Nuevos relatos publicados: 12

Se cumplió mi sueño con mamá (Capítulo 2)

  • 15
  • 70.073
  • 9,26 (91 Val.)
  • 0

NOTA: Si no has leído el primer episodio, deberías hacerlo antes de comenzar con la lectura de éste. Puedes acceder a él pinchando aquí.

 

*****************

 

La tarde en la que tuve la primera experiencia sexual con mi madre continuó como si no hubiese pasado nada fuera de lo normal. Dos personas que se querían habían hecho el amor, así lo veíamos ambos. Decidimos aprovechar lo poco que quedaba de día e irnos a la piscina que tenemos en nuestra comunidad, aunque sin poder estar a nuestro aire ni tener intimidad de ningún tipo. Nos dimos un par de baños, tomamos el poco sol que nos quedaba, y sobre las 20:00 nos fuimos a casa.

Al terminar de cenar, sobre las 22:00, nos tumbamos en el sofá a ver la televisión y salió el tema del que solo habíamos hablado el rato después de haber terminado.

— Alex, sé que te lo dije antes, pero lo de esta tarde... En fin, que me ha encantado, ya lo sabes. Nunca me hubiese imaginado que tú y yo acabaríamos haciendo esto, pero tampoco me imaginaba que íbamos a entendernos así ni que yo te gustaba tanto.

 A mí también me ha encantado, mamá. A ver, todo esto puede parecer raro, pero puede ser algo normal, ¿no? Tú estás buenísima, me atraes, y yo te atraigo a ti, o eso creo... No tiene nada de malo que dos personas que se quieren hagan el amor.

 Claro que me atraes, mi vida, no me he ido con ningún hombre a la cama sin que me atraiga o sienta algo por él, y nunca con alguien tan joven como tú. Dejémoslo en que para ti y para mí si es normal, ¿vale? Hemos disfrutado haciéndolo y nos queremos muchísimo, y también espero que sigamos haciéndolo, jejeje.

 No sabes lo que me alegro de que pensemos igual, y ya sabes que cuando quieras lo repetimos.

Acaricié dulcemente sus pechos mientras me acercaba a besarla, algo que ella no rechazó y me siguió el juego, pero la cosa no fue más allá.

 Pero ahora no, cariño. Ya estoy suficiente servida con lo de esta tarde, y además mañana tenemos que ir a trabajar y al instituto.

 Si si, mamá, si no quería... Solamente quería sentir otra vez esa sensación de tocártelas, no sabes cómo me gustan...

 Que mono eres, mi vida. ¿Te puedo preguntar una cosita?

 Adelante, lo que quieras, más confianza ya no podemos tener, jajaja.

 ¿Cómo es que de repente te empecé a gustar tanto como mujer y no como madre? Además de verme salir desnuda de la ducha, me viste con Germán en la cama, ¿verdad? Te oí entrar, pero estaba tan cachonda que no podía parar...

Germán. Esa era el hombre con el que estaba follando mi madre el día que empecé a ver a mamá como la mujer buenorra que era. Le contesté tranquilo y con confianza.

 Sí, mamá. Llegué tan tranquilo y de repente me encontré con aquel panorama que no había visto nunca, y claro, me asomé y te vi ahí... Desnuda y encima de aquel tío... Y empecé a desear que fuese yo el que te cabalgaba y no él, y parece ser que se cumplió, jajaja. Y bueno, pues ya sabes, no pude evitar recordar esa imagen, y la foto que te hice ayudó, supongo que viste como te la sacaba.

 ¿Una foto? ¿Cómo que una foto? ¿Follando?

 Bueno... sí, estabais follando, pero solo te saqué a ti cabalgando mientras te botaban las tetas, ya sabes cómo me pongo cuando haces eso...

 No, no lo vi. A ver, no me parece mal, pero siempre y cuando no la tengas guardada en el móvil, ya me jodería que te viese alguien el móvil, o te lo robasen o algo por el estilo y se encontrasen que tienes fotos de tu madre como Dios le trajo al mundo. Si la usas para lo que la usaste, no tengo ningún problema, muchísimo menos después de lo de esta tarde.

 Sí, la tengo en el ordenador bien guardada, pero la borré del móvil esa misma noche. No sabía si me lo ibas a coger tú o cualquier amigo, por eso la metí en mi orde y la quité de ahí.

 Eso ya es otra cosa... Bueno, Alex, creo que es hora de que nos vayamos a dormir.

 Mamá, mamá, espera. Tú me has hecho una pregunta, ¿te puedo hacer yo otra más importante?

 Dispara.

 Tomarás la píldora, ¿no? No hemos hablado de eso, y con el calentón no me dio tiempo a ponerme el condón, aunque no sé si tú lo sueles usar, bueno, él que folle contigo, jajaja.

 Sí, Alex, la tomo, y ya me la he tomado. No he utilizado condón nunca, ni cuando tenía tu edad, creo que se disfruta mucho más al natural y luego tomándote la píldora con tranquilidad que no poniéndote un condón con riesgo a que se nos rompa y sin que podamos disfrutar al máximo los dos. Además, contigo no creo que haya ningún problema de salud.

 Vale, mamá. Yo suelo usarlo, la primera vez que lo he hecho sin condón ha sido contigo. Entre el morbazo y cómo te sientes de liberado, ha sido el mejor polvo de mi vida. Bueno, mamá, buenas noches, y que sueñes con lo de esta tarde, que ya estoy deseando repetirlo otra vez.

 Y yo, cariño, y yo. Descansa y que sueñes con mamá, mi amor.

Le di un cariñoso azote en el culo, nos dimos un beso muy cariñoso y nos fuimos a dormir.

La semana transcurrió sin sobresaltos, apenas nos veíamos diariamente, yo estaba liadísimo con los exámenes y ella trabajaba, por lo que no tuvimos prácticamente ninguna ocasión para volver a tener sexo durante esos días, excepto el miércoles.

Llevaba estudiando desde que llegué de clase y tenía ganas de relajarme un poco y desconectar de los libros. Mi madre también había tenido un día duro, tenía turno de tarde y llegaba a casa bastante agobiada, pero liberada por acabar el día. Nos tumbamos en el sofá, cosa que no habíamos hecho desde el domingo, y hablamos un poco.

— ¿Qué tal los exámenes, Alex?

— Bien, mamá, bueno, ya sabes... Segundo es bastante complicado, la PAU en unos meses... Pero intentando sacarlos con la mejor nota posible. ¿Y tú?

— Un poco estresada con el turno de tarde, pero por lo menos se paga mejor. Fíjate, no me ha dado tiempo ni a cambiarme de ropa.

— Si quieres te ayudo a quitártela, y luego... ya sabes, que pase lo que tenga que pasar...

Fui a desabrocharle la camisa con un precioso escote que llevaba, pero al cuarto botón me cogió la mano y me detuvo.

— Cariño, me apetecería muchísimo después del día que llevo, pero mañana me levanto a las 5:30 y estoy muy cansada. Mañana te prometo que tengo toda la noche libre para nosotros.

— Te entiendo, mamá, pero mañana yo no puedo. Tengo muchísimo que estudiar para el viernes y voy muy justito, me tendré que quedar hasta muy tarde.

— ¿Y el viernes vas a salir?

— No creo, no tenemos ningún plan. Mis amigos tienen la recuperación de matemáticas el martes y tienen que empollar muchísimo, menos mal que yo aprobé.

— Bueno, pues ya está. El viernes por la noche la tenemos enterita para nosotros, ¿no? Así lo hacemos con muchísimas más ganas.

Se me fue acercando para besarme sin el sujetador puesto.

— Claro, mamá... No sabes cómo estoy deseando que pasen rápido las horas. Y además ahora me estás poniendo muchísimo.

Le acaricié las tetas con delicadeza mientras mi polla estaba a nada de estallar.

— Ya vale, mi vida, me las vas a desgastar, jajaja.

Se levantó a ponerse su vestido escotado para dormir y vino a despedirse de mí.

— Hasta mañana, Alex.

— Hasta mañana, mamá.

Nos despedimos como ya era lo normal entre nosotros, unos besos, unos roces y una erección.

Como dije antes, el jueves transcurrió con normalidad, bueno, no del todo, porque no levanté más de 10 minutos la cabeza de mis libros de filosofía y economía.

Por fin era el deseado viernes, y el día no podía empezar mejor: los exámenes me salieron perfectos. Mamá hoy solo había trabajado 2 horas, por lo que estaría dispuesta a que pasásemos una noche increíble.

— Hola, mamá. Los exámenes me han salido muy bien, se nota que ayer no he despegado los ojos de los libros.

— Como me alegro, cariño. Mira, tengo un plan para esta noche, a ver si te gusta.

— ¿Si? ¡Dime!

— Pues mira, he pensado en que podíamos ir a cenar a algún restaurante, pero en plan madre e hijo, allí tenemos que aparentar normalidad total. Y luego tengo preparada otra sorpresa que ya la verás cuando llegue el momento, pero seguro que no te lo esperas.

Yo esperaba que viniésemos a casa y pasásemos una noche inolvidable para los dos, pero la cosa fue mucho mejor.

Habíamos quedado a las 20:30 para ir a cenar, pero antes yo iba a aprovechar un poco mi tarde de estudio. Más tarde, di por finalizado mi estudio, bajé al súper a por un recado que me dio mamá y luego me quedé en la habitación un rato con el ordenador. Sobre las 19:30 mi madre entró en mi habitación semidesnuda.

— Mamá, ¿el sexo no se suele dejar para después de la cena?

— Que tonto eres, Alex. Era para que eligieses entre estos dos vestidos, ahora te los enseño de puesto.

Me enseñó los dos vestidos, y a cuál mejor. Le hacían estar más buena de lo que ya estaba.

— El segundo, tiene un escotazo increíble. Claro, que tú también ayudas.

— Muchas gracias mi vida, pero eso ni se te ocurra decirlo en el restaurante, eh.

— Tranquila, mamá, espero saber controlar mis impulsos sexuales hacia ti en público.

— Espero, espero, jajaja.

Salimos un poco más temprano de lo pactado. El restaurante estaba más lejos de lo que esperaba, y llegamos sobre las 21:00.

— Pues aquí es.

Era espectacular, un restaurante bastante lujoso y con una apariencia increíble.

— Está guapísimo, mamá. ¡Madre mía!

— Me alegro mucho de que te guste, hijo. Venga, vamos a nuestra mesa, que la tenemos reservada para esta ahora y no se nos puede pasar.

Cenamos bastante bien, no nos quedamos con nada de hambre.

— Pero esto tiene que ser carísimo, ¿no?

— Parece, pero no. No es excesivamente barato, pero está bien de precio para lo bien que hemos cenado.

— Sí, eso sí.

Salimos del restaurante a las 22:30 y nos montamos en el coche.

— Bueno, supongo que querrás saber cuál era la sorpresa, ¿no? En unos minutos lo descubrirás.

— No me dejes así, mamá. Venga, una pista.

— Tranquilo cariño, ya verás que te va a gustar, y lo vas a ver muy pronto.

Tras unos minutos con el coche, no me lo podía creer. Mi madre me había llevado a uno de los hoteles más caros de toda la provincia.

— Mamá... ¿En serio?

— Sí, cariño. Qué pasa, ¿no te gusta?

— ¡Claro que me gusta! Pero te ha tenido que costar muchísimo.

— Bueno, la ocasión lo merece, ¿no crees? Además, nunca hemos hecho cosas como esta. Creo que nos lo merecemos después de tanto esfuerzo.

— Eso sí. Dios, mamá, esto es increíble. ¿Por cuánto tiempo has alquilado?

— Una habitación, para ti y para mí, con todo tipo de comodidades y hasta el lunes por la noche, así aprovechamos el puente al máximo. No tenemos que preocuparnos de nada, ya está todo pagado y gestionado. Esto es para que disfrutemos de nosotros.

— Pero... no hemos traído nada de ropa.

— ¿Por qué te crees que te mandé al súper a comprar huevos cuando ya teníamos suficientes? En ese tiempo récord conseguí hacerte una bolsa con ropa suficiente para estos días, hasta ropa de agua. No te preocupes, Alex.

— Estás en todo, mamá. Eres listísima.

— Bueno, ¿subimos al hotel?

— Venga.

Pasamos por recepción, dejamos las cosas rápidamente en nuestra habitación, y mi madre me sorprendió con un vestido escotado más propio de salir de fiesta que de dormir.

— Con el buen tiempo que hace, ¿no te apetece ir a tomarnos algo a la piscina? Hay zonas reservadas con césped y tumbonas donde podemos estar solos, no hay nadie y no creo que nadie vaya a ir. Vamos al bar, pedimos algo de beber y nos tumbamos ahí.

— Guay. Joder, si ya te he dicho antes que estás en todo. Me pongo el bañador por si acaso y nos bajamos.

Dicho y hecho, bajamos al bar, nos pillamos las bebidas y fuimos a la zona reservada de la piscina. Yo desconocía de esa zona, pero por lo que me dijo mamá, era una zona donde nadie solía ir. La gente prefería más la fiesta y el jaleo que la tranquilidad.

Estuvimos tumbados un buen rato mirando al cielo mientras hablábamos tranquilamente.

— Son las dos y estamos como si fuesen las diez, que maravilla estar aquí.

— Ya te digo, mamá.

Mamá se levantó de su tumbona y vino a la mía. Cariñosamente, me fue acariciando el pecho y besando. Le podía ver perfectamente esas tetas con las que tanto había estado gozando.

—Alex, tú y yo teníamos pendiente algo que el viernes no pudimos hacer, ¿te acuerdas?

— Claro que me acuerdo, me muero de ganas. ¿Subimos ya a la habitación?

— ¿En la habitación? No. Hemos venido aquí para salir de la rutina y hacer cosas nuevas, y este sitio es perfecto para hacerlo. Tú, yo, la naturaleza y nadie que nos moleste. Dime que no te encantaría.

— Me encantaría, mamá. Pero, ¿y si viene alguien y nos pilla en pleno tema? Nos moriríamos de la vergüenza.

— No ha venido nadie en todo este tiempo, cariño, dudo que vayan a venir ahora y cortarnos el polvo.

— ¿Y si se escuchan nuestros gritos desde la otra zona?

— Hijo, estamos tan alejados de aquella zona que, si cae un meteorito aquí, ellos no se enterarían. ¿No te pone hacerlo aquí?

— Me pone hacerlo en cualquier sitio si estoy contigo, mamá. ¿Estás segura?

— No he estado más segura de otra cosa en mi vida.

Nos tiramos al césped y empezamos a besarnos. Nuestros cuerpos sudados por el calor se iban juntando, nos costaba despegarnos el uno del otro. Muy excitado, le quite el vestido rápidamente mientras ella me quitaba la camiseta. Yo besaba esas tetas que tanto tiempo habían estado cuidándome mientras ella le quitaba el bañador a su pequeño hijo que se había hecho muy mayor. Mientras yo seguía disfrutando de esas tetas, ella empezó a hacerme una felación.

— Dios, mamá... Jodeeeeeeeeer, que boquita que tienes, madre, que manera de chupar y de hacerme disfrutar. Sigue ahí, mamá, sigue...

— ¿Te gusta, amor? No sabes cómo me alegro de que a mi hijito le guste como se la chupa mami...

Mi madre volvió a meterse mi polla en su boca y siguió haciéndome una mamada espectacular.

— Ya, ya... mamá, que, si no me voy a correr rapidísimo, y quiero follarte bien duro.

— Vale, mi amor, dame como quieras.

— A cuatro patas, mami, por favor a cuatro patas. Me pone muchísimo verte follándome así.

— A mí no sabes lo que me pone que tú te pongas tan cachondo, y más cachonda me pone que me llames mami.

— Pues disfruta de mi polla, mami, disfruta como disfruto yo follándote.

— Ay, Alex, aaaaaaaaaaaaay... Sigue, sigue, más duro, más duro, dame más duro mientras me llamas mami.

— Más duro mami, ten, más duro mami. Como follas, mami, eres la mujer de mi vida.

— Ayayayayayay hijo sigue así, que me voy a correr pronto, sigue...

— Un poquito más y cambiamos a que te pongas tu encima, mami. Como te gusta follar, como follas, y como me gusta que seas tan golfa con tu hijo.

— Soy una golfa, cariño. Mami es la mujer más golfa a la que te has follado, ¿verdad?

— Sí, y la que más buena está. Vaya culazo tienes mami, ¿quieres un poco por ahí?

— No hijo, todavía no, nunca he hecho un anal. Pero sigue y cambiamos a otra. Diooooooooooos... Ya, cariño, cambiamos si quieres.

— Ponte encima y cabálgame como sabes que me encanta, mamiiiiiiiiiiii...

— Te cabalgo como una perra, tu mami te cabalga. ¿Te gusta, Alex? Te encanta como cabalga mamá, ¿a qué sí?

— Me encanta como cabalgas, mamá, joder. Me encantan tus tetas y me encantas tú.

— ¿No te encantaba como botan? Pues mira como botan, mira como botan cuando te cabalgo todavía más fuerte. Mi vida, estoy a punto de correrme, ayyyyy, me voy a correr mientras te cabalgo.

— Córrete, mami, hazlo, a mí me queda muy poquito.

— Me corro ya, me corro... Aaahhhhh, mi amooooor, diooooos, mmmm sigue, sigue hasta correrte tú también, mami te sigue cabalgando hijo, dale todo tu semen a mami.

— ¿Te lo echo por encima, mamá? Pero tengo que sacarla.

— Sácala y échamelo encima, cariño, llena de leche a mamá, llena de leche a mamiiiiiiiii.

Comencé a masturbarme mientras mi madre esperaba sentada y metiéndose los dedos que yo me corriese en ella.

— Mamá, prepárate, no me queda nada.

— Vamos hijo, mamá tiene sed y solo la puede curar con leche.

— En la boca, ¿mami?

— Donde quieras, hijo, donde quieras... Mami te deja que te corras donde más te guste.

— En las tetas, mamá, en las tetas.

Mamá agarró sus tetas y las acercó a mi polla.

— Dioooos, que chorro mamá, dioooos, como me he quedado.

Las tetas de mamá se llenaron de mi abundante semen.

— Ven, hijo, que seguro que todavía no te ha salido todo.

Mi madre me hizo una breve felación y sacó algo de chorro que todavía quedaba ahí dentro.

— ¿Ha salido, no?

— Poco, pero sí. Tranquilo hijo, me voy a limpiar esto en la piscina.

— ¿En la piscina?

— Sí, hijo, no creo que pase nada. ¿Te vienes a dar un bañito para relajarnos después de este polvazo? Por cierto, me ha encantado, muchísimo mejor todavía que el anterior.

— Y a mí también, mamá, has estado increíble.

Nos dimos un breve baño, nos secamos, y nos fuimos a la habitación. Tras esto, las mini vacaciones (y la vida), siguieron...

(9,26)