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La apuesta

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Todo comenzó con una borrachera, una apuesta y un anuncio en internet:

“Amo experimentado y maduro busca esclava sexual joven y bella. Nada de contratos y nada de condiciones. Si vienes a mi es porque has renunciado a ser una persona y estas dispuesta incluso a quedarte sin dientes si a mí place. Las interesadas (las risas de mis colegas en este punto ya eran la hostia) tendrán que presentarse a la siguiente dirección XXX-XX-XX (puse la dirección de una casa vecina, abandonada, a la que tenía acceso) vestidas de forma discreta y con un collar de perro puesto. Si no estoy, me esperáis sentadas en el suelo el tiempo que haga falta”

-No va a contestar ninguna

-Pero ni de coña -Aseguré yo– Pero ya está publicado, malditos cabronazos.

-¿Y si se presenta alguna gorda y fea? -Comento otro entre risas

-¡Te la follas tú!. La apuesta era poner el anuncio, cabrones. De follarme a las futuras candidatas, no hemos hablado.

Todos ellos estallaron en carcajadas. El tema para ellos murió ahí, en cambio para mí fue algo distinto. El anuncio fue visto y leído. Recibí unos cuantos mensajes públicos asegurando que menuda bestia y que iba a venir a mi casa a romperme los dientes si tanto me gustaba. Yo les dije simplemente que lo puse para que la que viniera supiera a que venía. Que no engañaba a nadie, como los políticos. Recibí unos cuantos privados para que me mostrara físicamente, o para que mostrara mi polla de forma física. Les conteste que las reglas estaban claras. Un par de meses después de poner el anuncio, ya no recibí nada más. Ninguna chica se presentó y yo me olvide del tema. Hasta que un día, por pura curiosidad, me volví a meter. Tenía un mensaje nuevo. Un mensaje nuevo de ese mismo día

“Hola. He leído su mensaje y he estado en la casa. Sé que está abandonada, pero aun así me excita mucho pensar que puedes llegar en cualquier momento y que me ponga a sus pies. Si alguna vez me pilla, vióleme, por favor.”

Lo primero que pensé es que era una broma de pésimo gusto de alguno de mis colegas. No pensaba mover un dedo. Bueno, unos pocos quizás sí.

“Tiene que ser entrega voluntaria. No puedo tomarte por la fuerza”

Me contestó inmediatamente, no me había dado cuenta de que estaba conectada.

“Quiero sentirme usada desde el primer momento por mi amo”

Yo no conteste nada.

“Alguna vez mientras estaba allí, he llegado a pensar que me iba a pillar y he salido corriendo para esconderme en la parte de atrás”

“Tira los zapatos al cubo de la basura la próxima vez. Veras como no sales corriendo más”

Tardo un rato en contestar.

“Puedo dejarlos en la casa, como la cenicienta. Así podrías encontrarme gracias a ellos”

“Me meare en ellos y luego haré que te los pongas. O que los limpies con la lengua. Ya veremos”

Me mando al poco un documento con foto. Eran un par de zapatillas de mujer y un par de pies pequeños y desnudos. Y un mensaje “Ahora estoy descalza. Esta vez no pienso correr”

No salí corriendo. No tengo edad para ello. Pero sí que me dirigí inmediatamente hacía la casa con el coche. Según me acercaba mi corazón se aceleraba y notaba la ansiedad del momento. Dio igual, llegue tarde. Entre en el jardín y recorrí el corto jardín abandonado hasta las escaleras que conducían al interior de la mansión abandonada. Las zapatillas y su bolso estaban allí. Dentro de ellas había unas bragas negras usadas. Aún podía sentir su calor corporal. Y también estaba ella, al borde de las escaleras que daban paso al jardín interior. Llevaba puesto un vestido marrón largo y la correa de perra le colgaba de un lateral, dispuesta a ser cogida por su amo y señor. Era una perra joven y rubia, peinada con una larga coleta.

El camino era duro y áspero, lleno de piedras y polvo. La lleve conmigo hasta el centro del laberinto y ate su correa a una rama del árbol. La obligue a que tumbara en el frío y duro suelo. Y la amordace con un trozo de tela. Levante toda su falda. Tan larga era que la cubría toda la parte superior del cuerpo. La había reducido simplemente a piernas y un bonito coño completamente depilado.

Y lista o no, se la metí una y otra vez. Cuando al fin me tome un descanso, me fije en las manchas de sangre de sus muslos. De alguna forma retorcida, me alegre en mi interior. La di la vuelta, me manché con un poco de barro para poder deslizarme mejor, y me dispuse a romperla el culo. Fue maravilloso penetrar ese culito virgen sin que ella demostrara el menor signo de dolor.

Cuando al fin termine de manifestar mi lujuria, retire con cuidado la falda. Me fije en su rostro y la fuerza con la que había mordido la mordaza. Se la levante y la ayude a incorporarse tirándola de la coleta. Coloque mi polla delante de su boca y ella comenzó a lamérmela. Al cabo de unos minutos, estaba listo para follarme su boca también.

Me retire de la escena. Necesitaba pensar con tranquilidad lo que acaba de hacer. Estaba viviendo una especie de cuentos de hadas macabro. Volví a la mansión. Allí estaban las cosas de la chica. Eche un vistazo a su bolso. Tenía una cartera con su documentación, así como un teléfono móvil privado. Vanessa tenía 18 años recién cumplidos, hasta el punto de que hoy era su cumpleaños. Vivía en uno de los mejores barrios de la ciudad. El historial de navegación de su teléfono móvil estaba a reventar de páginas porno. Pero no porno normal. Sexo anal, violaciones, sado, mujeres siendo meadas y comiendo mierda, zoofilia pura y dura. Abrí el diario por la fecha en que mandé mi mensaje...

“Acabo de leer el mensaje de mi futuro amo y señor. No pide nada, sólo entrega completa por mi parte. Y pienso hacerlo. Pienso guardar la virginidad de cuerpo para que la disfrute como mejor desee.”

“Estoy leyendo lo que escriben los demás. Estoy por escribirle para decirle que sea fuerte, ya que dentro de poco va a poder disfrutar de mi como mejor desee. Pero aún no puedo hacerlo. Tendrá que ser fuerte por los dos. También me he decidido por fin por la ropa que voy a llevar puesta. Espero que le guste.”

“He ido a la dirección por primera vez. Es una casa abandonada, ni si quiera es su verdadera dirección. Creo que no espera que nadie responda al anuncio. Me he quedado allí, un rato. Me he excitado pensando que vendría para ponerme a sus pies. Pero en cuanto he oído un ruido en la puerta de entrada, me he escondido como una perra asustadiza. Merezco un castigo por ello. Y sólo conozco un castigo adecuado. Mi amo y señor tendrá que violarme la primera vez que me tome”

“Al fin ha llegado el día en que me voy a entregar en cuerpo y alma a mi nuevo amo y señor. Mi madre me ha regañado como una boba cuando me ha visto salir de casa con una ropa tan fea. ¡Si supiera que nunca más me va a ver seguro que me hubiera dicho otra cosa! Sólo espero que se conecte, pero seguro que lo hace. Estoy poniendo todo mi deseo en ello”

Estaba completamente loca, como un puto cencerro. No sé cuánto tiempo estuve allí dándole vueltas al asunto, pero al final, me sacaron de mis pensamientos unas ganas locas de orinar. De orinarme en su boca, para ser exactos. Ella estaba sentada en el suelo, llena de polvo y sudor, atada por la correa al árbol. Sonrió al verme. Y se tragó hasta la última gota que salió de mi pene flácido.

-¿Es esta la clase de vida que deseas?

Ella no contesto con palabras. Se tumbó y se levantó la falda dejando su coño al aire para mi uso y total disfrute. O el de mis amigos. Llame a los cinco, pues estaban perfectamente disponibles a esas horas. Y los cinco se acostaron con ella, por delante y por detrás. No les importo lo más mínimo no verla la cara. Es más, esa fue la parte que más le gusto. Los seis terminamos reventados de follar y no quería ni imaginarme como estaba ella. La tuve que llevar en brazos hasta el coche.

-No tienes un amo, tienes seis, pues cualquiera de ellos para ti es como si fuera yo. Sólo tienes que decir una palabra y todo esto terminara.

-Fóllame de nuevo.

Definitivamente estaba como una cabra. Y yo también por no deshacerme de ella.

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