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Josy Prostituta. Experiencias “haciendo la calle”, la encerrona y otras. Cap. 6

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Para entender y comprender mejor la historia de Josy, deberían ira Josy prostituta parte 1 y parte 2 para conocer la génesis de las motivaciones de la protagonista, somos amigos y puedo dar fe de todo lo que cuenta por haber tenido entre mis manos a esa mujer tan exuberante en cuerpo como excelente en sus habilidades en el sexo.

La parte 1 publicada el 10-6 en categoría intercambios, la 2, 3, 4 y 5 en categoría amor filial.

Relatar la historia de Josy es poner en secuencia la auténtica realidad, sin concesiones y sin culpas, enfrentó la realidad con su cuerpo, exuberante y voluptuoso, placer a cambio de dinero, pero al entregarse había descubierto el disfrute del sexo como nunca, variedad y cantidad conseguían llevarla a niveles de placer inéditos.  En este capítulo cuenta algunas experiencias del trabajo de prostituta. Comienza a hacer la calle, el primer cliente, otras experiencias, la encerrona, lluvia dorada, al mejor postor y bailando en el bar.

 

Retomamos el hilo del relato luego de la clase subiéndose a la cabina del truck y teniendo sexo con el conductor, terminando con la despedida del conductor satisfecho, saludándola agitando la mano que retiene la bombacha de Josy como trofeo.

En esta parte del relato Memo, el primo del marido y profe elegido para entrenarla considera que ya está en condiciones de hacer la calle y la deja comenzar por su cuenta y riesgo. Lo que sigue fue el relato abreviado, solo poniendo en texto las partes más sustanciosas y de contenido lujurioso de las andanzas de Josy prostituta:

Me largué a hacer la calle, a probar mis carnitas como medio de vida.

Según las referencias de la vecina que aleccionó en lo referente al trabajo de calle propiamente dicho, me preparé con las ropitas, bueno el uniforme de trabajo y salí a comenzar el primer día de prostituta.

Busqué un lugar donde se paran las chicas que están para “el levante”, en verdad les he gustado bastante, mis formas exuberantes les excitan también a ellas, según me dicen, en los comienzos tuve tres o cuatro clientes en la mañana y algo más por la noche, claro que es algo cambiante según los días.

Algunos clientes son rapiditos para venirse, otros más exigentes saben demorarse por más tiempo haciéndome sexo, a todos les encanta mis grandes tetotas y mis generosas nalgas, pero sobre todo me alaban la disposición para hacerlos gozar.  Me encuentran distinta a muchas, no solo por mis formas, sino porque los beso en la boca, beso húmedo, meto mi lengua en su boca y cuando ellos meten la suya sienten que me caliento, eso debe ser lo que me hace distinta, transmitirle ese fuego que me produce hacen que les guste hacerlo conmigo. 

Aunque no se los diga, ellos aprecian mucho que caliente, desde que comienzan a mirarme para evaluar como estoy de buena, cuando me tocan las nalgas y me las aprietan se siente rico, más aún cuando estamos en la cama hasta me vengo con ellos.  Aprecian mi entrega, el hecho de venirme con ellos le da un plus a mi servicio.

Obviamente también he accedido a mamárselas y hacer sexo sin condón, al natural y con venida dentro de la vagina, luego comenzaron a pedirme que se las limpie con mi boca y que me trague el resto de sus mecos que me han regado dentro. 

Aprendí a mamarlos, les encantó enseñarme a mamarlos, disfrutan que se lo haga, solo accedo a sus gustos y doy lo que me solicitan.  También entrego el culo, no todos me lo solicitan, pero sí la mayoría; dicen que muchas prosti no lo quieren entregar y tampoco les gusta mamar, será por eso que me he vuelto un objeto bien deseado.

Tengo bien en claro que el hombre busca a la prosti para hacer todo aquello que se le niega en el hogar, así me acaban en la boca y me trago su leche, le encanta verme comer su verga en mi boca y venirse viéndome disfrutar tragarme su leche. 

Casi todos me piden el bucal, cogerme por la boca, el metisaca me lo hacen sin tantos miramientos, jalando de los cabellos y me la dejan ir hasta el fondo, ahí les pelo la verga a los no circuncidados para sacarle la cabeza  y mamársela, disfrutan a mil, bufando cuando llega el momento del final feliz, un “bonus track” es mostrarles su semen dentro de mi boca antes de tragárselo, fue parte del adiestramiento del primo Memo y me da buenos réditos.

Cada hombre tiene su particular forma de disfrute, desde los suaves y tiernos hasta los que disfrutan ejercer el dominio sobre la hembra, los violentos, que nalguean fuerte y duro, algunos hasta me han dado con el cinto en las nalgas, el tipo exige, yo le doy, para eso estoy de prosti.

En este trabajo hay de todo y para todos, me han llevado para cogerme dos tipos, es cuando el morbo de ver al compañero cogerme se le sube a tope, se ponen súper excitados y algunas veces violentos, tanto como para jalarte de los cabellos por la habitación, manejándote como una perrita, disfrutan de portarse como grandes machotes posesivos y dominantes, asegurar su situación de dominio sobre mí.  Por suerte esos momentos donde el morbo machista se le sube a la cabeza en general son breves, aunque algunos se han mostrados a sus compañeros de cojinche por diez minutos haciéndome sexo bien rudo.   Cuando en el acto los tragos toman parte activa el maltrato suele prolongarse por más tiempo, en razón que la eyaculación suele demorarse más de lo necesario, obviamente esta parte depende de cuán joven o descansado sea el hombre, como de la cantidad de polvos que me haya echado.

Cada encuentro es cambiante depende de cuántos tipos y de cuánto tiempo dispongan.  He atendido a tipos que se mandan dos y otros cuatro, y hasta algunos pocos seis polvos me han dado, sobre todo cuando son más de un a cogerme, es cuando la excitación y la competencia potencia el deseo y el orgullo de parecer más hombre, es cuando más se han venido.  He aguantado a siete hombres durante toda una noche de juerga, donde me hicieron todo lo imaginable, desde la doble penetración, uno debajo por la vagina, el otro encima por el ano, tampoco faltó la variante, menos frecuente por suerte, de darme los dos juntos en la vagina.  Dos pijotas entrando al mismo tiempo en mi chepa, la primera vez me sentí como una mujer en trabajo de parto, parecía que me abrían tantísimo, pero no paso más que una gran dilatación, que luego te vas acostumbrando, son gajes del oficio que le dicen.

 

Mi primer cliente.

Haciendo la calle…  La situación fue así:  Recorría la calle esperando que algún hombre me llamara para un servicio sexual, caminaba ofreciéndome solita, vestidita de prosti.   De pronto un señor me llamó y preguntó por el costo de mis servicios, le gustamos, el precio razonable y estas carnitas que la naturaleza me dio.   Me llevó a un hotel cercano, era un señor de mediana edad, educado y amable, cosas que para ser primeriza me dieron cierta confianza.  Llegados a la habitación me desnudé despacio para que la demora hiciera el efecto seductor de excitarlo, sobre todo no quería que se me notara tan inexperta, estaba poniendo en práctica lo que el primo Memo me había aleccionado para los primeros encuentros, ahora era el momento de la prueba de fuego, actuar de cuerpo presente, y en carne viva, salir a escena y saltar sin red. 

El señor estaba arrobado con toda la mercadería expuesta a su servicio, la lujuria asomada en el brillo de sus ojos, el deseo latía dentro de su bragueta que se hinchaba más a cada momento.   Bajé los pantalones y el calzón, la verga estaba caliente y lista para el asalto.  Ahí mismo me arrodillé delante del señor, sin olvidar tus enseñanzas “no dejar de observar sus gestos y que note bien que lo estás haciendo”, tomé la verga entre las manos y realicé la primera mamada de prostituta.

La calentura le aceleró el pulso y las ganas de cogerme, pronto sentí sus convulsiones, se excitaba mucho, me dio por delante y desde atrás, por la vagina.  Se vino tres veces, dos por la conchita, la primera por delante, en la postura del misionero, la segunda desde atrás, como perrita y la tercera comenzó también desde atrás y terminó viniéndose en mi boca y tragándome su leche.   Me sentí diferente, por momentos descolocada, como había llegado a este momento del sexo con un hombre desconocido, fuera de la cama matrimonial, ahí estaba yo, prostituyéndome, pero debo ser honesta, sentí muy ricas y agradables sensaciones, puede decirse que en ese instante había saltado el camino sin retorno: gozaba haciendo de prostituta.  No sentía culpa alguna, estaba ahí por decisión propia, con el conocimiento y permiso de mi marido, pero queda la marca en mi vida de mi primer cliente.  Le conté al señor que era mi primer cliente, no se asombró demasiado, casi diría que se lo imaginaba por mi actitud y la entrega que ponía en agradarle y complacerlo, le gusté mucho, dijo que disfrutó el banquete de ser el primero en usar mis carnitas.

Ese mismo día tuve otros tres clientes, me regresé colmada de leche a la dos de la madrugada, mi marido me estaba esperando, quería saber y le conté todo, con detalles, se calentó y excitó a mil, y ahí mismo sin dejarme lavar me montó y nos echamos un rico polvo, luego vino el sueño y nos recibió abrazados y enlechados.

 

Otras experiencias:

Me sucedió hace poco tiempo, dos hombres me llevaron para cogerme, hasta nueve polvos me han dado en esa ocasión, cogida en todas la formas y por todos lados, hasta me han hecho doble penetración vaginal, por suerte no han intentado la misma suerte por el ano, no sé si lo habían pensado pero trato de que no sea, porque aun relajándote siempre está latente un posible desgarro del esfínter, y eso un tiempo sin trabajar; ante el menor indicio de que van con ese propósito se las mamo y los calmo, se aprende rápido.

Son muchos los que me dan por el culo, luego de las chichis es lo que les convoca con mayor predilección, me lo hacen con mayor o menor violencia, es la forma de dominación de la hembra, la excitación por poseer mi culazo, los pone hasta violentos.  Hay de todo en la viña del señor, algunos con la verga bien cabezona gozan en hacerme el culo, gozan de hacerme gritar, me la meten de un solo empujón, alucinan escucharme gritar cuando me la están metiendo, otros me la dejan ir de un solo envión, grito todo de una sola vez.   Cuando la pija es gordota se siente mucho más, sobre todo si no están circuncidados y cabezona me duele mucho pero también ese dolor se transforma en disfrute y termino con el culo bien dolorido pero gozado como una perra, el dolor tiene un límite, traspasado ese aprendes a sentir placer en tu dolor, debe ser el principio básico del masoca, que disfruta siendo maltratado, por el contrario el macho dominante se transforma en sádico cuando me lleva a esos niveles en el sexo, una relación de causa y efecto, el ying y el yang de la vida misma.

 

La encerrona

Me han llevado a lo que los señores suelen llamar “una encerrona”, es decir cuando se tiene a una chica para el servicio de varios hombres, es común que disfruten mucho más teniendo una para todos, que tener una para cada una.  El todos contra una potencia el deseo, excita los sentidos y poder verter su leche donde previamente lo hizo el compañero es una excitante experiencia.

Dejarte con las patas bien elevadas, tomados los muslos con tus propias manos, el hombre se coloca entre las piernas y comienza a bombearme en la vagina hasta venirse, en simultáneo otro u otros pueden acercarme sus porongas a la boca para una mamada, o venirse en mi boca, otros estrujando mis tetotas o pinzando los pezones, puedo atender varios instrumentos a un tiempo mientras recibo la descarga de mecos en la chepa.

Suelen sortear el orden de monta, y descargarme por turno sus mecos, hasta que se me cargan la vagina con tanta leche que se les escurre en sus vergas cuando me la ponen.  Esta es una variante de las elegidas cuando hay encerronas.

 En una ocasión he estado atendiendo a siete hombres a la vez, me daban uno a uno por el culo y de dos por la vagina.  Esa vez uno de ellos, no tan grandote, más bien gordito pero fortachón y vergudo, con una pija que calculo… más de veintiséis centímetros y tan gordota… que no podía rodearla con la mano, necesitaba las dos para encerrarla del todo. De tan gruesa que metía miedo de solo imaginarla en mi culo.   Debió ser el temor pintado en mi cara que lo hizo reír, pero no desistió de su propósito.  Me colocó a cuatro patas y sin mayor cuidado me la fue metiendo, cada gemido de dolor más reía, hasta que la mandó toda dentro, luego se movió como poseído, jalando de mis cabellos y nalgueando fuerte, si parecía que estaba domando a una potra salvaje, mientras los otros seis tipos no paraban de alentarlo para que me la mandara más al fondo…  

Creo que es obvio que luego de esa encerrona y por culpa de este puto cogedor, el culo me quedó bien dolorido, por más de dos días no pudieron hacer uso de él y además de sentarme de costadito por las molestias de semejante cogida y aliviarlo con una crema especial que me habían recetado otras colegas de profesión.

 

La lluvia dorada

Mi primera experiencia con la lluvia dorada fue en un hotel, estando con dos hombres, en la bañera, las manos amarradas por detrás, de rodillas aguardando los disparos, frente a los dos machos, adorando sus vergas, morcillonas, me descargaron sus meadas, desde la cabeza, la cara y sobre todo las tetas, se me escurrían su lluvia dorada.  Uno de ellos me abrió la boca para meterme su verga y largar su dorado producto, obvio que la escupí, pero… siempre algo queda.  Algunos disfrutan mucho de este juego, también de colocarse luego ellos entre mis piernas y que sea yo quien los riegue de orina sobre su cuerpo. 

Este juego lo llamamos “marcando el territorio” haciendo la analogía con la técnica animal para indicar su presencia.

Como en toda profesión siempre se paga lo que se le llama “el derecho de piso”, es decir y derecho de iniciación, pasar por todo tipo de pruebas, foguearte en el arte de la prostitución, pasar de las verdes y las maduras, de lo soft o vainilla al extremo, también lo intermedio tiene sus alternativas.  Se dice que no se ama lo que no se conoce, por eso también sirve conocer de todo y probar, para entonces decidir qué sí y qué no es lo que nos agrada.

 

Al mejor postor

En una ocasión me dieron me llevaron a una fiesta de cumpleaños, yo era la sorpresa, objeto de una venta. Se vendieron los boletos al mejor postor. 

Realizaba un baile mezcla de danza sensual y striptease.  Al terminar de bailar, como parte de la danza sensual, había quedado totalmente desnudita y así me llegué a la mesa del ganador, bebimos una cerveza con el afortunado y después me sacó, así como estaba hasta su auto y me llevó a coger.  El ganador era un tipo alto fornido y cojelón, me llevó al hotel, estaba feliz, como perro con dos colas, ja!   Se sacó la calentura metiéndome su verga y soltando la leche, el primero fue rápido e intenso, luego me jaló las tetas sin parar de estrujarlas y meterla entre ellas para darle una franeleada, hasta que se le paró nuevamente, luego desde atrás me montó y nalgueó fuerte, demasiado.  Fueron dos polvos más y al final de cada uno debía lamerle la pija hasta volver a levantársela. El cumpleañero me llevó a casa, desnuda y bajó así como me había llevado, solo conservé los zapatos de taco aguja y las ropitas en la mano. Una sonora palmada en mis nalgotas y una generosa propina fue la despedida del señor

 

Bailando en el bar

Ahora estoy trabajando en un bar, atendiendo mesas, bien provocativa, en tacones bien altos, mini tanguita de hilo dental y pezoneras o sin ellas, mostrando todo y bailando para los clientes.

Lo habitual es que con la mínima ropita o sin ella, baile para los clientes, me voltee hacia todos lados para que no se pierdan nada de ver, abro las piernitas para mostrarles el brillante rosado del interior y despertar sus deseos más primarios.   Las primeras veces sentí algo de nervios, ya que nunca había estado ante tantos ojos cargados de lujuria, vencí al temor y superé el pudor, y pude danzar al son de la música, me acerqué al “público” para que ellos me quitaran la tanga y el corpiño (brasier), seguir la danza solo en zapatos de tacón alto, bien alto.  Bailo con ellos en la pista, siento sabrosito el manoseo y la codicia ansiosa del hombre lujurioso, puedo sentir el deseo en calor de sus manos, sudando calentura.

En esa parte descubrí el placer de excitarlos, de sentir sus miradas recorrer mi carne y encender mi fuego interior, gozaba intentando adivinar en el brillo de sus ojos inyectados de lascivia las procaces intenciones de cogerme de la forma más salvaje. Hacer realidad esa fantasía que muchas mujeres tenemos en privacidad, yo hacía realidad esa fantasía tantas veces imaginada cuando los hombres se embelesaban mirándome en la calle sin atreverse a decirlo.   Ahora hice realidad mi fantasía y puedo sentirlos expresarlo en total calentura del hombre sacado de sí mismo para poseer a la prostituta, dejar volar sus instintos más primarios.

Tampoco pierdo por un instante mi objetivo, seguir siendo madre, mujer y esposa: solo estoy vendiendo mi cuerpo para uso y disfrute, pero el alma y la conciencia no se venden.

Eventualmente llevo algún cliente a mi casa, mi maridito recibe al cliente y solo atiende como para servirle alguna copa o cerveza.

Hasta aquí hemos llegado en esta entrega, la próxima terminan las experiencias de relatar las cambiantes alternativas que se presentan vendiendo su cuerpo para el placer de hombres, sin excluir algunos que necesitan que interactúe con su pareja.  La prostituta está disponible, el que paga tiene derecho de uso y también de abuso.

Como en todos los capítulos de este largo relato, me interesaría seguir recibiendo si las lectoras sienten tanto como se dice o se cree que en casi toda mujer anida esa fantasía de ser prostituta por un día.  Me gustaría sabe si a ti también te sucede, el Lobo Feroz, estará ansioso por sábelo y responderte, [email protected] y sumamente complacido en responderte.

 

Lobo Feroz

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