Nuevos relatos publicados: 0

El lado oscuro de mi mente (La revancha)

  • 19
  • 49.275
  • 9,49 (41 Val.)
  • 0

Tendrías que cogerte a una de tus hermanas para  saber lo excitante que resulta el  incesto.

La excitación es tal que sientes que vas a explotar, no se compara con nada, lo digo por experiencia, esta sensación no se compara con la de cogerte a alguien que no es tu familia.

Cuando recuerdo la primera vez que me cogí a mi hermanita Elia vuelvo a revivir aquellos deliciosos momentos en que me perdí en sus entrañas.

Mi verga se pone tiesa añorando ese delicioso momento.  

Lo bueno es que lo volvemos a disfrutar cada momento que tenemos oportunidad.

Hoy tengo 18 años Elia casi 24, y cada vez está más biscocho aún no se casa aunque parece ser que muy pronto lo hará, he platicado mucho con ella al respecto.

Saben que es lo curioso que me pidió permiso.

Primero para aceptar a Oscar que así se llama mi futuro cuñado, me causó ternura todo eso porque trato de convencerme de que lo nuestro jamás terminaría.

Después, porque al pedirle matrimonio Oscar volvió a pedir mi consentimiento.

Cosa que más que coraje me causa excitación al pensar que tarde o temprano  le sería infiel a su marido conmigo.

Ni hablar así es la vida y ni modo que Elia iba a ser para mí, agradezco que haya tenido el detalle de compartir su panochita conmigo pero ambos sabíamos los limites públicos que teníamos, los clandestinos eran otros y solo nos pertenecían a ella y a mí.

Todo tiene una evolución y la mía iba sin detenerse.

Al parecer todo ha cambiado, antes me ignoraban y ahora no soy privilegiado en atenciones.

Especialmente para mi primita Enedina que ahora luce unos 22 años esplendorosos muy guapa y llena de curvas por todos lados, en una palabra esta sabrosísima.  

Además ella me mira quitándose los calzones, lo noto en su mirada coqueta, en cada una de ellas percibo una promesa de entrega sexual.

Por otro lado parece que llego el momento de regresarle la estocada al hijo de la chingada de Jorge.

Nunca le he perdonado el haberle perforado la panocha a Elia, mi panochita peluda rica y deliciosamente apestosa.

Definitivamente me voy a coger a Enedina y me las voy arreglar para que Jorge se entere, tengo ganas de agarrarme a chingadazos con él, se va arrepentir de haber horadado mi huequito porque hasta a mi tía me voy a coger ya se enterará este hijo de su puta madre.

Dejando a un lado este asunto bastante desagradable, les voy a contar lo siguiente que seguramente les va a gustar mis queridas mentes  calenturientas.

Al principio comente que de alguna manera me había hecho popular en la familia, debo aclarar que para fortuna mía era con las féminas con las que mejor me llevaba.

Solo había una a quien seguía incomodando y esa era mi madre no había cambiado. Nuestra relación seguía siendo muy tirante, pero teníamos que convivir casi sin dirigirnos la palabra.

Mientras que a mí me iba a toda madre cogiéndome a Elia diariamente.

A mi madre le fue mal pues mi padre vayan a saber porque pero un buen día se fue y no regreso más.

De eso hacía ya dos años, siempre me pregunte ¿cómo le hace mi madre para aguantarse las ganas de coger?

Era un verdadero enigma porque yo bien sabía que le fascinaba.

Creo que nunca lo voy averiguar pero sé que es bien gacho, al menos yo lo viví antes de cogerme a Elia.

Era un puto tormento bien desgraciado aun cuando a mí de menos me acompañaban las puñetas.

Imagino sus noches de fuego cuando su panocha se ponía hambrienta.

Quizá hasta metiéndose el dedo intentando calmar su deseo.

Mama  tenía 44 años y en honor a la verdad Lidia que es su nombre seguía siendo un soberano bizcocho.

Lo que más sorprendía de ella era ese majestuoso vientre plano que lucía, a pesar de sus tres alumbramientos.

Unas nalgas… amigos, que nalgas, si  las describo no les haría justicia de tan lindas y apetitosas que lucían y sus tetas en perfecta simetría con su graciosa figura,

Linda… muy linda.

No era odio lo que sentía por ella, me vencieron los celos al saberla propiedad de mi padre, que ironía ahora el muy ojete la había abandonado.

Resulta obvio tomar partido por mi madre, sin embargo Saúl y yo lo encontramos junto con su otra mujer, y la verdad bien guapa y buenísima la pinche vieja.

Mi hermano y yo acordamos no contárselo a mama, para no hacerla sentir mal.

En fin que mi madre tuvo que trabajar y conocer otras gentes, sin embargo siempre se portó muy discreta y nunca la vimos acompañada de algún varón, cuando llegaba a contar algo hablaba de reuniones con un grupo de amigas que tiempo después conocimos.

Esas reuniones resultaron un parte aguas en la relación entre Lidia y yo.

Seguía estudiando e increíblemente bien dedicado a ello, pues comprendí que entre más pendejo me hiciera más tardaría encerrado en la puta escuela.

En innumerables noches la observe al llegar a casa, continuamente me encontraba estudiando, siempre llegaba cerca de las once, llegue a sentir pena por ella, no quiso recibir dinero de papa sus razones tendría.

A veces apenas me dirigía una sonrisa, en forma general tal vez cansada se iba a dormir a su cuarto sin decir media palabra.

Fue una noche de sábado que tengo muy grabada en mi mente.

Saúl y Elia se habían ido de fiesta con unos parientes y no regresarían hasta el día siguiente.

No soy muy de fiestas así que ni se molestaron en invitarme.

Lo que en realidad me disgusto fue la ausencia de Elia, era sábado y se me antojaba coger toda la noche pero la maldita fiesta estropeo mis planes.

Repasaba algunos apuntes en realidad no tenía tarea solo intentaba quemar el tiempo.

Eran casi las doce y Lidia no llegaba, la verdad no la estaba esperando, me tenía sin cuidado a la hora que llegara no tenía por qué exigirles cuentas.

Estaba cerrando mi ordenador cuando llego Lidia, me extraño que se fuera a sentar frente a mí.

--- ¿ya terminas?---

---si ya me voy a dormir---

--- ¿Hace cuánto que no platicamos?---

---déjame ver hace como 5 años cuando me sorprendiste espiando a Elia---

Mi madre se quedó callada algunos segundos y agrego:

---eso ya paso, hablemos de otra cosa tengo ganas de conversar---

En ese instante me di cuenta que Lidia venia tomada, no gran cosa pues no arrastraba la lengua al hablar.

--- ¿de qué quieres hablar mama?---

--- de ti, de cómo te va en la escuela---

---no es un tema que resulte apasionante mama, en cambio sí platicamos de ti si será interesante.

Trate de no incomodarla, de no acosarla por así decirlo, eso dio confianza a Lidia y platicamos largo rato, quizá el sueño y alcohol que había bebido comenzó a vencerla y bostezaba continuamente.

---creo que será mejor que vaya a dormir, ayúdame hijo porque me siento algo mareada---  

Trastabillaba al andar más por el sueño que por otra cosa.

 Parecía al menos en ese momento que había olvidado nuestra discusión y me trataba con aprecio.

La tome de la cintura para llevarla a su recamara, a pesar de que Elia me había dejado con un palmo de nariz no me sentía especialmente inquieto la metí en su cuarto y la deje sentada en la cama para que pudiera desnudarse.

---Espera hijo ayúdame a quitar mis zapatillas---

Al decir esto se dejó caer de espaldas en la cama.

Su vestido no era en especialmente corto pero al dejarse caer se levantó lo suficiente para descubrir sus bien torneadas piernas.

No sé porque razón pero recordé aquello que dije de que si se presentaba la ocasión de cogérmela lo haría sin dudar.

Al instante me excite porque la oportunidad estaba puesta.

Lidia estaba ahí expuesta a mis lujuriosas miradas, su ajustado vestido revelaba lo portentoso de su exquisito cuerpo.

Ojos me hacían falta para inspeccionar cada parte de él.

Siempre he sido muy frio para ejecutar mis maldades sin embargo ahora el deseo de poseerla estaba destrozando mis nervios.

Comencé a mentalizarme no podía dejar escapar semejante oportunidad.

Debía actuar correctamente si quería que  Lidia fuera mía esa noche, y por supuesto que lo haría bien, siempre la había deseado porque negarlo.

Tal parecía que lo hubiera planeado estábamos solos en aquella semi oscura habitación sin que nadie pudiera molestar o evitar que me cogiera a mi madre.

Su habitación como único testigo de mis insanos deseos, la luz de su habitación la proporcionaba una lámpara blanquecina empotrada en la pared que alumbraba casi en forma exclusiva el mullido lecho, el cuerpo de Lidia estaba espectacularmente alumbrado provocándome un estado febril insoportable, pero volví al sitio cuando ella insistió.

----quítame mis zapatillas me están matando --- 

---si mama en este momento---

Me agache para desatar sus zapatillas y al levantar su piececito el vestido se deslizo más arriba dejando al descubierto sus pantaletas, mire idiotizado aquel delicioso sitio templo del placer y  causa de mi insensatez.

--¿No puedes liberar el ajustador? ---

---si mama ya voy---

No podía despegar mis ojos de aquel seductor triangulo.

Libere el primer ajustador y arroje la zapatilla al piso.

Tome su otro pie y a propósito lo eleve de más, el vestido cayo en cascada y fue a parar hasta su vientre.

Fingí tener dificultades para liberar el otro ajustador y separe disimuladamente sus piernas a pesar de sus brillantes pantaletas rojas pude observar como sea abría su fascinadora gruta.

Le quite la zapatilla y la lance al piso junto con la otra y deje caer su pierna.

Sus piernas colgaban al borde de su cama aún no estaba seguro de lo debía hacer pero mire sus pies y se me ocurrió darle masaje.

Buena idea porque empecé a tener contacto con ella, había visto una película donde un cabron masajeaba los pies de su vieja y logro ponerla bien cachonda.

Recordaba perfectamente cada movimiento después de verla en muchas ocasiones, no era seguro que diera resultado pero no perdía nada al intentarlo.

Lo hice con toda delicadeza sin aplicar mucha presión, me sorprendí  gratamente cuando Lidia comenzó  pujar, me sentí animado ante mi progreso y me afane más en el masaje.

Empecé a deslizar mis manos hacia arriba frote sus rodillas y de paso sus piernas, trate de darle tranquilidad y le pregunte:

--- ¿te gusta el masaje mama?

--¡oh si siento rico!---

Sentí una aceptación escondida en su tono y empecé a masajear la parte interior de sus muslos.

Segundos después volvieron aquellos pujidos sensuales que penetraron en mi cerebro hasta lo más profundo de mí ser.

Toda mi atención estaba fija en mi labor, cuando de pronto oí su voz en murmullo y que yo escuche claramente.

---Hum….como me hace falta una buena metida de verga.---

La verdad no podía precisar si estaba despierta o dormida pero fue demasiado claro lo que escuche.

Mi primera reacción fue ejecutada al momento y me desnude a toda prisa.

Ella quería coger y yo también, con todo y eso trate de mantener mi calma.

Si actuaba directamente corría el riesgo de ser rechazado.

Y esto no ocurriría bajo ninguna circunstancia  no estaba dispuesto a dejar ir esta oportunidad.

Lidia tenía sus piernas abiertas yo había provocado aquello, no sé por qué razón pero vi un gran obstáculo en sus pantaletas, por fortuna me surgió una idea, corrí rápido al tocador y localice unas tijeras.

 Lidia continuaba muy quieta, entonces empuñe bien las tijeras y levante con mucho cuidado el resorte de una pierna de sus pantaletas, al instante la corte hasta el resorte de la cintura, no había tiempo para sutilezas.

Lidia parecía no darse cuenta de lo que le estaba haciendo.

Al corte que hice basto un pequeño jalón para dejar al descubierto su panochita.

Ahí quería empezar a ver si después de la mamada que le iba a dar se atrevía a rechazarme.

Acerque mi rostro a escasa distancia de su puchita, empecé a desplazar mi nariz tenuemente sobre sus pelos, la hundí poco a poco hasta que su rendija se convirtió en el riel de mi órgano nasal.

Su aroma, su delicioso aroma que conocí atreves de aquellas pantaletas que después ella me “robo”.

Ella empezó a suspirar y su panochita a humedecerse, retire mi nariz impregnada de su néctar lubricante y la sustituí con mi lengua.

Sus quejidos reaparecieron más fuertes enérgicos  y ante mi sorpresa sus manos me tomaron de la nuca atrayéndome con fuerza hacia su sexo, bebí golosamente de su embriagante brebaje, mientras Lidia se quejaba y agitaba cada vez más fuerte. Estaba ahí indudablemente gozando las bondades que le prodigaba mi pícara lengua.

Ella comenzó a hablarme con mucha ternura presa de la lujuria que le causaban mis incesantes lengüetazos

---así papito hummm que rico, sigue mi rey cómeme---

Todo iba viento en popa Lidia parecía entregada a mi pasión. Pero de pronto reacciono y me dio un aventón con sus piernas y fui a caer de nalgas al piso

--- ¿Qué estás haciendo, que estoy haciendo? oh no, no puede ser vete sal de mi cuarto.

Lidia se veía desconcertada pero al acercarme a tomar mis ropas miro mi estoque bien erguido y al instante callo sus quejas y lamentos.

Dándome cuenta de aquello permanecí de pie frente a ella exhibiendo mi poderosa macana.

Su actitud había cambiado se le notaba en su rostro.

De momento fingí que iba abandonar su alcoba, porque en realidad pensaba hablarle para ver si la convencía. cosa que no fue necesario porque después de dos pasos Lidia me detuvo

---no espera… no te vayas… debo estar loca, ven hijo ven.

Cógete a tu puta madre que está bien caliente y está deseando que le metas esa preciosa verga que te cargas---

Tire mi ropa al piso y corrí a su lado.

Nos besamos ardientemente mi madre se mostraba muy caliente, nadie jamás me ha besado como lo hiso ella.

Que besos más deliciosos los de esta preciosa hembra ardiente de excitación.

Devoraba mis labios con tal maestría que sentí que me iba a venir en cualquier momento.

Interrumpió de pronto aquella sesión y se recostó con las piernas abiertas.

---dámelo ahora mi vida, cógeme, cógeme como a una puta que está a tu disposición, mira como esta mi panocha escurriendo de deseo, anda ya papito no quedes ahí mirando y métemela ya---

Sus palabras y su mirada eran suplicantes y mi verga endurecida quería complacerla.  Me instale entre sus piernas y ella las levanto hasta posarlas en mis hombros, apunte mi garrote y solo deje ir de un madrazo la panocha de mi madre estaba ardiendo superaba por mucho la temperatura de mi verga su liquido lubricante fluía como un riachuelo, yo también me sentía desesperado y empecé a embestirla con fuerza, de nuevo oía tronar esa panocha que tantas noches había oído tronar, solo que ahora era yo quien la hacía tronar y me provocaba una sensación increíble.

Mi madre se vino se vino en ese momento, su orgasmo se prolongó casi un minuto, se estiraba una y otra vez sujetando las sabanas con ambas manos y clavando sus pies en mis clavículas yo tampoco pude soportar y descargue mi caliente liquido acompañado de fuertes espasmos hasta inundar su interior.

Palabra cumplida, ahora tenía que repartir mis noches entre mi madre y mi hermana, pero como negarme a coger con ese par de pimpollos.

Creo que decidí bien en lo que hice después porque alguien debía tener “conciencia” de los hechos y opte por Elia ella tenía más tiempo cogiendo conmigo y además estaba a punto de casarse.

No dejo de sacarse de onda y hasta dudo de mis palabras,

--- ¿cuándo te la vuelves a coger? porque a mí me toca hoy.---

---mañana en cuanto todos se acuesten---

---cuando entres deja abierta la puerta de su cuarto---

La cosa es que Elia estuvo presente la segunda ocasión que me cogí a nuestra madre, estaba tan caliente que al salir de la alcoba de Lidia prácticamente me secuestro y nos fuimos a su cuarto me la tuve que coger, estaba tan cachonda que me mamo la verga toda impregnada del jugo de papaya de mi mama, por esa misma causa cuando me beso su saliva me sabia a la deliciosa panocha de mi madre.

Se quitó las pantaletas y se empino sobre la cama, tome mi estoque y lo frote en su rajita más que nada para orientarme hacia su sabroso huequito, en cuanto sintió mi presencia Elia empujo con fuerza sus nalgotas estrellándolas en contra mi vientre, no dilate nada en penetrarla estaba tan mojada que mi verga se le fue entera hasta el fondo de la panocha, doble un poco mi rodillas y me la empecé a bombear fuerte como ella le gustaba mi verga enfurecida dragaba sin clemencia en su interior no fue necesario tanto esfuerzo porque Elia se vino muy rápido debido a su estado de excitación tuve que sostenerla durante ese lapso estuvo a punto de caer a causa de sus fuertes espasmos la sujete con todas mis fuerzas apoyado de su cintura al tiempo que mi verga quedaba totalmente sepultada en su bizcochito, completamente desmadejada y sin poder sostenerla más le ayude a subir a su cama y me fui a mi cuarto, no termine yo, no era necesario el banquete con mi madre había sido suficiente, lo bueno de esto es que mi verga siempre ha respondido a su demandas y eso me hacía sentir orgulloso.

Primero fui a la cocina a beber un vaso de agua, de regreso pare frente al cuarto de Saúl, tenía cierto resentimiento contra él por las burlas que me hacía sexualmente hablando, y hasta llego a burlarse del tamaño de mi verga, si no fuera que tenía que ser discreto me gustaría ver su cara al enterarse que este “enano verga chica” se estaba cogiendo a su madre y su hermana, no pude evitar murmurar esto frente a él.

Y cogen pendejo de lo lindo, ya quisiera tu “verga grande” disfrutar de este par de peludas panochas ¡imbécil! La próxima vez que me coja a mama será en tu honor, pero mejor aún porque me voy a coger a tu adorada Enedina y me voy a quedar también con esas verijitas pendejo. Salí del cuarto de Saúl no sé por qué pero muy contento de lo que había murmurado casi en su cara, esa noche dormí  hum… muy feliz.

 Ahora mis pilas usarían toda su potencia para la conquista de otras nalgas en esta caso se me antojaba meterla verga a Enedina pero cuando la verga busca cualquier hoyo es bueno, se preguntaran si tengo algún remordimiento por haberme cogido a mama, la respuesta es no porque necesariamente seria reconocer que no lo había disfrutado y la verdad es que lo disfrute un chingo soy muy proclive a lo prohibido lo disfruto más y la panocha de mama fue un platillo que ya podrán imaginar excitante por necesidad.

A veces pienso que de fortuna me paso, será que se aprovechar la oportunidad cuando se presenta, quiero pensar que las dos cosas, si no ustedes juzgaran mejor que yo muchas  fueron las ocasiones en que Enedina y yo coincidimos ya en su casa ya en la mía pero siempre con toda la familia presente así que porque me empeñara no lograba conseguir nada y cuando era en su casa Jorge desconfiaba y no me quitaba la vista de encima a pesar de que él tenía que estar al pendiente de su mujer por cierto que bizcochote que suerte tiene algunos hijos de la chingada y Jorge era muy afortunado pues Melisa su mujer era un bombón que cualquiera estaría dispuesto a meterle la verga incluso yo, no era mala idea y la chamaca me hacía “buenas tortas” esto también le molestaba a Jorge pero intentaba disimular, lo traía a mal ver cuidaba a su vieja me iba con Enedina y así lo traía como palomita de maíz tronando aquí y tronando allá, a mí me comenzaron a gustar estas reuniones pues hasta la mujer de mi tío Abel me tiraba la onda, no es presunción uno se da cuenta de esas cosas y en último de los casos que culpa tengo que se les caigan las pantaletas hasta el suelo por este recogedor.

En una de esas reuniones Jorge no aguanto como se le prendió la hormona a su vieja.

Aprovecho unos minutos que nos quedamos solos para hacérmela cubana (muy grande).

---ya estuvo suave de hacerte el graciosito---

--- ¿Por qué primo solo estamos de cotorreo?----no me gusta tu cotorreo, te estás pasando---

---no exageres cotorrear no es fornicar---

Me tomo del pecho jalando mi camisa.

---no se te ocurra guey porque te pongo en tu madre---

Metí mis manos entre las de él y lo obligue a soltarme.

---descuida cabron no tengo intenciones de cogerme a tu vieja---

---pues más te vale---

--no me amenaces Jorgito no sabes las ganas que tengo de agarrarme a madrazos contigo, aquí no pero si gustas donde nos encontremos nos rompemos la madre---

---dalo por hecho—

Creo que el único consiente de mi peligrosidad era Jorge, esa noche durante la reunión le pregunte a Elia si Jorge sabia lo nuestro y me dijo que si, entonces comprendí porque Jorge me tenía tan mala voluntad.

--- ¿le dijiste lo de mama?---

---no como crees---

Aun así Jorge sabia la clase de cabron que era yo. Si me andaba cogiendo a mi hermana porque habría de escapárseme cualquier otra.

Lo que si logro con su escenita fue que decidiera cogerme a Melisa.

Chingue a su madre Jorge si a Melisa le andaba escurriendo la panocha por mí causa le haría la faena.

Pregúntome yo, quien me lo podía evitar, según yo…nadie.

En fin les comentaba que no se me había presentado una sola oportunidad de estar a solas con Enedina.

No sé si fue casualidad o debo pensar que caperucita fue directa al lobo, pero el azar quiso que estuviera solo en casa cuando llego Enedina.

No tuve que tender trampa alguna, ni seguir un plan en espacial, la chica estaba en mis manos y no la dejaría ir sin probar mis libertinas caricias.

---hola ¿cómo estás?---

---bien, muy bien ¿y tú?---

---bien también está mi tía---

---no, no está pero pasa ¿quieres un vaso de agua?---

--- si gracias crees que tarde mucho---

---si, llega hasta la noche, siéntate platiquemos un rato---

---No quisiera quitarte el tiempo---

---no, de hecho no tengo nada que hacer y me estoy aburriendo a menos que te parezca aburrido y prefieras irte---

---no como crees me gusta platicar contigo-----que bueno a mí también---

Me senté frente a ella para poderla observar, trate de no ser tan obvio pues no la quería incomodar.

Me había atestado de tantas adulaciones anteriormente que no tenía duda que le gustaba a mi prima.

No me apresure mi hermano y madre ni    siquiera era seguro que regresaran ese día.

Le escuche atento hablar y sonreía de sus ocurrencias, ocasionalmente miraba como su falda se levantaba revelando sus encantos.

Mentiría  si dijera que detrás de aquello había provocación al menos no lo note.

Pero les juro que debajo de esa falda había fuego puro, solo tenía que buscar la manera de usarlo en mi beneficio.

Retire el vaso de agua que le había ofrecido y le ofrecí un poco más pero ella lo rechazo.

Lo puse sobre la mesa pero esta vez me senté junto a ella.

Le mire fijamente, de tal forma que logre sonrojarla.

--¿Por qué me miras así?---

--- ¿así cómo?---

---Pues así como me estás viendo---

---es que recordé como eras cuando niña, y es un tremendo cambio te pusiste muy guapa---

Enedina seguía cambiando de color, mis palabras estaban calando en el lugar correcto.

---Tú también has cambiado un mundo, tú y Claudia eran los más pequeños.---

Enedina había llegado al punto que yo deseaba debía aprovechar esa coyuntura.

--- ¿de veras recuerdas eso?---

---si claro---

---entonces debes recordar la ocasión que te encontré cogiendo con Saúl---

Enedina volvió a perturbarse pero contrario a lo que puedan pensar me contesto con aplomo.

----Éramos muy inquietos, no me arrepiento de aquello en cambio tú te portaste muy bien al no decirle a nadie.---

---Pero no imaginas el martirio que he pasado todos estos años deseando hacer lo que ustedes hacían.---

--- ¿Por qué nunca me dijiste nada?---

---no olvides que era muy pequeño y mientras ustedes más crecían menos caso nos hacían.---

---tienes razón ni siquiera nos pusimos a pensar que pensabas,  o que sentías.

--- perdona mi atrevimiento y mi falta de forma quizá hasta ofensiva sin embargo hoy te pregunto… me dejas cogerte Enedina---

--- ¡Claro que si tonto cuando quieras!---  

Abrí la puerta que deseaba y me sentí muy feliz, sabía que me esperaba un delicioso festín.

Porque si mama y Elia eran un par de pimpollos mi prima Enedina también tenía lo suyo, ella era robusta sin estar obesa, la parte más socorrida de carnes eran sus piernas y sus nalgas, su cara alargada no representaba ese ligero sobre peso.

Sus tetas eran de buen tamaño sin exagerado volumen justo como a mí me gustan, redondas y firmes.

Sin el afán de ser meticuloso era una muy bella figura para una mujercita de 23 años.

Ella me miraba como preguntando a qué hora comienza la diversión.

Entendí su mensaje visual la abrase y bese con suavidad sus húmedos labios.

Ella respondió pasando sus brazos sobre mi cuello y batiendo su lengua con suavidad dentro de mi boca.

Metí una mano dentro de su blusa evite el sostén y tome una de sus esponjadas tetas magullándolas con delicadeza.

Enedina ataco mi boca con más intensidad chupando mis labios con frenesí, estaba tan excitada como yo lo demostraba a base de apasionados ósculos.

Cambie mi zona de ataque levante su falda y le metí  la mano en su entrepierna hasta palpar su puchita.

Enedina abrió sus piernas con amplitud permitiendo acomodar mi mano invasora.

La humedad en su intimidad ya estaba presente, y emanaba un calorcito grato y sugerente.

Esta sensación siempre me enloquece no puedo evitar que sienta que mi cabeza estalla al contacto con ese delicioso rincón.

Me encanta la panocha no lo puedo negar aunque quisiera, siempre proporcionándome gratos e inolvidables momentos.

Ahora tenía una en mi mano y el deseo por ella me estaba enloqueciendo.

Aun por encima de la tela de sus pantaletas podía sentir su golosa hendidura devorando mi dedo y la espesa mata de pelos ensortijados alrededor de su panochita.

La tela de sus pantaletas cada vez más empapada y Enedina bufando al sentir mi dedo torturando su inflamado clítoris.

La hice que se levantara le desabroche su falda que cayó al piso sin que ninguno intentara detenerla, después forcé sus pantaletas por el resorte y se las quite con impaciencia.

 Baje mi pantalón y mi trusa hasta donde sentí que no nos estorbarían, me senté en el sofá y campanee mi verga hinchada a toda capacidad, para exhibirla ante sus ojos.

---voltea de espalda y siéntate en mi verga—Enedina no espero un segundo dándome la espalda se abrió de piernas tomo mi poste y lo guio hasta el orificio de su puchita se sentó lentamente deslizando mi tronco entre las paredes de su encendida vagina, esta cedía noblemente para dar alojo a mi hinchada tranca.

Esta posición dio libertad a Enedina para atizarse mi virilidad al ritmo que a ella más conviniera.

No recuerdo haber prolongado tanto un coito como el que disfrute con Enedina aquella tarde.

Enedina se vino repentinamente lo único que recuerdo es que su panochita se puso bien caliente y muy mojada en ese instante arrecio el ritmo de sus sentones y exprimió con ello hasta la última gota de mi semen. Me sentí especialmente contento era mi tercer conquista, la tercer hembra de mi familia que se había comido mi cacho de carne, esto tan solo era primera parte, ahora tenía que hacer que Jorge se enterara de mi logro, esto me daría aún más satisfacción.

  

 Continuara…

(9,49)