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Mis cuentos inmorales. (Entrega 25)

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Me llamo Félix, tengo 45 años y quiero contaros como un hombre puede pasar de la desesperación más terrible y a punto de suicidarse, a la felicidad más completa en muy poquito tiempo. Es imprescindible que se sepa algo de mi personalidad para llegar a comprender las reacciones que se van a contar en este relato.

Soy un hombre conservador, muy de derechas. Con unos conceptos de convivencia social muy definidos basados en el respeto, en la disciplina, el orden la moralidad, y sobre todo, fiel cumplidor de los preceptos que nos manda nuestra Santa Madre la Iglesia Católica. Estos son a grandes rasgos mis parámetros para andar por la vida.

Profesional de la informática bastante cualificado, adjunto a dirección de una multinacional y con unos ingresos netos de 145.000  euros al año, más gastos de representación en mis viajes continuos por el mundo, pero sobre todo por Centro América.

Me casé tan enamorado de Rosa a los 25 años, que todo mi mundo se eclipsó ante ella. Era mi universo, mi cosmos, nada era comparable con Rosa... Pero...

... Pero Rosa. Aquel capullo encarnado por el que mis sentidos perdieron toda su perspectiva, se tornó en una hiriente flor que en el corazón me clavó todas sus espinas.

Me puso un ultimátum: o nos íbamos a vivir a un chalet en Puerta de Hierro y la compraba otro en Marbella para pasar los veranos, o me dejaba. Lo terrible es que Rosa henchida de razón, me hizo tal cantidad de reproches sobre mi comportamiento que no supe reaccionar ante tamaña injusticia. ¡Juro por Dios! que sólo vivía para ella. Después comprendí que para hacer feliz a una mujer como Rosa no es suficiente vivir sólo para ella, hay que vivir también para sus caprichos.

¡Imposible! Hice números y lo que ella me pedía más los servicios que tal demanda requerían, me suponían unos gastos de unos 24.000 € el mes. Se lo hice saber con la esperanza de que lo comprendería y solo obtuve de ella, una terrible respuesta:

-Ah, tú sabrás lo que haces, pero tengo quién me ofrece eso y más.

Ver en su rostro la dureza del pedernal y la veracidad de su amenaza que sólo pude derramar dos lágrimas que sin poderlo evitar se me deslizaron por mis lagrimales.

Caí en tal espantosa depresión que sólo veía una salida a mi horrible crisis. ¡Ay! que ver como se puede perder esa profunda fe que crees tener y tus convicciones religiosas en un segundo. Yo, al borde del suicidio por un amor que aún sabiendo del que no era merecedor, no podía apartarlo de mis esperanzas ¡Pobre de mí!

Mi empresa "El ABC del PC" que así se denominaba, me pidió que sin demora fuera a Santo Domingo para entablar relaciones comerciales con un compañía nacional que se iba a establecer en la República Dominicana.

Pensé que era la situación ideal para llevar a cabo mi proyecto de suicidio. Quedaría bien con mi empresa y después de solucionar mis cometidos me suicidaría. ¡Qué mejor que en El Caribe! Lejos de todo lo que me angustiaba; una simple nota a la empresa y al juez y ¡hala! para el "otro barrio".

Decidí instalarme en el hotel Marien Coral by Hilton de Puerto Plata localidad paradisíaca de Playa Dorada. Estaba absorto conmigo mismo cuando sentí que llamaban a la puerta de mi habitación.

-Sí.

-Hola señor. Soy la camarera y le traigo lo que ha pedido en la cafetería.

Ya ni me acordaba. -Pase, pase, por favor.

¡Coño! ¡Qué pedazo de tía! 1.75 de estatura. Aquellos pechos no eran normales; ninguna mujer tiene el pecho perfecto. ¡Juro! que esta niña si los tenía. La hermosura de su rostro era tal, que era casi imposible poder apartar la vista de aquella boca, ojos y cabellos. Eran como imanes que irremisiblemente te atraían. Lo que soy incapaz de describir son sus caderas, tafanario y muslos; ¡irrealizable! Me pierdo entre ellos.  

¡De repente una luz misteriosa se encendió en mis tegumentos! ¿Y por qué no "me suicido" entre los muslos de esta hembra?

Elsa es su nombre. Me hizo el amor en una dimensión desconocida. Con mi ex mujer, Rosa, nos limitábamos a la postura del misionero y ¡pare usted de contar!

Con Elsa descubrí que el amor va mucho más allá de las fronteras que yo lo limitaba; que el amor de una mujer como ella es cósmico, galáctico, astronómico... extra terrestre.

Después de una felación que extrajo de mi cuerpo todas las vitaminas que lo sustenta, y de mi alma todas los espíritus que la atormentaban, mirándome a los ojos con una expresión que me transportaba, y que semejaba a la virgen más pura en su candidez, me dijo:

-Félix, Sería para ti una esclava, tu cautiva, tu prisionera, si me llevaras contigo a España.

La puse dos dedos en su boca para que callara.

-¡Por favor! Elsa. Qué no soy ningún tirano.

-Además, dijo muy dubitativa y temerosa. Si también pudieras llevar contigo a mis primas Sara y Vera te adoraríamos como al dios Oaxaca y Teojomulgo.

¡La madre que me parió! Cuando Elsa me presentó a sus primas se me cayeron al suelo "todos los palos del sombrajo".

Hoy soy el hombre más feliz del mundo. La empresa me ha doblado el sueldo y me ha nombrado director comercial. Elsa, Sara y Vera viven en mi piso de la Castellana de 300 m2, de Madrid; cada una en su habitación. Mi casa no es una casa, es el paradigma de lo bello, lo celeste, la limpieza, la organización.

Las tres besan por donde yo piso. Mando a sus respectivas familias de Santo Domingo 500 euros cada mes, y a ellas les doy mil euros al mes para sus gastillos.

Sólo les he pedido un favor: que me dejen respirar un poco; que no las puedo follar a las tres todos los días. Son tan comprensivas las pobres, que me tienen tan sobrealimentado que estoy engordando unos kilitos. Soy el hombre más feliz del mundo.

 

Epílogo

Me ha dicho mi confesor que me voy a condenar al fuego eterno por vivir en pecado mortal. ¡Pero coño! Más mortal era el suicidio que Dios ha evitado gracias a la fe que le tengo.

A mi ex mujer, le he puesto un telegrama con una sola palabra.

¡Perreeeeeefffffff,

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