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Visita a mi mejor amiga - Primera Parte - El Metro

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Hola a todos chicos y chicas de CuentoRelatos.

Es mi primera vez, así que para empezar con buen pie me presento:

Me llamo Vickky y tengo 25 años. Cuando me miro en el espejo veo a una chica morena de piel clarita, con una melena de color rojo oscuro que llega a los hombros, ojos de color negro, una mirada intensa, carita dulce y una bonita sonrisa. Aunque mis pechos no son muy grandes -utilizo una 85- son firmes y redonditos. Mido 1,68, peso 60Kg -aunque eso no se dice-, me gusta cuidarme y sentirme bien conmigo misma, por lo que desde hace dos años salgo a correr prácticamente a diario. Haciendo esto he conseguido que mis amigas tengan la manía de tocarme el culo, porque dicen lo tengo durito.

Me considero una chica tímida, que le da muchas vueltas a las cosas, quizá ese sea el motivo por el que siempre llegue tarde a los sitios o me cueste tanto tomar decisiones importantes. En temas de sexo, no puedo sentirme orgullosa de decir que he hecho alguna locura, y nunca me he acostado con desconocidos. Pero algo me pasó hace dos fines de semana cuando fui Madrid a ver a mi mejor amiga Marta, algo que no pude contarla y algo que ha hecho que se tambaleé mi forma de ser.

Aprovechando un día festivo de mi cuidad me escapé a Madrid para ver mi amiga. Llegué a su casa por la tarde, y tras ponernos al día de todas las cosas que se olvidan por teléfono, cenamos e hicimos planes para el sábado. Marta trabajaba, así que la idea era en bajar al centro por la mañana, aprovechar para hacer unas compras y comer con ella. Por la tarde, descansar en su casa y quedar a las 20:30 en su trabajo, para ir cenar y después salir de fiesta.

El día transcurrió sin ninguna novedad, nos levantamos, desayunamos, cogimos el metro, la acompañé a su trabajo y me quedé en el centro visitando mis tiendas favoritas. Durante la comida, la enseñe mis adquisiciones y hablamos del plan de la noche. Me dijo que me pusiese guapa -¡Tenemos que arrasar esta noche!

De vuelta a su casa aproveché para relajarme dándome baño con mucha espuma, mientras escuchaba buena música. Una hora después había llegado el momento de empezar a prepararme para salir. Un poco de crema para que mi cuerpo luciese suave y brillante, pelo alisado con las puntas desfiladas, un poco de sombra de ojos, brillo en las uñas y pintalabios de color rojo.

Hacía muy buena temperatura, y según internet, la noche seguiría siendo cálida, por lo que preparé encima de la cama, una camiseta corta negra de cuello ancho que deja uno mis hombros a la vista, una faldita cortita de volantes roja, y unos botines negros de tacón para evitar pisotones no deseados. Para rematar el conjunto, un sujetador sin tirantes y una tanguita de hilo, ambos negros. Empecé a vestirme lentamente colocando a la con mucho cuidado cada una de las prendas, para que todo estuviese perfecto. Me coloqué en frente del espejo de la entrada, un toque de perfume, me coloqué el pelo, y retoqué mi pintalabios lanzando un beso al espejo. ¡Estaba lista para salir!

Llegué a la estación de metro y cogí el primer tren que llegó. No estaba muy lleno, pero me quedé de pie apoyada en una barra cerca de la puerta para no enseñar mi ropa interior a ninguno de los pasajeros -siempre he odiado los asientos del metro-, total iban a ser 25 minutos. Coloqué mis auriculares, y me aislé de todo el mundo. A medida que nos íbamos acercando al centro, el vagón se iba llenando parada a parada. Tras cuatro o cinco paradas me vi rodeada de gente, comenzaron los empujones, el calor de la gente empezaba a notarse y la situación comenzó a resultar incómoda. En la siguiente parada con la entrada y la salida de la gente los empujones eran ya más que evidentes. De repente noté como algo tiró del hilo de mi tanga. Fue un segundo, me giré rápidamente, pero había gente bajando y subiendo del vagón por lo que no pude ver nada. Coloqué el vuelo de mi faldita con las manos y esperé a mi parada sin prestarle mayor atención -han sido imaginaciones tuyas- pensé.

Llegó mi parada y en cuanto di el primer paso noté que algo no iba bien, mi tanguita se estaba aflojando. Junté las piernas todo lo que pude y salí del vagón lo más disimuladamente que pude, quedándome apoyada en una de las paredes del andén. Aún no sabía muy bien que estaba pasando, pero no podía ponerme a mirar que sucedía con toda la gente que bajaba del tren, por lo que me quedé esperando. Cuando la estación comenzó vaciarse separé un poco las piernas, y sentí como la tanguita se deslizaba por mis piernas, con mi mano toqué hilo de mi tanga por debajo de la faldita. ¿Se me había soltado? ¿Cómo era posible? Roja como un tomate por la vergüenza de la situación me puse de espaldas a la gente que aún quedaba en el andén, tiré del hilo y mi sorpresa fue que salió todo el tanga con él. ¿Qué había pasado?

Echando un vistazo vi que los 2 hilos de la parte de atrás del tanga estaban cortados, ese fue el tirón que noté -pensé-. Podía escucharse la llegada del siguiente tren, por lo que temblando metí el maltrecho tanga en el bolso, bajé todo lo que pude mi faldita y fui a la búsqueda de la salida de la estación. Para ponerme las cosas más difíciles se trataba de unas escaleras mecánicas. Podía oír a la gente que bajaba del tren que acababa de llegar. Tenía que apresurarme si no quería que nadie me viese. Me subí a las escaleras de espaldas colocando el bolso contra mis piernas, por si alguien subía las escaleras más rápido que yo, no pudiera ver que no llevaba nada debajo de mi falda. Una vez en la calle, seguía roja de vergüenza, en mi cabeza todo el mundo me miraba y se reía, como si conociesen mi secreto o me viesen completamente desnuda caminando por la calle. Estaba completamente obsesionada con el vuelo de la falda, colocándola constantemente. Debía apresurarme y llegar al trabajo de Marta.

 

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