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Golfada en la sierra

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Soy Pablo, un tipo normal, casado, con dos niños, amante de mi mujer y feliz y satisfecho en términos generales. Mi vida marital y sexual son satisfactorias: ya sabéis, un par de polvetes o tres a la semana y sexo variado. Hay cosas que hacemos muy de tarde en tarde, solamente cuando estamos especialmente excitados o cariñosos, pero no me quejo.

La cuestión es que esta semana santa mi mujer invitó a su prima, con su marido y sus hijos a la casa de campo de la familia y allí sucedió lo que les voy a contar. Isa, la prima de mi mujer es secretaria de dirección, tiene 35 años y dos niños, bueno un niño y una niña de 7 y 10 años. Está casada con Germán, que es ejecutivo de una empresa de informática y son felices. Mi mujer siempre me los pone como ejemplo de matrimonio perfecto.

El caso es que en una semana en la misma casa pues las oportunidades y la falta de intimidad provocan muchas situaciones inesperadas. De forma tácita, Isa se encargó de la cocina desde el primer día pues es muy buena cocinera. Mi mujer se encargaba de nuestros niños (son pequeños) y Germán de los suyos, pues por su trabajo los ve menos de lo que quisiera. Se pasaban el día en el césped y en la piscina.

Como éramos muchos, yo trataba de ayudar a Isa en la cocina como pinche, ya que a mi también se me da bien el tema gastronómico. La cuestión es que nos pasábamos media mañana metidos en la cocina charlando y haciendo bromas sobre los niños, la familia y el matrimonio.

- No sé que te contará mi prima de nosotros, me decía Isa.

- Nada. Bueno, al menos nada malo, le contesté yo.

- ¿Nada malo?, ¿Entonces qué?, dijo

- Eva (mi mujer) os tiene como ejemplo de matrimonio feliz: vuestros trabajos, vuestra casita, los niños…. Siempre habla muy bien de vosotros. ¿Por qué me lo preguntas?

- No, por nada, contestó.

- Anda, venga, por algo me lo dirás, dije guiñándole un ojo.

El caso es que durante esos días y a pesar de que ya nos conocíamos mucho y congeniábamos bien, se había creado una atmósfera de confidencialidad especial entre nosotros e Isa parecía querer decirme algo.

- Verás, me dijo. Hay algo que quiero contarte pero me da mucha vergüenza y no sé como te lo vas a tomar, me espetó.

- Venga, es como si fuéramos primos. Además, yo tengo mi mujer y tú tienes a tu marido. No hay sitio para locuras, ja, ja, ja, nos reímos mientras se le bajaban los colores de la cara…

- Es que es algo sobre Germán y sobre mí, contó Isa. Yo sé que tu has tenido otras relaciones antes de casarte con mi prima (es verdad, su prima era mi cuarta relación larga con mujeres) y sé que Germán también ha tenido lo suyo (aunque yo me hacía de nuevas, Eva me había contado que una vez tuvo que mediar entre Germán y su prima para que no se separasen porque Germán tuvo en su día una aventura con una compañera de trabajo), pero yo al único hombre que conozco, en sentido bíblico quiero decir, es a Germán, me dijo Isa.

Todo esto lo decía mirándome alternativamente a los ojos, al suelo de la cocina, a la pila llena de cacharros del desayuno y a la encimera. Mientras un color se le iba de la cara y otro se le venía… Yo estaba entre sorprendido y expectante oyéndola….

- Ves – me dice interrumpiendo su discurso- ya estás mirándome como si fuera una cualquiera y no te he dicho nada.

Yo cerré la boca, que debía tener abierta y le dije:

- Va mujer, que no, que solamente te estoy escuchando y tratando de adivinar por donde vas a ir. Son cosas que pasan a los adultos. Tu prima y yo también tenemos historias…

- Ya, pero no como esto, seguro, asintió. Bueno, el caso es que con las compañeras de trabajo y en Internet y en las películas porno veo que se pueden hacer muchas cosas con un hombre que Germán, que es muy tradicional y conservador, no me hace nunca. Me encantaría por ejemplo, comerle el miembro…

- La polla, dije yo.

- Si, la polla -dijo toda colorada- hasta que se corra en mi boca. Algunas veces cuando hacemos el amor y el termina dentro de mi me llevo mis dedos abajo y saco su semen que me llevo a la boca para probarlo, pues me gusta su sabor y me hace sentirme especialmente golfa y cachonda. Me mojo mucho cuando lo hago a sus espaldas.

- Hombre, seguro que Germán te deja hacerlo si se lo propones, dije yo. Yo conocía poco a Germán, pero algunas veces recibía mails suyos con bromas y chistes sobre tías, fotos de modelos y esas cosas y me imaginaba que tan timorato no sería.

- Ya se lo he propuesto muchas veces en nuestros momentos de pasión, me dijo. ¿Sabes qué me contesta? Que dónde he aprendido eso, que si no me da vergüenza utilizar los labios con los que beso a mis hijos para esas cosas y gilipolleces por el estilo… me dijo toda acalorada y un poco enfadada.

Yo estaba sorprendido por lo que me contaba y a pesar del lenguaje tan cursi que empleaba, me empezaba a poner cachondo y mi aparato iniciaba su clásico cabeceo diciendo "aquí estoy yo". Mientras, secaba los platos y asentía con la cabeza dándole la razón.

- No sé, continuaba, a veces me gustaría que fuese más salvaje conmigo. Yo sé que me quiere mucho, pero echo en falta más variedad en la cama, cosas nuevas… Estaba a punto de ponerse a llorar. Se sentía fatal por contarme esas cosas tan íntimas de su matrimonio a mí, quizá incluso un poco desgraciada por dar una imagen de felicidad ante los demás y sin embargo, estar tan necesitada de afecto y complicidad sexual por parte de su marido.

En ese momento no sabía muy bien qué hacer. Secaba los platos y tazas del desayuno y asentía sorprendido a su confesión.

- Ya.. No sé qué decirte Isa, eso es un asunto muy personal e íntimo…

- ¡Joder, pareces un poco tonto!, me interrumpió. ¡Lo que te estoy diciendo es que si tu me podrías ayudar a arreglar esto!, me dijo.

Yo no soy tonto. En realidad me había dado cuenta desde el principio que no era consejo lo que quería y mi polla también, pero mi mujer estaba a diez metros en el jardín con nuestros hijos y su marido chapoteando en la piscina con los de ella. No, no soy tonto pero algunas cosas no deben hacerse a la ligera.

Me puse tras ella en el fregadero y, con una mano apoyada a cada lado para que no se arrepintiera en el último momento, empecé a besarla por el cuello, la nuca y los hombros. Mientras le apoyaba mi polla en el culo sobre el pantalón corto que llevaba…

- ¿Es esto lo que quieres, eh?, ¿es esto?, le decía yo un poco fuera de mí.

- Si, siii, tócame, fóllame.. si… con cuidado, que están ahí fuera, quieto.. ssiiii, sigue…

Se dio la vuelta y nos dimos un beso en la boca del que aun me acuerdo.

- No, nooo. Para, no es el momento – me dijo- déjame a mí que lo organice, tranquilo, gracias, gracias primo, me dijo sonriendo.

Se echó un poco de agua por encima de la cara y el pecho para bajarse el sofocón y continuó con los platos, pero con un idea nueva en la cabeza. Yo me fui al baño a cascarme una paja y darme otra ducha porque me había dejado con la polla dura, pero pensé que era lo mejor dadas las circunstancias.

Parece mentira cómo somos los seres humanos. Mientras pasábamos los días en la casa las cosas siguieron como si no hubiera pasado nada. Isa me miraba y se reía como siempre, aunque yo me la imaginaba en su cama de matrimonio metiéndose los dedos en el coño a espaldas de Germán y me ponía malo.

La ocasión se presentó a los dos días. Isa estaba en la cocina preparando el desayuno y yo me proponía ir a comprar al pueblo más víveres para la casa cuando Germán llegó sonriente y soltó:

- ¿Sabéis que ha llegado un circo ambulante al pueblo? He pensado llevar a los niños mientras preparáis la comida, si es que no os parece mal.

Isa y yo nos miramos y levantamos los hombros. No, nos parece bien. Eso sí, si vais a bajar al pueblo encargaos de la compra, le dije mientras le largaba un papel con la lista de la compra…

- ¡Vale, déjalo en nuestras manos!, ¡Eva, ¿ya tienes a los niños listos?!

Si, se oía en la planta de arriba. Enseguida bajamos. Eva llegó a la cocina con un niño de cada mano, me dio un beso y me dijo:

- ¡Hasta luego cariño!, ¡¡cuida de mi prima!!, ¡chao Isa, hasta luego! Mientras corría a colocar a los niños en las sillas traseras del coche.

Salieron y se llevaron el alboroto con ellos. El silencio creció como una ola que todo lo invadiera y yo temía darme la vuelta para ver a Isa. A pesar de ello, me giré y me fui derecho a besarla…

- Bueno, es nuestro momento le dije…

- Si, contestó, déjame a mí.

Mientras se arrodillaba iba besándome el pecho, el abdomen, el ombligo… me bajó el traje de baño y mi polla saltó ante sus ojos….

- ¡qué bonita y qué grande! Pudo decir antes de ponerse a lamer el tronco, el glande y a metérsela en la boca.

Me apoyé en la encimera y la dejé hacer. Se notaba que no era muy experta, pero tenía vocación y aprendía muy rápido. Me puso la polla como una barra de hierro y mientras se la tragaba me acariciaba con una mano arriba y abajo, los huevos, me empujaba el culo para tragar más… Yo estaba en la gloria.

- Lo haces muy bien Isa, eres un poco golfa me parece a mí… decía yo.

- Si, hummm, sii, decía ella. Insúltame, soy un poco zorra, mira que engañar a mi marido y a mi prima, soy un poco puta, ¿verdad?

Lo cierto es que me tenía a mil, el glande me hormigueaba y los cojones empezaban a latir para ofrecer en cualquier momento su tributo de leche.

- ¡Me voy a correr!, le dije, ¡voy a cumplir tu fantasía!, ¡chupa!, ¡chupa!, ¡chupa zorra!, ¡¡ssssiiiissisiiiiiii!!, ¡toma!, ¡toma!, ¡toma mi leche!, ¡tragatelo todo!, ¡¡ssssiiiiii!!!

Se tragó todo mientras me miraba a los ojos y al acabar sonreía con mi lefa entre los dientes y me decía: ¡gracias, gracias!, ¡me tienes chorreando, métemela, por favor!!

La cogí de los hombros y la levanté para besarla. Me comí sus labios, su boca y nos faltaba el aire para besarnos. Le abrí la parte superior del biquini y empecé a besar sus pechos, a apretarlos con mis manos, a pellizcar su pezón…

- ¡¡No, ahí no, que estoy muy sensible!!, me dijo. ¡¡Bésamelos, chupamelos!!

Yo no daba abasto a besar aquellas maravillas con sus pezones erectos diciéndome cómeme, cómeme!!

Mis manos se fueron a su culo, que magree por encima del pantalón mientras la besaba y la lamía. Desabroché su pantalón para dejarla en biquini y luego le bajé hasta las rodillas la parte inferior del biquini. Ella tenía las manos sobre mi cabeza dirigiéndo el ataque a su cuerpo…

- ¡Cómeme tu ahora!, decía mientras se sentaba en la encimera. Terminé de quitarle el biquini y separé sus piernas para darle un homenaje a ese chochito depilado que estaba tan apetitoso. Lamí sus labios, su clítoris, metí primero un dedo y luego dos en su coño… se corrió en mi cara. Sus jugos tenían un sabor dulzón… una maravilla…

Con mi barbilla mojada de sus jugos subí a besar su boca y me recibió completamente alterada:

- ¡¡si, si, bésame, métemela, fóllame cabrón, fóllame!!

Se la metí poco a poco, pues quería saborear el momento, recordar cada centímetro que le enterraba en el coño hasta que mis huevos dieron en su culo… entonces empecé a bombearla sobre la encimera…

Cuando estaba a punto de correrme me dijo:

- ¡¡sácala. sácala,. quiero que te corras en mi boca!!, ¡quiero saborearte otra vez!,¡ ¡vamos, no te corras dentro de mí!, ¡¡¡noooooo!!, ¡¡nooo!!!, cabróooooon!!

Germán e Isa afirman que las propiedades del campo son muy buenas, de hecho, se quedó embarazada esta Semana Santa y ahora voy a tener un nuevo sobrino. Están pensando llamarle Pablo si es que es niño. Isa y yo no hemos vuelto a follar, al menos, de momento.

Pablo Ostra

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