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Recordando al primer amor (Capítulo 36)

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CAPITULO XXXVI

 

A las seis menos diez detrás de un árbol me aposté; cerca de la puerta de la salida del personal de la empresa donde trabajaba Cristina. Y a la seis en punto salía con varios compañeros que entraban en el café situado sito en la misma calle, en la esquina.

A través de un gran ventanal les veía como departían en alegre camaradería. ¡Bueno! eso es lo que parecía; sobre todo Cristina, a juzgar por los gestos que hacía.

Salieron al cabo del cuarto de hora, y se despidieron; pero Cristina tomó del bracete sin demora a un tío que a su lado se incorpora.

Mi mente se revela y pienso: ¡maldita traidora! Conque clases de piano...  ¡Pecadora! tú a dónde vas es a un lugar donde ese fulano te pueda meter mano.

Y los hechos así sucedieron; a unas manzanas más allá se hallaba el club de las "Parejas Enamoradas". (Un cartel de luces de neón, en la puerta así rezaba) Y amarraditos allí entraron, y lo que allí hicieron fue lo que mis ojos imaginaron.

Lo que no podía entender es como estaba saliendo con dos hombres a la vez. ¡Qué verdad es, que a veces el amor te hace enloquecer!

Totalmente quedo convencido de que a Cristina ya le importo "un higo"... ¿O tener dos novios a la vez es de recibo? Hoy si se podría entender por qué se ha inventado la figura del amigo con derecho a roce... ¡Pero coño...! en aquellos años la mujer que a la vez con dos hombres goce... es que la dignidad y la decencia desconoce.

 

Y aquella paloma cual aura pura

vino como virgen inmaculada,

se trocó en cuervo de espesa negrura

y se fue por la senda equivocada.

 

¡No daba crédito a mis ojos!

la niña dulce y delicada

que me puso a sus pies de hinojos,

la que fue mi lapso y mi "-ada", *

me llena la vida de abrojos

y deja mi alma abandonada.

 

Compungido y lloroso.

¡Aquel amor!

El que creía el más hermoso...

se disolvió en el dolor...

Se tornó en engañoso.

 

Amor de la inocencia.

Amor de la decencia.

Amor de la impaciencia.

Amor de independencia.

Amor de penitencia.

 

*-ada. Prefijo de temporada, otoñada

 

Ya "curado de espanto" tomé la decisión de seguirle el juego con el único propósito de comprobar hasta donde era capaz de llegar, por lo que urdí el siguiente plan.

Sobre las diez de la noche, en la seguridad que estaría en casa la llamé.

-Hola Cariño. ¿Qué estás?

-Bien cielo. ¿Y tú?

Me dieron ganas de hacerle la pedorreta del "tururú" pero me aguanté las ganas. Y le pregunté: -¿Qué tal las clases de piano del martes?

-Muy complicas. Eso de que hay que tocar en dos claves, la de "fa y sol" lo llevo muy mal.

-Tengo un amigo que toca el piano de maravilla, no veas como "le mete mano".

-Ah sí, que bien, ¿me podría enseñar?

-No sé, hablará con él, lo que pasa que, aunque viene mucho a Madrid, vive en Talavera.

-¿Cómo se llama? Me preguntó con un matiz en su voz que de sorpresa me pareció.

-Bartolomé, pero los amiguetes le llamamos Bartolo, por aquello que es de Toledo. ¿Comprendes?

-Porque a los de Toledo les llaman "bolos" ¿no?

-Claro, por eso. Pero no se enfada.

No parecía estar muy mosqueada, pero cambié de tema para que no intuyera que estaba al corriente de sus infidelidades.

-Tengo que decirte algo importante cariño.

-¡Ay qué bien! ¿Qué es?

-Qué me ha salido un "curro" para ganar mucha "pasta".

-¡No me digas! ¿De qué se trata?

-Pero hay un inconveniente.

-¿Cuál?

-Que he de trabar los fines de semana, ya que es para vender apartamentos en la Costa Blanca; ya sabes: Benidorm, Gandía, Calpe...

La reacción a esta noticia me daría la verdadera clave de la actitud de Cristina hacia mí. ¿Qué novia enamorada estaría conforme que su novio se fuera a trabajar a la costa? Seguro que ninguna, pues inmediatamente le llegarían imágenes a su mente de suecas, danesas, de exuberantes pechos y caderas en donde a su novio perdiera. Y se negaría a "toda costa".

Tardó bastante tiempo en responder, lo cual fue un indicio claro de que estaba elucubrando con esa noticia. ¡Qué bien le venía! A sus anchas los fines de semana estarían... a la vera con el de Talavera o con otro menda cualquiera. ¡Cómo si la viera!

-¿Te has quedado callada? ¿Es que no estas afectada?

-Más bien me ha dejado paralizada.

-¿Pero qué te parece la noticia?

Otro largo silencio, lo cual dejaba muy claro que Cristina estaba calculando las posibilidades que se le presentaba para tener "dos novios" para festejar sus ansias de hombre: uno, por el que tenía cierto arraigo y que le atraía como persona; pero sin futuro, y otro para conseguir ese futuro que con Amador no lo vislumbraba.

-Si supone el lograr la estabilidad profesional que nos asegure el futuro, yo me sacrificaré con tal de que podamos realizar lo necesario para poder casarnos.

Me sonaron sus palabras más falsas que una moneda de hoja de lata

-¿Y cuándo te incorporas? Continuó diciendo.

La "jodía" ya lo había calculado todo.

-El lunes que viene. ¿Quedamos mañana sábado?

-Lo siento cariño, pero nos vamos con el abuelo a la Sierra a visitar a mi tía que hace tiempo que no la vemos.

-Bueno, en ese caso ya te llamaré o te escribiré.

-¡Ah! Otra cosa.

-Dime.

-Qué Agosto nos vamos a La Manga.

-¿Quién vais?

-Toda la familia.

-Vaya... qué le vamos a hacer.

-Que os lo paséis bien.

-Gracias, igual te deseo a ti, y que te vaya bien en el nuevo trabajo.

-Un beso.

-Otro para ti.

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