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Rocio y yo (2ª parte)

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Aunque no ha pasado tanto tiempo, me parece que fue hace una eternidad el día famoso en que empecé relaciones con Rocío, en casa de su amiga Ana.

Mi carácter no ha cambiado, sigo siendo tímido, deportista, ya no tan puritano (qué remedio) y bastante casero.

La que si ha cambiado es mi hermana. Es alegre, como siempre, guapísima, por supuesto, pero ahora, es super responsable y, además, muy celosa. ¡Quién lo iba a decir! Se ha convertido en una verdadera "amita de su casa", trabaja, me tiene siempre todo preparado, me cuida y es una auténtica fiera en la cama. Me dice que si tengo en casa "todo lo necesario", no tendré que buscarlo fuera, y que si se me ocurre ponerle los cuernos, me corta todo lo que me cuelga.

Ante tales argumentos, ni se me ocurre sele infiel. De todas formas, tampoco podría, la quiero tanto que casi duele.

Creo haber comentado los problemas que supuso nuestra decisión y el cuidado que tuvimos que tener ante todo el mundo, sobre todo con Bea, nuestra hermana mayor y con nuestros padres. Afortunadamente, fuimos lo suficientemente discretos y nadie se dio cuenta de nada.

Fueron pasando los años de universidad y sólo follábamos cuando estábamos solos en casa y sabíamos que nadie iba a venir, o en el coche de mi hermana cuando me lo dejaba algún que otro día.

Se nos hizo difícil de soportar, parecíamos frailes con esto del celibato, pero más difícil fue cuando me fui a vivir fuera por cuestiones de trabajo (ya dije que planificado por ella) y sólo la veía cuando volvía a casa de visita.

En estas ocasiones mi madre no me dejaba ni a sol ni a sombra, soy su "niñín", y quería estar siempre conmigo, al igual que mi padre. Que qué tal me iba en el trabajo, que si comía bien, que quién me lavaba la ropa, que si salía con chicas (ten cuidado hijo, que son todas unas lagartas), etc, etc...

Así que, cuando Rocío aprobó las oposiciones y la destinaron a mi ciudad (todo calculado), mis padres fueron los primeros en insistir en que viniera a vivir conmigo, ya que así, habría en casa una mujer que me cuidara. Ellos mismos la acompañaron aquí para comprobar todo y ayudar a mi hermana a instalarse. ¡Ay, si supieran...! Así las cosas,  al principio nos dedicamos a recuperar el tiempo perdido, de tres o cuatro polvos diarios no bajaba, nos habíamos convertido en verdaderos expertos del sexo oral, conocíamos nuestros cuerpos de memoria, palmo a palmo, pero siempre era nuevo y sorprendente para nosotros. Si a los 15 años Rocío hacía unas mamadas de campeonato, ahora era ya el summun...

Me cogía la polla con una o dos manos, me pajeaba la piel del prepucio y daba pequeños lengüetazos en la punta. Luego me hacía cosquillas en la parte inferior del capullo, la más sensible, y se la metía de golpe hasta la garganta. Un suave mete saca, pajeo rápido con la mano y se la sacaba de la boca. En este momento siempre me miraba con cara de vicio y sonreía, satisfecha, al ver el efecto que me producía. Unos golpes con el glande en la lengua, con la boca abierta, y vuelta a empezar.

Casi siempre conseguía que me corriera y, siempre, se lo tragaba todo, limpiándome posteriormente, dejándome el instrumento como una patena.

Aquí empezaba mi dulce venganza... Me lanzaba sobre sus tetas como un poseso. Las tetas de mi hermana son alucinantes. Para la estatura que tiene, un poco menos de 1,70,eran perfectas, firmes, suaves, nada caídas, en fin, me volvían loco. Yo siempre he sido de la teoría de "la buena teta que en la mano quepa, pero ante la duda, la más tetuda" Rocío cumple esta máxima a la perfección. Tenía además unos pezones preciosos, de color rosado y muy sensibles. Ha llegado a correrse con sólo sobarle el pecho.

Mordía esos pezones con suavidad, los cogía, los dos a la vez, con los índices y pulgares y los frotaba entre los dedos, se endurecieran inmediatamente y luego ampliaba el giro de mis dedos para abarcar toda la areola. Vuelta a chupar y morder. A estas alturas, Rocío, jadeaba y gemía, segregando jugos y desando tenerme dentro. Siempre intentaba pasar una pierna entre las mías para frotarse el clítoris con mi muslo, me besaba la oreja, metiéndome la lengua en el oído. Me producía un escalofrío de placer que iba de la nuca hasta la rabadilla y conseguía que mi campeón reaccionara de inmediato. Me lo cogía y empezaba a menearlo con mano experta.

¡Ah no, no iba a consentir que me hiciera una paja sin haber disfrutado ella! Viajecito desde las tetas hasta el coño con parada obligada en el ombligo.

¡Hostias, se había puesto un "piercing"! Jugueteaba con la bolita del pendiente mientras la iba preparando, con suaves caricias por las ingles, el vello púbico, el perineo pero sin llegar a tocar su deseada rajita.

Cómo se iba poniendo... ¡Cómo una moto! Bajaba, dejando un rastro de saliva, hasta el coño. ¡Con qué ansia me esperaba! Recorría con mi lengua toda la zona, de abajo a arriba y se la metía en la vagina lo más hondo que podía.

Tenía un sabor suave, algo agridulce, que me encantaba. Recogía todo el líquido que podía para saborearlo e intentaba evitar, a toda costa, tocarle el clítoris.

Cuando estaba al borde del orgasmo es cuando lo cogía con los labios y lo succionaba y frotaba entre la lengua y los dientes. Siempre lo conseguía...

-AAAAAAAA AAAAAAAAHHHHHHHHHH HHHHHHHHHHHHHHH HHHHHHHHHHHH- ¡Que corridas! ¡Eran apoteósicas!  Seguía chupando y chupando para prolongar el éxtasis y ella, siempre, encadenaba un orgasmo tras otro -AAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH HHHHHHHHHHHHHHH -AHH AAHH AAHH AAHH -AAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH HHHHHHHHHHHHHHHHH -AAHH AAHH AHH AAAHHH AAHH AAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH HHHHHHHHHHHHHHH Me encantaba... Era el momento aprovechado para subirme encima y clavársela hasta los cojones, sin haberle dado tiempo a recuperarse.

Le hacía un poco de daño al llegar al fondo y seguir empujando para meterla completamente, me decía que le iba a sacar el útero por la boca y yo me disculpaba (de cachondeo) por tenerla un poco grande. La besaba para que se saboreara a sí misma, y empezaba un rápido mete saca para no perder el tono.

La ponía a cuatro patas y se la metía por detrás. Entraba hasta que las pelotas golpeaban contra ella y alargando la mano le frotaba el clítoris...

-AAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH HHHHHHHHHHHHHHHH -AAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH HHHHHHHHHHH AH AH AH AH Sus orgasmos se iban sucediendo y empezaba a soltar tantos jugos como si se hiciera pis. Lo ponía todo perdido. Aprovechaba para dilatarle un poco el ojete y se la metía en el culo. Con tanto líquido entraba de maravilla, aparte de que ya estaba acostumbrada (la primera vez que lo hicimos por ahí, casi me rompo la polla y ella estuvo escocida una semana. No podía ni andar) El mete saca se hacía más  y más rápido y eyaculaba dentro, echando todo lo que me quedaba - NNNNNNNNN NNNNNNNN NNNNGGGGG GGGGGGGGGGGGGGGG - AAAAAAAAAA AAAAAAAAAHHHHHH HHHHHHHHHH HHHHHHHHHHH Caíamos derrotados en la cama (o donde estuviéramos en ese momento) y procuraba seguir acariciándola, besándola, haciéndola ver que me importaba y no era sólo un objeto sexual. A las mujeres le suele gustar mucho eso y les molesta que, tras terminar un polvo, nos demos media vuelta.

Se iban sucediendo los meses, de vez en cuando, íbamos a Madrid a ver a nuestros padres y hermana, durante algún fin de semana. Allí, como es natural, nos comportábamos normalmente, contábamos nuestras andanzas, cómo nos iba, etc..., y al volver, el domingo por la tarde, nos recuperábamos de la abstinencia obligada.

Así hasta que...

- Luis, tengo que darte una pequeña sorpresa. Aunque no sé si te va a gustar. - No soy muy amigo de sorpresitas, pero viniendo de Rocío, seguro que era algo bueno.

- ¿Ah sí? ¿Y que es? Porque no será nada malo ¿Verdad? - - Hombre, tanto como malo... Depende de cómo se mire. - Glups, aquello pintaba raro...

- ¿No te habrán trasladado y te tienes que ir, eh? - No, no, que va... Si me pasa eso, me pego un tiro. ¡A ti te iba a dejar sólo! Es otra cosa... - - ¡Joder, tía, venga. ¿Qué ha pasado? - Me estaba empezando a mosquear.

- Bueno... Nada que no sea normal... Sólo que... - - Coño, Rocío, arranca de una vez ¡Ni que te hubieras quedado preñada! - - Pues mira, pues ya que lo dices, sí, me he quedado embarazada. - - ¿Como? ¿Que? ¿Embarazada? ¡Coño! ¡Joder, joder, joder! ¿Embarazada? ¡Imposible! ¿Estás segura? - - ¿Segura? ¡No, que va! ¡Como soy gilipollas! - - ¡Pero... No puedes estar embarazada! - Hostias, hostias. La que se nos venía encima. No podía ni hacerme a la idea.

¡Nosotros no podíamos embarazarnos! ¡Los hermanos no se embarazan! (Claro que, pensándolo, tampoco suelen follar) - ¡Joder, tía! ¿Seguro? ¡Joder! ¿Y es mío? - PLAF. La leche que me dio me volvió la cara del revés.

- ¡Gilipollas! ¡Hijo de puta! ¡Todos sois iguales! ¡Cabrón de mierda! ¡Te van a dar por el culo! ¡Maricón! - ¡Coño, como se puso! Empezó a llorar desconsoladamente y salió corriendo del cuarto de estar. Se metió en nuestro dormitorio y cerró de un portazo que casi tira la casa abajo. ¿Y ahora, que hacía yo? ¡Me cago en mi puta vida y en mi puta calavera! ¡Un crío! ¿Que coño hacemos con un crío? Me hubiera querido cortar la polla a rebanadas. Ya le notaba yo algo rara últimamente...

Sin embargo, lo que hice fue ir a la puerta de la habitación y llamar suavemente.

- ¿Rocío? ¿Rocío? - No me contestó y solo oía sus hipos y sollozos. Giré el pomo de la puerta y se abrió, no había echado el pestillo. Entré despacio, mi hermana estaba tumbada boca abajo en la cama y con la cara entre las manos, lloraba quedamente. Me acerqué a ella y me senté a un lado, le acaricié el pelo y la espalda - Rocío, anda, perdona. Lo que he dicho ha sido una gilipollez, lo sé, pero ha sido por la sorpresa. ¿Cómo iba a imaginar que estabas embarazada? - - ¡Déjame en paz! Eres un cabrón. No sé ni cómo has podido soltarme eso. - La seguía acariciando el pelo, metiendo los dedos entre su mata rubia, rascando suavemente la nuca...

- Venga Rocío. Si sabes que no ha sido en serio. Sabes que no hay nadie más que tú. Te quiero con toda mi alma, lo sabes y siempre estaré a tu lado - Se dejaba acariciar, mis palabras la iban tranquilizando. Me estiré a su lado, la seguía pidiendo perdón por mi conducta, empecé a besarle la nuca, el cuello y las orejas.

Al principio, ella intentaba apartarme pero, poco a poco, iba cediendo y dejando de llorar. Fui un poco más lejos, introduje la lengua en el oído y le sobé un poco el culo por encima de la falda.

Volvió la cara hacia mí, aproveché para besarle los labios, primero con suavidad para más tarde intentar meterle la lengua en la boca. Buscaba su lengua, mordía sus labios e intentaba recoger las lágrimas que le surcaban el rostro. Ella suspiraba, hipaba e iba girando el cuerpo, dándome el frente. Empecé a desabrocharle los botones de la blusa, introduciendo la mano para sobarle el pecho por encima del sujetador.

A través de la tela pude comprobar cómo se estimulaban y erguían sus pezones, aproveché para soltarle el sostén y tocar directamente su piel de seda. Ya lo he dicho, pero... ¡qué tetas tiene mi hermana! Le bajé la cremallera de la falda y se la fui quitando mientras la tocaba, arrastrando con ella su ropa interior.

Sin más preámbulos la puse boca arriba y metí la cabeza entre sus piernas, empezando a comer ese conejito que tanto placer me había dado. Estaba un poco seco pero, ante mi estímulo bucal, se lubricó rápidamente, sus sollozos se transformaron en gemidos de placer, estaba totalmente rendida a mí, le metí un dedo en el culo mientras le chupaba el clítoris y sucedió lo inevitable - AAAAAAAAAAAHHH HHHHHHHH AH AH AH AH AAAAAAAAA AAAAHHHHHHHHH - - Coño, que cabrón soy - Pensé en ese momento. Como había salvado la situación. Pasé de ser villano a héroe en un pis pas.

Tenía que rematar la faena. Me quité el pantalón a todo meter y situándome encima de ella con mucho cuidado se la metí de un sólo viaje.

- ¡AAAAHHHHHH! Té quiero - Beso - Te quiero - Beso - Dímelo, dime que me quieres - Beso. Evidentemente estaba enamorada de mí.

- Shhh, no hables, ya sabes que te quiero. Te quiero más que a nada - La besé cariñosamente, sabía que se iba a correr otra vez, lo notaba en cómo levantaba los pies de la cama, flexionando y subiendo más las piernas.

Aceleré para llegar al mismo tiempo, cogí con ambas manos sus tetas pellizcando fuerte los pezones y cuando sentí su orgasmo, di las últimas embestidas para lograr el mío...

- AH AH AH AH AHHH AAAAAHHHH AAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAHHHHHHH HHHHHHHHHH AH AH AH - No sé ni cómo recordé su embarazo en ese momento, se me había ido el santo al cielo, me quité de encima rápidamente, dándole besitos en los labios y suaves caricias en el pecho.

- Bueno, preciosa. Si estás embarazada, no pasa nada. Yo voy a estar a tu lado siempre y respetaré cualquier decisión que tomes. - - Eso es lo que necesitaba oír y no las chorradas de antes. Ahora estoy muy sensible ¿sabes? ... - Buf, había pasado la tormenta; bueno, la tormenta de la bronca (Rocío tiene un genio...), pero ahora venía lo peor. ¡Cómo nos íbamos a enfrentar a esto! Me dio la sensación de que yo iba a pintar muy poco en las decisiones sobre el asunto, al menos de momento, por lo que lo mejor era estar calladito y no mencionar el tema. A no ser que me preguntara.

Estuvimos un rato en silencio, dándonos pequeños besos y caricias pero cada uno en sus pensamientos.

- ¿Y si abortara? - me dijo de repente. Me pilló un poco de improviso, aunque era el pensamiento que yo tenía in mente.

- ¿Abortar? - Tenía que ser muy prudente en mi contestación, las mujeres son imprevisibles en esos momentos...

- No sé... No me parece una buena idea... Siempre te lo reprocharías... No sé... - Pensé que había que adoptar la postura de abogado del diablo, no fuera a creer que estaba deseando que lo hiciera.

Sin embargo, también sentía un cosquilleo de satisfacción, había demostrado mi virilidad. Cuando a uno le dicen que va a tener un hijo, se siente más hombre. Ya empezaba a dudar yo también de qué era lo mejor.

Ambos éramos contrarios, por principios y educación, a la idea del aborto, pero claro, no nos habíamos encontrado nunca en semejante situación y se nos hacía difícil tomar la decisión que, por otra parte, era la más lógica.

Pensándolo bien, lo que no entendía es cómo no había pasado antes, tomábamos bastante pocas precauciones... Pero, entre que si lo dejamos para mañana, o mejor, para pasado, lo que se pasó fue el tiempo...

Las 16 semanas de plazo se fueron en un suspiro y ahí, sí que se nos acabó el chollo. ¡Y ahora qué hacíamos! ¡Joder, joder! Y, naturalmente, lo que tenía que pasar, pasó...

Un día de invierno, a media semana, apareció Bea. Fue una visita no planificada, venía a pasar un par de días a nuestra ciudad , por trabajo, y no le dio tiempo a avisar con antelación así que, nosotros, tampoco pudimos poner la casa en orden (dormíamos juntos y eso se nota) Al abrir la puerta y encontrarme a mi hermana, casi me da un infarto, peor que cuando Rocío me dijo lo del embarazo. Me puse pálido como un cadáver e intenté componer una sonrisa de alegría. Me debió de salir fatal.

- ¡Bea! ¡Que sorpresa! ¿Que haces aquí? ¿También han venido los papás? - Lo que faltaba... ¡Eramos pocos y parió la abuela! - ¡Uy chico, ni que hubieras visto un fantasma! ¡Estás pálido! No, los papás no han venido, solo yo, a pasar dos días. Por el curro, ya sabes. ¿No os importa, verdad?. Si andáis apurados de sitio, yo duermo en el sofá, no me molesta. ¿Seguro que estás bien? ¡Tienes una cara horrible! - No me dio tiempo de avisar a Rocío que estaba en el cuarto de estar viendo la tele. Desde allí gritó...

- Luis ¿Quien es? - Bea salió disparada a ver a su hermana, dejándome la maleta en la puerta.

Intenté responder - ES BEA - pero se me adelantaron.

- Rocío, qué alegría... ¡Pero Rocío! ¡Coño! ¿Esto que es? ¡Estás embarazada! ¡UUyyy, cuando se enteren tus padres...! - Aparecí por allí con cara de... ¡No sé ni que cara llevaba!  Lo que sí llevaba eran las pelotas de corbata. - ¡La hemos jodido! - No cesaba de repetirme. - Con lo bocazas que es Bea - Mi hermana mayor era un encanto, pero tenía ese defecto. A sus 30 años no había aprendido a tener la boca cerrada... Así le lucía el pelo. Era un portento en estudios y trabajo, ejecutiva de una multinacional americana, estaba como un queso de buena, pero con los hombres lo llevaba de pena. Ya estaba divorciada y se había enrollado con un buen montón de tíos, sin decidirse por ninguno, o ninguno se decidía por ella debido a su piquito de oro. ¡Era la chismosa número uno! Tenía una facilidad pasmosa para cagarla en los peores momentos.

¡Y ahora, había visto a Rocío embarazada! Lo dicho ¡La cagamos! De repente, caí en la cuenta de que no tenía porqué imaginarse que el niño era mío. A lo mejor, dentro de lo malo, no salíamos tan mal parados...

Rocío se había quedado muda de espanto. Lo último que podía imaginar es ver a Bea en casa y que la encontrara así, con esa barriga. Como estábamos solos en ese momento, estaba vestida con una camiseta y bragas, notándosele perfectamente la tripa, que ya iba para 5 meses...

- Claro, ya decía yo que no veníais a Madrid hacía mucho. ¡Qué coño ibais a venir! ¡Con ese regalito! ¿Y no decías que no tenías novio, mona? Porque esto seguro que no ha sido el Espíritu Santo... - Dios mío, Dios mío, Dios mío, que no se dé cuenta. Prometo ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar. Prometo dejar de fumar. Prometo no beber... Pero que no se dé cuenta de nada...

Vana ilusión.

Rocío, mi queridísima Rocío, con todo lo lista que era,  metió la pata hasta el fondo. No se le ocurrió otra cosa que hablar en plural mirándome a mí...

- No, no, si nosotros no pensábamos que nos pudiera pasar... - No le dio tiempo a terminar la frase, Bea salió zumbando hacia nuestra habitación, fue al cuarto de baño, volvió a la habitación, fue al otro baño, a la "supuesta" habitación de Rocío (convertida en despachito), a la tercera habitación (con una cunita ya instalada) y vino como un meteoro al salón.

Tenía la cara demudada - ¿¿¿PERO ESTO QUE ES??? ¿¿¿ESTAIS LOCOS O QUE??? ¿¿¿Y ESTO DESDE CUANDO??? - Yo, yo, yo... - Rocío era incapaz de articular palabra...

- ¿¿¿TU QUE??? - Como siguiera gritando de esa manera se iban a enterar hasta en Tegucigalpa.

Aquí tuve que intervenir, intentando salvar la situación - Bueno Bea, tampoco es tan grave que esté embarazada. Ya es mayor de edad... - - ¡¡NO ESTOY DICIENDO QUE ESTÉ EMBARAZADA, SINO DE QUIEN, IMBÉCIL!! ¡Joder, coño, joder! No había colado. Pero tenía que hacerle ver lo absurdo de su pensamiento...

- ¡Y yo que sé! Ya se lo pregunté una vez y me mandó a tomar por culo. - No había mentido mucho, sólo había omitido una parte de aquella conversación...

- ¡Oye Luis! ¿ Te crees que soy gilipollas?. Aquí vive una pareja ¡Pareja de las que follan, no pareja de hermanos! Y tú, niña ¿Estás bien de la cabeza? Puedo entender que este cretino se quiera ir a la cama contigo, ¿Pero tú? ¡No me lo puedo creer! - Opté por callarme, no fuera a joderla más.

Rocío, ante lo inevitable, se puso a llorar (qué facilidad de lágrima tenía últimamente...) Acabó confesando todo. Cómo se había enamorado, cómo me sedujo, cómo habíamos venido a parar a esta ciudad... En fin, todo.

Bea alucinaba, no podía dar crédito a las palabras de su hermana. La echó un sermón impresionante sobre moralidad, incesto y no sé cuantas cosas más...

Acabó poniéndonos "a parir", nos amenazó con contarlo a nuestros padres, con los fuegos del Averno, con todas las desgracias del mundo y, cogiendo su maleta, se fue.

Imaginaros cómo nos quedamos los dos, allí solos, como pasmarotes.

Abracé a mi hermana, no paraba de llorar, no sabía qué decir para consolarla, se nos había venido el mundo encima. Ella no paraba de repetir...

- Los papás. Bea se lo va a decir a los papás... Luis... ¿Qué vamos a hacer? - ¡Y yo qué sabía! Estaba anonadado, no se me ocurría nada. Cuando mis padres se enteraran, se morían. ¡Mi madre! ¡Con lo beata que es! ¿Y mi padre? ¡Seguro que nos mataba! ¡Seguro! Ya me imaginaba los ataúdes, cirios, velatorio...

- ¡Ya sé! Voy a buscar a Bea y la convenzo de que no diga nada. - Le dije a Rocío para calmarla...

- ¿Y cómo la vas a buscar? No sabes dónde ha ido... Además, ya has visto cómo se ha puesto... ¿Qué le vas a decir?... - Era verdad, ni idea de donde estaba ahora, pero se me ocurrió decirle...

- Llamo a su empresa y, a lo mejor, me dicen donde podemos encontrarla - Dicho y hecho, llamé por teléfono y me comentaron que estaba de viaje.

Pregunté cómo localizarla, que era su hermano y era un asunto familiar urgente. Al cabo de un momento me dieron la dirección de un hotel.

Dejé a mi hermana sola, en casa, y me fui a buscar a Beatriz. No sabía qué iba a decirle, pero tenía que intentar salvar la situación como fuese, si no... Las repercusiones podían ser terribles.

Llegué al sitio indicado, fui a la recepción y pregunté al conserje. ¡Bien! Hacía cinco minutos que se había registrado. Me dieron el número de habitación, con algún reparo y subí inmediatamente.

Bea no me recibió de muy buena gana, seguía teniendo un cabreo tremendo...

- ¿Qué quieres? ¿A qué has venido? ¡Creo que está todo hablado! - No era, desde luego, la mejor manera de iniciar una conversación... Aparte, tampoco tenía nada preparado. Empecé a soltar lo primero que me iba viniendo a la cabeza...

- Mira, Bea, siento que te hayas enterado así, pero compréndelo, no es algo que se pueda ir contando por ahí. Nos pasó, no lo buscamos, al menos, yo no lo busqué. Tampoco Rocío quería, ya te lo ha dicho, intentó evitarlo, pero no pudo. Muchas veces, los sentimientos mandan y, cuando eres jovencito, todo te parece un mundo y te dejas arrastrar. Imagínate que me hubiera pasado contigo... ¿Qué hubieras hecho? - - ¿Que qué hubiera hecho? ¡Te hubiera partido la cara, por salido! Pero...

¿Cómo se te ocurre? ¡Yo jamás me hubiera liado contigo! ¡Faltaba más! - - Pues yo tampoco imaginaba liarme con Rocío. Pero pasó. No sé explicarte, son cosas que ocurren de vez en cuando, cuando menos lo esperas... Tú lo sabes, yo, prácticamente, no salía con tías,  me pasaba el día metido en casa... Acuérdate de cuando íbamos a esquiar o a nadar, iba siempre contigo, hasta que tú tuviste novio... Y, de repente, se te declaran, se te declara tu hermana... Y no sabes como reaccionar. Pues eso es lo que me pasó. - - No, hijo, no. Te pasó que te la follaste ¡A tu propia hermana! Y encima vas y la dejas embarazada. ¡Si es que sois gilipollas! Ya me dirás qué vais a hacer ahora, porque algo tendréis que hacer ¿No? ¿No se os ha ocurrido abortar? - - Ocurrírsenos, sí, claro que lo pensamos. Pero ya no se puede, está de más de 16 semanas - - ¡Lo dicho, sois gilipollas! Tu madre se muere ¡Ya verás cuando se lo diga! ¡Y tu padre... Tu padre te mata! ¡Haber dejado embarazada a su hijita del alma! - - ¿Y por qué se lo tienes que decir? - - Porque se van a enterar tarde o temprano, imbécil. Ya me dirás como piensas ocultar una cosa así. - Seguíamos de pie en la habitación del hotel; Bea ya no estaba tan mosqueada, parecía que se iba rindiendo a la evidencia. No debía de hacerle ninguna gracia ir con el cuento a nuestros padres, muchas veces se cargan al mensajero... Supongo que estaba esperando alguna idea por mi parte para salvar la situación.

- Bueno... De que van a ser abuelos, sí se van a enterar, claro. Pero de que somos los padres de la criatura, sólo si tú se lo dices. Podemos decir que el padre es cualquier otro... O que Rocío no quiere decir quien es el padre... O que la han violado... - -¡No seas bestia! ¡Cómo vas a decir que la han violado! Irían a la policía, o preguntarían por qué no lo ha contado antes... ¡Yo que sé...! Lo de que ella no quiere decir quien es el padre... A lo mejor cuela, porque si decís que es otro tío, papá no va a parar hasta saber quien es el interfecto... Y después de caparlo con alicates, le obliga a casarse con ella. ¡Ya sabes cómo es! - Parecía que la cosa se calmaba, se iban encontrando soluciones. Malas, pero soluciones al fin y al cabo.

Rocío estaba sola y yo estaba preocupado, no fuera a hacer alguna locura. Se lo dije a Bea, que accedió a volver conmigo a casa.

Durante el corto trayecto de vuelta fuimos puliendo la historia que debíamos contar, esperábamos que nuestra hermana pequeña estuviera de acuerdo.

Abrí la puerta de casa, encontramos a Rocío en el salón, con la cara de haber llorado mucho. Aún soltaba algún hipo que otro...

Bea se acercó a ella y la abrazó, con un pañuelo de papel que sacó del bolso, la fue secando los ojos y limpiando la cara.

- Venga, venga... Ya verás como se arregla todo. Les contamos una historia a los papás, una que se traguen, y ya está. Al principio lo vas a pasar mal, no te dirigirán la palabra, porque lo del niño lo tienen que saber, pero no les diremos que es de Luis, decimos que tú no quieres soltar quien es el padre. - - Ya, pero papá va a insistir... Me va a estar todo el día llamando para que se lo diga... A lo mejor me infla a hostias...- - Bueno - Dije yo - Podemos decir que solo fue un día, que estabas borracha y que te enrollaste con alguien en una discoqueta, que no te acuerdas de quien era... - - ¡Igual traga! - Dijo Bea - Si te mantienes siempre en esa versión, no tendrá más remedio que creerte. Eso sí, a Luis le parte la cara por no haberte cuidado como debía.

- ¡Me la pela! - solté - Si todo se queda en un par de hostias, las recibo encantado - Volvíamos a ver la luz al final del túnel. Me acerqué a las dos, seguían de pie, en mitad de la sala, abrazadas, y las rodeé con mis brazos. Les di un beso en la boca a ambas, estaba tan contento que no me di cuenta de que también besaba a Bea.

Me miró extrañada, pero repitió el beso. Lo hizo más prolongado, abrió los labios y jugó con la lengua en mis dientes. Separó la cara y sonrió. Rocío aprovechó el momento y ahora fue ella la que besó a su hermana. No con un beso casto, no... Un beso con lengua, buscando, con pasión, correspondencia al gesto. La cogió el pelo por la nuca e hizo presión hacia sí. Bajó la mano a lo largo de la espalda mientras se morreaban, hasta llegar al prieto culo de Bea, lo amasaba y apretaba y volvía a subir la mano hasta acariciar la nuca.

Se iban calentando, yo también, me puse tras Rocío agarrándole las tetas, pellizcando los pezones por encima de la camiseta, haciendo que éstos se endurecieran al máximo. Ahora, con el embarazo, eran más grandes, se notaba.

Y también más sensibles.

Mi hermana pequeña abandonó el beso para gemir ante mi caricia. Le mordí el cuello por detrás, notaba las descargas eléctricas que le producían a lo largo de la columna, noté su ansia, noté su sensibilidad y noté cómo se me puso la polla.

Se la restregué por la raja del culo, con el pantalón puesto. Ella solo llevaba sus bragas, normales, blancas, de algodón. Como si hubiera llevado un tanga... Me daba igual...

Noté unas manos que me desabrochaban el cinturón y el botón de los pantalones, me bajaban la cremallera, se metían por la bragueta de mis calzoncillos y me sacaban el nabo. Pensé en Rocío... ¡Qué habilidad! ¡Hasta estando de espaldas! ¿Y esa mano en la nuca de Bea? ¿Y esa otra en su culo? ¡Joder! Si es la mayor la que me está tocando la polla. Para que luego diga... Vaya postura más incómoda, tiene que estar aplastando la tripa de Rocío... Pero yo, no voy a ser menos...

Desabroché el pantalón de Bea y lo bajé, aproveché para morder el culo de Rocío y bajar sus bragas también. ¡Que tanguita más sexy llevaba mi hermana mayor! ¡Abajo con ellas! Abrí las piernas de Rocío y, con delicadeza, le fui metiendo la polla por el ojete porque era más fácil ¡Qué gusto! Mientras, Bea, habiendo soltado mi herramienta, le metía un par de dedos en la vagina, con cuidado, que estaba en cinta.

¡Demasiado! ¡Aquello era demasiado! Con la sensibilidad por las nubes y el trabajo de sus hermanos, Rocío estaba al borde de una de las mayores corrida de su vida...

AAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAHHHHH HHHHHHHHHHHH HHHHHHHHHH HHH HHHHHHHHH HHHHHHHHHH HHHHHHH - ¡Si no la habíamos apenas tocado...! Liberé su culo, no fuera a repercutir al crío que llevaba en sus entrañas.

Las separé, cogí (del verbo asir, no follar) a mi hermana mayor, la puse de rodillas y le  metí la polla en la boca.

¡Que sensación! Seguro que Rocío había aprendido de ella ¡Qué forma de mamar! Era una auténtica maestra, haciéndome un trabajo de campeonato.

Lamía, succionaba, me recorría a todo lo largo, se metía las pelotas en la boca... Y no dejaba de darle dos dedos a su hermana que seguía corriéndose patas abajo.

Tumbé a Bea en el sofá, seguía follándome su boca y Rocío aprovechó para trabajarle el coño como sabía. El efecto fue inmediato. Un orgasmo tremendo la hizo arquearse y gemir, soltando mi polla, apretando la cabeza de su hermana con las piernas. Aproveché para soltar toda la tensión acumulada...

- AAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAHHH HHHHHHHHHHHH, AAAAAAGGGGGG, COF, COF, COF, AAAAAA AAAAAAAAAAA AAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH, CABRONES, SI, SI, SI, AAAAAHHH HHHHHHHHHHHHHHHH - ¡Que a gusto me había quedado! ¡Y, por lo visto, mis hermanas también! Rocío se acercó a besar a Bea para saborear mi leche y pasarle parte de sus jugos.

Fue el beso más erótico que he visto en mi vida, con la consiguiente reacción de mi anatomía. Suelo tardar un poco en volver a estar en condiciones, pero aquella imagen obró milagros en mí.

Aparté a mi hermana pequeña hacia un lado, sin soltar la boca de su hermana mayor, me situé entre las piernas de Bea y, con cuidado, se la fui metiendo hasta el corvejón. Soltó un gemido, apagado por los labios de Rocío. Alzaba sus caderas para sentirme más dentro y suspiraba, - Ahora sé porqué ésta está enamorada de ti, ah, ah, ah... ¡Qué cabrón, ah, ah, ah! ¡Que pedazo de polla! ¡Ah, ah, ah... Sigue, Luis, sigue... Sigue que me voy a correr... - Rocío se montó a horcajadas sobre la cara de Bea, dándome la espalda, metiéndole prácticamente el coño en la boca. Yo aceleraba mis embestidas que hacían que la mayor se moviera de delante a atrás sobre la vagina y clítoris de la pequeña. A ésta, le cogía y amasaba las enormes tetas de embarazada haciendo que suspirara de placer.

La escena era dantesca, un tío follándose a sus dos hermanas a la vez.  Mi imaginación no podía asimilar tanto... ¿Todas las broncas tenían que acabar en un polvo? Mejor...

Sin poder soportarlo más, después de unos cuantos orgasmos por parte de ellas, me vacié dentro de Bea con todas mis ganas...

Así estuvimos el resto del día y de la noche, hasta que caímos derrengados.

El asunto había tenido una forma muy curiosa de solucionarse. Beatriz aprovechó para quedarse todo el fin de semana, que siguió de igual forma. Le había cogido gustillo a esto del incesto.

Como era de suponer, mis padres se enteraron del embarazo de Rocío y pusieron el grito en el cielo. Pero coló, la historia urdida entre los tres de que había sido un día de borrachera y que Rocío no recordaba ni quién había sido el que se la había cepillado, funcionó. Creo que mis padres preferían creer este cuento mejor que cualquier otro. Al estar fuera de Madrid, tampoco tendrían que dar muchas explicaciones a sus amistades lo que, para ellos, era un beneficio añadido. Eso sí, la bronca de mi padre por no cuidar convenientemente a mi hermana pequeña fue de campeonato.

Tuvimos una niña preciosa, la cosa más bonita que había visto en mi vida ( y no es porque sea su padre) Estoy encantado con ella.

Lo realmente peliagudo fue que, Bea, también se quedó embarazada aquel loco fin de semana.

Ya nos ha comentado que se viene a vivir con nosotros, su empresa tiene delegación aquí, porque en casa de nuestros padres sería una tortura vivir en esas circunstancias. Les habrá contado alguna mentira que, supongo, se habrán creído a duras penas. A mí me empiezan a considerar una especie de santo, encargándome de las locas de mis hermanas y sus nietos.

No sé cómo nos lo vamos a montar, porque viene dispuesta a convertirse en madre y esposa. No va a dejar de follar por esta minucia y tampoco le va a poner los cuernos al padre de su retoño ¡No estaría bien visto!.

Lo de tener un harén, tampoco lo tenía previsto y no sé si seré capaz de soportarlo. Ya he oído cuchichear a mis hermanas a espaldas mías, así que creo que lo tienen todo planificado... Lunes tú, martes yo... fines de semana todos juntos...

Me asombra el cambio de Bea... Montó semejante bronca al principio y ahora está super acaramelada conmigo. Rocío me dice que es que soy un encanto y un amante fenomenal ¡Cosas de mujeres! Yo estoy encantado, me tratan como a un príncipe, colman todos mis caprichos, tanto sexuales como de cualquier otro tipo y, encima, no discuten entre ellas por mis favores.

Hemos tenido que comprar una cama de dos metros para caber lo tres; Bea ya está un poco gorda, pero nos montamos unos tríos espectaculares, que ya quisiera más de uno...

Como he dicho, con mi niña estoy encantado y estoy desando que Bea dé a luz.

Quien me iba a decir el vuelco que dio mi vida el día que accedí a llevar a Rocío a casa de su amiga Ana...

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