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Los amantes de mama

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Muchas noches, cuando mi padre dormía en casa me acercaba hasta la puerta para oír como hacían el amor. A veces dejaban la puerta entreabierta y podía ver algo, pero casi siempre en penumbra. Una noche que me acerqué tenían la puerta entornada levemente y había una pequeña lámpara encendida en la habitación. Mi padre estaba sentado en un sillón con la bata abierta y mi madre estaba de rodillas chupando su pene.

No pude ver bien el pene de mi padre, porque la habitación, pese a la tenue luz de la lámpara estaba en penumbras. Pero desde ese momento comencé a excitarme cuando pensaba en la escena. Mi padre se conservaba bien, tenía 38 años, el pelo engominado y hacia un lado, y un cuerpo bien trabajado en el gimnasio. Algunos domingos cuando jugaba al tenis y lo veía con los pantalones cortos me excitaba al ver sus piernas velludas y musculosas.

Una mañana, cuando mi padres se levantaron de la cama fui en seguida a rebuscar en el cesto de la ropa sucia porque sabía que esa noche habían hecho el amor. Tomé los calzoncillos sucios de mi padre y empecé a olerlos. Eran unos slips blancos, la parte delantera tenía una mancha amarillenta que había endurecido la tela. Supuse que eran restos de orina y semen. Los llevé hasta mi nariz y los olí profundamente, cada vez que inspiraba el olor que desprendia se me ponían los vellos de punta. Me fui a mi habitación con los calzoncillos guardados bajo el jersey y me desnudé. Me froté los slips de mi padre por la vagina y el clítoris, cada vez estaba más caliente, después los olía y chupaba. Yo siempre creía que mis padres se eran fieles, o en todo caso si había un infiel hubiese creído que era mi padre, pero descubrí que no.

Cuando mi madre tuvo a mi hermana, pasaba todo el día en casa con ella porque tenía que darle el pecho. Yo estaba en el colegio hasta las 18.00 horas, y hasta ese momento mi madre pasaba todo el tiempo sola en casa. Mi padre venía los fines de semana, de lunes a viernes estaba fuera casa por motivos de trabajo. Una tarde al llegar a casa vi a Andrés, un amigo de mi padre, en el salón conversando con mi madre. Se despidieron en seguida y mi madre fue a prepararme la cena. Tuve una extraña sospecha, y cuando mi madre fue a la cocina, fui directa a su habitación. Estaba la puerta cerrada y al abrir vi que estaba la cama sin hacer, y un cajón de la mesita estaba a medio abrir y sobresalía una caja de preservativos. No podía creer mi madre hubiera tenido sexo con Andrés, en ese momento oí que el bebé estaba llorando y llamé a mi madre.

-No entres en la habitación que ya voy yo –dijo mi madre

-Vale –dije mientras volvía a cerrar la puerta.

Esa noche no pude dejar de pensar que mi madre se acostaba con Andrés. De pensarlo comenzaba a excitarme. Andrés mide 1.85, es ancho de espaldas, bastante velludo, tenía las piernas y el pecho cubiertos de pelo. Yo ya lo había observado alguna vez que jugaba al tenis con mi padre y luego se bañaban en la piscina. Tienen los dos la misma edad, 38 años. Andrés lleva perilla y suele vestir siempre con traje y corbata, pero lleva el traje bien ajustado para marcar los músculos.

Al día siguiente salí antes del colegio, no fui a clase de idiomas para llegar antes a casa y ver si mi madre estaba con Andrés. Llegué a las 15.00, tres horas antes de lo normal. Abrí la puerta con cuidado y entré, quería pillarlos desprevenidos. Busqué por la planta de abajo y no había nadie. Subí silenciosamente las escaleras hasta la habitación de mi madre. Estaba la puerta abierta y la luz encendida, pero no se veía a nadie. Vi ropa de hombre tirada por el suelo, era ropa informal, de chico joven.

Oí ruido que venía del baño privado de la habitación de mi madre. Sonaba el ruido de la ducha y la voz de un hombre junto a la suya. Me escondí en un armario grande donde guardan la ropa de verano que era imposible que abriera –eso pasó en enero-, la puerta del armario tenía una rejilla desde donde podía verlo todo. El bebé empezó a llorar y mi madre salió a verlo. Desde dentro del armario pude verla, salió del baño riéndose, y estaba completamente desnuda.

-¿Ya tienes hambre, mi niña? –dijo mi madre mientras calmaba al bebé, -ahora te daré de comer.

-El bebé puede esperar –dijo un chico joven, de unos 18 años que salió del baño en ese momento- Primero tengo que beberme yo tu leche.

Mi mamá comenzó a reirse y se tumbó en la cama. El chico continuaba parado junto a ella. Era muy guapo, delgado pero con unos músculos pronunciados, estaba completamente desnudo. Me fijé en su polla, que iba creciendo cada vez más. Tenía unos testículos muy grandes y con poco pelo. Yo estaba cada vez más excitada dentro del armario, no podía creer lo que iba a pasar.

El muchacho se abalanzó sobre mi madre en la cama y comenzó a chuparle los pechos. Comenzó por el pecho derecho, se metió todo el pezón dentro de la boca y empezó a succionar. Mi mamá cerraba los ojos y gemía. El no paraba de succionar, y cuando despegó la boca del pezón observé como limpiaba con la lengua la leche que se le había corrido a mi madre por todo el pecho. Pasó al otro pecho y volvió a succionarlo como hizo con el otro. Mientras le chupaba el pezón y bebía su leche, le introdujo dos dedos a mi padre por la vagina. Mi madre empezó a gemir un poco más fuerte y su cuerpo empezaba a sudar.

-Para! No sigas, espera –decia mi madre entre gemidos, pero él no contestaba, seguía lamiendo los pechos de mi mamá. – Deja que te coma la polla.

No lo podía creer, el muchacho se acostó boca arriba y mi madre se puso entre sus piernas. Se metió el capullo en la boca, él ya tenía la polla completamente erecta, mi madre succionó fuerte el glande y comenzó a bajar los labios hasta la base. Él estaba con los ojos cerrados, gritando de placer, cogió con las manos la cabeza de mi madre y comenzó a embestirle la boca. Le follaba la boca con furia, mi madre no se soltaba de ella, seguía chupando como una enferma

-Ahora te toca a ti beberte mi leche –le dijo a mi madre

-Sí –dijo mi madre sin apenas sacarse el pene de la boca

Comenzaron a gritar más fuerte, mi madre no dejaba de chupar, cada vez más rápido, la nariz de ella rozaba el vello púbico de él, tenía casi toda la polla en su boca. En ese momento él dio un fuerte grito y vi como se convulsionaba. Se había corrido y madre se estaba tragando todo su semen.

-¿Te gusta mi leche como a mí tanto la tuya? –le dijo a mi madre

-Sí, me encanta –dijo ella mientras limpiaba los últimos restos de semen que quedaban en su pene con la lengua.

El se incorporó en la cama sobre ella y comenzó a cabalgarla. Le introdujo la polla y se la clavó de golpe. ‘No seas bestia’ dijo mi madre. Se metió un pecho de mi mamá en la boca y empezó a chuparlo mientras seguía follándola. Sus cuerpos estaban sudorosos y sus piernas entrelazadas, mientras la embestía con furia, mi madre alargaba la mano para poder tocarle las pelotas. El seguía follandola sin parar y comiéndole las tetas, hasta que gritaron conjuntamente. Habían llegado al orgasmo.

Mi madre se separó de él y le quitó el preservativo del pene. ‘Je je je, lo has llenado’ dijo mi madre mientras le hacía un nudo y lo tiraba al cesto de la basura. ‘Vamos a ducharnos’ dijo él, y ambos se metieron en el baño. Salí del armario, estaba sudando y temblando por lo que había visto. Antes de salir de la habitación de mamá fui al cesto de la basura y busqué el condón que habían usado y me meti en el bolsillo. Salí y me fui a mi habitación. (Esta claro que esa noche me masturbé con el condón. Lo abrí y esparcí el semen de aquel amante de mi madre sobre mi pecho. Lo froté por todo mi cuerpo y me lo bebí después casi todo)

La relación con mi madre siguió como siempre. Ella no sospechaba que la había visto.

La semana siguiente decidí salir otro día temprano del colegio para ver si encontraba a mi madre su amante. Volví a mi casa a las 14.00 horas y entré silenciosamente. No había nadie. Subí arriba y mi madre estaba sola en su habitación dando el pecho al bebé. En ese momento sonó el timbre de la puerta y mi madre salió al salón a abrir . Yo me escondí. ‘Qué tarde llegas, te estaba esperando’ oí decir a mi madre. Me escondí rapidamente en el armario de la otra vez. A los pocos minutos entró mi madre con Andrés, el amigo de mi padre. Mi madre se sentó y siguió dándole el pecho al bebé. ‘¿Cuánto tiempo te queda? Tengo ganas ya’ dijo Andrés. ‘Dos minutos y termino de darle de comer’ dijo mi madre. Andrés no aguantó y comenzó a lamerle el pecho que tenía desocupado. ‘Cuidado, tan fuerte no que me lastimas el pezón con el roce de la perilla’ dijo mi madre mientras dejaba al bebé en la cuna.

En cuanto lo dejo, Andrés la empujó sobre la cama y se lanzó a lamerle los pechos. Podía oir perfectamente desde el armario el ruido que hacía la boca de Andrés sobre el pecho de mi madre. ‘No seas tan brusco, este pecho está alimentado a un bebé’ dijo mi mamá. Pero él no hacía caso y seguia chupando y mordiendo sus pezones. ‘Que tetas tienes, puta. Si tu marido supiera como me trago la leche de los pechos de su mujer’ dijo Andrés. ‘Calla y sigue cabrón’ dijo mi madre. Andrés chupaba como un bebé hambriento, con los dientes mordía el pezón a veces de tanta excitación, la baba de Andrés se confundía con los restos de leche que caían sobre el pecho de mi mamá. ‘Dejame que te desnude’ dijo mi madre. Andrés se sentó en la cama y mi madre le quitó la camisa, pasando la cara por su pecho velludo, y oliendo el olor a sudor y a hombre. Después le quitó las botas y los calcetines, y le lamió esos pies grandes. ‘Qué mal te huelen los pies, cabrón’ dijo mi madre mientras le chupaba los dedos y la planta del pie a Andrés.

Le bajó los pantalones y lo dejó en calzoncillos. Pasó la cara por encima del slip y con su lengua recorrió el enorme bulto. ‘Lo que más me gusta de ti es este enorme rabo que tienes entre las piernas’ dijo mi madre. ‘Pues chupa, perra’ dijo Andrés. Mi madre le bajó el slip y dejó ver una enorme polla, gorda y con gruesas venas. Tenía el prepucio sin circuncidar, una morena piel le cubría el capullo. Mi madre retiro la piel con la boca y comenzó a lamerle la punta.

Después fue bajando hasta tener todo el capullo en la boca. El pene de Andrés olía a sudor, a orina, a hombre. Mi madre comenzó a mamar la polla como antes le habían mamado los pechos. Comía la polla de Andrés con ansia, con esfuerzo se la metía toda en la boca. ‘Que bien la comes, puta’ decía Andrés entre gemidos. Hacía un ruido muy fuerte al mamar, se oía el roce de la boca de mi madre con el pene y el fluir de la saliva de un lado a otro. El bebé comenzó a llorar, pero mi madre no se despegaba de esa polla por nada del mundo. ‘Dejame que te reviente el coño’ dijo Andrés. Se sentó en la cama y mi mamá se puso encima dispuesta a cabalgar. Sentó su coñito sobre la punta de la polla y fue bajando hasta el fondo. ‘Metetela toda, puta’ dijo él.

Cuando la tuvo toda dentro comenzó a gritar de placer y empezó a cabalgar. ‘Así zorra, sigue asi’ dijo Andrés, que comenzaba a comerle las tetas mientras la montaba. Podía ver a mi madre dando botes sobre la polla de Andres mientras su pezón seguía enganchado entre los dientes de él. ‘Ahora te voy a preñar, zorra’ Mi mamá sintió la leche de Andrés por todo su interior, era muy abundante, se le escurría por las piernas.

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