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Un accidente con mi padre

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Soy Claudia, estoy casada y tengo un hijo de 2 años. Lo que les voy a contar me produce mucha vergüenza, que por razones obvias, no se lo puedo contar a nadie conocido. Lo cuento en esta sección, ya que es la manera de sacarlo de mi mente y recordar algo hermoso, pero a la vez muy penoso. Tengo 26 años, tez blanca y a pesar de ser madre, tengo un cuerpo bien proporcionado, mientras que mi padre tiene 48 años, con cuerpo atlético y no representa su edad, ya que se ve mucho más joven.

Mi madre tuvo que salir de viaje, porque mi abuela estaba enferma; ya tenía 5 semanas ausente. Yo había tenido una discusión con mi marido y habíamos decidido separarnos para darnos tiempo y espacio para valorar nuestra relación. Tenía 9 días de haberle pedido a mi padre que nos diera alojamiento a mi hijo y a mí, mientras arreglábamos nuestro asunto. Pues en el noveno día pasó lo que a continuación les contaré…

Habíamos rentado una película para verla juntos después de cenar, acostados en la cama, nos dispusimos a verla, yo en medio de mi padre y mi hijo, ya dormido. En una parte de la película se ve una escena erótica muy candente, que para ser honesta me excitó bastante; y todo por no tener sexo durante los días que tenía en casa de mis padres. Al término de la película, apagamos la televisión y para no despertar a mi pequeño, decidimos quedarnos en la cama con mi padre. Le di la espalda a mi papá y él fraternalmente me abrazó, quedándome dormida en sus brazos.

Como a las tres de la mañana desperté excitada porque el pene de mi padre estaba erecto justo entre mis nalgas, me sentí incomoda porque papá me daba pequeños empujones como queriendo penetrarme a pesar de que teníamos puestas las pijamas, su brazo, que pesaba mucho sobre mi cintura, me indicaba que estaba dormido y que tenía un sueño candente, traté de retirar un poco mi trasero de su pene y con su brazo me acercaba a su cuerpo.

Después de luchar por evitar el contacto, debo de reconocer que me sentía mojada, ya que también estaba muy excitada, me armé de valor, y con mi mano izquierda tomé el bulto duro de papá y lo apunte entre mis nalgas, ahí él se despertó, porque se estiró el cuerpo y empujo su cadera simulando una penetración, después con sus manos tiró del cordel que amarra su pijama y se sacó su pene y lo apuntó entre mis piernas, que yo disimuladamente abrí para dejar que entrara entre ellas.

Después de unos minutos de estar haciendo movimientos de entrar y salir, yo misma me bajé la pantalonera hasta mis muslos, y sentí ese pene duro y caliente en la piel de mis nalgas, solo con mi tanga que es de hilo, sentía como se deslizaba entre mis piernas rozando los labios vaginales entre la tela de mi tanga ya muy humedecida por mis fluidos vaginales. Así estuvimos dándonos arrimones y la mano de papá me toma de la cintura y con sus dedos desliza el hilo de mi tanga, hacia un costado.

Con esa misma mano me abre mis nalgas, y poco a poco va metiendo su pene entre mis piernas, hasta llegar a tener contacto con mi vagina, mientras yo me mordía los labios por tanto sufrimiento, ya que yo deseaba que esa verga dura estuviera, dentro de mí. Así pasaron algunos minutos, cuando por fin la apuntó en la entrada de mi vagina, abriéndose lentamente mis labios vaginales, para recibir lo que me tenía tan ansiosa. Al entrar la punta del pene, no pude evitar exclamar un quejido de placer, al mismo tiempo que yo movía mis caderas hacia atrás; papá me penetraba hasta el fondo.

Volví a dar un quejido un poco más fuerte. A papá eso, debía haberlo excitado tanto, que empezó a bombear con ritmo y fuerza, su mano izquierda buscó meterse dentro de mi brassier para acariciarme mi busto y mis pezones… Como estábamos de lado, los empujones que nos dábamos, provocaban que la cama hiciera los ruidos habituales de la relación sexual. Entonces yo me pongo casi boca abajo, obligando a papá que se subiera atrás de mí, me trató de abrir las piernas, pero mi pantalonera me lo impedía ya que no estaba completamente abajo.

Papá me saca la verga y termina por quitarme la pantalonera, acto seguido, me toma de la cintura, me levanta la cadera como 10 cm, apunta nuevamente a mi vagina y la ensarta de una sola estocada, solo alcancé a expresar un aaaaggghhh. Duramos un buen rato en esa posición, que me dio muchísimo placer, después papá se repegó a mi espalda, para luego rodar sobre la cama y quedar los dos boca arriba, pero yo encima de él. Aprovechó para quitarme la sudadera y el brassier.

Papá abre las piernas y las flexiona, y coloca mis piernas arriba de las de él, sus manos toman mis pechos, y él inicia con movimientos de entrar y salir; después sus manos me levantan de la espalda y me siento para cabalgar, pero dándole la espalda. Fue tan delirante esta posición, que sentía la dureza de su pene en todo su esplendor, me inclinaba hacia delante, mi nariz casi tocaba las piernas de papá. Estaba disfrutando enormemente la verga dentro de mí.

Sus manos empezaron a acariciar mis nalgas y me las abría más, cuando sentí que uno de sus dedos llegó hasta el hoyito del ano, y ahí paré todo movimiento y con mis manos le retiré las suyas, a pesar de la oscuridad de la habitación, sabía que no me veía esa parte, pero sentía que me invadía una zona que no deseaba compartirla con él. Volvimos a interrumpir los movimientos de placer, ya que también mi tanga estaba en su posición normal y el hilo friccionaba con el pene de papá.

Me desenchufo de papá, para quitarme la tanga y con sus manos me guía para que me monte en él, pero ahora estando de frente, tomo su verga y me la guía hacia la entrada de mi vagina y me la clavo poco a poco, hasta llegar al fondo; empiezo a cabalgar por unos instantes y sus manos me toman de mis pechos masajeándolos y pellizcando mis pezones, luego me inclina hacia él, para que su boca se pegue a mi busto, chupando y mamando con fuerza, me da pequeños mordiscos en mi pezones.

Ahora es él que lleva la iniciativa de los movimientos, dando entradas y salidas, primero con un ritmo lento, y luego aumentando la velocidad de estos. La fricción que tengo con su pene, hace que empiece a sentir la sensación de un orgasmo, trato de moverme para sentir la penetración más profunda, y me dispongo a su dominio para sentir de lleno mi chorreada, mis manos toman uno de mis pechos y se lo ofrezco en su boca, me mama con mucha fuerza, cuando siento que me vacío una y otra y otra vez; tuve tres largos orgasmos continuos, que hasta se me acalambraron mis piernas, mi cuerpo temblaba, mientras papá no dejaba de meterla y sacarla con cierta violencia.

Al darse cuenta que había tenido mis orgasmos, sus movimientos se hicieron muy lentos, pensé que él también se había vaciado, pero no había sentido la salida de su semen, y me recuesto en su pecho, mientras él seguía metiéndola y sacándola muy lentamente; después de unos largos minutos, nos giramos hacia un lado de la cama, primero para quedar de lado y volvemos a girar, para quedar yo por debajo de él, en posición del misionero.

Con media verga metida en mi vagina, papá toma con sus manos mis pechos y los empieza a masajear, a chupar, a mamar y a morder. Luego empuja hasta el fondo su dura verga, bombea, luego en forma circular y vuelve a bombear, así por algunos minutos, mientras yo solo espero que eyacule dentro de mí. Después de varios empujones, me toma de las piernas y las eleva hasta sus hombros, quedando mi vagina expuesta a las duras embestidas que me daba, y penetrando profundamente.

Después de unos minutos de tenerme así, vuelve a tomar mis piernas y las pone en la cama, quedando mi cintura para abajo y de lado, y papá hincado, bombeando frenéticamente. La fricción que daba su verga sobre mi clítoris apretado por mis piernas, me causaba una excitación enorme, que después de un rato escucho, que de su garganta salen sonidos ahogados de placer, clara señal de que estaba por chorrearse.

Cada vez que retumbaban esos sonidos por la habitación, mi excitación iba en aumento, hasta que siento un chorro hirviendo que recorre mis entrañas, acompañado de un quejido de deleite; en ese momento tengo un orgasmo muy largo. Siento otro chorro de semen y vuelvo a tener otra chorreada. En total, recibo dentro de mi vagina, varios chorros de líquido candente, y mi organismo correspondía en multiorgasmos; cuatro fueron las veces que me vació, y a pesar que la noche era fresca estábamos cubiertos en sudor. Papá bajó el ritmo de las estocadas, y se recostó sobre mí para besarme en mi mejilla, y pronunciar las únicas palabras que se dijeron durante el acto sexual:

- Gracias mi amor, no sabes cómo lo necesitaba, te quiero mucho.

- Yo también lo necesitaba y también te quiero mucho.

Se acostó a un lado mío, y volviendo a abrazarme fraternalmente se durmió. Yo no pude conciliar el sueño, porque me la pasé pensando que había cometido el pecado más grande del mundo.

Por la mañana, escuché a papá que estaba en la cocina, y aproveché para meterme a bañar, cuando estaba por salir de la ducha, papá tocó a la puerta para ofrecerme café, me daba mucha vergüenza salir y verlo a la cara, al hacerlo mi padre sonrió y me dijo:

- Dejé el café en el tocador de tu recamara.

Después de vestirme, me dirigí a la recamara de papá, para despertar a mi hijo y llevarlo a la guardería, ahí papá aprovechó para que tuviéramos una larga charla sobre lo sucedido, y para que lo tomáramos como un accidente, y que no se tocaría el tema, a menos de que fuera necesario.

De este incidente vergonzoso ante la sociedad, les diré que tuvo su punto positivo: Me conocí más a fondo, ya que nunca había experimentado orgasmos múltiples, porque me dejaba llevar por la excitación de mi esposo y terminábamos rápido.

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