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Plegaria Maldita

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Plegaria Maldita 

I

Que los versos de mi poema no sean la estructura de una historia prohibida, no sean estos el tema principal lema de mi llanto hueco en un libreto falso para generaciones; sea pues, himno sagrado en la última de mis canciones, símbolos en los cimientos de castillos abandonados para que los hechiceros descifren señales ignoradas en una oración sincera; libreto donde existen semillas para el desembrujo de un cascabel endemoniado, y mis lenguas extrañas, antorchas que alumbran los sótanos escondidos de un laberinto dibujado.

II 

Que importa pues si mis letras son aullidos de un animal desesperado, sea joven, adulto, viejo desanimado, o alma penando; que mi espíritu no siga vagando en el viento con el incienso contaminado, que las estrofas repetitivas de los guerreros sacrificados sean halcones al viento, y los dioses, inmortales bajan a regalarnos su compañía, y las enseñanzas de los ancianos sean luciérnagas en la oscuridad donde moran demonios agonizando.


III

En el silencio de mi pena, aun cuando mi creador me ha negado entrada a la celebración del séptimo día, sigo tocando la quena de los indios de la meseta inalcanzable; que importa ya si estoy muriendo, soy aliado de la vida y sus elementos que hasta ahora he coleccionado...empiezo a viajar nuevamente al entarimado embrujado. Mi presencia sea pues el cayado del que no ha desmayado, las barreras del espacio sean como el piquete en un enjambre de colmenas, sean el fuego de la existencia en la piel de mi ser que avanza, y la lanza de conocimiento en el campo de batalla.  

IV

La música de las notas espirituales no distingue la suerte del débil, raramente, en la suerte del fuerte se habla de la belleza en la muerte. La luz resplandeciente en una inspiración de la realidad para este llanto, la sensación en sus estrofas toca lo más profundo de muchísimas mis memorias locas; y vuelvo caminar a un lado de mi fiera invencible, soy el príncipe en los pasillos de un palacio rentado, y ahí donde mi valentía ha construido su espacio, vuelvo a abrir los códigos de tantos laberintos sellados; los papiros sean el testamento para que mis vasallos canten como los gallos cuando sale el sol por las montañas, y jamás sean quemados, su justicia ha sido escrita en oro.  

V  

El toque de mis manos en el cielo sea como arañas que construyen trampas, en pisos, y techos con hilo de seda. Mi territorio sea eso, una telaraña en los espejos del mas azul de los cielos, y ahí en el centro de mi malla invencible; anunciar mi pasión al Omnipotente, y vivir sin descifrar lo que ya ha pasado...caminar lentamente hacia la nada, y sean lo sueños de tantos pequeños quienes dibujen con luz fosforescente la inocencia de un mañana sin principio ni fin.  

VI

Ni la lluvia en su tormenta más perversa, ni el viento más maligno en su rabia abrumadora borre el signo de una nueva generación encantada; y en este pequeño guion, las palabras, sean mi argumento para que, aunque yo ya desterrado, me haya marchado, sean mis descendientes quienes reinen su caminar eterno con conocimiento jamás imaginado, ¡y sus corazones despreciados sean los cuetes en un carnaval de celebración a mis antepasados!  

VII

Aunque huecas mis oraciones, finas en su textura sean las canciones de mis plegarias, vibren pues en las fibras de este y mil corazones, y sean millones los colores en las obras maestras, y los dioses deleitados en las composiciones honestas de un alfabeto de exclamaciones sin acentos, ni interrogaciones; sean infinitas las respuestas, y las preposiciones donde las ilusiones son solamente una carta al vacío.  

L.A.

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