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Mis cuentos inmorales. (Entrega 26)

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Diálogos de matrimonios

-Cariño.

-Dime, mi amor.

-Hace tiempo que no dejo de pensar en una cosa, y que cada vez más se arraiga en mi mente, o te lo consulto o exploto.

-Mejor me lo consultes, mi amor. Que haría yo si explotaras.

-Verás... Es que el tema es muy delicado, ya que jamás en ti he visto ni por insinuación la misma incertidumbre que a mí me asalta sin cesar.

-Ya sabes que soy muy comprensivo, y que te quiero más si cabe desde que nos casamos, pero como tú eres de unos profundos sentimientos cristianos, no sé si te dolerá.

-Precisamente esos sentimientos son los que me dan fortaleza para soportar todo dolor del corazón o del alma. Habla con la sinceridad de la que hacemos gala desde que nos casamos.

-Es qué... ¡Uff! Que difícil es explicar algo que puede herir los sentimientos de la persona que más amas, porque te juro que eres lo que más quiero en el mundo.

-Tómate el tiempo necesario, pero no te quedes con ese obstáculo en tu mente, sería nefasto para nuestra convivencia.

-Lo que me preocupa, es que si desembarazo este obstáculo de mi mente, no sé si será peor para nuestra relación de pareja.

-Lo más nefasto para las relaciones de pareja son el engaño, la mentira, los disimulos y los subterfugios. No dudes mi amor, que hasta lo más mefítico, si se expone con claridad y mirando a los ojos, siempre será más valorado que las alabanzas fingidas.

-¡Bueno! Como te digo, desde hace algún tiempo, me sobrevienen fantasías eróticas fuera ajenas a nuestro matrimonio.

-Eso es normal, cariño. Las fantasías son patrimonio de las mentes abiertas.

-Ya, ¿Pero y si esas fantasías "en la tercera fase", pasan a querer hacerlas realidad?

-Depende. ¿Qué tipo de fantasías son esas?

-Hacer el amor con otra persona.

-¿Es qué yo no lleno todas tus expectativas sexuales?

-Sí, mi amor... ¡Claro que llenas mi cuerpo y mi alma! Pero las fantasías siempre concurren fuera de tu entorno real. ¿Comprendes mi cielo? Contigo no son fantasías, son hechos consumados que los tengo al alcance de mis manos.

-Ya. Sabía desde el principio que lo que tu llamas fantasías, es simplemente morbo, pero he preferido que te manifestaras abiertamente.

-¿Te has enfadado?

-No, no. El morbo es muy común en las personas.

-¿Tú también tienes morbo?

-Mi morbo no es consustancial a mis sentimientos, por lo tanto, analizo los pros y los contras de las acciones ulteriores a los hechos morbosos, y calibro sus consecuencias.

-Me asustas. ¿Crees que mi morbo puede deteriorar nuestro amor?

-No exactamente cuando se tienen los pies en el suelo. Si no me quisieras, ya me habrías sido infiel hace tiempo. La máxima infidelidad como dije antes, es la mentira, y tú me estás siendo fiel ante una deseada infidelidad. Por lo tanto, tu fidelidad está manifiesta.

-¡Ay! amor. Que peso me quitas de encima; creí por un momento que había herido tu sensibilidad.

-¡No cariño! Al contrario, me alegra que te hayas sincerado conmigo, por lo que vamos a tratar "tu tema" como dos personas modernas y civilizadas.  Lo primero que deseo saber si tienes completa seguridad que deseas realizarle el cambiar de pareja.

-No es que tenga la completa seguridad, es que si no lo realizo, nunca podré quitarme "esta cosa" de la cabeza, y nunca podré saber la verdad de "esta locura".

-Vamos a ver, mi amor. Entiendo que me puedes querer con toda tu alma, porque en mi existen los elementos humanos que te subliman; y que una relación sexual esporádica con otra persona, sería por puro morbo, y que no buscas otros sentimientos que le falten a tu alma, y que en mi no encuentras.

-¡No, no! Mis sentimientos, todos sin excepción giran en torno a ti.

-Te comprendo cariño, te comprendo. Lo tuyo es cómo una especie de sarampión, contagiado por la vida moderna de los matrimonios. No te preocupes que satisfaré tus deseos, y te acostarás con otro hombre. Mañana mismo, pondré un anuncio en la sección de contactos de una revista especializada.

 Sección de contactos de la revista: INTERCAMBIOS

 Matrimonio gay, de 35 y 30 años, ambos muy bien parecidos y con clase y educación, con lugar de encuentros, desean contactar con otro matrimonio similar para intercambio de parejas sin ningún compromiso. Se exige discreción e higiene

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