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Sexo con la suegra. El corneador resultó ser cornudo

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Es una historia más de esas infidelidad por necesidades sexuales insatisfechas, los actores todos del mismo núcleo familiar: Pepe, el marido, buen tipo, cuarenta y pocos, pintón, deportista, comerciante, costumbres y hábitos normales, Nora su esposa, veintitrés, bella como su madre, elegante y simpática. Mary, suegra de Pepe, cincuenta y largos, casada con Roberto, septuagenario con algunos problemitas de salud que le impiden tener relaciones maritales, al menos de la forma convencional. 

Pepe y Nora, tres años de casados, sin hijos, relaciones esporádicas y poco fuego.  Nora, apática y muy poco fogosa, avara para atender la codicia excesiva de pepe siempre con la libido al tope de su indicador de lujuria, de todos modos, éste cegado por el amor que le tiene y el concepto tan arraigado de la lealtad se engaña a sí mismo para negarse a lo evidente.

La convivencia en la misma casa con los suegros, sumado a que las paredes no son capaces de retener los secretos, estos antecedentes pronto fueron detectados por Mary, la suegra perspicaz e interpretadora de los gestos como pocas, pero la discreción también es su fuerte.

Mary, lozana y vital, con muchas horas de Gym, siente que esa práctica, tres veces a la semana, es la actividad que le sirve para quemar esas energías femeninas que no puede consumir en la hoguera de pasión sexual, y lo que la estabiliza emocionalmente, mente abierta y predispuesta a innovar. Presentados que fueron los intérpretes, aquí comienza la historia:

En oportunidad que Padre e hija partieron por una gestión familiar; el diablo cuando metió la cola y produjo la génesis y epicentro de toda esta historia un tanto peculiar de Pepe y la suegra.

Ese día el almuerzo solo tendrá dos comensales, Mary, con una excusa deja que su yerno sea el que ponga la mesa, ella pasa al baño y regresa diciendo:

—¿Qué te parece esto? – conjunto íntimo, muy breve, negro, de seda y puntillitas.

Pepe, desorbitado asombro al ver esa mujer espléndida para sus años, se le presenta como para regalo... se muestra apetecible en extremo, máxime con tantas ganas insatisfechas…

—¿Si no te gusta el menú me cambio? – mohines de chiquilina mimosa y en falta.

—No, ¡quédate así!...  –recuperando el aliento, primera vez que la tutea. –.¡Toda la vida! ¡Me gusta… muuu…cho!

El ambiente saturado de erotismo, lujuriosa intencionalidad en la escena, actores nuevos para escenario nuevo, provocativo, acicateando sus fibras íntimas, incitándolos a derribar la barrera incestuosa de la situación. Había “piel y química”, feeling y voluptuosidad en este encuentro generado por la mujer.

El pensamiento simple y lineal de Pepe, errático sin ver el final de túnel al que ingresó empujado por la actitud Mary.  Ella ardía en la llama del deseo y la abstinencia, avasallaba el débil intento defensivo de un hombre, vencido antes de luchar por la habilidad femenina.

Fácil vencer la resistencia de Pepe, y darle contención en brazos de Mary, quedó inerme entre los voluptuosos senos, dejándose llevar en la vertiginosa espiral de la calentura a la cama, explotar en urgente revolcada, liberando los instintos primarios del sexo insatisfecho.

Contacto físico, ávido y exacerbado, quejidos y gemidos atronaron el cuarto matrimonial de Mary, exquisito aroma de sexo en su máxima expresión, generoso derroche de pasión en la carne ansiosa.

Calmos los ánimos y el explosivo deseo, diálogo sin promesas, sin justificaciones, prolongar el disfrute reciente, hacerlo más y mejor en el tiempo de libre albedrío restante. Dos polvos urgentes con todos los ingredientes se llevaron la palma de su primera vez juntos.

Restauraron fuerzas y calmaron el espíritu, frugal almuerzo y copiosos brindis en este “impasse”. Enfrentados en la mesa, se veían ansiosos como quien está ocupando una piel ajena, los comensales no son los mismos que compartieron cama, solo la desnudez pone el toque excitante y prometedor del encuentro volcánico que se deben.

Más serenos, ella sentada en el regazo de él, compartieron un whisky, un solo vaso, el licor pasaba “boca a boca” espontánea y natural de convidar a su pareja.

Vueltos al lecho, retoman el lenguaje corporal, en todas sus formas y matices. Mary se lleva las palmas en la expresión “oral” por la excelente calidad del servicio, a cambio recibe un delirante 69 para retribuirse atenciones. Pepe, retribuye con caricias linguales llevando a Mary al mejor de los mundos, ese placer orgásmico “in eternum” conseguido por su yerno. Agotados y abrazados se entregaron al reparador sueño.

Pepe despertó erecto dentro de la golosa boca de Mary, que buscada desayunarse con jugo de pija, al instante sacudía la carne vibrante sostenida la cabeza dentro de la boca, entrando y saliendo a ritmo de coito, para hacerle abundante desayuno.  Ante la inminencia avisó:

—Mary, me voy, sácala o termino dentro. –desea que acepte.

Con los ojos y la cabeza asienten, dio vía libre, Pepe, enfervorizado, apuró el movimiento para un final a toda orquesta y con toda la música que le imponía la eyaculación potente y caliente; a decir de la golosa, fue directo a la garganta, tan solo degustó un poco dejado, a desgano, sobre la lengua ávida de probar el sabor del macho productor.

La boca de Mary seguía en las postreras caricias, en sincronismo, Pepe colmaba de prodigiosas caricias el “magma” genital buscando la vía de escape de la lava hirviente que corría por las entrañas de esta mujer busca explotar en un orgasmo que la transporte más allá de los límites del placer mismo para entrar en la dimensión desconocida, donde todo puede suceder, y todo está por descubrir.

La habilidad digital de Pepe, hizo vibrar la cuerda femenina, arrancó los mejores acordes y armonías; con la lengua consiguió que el recinto genital se llenara de música, fluyendo por los labios enrojecidos, aleteando de deseo presuroso. El clímax consiguió que Mary entonara el “aria” triunfal como la mejor soprano, aulló el placer que la recorría todita, de pies a cabeza.

El resto del tiempo fue un movimiento uniformemente acelerado hasta el último aliento, fueron días de recreo y fragor, pletórico de sexo y excesos.

Volviendo a la normalidad rutinaria los amantes hablaron sobre los hechos recientes, y cómo sería acomodar esta incipiente relación en la vida de familia. Pepe piensa y evalúa, sentimientos encontrados, sin conseguir encauzarlos, la cama con Mary se hizo uso y costumbre, lleva un par de meses sin encontrar una forma segura de seguir esta relación sin despertar sospechas.

Pepe se cuestionaba las posibles consecuencias de esta aventura, lo hacía cavilar que no estaba por el curso correcto, tal era el desconcierto que Mary, conociendo la situación encontró el modo y la forma de llegar al alma de su “socio” de cama. Con tacto y delicadeza se adentró en el pensamiento de Pepe, confesando que lo tenía en la mira desde el primer día que Nora lo presento como su novio, sin hacer caso de la sorpresa de él, avanzó diciendo que no tenía que sentir culpa, pues le estaba retribuyendo el pago recibido.

—No entiendo… –dijo Pepe, con asombro.

Mary abundó en detalles de cómo Nora, le era infiel desde antes del casamiento con un tipo casado, para más detalles el jefe, el casamiento fue la forma de disimular la relación para cubrir al jefe.  

Pepe quedó desconcertado, removiendo su cerebro, buscando respuestas.  Controló actos y actitudes de su consorte, comprobó que todo era cierto, sufrió al verla entrar, siempre al mismo hotel y con el mismo tipo, salir con el rostro radiante y complacido, hasta doble turno en alguna vez.   En casa el mismo aspecto, el turno del sexo más y más espaciado, a desgano, solo rutina obligada por su insistencia.  Reconoció a Mary la dura verdad. 

Mary fue más allá, dijo: - Nora “conoce lo nuestro”, sabe todo desde el día siguiente a los hechos.

Pepe acusó el mazazo de la última confesión, nada quedaba del yerno triunfante que se volteó a la apetecible suegra un fin de semana canalla, ahora el ego desinflado, traicionado y corneado de manera vil, menospreciado y degradado en su fuero íntimo: Un felpudo.

Quién sabe cuántos más están al corriente, todos saben y todos callan, todos cómplices en la cruel encrucijada de este mortal, apuñalado por la espalda, todos partícipes de este vodevil trágico en que él es protagonista, principal intérprete y como casi siempre el marido cornudo el último en enterarse.

Este hombre transita su peor momento, busca la manera de vengarse para tranquilizar su espíritu.

El burlador burlado, el corneador corneado.  Pepe no pudo escribir este testimonio, por ello yo lo relato en su nombre y acompaño en su dolor, puede ser que haya un segundo capítulo versando sobre la venganza que estaría tramando.

Eres suegra, estuviste en algo como la de Pepe, me gustaría platicarte: [email protected]

Nazareno Cruz

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