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Un campamento muy alocado

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En total viajamos unos cuarenta estudiantes. Iban el director del plantel, su esposa y seis maestros, cuatro mujeres y dos varones. Se alquiló el lugar que tenía un auditorio, mucha  zona verde y albercas.

La diferencia entre hombres y mujeres era notorio, pues eran unos 28 jovenzuelos calientes -yo me había relacionado con algunos aunque sin llegar a acostarnos- y tan sólo 12 mujeres. A manera de chiste, una de mis pocas amigas comentó en el autobús: "Nos toca uno por cada una de nosotras 11 y 17 para Nancy" y todas soltamos la carcajada.

Llegamos como a las 6 de la tarde de un jueves y volveríamos a casa el sábado por la mañana. Las maletas de los jóvenes fueron revisadas minuciosamente pero nuestras bolsas no, quizá porque los maestos pensaron que nosotros no llevaríamos alcohol, cigarros o mariguana. En mi pequeña maleta yo sí llevé varias botellas pequeñas de brandy Don Pedro y unas cinco cajetilas de cigarros mentolados.

Yo había decidido que me descararía durante el campamento y por ello llevé dos minúsculas falditas, bragas pequeñas y tops, sandalias y un par de tenis. De por sí con la falda que llevaba logré que hasta los maestros voltearan a verme.En dos horas las casas de campaña estaban listas y fueron mezcladas, pues en una había seis chicos y en otra una con chicas. Los maestros colocaron sus casas individuales y el director se hospedó en un hotel cercano.

El maestro de educación física hizo una fogata pues se sentía frío en ese lugar, nada comparado al puerto de Veracruz en donde el calor es excesivo. Una ligera lluvia cayó alrededor de las 9 de la noche y nos refugiamos en el auditorio. Cenamos y realizamos juegos. Una vez que se despidió el director, Los maestros y maestras ordenaron que fuéramos a  nuestras tiendas y allí nos dispusimos a dormir. Mis compañeras me pidieron cigarros y como no nos vigilaron pues supongo que los maestros se agotaron, pudimos hacer de las nuestras.

Las chicas y yo, que supongo que éramos las más zorras de la escuela, decidimos realizar competencias. Dábamos vueltas a una botella de refresco y si ésta señalaba a alguna en particular, se le imponía un castigo. Afuera hacía frío y lloviznaba. Una de mis compañeras tuvo que besar en los labios a otra y la siguiente tuvo que tomarse de un trago una botellita de brandy de 250 mililitros, lo cual la puso muy tonta.

Cuando me tocó perder a mí, el castigo fue brutal, Alicia, mi principal rival en la escuela en cuanto a la caza de mozuelos, ordenó que me quitara la ropa y que caminara lo más lejos posible de la tienda. Yo me negué pues hacía frío, sin embargo, fueron inflexibles y tuve que quitarme todo. Salí descalza y sin ropa y comencé a caminar, tenía mucho frío, pero una extraña sensación se apoderó de mi, pasé por las tiendas, había poca luz y con el cuerpo erizado cumplí mi castigo. Justo antes de llegar a mi tienda, salió un chico de el otro salón en mi escuela y me miró sorprendido y como ya conocía como era me pidió que fuera a la tienda a echar relajo. No me negué. Entre a la tienda y me sequé por completo y todas reíamos. Me puse un top y mis pantaletas y fui con los chicos. Mis compañeras se quedaron mudas por mi atrevimiento. Yo sabía que si me descubría algún profesor me podrían expulsar pero mi calentura era mucha.

Entré a la tienda de los chicos, dos dormían y los otros cuatro casi se desmayan al verme. Apagaron su lámpara y uno a uno fui chupando sus penes hasta que derramaron su miel en mi boca. No se atrevieron a cogerme pero sí me metieron sus dedos duramente. Los dejé satisfechos y salí de allí y fui hacia otra tienda en donde estaban seis de mis compañeros de los cuales cinco ya habían recibido durante el curso una buena mamada a sus vergas. Repetí la operación y tragué su semen. En ese momento ya sentía adormecidos los labios y me fui a descansar.

Durante la noche las chicas y yo no nos dejamos dormir pues nos toqueteábamos nuestras vaginas sólo por molestar, aunque una que otra estaba muy caliente.

Al otro día en la alberca aunque fue un día nublado, nadamos mucho y por momentos toqué los penes de varios compañeros bajo el agua y ellos me correspondieron dedeándome y dándome nalgadas o simplemente tocando mis nalgas o senos.

Por la noche fue la misma operación y dejé contentos a mis compañeros al tragarme sus mieles. Todos me trataron como reina y puedo decir que aunque ninguno me cogió, sí quedaron satisfechos por las chupadas que les dí.

 

 

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