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Las mentes curiosas que fantaseaban entre las sábanas: (cap.11) Quién hubiera imaginado esto

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CAPÍTULO 11: QUIEN HUBIERA IMAGINADO ESTO

 

–¿Qué te parece esto? Es demasiado ¿Verdad? Jojo.– dijo Jaime mientras manejaba el ordenador.

Elizabeth se acercó y miró la pantalla, –Bueno, y por qué no, tampoco es para tanto, por probar...

Había pasado ya tiempo más que suficiente jugando los dos solos, y como habían planteado, de vez en cuando, estaría bien probar algo distinto para jugar un poco.

En todo esos meses habían tenido tiempo suficiente para plantear opciones, tenían claro que no querían quedar con nadie de su ciudad, y tampoco repetir con personas que ya habían estado, quizás salir fuera era lo mejor, a visitar a alguna pareja como los visitaron a ellos, eso resultó morboso, y además daba la posibilidad de aprovechar el viaje vacacional de ese puente que venía en pocos días.

Estuvieron buscando opciones varios días hasta que apareció esa ante sus ojos, realmente no era lo que buscaban, pero ninguno de los dos podía negar que alguna vez hubiera pensado en ello, y ahora, había llegado la hora, frente a la puerta de una discoteca alquilada para una fiesta privada, unos segundos ante la puerta para tomar aire, y se acercaron a llamar.

–¿Estás segura?– Preguntó Jaime.

–Estoy cagada, pero si no nos gusta nos vamos y ya.–

–Vale, pues... vamos...–

Jaime llamó a la puerta e inmediatamente un tipo trajeado y de complexión de culturista abrió.

–Buenas noches, invitaciones por favor.– dijo el portero.

–Buenas.– respondió Jaime entregando un par tickets.

Sin más palabras la pareja pasó al interior del edificio. Un largo pasillo de entrada terminaba en una segunda puerta, tras esta estaba la sala principal, unos segundos extra ante ella para volver a tomar aire, y sin más la atravesaron.

Nada más pasar, la sorpresa fue inmediata, llegaban algo tarde, así que la fiesta ya había tomado el cariz deseado. Todo estaba dispuesto con colchones redondos, camas, sofás amplios, y todo tipo de mobiliario cómodo para practicar el sexo. Algunas parejas aún estaban hablando, pero la gran mayoría se encontraba en plena acción, intercambiando cónyuges unas con otras. Hace unos meses jamás hubieran pensado que entrarían en un sitio así, pero ahora ya no podrían volver a decir, sin mentir, que nunca habían estado en una orgía.

El lugar estaba lleno de gente guapa, de hecho, el anuncio que encontró Jaime en Internet exigía la admisión por físico en el grupo de parejas swinger que organizaba. Era un desfile de belleza y cuerpos apetecibles.

Justo en la entrada, un stand que hacía las veces de guardaropa les esperaba, ya estaba todo el mundo desnudo y tapado a lo sumo con una toalla o lencería sexy, así que no era lógico seguir con ropa allí. La pareja se desnudó, Jaime tomó una toalla y se la puso al rededor de la cintura, Elizabeth se quedó en ropa interior, dejando el sujetador, liguero, tanga y medias, la chica tampoco se deshizo de sus botas de tacón.

–Ufff, ¿Y ahora qué?– dijo Jaime.

–A mi que me cuentas, tú eres el que sabes de estas cosas.–

–Yo nunca he venido a un sitio así, no se que hacer.–

–Pues a mi me da palo, si tú no haces nada nos vamos.–

–Tranquila, ya hago algo...–

Jaime tomó a Elizabeth de la mano y la llevó hasta un sofá vacío, una vez allí le indicó que se sentara, y sin más empezó a besarla y acariciarla. El chico empezó a jugar con sus dedos entre las piernas de su novia y jugueteó con su sexo unos minutos sobre el tanga, luego lo apartó un poco y lamió su mano para tocarla con suavidad. Pronto otras parejas empezaron a fijarse en ellos, y algunas se acercaron hasta donde ellos estaban.

Una pareja bastante atractiva se sentó junto a ellos, y nada más unos segundos más tardes otra más se sentó al otro lado. Una de las chicas era morena de pechos grandes y lencería blanca parecida a la de Elizabeth, la otra castaña de pechos pequeños y medias negras, los chicos eran rubio y moreno respectivamente, ambos completamente desnudos cubriendo solo sus colas con pequeñas toallas blancas. Los cuerpos de los cuatro eran bastante atléticos, el chico rubio parecía algo hormonado debido al gran tamaño de su torso. Sin duda la pareja rubio morena eran muy dada al gimnasio y la estética, mientras que la de moreno castaña era más normalita a pesar de estar en muy buena forma.

Las dos parejas comenzaron a tocarse también, y pronto el calor del momento subió. Las miradas se intercambiaban entre unos y otros, era hora de subir de grado.

Jaime fue el primero en pasar a mayores, se puso de rodillas en el suelo y quitó el tanga a Elizabeth, luego empezó a lamerle el chichi mientras esta desabrochaba su sujetador para que los chicos pudieran ver sus pechos perfectos.

Casi instantáneamente, los otros novios siguieron el ejemplo, e hicieron lo mismo que Jaime. Las chicas se miraron entre ellas y se arriesgaron a lanzar las manos unas a otras, y todas fueron bien recibidas, Elizabeth era la que se llevaba la mejor parte al estar en medio, ella tocaba a las dos chicas mientras que las otras solo la tocaban a ella.

Los tres chicos dejaron caer las toallas al suelo y se levantaron para tener una mamada a tres, y ni por un momento hubo duda en ellas, que se lanzaron por las colas de sus novios. A pesar de estar bien entregadas a lo que hacían, miraban a los lados para ver las pollas de los otros chicos. Elizabeth miró primero la del rubio hormonado, esperando ver una cola gorda y grande, pero realmente no estaba tan acorde con su tamaño y era muy normalita; luego giró la mirada hacia la del moreno, esa sí que era digna de mención, quizás era la cola más gorda y larga que había visto nunca, por su mente paso la idea de que eso no le cabría dentro, pero el morbo de intentar meterla en su interior era tan intenso que el chichi se le humedeció intensamente, quizás empezando a lubricarse por si tal elemento tenía que abrirse paso entre sus paredes.

Los chicos empezaron a cruzar manos también, y a tocar a las chicas de los otros, todos parecían contentos de ver como otras manos acariciaban lo que era suyo, incluso en sus rostros se mostraba cierto disfrute asociado a esas caricias ajenas.

Las chicas parecían tener ganas de probar a los extraños que tenían cerca, y tanto la rubia como la castaña quisieron intercambiar posiciones con Elizabeth, esta al poder elegir pensó por un momento en que quizás a Jaime le molestara si iba por la grande, así que la duda le hizo tomar ambas en las manos, y sin darse cuenta de repente ambas chicas fueron por la cola de su novio mientras que ella se veía con dos penes ante su cara.

A pesar de la suculenta comida que rozaba sus labios, Elizabeth no quitaba ojos de donde había ido a parar la que era de su propiedad. Las dos chicas empezaron a lamerla al unísono, y por turnos la metían en una boca y otra. Celos y rabia requemaban el interior de Elizabeth al ver que dos chicas comían a la vez su bien más preciado, y además ella no era una de las afortunadas, sin duda ella quería que la primera vez que dos bocas tocaran a la vez la cola de su chico, una fuera la suya, pero realmente era justo, ya que la primera cola que ella comió junto a otra chica no fue la de él, y además él también estuvo de espectador. Aún con todo la chica estaba más salida por ver lo que hacían que enfadada, así que dejó la vista al primer plano y volvió a ver las dos vergas que sostenía en sus manos, cual meter primero era la pregunta, pero la respuesta de su libido fue, las dos.

Abriendo la boca tanto como pudo, Elizabeth introdujo las dos pollas en su interior, la conjunción de sabores y texturas hicieron que su paladar fuera un torrente de sensaciones, y la salivación creció exponencialmente. Cuando las tuvo bien empapadas las sacó de su boca y empezó a lamerlas conjuntamente como si de un helado doble se tratara, y luego paso a chupar una punta y otra alternándose.

La cola más gorda llenaba bastante su boca, aunque al haber tenido dos dentro ya no le pareció tan abundante, de todas formas sus dientes rozaban toda la superficie sin remedio; la otra polla le resultaba más fácil de chupar y quizás más gustosa a la acción. Mientras intercambiaba de una a otra, la que quedaba libre la masajeaba con la mano, intentando mantener las dos lo más duras posibles.

Elizabeth levantó la vista y Jaime, que estaba recibiendo los favores de las lenguas de dos autenticas expertas en el tema, tenía la vista clavada en ella, y ni por un segundo la separaba de su chica, al ver esto, Elizabeth sonrió contenta, y decidió dedicarle las mejores caras de zorra de su repertorio junto con unas mamadas al mismo nivel, para que su chico disfrutara de ver que cerda podía llegar a ser.

Los dos tíos disfrutaban de la boca de Elizabeth más que de ninguna otra en su vida, y sus manos ya se movían nerviosas en el aire esperando el momento de tocar su cuerpo.

De repente había más parejas al rededor mirando atentos la escena, todos observaban a Elizabeth, y parecían muy inElizabethdos en ella. Un par de chicas dieron permiso a sus novios para que se acercaran para intentar ser aceptados por Elizabeth, y pronto, dos pollas más blandían erectas junto a su cara. La chica no sabía que hacer, las pollas no tenían mala pinta, ninguna era tan grande como la del rubio, pero una de ellas, a pesar de ser corta era quizás hasta más gorda. Elizabeth ni siquiera miró las caras de los chicos, tan solo miró a su novio y levantó las cejas sonriendo, como diciendo, qué hago, con la mirada. Jaime no pudo evitar sonreír también y giró la cabeza encogiéndose de hombros. Elizabeth hizo el gesto de chupar polla poniendo cara de cerda mientras se reía, y su chico asintió riendo, ella entonces miró a las cuatro pollas y sonrió a Jaime encogiendo los hombros, a modo de imitación, y sacó la lengua justo antes de cambiar su expresión a la de una autentica cerda salida.

Elizabeth tomó las dos pollas nuevas en sus manos, y volvió a comer una y otra de las que ya tenía, intercambiándolas, luego, paso a chupar la de su mano derecha y tras esta la izquierda. Le costaba centrarse en tanto rabo, de ser tres podría haber tenido las manos y la boca ocupadas a la vez sin que sobrara ninguna, pero cuatro no era buen número, así que optó por abrir más la boca y meterse como pudo dos en ella mientras que acariciaba las otras con los dedos.

Por su parte, Jaime seguía disfrutando de la visión mientras las dos lenguas juguetonas de las chicas lamían sus huevos y cola. Miró por un momento abajo, y ambas estaban totalmente entregadas y mirándolo con deseo, Jaime sonrió y volvió a mirar a Elizabeth.

Los cuatro chicos ardían en deseo de probar más de la chica, y el más grande de ellos dio el paso. La tomó en peso y la subió a su cintura, Elizabeth por reflejo se agarró a ella con las piernas, y el chico colocó su verga en el chichi de esta. La dejó caer suavemente y la polla entró sin problemas gracias a la lubricación de la que estaba haciendo gala su coñito, Elizabeth sintió un ligero placer al tener por fin una polla dentro que calmara sus ansias de ser rellenada. Rápidamente otro de los chicos se colocó tras ella y empezó a lamerle el culito intentando dilatar el agujero para poder pasar a él. Elizabeth se puso algo nerviosa al notar esto, últimamente había tenido más anal, pero solo con su pareja y además estando muy preparada, no estaba por la labor, pero entonces los otros dos chicos comenzaron a acariciarla y sentir las ocho manos masculinas en su piel hizo que se olvidara de lo que el tío de atrás intentaba.

De buenas a primeras, dejó de tener una lengua en la trasera, para pasar a tener otra cola intentando entrar en ella. Elizabeth se abrazaba al tipo fuerte mientras este la penetraba, y mantenía los ojos cerrados intentando no pensar demasiado en nada, pero al notar la otra cola abrirse paso hacia su interior, sus ojos se abrieron de par en para, y entonces giró la vista a su chico, Jaime tenía cara de sorprendido, de ver semejante escena que su novia estaba protagonizando. Elizabeth lo miró con la boca entreabierta en un comienzo de jadeo, que terminó en un gran gemido al notar que la polla de su culo había logrado su objetivo. La chica cerró los ojos y gritó de placer estirando el cuello en una mirada al cielo, para luego volver a abrirlos y mirar a su novio con deseo y morbo, mientras jadeaba de placer y su rostro se tornaba en muecas de zorra.

Varias parejas empezaron a rodear al quinteto que se había formado con Elizabeth y se hacía difícil mirarla en plenitud, pero Jaime podía seguir viendo sus ojos, mirándolo sin descanso, que era lo que realmente quería observar.

Los dos chicos la follaban en el aire con buen ritmo, clavando sus pollas hasta el fondo de la chica, a Elizabeth le resultaba imposible cocarse, y aunque otro de los chicos que la acariciaba, intentaba masturbarla, no era lo mismo, y el placer no era tanto como debería ser, aún así era suficiente para poder aguantar una verga en el culo sin que le llegara a doler más que el gusto obtenido.

Elizabeth se sentía muy cerda en ese momento, tenía muchas manos tocándola, y dos colas que la embestían sin piedad, pero sobretodo, tenía a su chico que la miraba a ella, y solo a ella, de entre todas las que había en aquella inmensa sala. Eso era sin duda lo que si que le proporcionaba lo que ella buscaba.

La postura comenzó a hacerse difícil, y los chicos decidieron que era hora de follarla mejor y compartirla entre los cuatro. Así que el grande la levantó más alto haciendo que las dos colas salieran de ella, y luego la tomo en brazos, empezó a caminar con ella hasta llevarla a una gran cama cuadrada que había en mitad de la sala.

Elizabeth había perdido de vista a Jaime, y eso no le gustaba en absoluto, lo buscaba por todos lados pero no lo veía, y ahora estaba en mitad de una cama rodeada de cuatro tíos que solo pensaban en follársela sin piedad. Las manos volvieron a su piel, y las pollas a buscar su boca, pero Elizabeth por primera vez desde que todos los juegos empezaron meses atrás, se sentía incómoda y no quería estar ahí.

Mientras tanto, Jaime había vivido una experiencia similar, la gente se agolpó ante él y taparon la vista de Elizabeth por un segundo, momento en el que las dos chicas se levantaron e intentaron llevarlo a un sofá. De repente Elizabeth había desaparecido, y ya no pudo pensar en otra cosa. Las chicas intentaron retenerlo para que se las follara allí mismo, pero Jaime salió corriendo a buscar a su chica.

Elizabeth estaba muy agobiada, mientras un gran circulo de gente a todos los lados de la cama la observaba. Pero entonces, entre toda la turbe, se abrió paso cu chico, y su expresión cambió a una felicidad plena. Jaime se sintió aliviado al verla, y aún más al darse cuenta de que ella también lo buscaba, y que no hacía nada ni se dejaba tocar por nadie al faltarle él. Ambos se fundieron en un gran beso.

–No me dejes sola más por favor.– suplicó Elizabeth.

–Jamás preciosa, no dejaré que te separen ni un metro de mi, te lo prometo.–

–No me gustaba esto sin ti jo, no sabía si te habías quedado con las zorras esas.–

–En cuanto se te han llevado de allí las he dejado tiradas, solo me importas tú. ¿Quieres que nos vayamos?–

–Lo que desees mi amor.–

–Por como te miran a lo mejor nos matan si te me llevo jeje.–

–Sí que nos miran sí, pero me da igual, soy tuya y haces conmigo lo que tu quieras.–

Jaime la besó de nuevo con más ganas que nunca, –Es que... ufff... como te quiero preciosa.–

–Y yo vidita.–

La gente los miraba expectantes, esperando permiso para volver a abalanzarse sobre Elizabeth, la pareja solo estaba atenta el uno al otro.

–Nos miran mucho jojo.– dijo Jaime.

–A ver si nos van a hacer algo de verdad.–

–Los mato a todos antes tranquila.–

Las dos chicas que le chupaban la cola a Jaime aparecieron entre la gente.

–Mira, ahí vienen a buscarte tus fans.– dijo Elizabeth algo picada.

–No te quejes que tú tienes a cuatro que están aquí esperándote como perritos, y a un montón de gente mirándote con deseo.–

Elizabeth sonrió, –Ya... no creía que estaba tan buena, si yo soy normalita.–

–Ya te lo he dicho mil veces, no hay mejor tía que tú, y todos se mueren por un poquito de ti, si es que es por eso que te he tenido que traer, porque eres demasiado y hay miles de personas que quieren adorarte.–

–Jojo, entonces ¿Me tengo que dejar que me sigan follando?–

–Si quieres... tú decides, sea lo que sea voy a estar aquí sin perderte de vista.–

–Y mientras con esas dos chupándotela ¿No?–

–Si no quieres mi cola no la toca nadie que no seas tú.–

–No, que no pasa nada, que no me van a estar a mi cuatro y tú solito, además me pone ver como te desean esas dos guarras.–

–Jaja, como quieras, ya sabes que sino me uno y tienes cinco para ti.–

–¡Si ya no puedo con cuatro! Tendrías que echar a uno o dos, porque tú vales por los cuatro a la vez.–

–Ohhh, que majica que eres.–

–Es que nadie me lo hace como tú mi amor.–

–Bueno, entonces qué, ¿Te lo hago yo y mando a todos esto a la mierda o dejo que te adoren un poco más?–

–Ummm... no sé... deja que me adoren un poquito pero sin dejar de mirarme y luego los mandas a todos a tomar por culo y me lo haces tú mil veces.–

Jaime sonrió y dio un beso a Elizabeth, luego se separó un poco e indicó a los chicos que podían tocarla. Elizabeth sonrió picaramente y se echó hacia atrás en la cama abriendo la boca, e instantáneamente ya tenía una cola dentro de ella.

Jaime se puso a observarla mientras cogía la cabeza de la chica morena y la llevaba a su entre pierna, la otra chica rápidamente se unió a la primera y ambas volvieron a lamersela en conjunto.

Elizabeth tumbada en la cama era mas accesible por todos, así ahora podía tener dos pollas, una en cada mano, otra en la boca, y al cuarto chico comiéndole el coño. La postura era placentera, pero le impedía ver a Jaime, así que se movió lo suficiente para comer la polla mirando de lado y poder ver a su chico sin perderlo de vista.

El chico de la cola más grande se tumbó en la cama y colocaron a Elizabeth sobre él, esta se sentó en su polla y comenzó a mover las caderas mientras miraba solo a su chico. Otro de los tíos se puso frente a Elizabeth y le dejó su cola en la boca, y el de la cola corta y gorda se se puso atrás intentando follarle el culo de nuevo.

Elizabeth estaba tranquila, pero con las paradas su culito no estaba para visitas, pero Jaime le sonrió y la tranquilizó con la mirada. Cogió a una de las chicas y la puso a cuatro patas, en una posición similar a la que había quedado su novia, y entonces empezó a metersela por el culo, como le estaban haciendo a Elizabeth. Al ver esto, la mente de la chica, le hizo pensar que era su novio el que le empujaba desde atrás, y su culito de abrió poco a poco como una flor, a pesar de gran grosor de la cola.

Elizabeth se sentía muy llena, y de hecho, lo estaba, por cada uno de los agujeros que le podían meter una cola, tenía una, pero el cuarto chico quedaba suelto. Ella estaba demasiado ocupada en lo que hacía y en observar a Jaime como para prestar atención a un tío que ni le importaba y además le sobraba, así que no reparó en lo que este hacía ni decía.

Ninguno de los chicos paraba ni un momento de decir comentarios alabando el cuerpo de Elizabeth, y tampoco dejaban se decirle lo cerda que era o de preguntarle cosas como si le gustaba estar llena y otras similares. Elizabeth respondía a veces casi por reflejo, así que ante la pregunta, ¿Te han hecho doble por el coño alguna vez? respondió de forma automática y sincera con un sí, sin pensar en lo que podía venir tras esta respuesta.

El chico libre indicó al polla gorda que saliera de su culo, y tras esto se puso en la misma posición pero con su polla en dirección al chichi de Elizabeth, la chica empezó a sentir una fuerte presión en su coñito que no esperaba para nada, y antes de poder negarse tenía una segunda cola penetrándoselo. Realmente, la última vez que probó eso lo había disfrutado, y esta no tenía porque ser menos, así que llevo su mano derecha al chichi para masajearlo y poder aguantar lo que se le venía encima. Pero lo que no podía sospechar, es que la presión de su interior aún tenía que aumentar más, ya que el de la cola gorda no tenía intención de abandonar su posición.

El chico abrió las piernas y se colocó sobre el culo de Elizabeth, luego bajo su polla casi de forma perpendicular, y volvió a hundirla en el ojete de la chica. Los ojos de Elizabeth se quedaron blancos al sentir eso, no había palabras para describir el dolor y placer que recorría su cuerpo. Miró a Jaime sin saber bien si pedirle ayuda o que no perdiera detalle de lo que le hacían, así que simplemente cayó y lo miró fijamente, transmitiéndole todo lo que sentía con sus ojos. Jaime dejó al instante a la chica que se estaba follando y se acercó a Elizabeth para acariciarle la cabeza. El chico que le follaba la boca a ella tuvo que sacarle la cola debido a que la chica estaba demasiado tensa como para mantener algo que pudiera ser arrancado dentro de su boca.

–Tocate, tú puedes preciosa.– susurró Jaime a su oído.

Elizabeth no creía que pudiera aguantar con tanta cola, y aunque tener a Jaime al lado la calmaba, y que hubiera dejado a dos tías solo para acariciarla le encantara, no sabía si resistiría ni un segundo más.

–Estoy contigo, y estás preciosa, ojala pudiera hacerte una foto para que vieras el morbo que das, tan llena, tan... joder, no sabes como se te ve, que tienes a todo el mundo atento a ti, extasiados mirándote deseando ser uno de los que te tocan, los tíos y las tías, todos, y tú puedes con todos, lo ven en lo que aguantas, en esas caras de dolor y placer que estas poniendo, en lo preciosa que estas aún a punto de que te revienten.– le dijo Jaime con tono morboso y cálido.

Elizabeth se embriagó por sus palabras, y sus orificios comenzaron a dilatarse y lubricarse con las caricias de la voz de su novio. Miró a alrededor, y como aquel día en la playa, todos los ojos eran solo para ella, pero ahora había muchos más, y no era solo la cola de su novio la que la penetraba había tres distintas entre su chichi y su culito, y una cuarta aguardaba ante su cara. Elizabeth besó a Jaime y luego alargó el cuello para volver a coger la cuarta polla entre sus labios, y como la mejor de las actrices porno del mundo, se manejó con cuatro colas mostrándose como la diosa del sexo que era, y como no podía ser de otra forma, tomó la polla de Jaime y la llevó también hacia su cara, para mirarlo sin cesar mientras chupaba las dos y era follada por tres.

El momento era del todo increíble, y Elizabeth comenzaba a acostumbrarse al dolor de forma que solo quedaba el placer, y tanto era ese placer que le costaba mantener las pollas en la boca sin arrancarlas de un mordisco, pero el mero hecho de tenerlas ahí mejoraba todo, así que no quería que salieran por nada.

Los chicos disfrutaban aún más que ella, y hacían un tremendo esfuerzo por alargar el polvo y no correrse, pero cada vez les costaba más. Ver el cuerpo de Elizabeth los hacía estremecer, y aún más viendo todo lo que le hacían a la vez, la gota que colmaba ese gran vaso de morbo era que ellos mismos participaran en tal acto. La presión era grande, muy grande, para todos, desde el culito cerrado que apretaba y dejaba sentir en su interior las embestidas de las otras dos pollas contra la que ocupaba ese lugar; el mismo chichi de esas otras dos, que se pegaba a la polla enorme y la otra que aún siendo de un tamaño más adecuado apenas cabía dentro; las de la boca que se marcaban con los dientes por culpa de una mandíbula que no podía abrirse más pero que tampoco quería soltarlas.

Elizabeth estaba a punto de correrse todo el tiempo, pero de hacerlo sabía que solo quedaría dolor y quería retrasarlo, pero cuando vio el momento en el que debía rendirse, se dio cuenta de que le era imposible. El sexo era de lo mejor, y las sensaciones únicas, pero el orgasmo no quería aparecer en su cuerpo, aún así no tenía quejas, ya que el placer era enorme, pero poco a poco se estresaba de no tener recompensa a tal hazaña.

Sin previo aviso el otro chico de su boca se corrió con un gran chorro que le hizo escupir ambas pollas. Trago parte sin remedio, y la demás le fue proyectada a la cara en otros dos potentes chorros. Elizabeth apenas podía ver, y su cara estaba completamente blanca, en otro momento quizás hubiera tenido arcadas al sentir eso, pero ahora solo la puso más cerda, y aún más al ver como todos los presentes estaban encantados de ver la leche resbalar por su cara, y que su novio la miraba orgulloso y enamorado. La chica volvió a agarrar con los dientes la polla de Jaime y la chupó de arriba abajo sin parar. La leche ardiente aún se movía en su boca, dando un extraño y cálido placer a la cola de su novio.

Las mamadas de las parejas a su alrededor no tardaron en manifestarse, y las corridas fueron rápidas debido al alto voltaje que la escena estaba proporcionando.

Algunos chicos se acercaron a Elizabeth en el momento de su corrida y bañaron su espalda, ella las sentía quemar su piel y no podía evitar echar una mano atrás y restregar la leche por su cuerpo, bajando hacia su culo y usándola finalmente para lubricar su chichi.

Jaime la miraba en éxtasis mientras ella clavaba las pupilas en sus ojos, Elizabeth sabía como ponerlo aún más cachondo y disfrutaba con ello. Empezó a mover las caderas para dar más ritmo a las pollas que la empalaban, porque por si solas a penas lograban tener ya el énfasis suficiente. Nada más moverse la gorda del culo y la pequeña del chichi reventaron potentemente en su interior, ríos de lefa salieron a chorros de sus orificios al sacar ambas colas de dentro. Al retirarse, el culo de Elizabeth quedó muy abierto, tanto que podía verse su interior, el coño estaba igual, y gracias a que la cola que aún quedaba era grande podía sentir algo.

Aprovechando la libertad de movimiento, la chica se incorporó para cabalgar bien la enorme verga que aún palpitaba en su interior. Jaime se puso de pie con las piernas abiertas sobre el otro chico para que Elizabeth pudiera seguir chupándolesa. Por más que se tocaba y movía seguía sin correrse y el chico de abajo estaba a punto.

Elizabeth, desesperada, agarró al chico de la cola grande y lo hizo girar dejándolo sobre ella, –¡Fóllame!– gritó ansiosa.

El chico empezó a follarla mientras que Elizabeth reclamaba la polla de Jaime en su boca, este, rápidamente se la metió de nuevo. El otro embestía tan fuerte y rápido como podía pero a Elizabeth le sabía a poco, y ella misma se movía compulsivamente intentando conseguir más. El chico terminó corriéndose con un gran gemido y su semen no se mantuvo ni un segundo en el chochito de Elizabeth debido a lo abierto que estaba.

–Vaya mierda de tíos.– gruñó la chica, –No saben follar, quiero que me folles tú Jaime, por favor, fóllame que estos mierdas no saben.–

Jaime, cogió a Elizabeth y la abrió bien de piernas, –Ahora mismo preciosa.–

Empezó a follársela con ímpetu y unas ganas que ni el mismísimo dios podría describir. Elizabeth se movía, y se tocaba, –Tengo el chichi demasiado empapado, limpiamelo.– dijo con tono muy cerdo.

Jaime se quedó pensativo un segundo, no sabía bien que quería decir, pero ella se lo aclaró cogiéndole la cabeza y llevándola a su coño. Una vez allí supo que no había nada que pensar ni nada que negarle tras la impecable actuación que ella estaba teniendo, y sin más comenzó a lamerle el chichi lleno de leche.

Elizabeth se estremeció de placer al notar la lengua de su chico dejándola limpita, miró abajo y verlo casi le dio el orgasmo deseado. Necesitaba aplacar el calor que le entró de repente y cogió la primera polla que se puso a su alcance para chuparla, no le duró ni un minuto antes de que le llenara la boca y la cara, y nuevamente tuvo que coger otra. Llego a coger al menos dos más antes de agarrar a Jaime y hacer que volviera a metérsela.

Jaime, empezó a clavársela de nuevo con fuerza y pasión, mientras mordía su cuello y besaba la profanada boca llena de flujos. Elizabeth se moría de placer de tener así a su chico, no le hacía falta nada ni nadie más, todo era perfecto, pero quería darle una última grandiosa imagen, antes de sucumbir al deseo por completo. Se giró sobre Jaime y se puso a cabalgarlo, llamo a varios chicos y la rodearon, pasó de polla a polla, sin descansar un solo segundo, pidiendo que le echaran todo encima. Los tíos empezaron a pelear por un sitio cerca de ella, para derramar su leche en ese deseado cuerpo o esa preciosa cara, los más afortunados lograban que parte cayera dentro de su boca,

Elizabeth cabalgaba a Jaime mientras este magreaba su cuerpo y observaba como poco a poco todos esos tíos se lo pintaban y decoraban de blanco. La piel de la chica se tornaba aún más pálida al verse cubierta de tantos fluidos. Las manos de Jaime se impregnaban en la leche al tocar los pechos de Elizabeth, cada vez eran más y más, hasta que resbalaron hasta llegar a la cama y la piel del chico.

Cuando ya no quiso más se echó sobre su novio y dejó que sus cuerpos se pegaran. Un tío aprovechó el momento para meterla en su coñito junto a la de su chico, pero Elizabeth la sacó de un manotazo, –No quiero más colas, solo la de mi novio.–, y todos se apartaron simplemente a mirar.

Jaime volteó a Elizabeth se nuevo y agarró sus piernas poniéndolas en sus hombros, y clavó la cola tan profunda que Elizabeth tuvo que frenarle con la mano, pero insistió hasta que esta le dejó abusar de ella sin impedimentos.

Se unieron en un abrazo sin fin, en unos besos eternos, y un movimiento perfecto. EL cuerpo de Elizabeth comenzó a temblar y su chichi se contrajo como si nunca hubiera entrado una sola cola en él, atrapando la polla de Jaime con la intención de vaciarla y no dejar salir ni una gota fuera de él.

–¡¡Ahhhh!!– gimieron y gritaron al unísono la pareja, en un volumen tal que nadie en la sala dejó de oírlo.

Un orgasmo sin nombre recorrió sus cuerpos y los llevó al más puro éxtasis, durante un beso prolongado y unos ojos clavados en los del otro sin tan siquiera parpadear.

La pareja se quedó inmóvil y satisfecha, mirándose sin decir ni una sola palabra, hasta que al fin volvieron a unirse en un gran beso lleno de caricias, mientras todos los espectadores se alejaban.

–¿Has visto?– preguntó Elizabeth.

–¿El qué?–

–Que no hay otro como tú, ni cuatro pollas han conseguido lo que tú me das con un solo beso.–

Jaime sonrió satisfecho al oír esas palabras, –Y a mí, nadie me da lo que tú, y no hay nada en el mundo que pudiera ni asemejarse a lo que consigues hacerme sentir con solo mirarte.–

–¿Te ha gustado verme así?–

–Me ha encantado, pero por el ansia que tenía de ser yo el que te tocara. Y a ti, ¿Te ha gustado?–

–Sí, mucho, pero no por ellos, sino por ver como me mirabas, y que rechazabas a todas las tías solo para mirarme. El momento que me has faltado me he muerto, me quería ir de aquí.–

–Yo también. Por eso siempre quiero que estemos juntos, da igual lo que hagamos o dejemos de hacer siempre que sea el uno al lado del otro.–

–Yo lo quiero todo siempre contigo, no ves que todos los demás no valen.–

–A ver si va a ser porque me quieres, y estas enamorada de mí más de lo que piensas.–

–Pues va a ser que sí, que te quiero con locura y estoy más enamorada de ti de lo que jamás he estado.–

Jaime sonrió y abrazó fuerte a Elizabeth, era hora de limpiarse e irse, pero podían disfrutar de estar en los brazos del otro unos minutos más.

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