Nuevos relatos publicados: 12

Un tío con suerte - mi concuña Rosalba

  • 9
  • 72.109
  • 9,05 (59 Val.)
  • 0

Como les conté en mi historia anterior, a pesar de la muerte de mi esposa y de vivir a 600 kilómetros de distancia, la relación con su familia se mantuvo siempre activa, ya sea por teléfono, visitándonos en vacaciones o por algún evento, nunca dejamos de saber unos de los otros, y así fue como sucedieron todas las cosas.

A poco menos de 2 años, de haber quedado viudo y viviendo en Guadalajara, solo con mis dos hijos, el mayor de mis cuñados me hablo para decirme que un amigo de él, se casaba en esta ciudad, por lo que quería saber si podíamos recibir a su familia para la boda, que él, por su trabajo, solo llegaría al evento, pero su esposa e hijas querían venir unos días antes, para ver a los niños y hacer algunas compras.

Así que, llegada la fecha, un martes para ser exactos, pasamos muy temprano a la estación del ferrocarril para recibirlas y llevarlas a casa (esta era de dos niveles, con dos recamaras en la parte de arriba y un estudio en la parte de abajo), como siempre hacíamos en esos casos, acomode a mi concuña y a sus hijas en mi recamara y yo me instale en el estudio, lleve a los niños al colegio y me fui a trabajar.

Cuando regrese, casi al anochecer, me di cuenta que Rosalba mi concuña, estuvo muy trabajadora ese día, pues además de preparar comida y limpiar la casa, también lavo y acomodo toda la ropa sucia, por lo que tuvo que haber revisado todos los closets y cajones y por consecuencia, reviso y movió un cajón donde yo guardaba celosamente, alguna ropa interior de mi esposa y algunos juguetes que usábamos en ocasiones, esto me causo un efecto de calentura, imaginándome que habría pensado mi concuña al verlos.

Después de merendar y acostar a los niños, mi concuña y yo, nos quedamos un rato platicando de cosas varias, hasta que ella se despidió para irse a dormir con sus hijas.

Al día siguiente, me subí a bañar muy temprano y pensando que todos estarían durmiendo, baje tan solo cubierto por una toalla y cuál no sería mi sorpresa al ver a Rosalba en la cocina, vestida con un pantalón de piyama súper delgado que dejaba ver un bikini de esos que llaman cacheteros y una camiseta cortada que apenas y le cubría sus senos y dejaba su espalda baja y su estómago totalmente descubiertos.

Aprovecho para comentarles que mi concuña es 1 año menor que yo, que siempre fue atractiva, sobre todo por su hermoso par de senos coronados con grandes y oscuros pezones, que, en otras ocasiones en alguna playa o alberca, ya había tenido la oportunidad de admirarlos, además de tener un bonito cuerpo, que al paso de los años y después de sus dos embarazos había descuidado un poco, dejando algo de barriguita y lonjitas en su cintura, pero, aun así, seguía atrayendo miradas a su paso.

Lógicamente la visión provocativa de mi concuña, y el largo tiempo que tenía sin ver algo parecido, me pusieron a mil de inmediato, y vestido con tan solo una toalla, era evidente lo que pasaba ahí abajo, y para acabar, al darse cuenta Rosalba que había bajado de bañarme, se volteó y se acercó para saludarme con un abrazo y un beso, notando mi manifiesto estado de excitación, acto seguido regreso a sus ocupaciones, pero contoneándose exageradamente como para calentar más el ambiente, yo no pude más que seguir ahí parado admirando el culo de mi concuña y deseando poner las manos en ese cuerpo tentador, ella se paró, giro para verme y comento en son de burla...

“Que?? ... Te vas a quedar ahí parado como tonto?? ... ¿Qué tanto meves??“

Y luego bajando su vista hacia mi polla (que estaba totalmente empalada) todavía dijo:

“Concuño ¡pero que tiene tu amigo… parece que tiene ganas de salirse!”

Y yo ya caliente y deseando ver hasta donde era capaz de llegar le contesté:

“Rosalba con ese piyama te ves buenísima, me tienes prendidísimo. Y mi amigo claro que quiere salirse, solo espera que alguien lo atienda, ya tenía tiempo que nadie lo motivaba”

Tranquilamente, ella dejo de hacer y apago la estufa, camino hacia mí, y sin más, se hinco, me arrebato la toalla y me puso una tremenda mamada, lamio mi verga y mis huevos, sobo con su lengua toda la extensión de mi polla, se la metía hasta su garganta y en ocasiones hasta mordía, nunca la vi preocupada por saber que arriba estaban nuestros hijos y que alguno podría bajar y descubrirnos, ella se concentró totalmente en darme una de las mejores mamadas que alguna vez me hayan dado, yo solamente tomaba su cabeza y empujaba para meter mi verga los más profundo y agarraba sus cabellos totalmente extasiado de placer hasta que no pude más y le dije que estaba a punto de correrme, por lo que abrió más su boca y se dispuso a recibir la mayor cantidad de mi semen, que salió en cantidades increíbles y en varios chisguetes que llenaron su boca y que recibió todavía en la cara y pelo. Todavía limpio mi verga con sus labios, se medió limpio en resto con su pequeñísima playera, se levantó y termino diciéndome

“Apúrate, o vas a llegar tarde al trabajo, y todavía te falta desayunar y vestirte”

Volviendo a sus quehaceres…

Cuando salí de mi cuarto vestido y listo para irme a trabajar, ella ya estaba dándole de desayunar a nuestros hijos, pero, aun así, me acompaño al auto y me despidió con un beso y en secreto me dijo:

“Hoy en la noche, me tienes que devolver el favor, te voy a esperar con ansias”

El día se me hizo eterno, pensaba constantemente en lo que me esperaba en la noche, y en varias ocasiones me tuve que contener, para que nadie se diera cuenta de las erecciones que en ocasiones eran notorias bajo mi pantalón (después de tanto tiempo, había encontrado una hembra en la cual descargar todas mis emociones guardadas por dos años).

Al regresar a casa, Rosalba ya había acostado a sus hijas y a mis hijos, al llevarlos todo el día de compras, estaban muy cansados y se habían quedado dormidos muy temprano, nosotros tomamos una taza de café y platicamos unos momentos, yo trataba de forzar el momento y en varias ocasiones le insinué el acuerdo de la mañana, pero ella siempre estuvo muy tranquila, como si no hubiese dicho nada y de repente se despidió y se subió a acostar, dejándome calientísimo y molesto, por lo que decidí mejor irme a acostar, desnudarme, poner una película porno y por lo menos vaciar mis ansias con un trabajo manual, y en eso estaba, cuando después de unos 15 minutos, Rosalba regreso vestida únicamente con unas medias de cuerpo entero, totalmente transparentes que no dejaban absolutamente nada a la imaginación y al verme desnudo y pajeándome solo dijo,

“Vaya Fer, deja eso para cuando no tengas una mujer en casa. Esta noche te devuelvo el placer de estar con una”

Así que se acercó y junto con un beso, siguió acariciando mi verga, mientras por mi parte, buscaba su sexo para explorar y tocar, como yo ya estaba súper excitado, y al sentir la humedad de su concha, la acosté en la cama y sin decir más, le fui clavando poco a poco y hasta el fondo mi polla, a la que ya le urgía poseer a una hembra, y en un intenso mete y saca, llegué a mi clímax rápidamente, llenándola de mi semen, pero sin darle casi nada de placer por lo rápido de mi explosión.

Ella no me recrimino en lo absoluto, sino tranquilamente comento,

“OK, concuño, ya vaciaste tus ansias por el tiempo que no tuviste a una mujer, la noche es larga y ahora si vamos poco a poco, y juntos al cielo”

Y vaya que llegamos al cielo, Rosalba resulto una excelente amante, le gustaba mamar verga, le encantaba que le dieran en cuatro patas, pero lo mejor fue cuando estaba cabalgándome de espaldas, se dejó caer hacia enfrente, dejándome su culo expuesto pidiendo le diera dedo en su ano, dedo por dedo, fui metiendo hasta que llego a tener tres adentro, y se sintió lista para sacarse la verga de su panocha, para solo acomodarse, ponerse la cabeza de mi polla en la entrada de su culo y clavarse ella misma de un solo golpe, gozando a tope hasta que le llene sus tripas con una venida monumental.

Así pasamos dos maravillosas noches, llenas de pasión y lujuria, volví a sacar los juguetes sexuales del cajón, y vaya si aprendió a usarlos y a sacarles provecho, pero llegado el fin de semana y junto con el mi cuñado, pareció que nunca había pasado nada. Cuando se marchaban, al despedirse, me dijo en secreto, que me dejaba un regalo en el cajón de la ropa de mi esposa, cual sería mi sorpresa, al encontrar tres de las bragas más sexis que guardaba, llenas de humedad y olor del sexo de Rosalba, regalo que hasta la fecha nunca falta cuando por cualquier motivo ella va a mi casa, aunque sea solo a una comida familiar.

Durante los siguientes cuatro años que vivimos en Guadalajara, ella y sus hijas y a veces mi cuñado, nos visitaban dos o tres veces al año, y siempre que hubo la ocasión aprovechábamos para darnos unas buenas cogidas. Rosalba siempre se mostraba dueña de la situación, tan es así, que, en una ocasión, su hija mayor, que en ese entonces tendría 12 o 13 años, nos descubrió en pleno acto sexual, mi concuña, sin alarmarse, manteniendo mi verga adentro, solo le dijo que regresara a su habitación y la esperara 5 minutos, para después continuar moviéndose hasta que los dos terminamos.

Ojalá estén disfrutando de estas historias, y pronto seguiré con la tercera de ellas.

(9,05)