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Diana Fuentes en orgia con 23 chicos

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Hola a todos. Me he decido a escribir esta vez esta historia para contarles la que creo que es la experiencia sexual más importante que he tenido en mi vida hasta el momento.

Me llamo Diana Fuentes y vivo en Guadalajara Jalisco. Lo que mas me gusta es el sexo en grupo. Desde que la primera vaz que lo hice, descubrí que me encanta ser cogida por un buen grupo de chicos con sus vergas bien duras.

Esto sucedió hace años cuando acabo un semestre de la carrera de la U de G. Me había quedado de ver con Javier un compañero de la U. de G., con el que me llevaba bastante bien. Éramos amigos muy cariñosos, aunque nunca llegamos a ser novios pero habíamos cogido muy rico muchas veces. Empecé a contarle cómo la había pasado en el ultimo mes. No me prestaba demasiada atención; parecía estar pensando  en otras cosas. Estaba sin duda nervioso y comprendí que quería decirme algo. Le costaba un poco al principio, pero empezó a soltarse poco a poco. Empezó diciéndome: ­¿Sabes, Diana? He estado dando vueltas a una cosa y..., no me dirás ahora que me tienes miedo. Dime lo que quieras. respondí yo. ­ Pues, verás. Los dos sabemos que eres una chica a la que le gusta mucho el sexo y que no tienes prejuicios. He estado hablando con unos amigos para hacer orgías y esas cosas. Ellos están deseando organizar una muy buena orgia, la mayoría de las chicas son bastante cerradas para esto.

Mis amigos piensan que no hay ninguna chica que esté dispuesta a coger con mas de 20 chicos a la vez, y yo les dije que conocía a una que sí lo haría. ­Y claro, ¿estabas pensando en mí, no? le dije yo con una leve sonrisa en la boca. ­ Pues sí la verdad. No te ofendas. Para nosotros eso es una gran virtud. Yo creo que tienes una gran madurez y por eso eres tan especial. Mira, el plan sería el siguiente: mis padres tienen una casa en Chapala que está vacía casi todo el año. La idea es ir allí mis amigos, tú y yo a pasar todo el fin de semana practicando contigo sexo. ­ ¿En serio? ­ Totalmente en serio, Diana. Sólo falta que aceptes. Piénsalo hasta mañana. Estaremos desde el viernes hasta el domingo. Deberás estar en la casa todo el fin de semana, no te podras arrepentir. Estarás desnuda todo el tiempo y dispuesta a hacer todo lo que queramos a cualquier hora. Serás nuestra hembra tiempo completo, por así decirlo. Mañana a esta misma hora me pasaré por aquí a recoger tu respuesta. Se levantó y me dejó a mí allí sentada y excitada.

Estuve todo el día dándole vueltas al asunto, por la noche no pude pegar ojo pensando en ello. Cuarenta y ocho horas encerrada en una casa con veinte chicos dispuestos a hacer conmigo todo tipo de cosas. Era algo muy arriesgado, pero por otro lado estaba el morbo de enfrentarme a mas de 20 chicos yo solita. Al otro día fui a la hora indicada. Javier estaba sentado en el mismo lugar que el día anterior. Sin ni siquiera saludarlo, me senté a su lado y con un gesto serio le dije simplemente: Acepto.

Se le notaba que le había dado gran alegría. Me dijo que el viernes pasaría las diez de la noche a recogerme. Luego nos despedimos y nos fuimos cada uno para su casa. Por fin llegó el viernes y sentía que ya no había marcha atrás. A la hora de comer le dije a mi mama que iría a pasar el fin de semana a la casa de una amiga de la universidad. No me puso ningún reparo. La verdad que para esas era muy confiada. No se podría nunca imaginar la barbaridad que iba a hacer su querida hija, jeje. Salí de casa con un bolso de viaje con alguna ropa y enseres personales. Javier estaba esperándome con su auto. Me subí en él y se puso en camino hacia Chapala. Como me excite pensando en lo me esperaba decidí clamar un poco mi calentura jugando con mi amiguito Javier, así que mientras conducía le empecé a acariciar su pene por encima del pantalón. Sobre las doce llegamos a la casa.

Los otros chicos ya estaban allí desde la tarde, según me dijo Javier. Al entrar estaban todos en el salón bebiendo cervezas y mirando una película porno. ­ Escúchenme todos, les presento a Diana. La más puta... entre las ...putas. Todos los chicos empezaron a mirarme de arriba abajo de una manera muy obscena y diciéndome todo tipo de cosas tales como: "te vamos a reventar,. vamos a cogerte hasta que te desmayes, vas a tragar mas leche que en toda tu vida" Eran ya mas de las doce y Javier tomó la palabra: ­ No perdamos más el tiempo, todos a quitarse la ropa ya. Un gran bullicio inundó el salón cuando los chicos empezaron a quitarse la ropa. En un instante aparecio una gran cantidad de vergas aparecieron ante mis ojos. Algunas  flácidas, otras pocas semi erectas y la mayoría totalmente erectas como palos. Javier me dijo que yo debía desnudarme completamente. El también se desnudó, junto toda la ropa que nos habíamos quitado y la guardo, junto con todas las cosas que había traído yo, cerrándolo con llave. ­ Hasta el domingo por la noche no te hace falta nada dijo Javier­, hay suficiente comida para todos. Las puertas de salida están cerradas.

Que empiece la fiesta. Todos los chicos se abalanzaron sobre mí. A pesar de que tenían dos días por delante parecía que no querían perder ni un segundo de disfrute. Allí me encontraba yo, totalmente desnuda ante 23 machos en celo. En el salón empezaron los manoseos. Estábamos en la sala aparte de ésta, había un pequeño pasillo a la entrada, la cocina, el cuarto de baño y tres habitaciones. El principio fue bastante caótico. Todos querían tocarme y besarme, pero eran demasiados. Estaban muy excitados, porque probablemente llevaban mucho tiempo esperando que llegase aquel día. Los más afortunados lograban tocarme las tetas o mi vagina o lamerme alguna parte de mi cuerpo.

Dado el descontrol que había, Javier puso orden tomo una libreta y un bolígrafo y empezó a escribir números. Hizo un trocito de papel con cada número y los puso boca abajo encima de la mesa, invitando a los chicos a que participasen en la su "rifa". El número uno fue Luis, un chico alto y guapo, con una verga bastante decente. El trato era que me disfrutasen por orden de número. A quién le tocase el turno podía hacer lo que quisiese conmigo hasta venirse, mientras los demás debían esperar. Aunque hubo algunas protestas. Luis no se andaba con rodeos. Me hizo ponerme de espaldas a él y doblar el cuerpo, apoyándolo sobre la mesa del salón y de un solo golpe me enchufó la verga hasta el fondo de mi vagina. La embestida fue brutal y mi cuerpo se estremeció, no tuvo compasión, y sus envites fueron cada vez más fuertes. Afortunadamente mi vagina ya estaba bien lubricada de lo excitada que estaba durante el viaje pensando en lo que me esperaba ese fin de semana. Mi vagina se acostumbro inmediatamente al ritmo de su cogida y la verdad es que al cabo de unos segundos estaba disfrutando como una ... y casi en seguida empecé a tener un orgasmo delicioso. El chico me cogía con una violencia terrible, con lo que no tardó mucho en correrse, inundando mi vagina con unos tremendos chorros de leche.

Al acabar la faena, me incorporé y me di la vuelta, intentando relajarme un rato, pero enseguida se acercó un chico pequeño y moreno totalmente erecto agitando un papel en la mano con el número 2. También estaba excitadísimo y me agarró de la cabeza y me puso de rodillas, diciendo: ­ Cómeme la verga, pedazo de ..puta Y acto seguido me metió su tronco hasta el fondo de la garganta. La verdad es que más que haciéndole yo una mamada , lo que estaba es él cogiéndome la boca. A estas alturas me encontraba tan caliente que cualquier cosa que dijeran o hicieran lo único que provocaba era excitarme mas. No pasaron ni dos minutos cuando sacó su verga y agarrándolo con fuerza con su mano derecha, se lo empezó a menear delante de mi cara, la cual recibió sus terribles descargas. Los chorros que cayeron dentro de mi boca me los trague sintiendo un gran deleite al hacerlo. Inmediatamente con mis dedos arrastre hacia mi boca el semen que me había caído en las mejillas y la comisura de los labios para luego tragármelos también mientras me chupaba los dedos.

Obviamente todo esto resulto todo un  espectáculo que encendió aun mas el ambiente. Los otros chicos también fueron pasando hasta llegar al número 23. Algunos se conformaron con que se la mamase y luego correrse en mi boca para que me tragara su semen, aunque la mayoría quiso penetrarme y correrse dentro de mi. Ni hablar de la cantidad de orgasmos tuve, fueron tantos que perdí la cuenta Al acabar esta primera ronda, yo ya había tragado bastante semen y tenía la cara empapada y mi vagina completamente llena de semen. Los chicos, después de haberse descargado a gusto sobre mí ya se habían tranquilizado un poquito y varios se acomodaban en los sillones viendo la tele, fumando y bebiendo.

Los primeros en cogerme ya me estaban mirando con interés otra vez, pues ya había pasado bastante tiempo desde que se vinieron. Aproveché para ir al baño a lavarme un poco. Cerré la puerta, pero me di cuenta que no tenia cerrojo para impedir que entrasen desde fuera, con lo cual, y en el momento en que me lavaba la cara, dos chicos entraron el cuarto de baño. Uno era Luis, el que había sido el primero en cojerme muy rico, y el otro era un chico también bastante guapo llamado Paco, que había sido el quinto o el sexto, creo. Cerraron la puerta tras de sí y se pusieron cada uno a un lado mío, pasando sus manos por mis nalgas. Yo hice como si no me enterase de nada y seguí de espaldas, ligeramente inclinada hacia delante mirándome en el espejo. Los toqueteos empezaron a ser cada vez más descarados y mirando de reojo pude notar como Paco tenía la verga tiesa como una estaca. Los dos chicos empezaron a sobarme la rajita , que ante los continuos toqueteos no tardó en mojarse de nuevo. Sus dedos comenzaron a meterse en mi vagina y mi calentura llegó a límites casi insoportables. No aguanté más y les dije casi desesperada y con deseo: ­ Cojanme de una vez, hijos de .Puta Dicho y hecho. Al oír mis palabras, Paco agarró su verga con una mano y con la otra separó mis nalgas, empezando a meter la punta de su capullo para acto seguido bombear con fuerza. Mientras tanto Luis no perdía el tiempo y me besaba como un poseso recorriendo con su lengua todos los rincones de mi boca, mientras sus manos estrujaban mis tetas como si quisiera exprimirlas. Al cabo de un rato fue Luis el que cogió el relevo de su compañero en mi vagina, ocupándose Paco de chuparme los pezones. Los dos chicos se turnaban perfectamente para cogerme desde atrás y yo lo estaba disfrutando con ganas. Con la gran cantidad leche que todavía quedaba en mi vagina las sensaciones del mete y saca eran mucho mas excitantes. Cada uno no pasaba más de dos minutos dentro de mí, y enseguida su compinche tomaba el relevo, con lo que mi vagina no estaba desocupada ni un solo instante. Con estas embestidas tan fuertes que me estaban dando empecé a tener un orgasmo riquísimo. El que me estaba penetrando seguía metiendo y sacando. La intensidad del orgasmo era increíble y ni bien termino este logre alcanzar otro. Mis gemidos iniciales de placer pronto se convirtieron en auténticos gritos, lo que atrajo la atención de otros dos chicos, que entraron en el baño con la intención de sumarse a la fiesta. ­ Esperen ahí protestó Paco cuando vio que se disponían a entrar­, primero vamos a acabar nosotros con ella y luego se la pasamos. Hablaban de mí como si fuese mercancía , un simple objeto de placer para ellos, ¡Me excitaba mucho más!. Al ver que los dos chicos se ponían impacientes, Paco y Luis aumentaron el ritmo de sus envistes. El primero en venirse fue Paco, lo hizo dentro de mi vagina, que a aquellas alturas ya estaba renvalsándose su leche. Menos mal que estaba tomando la pastilla anticonceptiva, si no seguro que de alguno me hubiese quedado embarazada. Luis se empeñó en venirse dentro de mi boca, y tuve que tragar con deleite otra buena ración semen. Los dos chicos quedaron exhaustos, uno sentado en el borde de la bañera y el otro en la taza del inodoro.

Yo no podía descansar, pues los otros dos entraron y me llevaron en brazos al salón. Algunos chicos dormían recostados en los tres sofás que había en la sala y otros se habían retirado a las habitaciones, pero había bien despiertos. Al verme llegar un grupo de ellos se acercaron y el chico que me sostenía me dejó en el suelo. Enseguida me vi rodeada por unos siete u ocho chicos. El que me había traído en brazos le dijo al resto: Eh, tranquilos que ahora me toca a mí. Voy a darle por el culo. Su frase hizo estremecerme. Habían pasado unas tres horas desde el comienzo de la orgía, pero a nadie se le había ocurrido aún esa idea. A mí me excitaba, pues me encanta el sexo anal. El chico me puso a cuatro patas sobre el suelo. Se metió el dedo índice en la boca y lo empezó a meter lentamente en mi culito. Cuando lo tuvo todo dentro, lo sacó y lo volvió a introducir. Con dos dedos metidos ya notaba como mi agujerito se iba dilatando. Los otros siete chicos que contemplaban la escena no se perdían detalle, esperando a que les llegase su turno para disfrutar. El otro ... seguía metiendo sus dedos y ya tenía todos dentro, menos el pulgar. Al ver que la dilatación ya era importante se decidió a probar con su verga, animado además por los otros chicos que le decían que me cogiese de una vez, que estaban deseando que me partiesen el culo, que era una ... y otras lindezas. Después de la metida que me había hecho en el culo, no tuvo demasiadas dificultades para introducirme toda su verga. Sus manos apretaban con fuerza mi cintura, mientras su herramienta golpeaba brutalmente mis intestinos, haciéndome sentir una cascada de sensaciones que me tenían en éxtasis. Al cabo de un rato el chavo empezó a aullar como un lobo y, agarrándome aún con más fuerza la cintura, descargó dentro de mí unos buenos chorros de leche. Podía sentir claramente a su verga al estar descargándose. Me hecho una cantidad increíble de leche dentro de mi culito. Esa sensación proporcionada por las palpitaciones de su verga al estarse viniendo y de sus chorros recorriendo mis intestinos hicieron que tuviera un orgasmo muy delicioso. Cuando se descargo se levantó con su verga empapada de su semen, los otros le aplaudieron, como si acabasen de asistir a un gran espectáculo. Todos estaban completamente erectos y no tardaron ni cinco segundos en volver a llenarme el culo con carne de verga. Obviamente la idea de su amigo había sido bien acogida por todos y uno tras otro fueron castigando mi ano con sus duros penes, llevándome a un estado de éxtasis difícil de describir. No tardó en correrse la voz por toda la casa de lo que estaba pasando y a la fiesta se unieron bastante más chicos de los ocho que había en un principio. Mi culito estuvo recibiendo vergas durante más de tres horas. Los chicos no se cansaban e incluso los que ya se habían corrido dentro volvían a metérmela con más ganas. Les dio una auténtica obsesión por encularme y mis intestinos se fueron llenando de leche hasta un punto tal que ya no me entraba mas, y la leche se me salía por mi agujerito resbalando por mis piernas y cayendo en el suelo. Menos mal que no había alfombras en la casa. Javier las había retirado previendo lo que iba a pasar.

Como a las seis de la mañana los chicos se tranquilizaron definitivamente y se empezaron a acomodar en cualquier sitio para intentar dormir algo. Yo me quedé tirada en el suelo, con una sensación de tener el culo lleno. Las enculadas habían sido espectaculares y estaba agotada y con un sueño tremendo. Javier se acercó a mí y me llevó en brazos a su habitación. En el suelo había tres chicos acostados y en la cama dos. Como pudo me hizo un sitio en la cama y él se fue para el salón, quedando yo tumbada allí intentando descansar antes de que mis machos se empezaran a despertar. Pero nunca podía descansar mucho ya que siempre había por lo menos un macho con su verga bien dura que me sacaba de mi sueño penetrándome por donde le daba la gana. Y así estuve todo el fin de semana haciendo todo tipo de cosas entregada por completo a mis 23 machos. Hacia todo lo que me pedían. Como Javier sabia que me gustaba la leche de macho, no se le ocurrió mejor idea que juntar la leche de todos en un enorme vaso de vidrio, así que pase de pene en pene ordeñándolos la leche a todos sin excepción, inclusive a algunos se las ordeñaba dos veces. Cuando se lleno el vaso todos hicieron un circulo a mi alrededor para no perderse ni un detalle de cómo me tragaba hasta la ultima gota. No se si fue por el ambiente morboso del momento pero sentía que sabia deliciosa, y no lo digo de broma. Su aroma fuerte y penetrante mas su espesura al pasar por mi gargantita era un deleite para todos mis sentidos. Fue una fin de semana de sexo y sexo. La lujuria fue total. Incluso en las pocas horas que podía dormir tenia una verga clavada en mi conchita o en mi ano. Estaba tan entregada a la lujuria que a veces era yo la que pedía mas verga cuando me sentía un poquito abandonada por los chicos. Y como lo bueno hay que repetirlo, hemos decidido volverlo a hacer. Javier me advirtió que como se corrió la vos de lo buena que estuvo la orgía mas chicos se apuntaran para la próxima, con lujo de detalles todo lo que me paso ese fin de semana y nos excitamos tanto que terminamos haciendo un 69 espectacular.

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