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Sexo al final de clases

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La indicación de mi maestro fue muy precisa: "Quiero que te quedes al final. Quiero comentarte unas cosas con relación al trabajo que te solicité", señaló.

- Está bien, respondí. No puedo negar que él me intimidaba pues aunque no era alto sí era un hombre con mucha personalidad. En clase no paraba de gritar.

Cuando terminó la última clase fui a los vestidores. Me cambié el uniforme y me puse cómoda. Un mallón negro, una blusa amplia y unos zapatos tennis. Tomé mi bolso y fui hacia una de las cocinas. Sorprendentemente ya no había nadie y yo toqué la puerta: ¡Pasa!, sonó su voz fuerte y que me indicaba que no estaba nada contento.

Entré y sólo estaban encendidas dos de las ocho lámparas del lugar y había cierto desorden en una de las mesas, con verduras y en la mesa central sólo la estufa, las tablas y también había cosas que no estaban acomodadas.

Durante la conversación me dijo que percibía en mí talento para cocinar pero no le gustaba que yo me demorara mucho en la preparación: "Siempre eres la última y aunque te he dado buenas calificaciones por tu modo de preparar, limpieza y el sazón, te demoras mucho y eso es algo que no se perdona en un chef, debes aprender a realizar más de un platillo a la vez.." explicó.

Yo lo escuchaba atenta y noté que no desviaba su mirada de mí. Con la blusa que llevaba se notaba un tirante de mi brassiere y se resaltaban mis tetas.

De pronto, desvió su conversación hacia otros temas y me pidió que le ayudara a acomodar verduras en uno de los congeladores. Lo hice con gusto aunque ya estaba cansada y con algo de sueño.

De pronto, todo ocurrió muy rápido. Me acerqué al congelador y guardé unas lechugas y coliflores, sin embargo, él se puso detrás de mí y me arrimó un pepino por las nalgas y me apretó fuerte con su otro brazo: Debo reconocer que me asusté un poco, pero no pude replicar, no sé si me impactó que me lo hiciera mi maestro o quizá temí una mala calificación, no lo sé.

El lugar estaba frío pues estaba encendido el aire acondicionado y y comencé a sentir mucho calor al sentir las manos de mi maestro.

-Profesor, por favor, debo irme, le comenté, débilmente.

- No te vas, te ordeno que te quedes, dijo.

Resopló en mi nuca y se escuchaba tan agitado que pensé que le ocurriría algo. Se sobrepuso y me recargó a la orilla de la mesa de trabajo, la misma que quedó con algunas sobras de verduras. Me comenzó a besar el cuello y sus manos acariciaban mis senos. Hubo un momento en que metió sus manos debajo de mi blusa y me quitó el brassiere. Realmente el sujeto estaba ansioso y yo noté que prefería mantenerse malhumorado quizá con la idea de dominarme. La realidad es que el tipo no me conocía.

Violentamente me bajó el mallón y el calzón, hasta que me desnudó completamente. Me lamió las tetas y la vulva: "Huele bien y está deliciosa cabrona" alcanzó a decir y yo sólo cerraba los ojos cada vez que su lengua recorría mi vagina. Era un experto en esto.

Se alzó y me besó nuevamente el cuello y los labios. En realidad no permito que me besen en los labios o por lo menos no en el primer encuentro, pero ya estaba excitada. Me volteó e hizo que me recargara en la mesa con el culo parado y me besó la espalda mientras me arrimaba su verga debajo de su ropa interior.

Por curioso que pareciera, él me seguía diciendo todo tipo de calificativos que en lugar de molestarme me excitaban más: "Puta, zorra, cabrona..." y todo tipo de palabras. Realmente estaba excitado. Se bajó los calzoncillos y me ordenó que le hiciera sexo oral. Era mi turno, lo hice como una experta y literalmente se volvió loco. Me introducía todo su pene en mi boca y varias veces sentí asco pues me llegaba hasta las anginas. Era un delicioso trozo de carne duro que me excitó mucho.

Nuevamente me ordenó que parara el culo e introdujo su verga en mi vagina. Sentí delicioso cuando su pito me traspasó y entonces él arremetió con fuerza. Yo le acariciaba la pierna y le pedía que me diera más. Él se sorprendió un poco pues quizá disfrutaba más creyendo que me poseía a la fuerza. Yo disfruté sus acometidas y no quería que sacara su verga.

¡Disfruta esta verga zorra, con esto obtendrás buenas calificaciones! añadió y siguió clavándome.

Después, sacó su pene y me levantó y acostó en la enorme mesa. Nuevamente me penetró y yo sentí nuevamente esa ricura de pene en mi vagina. Los próximos minutos fueron extraordinarios pues tuve dos orgasmos ante tanta arremetida. Me pidió que me pusiera en posición de perrito y por tercera vez me introdujo su pito. Esta vez yo comencé a moverme frenéticamente. Apretaba su pene lo más posible y movía el culo de tal manera que eso casi lo hace desmayar de placer. Me pidió que siguiera y yo moví el culo expertamente. Sacó su pito y besó mi espalda. Me apretó los hombros para que me relajara.

Me dejó en posición de perrito y esta vez se fue hacia mi culo. Poco a poco fue introduciendo su verga en mi culo y comenzó a arremeter. Yo estaba a punto del desmayo. Continuamos así unos siete u ocho minutos hasta que eyaculó en mi culo. Me ordenó que le lamiera su pene y chupara la última gota de semen. Yo esperaba más, pero decidió que debíamos vestirnos para marcharnos de la escuela. Me dijo que me avisaría cuando volveríamos a vernos.

Cogimos dos o tres veces más hasta que se marchó a la Ciudad de México para trabajar en un hotel. Sin embargo, esas noches de locura y pasión en la cocina de la escuela no has sido fáciles de olvidar.

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