso, sacando dinero que me corresponde – Eleonor se puso azul, no sabía por dónde empezar a hablar.

-ELEONOR: no, no, no, no, no, eso es mentira, jamás haría eso…

-YO: ¿Cómo jamás jugarías con su dinero? – me miró, llena de rabia.

-ELEONOR: no le haga caso, es un perturbado…dirá cualquier mentira con tal de salirse con la suya, créame.

- BILL: pues me encuentro en un dilema,  yo me marcho mañana de vuelta a Colombia, a las autoridades de aquí les encantaría pillar a un pez gordo como yo, y no les daré ese gusto, así que vamos a saber que pasa, aquí y ahora.

-YO: Eleonor, si alguna vez me quisiste, díselo…dile dónde guardas la droga en casa, o nos matarán.

-ELEONOR: se lo repito, no sé  de qué droga me habla, aquí no hay droga, lo juro por…- un hilo de voz la interrumpió.

-HERA: Eleonor…por favor…díselo…- fue como si hubiera aparecido de la nada. Bill la miró por primera vez, percatándose de su existencia, “Se fuerte, aguanta, mi princesa”.

- BILL: ¡Mis disculpas, ¿Pero qué tenemos aquí?! – se puso en pie, dejado de sobar las piernas de Eleonor, y estiró las manos en dirección a Alicia, que se mostró frágil y asustada, sin mirarle a la cara.

-HERA: ho…hola.

- BILL: no tengas miendo, pequeña, una muchacha tan linda como tú no debería estar aquí, pero ya que estás, no temas, yo te protejo…habla con libertad – Alicia tembló al sentir el dorso de la mano de Bill sobre su mejilla.

-HERA: no…yo…es que…- supongo que el miedo real le ayudó a fingir el miedo falso.

- BILL: habla, mi niña, habla o sufrirás, y no hay mayor dolor, para un hombre de verdad, que ver sufrir a una niña tan bonita.

-HERA: es que…me dijo que…pero yo no sabía nada…no sabía que la vendía….– la soltó de las manos, y se alejó un par de pasos.

- BILL: un hombre de verdad, nunca pega a una dama – giró la cabeza con un fugaz gesto, y una de las moles le asestó a Alicia un  guantazo de revés que la hizo caer el suelo. Al apartar su espeso pelo, un hilo de sangre nacía en sus labios.

-HERA: ¡¡¡¡No por dios…no me peguen…les juro que no sabía nada!!!! – retrocedía en el suelo, alejándose con miedo. Se le escapó una mirada fugaz hacia mí, la única que lo vio fue Eleonor, que empezó a entender  lo que de verdad ocurría.

- BILL: habla, o te dejare tan dañada que ningún hombre te volverá a tocar – yo estaba lleno de rabia, por que esas bofetadas y golpes eran para mi, “Alicia no tendría que estar aquí, ¿Cómo me dejé convencer?”.

-HERA: en el armario…en el segundo piso, la habitación del fondo…en el techo, hay, hay un falso techo.

-ELEONOR: ¡¡¡¡MALDITA ZORRA EMBUSTERA, AHÍ NO HAY NADA, NI SIQUIERA DUERME NADIE ALLI!!!! – la mole que golpeó a Alicia, paró a Eleonor, que se lanzaba a por mi prometida.

-BILL: quieta, si no hay nada, no tienes por qué ponerte así.

-ELEONOR: ¡No lo entiende! Esta zorra es su prometida, está mintiendo para acusarme falsamente – Bill echó una ojeada a las moles que habían sido los guardaespaldas de Eleonor desde hacía años.

-MOLE1: señor, sí, están prometidos, pero todo empezó cuando Eleonor la contrató para seducirlo, acaba de reconocer que pretendían dejarle plantado en el altar – Eleonor casi se quedó sin sangre en el cuerpo, tapándose la boca, “Ahora lo entiendes, ¿Verdad?”.

-MOLE2: así es, señor, lleva meses infiltrada por orden de Eleonor, la ha pagado la universidad y un coche nuevo, llevan toda la tarde hablando de cómo planear la falsa boda.

- BILL: así que, no tiene por que mentir en su favor…

-MOLE1: no, señor.

-YO: por favor, pese a su traición, esta chica es inocente, dejadla que se vaya…- “Ya has cumplido tu papel, ahora huye, huye mi vida.”

- BILL: de aquí no se va nadie, hasta que sepa qué cárajo está ocurriendo.

-YO: al menos, deje que la atienda…

- BILL: no seré yo quien separe a unos prometidos…- ni mostró interés en por qué corrí a auxiliar a Alicia, que estaba en el suelo, con el dorso de la mano en la cara enrojecida, saboreando su propia sangre -…vamos a ver ese condenado armario – se adelantaron, quedando solo tres hombres abajo,  uno encañonando al Toro.

-YO: ¿Estás bien? – apenas era un susurro.

-ALICIA: sí…tranquilo, me…me alegro de verte…- la puse en pie.

-YO: no tendría que haberte dejado hacer esto, esos golpes eran para mí.

-ALICIA: el engaño no sería tan convincente  de tus labios que de los míos, y lo sabes.

- BILL: venga, subir – su voz resonaba con fuerza en lo alto de la escalera.

Las dos moles de abajo nos empujaron a Alicia y a mí, y seguimos a todos hasta el segundo piso. Entramos en la habitación, cómo decía Eleonor, estaba casi vacía, sólo una cama con un colchón sin funda, totalmente despejada. Una mole sujetaba por detrás a Eleonor, aprovechando para rozarse con su culo en la pelvis.

Mientras Bill esperaba expectante, el resto buscaba en el armario, era casi irrisorio, no entraban todos a la vez, pero al final, un ruido de balda cediendo apareció, y uno tras otro, fueron sacando kilos de cocaína, dejándolos sobre la cama.  Eleonor se puso a llorar, berreaba algo, pero no se la entendía bien. Cuando acabaron de sacar paquetes,  la cama estaba repleta de paquetes de un kilo de cocaína, y los contaron e hicieron el cálculo.

-MOLE2: señor, aquí hay, por lo menos cinco millones en cocaína.

- BILL: ¿Es nuestra?

-MOLE 1: sí, mire…– le enseñó la esquina de uno de los paquetes, había una marca apenas visible –…es la marca que les ponemos en Colombia al empaquetar, según las fechas, esta droga es nuestra, van desde hace dos años hasta hace tres meses, pero es nuestra.

-ELEONOR: ¡¡¡¡¡Eso no es mío, lo juro…me…me lo ha puesto él!!!!!!- Bill me miró, me había separado lo suficiente de Alicia, como para no levantar sospechas.

-YO: ¿Acaso estás insinuando que he comprando cinco millones de € de su cocaína, y en vez de venderlo, o metérmelos, lo he ido escondiendo en tu armario? – a alguna de las moles se le escapó una carcajada leve, por que a Bill no le hizo gracia la sorna con que lo dije.

Creo que ya os lo dije alguna vez, mentir diciendo la verdad, es una debilidad que tenía, bien lo sabéis, y muy fácil de creer.

-BILL: eso no tiene ningún sentido…¡¿De dónde ha podido salir tanta droga, SI NO ME LA ESTÁS ROBANDO?!! – la moles se dispersaron al oírle gritar, acusando con uno de los paquetes en la cara de Eleonor.

-ELEONOR: ¡¡¡No, por dios…escúcheme…es un montaje…todo…lo tenían planeado…la droga, su prometida, usted…¿No lo ve?!!!

-BILL: menos mal que me has hecho ganar mucho dinero, estás tan loca que es un milagro que no hayas terminado en un sanatorio.

-YO: ¿Lo ve? Se lo dije…

-BILL: tú cierra la boca, esto me huele mal, voy a  librarme de ella, y vas a venir conmigo, a ver cómo la hago desaparecer.

-YO: no es necesario, yo ya…si me da el dinero, cojo a la puta de mi prometida, y me largo…- me cerraron el paso entre dos moles, cuando ya iba a salir con Alicia del brazo.

-BILL: no, muchacho, tú te vienes conmigo,  la chica también, y ese toro  de abajo, voy a dar un escarmiento,  y todos tenéis que ver lo que pasa si ese me jode.

-YO: eso déjelo para sus subordinados, seguro que todos desean ver eso, pero a mi prometida, como que no…- era a la desesperada, quería sacar, al menos,  a Alicia de allí, pero no me iban a dejar.

-BILL: mira, no es mala idea, llamaré a todos para que lo vean, pero tú vas a ver como descuartizo a esta zorra lentamente, y a su hija, y da por muerta a la puta que tengo bajo llave, ¡¡¡¡Qué cárajo, que vengan todos!!!

-ELEONOR: ¡¡¡No...tenga misericordia, mi hijita no…Yasmine no sabe nada!!! – sentí lastima, real, por ella, pero Bill no.

Nos hicieron salir, discretamente, a todos, y entre una furgoneta y varios coches de lujo, nos llevaron de paseo  por Madrid. Desde la urbanización de lujo, rodeando toda la cuidad, hasta llegar a la estación de trenes de mercancías, dónde cargaban y descargaban los contenedores industriales que llegaban de los puertos dónde atracaban los barcos.

En un coche de lujo, medio limusina que tenía Eleonor, íbamos Bill, dos moles armadas, Eleonor, Alicia y yo, más el conductor. Fue desgarrador escuchar a Eleonor implorar por la vida de su hija, ofreció todo, vender sus empresas, su patrimonio, darle hasta el último céntimo de su basto imperio, pero Bill se reía, apartándola una y otra vez. Eleonor intentó,  a la desesperada, usar su cuerpo de mujer, acariciando la polla de Bill sobre el pantalón, este la dejaba creer que avanzaba en alguna dirección, para apartarla. A la cuarta vez, la soltó un bofetón.

-BILL: estamos a punto de llegar, puta, y tenemos un par de horas hasta que vengan todos, tranquila, te van a dar todo el sexo que necesites, es un desperdicio matarte sin saber como follas,  quizá si te portas bien, le perdone la vida a tu querida hija.

-ELEONOR: sí…por dios…sí, lo que sea, le montaré como una amazona a usted, y a sus hombres, a todos, háganme lo que quieran, pero no a mi hija, ¡¡¡¡¡No la maten, por Jesucristo se lo pido!!! – sus lagrimas no parecían conmover a Bill, que sacó el móvil, y marcó un número.

-BILL: sí… ¿Tienes a la chica?...No, no la mates… Ven a la estación de trenes mercantiles con ella…A las 23:00 te quiero aquí…perfecto, además  necesito de tus “servicios especiales”…Seis…Lo tendrás, y te pagaré por tus buenos servicios… – al colgar, sonrió a Eleonor mientras la acariciaba el rostro –…ya viene tu hija, la tenía bien vigilada por si esto pasaba, y Lili también estará, va a ser una bonita reunión familiar.

 

Raúl – La divina tragedia.

Llegamos a la estación de ferrocarriles,  y entramos sin dificultad, sin duda, el de las aduanas estaba comprando o amedrentado. Esperamos   una hora en los coches, y luego pasamos a un hangar, en cada puerta y salida había un hombre armado, y dentro, se empezaba a arremolinar la gente.

Nos pusieron a todos de rodillas en el suelo, Alicia, Toro y a mí,  menos a Eleonor, a la que dos moles iban desnudando, dejándola solo con los tacones. No  había perdido un ápice de su encanto, era rebosante y preciosa, con sus tetas operadas y aquellos pezones tan largos. Bill se sentó en una silla, mientras sus hombres jugaban con Eleonor, sobándola de formas agresivas y poco eróticas, pero ya tenía a cuatro tíos metiéndola mano. Eleonor no sólo no se resistía, sino que con un gesto en su cara de indiferencia, besaba, se ofrecía y acariciaba a sus “agresores”. Se pasó media hora chupando pollas como recordaba que sabía hacerlo, y cuando terminó de tragarse el semen de, al menos, doce hombres, Bill la hizo sentarse en su regazo. Se había sacado una polla arrugada y vieja, pero con el culo de Eleonor en su piel, se le puso tan dura que parecía imposible. Se la metió por el coño haciéndola gemir,  mientras todos se reían a carcajadas. Veían cómo Eleonor daba una clase magistral de giros de cadera y sexo, hasta  Alicia la miraba sorprendida.

-ALICIA: ojalá llegué yo así a su edad…- de la risa que me dio, la mole que nos vigilaba me dio un toque en la nuca.

Bill se corrió al cuarto de hora, sudando y jadeando entre vítores.  Eleonor se pasó por la pierda a otros cuatro hombres, que se peleaban por follar con   aquella mujer, que parecía no tener fondo. No le decía que no a nadie ni a  nada, hasta dos de los hombres de la metieron por el culo, y Eleonor no pudo evitar excitarse y  correrse como una cerda.

Lo peor, fue cuando llegó Lili, la que se hizo pasar por  hermana de Eleonor. Estaba demacrada, ausente, con tantos agujeros en los brazos de las drogas, que apenas se tenía en pie, sujetada por un hombre con aspecto de haberse pasado muy buenos ratos junta a Lili, y enfadado por que ahora se la quitaran, la dejó tirada en el suelo. Llevados por la pasión, la desnudaron, por decir algo ya que iba solo en bragas, y  también  hubo ronda extra de violaciones, aunque ni siquiera se resintió, solo babeaba, tumbada en el suelo, incluso abrazaba y besaba al que la tomaba en ese momento.

Alicia se puso a llorar, y fue cuando casi echo por tierra todos los planes. Uno de los hombres,  que esperaba turno con Eleonor, se fijo en Alicia,  se acercó a ella, y comenzó a sobarla por encima de la ropa.

-YO: Tú, ¿No tienes suficiente con esas de ahí? – ni me hizo caso, Alicia apartaba el rostro, evitando sus labios, dejándose manosear sus senos con repugnancia.  La puso en pie, y descubrió su trasero perfecto bajo los vaqueros negros, lo agarraba gustándose.

No pude evitarlo, salté  y tumbé a ese desgraciado, hicieron falta cuatro moles para separarnos. Las carcajadas de la multitud que se había congregado, eran sonoras, pero le había partido un diente a ese cerdo, que me dio tres puñetazos en el estómago, aprovechando que estaba sujeto por tres hombres.

-BILL: ya basta…por el momento hemos acabado – lo dijo abrochándose el pantalón, después de haberse follado el culo del cuerpo inerte de Lili, y con Eleonor siendo asediada por el coño y el culo a la vez,  chupándole la polla a otro, mientras pajeaba a un cuarto, “Cuatro tíos  no pueden con ella, y yo la destrozaba”

Al escuchar que se había terminado la fiesta, un suspiro de lamento se escuchó por todo el hangar. Lili cayó al suelo incapaz de mantenerse de rodillas, mientras que el Toro seguía perplejo, sin mover un músculo pero bufando por la nariz. Alicia se sentó de nuevo en el suelo, observando de reojo al tipo que la metió mano,  y me miraba con una mezcla de ternura y llamándome estúpido con sus ojos. Yo apenas podía coger aire de los golpes, cuando me soltaron a su lado.

-ALICIA: no deberías haberlo hecho…podría haber soportado sus manos unos minutos más.

-YO: pero yo no…- me cogió de la cara, y me besó tan dulcemente que se me pasó el dolor al ver sus arrugas en sus ojos al sonreír de nervios.

Me recompuse en sus brazos, al oír como por de una puerta entraba un hombre con Yasmine del brazo, la hija de Eleonor, que gritaba furiosa.

Al ver a su madre desnuda, terminando de recibir el semen de dos hombres en la cara, sus alaridos se apagaron, llamaba a su madre entre lágrimas. Si antes lo habían lamentado, ahora al ver a la hija de Eleonor, todo el cártel allí reunido   repitieron las quejas. Iba espectacular, con un vaquero elástico ajustado, marcando sus piernas, y con el tiro tan bajo que quedaba por debajo de la cintura, enseñando gran parte de su ombligo con una camiseta corta y escotada. Si alguna vez hubo un trasero que compitió con Alicia, fue el suyo, pero cuando la tiraron a mis pies, no pude más que sentir lastima.

-YASMINE: ¿Qué pasa aquí? Me han secuestrado, ese animal, y me ha traído aquí a 200 kilómetros por hora, ¿Para qué? ¿Para ver como violan a mi madre?

-BILL: querida, aquí no ha habido violación alguna, tu madre es una puta que a disfrutado de las vergas de mis hombres como una loca.

-ELEONOR: hija…- lloraba, mientras  trataba de taparse los senos, y el coño chorreando de semen y fluidos, ignorando que tenía semilla de varón por todo el cuerpo.

-YO: calma, confía en mí – la susurre al levantarla.

-BILL: llegas puntual basurero, me gusta – saludó al hombre que había traído a Yasmine.

Era alto, rondaría los dos metros, con un porte imponente, pasaba los 30 años de largo, con un aspecto intimidaste, ropa negra y una cazadora de cuero que le daban un aire agradable, incluso atractivo, con el pelo corto y unos oscuros ojos negros, pero con una frialdad gélida en la mirada.

-BASURERO: un placer, ¿Estos son los seis?  - nos señaló a todos en el suelo.

-BILL: así es, necesito que desaparezcan para siempre.

-BASURERO: ¿Tenéis lo que pedí? – Bill señaló un contenedor que había a uno de los lados del hangar.

-BILL: ahí tienes lo tuyo, seis barriles grandes, un hacha y sosa cáustica.

-BASURERO: perfecto, da gusto trabajar con ustedes – se dieron la mano afectuosamente.

-YO: ¿Cómo….cómo que seis?

- BILL: claro, sois seis, aquí el amigo, se ocupa de hacer desaparecer personas, le contraté hace dos años para seguir a la furcia de la hija de Eleonor, el mismo se ofreció  a cambio de un sueldo razonable, y tenía buenas referencias…ha hecho desaparecer a mucha gente.

-ELEONOR: pero nos prometiste que si…- recibió un golpe con la culata de una arma en la frente.

-BILL: no prometí nada, puta estúpida, no voy a dejar testigos, he ganado lo suficiente como para asegurarme morir de viejo, libre en alguna playa de arena blanca y agua cristalina.

-YO: ¡¡¡¡Pero le he ayudado, me debe dinero!!!! – solté desesperado.

- BILL: es cierto, que no se diga…– se volvió hacia el basurero –…a ese, métele 200€ en el bolsillo antes de matarlo – el basurero sonrió.

-BASURERO: como usted mande.

- BILL: lo siento chico, y más por tu preciosa prometida, pero no puedo dejar que la policía me pise los talones, desde que entraste a ver a Juan, estabas muerto…- saludó a su mano derecha,  que andaba aún recuperándose de la tremenda follada que le había pegado a Lili -…pero te agradezco tu ayuda, de verdad – la mirada de rabia que le eché, sólo valió para hacerle reír.

-BASURERO: que los metan en el contenedor, ya me ocupo yo de todo –  así lo hicieron.

Nos metieron a todos en el contenedor, uno a uno, Alicia y yo agarrados, mientras Yasmine sujetaba a su madre, ayudándola a vestirse de nuevo, y Toro amagaba con resistirse.

Dentro del contenedor, había una bombilla encendida, al ver los barriles y los sacos de sosa cáustica, el temor creció, no tanto como cuando el basurero cogió un hacha que había en la pared apoyada, quitándole la etiqueta de recién comprada.

De fondo, oíamos a Bill gritar ebrio de victoria y poder a sus hombres, había por lo menos sesenta personas allí, todo su cártel había acudido a ver la justicia que se impartía a los que osaban meterse en sus asuntos. Yasmine se abrazaba a su madre destrozada de dolor, y yo  abracé a mi prometida, besándola con cariño, que  también lloraba, pero me devolvía cada beso.

-YO: no pasa nada, mi bella princesa, todo acabará pronto, te amo.

-ELEONOR: ¡Eres un puto retrasado mental!…- logró tener fuerzas para hablar, mientras su hija la ponía el vestido - …..¡Ahora vamos a morir todos por tu maldito orgullo!

-YASMINE: ¿Qué ocurre aquí mamá? ¿Por qué vamos a morir? – no sé si era la confusión, o la negación a la muerte, lo que la hacía hacer tan estúpida pregunta.

-ELEONOR: ¡¡¡No podías dejarlo estar, no, tenias que meter al cártel, ¿De verdad creías que te iban a dejar irte tan feliz? Eres un puto desgraciado!!! - me atacó por la espalda, golpeando sin piedad, la detuve con los brazos estampándola, contra una pared del contenedor.

-YO: NO, fuiste tú, te lo advertí miles de veces, esto no terminaría bien, no te amo ni te quiero, te odio, te odio tanto que te mataría yo mismo, has sido una bruja cruel, has hecho daño a tanta gente que no eres consciente del horror que has provocado.

-ELEONOR: ¡Esto no es culpa mía! Si no fuera por esa puta estúpida, no estaríamos aquí – señaló a Alicia, que trataba de hacerme soltar a Eleonor.

-YO: todavía no lo has entendido, ¿Verdad? Gracias a ella no estamos todos muertos ya – dejó de forcejear, y me miró a los ojos.

-ELEONOR: ¡¡¡¿De qué hablas? Nos van a matar ahora mismo!!! ¡¡¡A mi hija!!!!

-YO: eres  más cerrada de lo que pensaba …– la solté - …esto, dónde estamos ahora, lo que se supone que nos va a pasar, es lo que hubiera pasado, es lo que Zeus tenía planeado, hemos hecho lo que él tenía pensado hacer, y aquí estamos, a punto de morir, como bien dices.

-ELEONOR: pues felicidades, tu “Zeus” nos ha ayudado mucho – abracé a Alicia, y la besé, con la tenue luz haciendo brillar sus  ojos. Rozó su nariz con la mía, y la rodeé la cintura con mis manos.

-YO: Zeus no esta aquí, Zeus murió, Eleonor, en aquella habitación de hotel, en aquella fiesta, cuando subiendo las escaleras de tres en tres al ático,  comprendí que amaba a Alicia, de una forma que nunca entenderás, como nunca amé a nadie. Zeus murió, y con él su plan, Alicia me salvó de eso, y ahora nos ha salvado a todos en consecuencia, si no es por ella…Alicia me hizo ver más allá,  cambié el guión, y es por ello que deberías de besarla los pies, acaba de salvarnos la vida a todos.

-ELEONOR: no te entiendo.

-ALICIA: nunca lo hiciste – me besó de nuevo, estabamos abrazados de cara, hablando a Eleonor, pero ignorando el universo a nuestro alrededor, sólo estabamos nosotros.

-BASURERO: shhh,  agachados y taparos los oídos, rápido…– sacó una radio de su bolsillo, la encendió –… aquí lobo solitario, aquí lobo solitario, ¿Me reciben?

-VOZRADIO: aquí martillo, lobo solitario, a  la espera y en posición.

-BASURERO: aquí lobo solitario, el gallinero esta lleno, ¡Me cago en dios, el gallinero está rebosando!  Eviten el contenedor azul al noreste de la nave, todos los civiles a salvo, luz verde martillo, repito, luz verde – todos le miraron, menos Alicia y yo, que nos fundimos en un abrazo dulce, y en un beso largo y tenue.

Al primer golpe de una puerta, le siguieron gritos de “Alto policía, manos arriba”. Dio igual, casi al instante, empezaron los disparos.

El basurero sacó una pistola de sus riñones, y la amartilló, nos mandó  al fondo del contenedor tras los barriles. El Toro se puso en pie, y le cogió una pistola en el tobillo al basurero, montando guardia los dos juntos en la puerta. Yo me tumbé sobre Alicia, protegiéndola con el cuerpo, mientras las demás lloraban y se tapaba los oídos.

El sonido era atroz, aterrador, y resonaba hasta hacerte daño en el tímpano. Los gritos, los disparos y los alaridos de dolor eran tan altos que se tapaban uso a otros. Cuando el basurero abrió levemente  la puerta del contenedor, se coló todavía más ruido.

-BASURERO: joder, ese cerdo se ha apostado con la escopeta detrás de una columna, y está masacrando a los GEOS… – se giró hacia nosotros –…¡¡¡Taparos los oídos!!!... – apuntó, respiró profundamente dos veces, y la tercera  vez, cuatro tiros rápidos resonaron de forma infernal por las paredes metálicas gruesas del contenedor. Cuando pude volver a escuchar, veía al basurero agachado, pegando un tiro tras otro –…¡¡¡¡¡Su puta madre, le he metido dos tiros y sigue disparando el hijo de puta!!!!!!

-TORO: ¡¡¡Mira!!! – el basurero afinó a vista.

-BASURERO: ¡¡¡¡¡Y una mierda!!! …- cogió la radio –…a todas las unidades, el Rey huye por la puerta sur, repito Bill huye por la puerta sur…- antes de poder terminar de decirlo, una explosión iluminó todo, y el suelo tembló, casi sentía como el caparazón de metal que nos protegía se tambaleaba.

-TORO: ¡¡¡¡Su puta madre, ¿Qué animal ha tirado una granada?!!!!

-BASURERO: joder, viene alguien…- se apostó tras la puerta, y al entrar aquel hombre, desesperado por encontrar refugio, el basurero apuntó a su pecho y le pegó dos tiros en la espalda, y otro en la cabeza, cayendo encima de él -…¡¡¡¡Hostia puta!!! ¡¡¡¡CIERRA TORO, CIERRA!!!!! – el golpe de las balas en la parte exterior del contenedor, ya no eran aleatorias, si no concentradas.

Toro cerró por dentro, y quedamos casi a oscuras.

Los ruidos de fuera duraron, al menos, diez minutos, que parecieron siglos,  en los que juraría que la tercera guerra mundial había empezado. Toro y el basurero, se apostaron de rodillas de cara a la puerta, apuntándola con sus armas, dispuestos a abatir a cualquiera que la abriera. Poco a poco, los de fuera se fueron rindiendo, quedando sin munición o muriendo, y pasados 20 minutos, en los que no se oyó nada, la radio del basurero volvió a sonar.

-VOZRADIO: aquí martillo, todo despejado, situación controlada.

-BASURERO: aquí lobo solitario, todos los civiles a salvo, Toro y yo ilesos, asegurar bien la zona, que ningún moribundo me toque los cojones al salir con los civiles.

-VOZRADIO: recibido, lobo solitario, aquí martillo…buen trabajo, Alberto, muy buen trabajo – suspiró profundamente un par de veces, riéndose junto al Toro, luego se giró hacia nosotros.

-ALBERTO: ¿Todos bien? Ya podemos salir…- Eleonor  temblaba, pero se puso en pie.

-ELEONOR: ¿Al…Alberto? – le miraba, queriendo desentrañar aquel misterio.

-ALBERTO: Alberto, sí señora, el primo de Raúl, muerto hace doce años …– casi se desvanecía al caer al suelo de rodillas –…y aquí mi compañero, Agustín, alias “el Toro”, miembros de la unidad encubierta de la guardia civil.

-ELEONOR: pe… pero yo…y Lili…

-TORO: lo siento mucho, señoras, no pude hacer nada para evitar que las tomaran, si me descubría, estabamos todos muertos – ayudé a Alicia a ponerse en pie, estaba llorando, pero riéndose.

-YO: ¿Está bien mi princesa? ¿Por qué lloras?

-ALICIA: por que ha funcionado… ¡Dios, no me lo creo!……Ha salido perfecto…- me rodeó la nuca con su brazos, y se puso de puntillas besándome con alegría.

-YO: perfecto…perfecto no, tú tendrías que haberte ido cuando les diste la droga, no tendieras que estar aquí.

-ELEONOR: tú…tú lo planeaste todo…- me señalaba, mientras su hija la abrazaba.

Supongo que Eleonor  vio la imagen al completo de mi plan,  del plan de Zeus, que en realidad era sacar dinero, matar a Yasmine delante de Eleonor, y luego a ella, usando  el cártel de forma cruel. Pero por intervención de un ángel, Alicia, no caí en ese error,  fue ella la que logró que Zeus desapareciera, y pudiera ver que tenía razón, que tenía que ir más allá, y usar a mi primo, que fingió su muerte para trabajar en las  sombras hacía tantos años, que no le reconocí en el parque, antes de volver a ser Zeus. Y usar a Alberto no como defensa,  como ataque, que en todo momento debía de parecer un chico normal e inofensivo, tratando de librarse de Eleonor, para que Bill tuviera siempre el control, y así no sospechara de la operación encubierta, planeada hacía años, y que llamaron operación “Miguel Ángel”.

-YO: sí…así es…me ha costado dos años de mi vida,  pero sí…no tendrías que haberme dado aquel maletín, pero por fin ha acabado.

-ALBERTO: lamento hacer esto, pero doña Eleonor, queda usted detenida por estafa, fraude, contrabando de drogas, asociación ilícita y ya puestos, acoso a mi primo – la puso en pie, mientras la leía sus derechos. La fue a esposar, pero le dije que no  hacía falta, delante de su hija,  y que llamara a las asistencias, el estado de Lili era casi vegetal.

Al salir de allí, tuvieron que hacer fuerza entre Toro y Alberto  para abrir la puerta, un cuerpo  no dejaba abrir. Alicia pegó su rostro a mi pecho, el olor era repugnante al salir del contenedor, una mezcla de fuegos artificiales y sudor, había por lo menos diez hombres en el suelo, muertos, y otros tres siendo atendidos por médicos. Había otros cuerpos colgando de una barandilla superior, o en las puertas y salidas. Dejé de contar pasados los veintiún  cadáveres…

Cinco hombres, uniformados con ropa táctica, y uno de ellos con pinta de líder, se acercaron a saludar.

-ALBERTO: hola, señor – estrecharon las manos con firmeza.

-LIDER: hola Alberto, ¿Qué tal todos?

-TORO: perfectos señor, aunque esta mujer necesita atención médica inmediata, la han traído en este estado y no sabemos como está –   sostenía a pulso a Lili. De un gesto,  dos hombres que los acompañaban cogieron a Lili, y se la llevaron a un centro de primeras atenciones que habían montado al otro lado de la nave, con más de diez médicos, atendiendo como podían a los heridos.

-LIDER: ha sido impecable, ni en mis mejores sueños.

-ALBERTO: ¿Bajas, señor?

-LIDER: aún estamos recibiendo información, tenemos a un fugado en persecución, pero de los nuestros tenemos cinco heridos, y sólo uno de gravedad, sin bajas por ahora.

-TORO: ¿Y el Rey?

-LIDER: casi se escapa, gracias al aviso de Alberto, pudimos hacerle una emboscada, pero no dejaron de disparar… tuvimos que abatirlos a todos. Bill, Juan y media docena de sus altos cargos, una lastima, hubiera sido un juicio digno de ver, pero al menos, no queda nadie para tomar represalias, al resto, les tenemos arrestados o aquí tirados, todo un cártel de un solo golpe, le felicito, le felicito enormemente.

-ALBERTO: gracias, señor, pero no es justo, la idea no fue mía, no del todo, mi primo ha sido vital para el transcurrir de la operación – al señalarme, se me acercó y me cuadré como pude.

-LIDER: ah, sí, “el chico”, has salvado muchas vidas hoy, no sólo las de mis hombres,  la de miles de  personas que se meten esa mierda, nos has ahorrado diez años de planificación y trabajo, sin ti, jamás se habría podido efectuar de esta forma, y en nombre de los cuerpos de seguridad del estado, le doy las gracias, este país está en deuda contigo…– cuando se cuadró, no supe qué hacer, solo asentí como un idiota.

-YO: bueno, los del cártel me iban a pagar, no quisiera parecer codicioso pero…- Alicia me golpeó en el pecho, Alberto se echó a reír, y el Líder tardó medio segundo en darse cuenta de la broma.

-ALBERTO: discúlpele, señor, creo que de algún disparo se le ha quedado la cabeza un poco tocada.

Se separaron unos instantes, yo sólo podía abrazar a Alicia, sentir como su corazón aún se desbocaba en mi pecho y cómo sus labios temblaban menos con cada beso. Dimos un paseo, hasta que encontré el cuerpo sin vida del que la metió mano,  le di un par de patadas hasta que Alicia me apartó de allí,  luego vimos al que la pegó en casa de Eleonor, siendo atendido de un par de balazos.

-YO: ese cabrón merece morir – mi cuerpo se movía solo, en su dirección, pero Alicia me sujetó.

-ALICIA: vámonos…vámonos  a casa…se acabó - me cogió de la mano, y pasó el dorso de su otra mano  por mi mejilla, dónde  la besé en los dedos.

-YO: no sabes cuanto tiempo llevo deseando oír eso.

Echamos a andar hacia la salida, nos cruzamos con Alberto y  Toro, que llevaban a Eleonor y a su hija a un lugar apartado. Al pasar a su lado Eleonor me miró rendida, estaba agotada, humillada y superada por la situación, pero no debí mirarla, no debí sonreír, y no debí hacerle aquella carantoña a Alicia…pasamos de largo, y cuando estabamos a punto de salir, un silencio tranquilo se volvió tenso.

-TORO: ¡¡¡NO!!! – al girarme, vi a  Eleonor tirarse al suelo.

Fue tan rápida, cogió un arma tirada en medio de la nada, una pistola, y  cuando el Toro fue a echarse encima, ya me estaba encañonado. Antes siquiera de darme la vuelta completamente, Alberto desenfundó su arma y  estaba apuntando a la cabeza a Eleonor.

-ALBERTO: ¡¡¡Baje el arma, baje el arma ahora mismo!!!

-YASMINE: ¡¡¡Mamá, basta!!!!- lloraba, sujetada por  Toro.

-ELEONOR: no, esto no termina así, tú me amarás…sí…o no serás de nadie…mío o de nadie.

-ALBERTO: ¡¡¡Baja el arma, AHORA, te juro por dios que lo haré delante de tu hija, como aprietes ese gatillo te vuelo la cabeza, ¿Me oyes?!!! – era tarde, Eleonor no estaba, no había una persona bajo el caparazón de su cuerpo, solo un par de ojos que me miraban, y unas manos temblorosas que sujetaban el arma en mi dirección.

-YO: ya basta, Eleonor, ya basta…déjalo…lo has perdido todo, tu posición, tu dinero, y cuando se sepa lo que has hecho, hasta tu hija te repudiará… no merece la pena.

-ELEONOR: no, no, no…mío o de nadie…mío o de nadie…- lo repitió, abstraída de todo.

-YO: hazlo… – di un paso hacia ella –…hazlo, me da igual Eleonor, estoy harto, cansado…hazlo, me da igual...hazlo por que me iré por esa puerta con Alicia, y seré feliz,, no volveremos a vernos…no seguiré viviendo bajo tu yugo, se acabó…ya no puedes hacerme daño – Eleonor era un mar de lagrimas y nervios, fue apenas un susurró, y se calmó un instante.

-ELEONOR: sí…sí que puedo hacerte daño…solo tengo que apuntar a tu corazón – y desvió el arma hacia Alicia.

No hubo tiempo, no pensé, todo fue fugaz, y pasó tan deprisa.

Antes de que disparara  el arma, cubrí el cuerpo de Alicia con el mío,  antes de sentir la punzada que me atravesó la espalda, escuché el disparo del arma de Alberto, y el grito de horror de Yasmine, al ver la cabeza de su madre hecha pedazos. El cuerpo de Eleonor  cayó al suelo al instante, y el tiempo se ralentizó.

Alicia alzó su mirada, y me vio sonreír, no se por qué, pero lo hacía. Miré a sus ojos y vi paz, pero cuando sus labios se movieron, no escuché nada, y cuando me sujetó al vencerme sobre ella, sin fuerzas, la vi romper a llorar. Casi ni había tocado el suelo, y  dos enfermeros me estaban examinando. Alicia me abrazó, pero la apartaron,  “¿Por qué Alicia tiene las manos manchadas de sangre?”. Alberto cogió a Alicia, para dejar trabajar a lo médicos, me dieron la vuelta, fue cuando recuperé el oído.

-MEDICO1: joder, entrada lateral, no hay salida.

-MEDICO2: ¿La columna?

-MEDICO1: ha entrado por el lado derecho, intacta, pero la bala está dentro – me levantaron la camiseta, y me oscultaron.

-MEDICO2: joder, le ha perforado el plumón, ¡Ambulancia ya, necesita operación, avisar a urgencias de que vamos!

-MEDICO1: ¡¡¡Mierda, cae el ritmo cardiaco, ¿Le ha dado en el corazón?!!! –  me subieron a una camilla entre cuatro personas. Y ya estabamos en marcha, Alicia corría tras ellos, con Alberto tratando de alcanzarla.

Al meterme en la ambulancia, me faltaba el aire, y sentía la espalda muy mojada, pero no estaba sudando. No hubo tiempo de nada, así que Alicia se subió detrás,  con Alberto conduciendo la ambulancia, y los tres médicos atendiéndome a la vez. Me pusieron la mascarilla de oxigeno y me taponaron la herida, cogieron una vía, y me inyectaron algo, no sé que era, pero hacía que dejara de dolerme la espalda, pero no era dolor, era  incomodidad. Alcé una mano, y Alicia apareció para cogerla,  la vi llorar, llorar desconsolada, frotando su mejilla con mi mano.

-ALICIA: ¡Aguanta por dios…aguanta…ya llegamos, tú solo aguanta!!!!!!

-YO: ¿Por qué lloras, mi bella princesa?

-ALICIA: por ti imbécil, por ti….

-YO: recuerda tu promesa…- algo salió de mi garganta, y me saltó por la boca.

-ALICIA: ¡¡¡No, no…haced algo!!!... – le gritaba a los médicos - … ¡¡¡¡Tú solo aguanta, unos minutos y estaremos en el hospital, allí te curarán, maldito imbécil, ¿Por qué te has puesto en medio?!!!!

-YO: por lo mismo que salté a aquel balcón…o…o …o por lo mismo que subí esos diecinueve, pisos…- me costaba hablar, “¿Por qué?”

-ALICIA: ¡¡¡Respira, no dejes de respirar y quédate conmigo…por favor, no te mueras!! – al decir esas palabras, una sonrisa débil nació en mi cara.

-YO: haré lo que pueda – al reírme, escupía sangre, lo veía en la mascarilla, y un giro brusco de la ambulancia hizo que todo se moviera. Alicia cayó sobe mi pecho, mientras los médicos no sabían que más hacer, no podían hacer nada hasta llegar al hospital.

-ALICIA: recuerda tu  promesa, la que me hiciste la noche en que nos prometimos, recuérdala y cúmplela, ¡Te lo exijo! – estaba llena de lagrimas, descompuesta, y pese a estar  así, era preciosa. Me quité a mascarilla como pude, y me limpie la sangre de la boca, Alicia se alzó para besarme.

-YO: pienso cumplirla – la visión de su rostro, a escasos milímetros del mío, fue agradable, “Es una inmejorable última imagen para llevarme de este mundo”.

-ABERTO: ¡AGUANTA, JODER, YA ESTAMOS, AGUANTA!!!!! –  pitaba el claxon, y gritaba por la ventana pidiendo ayuda.

-ALICIA: te quiero, Raúl…siempre te amaré.

Veía a Alicia encima de mí, me besaba y me acariciaba, dándome fuerzas, pero ya no las tenía. No me respondía el brazo cuando quería acariciar su mejilla, ni el pecho cuando ordenaba  que se llenara de aire. Dejé de sentir su mano en mi pecho, dejé de sentir sus cabellos rozando mi rostro, dejé de sentir el peso de su cuerpo en mi brazo, dejé de sentir sus lágrimas caer en mi piel, dejé de sentir su nariz rozando la mía, dejé de sentir sus labios en los míos, dejé de sentir...

 

Epílogo.

“Hola, mi nombre es Raúl, y esto que escribo es para el futuro, para el que lo lea, entienda qué ocurre, y que está pasando.

1º He decidido reunir toda mi vida en estos documentos, mis diarios, agendas y anotaciones, todo cuanto he ido recopilando a lo largo de mi vida, está aquí. Lo he reunido todo, y en el caso de que me ocurriera algo, deseo que quede constancia de mi vida, no creo que sea mejor o peor que la de nadie, pero es mía, y quiero pensar que  a alguien le puede interesar conocer cómo, y por qué, decidí hacer lo que hice.

2º Debido a mis propios errores, mucha gente ha sufrido, por ello pido perdón y me dispongo a terminar con ello el día de la fecha indicada. Pido disculpas anticipadas a toda mi familia por no contarles nada de ello, sólo quise protegerlos, y cumplir con  el deber del hombre que me enseñasteis a ser.

Papá, te doy las gracias por creer en mí siempre, y confiar en que aprendiera de ti todo lo posible. Lo he intentado, y no creo que ningún hijo jamás haya podido tener mejor padre.

Hermana, odio como no paras de chincharme y mandarme hacer cosas, pero no concibo un mundo en el que no desearía tener a una mujer tan fuerte y capaz como tú en mi familia. Cuida de  todos, sé que puedes.

Mamá, lamento este nuevo engaño, sé que no te gusta que te oculte cosas, pero no me habrías dejado hacerlo, y necesitaba hacerlo. Sólo espero que no sufras por mí, no tienes motivo, elegí mi camino, y no me arrepiento.

3º Creía que esto era venganza, o castigo, quizá así naciera, pero eso murió junto a Zeus, con él he hecho atrocidades de las que no me siento ni mínimamente orgulloso, pero  ahora, mi vida es Alicia, y ella es la única que importa.

4º No soy nadie para decirles como vivir su vida, pero permítanme que con mis 25 años, les diga algo. He vivido más que lo que haya podido vivir nadie, he tenido amores, desengaños, momentos de locura y de lucidez, he hecho daño a  gente que quería, y he sido infiel, me he aprovechado de mujeres, he manipulado y mentido…Todo ello no me ha hecho ni más feliz, ni mejor hombre, sólo me ha traído desdicha y sufrimiento. Por suerte, Alicia apareció en mi vida, y ella me ha sacado del horror y la tortura de una vida larga y tediosa que no merecía la pena vivir. Por mis propios miedos y prejuicios, siento que he perdido el tiempo, hasta que reuní el valor de decirla que la amaba, de jugarme la felicidad a cara  o cruz con el universo, y ganar. Por ello, os insto a dejar de ser los falsos hipócritas y farsantes que somos, por que en el fondo, no merece la pena, así que os pido, por vuestro bien, caminad, dejas atrás los miedos y los prejuicios, dejad de juzgar y de actuar como os han enseñado ha hacer, y vivir un vida real. Os aseguro que por corta que sea, valdrá mil veces más que una larga vida llena de falsedades.

5º Alicia, no cambiaría un solo segundo a tu lado,  por la eternidad sin ti.”

Así empieza el relato de su vida,  escrito por el mismo Raúl. Es el trabajo que le tuvo en vela la mañana previa a aquella fatídica noche,  y lo que había en el pen drive que le entregó a Alicia en el desayuno.

Todo lo que habéis leído,  es una recreación aproximada de sus diarios, de su agenda, de los videos y fotos, de conversaciones con sus amantes y de sus amigos o familia, testigos o conocidos. En definitiva, es su vida, lo mejor que he sido capaz de recomponer, ¿Qué quien soy yo? Mi nombre es…en realidad mi nombre no tiene relevancia, bastará con decir que soy la hermana de Raúl.

Creo que lo primero  que querréis leer, es qué ocurrió con mi hermano. No seré cruel haciendo esperar, y os lo diré. Llegaron al hospital, sí,  y  metieron en la mesa de operaciones agonizando a mi hermano. La bala le perforó el pulmón derecho, y le rozó un ventrículo del corazón, los médicos lograron extraerle la bala y parar la hemorragia interna. Para entonces, había perdido demasiada sangre, y mientras le ponían unidades de plasma, los médicos le realizaron el RCP, y hasta le dieron cuatro descargas con el carro de paradas.

Mi hermano estuvo clínicamente muerto cuatro minutos,  justo cuando los médicos habían dejado de luchar, y anotaban la hora del fallecimiento, la odiosa pantalla del ritmo cardiaco pitó, y mi hermano regresó de la muerte. Todavía hoy, los médicos no se explican cómo lo hizo, pero se pasaron las siguientes tres horas evitando que volviera a ocurrir.

Fue cuando Alicia y Alberto nos avisaron, y mi padre, mi madre y yo, fuimos al hospital  como si los cuatros jinetes del Apocalipsis nos persiguieran. Al llegar, tardaron demasiado en darnos noticias, yo tuve un ataque de ansiedad, y mi madre estaba destrozada  en los brazos de mi padre, que se mantenía todo lo fuerte que podía. Alberto trataba de contener a Alicia,  que no dejaba de llorar y llamar a mi hermano a gritos, su voz resonaba por los pasillos y se la escuchaba por todo el hospital, creo que trataba de ser un faro en la oscuridad, para que Raúl la escuchara y supiera el camino a casa.

Ya por la mañana, un grupo de médicos, que apestaban a sudor con gesto agotado, salieron a decirnos que mi hermano estaba fuera de peligro, pero en coma. Se lo habían tenido que inducir para evitar daños cerebrales, por la falta de sangre y oxigeno, conectado a maquinas que le mantenían vivo. Supongo que es algo que todas las familias agradecen oír, y por eso lo dicen, pero los médicos nos dijeron que jamás habían visto a un hombre luchar por vivir de esa manera, mi hermano tendría que estar muerto, nos lo dijeron así de francos, pero no se rindió, más allá de lo físicamente posible. No me extraña, nunca lo ha hecho en toda su vida.

Pasadas tres semanas, los médicos decidieron intentar despertarlo al encontrarse mejor de las heridas, pero como se temían, mi hermano no despertó. Había  demasiados daños, pero el corazón no deja de latir,  y desde entonces,  mi hermano está en una cama de hospital, hace ya dos años.

Con el tiempo, le quitaron la ventilación asistida y respiraba sólo, pero siguió sin despertarse. Vamos a visitarle a  diario, mi padre, mi madre y yo, Alicia tampoco falla nunca, nos vemos a menudo, e insistimos en que se venga a vivir con nosotros, dada su situación.

Hemos tenido problemas, más de una vez, hemos llegado a la habitación, y una enfermera estaba montada encima de mi hermano, o realizándole sexo oral. Hemos tenido que exigir sólo enfermeros y celadores varones, por lo visto, los atributos de mi hermano siguen despertando la pasión de las mujeres. Incluso a menudo, muchas de sus antiguas  amantes, van a verle. Alexis es tan pesada que hemos tenido que dejarla ser casi su guardaespaldas, la da igual pasarse días enteros velando a mi hermano cuando no estamos, realizando los ejercicios físicos para que su cuerpo no se atrofie, o dándole cremas para evitar llagas de la inmovilidad,  casi agradecemos sus esfuerzos, pero Alexis no lo hace por nosotros, “Es mi amo, y tengo que cuidar de él”, dice a menudo, hasta Alicia se ha acostumbrado a ella.

Nuestra situación familiar es triste, pero holgada. Al mes de estar en el hospital, un hombre muy bien trajeado se presentó a la familia. Luis, resultó ser el director de sucursal de los seguros en los que trabajó Raúl, que había contratado, por su cuenta y si decir nada a nadie, hacía tres años un seguro para él, con condiciones muy amplias en caso de muerte o daños físicos. Era tremendamente caro, pero a la aseguradora le pareció perfecto que un chico de 23 años, joven y sano, firmara un seguro de vida por casi 20.000€ al año. Me imagino su cara al ver que ahora tenían que pagar  100 millones de € a su familia,  y a Alicia,  incluida  más tarde en los beneficiarios. “Cuidaré de que no te falte nada”, dijo Alicia, cuando se enteró.

Alicia nos contó, por encima, todo lo ocurrido, al menos de lo que fue consciente, y de ahí, he ido indagando para poder reconstruir todo lo ocurrido. Lo que no he podido averiguar, lo he imaginado o deducido, soy su hermana, y nadie le conocía como yo. No me decidí a escribir su historia, hasta que todo este material que os he mostrado,  llegó a mí. Raúl cumplió los 27 años  hace unos meses, lo celebramos en el hospital con él, y al recoger e irnos, Alicia decidió quedarse, como hacía habitualmente,  cogiéndole la mano a Raúl.

Antes de irme, se me acercó, y me dio un pen drive, cuando la pregunté qué era, me dijo que un regalo de Raúl. La vi tan triste al dármelo, que la dije que viniera a casa esa noche, pero se negó en redondo.

-ALICIA: me lo prometió, me lo juró, dijo que pasara lo que pasara, y tardara lo que tardara, volvería a mis brazos, no puedo irme, si me voy, no sabrá  regresar – sus lagrimas eran dulces.

-HERMANA: está bien, pero al menos, deja que me lleve al crío, no es bueno que pase aquí la noche, y así descansas.

-ALICIA: sí…será mejor – se puso en pie, y cogió al bebé del carrito, acunándolo con suavidad mientras le daba un beso en la frente, y  me lo dejó coger en brazos.

-HERMANA: dios, que grande está ya, ¡Y cuanto pesa para tener un año y unos  meses!

-ALICIA: sí, por lo visto no sólo tiene el nombre de su padre, también sus genes.

-HERMANA: pues quédate y duerme, ya me ocupo yo del pequeñín, ya sabes que a Mamá le encanta cuidarle.

-ALICIA: os lo agradezco...– jugó con sus dedos en la mejilla del bebé dormido, para luego darle un beso y rozarle la nariz con la suya -… ¡Hasta mañana, Raúl, mi principito!

Aún hoy, Alicia no sabe  decirnos por qué esa mañana no se tomó la pastilla, abrió el armario, y lo cerró sin tomársela, siguiendo con el juego de los Post It, que todavía guarda con cariño. Puedo especular e inventar sobre ello, pero la  cuestión es que no lo hizo, y se quedó embarazada. La ayudamos tanto como ella nos deja, durante la gestación, y desde el parto. Nunca entendí por qué se reía cuando amamantaba a su hijo, sentada en un sillón de la habitación,  con Raúl tumbado en la cama del hospital, hasta que leí sus palabras la mañana de la operación para deshacer a vasectomía.

Alicia se volvió a sentar junto a mi hermano, cogiéndole de la mano, decía que  algunas veces sentía cómo se le apretaba. Alicia jura que es cuando su hijo llora, pero los médicos dicen que son espasmos musculares involuntarios, y que no hay esperanzas. “Pobres locos”, les decía mirando el rostro a Raúl, que casi parecía estar peleando mentalmente con algo o alguien.

Los médicos no conocieron a  mi hermano, si hay alguna posibilidad, por dura y difícil que sea,  encontrará la forma de regresar con Alicia.

 

 Fin.

(9,79)