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DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD

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.EL CASO DE SONIA.

 

CAPITULO  1

... El largo pasillo acababa en el vestíbulo amueblado con dos sofás de cuero color negro, ambos con unos cojines a sus extremos. En el centro del vestibulo, un banco de doble asiento por ambos lados, con respaldo angular de roble, que se le apreciaba que era muy antiguo. Dos chicas de 19 años estaban sentadas una a cada lado, prácticamente espalda contra espalda, vestidas con el clásico uniforme de la universidad femenina londinense, blusa blanca de manga larga, falda gris tableada hasta unos diez centímetros por encima de la rodilla, (que al estar sentadas, quedaban a la altura de medio muslo) con calcetines blancos largos, justo debajo de la rodilla, y unos zapatos negros sin tacón, (modelo Merceditas).

Las dos chicas permanecían sentadas, con la mirada perdida, sus manos apoyadas en el borde del asiento pegadas a sus rodillas y moviendo los pies adelante y atrás, dada la altura del antiguo banco, uno y otro, o cruzándolos sobre sus tobillos, algo las tenía en tensión.

El techo de la estancia era muy alto, algo muy habitual en edificios antiguos, y este lo era. Al iniciar el curso, era habitual que el Decano de la universidad hiciera un discurso extendido de su historia como de los heroicos grandes hombres, que impartieron clases en esta universidad, y que habían dado su vida por su país, en la Primera Guerra Mundial del 1914-1918, y en la Segunda Guerra Mundial 1940-1945. Así como sus retratos estaban colgados en las cuatro paredes, como a todo lo largo del pasillo, al lado de las puertas que habían sido sus despachos, y en el vestíbulo, estaban los más ilustres, así como dos despachos. El del Decano y el del Director.

Las chicas no miraban hacia los cuadros con fotografías y retratos de los hombres más ilustres, todos y cada uno de ellos con semblantes serios que harían temblar a sus enemigos en el combate, y ya no digamos a sus alumnas, sobre todo la que ocupaba el lugar de honor, que era un retrato de cuerpo entero, un personaje de enorme envergadura y rostro temible, debajo en letras doradas en oro General Sir George Lewiston.

Una de las asideras de una de las dos puertas chirrió al moverse hacia abajo, las chicas rápidamente como un resorte se pusieron rígidas apoyando su espalda en el respaldo, y estiraron por instinto sus faldas para luego posar sus manos entrelazadas sobre sus muslos y la mirada al frente. La puerta se acabó por abrir, y salió por ella la profesora de ambas alumnas, con el semblante serio del más característico enfado, y con una mirada penetrante miró a las dos alumnas, salió y cerró la puerta que figuraba el nombre del Decano, Sr. Lewiston.

Iba vestida con blusa gris perla, y un pantalón tejano desgastado de tejido elasticidad que se le ajustaba como una segunda piel. Para ser una mujer cercana a los 32 años, vestía muy coqueta y ningún hombre le pondría más de 24 años. Echo andar por el pasillo dejando atrás el vestíbulo.

... Unas horas antes...

Había gran movimiento de alumnas y profesores que acababan de dejar sus vehículos en el parking, dentro del recinto de la universidad Lewiston de las afueras de la ciudad de Londres. Al fondo se contemplaba el enorme edificio de tres plantas, reformado por la familia de Sir Lewiston en el siglo XVIII. Antiguo castillo en ruinas de nombre desconocido. Las malas lenguas lo situaban en la época de la inquisición, un lugar donde el Obispo Borja tenía sus orgias antes de ser elegido Papa, aunque nadie había situado en Londres tal hecho. Otros databan que debió ser de un Noble. Se suponía que debía de ser de un Noble Ingles de baja estofa, que lo había heredado por favores poco favorecidos por el mismísimo rey Ricardo VIII, pero que pocos años después, dicho Noble cayó en desgracia y fue decapitado por orden del mismo rey Ricardo. Lo único cierto, es que Sir Albert Lewiston I, compro dichas tierras que rodeaban las ruinas, y en ellas construyo una hermosa mansión o castillo, de piedra traída de tierras italianas de la comarca de Ferrara. Se acabó a finales del siglo XVIII en el año 1898, tardaron cerca de veinte años en terminarla dada la complejidad de su construcción. Acabada con un estilo más propio del inglés, que del italiano ya que su constructor era de la ciudad del arte, Florencia, pero afincado en Inglaterra por problemas políticos y artísticos, fue uno de los arquitectos más famosos de Italia. La fachada imponente con cuatro torres con sus torreones de estructuras circular típica, que resaltaba aún más su aspecto de castillo, siendo estas de hasta cinco plantas que se sobre elevan sobre el resto del edificio. Mas una quinta torre en el centro de la construcción y parte más elevada de hasta siete plantas, desde donde se contemplan unas vistas fantásticas.

… Las alumnas y profesorado se dirigían hacia la entrada principal, cuando un hecho atrajo la atención de algunas estudiantes y profesores. Una profesora estaba increpando a dos de las estudiantes de la universidad, sobre todo, la profesora que debía de dar las notas a sus alumnas, en esos instantes era ella, la que estaba dando la nota, y de qué manera. Empujaba a las dos chicas que hacían claros gestos de no entender lo que le hablaba, llegando incluso a hacerlas caer al suelo y levantando su bolso por encima de su cabeza para golpearlas. En ese instante, una mano sujeto el brazo de la profesora en alto, ella se giró sobre sus pies con la mano derecha abierta y dando una fuerte bofetada a quien se había atrevido a sujetarle el brazo.

La profesora se quedó blanca al ver a quien tenía detrás de ella, y que acababa de asestarle una tremenda bofetada, sus ojos cambiaron de expresión en el acto. No le salía ninguna palabra con sentido alguno, tartamudeaba e intentaba como enhebrar, una frase coherente pero no lo consiguió hasta pasados unos segundos.

(Sonia)-. Señor Lewiston! Cuanto lo lamento, no le había visto. Usted perdone…

(John)-. Profesora Sonia me puede explicar que ocurre….No, mejor vayamos a un lugar menos concurrido y me explica que es todo esto. Ustedes dos levántense del suelo y acompáñennos creo que van a ser necesarias muchas explicaciones, para aclararme esta situación incomprensible, al menos para mí.  Ustedes que hacen ahí mirando? No tienen unas clases a las que acudir? Pues despliéguense, aquí no sucede nada importante que ver.

El Decano Sr. Lewiston andaba por el pasillo que conducía a los despachos, acompañado a su costado derecho, por la profesora la cual el se había referido, como profesora Sonia. Las dos alumnas caminaban detrás de ellos con claro gesto de no saber porque estaban allí, y mucho menos que es lo que iba a acontecer.

(John)-. Señorita Sonia entre en mi despacho para aclarar todo esto, ustedes dos esperen sentadas en el vestíbulo hasta que me reúna con ustedes dos.

En breve se presentó el conserje con las llaves para abrir el despacho, y entraron dentro. Una vez cerrada la puerta el Sr. Lewiston dejo su maletín encima de su mesa y se sentó en su cómodo sillón de piel.

(John)-. Y bien Sonia puedes explicarme que ha ocurrido ahí fuera, resultaba un acto muy bochornoso!

(Sonia)-. Señ… Señor Lewiston. Yo…

(John)-. Sonia ahora estamos a solas, no hay alumnas delante. Llámame como siempre me llamáis todos los profesores en privado…

(Sonia)-. Bueno… John es muy embarazoso para mí explicar esto...

(John)-. Desde luego, que has montado todo un circo ahí fuera y deseo una explicación más convincente, ha sido una escena reprobable y que te va acarrear consecuencias nada halagüeñas, aunque tengas la razón de lo cual estoy seguro de ello. Pero agredir a dos alumnas en plena calle, no es lo que se dice lo más razonable para el buen nombre de esta universidad. En qué diablos pensabas Sonia! para abalanzarte así ante todo el alumnado? Los padres de esas dos alumnas a estas horas ya deben de haberse enterado de todo lo ocurrido y no tardaran en presentarse a pedirme explicaciones, y algo debo tener en mi mesa para poder excusarme. Aunque no va a ser nada sencillo, mucho me temo que antes o después deberás acudir a este despacho para ser sancionada debidamente, y despedida. A no ser que aceptes tu responsabilidad y pongas sobre mi mesa tú renuncia inmediata. Si este hecho hubiera sido en privado, lo podría solucionar de un modo más personal, pero más de trescientos alumnos lo han visto todo, no hay forma posible de ocultar este hecho… totalmente inaceptable.

(Sonia)-. ¿No podrás prestarme ayuda cuando conozcas mis razones? , algo debes de poder hacer! Sabes que estoy a punto de terminar mi doctorado en química, y que para mí es muy importante hacer mis prácticas en esta universidad, luego me iré presentando mi renuncia. Pero con las prácticas de doctorado debo acabarlas, realizadas en esta universidad me abrirán muchas puertas en otras universidades de prestigio. Una de esas dos lagartas me puso pegamento rápido en la cerradura de mi coche la semana pasada, y estoy segura que la otra me desinflo las cuatro ruedas de mi coche, ayer por la tarde. Me lo dijo el conserje que las había visto merodear por el parking.

(John)-. Sonia eso que dices no tiene por donde sujetarlo, no digo que esas dos alumnas no hicieran lo que dices, pero no tienes ninguna prueba convincente. Y en lo referente a esas prácticas, que valor tendrán si se te abre un expediente por maltrato físico a dos alumnas. Ninguna!!! No habrá universidad del estado que te aceptase ni siquiera de friegaplatos en la cocina. Ya no estamos en el 2004 en donde aún impartíamos castigos corporales a las alumnas díscolas, y necesitadas de disciplina. Y conozco el historial de esas dos alumnas, y en el colegio fueron disciplinadas en innumerables ocasiones con severos correctivos, pero hoy día, han de ser faltas muy graves para que unas alumnas puedan ser disciplinadas como es debido en el día de hoy, y sabes, que solo es posible con aprobación de los padres. Estoy con las manos atadas, compréndelo! Sonia te has extralimitado en tus funciones. Eres una mujer muy eficiente, y con un gran futuro en esta universidad como profesora, ese doctorado en química debías de haberlo hecho hace años, y no ahora. Como profesora doctorada en química de prácticas, solamente hay una solución para que no se te habrá un expediente, y es ser sometida ante la junta de socios, y que ellos decidan si es menester abrirte ese expediente. Además de tener un excelente historial como profesora de esta universidad, si aceptas que la junta de socios investigue lo sucedido y no te será nada agradable su resolución, sabes como yo que son muy anticuados, además de ideas fijas y recibir una sanción juzgada por esos carcamales, no será nada agradable para una mujer de treinta y dos años, pero por estar en prácticas de tu doctorado, se te tratara como una estudiante más en prácticas, de eso si me puedo encargar yo de que lo acepten, pero el resultado que puedan aprobar, los de la junta de socios, me temo lo peor, y que no te será nada agradable su dictamen. Es más, no podré hacer nada por ti, llevas muchos años de profesora en esta universidad, y has visto otros casos parecidos verdad? Recuerdas como acabaron, y que castigo recibieron, hoy día aún deben tener problemas para sentarse cuando recuerdan el castigo. Pero ellas eran estudiantes al fin y al cabo, y estábamos en una época que era habitual el uso de la vara, tu caso es diferente, aunque tengas aspecto de no tener más de veinticinco años.

Lo de esas dos alumnas, hablare con ellas a ver si puedo hacer algo para que sus padres paguen esos desperfectos en tu vehículo, pero no puedo garantizar que pueda hacer algo más por ti. Expondré este asunto a la junta de socios para que sea estudiado, ya veremos que deciden, pero no te puedo prometer nada.

 

CAPITULO  2

Un mes después…

Sonia abrió la puerta para salir a correr un poco, dado que no tenía nada que hacer, aprovechaba por las mañanas para hacer un poco de deporte, y así, olvidarse de sus quebraderos de cabeza, como la tensión y los nervios en la espera de que la junta de accionistas o socios de la universidad, se reunieran y dieran su veredicto sobre su agravio a dos alumnas, que según había oído hablar a compañeras que la habían visitado, ni siquiera habían sido castigadas o sancionadas por los daños en su vehículo. Y eso que las cámaras de seguridad desvelaban sin lugar a dudas que los daños en su vehículo particular, lo habían captado como realizaban sus fechorías, quedando indemnes a castigo de su falta.

Llevaba una camiseta blanca y unos shorts elásticos que realzaban su figura, destacando en su retaguardia un firme y prieto trasero, que hacía que los hombres se dislocaran el cuello al girar la cabeza. Las piernas enfundadas en unos pantis color carne, en sus pies unas zapatillas blancas de marca. Bajaba las escaleras cuando vio a John Lewiston que accedía al portal del edificio.

(John)-. Buenos días, ¿Sonia vas a alguna parte?

(Sonia)-. Hola. Sí que has madrugado hoy John. ¿Que se te ha perdido por mi casa? Pues sí. Iba a salir a hacer un poco de footing. ¿Te importa?

(John)-. Ya veo que sigues enfadada conmigo! Pero no pude hacer nada por castigar a esas dos alumnas, ya se, que en los videos de las cámaras de seguridad, se demostraba que tenías toda la razón. Pero los padres no aceptaron que se les administrase sanción disciplinaria alguna. Ese fue al arreglo que pude llegar con ellos para que no te denunciaran, podrías agradecérmelo al menos, y no mostrarte tan arisca conmigo después de todo lo que he tenido que hacer, para que la junta de socios aceptase que eras una estudiante en prácticas para tu doctorado en química… Y no, la profesora Sonia Adams que imparte química en la universidad.

(Sonia)-. Si claro, debo agradecerte que lleve un mes con el alma en vilo, y con los nervios destrozados por la tensión, de estar en lista de espera para que me calienten el culo como a una niña!, como a una vulgar alumna que ha quemado la taquilla de la profesora de gimnasia, que no pueda pegar ojo ninguna noche y además debo darte las gracias…! Es indignante que a mis treinta y dos años me vea así, con un nudo en el estómago y mariposas revoloteando, como cuando tenía catorce años.

(John)-. Y que le pegaste fuego a la taquilla de tu profesora de gimnasia!!! Recuerdo como te perseguía la Sra. Remington con una vara dándote azotes, mientras tu corrías a todo correr para escapar y fuiste a toparte con un profesor nuevo de Historia, acabando los dos rodando por el suelo y recibiste unos muy merecidos azotes de la Sra. Remington, mientras yo te sujetaba para que no escaparas a tu castigo. Luego aquel asunto acabo a oídas del director y recibiste un castigo a un mayor en su despacho… ¿También me vas a culpar de eso a mí?

(Sonia)-. Y ya que hablas de eso. ¿ A qué diablos has venido a estas horas a mi casa?

(John)-. Vengo en visita oficial de la universidad, la junta de socios se reúne en una hora para dictar su decisión sobre tu caso… Debes de acompañarme, lamento no haber podido avisarte con más antelación, pero esta mañana tenía sobre mi mesa la orden del día, con dicha notificación y he tenido que venir inmediatamente a buscarte y conducirte a la sala de juntas. .- la pobre no esperaba esa noticia, pero al ver al Decano en su portal, imagino que algo no muy bueno estaba por llegar. Le pareció como si dos avispas acabaran de picarle en sus nalgas, llevándose ambas manos a ellas frotándoselas como una autómata, como si le dolieran realmente esos picotazos-. Toma Sonia, en esta bolsa te traigo el uniforme de las estudiantes en prácticas, ya sabes que debería haberte exigido que pidieras uno, pero te permití que no lo llevases y que utilizases tu vestuario normal, como cualquier otra profesora o profesor. Pero la junta no ha aceptaría que te presentases con ropa normal. Tenemos poco tiempo. Años atrás sucedieron un par de casos parecidos, y tú estabas en la sala, por lo tanto sabes muy bien cómo funciona el reglamento. En cuanto la junta de su veredicto, si aceptan mis ruegos porque te acepten como estudiante en prácticas, la resolución será inmediata ante todos los socios, así como los padres de las chicas. Toma sube y cámbiate, te espero en el coche para llevarte.

… Sonia, subía las escaleras con lentitud, mientras desde el rellano el Decano la observaba como ascendía. Portando la bolsa en su mano izquierda, con la derecha se acariciaba la nalga derecha, el solo pensar en lo que en poco tiempo la esperaba, la hizo detenerse y mirar hacia abajo, hacia el portal en donde John la esperaba. Le daban ganas de echar a correr desapareciendo una larga temporada hasta que la situación se hubiera calmado, pero pensando en su futuro, en como seria. La hizo girarse hacia la puerta y con un estremecimiento, saco sus llaves y abrió la puerta de su casa. Ya en su habitación, abrió la maleta sacando de ella el uniforme dejándolo sobre la cama, una falda tableada color gris, una blusa blanca de manga larga, un pequeño corbatín de color azul marino, un jersey sin mangas tipo chaleco color verde, con el anagrama logotipo de la universidad a la altura del pecho izquierdo, calcetines blancos a media pierna, y tres prendas interiores diferentes para elegir, las clásicas bragas de algodón blancas de cintura alta, otras bragas iguales pero con dibujos de unos racimos de uvas azules, y unas ultimas verdes esmeralda, y unos zapatos tipo Merceditas negras sin apenas tacón. Se quedó totalmente desnuda y observando su próximo vestuario, empezó a vestirse con un sujetador blanco que saco de un cajón de la cómoda, era la única prenda que no había en la maleta, dedujo que el Decano por muy inteligente que pudiera ser, no sabría la talla de esa prenda que usaba Sonia. En un gesto de rebeldía si se podía permitir uno, eligió las bragas con los racimos de uvas, igual por unos segundos seria ella quien haría que la mirasen como una jovencita, y no como la mujer de unos años más, conseguir que fueran menos duros en su castigo, se las fue subiendo por sus piernas hasta ajustarlas a su cintura, e introduciendo los dedos por la perneras de la prenda, la ajusto el elástico nalgas y así cubriendo su hermoso trasero, se sentó sobre la cama enfundándose los calcetines blancos que quedaban justo por debajo de las rodillas, luego se puso la blusa blanca, abotonando sus botones, así como los de la bocamanga. Siguió con la falda que al ser abierta, se la coloco de manera lateral, y abotonando los tres botones que llevaba en la cadera izquierda y luego otros tres botones mas en su cadera derecha, siguió con un lazo azul marino a modo de corbatín, para por ultimo ponerse el chaleco. Y se calzo los zapatos. Observándose en el espejo se acabó de arreglar peinándose el cabello con un cepillo de madera, y mirándose fijamente suspiro saliendo de su habitación.

Bajaba las escaleras mientras su falda de vuelo se balanceaba saliendo a la calle, enfrente estaba aparcado un Audi 6 vehículo de gama alta, en el interior le esperaba John. Abrió la puerta trasera y subió atrás, no deseaba verle la cara. El motor arranco alcanzando una velocidad apropiada a la ciudad, en apenas veinte minutos aparcaba John en su plaza de aparcamiento en la universidad, bajaron del vehículo sin mediar palabra alguna, Sonia caminaba tras él.

Entraron por la puerta de entrada a las oficinas, por una puerta lateral para que las alumnas no les vieran entrar e imaginaran para que su profesora fuera vestida con el uniforme de estudiantes en prácticas, ya que se rumoreaba por toda la universidad que iba a tener un severo correctivo como castigo.

(John)-.  Date prisa Sonia nos están esperando y llegamos diez minutos tarde, apresúrate!!

(Sonia)-. Ya… voy…

El conserje estaba esperando para abrirles la puerta de la sala de juntas, no sin quedarse mirando a Sonia con su atuendo, parecía una colegiala traviesa a la que acompañaba al Decano a su despacho, para disciplinarla. Y así era, al fin y al cabo, era lo que iba a suceder en el interior, pero no en su despacho.

Traspasando el umbral de la puerta entrando en primer lugar el Decano Lewiston y detrás de él iba Sonia como a unos dos metros, nada más entrar en la sala sus pies se quedaron como clavados en el suelo.

Había asistido a dos de esas juntas de socios, por dos casos de estudiantes en prácticas, ellas apenas tenías veinticuatro o veinticinco años y estaban acabando su carrera, no dejaban ser unas chicas que acababan de dejar de ser adolescentes, para convertirse en mujeres. Y había visto como se desmoronaban al traspasar aquella puerta, ella durante el trayecto le habían venido a la mente esos duros momentos, los había vivido desde el lugar destinado a los profesores, y estaba en la última fila de atrás, nadie podía ver como ella cerraba los ojos al verlas entrar en la sala, las chicas se habían quedado en el umbral de la puerta, y el profesor que las conducía, había tenido que agarrarlas de la mano y tirar de ellas para conducirlas al centro de la sala, en donde se hallaba la mesa de los accionistas , sus casos habían sido estudiados por la junta de socios debida a la seriedad, así como la gravedad del caso.

Habían sido situaciones diferentes, ya que entre el caso de cada chica habría transcurrido unos cuatro años, entre uno y otro. Pero a ella en el trayecto que iba en el asiento trasero del vehículo de John, le habían venido a la mente como si hubiesen sucedido hacia poco.

Y ella ahora se encontraba en el umbral de la puerta, y sus pies se habían quedado como clavados al traspasar aquella puerta. Nada más entrar pudo ver las caras serias de los padres de las chicas que estaban sentados en primera fila, esa situación ya la había imaginado que debería enfrentarse a sus miradas, sabía que sería una situación nada agradable, pero no fue eso lo que la hizo pararse, se había prometido así misma que ella no haría lo mismo que aquellas dos estudiantes, pero nada más mirar hacia donde estaban los padres de las chicas, sus mejillas se habían ruborizado y le ardían de vergüenza.

(John)-. Sonia que ocurre, no montes una escena ahora-. Se lo dijo susurrando a su oído, al ver que se había detenido, se acercó a ella.- vamos Sonia.

(Sonia)-. Que hacen ellas aquí, John?-.en apenas un murmullo.- porque?

(John)-.  No te lo quise decir para que no te preocuparas, sabía que no te iba a gustar. Pero la Junta las ha requerido que se presentaran. Vamos! No me montes un espectáculo ahora, he tenido que apretar muchas teclas para conseguir que no te expulsaran. -. La agarro de la mano y la hizo caminar hacia el lugar que debía ocupar.- camina.

No se lo hizo repetir, y con la mirada baja se dejó conducir por John. Ella esperaba encontrar un potro de gimnasia como con una de las chicas, o una mesa donde inclinarse para ser castigada por la vara, algo habitual para esos castigos. Pero la extraño sobre manera, al ver una silla alta y con respaldo muy alto, John la situó a la derecha de la silla y él se colocó a su derecha.

Minutos después, accedían los miembros de la Junta de socios por una puerta lateral, que daba directamente detrás de la mesa donde debían presidir el acto. El portavoz fue el que tomo la palabra.

(Portavoz)-. Señoras, señores, profesores y profesoras, demás personas aquí reunidas. Miembros de la junta… Estamos aquí en reunión oficial para resolver un conflicto muy desagradable para todos nosotros, pues es un hecho que jamás había ocurrido en esta universidad. Los jóvenes de hoy en día no saben valorar el daño irreparable que pueden acontecer, que hechos como el que nos ocupa, tengamos que pasar por la vergüenza y humillación de que una universidad como Lewiston, salga en los medios de comunicación de todo el estado, televisión, periódicos, revistas, etc… además del escándalo, hemos tenido que soportar a todos estos medios durante todos estos días, detrás de la noticia. Una profesora de esta universidad agrede en público a dos alumnas. Sencillamente intolerable…!!!

La junta de accionistas después de estudiar el caso detenidamente, de la profesora Sonia Adams. Profesora de este centro universitario en Química, y actualmente estudiante en prácticas con el fin de acabar su Master en Química.

Alumna Sonia Adams!!  Avance usted hasta esta mesa para escuchar lo que esta Junta de accionistas ha decidido, después de deliberar que decisión debemos tomar al respecto.

 

CAPITULO  3 

El Decano como persona que avala a Sonia, la cogió de la mano derecha y la condujo hacia la mesa de los miembros de la junta. Sonia era la primera vez que levantase la mirada, en el centro de la sala estaban los padres de las alumnas, a su derecha había una mesa en donde una mujer joven de unos veinticinco años escribía a ordenador, todo lo que acontecía en la sala. Detrás estaban las sillas de demás profesores/as de la universidad citados como testigos de la Junta, a la izquierda en una mesa alargada que llegaba al fondo e haciendo curva a la derecha, acababa casi a la pared. En la mesa habían sentados detrás de ella, los miembros de la Junta, seis hombres de edades comprendidas entre los cincuenta y cinco años y los sesenta años y cinco señoras de edades similares, en cuyo centro había una silla que resaltaba de las demás y la ocupaba una señora de setenta años, la presidenta. John condujo a Sonia justo al centro de dicha mesa, en donde la mesa tenía un ángulo de noventa grados, y en donde estaba sentado el portavoz de la mesa.

(Portavoz)-. Alumna señorita Sonia Adams…

(Sonia)-.  Señor, perdone que le contradiga. Pero soy Profesora y no alum..

(Portavoz)-. Haga el favor de guardar silencio y no volver a hablar sin autorización…!!!

(Presidenta)-. Decano John Lewiston, esta es la conducta que debemos tolerar de esta descarada? Usted como su avalador que es, no piensa en corregir esa conducta de manera inmediata!!!

(John)-.  Perdón Señora!!! No volverá a ocurrir.- arrastras prácticamente condujo a Sonia hacia la silla, sentándose en ella, para luego sin mediar palabra ponerla sobre sus rodillas a Sonia-. Ves lo que has conseguido!!!

No se esperaba que sucediera algo así, Sonia se vio echada sobre las rodillas de John. Este le había levantado la falda y todos pudieron observar las bragas de la profesora, blancas con dibujos de racimos de uvas azules, y como el Decano, levantaba su mano derecha para asestarle unos buenos azotes en su trasero, estos se sucedían fuertes y muy sonoros sobre las bragas de Sonia, ella permanecía impasible, sin siquiera pestañear, sus piernas semi-flexionadas ni se movían, sus manos por el otro extremo colgaban inertes, sin hacer ni un solo movimiento que pudiera hacer interpretar que esos azotes bien dados en su trasero, estuvieran haciendo mella en ella, las nalgas aunque cubiertas por la íntima prenda, se apreciaba como a cada azote se agitaban, pero Sonia no mostraba ningún gesto que hiciera presagiar que esos tremendos azotes le causaran dolor alguno. Por lo cual John se esmeró aún más, y arreció la fuerza e intensidad de los azotes, ahora azotaba la parte baja de las nalgas de Sonia, una parte delicada. Ahora con cerca de una cincuentena de muy fuertes azotes, Sonia no podía evitar exclamar algunos gemidos a cada azote que recibía, cerrando sus ojos a cada impacto en sus nalgas y sus piernas se balanceaban a cada nuevo azote.

(Presidenta)-.   Señor Lewiston!! No cree que pone demasiado entusiasmo en azotar esa joven? Deténgase inmediatamente…!!! Ya le llegara el momento de recibir su castigo.

El decano le bajo la falda y la dejo incorporar. Conduciéndola con claros gestos de estar muy enfadado, de nuevo ante la mesa. Sonia se dejó arrastrar mientras que se sobaba el trasero con la mano izquierda, introduciendo la mano bajo su falda, se acariciaba el trasero sobre sus bragas, al parecer los azotes propinados la habían escocido bastante sus nalgas, algo que todos pudieron observar como lo hacía y como sus dedos cogían el borde del elástico, y las estiraba hacia abajo para cubrir la zona castigada y vieran la rojez de su nalga izquierda, con la fuerza de los azotes se le habían ido subiendo dejando expuestas sus rojas nalgas a la vista de todos, al llegar de nuevo a la mesa y John Lewiston le soltase su mano derecha, Sonia hizo lo propio con su nalga derecha y estirando hacia abajo el elástico de la prenda íntima, aprovechando el momento para frotarse ambas nalgas, con las manos introducidas bajo su falda. Los azotes habían hecho mella en su trasero, en sus ojos se le podía descubrir cierto brillo que presagiaba lo cerca que había estado de brotar alguna lagrima, hacía muchos años que no había sentido azotes en su trasero, y estos los había notado ella, vaya! si los había sentido!.

(Presidenta)-.  Señor portavoz puede continuar leyendo el comunicado de resolución. Joven!!! No sea tan descarada y deje de frotarse… Y usted Decano Lewiston, le he dicho que corrigiera la conducta de esta joven, no que se tomase usted la ley por su mano. La alumna Sonia Adams en breve recibirá su debido correctivo, pero por determinación de esta Junta de accionistas, no por decisión de usted, Decano Lewiston.

(Sonia)-.   Pero Señora yo no soy…

(Presidenta)-.  Señorita Adams, cállese..!!! Usted aquí no tiene la palabra para hablar, si vuelve a interrumpir seré yo misma quien la conduzca de nuevo a la silla, y el Sr. Lewiston acabara lo que comenzó. Señor Portavoz cuando desee puede continuar…

(Portavoz)-. Gracias señora Presidenta de la mesa de esta Junta reguladora de accionistas.

Alumna Sonia Adams… Como iba diciendo antes de esta desagradable interrupción, por la alumna acusada de una intolerable conducta, y que según hemos podido observar todos los comparecientes, con cierta falta de educación que no será pasada por alto por esta Junta de accionistas. En el día de autos, la Alumna Sonia Adams estudiante en prácticas para acabar su Master de Química, entonces Profesora Adams. A las 08,45 horas de la mañana del día de autos, protagonizo un grave altercado con dos alumnas de esta universidad, la alumna de segundo grado de ingeniería industrial de diecinueve años, Elisabeth Braun y la alumna también de segundo grado de ingeniería industrial de diecinueve años, Laura Carrington ambas citadas en esta sala por esta Junta de accionistas.  Dichas alumnas fueron salvajemente agredidas y de manera indigna por la Alumna de química en prácticas, Sonia Adams, en aquellos instantes Profesora de este centro universitario, lo que hace que dicha agresión fuera resultado de unos hechos como ya se ha comentado anteriormente, sencillamente intolerables.

La profesora alego que dichas alumnas atentaron en contra de sus bienes privados, en este caso su vehículo. Con serios daños materiales que produjeron en dicho vehículo, hechos que fueron probados que eran totalmente verídicos según atestiguaban las cámaras de seguridad, por lo cual han sido aquí convocadas para recibir un muy merecido correctivo, que será llevado a cabo de forma inmediata en esta misma sala.

Alumna Elisabeth Braun! Levántese! y adelántese hacia la silla para la aplicación de su correctivo, dicho correctivo será aplicado por el honorable director de esta universidad el señor, George Aston.

Señor Aston proceda…

… Un caballero de unos sesenta años se levantó de su asiento, y pasando por detrás del espacio reservado para asientos de los profesores, y luego por delante de las primeras filas, y siguió hasta la mesa de los miembros de la Junta de accionistas. Se agacho abriendo un armario bajo la mesa, extrayendo un instrumento de castigo, a simple vista parecía una especie de paleta de madera de unos cuarenta centímetros, con un mango largo, el cual haría unos veinticinco centímetros y la base plana y ancha, mediría como unos catorce centímetros, por unos quince hasta el inicio del mango. A primera vista parecía un cepillo de baño de madera de cerezo, al ser de color oscuro. Luego no era una paleta. Era una especie de cepillo de baño pero no era tal, pues en vez de cedras llevaba una especie de espuma compacta y sólida, y para nada era madera de cerezo, si no, madera de fresno viejo, que lo hacía a si mismo mucho más pesado, además de un muy feo aspecto.

El Director avanzo directamente hacia la silla deteniéndose enfrente de la alumna, al estar a su lado se podía apreciar bien su apariencia corporal, la alumna Elisabeth parecía una niña a su lado, apenas sobrepasaba la altura del codo del director. Ya que dicho caballero media los dos metros veinte de estatura, de complexión fuerte y anchas espaldas que marcaban su envergadura, ya que a ojo debería rondar sobre los ciento cuarenta kilos de peso, sus manos parecían armarios, pues eran grandísimas, el cepillo daba la impresión de ser uno de cabello en aquellas gigantescas manos. Iba vestido con un traje gris oscuro chaqueta y pantalón, con una corbata a franjas verdes, grises.

(Aston)-. Señorita Elisabeth quiere hacer el favor de quitarse la falda.- Mientras decía esto a la alumna, él tomaba asiento en la silla arreglándose la americana, y soltando los dos botones delanteros, para tener más comodidad y depositaba el cepillo en una especie de cubilete en el cual introdujo dentro, colgado dicho cubilete en el costado de la silla a su derecha.-. Entregue la falda al conserje joven.

… el conserje al ser nombrado se apresuró a acercarse hasta la joven sujetando la falda y volviendo a su lugar junto a la puerta.

(Aston)-.  Acérquese joven.- la chica se acercó a su lado, el director, medio entre giro su cuerpo hacia ella, y con las dos manos, agarro la cinturilla de las bragas blancas de Elisabeth, y de un solo gesto se las bajo a las rodillas.-. Venga aquí y colóquese sobre mis rodillas..- el Director tuvo que asirla por la cintura para auparla colocándola sobre sus muslos.-,.

…. El director acomodo bien sobre su regazo a la joven, y agarrando el brazo derecho de ella, lo doblo con delicadeza sobre su espalda sujetándola con su mano izquierda, y la derecha la posaba sobre las nalgas de la joven, que al sentir su tacto, sus muslos empezaron a tener un pequeño temblor, debía de conocer ya aquella mano para temerla de aquella manera. Sin preámbulos levanto su mano derecha a la altura de su hombro, dejándola caer e impulsada hacia el trasero de la joven, restallando en una fuerte palmada en sus nalgas desnudas, las cuales parecían amortiguar el fuerte manotazo, al sentir el impacto las piernas de la joven subieron poniéndose casi rectas y volviendo a bajar por su propio peso, este fue el primer azote de la fuerte azotaina que acababa de iniciarse, la mano parecía tener vida propia pues subía y bajaba al mismo ritmo una y otra vez, los azotes se sucedían uno tras otro, misma fuerza, misma intensidad, el culo ya estaba rojo con apenas veinte azotes, las lágrimas de los ojos de la joven no tardaron en aparecer, y descender por sus mejillas. Sus piernas ya chapoteaban en el aire como si estuviera nadando en una piscina, la mano izquierda libre de la joven, no hacia más que trazar circunferencias en el aire como tratando de agarrar algo. A los pocos azotes la chica lloraba a todo llorar desconsolada, sus piernas se abrían y cerraban en todas direcciones posibles y por haber, aunque no podían abrirse demasiado pues sus bragas sobre sus rodillas la trababan de igual manera un resorte al fuelle, pero de tanto pataleo, sus bragas fueron descendiendo por sus piernas hasta salir despedidas de sus pies, primero quedando enganchadas en el pie izquierdo y por ultimo salir despedidas hacia el aire, para caer poco después a los pies de la joven, como una blanca mariposa se posaba lentamente en el suelo. La chica libre de trabas empezó alocadamente a abrir y cerrar la piernas, su mano izquierda ya solo subía y bajaba, sus nalgas brillaban en su intensa rojez, debían de arderle mucho para el menear de su cintura de aquel modo alocado, su sexo sin vello alguno quedaba expuesto ante el abrir y cerrar sus piernas que lo mostraba impúdicamente, aunque lógico pensar que en esos momentos su mente no estaba para detenerse a pensar en ello. Trataba de girar sobre si misma forcejeando con las pocas fuerzas que le quedaban, para intentar escapar de aquel intenso fuego de su pequeño culo, a los pocos minutos agotada de tanto esfuerzo, se resigno a su castigo y apenas sus piernas ejercían movimiento alguno, su cabeza cayo hacia delante y lloraba amargamente y desconsolada. Hasta que por fin, callo el ultimo azote. La chica fue deteniéndose en su breve pataleo que minutos antes agitara con tanto ímpetu. Infernal fue la severa azotaina que duro varios minutos, unos treinta aproximadamente, mucho calor intenso en sus pobres nalgas debía de sentir. Al fin, paro quedándose quieta sollozando y moqueando por su nariz. Durante unos segundos más permaneció quieta llorando sin Consuelo.  El director le soltó su muñeca derecha y sujetándola de los hombros la ayudo a incorporarse, al sentir ya libre sus manos, estas volaron hacia sus nalgas que frotaba rítmicamente arriba y abajo, tratando de apagar aquel fuego intenso que sentía en la retaguardia de su cuerpo y que no había forma de hacerlo mitigar de modo alguno.  La madre de Elisabeth allí presente se incorporó y fue hacia su hija, primero recogiendo del suelo sus braguitas blancas, y luego abrazándose a su hija se la fue llevando a pasos pequeños hacia el lugar que ocupaban, en los asientos para invitados, la madre se sentó en su lugar, mientras el conserje le hacía entrega de la falda de la chica, prenda que la madre se apresuró a colocársela para tapar su desnudez… pero el Director fue a por la alumna impidiendo que se acomodara, conduciéndola hacia el rincón, en el cual la dejo cara a la pared, colocando sus manos sobre su cabeza e impidiendo así, que continuara sobándose las nalgas, luego agarrando el dobladillo de la falda, se la sujeto en la cintura con unas pinzas de oficina metálicas, que le facilitase el conserje y allí cara a la pared la dejo castigada, con el culo al aire, a las miradas de los presentes, tenían un rojo muy intenso y brillante, los presentes podían observar como las nalgas de la joven palpitaban acordes a los sollozos de la joven…

Sonia no había perdido detalle de la azotaina que acababa de presenciar, y de sus ojos broto alguna lagrima de angustia e impotencia, en unos minutos seria ella la que sentiría arder sus nalgas de aquella manera, y solo el pensar que le pudieran bajar sus bragas de igual manera, la hacía enrojecer de vergüenza…

 

CAPITULO  4

(Portavoz)-.  Señorita Laura Carrington! haga el favor de levantarse!. Usted joven es la causante de mayores destrozos, que su compañera. Es usted una irresponsable, por las cámaras de seguridad hemos sido testigos, de que no únicamente saboteo el vehículo de la profesora Adams, si no el de otros profesores como el vehículo, del señor Aston, por tal motivo su castigo no será como el de la señorita Elisabeth Braun, si no, mucho más severo, ya que el mal ocasionado es mucho mayor.

Señor Aston, hace unos días denuncio que alguien estaba dañando vehículos en el parking, a ninguno de nosotros se nos ocurrió mirar las cintas de las cámaras de seguridad, hasta que el caso de la Profesora Adams, nos ha recordado el que existían dichos dispositivos y cintas de video de las cámaras, con lo cual hemos observado que la joven aquí presente Laura Carrington, llevaba meses causando estragos en el parking del profesorado, por lo que un simple correctivo no creemos esta Junta de accionistas, que pueda ser suficiente castigo. Por lo tanto y después de hablar con sus padres, dicha joven será hoy severamente castigada, y para asegurarnos que esta joven luego no realiza otros estragos en vehículos o valores de otras naturalezas, será internada en esta universidad en el área sur, en donde pernoctan las alumnas que por vivir en zonas alejadas habitan. Permanecerá en ese centro hasta finalizar el curso vigente, y al acabar será expulsada de esta universidad. Ha no ser que su conducta cuando llegue la fecha de finalización, sea muy convincente para esta Junta de accionistas, ya que se recurrirá a los viejos métodos de corrección ya abolidos por la sociedad, pero que lo padres han sugerido en vista de todos los males causados. Durante el próximo mes recibirá un correctivo diario de mantenimiento, antes de acostarse y otro matinal. Además de los correctivos pertinentes que pueda resultar acreedora durante la jornada de estudios, ya que toda falta que cometa por pequeña que esta fuere, será debidamente corregida por su tutora la señora Lawton, nuestra profesora de gimnasia, quien se ocupara en todo momento de su reeducación.

Señora Lawton! Puede ocuparse de ella desde este instante, haga el favor de encargarse de su pupila y aplicarle su castigo.

… Una mujer de unos cincuenta años se levantó, esta se hallaba sentada en primera fila, junto a los padres de Laura, iba ataviada con una blusa azul marino, falda negra hasta debajo de la rodilla, medias negras y zapatos con escaso tacón también negros. Vestía de luto por la pérdida de su esposo hacía apenas unos meses en accidente de tráfico. Para ser la profesora de gimnasia, su físico no era el más idóneo, daba la apariencia de la clásica celadora de un orfanato o hospital, un metro ochenta de estatura y bien robusta, entrada en carnes como se suele decir a una señora rolliza, de unos noventa kilos de peso.

Y su fama era por ser una mujer nada agradable, con un más que respetable mal carácter y de unas ideas muy conservadoras, siempre decía que la letra entra mejor con sangre, que con caricias. En otros tiempos era la supervisora de la vivienda destinada a las alumnas, y era muy conocido su mal genio por dichas alumnas, las cuales las que eran más antiguas, celebraron que los castigos fueran abolidos por ley. Algo que deberían de haberse pensado mejor o haber preguntado antes de celebrar tal celebración, pues todas las alumnas durmieron bien calientes esa noche y otras muchas noches que le precedieron. Días después pudieron saber, que la vivienda de la universidad no era considerada como parte del centro de estudio. Si no, como vivienda o hogar de las chicas. Por lo cual, al ser el hogar, los castigos en dicho lugar aún eran legales y con pleno poder de las celadoras, encargadas de su vigilancia.

La señora Lawton se acercó a Laura, y dando pie a su fama de mujer estricta, la agarro del lóbulo de la oreja izquierda y casi arrastras la condujo hasta la silla…

(Sra. Lawton)-. ¡Quítate la falda y bájate las bragas, Laura! Y luego apoya ambos codos sobre el asiento de la silla, con las manos hacia el interior agarrándote ambos codos, la piernas bien rectas!!!

… La señora Lawton mientras Laura cumplía sus instrucciones, se volvió y caminando con paso firme y decidido, hacia la mesa de los socios. Exactamente donde el Director había abierto el armario y extrajo el instrumento de castigo. Ella después de rebuscar en el interior, debió encontrar lo que andaba buscando, lo cogió, y con gran maestría se lo enrollo en su muñeca derecha y asiéndolo luego en su mano, comprobando su sonido sobre su propia palma de su mano izquierda. Sonia Adams estaba apenas a metro y medio, y vio muy de cerca como lo hacía resonar en la palma de la mano, ya que al hacerlo, la señora Lawton miro a Sonia, la cual sintió como un inmenso nudo en su garganta, al ver aquel brillo en sus ojos con clara furia. Una mirada penetrante la cual la había hecho llorar siempre, cuando era alumna e iba a ser castigada por la señora Lawton, y en ese momento sintió como se estremecía su cuerpo, y sus ojos volvían a brillar a punto de brotar sus lágrimas, Sonia en su interior se compadecía de la pobre Laura, y hubiera deseado parar ese castigo. Pero en esos instantes, Sonia le preocupaba mucho más no ser ella, quien tuviera que sentir esa correa en sus nalgas desnudas.

La correa en si misma haría estremecerse a cualquiera de las alumnas de la universidad, sobre todo si estaba en las manos de la señora Lawton, una gruesa correa de unos ocho centímetros de diámetro, por casi cuatro milímetros de grosor lo cual doblada a la mitad, la hacía ser muy pesada. Además era una correa muy antigua, posiblemente incluso la usarían en su día con la propia señora Lawton, quizás por eso, dicha señora siempre la utilizaba en sus castigos.

La señora Lawton giro sobre sus pies, volviendo hacia el lugar donde había dejado a Laura, que ya se había despojado de su falda y se había colocado en la posición indicada, pero sin bajarse las bragas. La señora Lawton al ver que no la había obedecido, acelero sus pasos y sin decir nada, asesto un terrible correazo sobre el centro de las bragas de Laura, justo a la altura en donde acababa la costura del fondillo de las bragas, y en los extremos donde el encaje hacia el revestimiento de las perneras de la prenda íntima, en la parte visible de sus muslos apareció una mancha roja, inmediatamente después de ese cintazo. Así como un fuerte AYYYYYY…. De la joven y un brusco movimiento de cabeza que hizo que su cabello, revolara en el aire, cambiando de su lado derecho, al lado izquierdo.

(Sra. Lawton)-.   ¡ Laura que te había dicho que debías colocarte, y que te bajaras las bragas!!!  Porque no lo ha….s…. he….cho…-. con la mano izquierda introdujo sus dedos en la cinturilla de las bragas y las bajo de un tirón rápido, hasta sus rodillas. Su voz se entrecorto, al ver las nalgas de la chica, estas estaban de un color violáceo oscuro en toda sus superficie, por lo visto, la chica ya había debido ser castigada en el culo apenas hacía pocos días.- ya veo que tu papa, te ha castigado como te merecías y que te ha dejado el culo como debe de ser, morado!!!-. Aun conservando la correa en su mano derecha, con ambas manos volvió a sujetar la cinturilla de sus bragas, y se las subió lentamente volviéndolas a su anterior estado, y estirando bien la cinturilla para que quedara bien tensa y marcara bien su ya inflamado trasero, e igual hizo con las perneras de la prenda.- Pero no por ello te vas a librar de tu castigo, pero seré considerada contigo pequeña! Dejándote las bragas puestas!

… Laura sollozaba sin consuelo posible, el cinturonazo había sido muy fuerte, unido a lo muy dolorido que debía de tener su trasero la pobre chica. Pero la señora Lawton no se apiado por ella ni lo mas mínimo, después de haberle devuelto a las bragas de Laura a su lugar, se alejó dos pasos, y empezó su castigo de todos modos, y con la severidad con la que era característica en la señora Lawton, los correazos eran espaciados y ajustados en las ya maltrechas nalgas de la pobre Laura. En los primeros azotes aulló a todo pulmón de dolor, y de sus ojos brotaban lágrimas, que descendían por sus mejillas y que caían al suelo. Su trasero se contraía a cada azote de la correa, y movía las caderas en círculos, tratando de escapar de alguna manera aquel aluvión de correazos, que con apenas intervalos de unos breves segundos, ya volvía a estremecerse, al sentir el siguiente. Aunque a Laura le era imposible mantener la posición y su trasero giraba sobre si mismo, o subiendo y bajando al flexionar sus rodillas, así como levantar su pierna derecha u izquierda, los azotes siempre caían en el lugar de sus nalgas, al cual la señora Lawton había centrado los azotes, así era su tal maestría a la hora de aplicar la famosa correa. Después de varios minutos, los cuales debieron de parecer interminables para la joven, la señora Lawton dejo de aplicar dicha correa sobre el trasero de Laura, la cual, al sentir que los azotes de esa maldita correa ya no continuaban azotándola sin piedad alguna, se dejó caer al suelo, quedando de costado y hecha un ovillo, con ambas manos en su trasero, el cual apenas se podía sobar. Pues debía de escocerle muchísimo, asi como tenerlo ardiendo como unas llamas se hubieran apoderado de sus nalgas. Durante varios minutos la dejaron llorar a todo llorar, y echada en el suelo.

Sus padre y su madre allí presentes, hablaban entre ellos y se fue uniendo a la conversación, la señora Lawton, así como el señor Aston, sin prestar atención a su hija. Clara estaba su indignación por las canalladas que su hija había realizado, y en su rostro se contemplaba su gran enfado.

Pocos minutos después la propia Laura se levantaba del suelo, aun con lagrimones en sus ojos, con claros gestos de mucho dolor que congestionaban su rostro, pero pudo aun con dificultades ponerse en pie, coger su falda que colgaba del respaldo de la silla, y no sin dificultad se la pudo colocar maltrechamente en su lugar. Y con pasos cortos, casi sin poder levantar sus pies del suelo, la mano izquierda enjuagándose las lágrimas de sus ojos, mientras la derecha la llevaba en su cadera apoyada, ya que hubiera deseado poder sobarse su trasero, pero esa acción era prácticamente impensable en esos momentos, casi arrastrando sus pies, pues el dolor de sus nalgas era horrible, y más cuando levantaba un pie para andar, aun le resultaba mucho más difícil el hacerlo, la severa azotaina que su padre le había propinado apenas tres días antes, en su habitación al enterarse de que no únicamente había atentado contra el vehículo de Sonia, sino también otros de otros profesores así como el del propio director Aston. La hizo esperar en su habitación por un tiempo de dos horas, para que fuera pensando en lo que le iba a pasar en breves momentos. Tuvo que esperar solo vestida con una camiseta, bragas y calcetines… su corazón le dio un vuelco cuando vio aparecer su padre por la puerta, desabrochándose el cinturón y extrayéndolo de las presillas de su pantalón y doblándolo a la mitad, se acercó a ella y sin decirle nada, la asió de un brazo levantándoselo y manteniéndolo en alto y comenzó azotarla con fuerza en el culo revestido por sus bragas rosas, que poco o más bien nada podían protegerla de los tremendos azotes que le propinaba su padre, ahora sí, regañándola severamente por sus travesuras, aunque ella no las oía, bastante tenía con intentar librar su trasero del cinturón de su papa, que al estar fuertemente sujeta del brazo, solamente podía avanzar alrededor de su padre y este, giraba a su vez para asestarle un nuevo y fuerte azote de su cinturón … Y ahora con este nuevo castigo, acumulado al dolor que ya sentía en su trasero, apenas podía mantenerse en pie y por eso solamente arrastraba las suelas de sus zapatos. Se dirigió a donde estaban sus padres, pero estos ni giraron sus cabezas para verla o prestarle ayuda alguna.  Poco después la señora Lawton la volvía a agarrar del lóbulo derecho de la oreja y la arrastro prácticamente colocándola a apenas dos metros de donde aún sollozaba Elisabeth, poniéndole igualmente las manos sobre la cabeza de cara a la pared, y introduciendo sus dedos por la cinturilla de las blancas bragas de Laura se las bajo hasta las rodillas, dejando ahora si, las nalgas de Laura a la vista de todos, y el estado lamentable que se hallaban, ambas nalgas estaban muy muy rojas, y muy moradas ambas

 

CAPITULO  5

Al otro extremo de la sala, permanecía Sonia. Con la cara demacrada por la angustia, de haber visto los castigos de las dos alumnas, sabiéndose así misma que iba a ser la siguiente y que en cualquier momento podría dar comienzo este. Sentía muchos nervios el ver castigadas, a las dos bribonzuelas que dañaran su vehículo, no había resultado nada agradable para ella. Le vino a la mente otros castigos que había presenciado como profesora, y siempre se había estremecido al verlos e indignado, se decía que bien, se podía extraer de aquellos castigos, que debían de ser muy dolorosos para las sentenciadas a los mismos, aunque fueran culpables de hechos graves, pero otros profesores le explicaban que para que hubiera disciplina, debían recibir tales castigos a pesar de ello, nunca logro entender porque la disciplina era algo tan importante para los del sexo masculino, esos castigos habían sido abolidos por una gran causa, que el maltrato corporal no hace que una alumna sea mejor, ni más disciplinada. Todas estas ideas pasaban por su cerebro, sin mirar a parte alguna, quien la contemplaba podía apreciar su mirada esquiva, pues no quería mirar hacia los miembros de la Junta, o hacia los profesores, y menos aún, a las pobres chicas que aún seguían llorando castigadas de cara a la pared, y si no había nada que lo impidiera, en breve estaría ella haciéndolas compañía.

No quería hacerse notar y que decidieran que había llegado su momento, por todos los medios deseaba pasar desapercibida, el temor y la angustia se acentuaba por momentos, en cualquier momento el portavoz de la Junta de accionistas se dirigiría hacia ella, se mantenía allí, de pie ante todos, sus ojos estaban clavados en ella o eso era lo que se imaginaba, que todas y cada una de las personas presentes la miraban a ella, en espera de ver qué modo o implemento elegirían para ella…  Sonia, fijo su mirada en el portavoz de la mesa. Estaba abriendo una carpeta y extrajo un documento. Aunque ella no podía leerlo desde esa distancia, supo que aquel expediente era el suyo. Sus manos acariciaron el trasero de su falda, apenas notaba un ligero ardor en ellas por la azotaina recibida ante su desfachatez, y que el Decano la hubiese azotado en el trasero colocándola sobre sus rodillas, aunque fuera por encima de sus bragas, le había dolido lo suficiente para echarse a llorar, pero su orgullo como profesora y mujer le había dado fuerzas para no hacerlo.

Su amigo y Decano, poso sus labios en su oído derecho y le susurro.- Prepárate Sonia, ha llegado tu turno. Deja de acariciarte el culo y no seas indecorosa, compórtate como la señora que eres!...-.

El portavoz de la mesa volvió a ponerse en pie, Sonia haciendo caso a John, puso sus manos a sus costados fijando su mirada hacia el suelo, pues ahora los nervios la podían traicionar y echarse a llorar, sabía que su castigo iba a ser severo. Los azotes que había recibido no significaban nada con lo que se le avecinaba y en breves momentos iba a dar comienzo.

(Portavoz)-. Señorita Sonia Adams! Esta Junta de accionistas desea expresarle a usted la más sincera disculpa por los daños que sufrió su vehículo, a manos de las alumnas Elisabeth y Laura, por lo cual ambas chicas han sido castigadas con correctivos para corregir su conducta, los cuales hayan servido para que no vuelvan a cometer estas travesuras dignas de unas niñas traviesas, ya no tienen edad para comportarse de tal modo… Si no se hubiera comportado de la forma que lo hizo, ahora habríamos acabado y usted se podría marchar. Su vehículo se ha reparado de los daños económicos que le causaron, siendo indemnizada por los mismos por sus padres. Con lo cual, no nos veríamos obligados a tomar la siguiente decisión, tal y como ya hace unos minutos le he leído.  Sus actos en el día de autos es algo imperdonable, con lo cual su correctivo no va a ser nada corriente para una ex-profesora. Si señorita Adams, ex-profesora! Durante este curso ya no volverá a ejercer como profesora en esta universidad y en otros sucesivos, dependerá de su conducta. Y por supuesto, y si está decidida a recibir su correctivo en el día de hoy, y en los días venideros. Paso ahora a comunicarle a usted señorita Sonia Adams, ex-alumna! En prácticas de su master en Química. Durante un mes esta universidad se ha visto involucrada, en estar en boca de todos los medios de comunicación del país. Gracias a su gentileza comportándose de manera poco propia de una profesora, esta universidad a vivido los peores momentos de su historia, siendo difamada en todos los medios, por una conducta nada profesional de una profesora de esta universidad, usted! Por tanto esta Junta de accionistas dictamina que su castigo deberá ser equivalente, al daño que ha causado usted! Tiene algo que decir? Todo ser humano tiene derecho a justificarse de sus actos.

(Sonia)-.  No, no deseo decir nada señores y señoras accionistas, únicamente pedirles disculpas a ustedes por los problemas que cause, debí pensarlo antes de actuar como lo hice y aunque pienso que hay otras formas más civilizadas de corregir mi mala conducta, no tengo más remedio que aceptar su decisión poco actualizada con los tiempos en que vivimos, ya que ustedes continúan en la edad de piedra, con sus llamados métodos de disciplina. Pero está claro que si no deseo perder mi empleo, así como echar por la borda mi carrera, ya que de abrirme un expediente disciplinario, y presentar mi dimisión voluntaria. No encontraría trabajo donde fuera cual fuere mi destino.

(Portavoz)-.  Bien… buena observación señorita Sonia! Ya que menciona usted “formas más civilizadas de corrección de su conducta” “no cree usted que su forma de actuar, tampoco era nada civilizada”?  Tiene toda la razón, continuamos en la edad de piedra! Y puede darnos las gracias por vivir en esa era. Pues de ser la que actualmente vivimos, usted en vez de tener la oportunidad de finalizar su carrera con un expediente impoluto y sin tacha alguna. Debería haber sido puesta de patitas en la calle, con un expediente manchado de por vida, al igual que los padres podrían haberla denunciado y estar ahora pendiente de una querella por malos tratos a alumnas, algo que la ley ampara…

La presidenta, mujer de edad avanzada perdió los nervios y la paciencia con este caso…

(Presidenta)-.  Señor portavoz déjese de hacer conjeturas y que se inicie el castigo de esta desagradecida!!! Hasta aquí podríamos llegar que una alumna nos insultara de esta manera, señor Aston haga el favor de hacer callar a esta joven impertinente, pero sobre todo, utilice su ingenio y experiencia en castigar a alumnas, para hacer que esta joven se arrepienta de haber provocado de esta manera a esta junta. Sea efectivo y firme señor Aston… No deseo que sea un simple castigo como estaba programado… Señor George Aston, tiene autorización para emplear métodos sofisticados de disciplina…  John conduzca a la alumna hasta la silla, y quítele la falda y esas bragas multicolores que lleva puestas y nada aceptables en el decoro de su uniforme de alumna… Joven!!! Se va ha arrepentir de haber provocado a esta Junta.

Sonia fue conducida hasta la silla central, en donde Elisabeth y Laura habían sido castigadas anteriormente. John le susurraba al oído a Sonia.

(John)-.  Es que te has vuelto loca? Tenías que comportarte como una estúpida? Iba a ser una simple azotaina con el cepillo de madera, hubiera sido muy dolorosa pero estaba pactado así. Todo el trabajo que me ha costado lograr ese acuerdo y vas, y lo has estropeado todo, eres una estúpida… lo había arreglado de forma para que no te desnudaran ante todos para tu castigo, y te bajasen las bragas una vez estuvieras echada sobre el regazo, y ahora debo desnudarte de cintura para abajo… esta noche cuando te de tu azotaina antes de acostarte, me voy asegurar que duermas muy adolorida, para que duermas boca abajo… te vas a arrepentir te lo aseguro… .-Sonia se le quedo mirando con cara de sorpresa por sus palabras. Mientras hablaba le quitaba la falda, y le bajo las bragas dejándola desnuda de cintura para abajo, ella se cubrió su sexo, el cual se había rasurado la noche anterior, desde que era adolescente no había dejado crecer vello púbico, pero John le coloco sus manos en sus caderas, para su vergüenza debía mostrar su sexo como cualquier otra estudiante cuando iban a ser castigadas-. Si, Sonia! Cada día antes de acostarte iré a tu casa a darte una azotaina. Es el acuerdo que llegamos al negociar tu castigo de hoy, durante un mes, el mismo tiempo que hemos estado agobiados por los medios de comunicación, y puede que se alargue durante más tiempo, por tu actuación tan desfavorable de hace unos momentos, y que incluso yo me he sentido indignado.

El Decano la dejo sola ante la silla, permanecía de pie inmóvil con la mirada perdida en el suelo, estaba muy avergonzada de su situación, por su mente empezaban a circular mil un pensamientos, del porque se había comportado tan estúpidamente con aquellas dos alumnas, ahora se arrepentía y no dejaba de pensar en cómo iba a ser castigada, le atemorizaba que usaran la correa como con Elisabeth, la mano la descartaba. Pues después de los comentarios de John sobre que iban a usar con ella el cepillo, estaba muy asustada. Sabía por experiencia propia lo que dolía el maldito cepillo, y el Director Aston por algo debía de haberlo sacado del armario. Las nalgas le ardían aun un poco, y deseaba poder acariciárselas, pero el miedo a empeorar su situación le hacía permanecer en la posición que el Decano la había dejado. Escuchaba como los asistentes hablaban entre ellos sin poder entender lo que decían, pero estaba segura que hablaban de ella, sentía como su cuerpo se estremecía a medida que pasaban los minutos, y por un lado deseaba que llegara ya el momento de su castigo, y por otro deseaba que el tiempo se detuviera. Entonces escucho que una puerta se abría y que los asistentes dejaran de hablar. Su cuerpo empezó a temblar, había llegado el momento. A sus oídos llegaron el sonido de unas pisadas, alguien debía estar a su lado, pero no se atrevía a girar la cabeza. Sabía que debía de ser el Director que regresaba, pues al referirle que debía castigar a Sonia, este se ausento de la sala y debía de haber regresado con lo que hubiera tenido que ir a buscar, y entonces le vio delante de ella a menos de un metro…

(Director Aston)-.  Bien señorita Sonia quiere hacer los honores y arremangarme la manga de la camisa para castigarla como se merece…!

Sonia levanto la mirada y entonces le vio delante de ella que le ofrecia el brazo derecho para que le subiera arremangando su camisa, con los dedos temblorosos y torpes, le desabrocho el botón de la bocamanga y lo fue doblando, poco a poco la camisa fue doblándose y haciéndola ascender hasta la altura del codo. Al acabar miro al director a los ojos, lo vio frios y oscuros.

(Director Aston)-.  Vamos, jovencita…!!!

Acababa Sonia de arremangarle la manga de la camisa, y cuando se disponía a bajar sus manos a sus caderas, cuando el director le agarro de la muñeca de su mano izquierda pillándola de sorpresa, vio como el director giraba sobre sus pies y se dirigió a la silla tomando asiento, haciendo caer literalmente a Sonia sobre sus rodillas, la acomodo bien, de manera que la barriga de Sonia apoyara sobre su muslo derecho, de tal manera que el trasero de Sonia quedara bien expuesto al castigo. Sonia quedo echada sobre el regazo del Director, sus piernas por un extremo no tocaban el suelo, y por el otro sus manos colgaban inertes. Sonia se sentía como una niña que iba a recibir unos azotes por no haberse portado bien, sobre el regazo del profesor. Pero bien sabía ella que no iba a ser así.

En ese momento ella pudo ver que unos pies se acercaban hacia ella, eran los pies del conserje que entregaba algo al Director, segundos después sintió algo líquido que caía en sus nalgas y como la enorme mano del Director restregaba aquel liquido por sus nalgas y muslos frotándoselas y repartiendo bien aquel líquido, pudo notar que era como aceitoso, y que embardunaban bien sus nalgas y muslos. No sabía lo que era hasta que recordó que una vez el Director había hecho algo parecido cuando era estudiante, …”Dios, No”…!! En ese instante empezó a sollozar. Era vaselina liquida y conocía muy bien sus efectos, eso haría que sus nalgas estuvieran húmedas durante toda la azotaina, por lo que el efecto de los azotes iban a doler el triple o cuádruple…

El conserje volvió a retirarse y acto seguido empezaron a caer azotes sobre sus nalgas desnudas, al instante recordó lo mucho que dolían los azotes propinados por la experta mano del director, en los años que estaba permitido el castigo en los centros escolares, las azotainas de aquellas manos eran temidas por todas las alumnas.

La mano del Director subía y bajaba con una precisión casi perfecta, azotando una nalga y luego la otra o en el centro, azotando ambas al tiempo, Sonia agitaba débilmente sus piernas, procuraba mantenerlas juntas para no mostrar su sexo descaradamente, aunque sentía Sonia un intenso ardor en su trasero, simplemente gemía o soltaba algún …aaauuu! Por algún motivo el director no se estaba empleando a fondo, y eso hacía que Sonia se sintiera intrigada. Pues sabía muy bien cómo se las gastaba el señor Aston, pero enseguida cambio de parecer. Cuando menos se lo esperaba, empezaron a asestarle unos muy fuertes azotes en el culo, ahora si empezó inmediatamente a patalear de manera alocada y menear sus caderas circularmente, ahora su culo era puro fuego, apenas veinte de aquellos azotes la hicieron romper a llorar, casi a la desesperación, sus piernas se abrían y cerraban sin descanso, sus nalgas pronto alcanzaron un color rojo intenso, que al estar embadurnado de vaselina su brillo era mucho mayor. Las nalgas de Sonia se las veía estremecer a cada nuevo azote, el peso de la mano hacia que estas se aplanaran y al levantar la mano, la nalga volvía a adoptar su forma original, durante veinte o veinticinco minutos resultaron interminables para Sonia.

Estaba extenuada, ya apenas pataleaba o meneaba sus caderas, y los azotes eran mas certeros y firmes, Sonia lloraba, lloraba, sus nalgas ardían como si estuvieran en el mismísimo infierno, sus lágrimas caían por sus mejillas, pero los azotes no cesaban de caer sobre el indefenso trasero, completamente de color rojo intenso. Por fin el Director se detuvo y acaricio las nalgas unos segundos, que seguramente Sonia debió de agradecer. Habían sido cuarenta minutos interminables de castigo. Ella esperaba que en cualquier momento la dejara incorporar y poder frotarse, Sonia había aceptado su castigo, y no había intentado ni una sola vez protegerse el culo dolorido, aceptando estoicamente su castigo. Pasaron uno, dos, tres, cuatro y cinco minutos siguiendo sobre el regazo echada, no entendía porque no la dejaban incorporarse.

El Director, levanto su mano derecha de las maltrechas nalgas de Sonia, y busco algo detrás de él, sobre el respaldo de la silla. Como por arte de magia, apareció en su mano el cepillo que dejara al iniciar el castigo a Laura en el cubilete del lateral de la silla. El feo cepillo de madera de fresno, y con esa capa de espuma compacta en la parte que deberían ir las cedras. De esa parte en concreto cayeron algunas gotas presumiblemente de agua, Sonia no se percató de ese hecho.

Pero los asistentes si observaron ese detalle, el Decano John hizo un gesto de desavenencia y miro a la presidenta como indicando que era aquello, porque era necesario esa severidad, recibiendo una contra mirada de aprobación por parte de la presidenta, lo cual confirmaba que estaba de acuerdo.

Sonia… relajada sobre el regazo creía o tenía el pensamiento de que había acabado el suplicio, había sido una azotaina cuando menos severa y le había dolido horrores, seguramente debido a la vaselina liquida, cuando sintió como el director apoyaba el cepillo en su nalga derecha. Al sentir el contacto del cepillo de madera en la piel, recordó en el acto, que su castigo iba a ser con el cepillo de madera, por primera vez Sonia dirigió su mirada a los asistentes buscando a alguien en concreto, una vez localizo a John quien decía ser su amigo, le miro con una mirada de súplica, como dando a entender porque más castigo para ella… Pero ya no pudo mirar más, el cepillo dejo de apoyarse en su nalga y Sonia cerro los ojos presintiendo el azote que en breve azotó su nalga izquierda. Su sonido fuerte y opaco, la dejo sin aliento abriendo su boca todo lo que daba de si, lanzando un airado alarido Aaaahhyyyyy! Nalga derecha, nalga izquierda, nalga derecha, nalga izquierda, nalga derecha… Sonia comenzó de nuevo su danza con sus piernas, agitándolas arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda, o una en cada dirección abriéndolas todo lo que la limitación de su cuerpo, le permitía al estar echada sobre las rodillas del director Aston. Su sexo quedo más a la vista de los presentes de lo que Sonia hubiera deseado, pero el cepillo estaba siendo muy muy doloroso, y ella no era dueña de sus actos, en solo unos minutos, que parecían siglos para la muchacha recibió más de cincuenta azotes de aquel maldito cepillo, al cuarto o quinto azote en el culo, ella rompió de nuevo a llorar, ahora acompañados de feroces gritos de puro dolor. Que brotaban de su garganta cada vez que el cepillo le asestaba un nuevo azote, hubo un momento que el Director cambio el punto donde los azotes ibán cayendo uno tras otro, y empezó a azotar la base de las nalgas con el inicio de los muslos, y ahí si fue duro. Sonia estaba muy agotada pero el dolor era tan intenso que seguía con su alocado movimiento de piernas, aunque si algo debilitada. Intentaba taparse el culo y los muslos con sus manos, pero era imposible el hacerlo. Cuando se cubría la nalga derecha, el azote caía sobre la izquierda, y si ponía sus manos en ambas, el siguiente azote golpeaba en los muslos, si bajaba a los muslos, entonces recibía un azote en la nalga que no podía cubrirse, y así sucesivamente, hasta que el agotamiento e intenso ardor de su trasero, hizo lo que sucede cuando se está siendo castigada tan severamente, su cuerpo dejo de tener fuerzas para luchar por escapar de aquella tremenda azotaina, y se rindió a lo inevitable. Los azotes siguieron cayendo sobre su maltrecho trasero, cada vez más y más rojo, con zonas ya más oscuras, pero el Director siguió y siguió dándole azotes en sus nalgas y muslos, durante unos minutos más. Sonia únicamente podía llorar en la desesperación, el intenso ardor de sus nalgas era tal, que ya solo los sentía caer y como golpeaban en su dolorido e inflamado trasero, por fin ceso. Sonia quedo desmadejada sobre el regazo del Director, llorando hasta la desesperación, sus nalgas y muslos eran puro fuego. Esta vez si fue ayudada por el director para incorporarse, pero sus piernas no le respondían y cayo de bruces al suelo, tumbada de costado.

El Director miro hacia la mesa de los miembros de la Junta, en especial a la señora presidenta, la cual hizo un gesto afirmativo con la cabeza, pero luego la giro mirando hacia donde estaban las otras dos chicas, como indicándole que la llevase junto con las otras chicas.

Aston hizo un gesto al conserje que se acercó presuroso e indicándole que la asiera de un brazo, Aston hizo lo propio con el otro. La levantaron del suelo y la llevaron a la pared del fondo, la muchacha caminaba con serias dificultades, pero pudo llegar a la pared. Una vez allá, la dejaron de pie manteniendo sus manos sobre la cabeza. Sonia pudo no sin serias dificultades aguantar el equilibrio, aunque a veces sus piernas se le flexionaban un poco, pero allá permanecía el señor Aston en compañía de la señora Lawton, para asestar unos azotes a la que se moviera de su posición, lo que rápidamente hacia que la joven o cualquiera de las otras dos, adoptaran la posición de nuevo.

(Presidenta)-.  Señores profesores, y profesoras, miembros de la Junta pueden retirarse la sesión se da por finalizada. Señor Aston y Señora Lawton, les dejo que permanezcan en la sala hasta que acabe el castigo de las estudiantes, exactamente dentro de dos horas pueden permitir que se vistan y arreglen sus ropas para irse a casa o a la dependencias donde deban concentrarse a partir de hoy.

 

CAPITULO 6

Al cabo de las dos horas las tres chicas permanecían aún cara a la pared, vistas asi de espaldas solo se veía sus cuerpos, pero sobre todo sus traseros muy marcados y morados, excepto el Laura que estaba muy colorado al haber recibido una estricta azotaina con la mano. El que mostraba unos efectos contrastados era el trasero de Elisabeth, pues tenía un feo tono oscuro de la azotaina que recibiera a manos de su enfadado papa, o mejor dicho de su cinturón, y tonos morados más claros de la reciente azotaina propinada por la Señora Lawton, con la vieja correa, y otros tonos de rojo intenso en alrededor de las nalgas o sobre el inicio de sus muslos. El trasero de Sonia tampoco tenía muy buen aspecto, estaba todo de color rojo intenso, y las inconfundibles marcas del cepillo de madera de fresno, el cual había impreso su curvilínea forma en las nalgas, apareciendo por momentos un color morado oscuro, los tres traseros se podían ver inflamados.

En la posición que estaban, solo se podía deducir que eran tres alumnas que se habían comportado de forma poco adecuada en clase, y que las habían castigado según la travesura que habían cometido, de ahí, que las tres hubieran sido castigadas de forma y manera diferente con sus traseros de tonos dispares. Pero la realidad era, que simplemente habían castigado a dos adolescentes universitarias, y a una mujer ya madura de treinta y dos años.

El director Aston que se hallaba leyendo el periódico sentado en la silla, que había servido para el castigo, miro su reloj…

(Director Aston)-.  Las castigadas pueden vestirse y salir de la sala!  Usted señorita Laura puede irse a su casa. Usted señorita Elisabeth, la esta esperando en el vestíbulo la Señora Lawton, para conducirla a la residencia de la universidad y a usted, señorita Sonia Adams el Decano la espera en su despacho para llevarla a su casa. Pueden retirarse…

Laura fue la primera en agacharse para subirse las bragas y una vez ajustadas, dejo caer su falda alisándola con las manos, no sin aprovechar para frotarse vigorosamente su trasero. Elisabeth tuvo más problemas para agacharse, ya que las nalgas de haber estado dos horas de pie se le habían quedado como adormecidas, y al mover sus caderas sintió como miles de avispas le picaran por toda la superficie de sus nalgas, con claros gestos de dolor pudo inclinarse para que su mano derecha tirara de sus bragas hacia arriba por su muslo derecho, y ascendiera a la vez por el izquierdo, hasta que llego al alcance de su mano izquierda, que asiendo la cinturilla de la prenda, pudo hacerlas ascender por igual hasta debajo de sus nalgas, subiéndoselas un poco por delante, para luego con ambas manos, sujeto la parte trasera de la prenda por el elástico, la hizo estirar lo que pudo para que la tela no rozara en sus sensibles nalgas, pero aun asi, sus gestos de dolor eran mas que evidentes, cuando al soltar el elástico, sus bragas se ajustaron a sus inflamadas nalgas, se veía a simple vista como el elástico de las perneras de las bragas mordía la piel e incluso deformaba la forma circular de su trasero. Luego caminando con claras dificultades se encaminaba hacia la puerta de salida, a donde una vez traspasarla la esperaba la señora Lawton. Apenas un segundo después se escuchaba un alarido de la muchacha, afuera en el vestíbulo.

(Director Aston)-.  Vaya mujer! Seguro que debe de haberla agarrado por el lóbulo de la oreja, y la llevara hasta la residencia tirando de ella. A pesar de los años no cambiara nunca en sus costumbres… Pobre muchacha!!!

Sonia había llegado a la silla donde habían depositado su falda y su ropa interior, le había costado mucho esfuerzo caminar hacia la zona de asientos, sentía como su culo le pesaba el doble de lo habitual, por la inflamación del mismo. Giro la cabeza al oír un grito, y escucho el comentario despectivo del director que explicaba porque debía de ser.  Sonia asió su falda ya que al ser abierta, se la acomodo a su cintura abrochando los botones a su izquierda que fijaba la falda a su cintura, y después tensando la falda, hacia su cadera derecha, se la acabo de abrochar. Cogió las bragas de la silla, y poniéndose de espaldas al director se guardó las bragas en el interior de la blusa, intentando pasar desapercibida. Y lentamente se encamino hacia la puerta…

(Director Aston)-.  Alumna Adams!!! Señorita Sonia Adams, se puede saber a dónde va usted?

(Sonia)-. A donde quieres que vaya al despacho de John.

(Director Aston)-.  Y no se le olvida nada?  Venga usted aquí y ahora!!!

(Sonia)-. Pero en qué quedamos, no has dicho que nos podemos retirar, que el castigo ha acabado…-.Se fue acercando poco a poco hasta donde la aguardaba el Director.- aquí me tienes, que deseas ahora George.

(Director Aston)-. A que vienen ahora esas formas de dirigirte al Director del centro universitario Lewiston? Enseguida parece que olvida usted muy a la ligera las debidas formalidades a seguir de las alumnas, cuando hablan ante un profesor o miembro de la universidad. Parece que sus modales dejan mucho que desear y resulta indignante esa falta de respeto hacia mi persona como Director. -. El director se levantó de la silla y acercándose a la alumna Sonia, le asesto una fuerte bofetada en la mejilla izquierda. Rápidamente Sonia se llevó su mano a la mejilla, observaba al director asustada. Cuando el pillándola de sorpresa introdujo su mano en su blusa extrayendo sus bragas.- Y esto que es? No decías que no olvidabas nada jovencita? Sabes lo que significa esto? Una clara y intolerable falta de decoro de una alumna en la forma de vestir… y ahora me asegurare de que las lleve puestas en su lugar y no, entre la blusa. Venga aquí y levántese la falda por encima de la cintura.

Sonia no se atrevió a contradecir de nuevo al Director, y obedeció sin rechistar. No le gustaba como había sonado aquella reprimenda del Director, presagiaba algo nada bueno para ella y se temía lo peor, que volviera a castigarla de nuevo. Sonia con sus mejillas ruborizadas y coloradas como sus nalgas, se levantó la falda por encima de la cintura dejando expuesto totalmente su sexo a la atenta mirada del Director, que no dejaba de observarla con todo descaro.

(Director Aston)-.  Anda si lleva el sexo sin vello igual que el de una niña de seis años. .- Sonia estaba muerta de vergüenza, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos azules, resultaba para ella imposible que la pudiera humillar más, a sus treinta y dos años, había sido severamente castigada por aquel hombre, el cual había sido su amigo hasta el momento de entrar en la sala de Juntas, habían incluso salido de cena en varias ocasiones y pasado la noche en su cama. Ahora se encontraba delante de un completo desconocido para ella, si le hubieran dicho que algo así, pudiera pasarle a ella, habría llamado embustero a cualquiera y habría salido en defensa de ese hombre que ahora la estaba mortificando de aquella manera tan odiosa y rastrera. -. Venga pequeña introduce un pie en la braguita.- ella miro hacia el suelo, y ahí estaba ese hombre con sus manos introducidas en sus bragas, agachado y con las manos abiertas de manera que la cinturilla de la prenda íntima, quedaba completamente extendida para que ella introdujera un pie y luego el otro, para luego con repugnancia sentir como sus manos rozaban por sus piernas y muslos, mientras le iba subiendo lentamente las bragas, hasta ajustárselas a la cintura, Sonia estaba tan tensa, que ni siquiera sintió nada cuando la tela de sus bragas rozo sus nalgas doloridas, cosa que hasta por unos segundos el dolor había desaparecido. .- no dejes caer tu falda aun pequeña, no hemos acabado aun. Ahora vas aprender que no se debe mentir y menos faltar al decoro. Bastante indignante ya ha sido que te presentaras con esas bragas de racimos de uvas, así que te mereces un reajuste de disciplina…

Sin que Sonia pudiera protestar, se encontró de nuevo sobre las rodillas del director Aston, que acto seguido empezó a propinarle fuertes azotes en el muy dolorido culo de Sonia. Apenas sintió los primeros azotes su reacción primera fue aguantar sin protestar, pero a los pocos azotes sus nalgas ya no pudieron aguantar más, y Sonia empezó a patalear y retorcerse con rabia entre los muslos del Director. Al menos pensó en un momento de leve lucidez, que por lo menos conservaba las bragas puestas, aunque poco o nada pudieran protegerla de esta nueva azotaina, al menos su sexo no se mostraría a la mirada de ese cerdo. Los azotes eran rápidos, fuertes e intensos, lo que hizo que Sonia no pudiera resistir mucho tiempo más la retención de sus lagrimas, y rompiera a llorar sin poder evitarlo. La mano del Director era dura y fuerte, además de muy pesada, los azotes resonaban por toda la sala, así como los ayes desconsolados de la pobre Sonia, estaba siendo muy dura esa azotaina, cuando aún no hacía tres horas que hubiera ya recibido una muy severa zurra con el cepillo, lo que hacía que sus nalgas estuvieran muy muy sensibles, y la azotaina de ahora estaba mortificando su trasero, Sonia cansada y agotada, se abandonó totalmente sobre las piernas de su verdugo, el cual seguía muy animado, y sus azotes no menguaban ni en la fuerza, ni la intensidad, ni en la rapidez de los azotes. Solo le quedaba dejarse llevar y llorar sin apenas aliento, ya afónica totalmente de tanto aullar y gritar de dolor, sus nalgas le abrasaban por completo, en cualquier momento echarían a arder en llamas, hasta que sintió que los azotes eran mas espaciados hasta parar. Pero sus nalgas a pesar de ello seguían ardiéndole desenfrenadamente, no podía dejar de llorar de tanto dolor en su ya maltrecho trasero. Cuando sintió que unas manos la sujetaban de sus hombros y la hacían incorporar… se sintió como transportada hasta dejarla fuera de la sala, y allá la dejo el Director a la vista de todo el que pasara por el vestíbulo.

Sonia apoyada en una pared se fue abandonando hasta caer y quedar tumbada de costado llorando, su falda quedo ligeramente levantada, por lo cual mostraba no solo sus bragas blancas con racimos de uvas azules, si no, que todo el que pasara podía ver sus nalgas intensamente rojas y ardientes, hasta que paso por allá el decano Lewiston que cogiéndola en brazos la llevo hasta su despacho y deposito con suma delicadeza sobre el sofá de su despacho para que descansara, luego ya tendría ocasión de averiguar porque había sido castigada de nuevo y abandonada de ese modo en el vestíbulo.

Pasaron varios minutos y Sonia se quedó dormida despertándose al cabo de dos horas, había sido una mañana terrible para ella, debían de ser más del medio día, por la intensidad que entraba el sol por la ventana, resultando un calor sofocador, pero lo más extraño para ella fue que ese intenso ardor lo sentía en su trasero, y al abrir los ojos se dio cuenta que no estaba en su cama, que se encontraba echada en un sofá, y que enfrente de ella había una sombra difuminada por la luz, y se dio cuenta que no había ventana alguna en aquel despacho, que el fuego que sentía era su trasero que le abrasaba, y entonces empezó a recordar todo lo que había pasado, asi como la azotaina tan severa, aunque solo fuera dada con la mano, pero no una mano cualquiera.  Intento incorporarse, pero tuvo que desistir por el intenso dolor en su culo, pero aun así casi restregándose por el sofá, y aferrándose al brazo del mismo, consiguió con esfuerzo ponerse en pie y fue entonces cuando vio aquella imagen difuminada de quien se trataba, y como se dirigía a ella en un tono hosco y rudo, aquella persona estaba claramente enfadada, era su amigo, si es que aún seguía siéndolo, ya había sido desengañada apenas hacia unas horas por otro que también le creía su amigo.

(John)-.  Ya era hora que despertara la bella durmiente. Te parecerá bonito la escena que has montado esta mañana!!! En toda mi carrera como profesor y luego como Decano, me había sentido tan avergonzado como hoy!!! Nunca!!! Me habían avergonzado como tú!!! Como te has atrevido a presentarte de esa manera tan grotesca!!! Conociendo perfectamente el uniforme escolar, así como el uniforme años después de la universidad, te atreves a presentarte con esas bragas de feria!!! Como!!! Y por si fuera poco!!! Luego respondiendo cuando se te está hablando!!! Que modales son esos!!! Sabes de sobra lo mucho que me he esforzado, así como lo que he arriesgado para salvarte tu culo!!! Y que no acabases como hubiera sido de esperar despedida!!! Y con tu carrera arruinada!!! Que te has creído? Que podías hablar como te diera la gana, sin respetar los estatus de la universidad y faltar el respeto a toda la Junta de accionistas?

En todos mis años de carrera jamás me habían llamado el orden, mucho menos recibir una amonestación en público, porque alguien que yo estoy avalando y mucho menos ninguna alumna!!! Y vas y sueltas ese discurso llamando carcas! Y no ya bastante, además les dices que son unos animales que están en la edad de piedra!!!

Me están dando ganas de ponerte sobre mis rodillas y darte una azotaina ahora mismo!!! Vete a casa y espérame a que vaya a darte tus buenas noches y más te vale que estés preparada para una larga azotaina, nada me va a importar lo dolorida que puedas estar!!! Más te vale que cuando llegue tengas puesto tu uniforme en debidas condiciones, porque no voy a ser nada tolerante contigo, estoy muy enfadado, además ahora debo subir al despacho de la presidenta seguramente me abrirán un expediente por tu conducta, ya que yo era y soy tu avalador… Sal de este despacho antes que me arrepienta de dejarte ir, sin sacudirte una buena zurra… Afuera te espera un taxi…! Fuera de mi despacho….!!!

 

CAPITULO 7

Sonia se quedó sin habla, era la primera vez que John le hablaba de ese modo, y se quedó en el despacho mirándole como si le costase trabajo comprender, lo que acababa de oír. Aun se encontraba muy adolorida para pensar con tranquilidad y reflexionar.  John seguía mirándola con cara de pocos amigos, era muy recomendable salir cuanto antes de aquel despacho, pero Sonia aún estaba en si misma da, observándolo.  Sonia permanecía encorvada hacia adelante y con su mano derecha se acariciaba con mucha suavidad el trasero, ya que no podía apenas presionar sobre él, y sobarlo con frenesí, como de verdad desearía hacer, pero el más mínimo contacto le hacía ver las estrellas del firmamento.

El Decano cansado de verla en su despacho, con ambas manos golpeo su mesa y se levantó de su sillón, abriendo un cajón y extrayendo una vieja regla de madera, camino raudo hacia Sonia.  Ella pareció despertar de golpe al verlo que se acercaba hacia ella, con la regla en la mano derecha y con pánico en sus ojos hecho a correr hacia la puerta, la abrió rápidamente y al salir su falda se acampano en el aire, dejando a la vista totalmente su bragas de algodón blancas con racimos de uvas azules, en ese justo instante un fuerte sonido impacto en sus nalgas desprotegidas por la falda, Sonia encorvo por auto reflejo su cuerpo hacia atrás, para librarse de aquel impacto, pero de nada le valió, la regla impulsada por la fuerte y certera mano de John, le acertó fuerte y sonoramente en ambas nalgas, al sentir el fuerte azote, ella se llevó ambas manos a su trasero en pleno revuelo de faldas, cubriéndose ambos cachetes por encima de sus bragas, una vez fuera, la puerta se cerró con un fuerte portazo y ella mirando de reojo hacia la puerta por si John hubiera salido, regla en mano, para seguir asestándole azotes. La falda cubrió sus manos al efecto de la gravedad hiciera que esta volviera a su posición, mientras se sobaba ahora sí, con fricción su nalgas. La regla le había hecho que sus nalgas volvieran a hervir de puro escozor y su culo se hubiera como despertado de la somnolencia, para volver a sentir dolor muy intenso, y sentir de nuevo puro fuego en él.

Sin dejar de friccionarse las nalgas por encima de sus bragas, se encamino hacia la salida por la puerta que habían entrado horas antes, la de servicio, sus bragas le estaban mordiendo con el elástico en sus nalgas, deseaba poder quitárselas cuanto antes, pues solo el roce de la tela de sus bragas, la mortificaba. Deseaba poder sacárselas cuanto antes, aprovecho que tenía sus manos sobre ellas, para librar un poco la presión del elástico, introduciendo sus dedos por el elástico, tiro hacia abajo de ambas perneras sintiendo un poco de alivio.

Pero… Sonia no vio que era observada por la señora presidenta de la Junta de accionistas, quien rauda avanzo hacia ella y le dio dos fuertes bofetadas, que hicieron que Sonia se llevara las manos a cubrirse sus mejillas, sin aviso, le agarro el lóbulo de su oreja izquierda y tiro de ella, casi arrastras la condujo hasta el antiguo banco de madera que había en el vestíbulo de despachos, sin darse cuenta de nada, se vio de nuevo sobre las rodillas , esta vez sobre las piernas de la presidenta, que en el revuelo de la falda dejo al descubierto su trasero y pudo sentir como sus bragas eran izadas de nuevo y apretadas aún más si podía ser sobre sus nalgas, al tiempo que de nuevo azotes mordían sus adoloridas nalgas. Era demasiado para ella, y la señora Parrish, la presidenta una mujer fornida y fuerte. A pesar de su edad se notaba su experiencia en el buen arte de aplicar disciplina, y vaya que la estaba aplicando. Los azotes caían pausados en una nalga, luego en la otra, para nuevamente azotar la primera pero en la parte alta, y luego la nalga gemela en la misma zona, los azotes no eran excesivamente fuertes, pero si, constantes repartiéndolos por todo el trasero, tiñendo más y más colorado el muy castigado trasero de la ex –profesora, después de darle varios azotes más, su cuerpo se contorsiono hacia su lado derecho y su mano derecha la bajo al encuentro de su pie derecho, descalzándose de la zapatilla.

Sonia al tener su cuerpo sobre el regazo, podía ver por debajo de sus piernas como la señora Parrish, agarraba la zapatilla por el talón. Era un mocasín de suela de goma flexible de suela blanquecina y el paño superior de color negro con el talón abierto, la mujer debería de llevarlos para ir más cómoda, pero a Sonia se le abrieron los ojos como platos, de niña su abuela la había sacudido de firme con una zapatilla similar, y recordó lo mucho que dolía.

La señora Parrish se incorporó de nuevo, y acomodo a su víctima bien sobre su regazo, y con su mano izquierda dio una ligera palmadita en el hombro a Sonia, en el acto supo que significaba aquel gesto y obedeció subiendo su mano derecha, al encuentro de la mano de su castigadora, que inmediatamente la coloco con suavidad sobre su espalda y sin previo aviso, los azotes comenzaron a caer sobre el indefenso trasero de la ex –profesora. Los zapatillazos caían implacables y certeros, Sonia empezó como una mocosa a agitar sus piernas, pero por otro lado intentaba no moverse demasiado, para no dañar con su forcejeo a la señora, pero pocos azotes después rompía a llorar sin poder evitarlo, y su pataleo inicial leve, empezó a convertirse en un pataleo frenético, aquella zapatilla dolía muchísimo, y pobre culo estaba muy, muy dolorido. En apenas seis horas de aquella preciosa mañana soleada, había recibido varias azotainas aunque la más dolorosa fue en la sala de Juntas por el Director Aston. El cepillo lo había usado a conciencia y la había dejado muy dolorida, luego después de estar dos horas castigada como una vulgar alumna de cara a la pared, recibía una azotaina más con la mano del director, que al tener el culo muy dolorido, aquella azotaina fue extremadamente severa y muy larga.

Y ahora se encontraba de nuevo llorando como una niña, mientras la zapatilla de la Señora Parrish la estaba calentando el trasero, como si se tratara cualquiera de sus nietas. Y vaya si la estaba calentando bien. No dejaba ni el más mínimo espacio del trasero sin azotar, y el brazo de dicha señora, cada vez se levantaba más y más alto, y más y más fuertes eran aquellos zapatillazos, Sonia pataleaba como alma que le lleva el diablo, y ya no era misericorde por ser una señora mayor y pretender no lastimarla, ahora se contorsionaba con todo su cuerpo, intentando escapar como fuese de aquella anciana, pero que la mantenía férreamente sujeta y que su mano derecha parecía no agotarse jamás, pues los azotes cada vez dolían mucho más, o eso era lo que le parecía a Sonia, al cabo de varios minutos recibiendo aquella severa azotaina, ya no pudo aguantar más y sus brazos y piernas cayeron desmadejados dejando totalmente su cuerpo a merced de la señora Parrish, las nalgas de Sonia que asomaban por las perneras de las bragas, se veían claramente oscuras y moradas. Pero la zapatilla seguía y seguía azotando su maltrecho trasero, sus piernas de tanto en tanto volvían a patalear ligeramente, cuando la zapatilla azotaba la parte baja de sus nalgas, así como la parte alta de sus muslos, nunca había recibido una azotaina tan dolorosa con la zapatilla, al fin cayo el ultimo azote.

La señora Parrish la obligo a incorporarse y a mantenerse en pie, Sonia lloraba sin consuelo posible, no podía calcular cuantos minutos había durado aquella terrible azotaina, pero si sabía que jamás la iba a olvidar. La señora dejo caer la zapatilla al suelo, y con gran destreza la calzo de nuevo en su pie derecho. Sin darle reposo alguno le agarro el lóbulo izquierdo de la oreja y a paso firme la llevaba casi arrastras, hacia la salida. Sonia iba caminando como podía, claramente encorvada hacia el lado izquierdo de donde tironeaban su oreja, dando traspiés para mantener el paso al que era conducida hasta la calle, una vez fuera en la calle la vergüenza de Sonia no podía ser mayor, habían alumnas por todo el campus que se giraban al escuchar como gritaba y lloraba una alumna, que la presidenta conducía de la oreja sin piedad alguna, en dirección a un taxi que había aparcado a pocos metros de la entrada de servicio, y que este al ver que se dirigían hacia él, conociendo a la señora se bajó raudo abrir la puerta trasera derecha, una vez abierta la señora introdujo a Sonia en el coche sin ningún miramiento, haciéndola agachar y entrando primero la pierna izquierda, acompañada de la cabeza, quedando expuesto el trasero de Sonia fuera del taxi, al cual la señora le asesto dos fuertes azotes directamente sobre las bragas, introduciendo rápidamente el trasero y acomodándolo en el asiento con un grito claro de dolor al sentir la presión de su trasero al apoyarlo sobre el asiento, Sonia se llevó sus manos a su cara cubriéndose el rostro, bajando la cabeza lo que pudo para que no la reconociesen, había sido muy humillante hacerla salir de tal manera, que todas las alumnas de la universidad la vieran en tal lamentable estado, siendo conducida como una niña traviesa, que se había portado muy mal…

Durante todo el trayecto Sonia no pudo ni levantar la cabeza, por la vergüenza que sentía, y que le resultaba imposible mirar hacia delante y que el taxista la reconociera. Al llegar a la puerta de su casa, se bajó del taxi sin despedirse con la cara roja de vergüenza. Con la mirada al suelo camino hacia la entrada, aun iba sollozando. Al alcanzar la entrada con grandes dificultades se agacho al tener al alcance el felpudo de la puerta, lo levanto y cogió la llave que estaba debajo, y muy lentamente se fue reincorporando, algo que resulto tremendamente doloroso, ahora se sobo el trasero con suavidad, le dolía horrores y sobre todo le escocia todo el culo, aun a través de la falda comprobó el intenso ardor que emanaba, abrió la puerta y entro en la casa.

Ahora ya estando a cubierto y que nadie la podía ver, se puso a llorar desconsolada y caminando muy despacio se dirigió al dormitorio, donde con suma delicadeza se dejó caer sobre la cama boca abajo, estuvo llorando durante un rato. Una vez más calmada se recordó de algo importante, las bragas la estaban mortificando, sentía como el elástico le mordía la parte baja de las nalgas, así que sin apenas moverse, se descubrió el trasero levantando la falda, e introduciendo sus dedos por el elástico de la cinturilla, se las bajo lentamente haciendo varias muecas que afeaban su bello rostro, sobre todo al roce más mínimo de la tela de su bragas, la hacía estremecer.

A los pocos minutos sonó su teléfono móvil, al mirar la pantalla reconoció la llamada entrante y le dio a aceptar, poniéndolo en altavoz.

(Sonia)-. Hola, que tal estas Elisabeth?

(Elisabeth)-. Como te encuentras, Sonia?

(Sonia)-.  Uuuufff me duele todo el culo una barbaridad, estoy en la cama echada boca abajo, no me puedo ni mover de lo mucho que me duele, y escuece algo bárbaro!!!

(Elisabeth)-. La verdad es que Laura y tú no habéis salido muy bien libradas, ya os advertí, que no se les podía plantar cara, y sobre todo a Laura, con lo chafado a la antigua que es su padre, viste como le dejo el culo?  Uuuuffff solo de recordarlo ya me duele a mí! Pero a ti no te ha ido tan mal, verdad? Era lo esperado y lo que habíamos calculado que te podía ocurrir, si lo hacíamos bien…

(Sonia)-.  Tú sí que has salido bien librada, y eso que berreabas como una bebe, y solamente te han dado una simple azotaina con la mano…

(Elisabeth)-.  … bueno puede que haya sido solo una azotaina, pero ese cabestro del Director tiene la mano más pesada y duele una barbaridad si te hubiera dado a ti, como me ha dado a mí, lo sabrías.  Pero todo ha salido como habíamos previsto y así luego recibirás otra azotaina de la mano de quien deseabas, la azotaina que te ha dado en la sala de juntas, ha sido breve pero la habrás gozado…. Has estado a punto de que te descubrieran, cuando la bruja ha dicho a John que hiciera algo con tu conducta, si llegan a ver tu cara de felicidad, no te habrían castigado como han hecho y todo lo que habíamos preparado se hubiera ido al traste… y que ibas a ser castigada con el cepillo, eso no lo habíamos previsto, pero me reconocerás que ha estado muy bien, me hubiera encantado que me dieran a mí de ese modo… mmmmmm ha sido delicioso como te meneabas cuando impactaba cada azote del cepillo…

(Sonia)-.  Tú no deberías de hablar así, Eli. Cuando vosotras habéis salido para marcharos, ese cerdo de George me ha dado otra azotaina, con la mano.  Y mucho más severa de la que te ha dado a ti, no veas como me dolía el culo!!! Con lo dolorido que lo tenía ya! Daba la impresión de que me lo iba a romper de lo fuerte que me estaba dando…

(Elisabeth)-.  Pero que has hecho para ello?, yo me lo he pasado muy bien con la azotaina que me ha dado, pero por nada del mundo tenía el culo para recibir otra más.

(Sonia)-. Creía que no me estaba mirando y como me dolía horrores el culo, no me he puesto las bragas y las he escondido bajo la blusa… y para más inri, ese cabrón me ha hecho pasar por la humillación de ponerme las bragas el mismo, luego me a recostado sobre sus piernas y no veas la que me ha dado…

(Elisabeth)-.  Jooo… y yo me la he perdido! Seguro que habría sido una gozada ver como la recibías…

(Sonia)-. Pues esa no ha sido mi única azotaina de hoy, créeme…

(Elisabeth)-.  Ah, no! Cuenta cuenta!!!

(Sonia)-.  Cuando me ha castigado George, me ha dejado en el pasillo tirada. John me ha recogido y me ha tendido en su sofá en el despacho. No veas cuando he despertado que bronca me ha echado… a sido terrible, por un momento he creído que me daba otra el, pero me ha echado a reglazos de su despacho, y cuando iba por el pasillo sobándome el culo, ha aparecido la bruja, y me ha pillado infraganti…. No veas como duele la zapatilla, vaya tunda!!!

 

CAPITULO 8

Sonia tumbada boca abajo sobre la cama hablaba con el manos libres con Elisabeth, mientras hablaba se masajeaba las caderas con ambas manos, ya que acariciarse las nalgas habría sido arto doloroso para ella, con las piernas abiertas levemente, porque sus bragas bajadas a poco más de medio muslo, no le permitía abrirlas más, su sexo depilado se mostraba insinuado, manchando la sabana con su humedad pues la conversación, la hacía recordar las azotainas recibidas durante esa mañana de lunes, y ahora su mente si le estaba proporcionando recuerdos muy exuberantes, así como corrientes eléctricas que le estremecían todo su ser.

(Sonia)-. Espera Eli!  Que me está entrando otra llamada por el fijo, debe de ser Laura…

Sonia apoyando sus manos sobre la cama, como si fuera hacer flexiones, levanto su cuerpo quedando apoyado por los pies y las manos, se fue desplazando lateralmente hacia la izquierda procurando no mover sus caderas, pues cuando lo hizo sin darse cuenta, el dolor en su trasero era tan intenso, que la hizo caer de bruces sobre la cama de nuevo boca abajo, se llevó por auto reflejo sus manos a sus nalgas, pero al tocarlas el solo mínimo contacto de las palmas de sus manos, y las yemas de sus dedos sintió una punzada terrible en ambas nalgas así como un dolor muy intenso que la hizo contrajera con una mueca de dolor su rostro, y retirar sus manos al instante. La experiencia fue dolorosa en extremo, por lo que opto por arrastrarse sobre la cama hasta el borde y bajar así sus rodillas hasta tocar el suelo, quedando su cuerpo apoyado sobre la cama, sus nalgas expuestas en el mismo borde de la cama, y sus rodillas en el suelo, un pensamiento le vino a la mente en ese momento, que la estremeció todo su ser, estaba en una posición idónea para recibir una azotaina con el cinturón. Su mente empezó a soñar despierta, el teléfono dejo de sonar, y Sonia se llevó su mano derecha bajo su cuerpo, deslizándola con suavidad hasta llegar a su sexo y con sus dedos moviéndolos lentamente en círculos, se dejó llevar por la embriaguez de placer gimiendo en alto…

(Elisabeth)-.  Sonia que son esos gemidos? No estarás…! Serás cochina!!!  Tiaaa que me tienes en línea, podrias colgar por lo menos…. Mmmmmmmm siiiiiii Mmmmmm ooooooohhhh

(Sonia)-.  Y tu… Mmmmmm Mmmmmm me llamas cochina!!!  Serás guarra!!!  Mmmmmm siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii….  Oooooohhhhh

Se dejaron ir ambas al mismo tiempo, apenas se tocaron levemente dada la excitación acumulada del día, fue algo fortuito y rápido…

El teléfono volvió a sonar de nuevo, Sonia enderezo su cuerpo quedando arrodillada y de rodillas avanzo lentamente a la mesita de noche donde estaba el teléfono sonando, a cada palmo que avanzaba sus nalgas palpitaban y sentía como miles de aguijones de avispas le pinchaban en ellas, pero su gran interés por saber cómo le había ido a Laura, hizo que aguantara apretando los dientes, hasta que alcanzo el teléfono pulsando el botón de manos libres.

(Sonia)-.  Auuuu Ayyyyy Ayyyy… Joder… como dueleeee….  Hola Laura! Que tal te fue al salir de la sala… pude oírte gritar…

(Laura)-. Buenas tardes Sonia.  Fue una pasada, esa foca de la señora Lawton me estaba esperando en la puerta, nada más salir, no me dio tiempo ni a sobarme el culo, tú!!! Que ya me había agarrado por la oreja, y me ha llevado así por todo el campus, hasta la residencia de chicas… y una vez en mi habitación…

(Elisabeth)-.  Eh!!! Chicas que yo también estoy en lineaaaa…

(Laura)-. Que tal Eli,…!  Como te ha ido a ti, ya han llegado tus padres de viaje?

(Elisabeth)-.  Que dices chica!!! Ya sabes Lau, que mis padres no llegan hasta el mes que viene de viaje, por España.

(Laura)-.  Por la forma que me ha hablado la Morsa, esa foca gorda. Daba por hecho que estarías ahora recibiendo una buena azotaina de tu padre o tu madre, que les había llamado y que tenían pensado regresar esta mañana.

(Sonia)-.  Eli… como eso sea cierto, no te vas a escapar de rositas como creías…

(Elisabeth)-.  Que va chicas!!! Yo lo sabría, hable ayer con mi madre y estaban en el aeropuerto de Barcelona, para volar a Madrid.  Sigue contándonos Lau… estabas contando que habias llegado a la habitación con la señora Lawton…

(Laura)-.  Pues eso que hemos entrado a la habitación, siempre tirándome de la oreja, se ha sentado en la cama y me ha cruzado sobre sus rodillas, me ha levantado la falda y bajado mis bragas, no os podéis ni imaginar la fuerza de la morsa esa!! Jo… vaya azotaina me ha dado, a los pocos azotes ya estaba llorando, después del castigo en esa sala… y el estado de mis nalgas, no era para menos, chicas! Luego me ha metido en la cama después de desnudarme ella misma, dejándome solamente en ropa interior.  Me ha dicho que a la hora de acostarme volverá, a darme mi castigo.  Y tu Sonia! Luego debes esperar a John, verdad?

(Sonia)-.  Jo…Laura, y tú dices ser mi amiga? Como me lo recuerdas, eso! Ya se me había olvidado… No sé qué voy hacer, tengo el culo que no me lo puedo ni tocar, después de las tres azotainas que me han dado esta mañana…

(Laura)-. Tres…? Cuando Sonia…? que yo sepa solo te han dado una nada más.

(Elisabeth)-.  Tu no estabas Lau, y yo tampoco. Pero después de salir de la sala el Director le ha dado otra zurra… nuestra amiga pretendía salir de la sala ocultando las bragas bajo la blusa, para no ponérselas. No conoce a ese cerdo de Aston, siempre está atento a todo y no se le escapa una…

(Laura)-.  Es cierto eso Sonia? Que morro tienes! Y que tal te ha ido, la habrás disfrutado bien, verdad?

(Sonia)-. No sé qué decirte Laura. No me la esperaba y menos aún que me pillara, que no me había puesto las bragas, estaba de espaldas a él, Aston estaba enfrascado en leer el periódico, no esperaba que me estuviera observando… en esos momentos me dolía el trasero demasiado como para ponerme a pensar que me sacudieran de nuevo, y ponerme esas bragas me habría mortificado. Pero ha sido terrible, Laura. Y para rematar solo ha servido para que John se haya enfadado más conmigo, me ha echado de su despacho y luego al salir la señora Parrish me ha sorprendido en el pasillo, aliviando la presión de mis bragas. Y no veas como se ha puesto, me ha dado la zurra más severa de mi vida con su zapatilla. Quien podría imaginar que tuviera tanta fuerza a su edad…

(Elisabeth)-.  Chicas…! Os dejo un momento, alguien ha abierto la puerta de la calle, debe de ser Margaret la señora de la limpieza que viene a limpiar la casa, aunque es raro, viene los miércoles y hoy es lunes.  Ahora vuelvo…

(Sonia)-.  Vale.  Como te iba diciendo Laura. Luego la señora Parrish me ha dejado incorporar con mi trasero súper hinchado y dolorido, llorando como estaba me ha agarrado de la oreja y me ha llevado a la puerta donde aguardaba un taxi, para traerme a casa. Ha sido los peores momentos de mi vida, no puedes ni imaginarte la vergüenza que he tenido que pasar, yo, una profesora de treinta y dos años, sacada de la oreja delante de todas las alumnas y metida en el taxi con azotes incluidos al entrar, ha sido muy humillante…

(Laura)-.  Que guayyyy…! Daría lo que fuera por que la señora Parrish me diera una azotaina así… siempre he tenido esa fantasía, es toda una señora que impone que no veas! Y tú vas y consigues lo que muy pocas han logrado en el campus.

(Elisabeth)-.  Eyyy chicas!!!  Debo colgar son mis padres los que acaban de llegar, no veáis que enfadados que están! Ahora si estoy metida en un buen lio… apenas me han visto mi madre me ha regañado y mandado a mi habitación y que les espere aquí, que ahora van a subir los dos hablar conmigo. No pueden tardar ya!

(Laura)-.  Te lo advertí que la señora Lawton lo había mencionado, pero no nos vas a privar de escuchar lo que te espera, verdad? No nos hagas eso… pon el teléfono sin colgar bajo la cama, nosotras no haremos ruido te lo prometemos…

(Sonia)-. Eli… Laura tiene razón, no nos vas a dejar que escuchemos al menos…? Estaremos calladas!

(Elisabeth)-. Me da mal rollo que escuchen mientras me castigan, porque seguro que es lo que van hacer. Y deben de estar furiosos si han suspendido su viaje por mí. Poco le va a importar que tenga ya diecinueve años y ya no sea una niña, para que me estén dando azotes… Bueno… os dejare escuchar pero guardar silencio. Si se enteran de esto me veo castigada todo lo que queda de curso… Pondré el teléfono bajo la cama..- Elisabeth se agacho con leves molestias en sus nalgas, y poniéndose de rodillas a cuatro patas metió el móvil bajo la cama donde no se pudiera ver-. Ya está chicas, estén calladas…

Elisabeth empezó a caminar nerviosa por su habitación, en breve sus padres iban aparecer por aquella puerta, y debía darles una explicación. No se le ocurria excusa plausible que pudieran creer, por lo que decidio que era mejor dejar las cosas como estaban y aceptar lo que sus padres decidieran… se sento en la cama y espero.

Sus padres aparecieron por la puerta…

(Padre)-. Tienes algo que decirnos para explicar tu comportamiento? -. Su padre mientras hablaba se desabrocho el cinturón, haciéndolo deslizar por las presillas de su pantalón, doblándolo a la mitad, empuñando la hebilla y extremo del mismo, dando una vuelta sobre su mano, asiéndolo fuertemente-. Estamos esperando una respuesta…

(Madre)-. Has oído a tu padre. .- su madre se acercó y le cruzo la cara de una bofetada. Luego la asió del brazo la hizo levantar poniéndose en pie, la madre se sentó en la cama e hizo que su hija apoyara las manos sobre la cama y su cabeza sobre el regazo de su madre, que al mismo instante la sujeto fuertemente por los antebrazos.- cuando quieras, ya está preparada.

El padre se colocó al lado derecho de su esposa, de manera que su hija Elisabeth, quedaba inclinada con las piernas rectas, con el trasero bien expuesto. Levanto el cinturón e iba asestarle el primer azote con el cinturón, pero su esposa lo detuvo.

(Madre)-.  Cariño, así no. Levántale la falda y bájale las bragas.

(Padre)-.  Ya no es ninguna niña, no me parece idóneo castigarla como cuando era una niña, es una mujer…

(Madre)-.  Y piensas que su comportamiento ha sido el de una mujer? O el comportamiento de una niña? Soy su madre y no me parece el comportamiento de una hija que está estudiando en la universidad, si no, más bien el comportamiento de una chiquilla que necesita disciplina…

El padre se acercó a su hija, agarrando el dobladillo de su falda se la levanto depositándola sobre su espalda, luego introdujo sus dedos por el elástico de sus bragas y se las bajo de un tirón quedando sobre sus rodillas. El primer azote no tardo en caer sobre su ya rojo trasero, los padres ya estaban informados de la azotaina que había recibido su hija esa mañana, por eso no hicieron comentario alguno del porque tenía su hija, sus nalgas coloradas como tomates maduros, y al haber pasado unas horas, que comenzara a tener zonas más oscuras, propias del amoratamiento de la piel. Su padre levantaba el cinturón por encima de su cabeza, para asestar otro certero azote sobre las nalgas de su hija.

Elisabeth movía sus nalgas a círculos cada vez que el cinturón impactaba con aquel sonido característico, flexionaba las rodillas al mismo tiempo, y se volvía a quedar en la posición esperando al siguiente, que no tardaba en sentirlo cruzar sus nalgas. Apenas dejaba escapar algunos gemidos claros de dolor, a cada impacto del cinturón, recibió unos quince azotes y su padre se detuvo e iba a ponerse el cinturón.

(Madre)-.  Ya está? Eso es todo castigo que le vas a dar a la niña, no me extraña que tu hija no sea más aplicada, siempre has sido un blando con ella….- la madre furiosa, tumbo a su hija sobre sus rodillas y sin saber de donde apareció un cepillo de madera de baño, en su mano derecha.- está visto que siempre he de ser yo quien le enseñe a esta sinvergüenza como debe comportarse.

Los azotes no se hicieron de esperar, eran fuertes y rápidos, estaba claro que la madre no estaba dispuesta a dejarla sin un buen castigo. Elisabeth ahora si empezó a sentir aquellos azotes, ahora si dolían de verdad. No tardo en retorcerse sobre el regazo de su madre, y poco mas en liberar sus piernas y patalearan en el aire, intentaba liberarse de la posición que su madre la sostenía, e incluso se cubrió el culo con su mano derecha, pero enseguida su madre le asesto un azote fuerte sobre la palma de la mano, haciéndosela retirar de inmediato. Momento que aprovecho la madre para doblársela sobre su espalda y sujetársela. No tardaron en brotar las primeras lágrimas, y pocos minutos después ya lloraba como una mocosa, pero los azotes continuaron cayendo impasibles, sus nalgas estaban al rojo intenso, y así debería de ser el ardor que Elisabeth debía de sentir en ellas. Un ardor intenso, tanto que sus piernas se agitaban alocadas en todas direcciones, pero estas se encontraban bloqueadas por sus braguitas que le trababa las piernas… al final su madre se detuvo, y la dejo incorporar. Pero le agarro el lóbulo de la oreja y la llevo hasta el rincón en el cual la obligo a arrodillarse y con los brazos en cruz con las palmas de las manos hacia arriba. La madre fue a una estantería y triando unos libros, cogió dos tomos de la Espasa, y le puso uno en cada mano, quedando Elisabeth cara a la pared.

 

CAPITULO 9

Sonia y Laura colgaron el teléfono después de escuchar como su amiga Elisabeth, era castigada por su madre. Nadie nombro que usaba el cepillo para la azotaina, pero lo rápido del ruido de los azotes, así como su sonido, como lo rápido que Elisabeth rompió a llorar, enseguida lo pensaron ambas; es el cepillo de madera. Sonia y Laura pensaron que sería muy excitante escuchar como su amiga era castigada, e imaginar cómo iba meneando su trasero, o lo rojo que le lo pondrían, pero no fue así y Sonia colgó la llamada del teléfono de Elisabeth, para luego despedirse de Laura, lamentando la mala idea que había sido. Pues las dos estaban muy apenadas al escuchar a su amiga ser castigada, no resulto ser lo que esperaban.

Permaneciendo en su habitación, Sonia se desnudó no sin serios problemas, cada vez que debía encorvar su cuerpo para dejar las prendas sobre la cama, ya que en pocas horas se la tendría que volver a poner, por lo tanto hasta que no tuviera otro uniforme universitario, debería utilizar este mismo.  Se metió en la ducha una vez que el agua alcanzo la temperatura idónea, y se dejó que el agua cayera sobre su cuerpo, agarro el bote del gel de baño, y dejando caer unas gotas sobre una esponja, se enjabono todo su cuerpo, cuando le llegó el turno a sus nalgas, paso la esponja con mucha delicadeza, su rostro era como un concierto de muecas de dolor, a cual más expresiva. Al momento abriendo de nuevo la ducha se aclaró toda la espuma de su cuerpo, una vez acabado. Descolgó el teléfono de la ducha y apuntando al suelo, quito el agua caliente, para dejar nada más la fría. Una vez que salía fría, enfoco el agua a sus doloridas nalgas, pensó que le aliviaría el agua fría, y así fue, pero también los chorrillos de agua que al ser fría, salía con más presión, sobre sus nalgas eran como agujas clavándosele en ellas, lo que pensó que sería un alivio enfriar el intenso fuego de sus nalgas, se convirtió en todo un martirio. Pero a pesar del dolor que le producía el agua, al tiempo sentía que sus nalgas ya no le quemaban tanto, al poco rato aquellos pinchacitos se convirtieron en todo un placer, lo que la llevo a acariciarse inconscientemente la entre pierna, y breves minutos después sintió su sexo como un volcán de puro fuego, explotar en un intenso orgasmo.

Salió de la ducha una vez que se había secado con la toalla, desnuda. Pues vivía sola en la casa enfrente de la universidad Lewiston y las viviendas adosadas pertenecían a la universidad, pero eran los pabellones destinados a los chicos, por lo tanto, los pabellones de las chicas quedaban bastante retirados para ir andando en el estado que se encontraba, hubiera sido un verdadero infierno. Ya en su habitación de nuevo se acercó al armario y saco una blusa blanca, se la puso abotonándola despacio, solo con la blusa se la veía muy sugerente, con el contraste del color rojo intenso de sus nalgas. En esos momentos le vino a la mente la manera que se había dejado convencer por dos chicas, para llevar a cabo la locura de ser disciplinada como a una vulgar alumna.

Lo cierto es que de siempre le habían atraído los azotes, desde jovencita con apenas trece años ya había fantaseado muchas veces con ser castigada con una buena azotaina, e incluso las había llegado a provocar para ser castigada, en aquellos años no resultaba nada difícil ganarse una azotaina, sobre todo el ser una chica hacia que tanto en la escuela como en casa, no le resultase difícil que se fuera a dormir con el trasero en llamas. Cualquier motivo por tonto que fuese. Una chica no se podía comportar según de que maneras, y ya no digamos si traía algún suspenso, o una nota del profesor para que sus papas fueran hablar con él. Así como una queja de un vecino, eso ya era sinónimo de una azotaina ejemplar. En esos años el honor y el orgullo de un padre era algo con lo que no se podía jugar, y que le llamasen los vecinos la atención por un mal comportamiento de la niña, eso era algo impensable. Así como estar en el parque con las amigas y que se sentara con las rodillas separadas enseñando la ropa interior, hasta hacia poco tiempo, siendo una chica de doce años, era síntoma de inocencia de las niñas enseñar la blancura de su ropa interior, y se tomaba como algo gracioso y que no tenía malicia alguna, teniendo simplemente trece años, era síndrome era de vulgaridad y obscenidad. Si algún vecino o amistad de la familia pasaba en esos momentos, la chica ya se podía preparar al llegar a casa, porque su mama ya estaba en la puerta esperándola, zapatilla en mano. Ni tan siquiera se podía estar sentada con sus amigas, sin que sus nalgas corrieran serio peligro al llegar a casa más tarde, y que no fuera más tarde de la hora fijada, porque un solo minuto ya era sinónimo de azotaina de la madre y cinturoniza del padre cuando llegara del trabajo. Así eran de difíciles aquellos años para algunas chicas, otras tenían la fortuna de que sus padres fueran más liberales, pero aun siendo liberales, los castigos en sus traseros era frecuentes.

(Por algo se le dio en nombre de spanking a este juego entre adultos, mientras años atrás, en los países vecinos, era conocido como “el vicio ingles”.)

Sonia se sonreía recordando la primera vez que hablo por un chat con una chica sobre el tema, mintiendo sobre su edad y su estado ocasional, decía que era alumna de un colegio, en cual solían castigarla con frecuencia. Esa chica era Laura, y pocos días después se incorporaba una nueva chica Elisabeth, todas ellas usaban un Nick falso para chatear y no ser reconocidas, por lo cual charlaban con plena libertad de expresión. Su sorpresa fue mayúscula el dia que se citaron para conocerse realmente, pues con el tiempo habían hecho muy buena amistad, y no se tenían ningún secreto entre ellas, hablaban de todo con naturalidad.  Sonia recordando aquella escena se reía abiertamente….

(Laura)-.  Eyyy chicas mejor quedamos en otro lugar, yo ya he llegado y hay una compañera de clase, además de una de mis profesoras…. Qué hacemos?

(Elisabeth)-.  Como dices!  Solo estamos tres personas en el bar…

Sonia con el rostro completamente colorado se levantó y fue hacia ellas…

(Sonia)-. Tú debes de ser… Niña dulce, no? Y tu Carita de ángel, yo… soy… Chica traviesa…

Las tres se sentaron juntas echándose a reír abiertamente, se miraban, y continuaban riendo.

Con el tiempo se hicieron buenas amigas, pero siempre quedaban al otro extremo de la ciudad, para que nadie las relacionara o pudieran enterarse que eran amigas. En la universidad cuando estaban en clase simulaban no conocerse, pero cuando nadie las miraba se lanzaban miraditas sonrientes y picaras.

Laura y Elisabeth le contaban a Sonia cuando sus padres las castigaban, con todo tipo de detalles y Sonia siempre les decía,…” que envidia me dais, lo que yo daría por estar en vuestro lugar”. Así fue como Laura e Elisabeth empezaron a idear un plan, para que Sonia cumpliera sus fantasías de ser castigada de nuevo. Pero era un plan algo arriesgado y muy peligroso si no salía bien, sobre todo para Sonia… le podría costar su carrera, su trabajo y no poder mirar a la cara a sus amigos, en la vida. Por eso habían ideado que Laura debía hacer travesuras a todos los vehículos posibles, y Sonia cuando todo estuviera en marcha, debía exigir mirar los videos de las cámaras de seguridad, de esa forma pondría a la Junta en una posición incómoda para ellos, y siempre sería una buena baza para lograr su empeño. En cambio Elisabeth se negó hacer lo mismo que Laura, pues conocía a su madre y sabía que podría ser muy severa con ella, en cambio Laura asumió que su padre le daría la paliza de su vida, y dijo; “ si sale bien nuestro plan, eso bien vale una severa paliza de mi padre”.

Y asi fue como habían organizado su plan, Sonia estaba tan ensimismada en esos recuerdos que no pensó cuando su cuerpo hizo por sentarse en el sofá, y se dejase caer como hacia siempre, sin tener en cuenta como tenía su trasero recién castigado, colorado y dolorido.

Aaaaayyyyyy Uuuuyyyyy Aaaaaayyyy Mierda! Mierda! Mierda!… Joderrrrr!!!…. Como dueleeeee!!!

Rápidamente se colocó de costado y luego poco a poco, boca abajo sobre el sofá, y sobándose el costado de sus caderas, pues sus nalgas era imposible el acariciarlas o pasar sus manos por ellas… cuando hubo remitido un poco el intenso dolor que le había provocado sentarse sin recordar su estado, se fue quedando dormida…

… unas horas de sueño después, la despertó una llamada de teléfono. Era Elisabeth, que ya le habían levantado el castigo…

(Elisabeth)-.  Buenas noches Sonia, que tal esos nervios…?

(Sonia)-. Nervios… porque iba a tener nervios, Eli? Que tal te fue con tu madre, fue muy estricta?  Perdona es que me he quedado dormida en el sofá…

(Elisabeth)-.  No me digas que aún no estas preparada? John no tardará mucho en llegar o … se te ha olvidado que debe castigarte antes de irte a dormir…? Son las 20,30 no puede tardar mucho en llegar, conociéndole sabes que es muy puntual…

(Sonia)-.  Uuuupsss, lo había olvidado…. Te dejo Eli, tengo que vestirme…. Ostras!!! Ya está aquí!!! Acaba de sonar el timbre de la puerta… adiós…

Sonia se levantó del sofá y corrió a su habitación a vestirse, a pesar de las punzadas de su trasero, llego a su cuarto. Se dirigió a la cómoda y extrajo las primeras bragas que encontró, unas blancas con flores de margaritas y se las puso rápidamente, aunque al subírselas ajustándoselas a su cintura, debió hacerlo muy despacio. Se contempló en el espejo observándose que las tuviera bien colocadas pasando los dedos por las perneras estirando el elástico desde la base de sus muslos, hasta su cadera y ajustándoselas en sus nalgas bien tensas. Luego unos calcetines blancos que se los puso de pie, apoyándose en la cómoda para no caerse, y se los ajusto a la altura de sus rodillas. Volvió a observarse en el espejo que estuvieran ambos a la misma altura, y luego se acercó a la cama donde había dejado su falda de alumna tableada, y se la puso. Cogió de la cama el corbatín y volvió frente al espejo a ponérselo.  El timbre de la puerta seguía sonando, ahora de manera insistente. Sonia se contempló en el espejo, repaso su falda y su blusa que estuvieran bien, se levantó la falda y reviso sus braguitas que estuvieran bien, dejo caer la falda alisándola en su trasero…. UUUfff Jo! Como duele… una última mirada al espejo y salió de su habitación.

Sonia estaba muy nerviosa, sentía como en su estómago la estuvieran dando pequeños mordiscos en su interior, lo sentía vacío, la angustia ahora era constante unido al terror que se le sumo a su estado de nervios, y lo peor… en la puerta estaba su verdugo, que ya no paraba de llamar al timbre, solo de pensar lo enfadado que debía de estar, le hacía que sus piernas temblaran así como sus manos sudorosas, estaba junto a la puerta, debía abrirla o seria mucho peor para sus nalgas. Pero Sonia se había quedado inmóvil, petrificada, su miedo a lo que se le estaba viniendo encima era superior a sus fuerzas, pero si no abría la puerta seria mucho peor para ella.

La puerta se abrió sola, Sonia no daba crédito a que la puerta se hubiera abierto sin haberlo hecho ella, en el rellano del portal estaba John muy enfadado, y a su lado el conserje de la universidad con un manojo de un montón de llaves en la mano. Escucho Sonia hablar…

(Conserje)-.  Ya la tiene abierta señor Lewiston…

(John)-. Gracias puede retirarse, y recuerde que mañana sin falta quiero una copia de la llave maestra en mi despacho, adiós y gracias de nuevo…

Sonia seguía sin dar crédito a sus ojos, como se habían atrevido abrir la puerta de su hogar, sin tener su consentimiento, aunque fuera una vivienda de la universidad, ella tenía sus derechos y los habían violado, estaba muy enfadada. Pero también muy preocupada, ahora estaba con muchas sensaciones que circulaban rápidamente por su cabeza, no sabía claramente que debía de hacer, si mostrarse enfadada o como debía interpretar aquella intrusión a su intimidad… Pero una cosa lo tenía claro, mostrar su enfado en esos momentos no era lo más adecuado, el hombre que estaba ante el umbral de su puerta, no estaba ahí para nada, había ido para cumplir la sentencia a su castigo, dado por la Junta de accionistas y dueños de su casa en la cual ella vivía, no…no estaría bien el mostrarse enfurecida en esos momentos, y menos aún, no le convenía hacer enfadar más a John, eso ultimo podría resultar muy incómodo en unos minutos para sus nalgas, que ahora se sobaba con vigor, a pesar del dolor que sentía en su trasero al sobarse así, pero era como un auto reflejo el hacerlo, no podía pensar en nada en esos momentos, sus manos actuaban por si mismas que seguían frotándose ahora más suavemente el trasero de su falda, mientras Sonia seguía como petrificada de terror, ante la persona que tenía delante de ella, la cual ya había entrado y cerrado la puerta. Y ahora estaba delante de ella observándola, sin decir nada.

Segundos después Sonia parecía que había vuelto al mundo de los vivos, y bajando su rostro lleno de vergüenza, solo pudo decir balbuceando unas palabras en un susurro…

(Sonia)-.  Lo siento… me quede dormida en el sofá y no estaba vestida…

 

CAPITULO 10

No sabía a donde mirar. Delante de ella se encontraba John Lewiston, con el rostro claro de estar muy enfadado, furioso, y observándola de pies a cabeza como si estuviera inspeccionando su vestimenta, y lo peor de todo, en completo silencio. Sentía como si el estómago se le fuera a caer al suelo en cualquier momento, notaba un peso enorme en él, sus nervios la estaban desbordando, sentía verdadero terror en esos momentos, una angustia terrible acompañada de escalofríos por todo su ser. A muy su pesar, tenía aun su trasero ardiendo, con un dolor terrible y que no la permitía apenas caminar erguida. Tenía sus mejillas que las sentía arder de lo ruborizada que estaba, era muy humillante que vinieran a su propia casa a aplicarle un correctivo, solamente de pensar que en breve volvería a estar sobre sus rodillas de nuevo y que ahora no habría nadie para detenerlo si se excedía en el castigo, le hacía recordar cuando era más joven, y aquella profesora de gimnasia la perseguía por el patio del instituto, cuando un joven profesor la había obstaculizado en su huida, cayendo al suelo. Al levantarse para echar a correr de nuevo, cuando un brazo la sujeto firme reteniéndola, lo que hizo que la profesora de gimnasia la alcanzara, y comenzara a darle azotes en el trasero de un muy ajustado short azul marino, con el cual sentía aquellos azotes como si la azotaran sobre el culo desnudo, pero no los sentía. Estaba ensimismada observando aquel vello rostro del joven profesor, mientras el en esos instantes la sujetaba de sus dos manos, para que quedara bien expuesta a la vara que azotaba sus nalgas, pero Sonia solo admiraba a aquel rostro con una sonrisa en sus labios, hasta que la vara después de varios azotes la hiciera volver a la realidad, y se centrase en menear su trasero, así como saltar sobre sus pies a cada azote que recibía, y a tirar de aquellos fuertes brazos que la mantenían sujeta, tratando como fuera de escapar de aquella tunda que estaba recibiendo, y que ya comenzaban a arderle más de lo que ella deseara y sus lágrimas no tardaran en brotar…

Desde entonces estaba enamorada de ese profesor, pero el, jamás le había prestado atención alguna o lo sorprendiera mirándole el culo como hacían todos los demás profesores. Nada hacía que aquel profesor hiciera que se fijara en ella, pero ella había ideado aquel retorcido plan con sus nuevas amigas Laura e Elisabeth, para así caer sobre sus rodillas y recibir una azotaina a manos de su amado profesor, y hacer que se fijara en ella aunque para ello tuviera que sufrir, el severo castigo de esa jornada. Puede que así se fijara en ella…

(John)-. Lamento enormemente la manera en que me he presentado en tu casa, en otras circunstancias no estaría de menos avisar a la policía, y que me llevaran arrestado por forzar tu cerradura, aunque no haya sido así, pues en la universidad tenemos las llaves maestras de todas las viviendas. Si cuando he llamado al timbre hubieras abierto, nada de esto hubiera sucedido. Pero el conserje me acompañaba por si esto sucedía, no sería la primera vez que una alumna protegida en su vivienda, se negara a abrir la puerta. Un hecho nada aconsejable, dices que te habías quedado dormida en el sofá, estando desnuda. Veo que debe ser cierto, pues estas impecablemente vestida, de haber estado sentada o tumbada, el uniforme estaría arrugado, además de impresentable. Por lo tanto por esta vez voy a creerte y aceptar tu palabra, pero que esto no vuelva a repetirse de nuevo o lo lamentaras de verdad. Dicho esto, deseo aclararte para tu conocimiento, que después de clasificar todos los videos de las cámaras de seguridad y visualizarlos repetidamente, hay en ellos ciertos detalles que ya te iré informando cuando llegue su momento, durante esta semana vas a recibir mi visita cada día al levantarte y al acostarte, por lo tanto te rogaría por tu bien que no tardes tanto en abrirme la puerta, es más, deberías estar esperándome en la puerta, en vez de llamar yo. Pero por el momento lo dejaremos correr, como bien he dicho anteriormente durante esta semana.  Aclarado ese tema, vamos a lo que nos preocupa a ambos de verdad, el cual no es otro que tu castigo.  Tu comportamiento de hoy ha sido vergonzoso!, me has dejado en mal lugar y eso va a tener sus consecuencias puedes estar segura e ello, nunca me habían hecho sentirme traicionado como hoy, habíamos hablado sobre tu cita de hoy y como debías comportarte. No tengo ni idea que se te ha pasado por tu cabecita, para comportarte como lo has hecho hoy! Lo que debía de ser un simple trámite, tu misma lo has convertido en una pesadilla, algo que vas a lamentar de verdad!!

… Entiendo que tienes el trasero muy adolorido, algo que no debía de haber ocurrido. Pues todo estaba apalabrado por mí mismo con la señora Parrish, para que únicamente fuera una azotaina simbólica con el cepillo, cierto que te habrían dado duro para hacer creíble a todos que era un castigo, y para ello debías llorar, Aston tenia esas instrucciones que fuera duro contigo, pero que al hacerte llorar se detuviera minutos después. Pues todos conocen a Aston, tiene una reputación como pocos a la hora de aplicar castigos a las alumnas, todos saben que no hay chica que no termine llorando cuando aplica un correctivo, sea con el instrumento que utilice para ello, todas terminan igual.

Pero tu tenías que hacer tu numerito verdad?  Tenías que poner en tu contra a toda la junta de accionistas, en que estabas pensando? Cualquiera que te hubiera visto, habría pensado que estabas provocando deliberadamente a toda la junta y que deseabas ese castigo. Tenías que insultarles encima? No te bastaba con ser grosera? Tenías que sobarte el culo delante de todo el mundo, mostrándoles esas ridículas bragas infantiles? Y la manera que te has dirigido a toda la junta, cuando te han dado la palabra para justificarte. No podías haberte limitado a agradecer que no te hubieran despedido, y darte la oportunidad de reparar los males causados aceptando de buen grado tu castigo? Agradeciendo permitirte acabar tu master en química sin tacha alguna en tu expediente laboral!!! Tenías que poner a todos en tu contra? En qué diablos estabas pensando? Es que deseabas avergonzarme delante de todos para vengarte de mí? He hecho mucho más de lo que debía y me lo pagas de esta forma? La señora Parrish me ha llamado la atención en su despacho, en toda mi carrera, jamás había pasado tanta vergüenza, ha sido la primera vez que he tenido que ir a su despacho, para que me hablen de mi honor como hombre, y que donde se supone que esta esa palabra mía, palabra que yo he puesto en riesgo por apoyarte e ayudarte a ti, desvergonzada!!!

Sonia se había puesto a llorar ante semejante regañina, estaba acongojada, además de sentirse angustiada ya no solo por el ser castigada en breve, se sentía muy mal. Su deseo de sentir una azotaina sobre sus nalgas como cuando era niña, había ido demasiado lejos. Ahora se percataba de la gravedad de los hechos, sabía que ese hombre jamás iba a ser suyo como deseaba, lo había humillado ante todos, pero sobre todo le había hecho faltar a su palabra. En un inglés, su honor y su palabra estaban por encima de todo. Y ella lo había pisoteado con su comportamiento. En esos momentos Sonia hubiera deseado que se la tragara la tierra, ella como mujer se percataba lo lejos que había llegado. John jamás la perdonaría, y su amistad ya no volvería a ser la misma. Sonia con la mirada fija en el suelo, ahora se encontraba tremendamente mal y deseaba que la castigase cuanto antes, para al menos dejar de sentirse tan avergonzada consigo misma. Quizás castigándola John se sentiría mejor, aunque ello no fuera a hacerle sentirse mejor, un hombre si tacha alguna durante toda su carrera, y ahora por una amistad con una amiga, había dejado su palabra en entredicho… Y esa amiga era ella.

Mientras Sonia se lamentaba por su mal comportamiento. John había dado unos pasos hasta el rincón donde había una silla con respaldo alto, y sujetándola la coloco al lado de Sonia, sentándose en la silla, y sin más palabras, agarro a Sonia de una de sus manos y la tiro prácticamente sobre sus rodillas, aunque realmente fue Sonia la que se tumbó apenas sintió el contacto de su mano y le miro, contemplando su cara de enfado prefiriendo no resistirse, hiciera lo que John hiciera por castigarla, ella aceptaba su castigo avergonzada por el mal que había causado a una de sus mejores amistades. Sintió como su falda era alzada, y como el aire frio acariciaba sus nalgas, revestidas por unas bragas blancas de algodón, con florecillas de margaritas. Los primeros azotes no tardaron en llegar y empezar a picar en sus nalgas.

Sonia se mantenía inmóvil en su posición, sus piernas flexionadas colgaban a la derecha de John, y por la izquierda, su cuerpo posado sobre los muslos de John, mientras su cabeza y brazos colgaban por ese mismo lado tocando el suelo, mientras sus manos se agarraban a las patas laterales de la silla. Sonia no paraba de sollozar moqueando por la nariz, mientras los azotes caían y volvían a caer sobre sus desprotegidas nalgas. Aunque Sonia sentía como sus nalgas ardían como nunca, pues los azotes de John eran duros de verdad, azotes secos y seguidos, que caían uno tras otro en el trasero de Sonia. Ahora ya lloraba a todo llorar, pero seguía aceptando su castigo, sabía que se lo tenía bien merecido y aunque aquel intenso dolor lo sentía como si tuviera un fuego a llama viva sobre su trasero, siguió aceptando su castigo. No pataleaba, no meneaba sus caderas, no movía su cuerpo, no intentaba protegerse sus ardientes nalgas con sus manos, era tal su vergüenza por haber fallado a su buen amigo. Que no deseaba poner dificultades a su azotador, estaba siendo castigada como se merecía.

John admiraba a Sonia, la veía que estaba muy arrepentida y eso en otro momento le hubiera enternecido parando el sufrimiento a aquellas preciosas nalgas. Pero la gravedad de lo acontecido ese día, era para que Sonia sintiera su enfado y hiciera meditar su mala cabeza una vez más. John paro de azotarle el trasero, y su mano acaricio unos segundos a aquellas redondeces tan esplendidas y tan calientes, que le hacían quemar su mano. Pero estaba resignado a darle su merecido castigo, así que agarro el elástico de la cinturilla de las bragas de Sonia, y se las fue bajando lentamente hasta la altura de las rodillas. No sin observar antes el fondillo de las bragas de Sonia, una mancha amarillenta ensombrecía esa zona, John no pudo evitar el posar sus dedos sobre la prenda, comprobando que no era orina, era otro fluido lo que humedecía a las braguitas de Sonia. Era claramente un líquido abundante que había mojado considerablemente la prenda íntima de ella, al palpar con sus dedos comprobó que era un fluido viscoso, blanquecino e amarillento. Eso indigno a John, ya que si era cierto que se hallaba desnuda cuando toco el timbre, y se acababa de vestir. Eso delataba a Sonia, estaba claro que estaba disfrutando con la azotaina, y había ensuciado las bragas de esa manera tan abundante en apenas unos minutos que hacía que se las había puesto limpias. La idea que rondaba por su mente empezaba a tener forma, sin darse cuenta posiblemente la había delatado esas humedeces. Como por arte de magia, apareció en su mano derecha el feo cepillo de madera de fresno, con el cual Sonia ya había sido castigada con el aquella mañana. Levanto su brazo todo que pudo, y empuñando fuertemente el cepillo, lo dejo caer, pero aplicando mas velocidad e incrementando la fuerza en el descenso hacia la nalga derecha de Sonia, al caer sobre ella se pudo escuchar un fuerte sonido seco y opaco, casi silencioso, si no fuera por el grito fuerte de Sonia, al sentir en sus ardientes nalgas aquel contacto el cual la había hecho estremecer de dolor, y la fuerte quemazón intensa que provoco en su nalga, algo que en breves segundos se repitió en la nalga izquierda, con un impacto del misma intensidad. Los azotazos del cepillo se fueron incrementando a más fuerza y más rapidez al golpear en aquellas traviesas nalgas que se agitaban como desposeídas a cada nuevo impacto del cepillo, las piernas de Sonia ya se balanceaban alocadas en cualquier dirección posible, sus manos no tardaron en intentar cubrirse sus nalgas, aquello era el mismísimo infierno, le ardían de tal manera que no se podía mantener quieta una décima de segundo, todo su ser, se agitaba de manera incontrolada. Sus piernas luchaban por librarse de la traba que las aferraban a no poder separarse, más de unos centímetros, esa traba era sus propias braguitas, que la impedían abrir y cerrar sus piernas, en busca de alivio por pequeño que este fuera, así fue como dicha prenda fue descendiendo bruscamente por sus pantorrillas, hasta llegar a sus tobillos, y llegado a ese punto salieron disparadas hacia el techo, para luego posarse como una grácil mariposa en el suelo. Ya liberadas sus piernas, ahora se agitaban independientemente en cualquier dirección, abriéndolas o cerrándolas, dejando a la vista de John el sexo rasurado de Sonia, del cual seguían emanando fluidos, los cuales ya mojaban los muslos. A pesar de la severidad del castigo, Sonia se estaba corriendo una y otra vez con el mismo, lo que hacía indignar más a John…  lo cual hizo que detuviera el castigo, e obligara a Sonia a ponerse de pie… asiéndola por el lóbulo de la oreja la condujo hasta el rincón, obligándola a colocarse de rodillas con los brazos en cruz, con las palmas hacia arriba… y prohibiéndole tocarse el culo… el cual se veía todo un color morado con los bordes azulados…

John se encamino hacia la cocina volviendo un par de minutos después con algo en la mano, era un paquete de hortalizas secas, concretamente garbanzos, enfadado como estaba lo abrió y lo vacío en el suelo, justo donde estaban apoyadas las rodillas de Sonia, y la obligo a posarse de rodillas sobre ellos, luego se desplazó por el salón hasta una estantería, escogiendo dos libros muy pesados y recios, colocándole un tomo en la palma de cada mano, y así permaneció Sonia durante varios minutos, hasta que ya no pudo soportar más, el cansancio de sus brazos unido al dolor de sus rodillas, y así mismo el intenso ardor de sus nalgas. Entonces John permitió que se levantara y asiéndola de nuevo por el lóbulo de la oreja, la condujo al dormitorio, casi arrastras… la desprendió de la falda, así como de la blusa, colocándola de nuevo sobre sus rodillas ahora el sentado sobre la cama, y ella desnuda propinándola una nueva azotaina bien dura y severa con su mano derecha, a lo que Sonia rompió de nuevo a llorar… minutos después Sonia permanecía echada sobre las rodillas de John, mientras este le aplicaba una crema refrescante sobre sus ardientes nalgas, que la hacían ronronear como una gatita en celo… poco después la dejaba llorando aun boca abajo metida en la cama…

 

 

Juanspanker

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